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Aquí nos hicimos ricos: Historia de tres empresarios fronterizos (1914-1952)
Aquí nos hicimos ricos: Historia de tres empresarios fronterizos (1914-1952)
Aquí nos hicimos ricos: Historia de tres empresarios fronterizos (1914-1952)
Libro electrónico617 páginas8 horas

Aquí nos hicimos ricos: Historia de tres empresarios fronterizos (1914-1952)

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Los protagonistas principales de este libro son empresarios fronterizos. El objetivo del estudio es brindar aportes acerca de la gestación de empresarios en la frontera de Baja California, México, durante la primera mitad del siglo XX, así como arrojar luz sobre los caminos que siguieron para formar su riqueza, mantenerla y diversificarla. También
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 mar 2021
ISBN9786076075735
Aquí nos hicimos ricos: Historia de tres empresarios fronterizos (1914-1952)

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    Aquí nos hicimos ricos - Maricela González Félix

    Portada.jpg

    Índice

    Agradecimientos

    Presentación

    Capítulo I. Gobierno y empresarios en Baja California. 1900-1920.

    Capítulo II. Alternancia en los negocios y la política, Ley Seca y coyuntura bélica. Origen de la riqueza de Eufrasio Santana Sandoval.

    Capítulo III. Familia, tecnología informática y comercio fronterizo. El camino para emprender negocios en la Trayectoria de Severiano Flores Gallego.

    Capítulo IV. Crisis, Coyuntura bélica y zona libre fronteriza. La formación de riqueza de Mario Hernández Maytorena.

    Conclusiones

    Anexos

    Anexo I. Instrumento de entrevista

    Anexo II. Entrevistas con empresarios de Baja California.

    Anexo III. Cervecerías, destilerías y productoras de vino en el Distrito Norte de la Baja California.1910-1930.

    Anexo IV. Documento. Empresas y empresarios mexicanos en Mexicali, Baja California.1900-1950.

    Archivos y colecciones

    Bibliografía

    Legales

    Universidad Autónoma de Baja California

    Maricela González Félix

    Aquí nos hicimos ricos.

    Historia de tres empresarios fronterizos

    (1914-1952)

    Selección Anual para el Libro Universitario

    Agradecimientos

    El libro que el lector tiene en sus manos requirió del concurso de muchas personas. En el tiempo de elaboración de este trabajo descubrí a una gran mujer. Ella ha estado a mi lado durante muchos años y me ha brindado su sonrisa encantadora. A pesar de mi sordidez, de mi simbiosis con la computadora y mi obsesión por concluir este estudio, siempre me ofreció su sonrisa. Cuando algo le solicité me lo brindó sin demora alguna, como si su misión en la vida fuera estar allí, sólo para ayudarme. Detrás de la niña, de la joven descubrí a una gran mujer, que al verme caer, me enseñó a levantarme. Me platicó de cómo había hecho ella en el pasado y me ofreció su música, su larga experiencia en el deporte, su alegría por aprender cosas nuevas, o simplemente plagar de flores y olores nuestro jardín. A esa niña, joven, que ahora es una mujer, dedico este libro, a mi hija Irauaddi Fuentes González.

    A mi hijo Gerardo Hiram Hirales González, le agradezco su paciencia y comprensión por compartir conmigo momentos difíciles en este esfuerzo de llevar a cabo mis estudios de maestría. Primero, durante nuestra estancia en la ciudad de Hermosillo, Sonora y después en Mexicali. También le doy gracias por brindarme su música de piano, que día a día me dio tranquilidad y alegró mi corazón.

    A mi esposo, Luis Gerardo Hirales Pérez, agradezco sus enseñanzas, lecciones de vida y tantos años de ensueño. Doy gracias por su fuerte lazo de comunión con sus hijos y por su permanente empeño en proveer su hogar. Por la intensidad familiar compartida en un reñido juego de voleibol. Por contagiar con su alegría cada momento de nuestras vidas.

    Un trabajo de investigación requiere, sobre todas las cosas, salud y un gran esfuerzo de concentración, esa es una condición indispensable. Durante la elaboración de este estudio hubo dos ángeles que restablecieron mi decaída salud. Esos ángeles fueron Alejandra Hernández Morales y Maritza Tagua Leal, amigas entrañables, mujeres generosas, querendonas, con las que disfruté tantas cosas, pero sobre todo, aquella noche en que sentadas en la cama, cuchicheamos y reímos por un par de horas hasta convertirnos de nuevo en niñas. Ellas registraron el desvanecido latido de mi pulso, estuvieron al tanto de mi vida personal, fueron consejeras, sanadoras, terapeutas, fueron hermanas, amigas y madres, iban y venían a deshoras para cuidar mi gastado sueño. Descubrieron que aquellas penas que las aquejaban era el contagio de mis tristezas. Me acompañaron durante un largo trayecto de tumbos, y una y otra vez me mantuvieron en pie. Me vistieron de gala, me pintaron el rostro con trazo fino, me leyeron y contaron historias de ensueño y sus voces se convirtieron en centro de mi vida, haz de luz y esperanza. A Alejandra y Maritza les doy gracias porque llenaron mi vida de colores y olores mágicos, porque me brindaron su energía con sabor a miel.

    A David Martínez Reynoso y Artemisa Muñoz agradezco, su estar allí, a mi lado, con su cálida y fraterna presencia, su bondad y generosidad, su permanente y atenta búsqueda para brindarme su mano amiga. Su entrega atenta, cordial. Sus invitaciones a disfrutar de ese intenso azul profundo lleno de los más hermosos espejismos de su casa vacacional. Y desde luego, el disfrute de los manjares preparados por una artista culinaria, que se desvive día a día por dar lo mejor de sí. Agradezco esa mano amiga que apareció en la puerta de mi casa, para convidarme su corazón con un sabroso té de calma.

    A Yolanda Sánchez Ogas agradezco ser mi eterna compañera de viaje. Tobogán de lugares mágicos, de cenotes sagrados y manantiales subterráneos, de playas de arena blanca, de ruinas arqueológicas, de cortinas celestiales, de hilo fino de agua que nace en los Grandes Lagos y cae con ímpetu en las Cataratas del Niágara. Luz de vida milenaria, que cuenta historias de inmigrantes de ultramar, del nativo americano desparecido, de pioneros del continente americano, de cultura popular, de navegantes del espacio, del Apolo 11, de buques y bases de portaviones gigantes en medio de océanos. De castillos del siglo

    xv

    , de Chateau de Frontenac, de los tonos azul añil de Québec, de los invernaderos, parques y verdes bosques de Canadá. Gracias por ofrecerme profundidad en la mirada y el corazón, vida y encanto.

    A Teresa Pérez González agradezco sus palabras de aliento para continuar, su fortaleza de madre para no cejar. Su entereza, integridad y solidaridad de mujer, su palabra tejida a lo largo de años de experiencias y saberes, su apoyo y gratitud.

    A María de los Ángeles González Félix, agradezco su condición de par, su solidaridad y compañía en noches de obscuridad. Su apoyo incondicional y ágil, y su mano franca. A Laura Valenzuela Félix y Martha Valenzuela Félix, agradezco su ser hermanas, el contagiarme de su alegría, de su juventud y de la sonrisa de sus hermosas hijas. Su espíritu viajero aventurero y por esos sabrosos festines en nuestros encuentros de concierto musical. A Alfredo González Félix agradezco su nobleza espiritual, su ser centro y eje de organización familiar y de exquisitez del paladar.

    Hay personas de las que no puedo mencionar sus nombres, no obstante, agradezco haber contado con ellas en una de las etapas más difíciles de mi vida. Agradezco su arrojo y determinación, su entrometerse en lo que les importa, su calidad humana y su respeto por la verdad.

    Ahora quiero agradecer a mis maestros, pilares fuertes en la hechura de este estudio. En primer lugar quiero agradecer a Mario Alberto Magaña Mancillas por el cuidadoso seguimiento del trabajo de investigación, desde su gestación hasta su fase final. Por su permanente recomendaciones bibliográficas, por la formulación de preguntas centrales que ayudaron a enfocar el estudio. Por atender la organización del texto. Por advertir con gran sensibilidad, desde el principio, la necesidad de hacer un cambio sustancial respecto a nuestro objeto de estudio, lo que contribuyó en gran medida a su buen término. Por su generosidad, por su siempre atenta disposición en la tarea de darle seguimiento al estudio y participar en cada una de las presentaciones de avances de investigación en diferente foros académicos.

    José Alfredo Gómez Estrada estuvo en momentos claves y decisivos. En esos periodos de franca desolación, circunstancias críticas, en las que todos los caminos parecen cerrarse y las limitaciones teóricas o de alcance se superponen, y cuesta trabajo avanzar porque no se sabe bien a bien hacia dónde. En tales circunstancias José Alfredo identificó con claridad los puntos problemáticos y propuso acertadas soluciones. Hizo agudas sugerencias, puntuales recomendaciones teórico-conceptuales, temáticas y metodológicas. Con sencillez, humildad y generosidad explicó cómo y qué hacer, brindó información valiosa y recomendó reajustes importantes en la estructura del trabajo. Con todo, ayudó a superar muchos escollos. Compartió experiencia, pero sobre todo mantuvo una mirada de amplio espectro y pincelada fina. Trabajar con José Alfredo fue como si me llevara de la mano para encaminarme a un refugio seguro en medio de un campo minado.

    Servando Ortoll Estrada revisó escrupulosamente la escritura del texto. Fue incisivo, rudo, mordaz hasta decir basta. Pero línea a línea, al menos en el primer capítulo, apuntó con precisión las debilidades de la estructura y forma narrativa del documento. Señaló la importancia de saber construir las oraciones, párrafos, secciones y capítulos, y explicó cómo hacerlo. Entre muchas cosas, recomendó el uso de la voz activa en lugar de la voz pasiva, la conjunción del sujeto con el verbo y el uso de la tabla de consistencias. Pero advirtió, para que aprendas, deberás seguir y trabajar sobre la base de estas observaciones a lo largo de todo el texto.

    A Martha Stamatis Maldonado agradezco las sugerencias al documento en nuestros seminarios. Sus recomendaciones y la siempre puntual lectura de nuestros trabajos. Su generosidad y sencillez y su permanente atención y esfuerzo para conocer y acercarse a cada uno de nosotros. Su búsqueda por humanizar los espacios académicos.

    Jesús Méndez Reyes proporcionó con extrema exactitud cuotas de lectura indispensables, que se convirtieron en esenciales. Además como maestro en su oficio, en su haber, hilvanó conceptos fundamentales para el análisis de la historia empresarial mexicana. Tal fue el caso del concepto de estrategia empresarial, que para nuestro estudio fue de extrema utilidad. Con gran voluntad de colaboración brindó sus saberes y puso a nuestra disposición sus libros especializados que ayudaron a mitigar nuestras angustias frente a bibliotecas carentes de este tipo de literatura.

    A Lucila del Carmen León Velasco agradezco su disposición para compartir sus experiencias en el oficio de historiar. Su generosidad, ayuda, colaboración y cobijo. Doy gracias a su hospitalidad, por brindarme su casa, su pan, su chocolate y su té. Por mostrarme imágenes y objetos diversos, de impensables lugares del mundo, que con sus colores, texturas y olores me hicieron viajar a lugares remotos de la historia y del mundo. Por nuestras conversaciones, por esas buenas películas que juntas disfrutamos en una sala de cine VIP o en su casa acogedora, luego de intensas jornadas de trabajo.

    A Leticia Bibiana Santiago Guerrero agradezco su nobleza por compartir, desde siempre, las últimas novedades de la historia oral, literatura que ha traído consigo desde diferentes latitudes y que amablemente me ha brindado. También quiero agradecer a Martha Cecilia López López, Cristina Ruiz Bueno y María de los Ángeles González Félix, su paciente y cuidadosa labor en la ardua tarea de transcribir las entrevistas realizadas.

    A Marco Antonio Samaniego López le agradezco haberme acercado al oficio de historiar, a pensar lo histórico y al quehacer del historiador. Agradezco su confianza en este trabajo, su cordial invitación al seminario de investigación del Instituto de Investigaciones Históricas para exponer nuestros avances de investigación. Sus comentarios críticos, constructivos y propositivos.

    A los evaluadores y dictaminadores de la obra agradezco la cuidadosa lectura del texto, sus observaciones, recomendaciones y análisis crítico, que ayudó a mejorar sustancialmente el trabajo.

    Mi más sentido reconocimiento a todos mis compañeros de trabajo por muchos años del Instituto de Investigaciones Históricas, con quienes tuve la oportunidad de compartir los últimos avances de investigación en este campo. A Jorge Martínez Zepeda, Antonio Padilla Corona, David Piñera Ramírez, Norma Cruz González, Héctor Mejorado y Rogelio E. Ruiz Ríos, por su cálida recepción y por sus valiosos comentarios y observaciones.

    A Everado Garduño Ruiz, agradezco el apoyo que me brindó como director del Centro de Investigaciones Culturales-Museo, así como por la confianza depositada en la culminación de este trabajo. Agradezco a Georgina Walther Cuevas, Fernando Vizcarra Schumm, Raúl Balbuena Bello, Luis Arturo Ongay Flores y Alberto Tapia Landeros sus observaciones y recomendaciones en el seminario de investigación del propio Centro de Investigaciones Culturales-Museo.

    Deseo agradecer la cordialidad, la hospitalidad, el tiempo brindado, las atenciones recibidas, pero sobre todo la confianza depositada en la realización de este trabajo, por parte de Mario Hernández Maytorena, Francisco Santana Peralta, Severiano Flores Gallego, Norberto Corella Gil Samaniego, Alfredo Aldrete Peláez, Mario García Martínez, Roberto Gratianne Arrouge, Ignacio Arturo Guajardo Esquer, José Encarnación Kabande Dabduv, José María Rodríguez Mérida, Carlos Rubio Parra, Héctor Sada Quiroga, Carlos Vizcarra Merino, Mario Adolfo Cota Hernández, y Pedro Palmerín Alcaraz.

    A Silvia Rechi Iruretagoyena agradezco el espacio que nos brindó por casi un año en el Archivo General de Notarías para la consulta de los libros de notarios. Su amable atención para buscar los volúmenes de nuestro interés y permitirnos su consulta académica.

    A María del Rosario Ramírez Hernández agradezco su amable atención y disposición sin límite para la realización de la consulta académica de los volúmenes resguardados en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio. A la Universidad Autónoma de Baja California agradezco el apoyo que me brindó con el programa de formación docente que me permitió realizar este estudio. De igual forma agradezco al personal de bibliotecas y archivos de la propia universidad y a todos aquellos que de una u otra forma contribuyeron en la realización de esta investigación. Para finalizar, quiero señalar que lo escrito y omitido en este trabajo son responsabilidad exclusiva de la autora.

    Maricela González Félix.

    Presentación

    Baja California es una entidad joven. El crecimiento del comercio, la necesidad de crear asentamientos de población y establecer la sede de autoridades públicas en Ensenada para resguardar la frontera mexicana frente a la expansión estadounidense, dieron origen a esa ciudad en 1882. A partir de 1889 Tijuana despuntó como centro turístico, con el único atractivo de unos manantiales de aguas termales. Por su parte, el inicio de las obras de conducción de las aguas del Río Colorado para irrigar el valle Imperial, California, que más tarde se extendieron al actual Valle de Mexicali, así como la adquisición de casi 340 000 hectáreas en el delta mexicano del Colorado, realizadas por la compañía estadounidense Colorado River Land Company entre 1902 y 1905, dieron origen al surgimiento de Mexicali en 1903.

    La realización de un conjunto de entrevistas con empresarios de Mexicali, la información localizada en los archivos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio de Mexicali y el Archivo General del Poder Judicial (hoy Archivo General de Notarías), así como la escasa investigación sobre empresas y empresarios en Baja California, motivaron llevar a cabo este estudio. Entre 1997 y 1998 el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California se propuso constituir su Archivo de la Palabra. Con tal propósito realizó un amplio programa de historia oral que incluyó a más de 200 personas entrevistadas. El esfuerzo inicial se concentró en Ensenada, pero más tarde se continuó en Mexicali. Allí realizamos un conjunto de entrevistas para registrar las trayectorias de vida de empresarios mexicanos que arribaron a Mexicali durante las primeras décadas del siglo

    xx

    . Entrevistamos a 15 empresarios y las cintas magnetofónicas se resguadaron en el recién constituido Archivo de la Palabra para su futura consulta académica.

    Por su parte, las fuentes documentales del Archivo General de Notarías y del Registro Público de la Propiedad y el Comercio ofrecieron información acerca de la constitución de empresas desde el último cuarto del siglo

    xix

    . La gran mayoría de esas inscripciones correspondíeron a negocios que se establecieron en la región de Ensenada. Inscripciones semejantes comenzaron a sucederse en Tijuana y Mexicali al dar inicio el siglo

    xx

    .

    Miles de libros notariales aportaron una inimaginable materia prima. En ellos encontramos el registro de infinidad de operaciones realizadas en materia de propiedad pública y privada y constitución de sociedades realizada desde el último cuarto del siglo

    xix

    hasta nuestros días. Al revisar los volúmenes que correspondían al último cuarto del siglo

    xix

    y a las primeras décadas del siglo

    xx

    nos percatamos de las escasas inscripciones efectuadas por empresarios mexicanos. Los registros correspondían, en su gran mayoría a empresarios estadounidenses, a las que continuaban nombres de empresas y hombres de negocios chinos y le seguían compañías japonesas, alemanas, españolas y británicas. Registros de empresas y empresarios mexicanos durante ese periodo eran prácticamente inexistentes. Una pregunta incial saltaba a la vista ¿Cómo se habían gestado empresarios mexicanos frente a la predominancia de hombres de negocios extranjeros en la región?

    La información localizada en el Archivo General de Notarías y en el Registro Público de la Propiedad ayudó a precisar el año de fundación o constitución de la compañía, identificar a los integrantes de las empresas, los accionistas y el volumen de sus aportes de capital, sus lugares de procedencia, el capital social de la compañía, el tipo de sociedad: en comandita simple, en nombre colectivo, sociedad anónima, el tipo de empresa: comercial, agrícola, de bienes raíces, industrial, financiera y de servicios y el objeto o propósito de dichas empresas. También fueron consultadas otras fuentes documentales que permitieran construir los escenarios de la época, visualizar el desarrollo de esas empresas, identificar las acciones emprendidas por sus propietarios, y sus estrategias de diversificación. Para tales propósitos fueron de gran utilidad el Archivo del Gobierno del Estado de Baja California, el Archivo Judicial de Ensenada y el Archivo General de la Nación (estos dos últimos archivos resguardados en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California), en particular los fondos Dirección General de Gobierno, Periodo Revolucionario, Gobernación y Obregón-Calles.

    Como me interesaba recuperar las experiencias significativas de individuos mexicanos acerca de sus actividades iniciales, así como los caminos que siguieron para formar sus primeros negocios y desarrollarlos, consideré necesario el uso de la entrevista, por lo que apliqué la metodología de la historia oral para construir sus trayectorias empresariales, de lo que hablaré más adelante.

    La proposición general que orientó el trabajo fue que los principales procedimientos que llevaron a cabo individuos me­xicanos para formar su riqueza en la frontera de Baja Califorrnia durante la primera mitad del siglo

    xx,

    fueron los siguientes:

    1) La identificación de coyunturas políticas y económicas en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.

    2) La alternancia en la política y los negocios.

    3) La realización de acciones encaminadas a aprovechar las ventajas que ofreció el intercambio comercial fronterizo.

    El objetivo de este estudio fue arrojar luz sobre el proceso de gestación de empresarios mexicanos en Baja California durante la primera mitad del siglo

    xx

    , así como identificar las estrategias empresariales que pusieron en juego para formar su riqueza, mantenerla y diversificarla.

    Este trabajo centra su atención en el empresario y busca establecer la relación entre el empresario y su contexto, porque interesa conocer su comportamiento, en particular, las estrategias empresariales que permitieron su proceso de gestación y más tarde consolidar y expandir sus empresas. Busca identificar el contexto y las coyunturas económicas, políticas y sociales que formaron parte del entorno en el que las estrategias individuales entraron en juego para alcanzar la formación de riqueza. Conviene destacar que el empresario mexicano es producto de un proceso histórico, y como tal, sus actividades se desarrollan en un contexto en el que entran en juego diversas fuerzas políticas, económicas y socioculturales a saber: el Estado, la inversión extranjera, la capacidad de los individuos para innovar y establecer redes sociales y familiares que les permita el desarrollo de sus negocios.

    Este estudio retoma el concepto de estrategia empresarial elaborado por Jesús Méndez Reyes, en su estudio La negociación agrícola del Valle del Marqués, concepto que se entiende como las acciones emprendidas por un empresario para reducir costos, compartir tecnología con otras firmas, desarrollar productos de manera más eficiente, ingresar a nuevos mercados o tener acceso a fuentes de capital y financiamiento. (Méndez Reyes, 2003).

    Las historias de vida que reune este estudio presenta a individuos mexicanos que durante la primera mitad del siglo

    xx

    enfrentaron riesgos e incertidumbre, identificaron necesidades sociales como escenarios de oportunidad para emprender negocios, establecieron redes económicas y sociopolíticas, adaptaron tecnologías, identificaron coyunturas propicias para prosperar, evaluaron costos de transacciones, programaron su actividades a corto y mediano plazo, se adaptaron a cambios institucionales, y tuvieron capacidad para acceder a créditos formales o informales. Los hombres de negocios estudiados emprendieron un conjunto de acciones para enfrentar los problemas derivados de la aletargada economía mexicana de la posrevolución y la crisis de 1929 en el marco de dos guerras mundiales.

    Apuntes metodológicos

    Para alcanzar el objetivo de este estudió analicé diversas fuentes documentales que brindaron información sobre la constitución de empresas mexicanas, años de fundación y desarrollo de actividades económicas emprendidas por mexicanos en Baja California durante la primera mitad del siglo

    xx

    . Establecí vínculos entre las decisiones individuales de los empresarios analizados y las coyunturas políticas y económicas que la región ofreció para dar cuenta de las estrategias empresariales que entraron en juego y dieron origen a la formación de riqueza entre individuos mexicanos. Para ello se establecieron una serie de correlaciones con el material recopilado. Se trataba de establecer la relación individuo-sociedad, así como las referidas a las determinantes macrosociales y las acciones del individuo. De estar atentos al contexto, al proceso y al individuo. Exploré el uso que los empresarios seleccionados hicieron del espacio fronterizo para formar riqueza. Analicé el material recopilado, observando con detenimiento las acciones individuales orientadas a la formación de riqueza y las ventajas que ofreció el espacio fronterizo, de acuerdo con las experiencias de vida de los empresarios estudiados.

    Indagué las condiciones sociales, económicas y políticas de los hombres de negocios seleccionados a lo largo del periodo de estudio. Sus lugares de procedencia, año y contexto de su salida de su lugar de origen y razones de su arribo a Baja California. Buscaba determinar la condición social de los familiares, es decir, si hubo antecedentes empresariales en las familias de los empresarios analizados, toda vez que nos interesaba explicar procesos de gestación de empresarios, por lo que se procedió a hacer un registro cronológico que diera cuenta de la formación inicial de riqueza y del desarrollo de sus empresas, así como de los antecedentes familiares.

    Para establecer la relación entre economía y política indagué en las diversas fuentes consultadas las acciones con que el Estado fomentó, favoreció o inhibió la actividad económica en la región. Realicé un seguimiento sobre las medidas de política económica del gobierno del Distrito en torno a la aprobación de leyes de aliento económico, concesiones e impuestos, así como al desarrollo de las incipientes actividades económicas en esta parte del país. Presté atención a la relación Estado-empresario porque interesaba saber para dar cuenta de si los empresarios analizados se valieron de puestos y relaciones políticas para iniciar y consolidar sus negocios.

    Por medio de la metodología de la historia oral, en especial la referida a historias de vida, el trabajo se propuso identificar las experiencias que resultaron significativas en el despegue de las actividades que llevaron a cabo los empresarios analizados, así como los eventos que ellos consideraron de mayor trascendencia para el desarrollo y diversificación de sus negocios. Las coyunturas políticas, económicas y sociales que observaron y consideraron propicias para emprender, prosperar y desarrollar negocios en la frontera de Baja California durante la primera mitad del siglo

    xx

    . Me interesaba ofrecer aportes acerca de procesos de gestación de empresarios en zona de frontera hasta hoy escasamente estudiada.

    Para tal propósito recurrí a las entrevistas aplicadas a empresarios entre 1997 y 1998, como parte de los trabajos empren­didos para constituir el Archivo de la Palabra del Instituto de In­vestigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja Ca­li­fornia. Las 15 entrevistas a empresarios de Mexicali, Baja Ca­lifornia, dieron sustento a este estudio. Entrevisté a Severiano Flores Gallego, Mario Hernández Maytorena, Francisco Santana Peralta, Roberto Gratianne Arrouge, Mario García Martínez, Mario Adolfo Cota Hernández, Carlos Rubio Parra, Norberto Corella Gil Samaniego, José María Rodríguez Mérida, José Encarnación Kabande Dabduv, Carlos Vizcarra Merino, Ignacio Arturo Guajardo Esquer, Héctor Sada Quiroga, Pedro Palmerín Alcaraz y Alfredo Aldrete Peláez.[1]

    Para los propósitos de este trabajo seleccioné a tres de los 15 empresarios entrevistados. Ellos fueron Mario Hernández Maytorena, Severiano Flores Gallego y Francisco Santana Peralta. Del primero fue posible recuperar la historia empresarial de Manuel Hernández Gándara, padre de Mario Hernández Maytorena y la suya. Severiano Flores Gallego narró su experiencia personal en los negocios y algunos aspectos de las empresas de su familia materna Gallego Lugo. Francisco Santana Peralta relató la historia empresarial de su padre Eufrasio Santana Sandoval.

    Los criterios de selección adoptados fueron los siguientes: identificación de los individuos mexicanos que de acuerdo con los archivos notariales y del registro público de la propiedad y el comercio hubiesen registrado operaciones relativas a la constitución de sociedades durante el primer tercio del siglo

    xx

    .[2] Que el desarrollo de los negocios se mantuviera a lo largo de la primera mitad del siglo

    xx

    y mejor aún si se extendían hasta la segunda década. En caso de fallecimiento del empresario objeto de estudio, se identificó a los hijos de ellos que hubiesen dado continuidad a sus empresas. Que existiera evidencia documental sobre sus operaciones económicas durante la primera mitad del siglo

    xx

    . Que el empresario o sus familiares tuvieran permanencia en los negocios regionales. Contar con la voluntad y disposición de los empresarios seleccionados para narrar la historia de su padre, la propia o la de ambos y proporcionar información en profundidad acerca de las estrategias que siguieron para formar capital.

    Con las entrevistas se buscaba obtener información sobre las trayectorias familiares y de vida de cada empresario, así como tener conocimiento acerca de la constitución de sus negocios y de los caminos que siguieron para formar su riqueza.[3] Para tal propósito diseñé un instrumento de entrevista, me reuní con los informantes y llevé a cabo varias sesiones de trabajo.[4] Ya grabadas las historias de vida, procedí a transcribirlas. En esta fase de transcripción concluyó aquel proyecto que dio vida al Archivo de la Palabra del Instituto de Investigaciones Históricas. Para los propósitos de este estudio recurrí a ese material recopilado. Procedí al análisis de las entrevistas ponderando su estructura general, el sentido y significado de las experiencias de vida de los empresarios estudiados y la trayectoria que cada empresario siguió para formar riqueza. Apliqué la metodología de análisis de historia de vida propuesta por Gerardo Necoechea Gracia en su trabajo Después de vivir un siglo. Ensayos de historia oral. Esa metodología destaca tres ejes de análisis en las historias de vida: el eje del tiempo, el eje del espacio y el eje del yo narrador. Utilicé la propuesta porque me interesaba ofrecer al lector no sólo el testimonio o la narración, sino mostrar el esfuerzo que toma analizar la historia de vida.[5]

    Para el análisis de la historia de vida tuve especial cuidado en la metodología propuesta por Necoechea para observar los siguientes aspectos: para el análisis del eje del tiempo estuve atenta al ritmo narrativo, rompimientos, cambios y continuidades del tiempo en la narración del entrevistado; en los marcadores convencionales del tiempo: fechas, edades, eventos; fracturas temporales: antes, ahora y después; el sentido de la vida: relación pasado-presente. Para el análisis del eje del espacio atendí los aspectos relacionados con: el conocimiento del espacio, cambios de espacio, arraigo, desarraigo y sentido de pertenencia. Para el análisis del eje del yo observé las redes de relaciones: experiencias del entrevistado con individuos, colectividades e instituciones. Para aproximarnos a la red de relaciones lo hice a través de las referencias que el narrador hizo respecto a otras personas, tales como: nombres, características de identificación, o ausencia de estas características; las formas en que las personas aparecen en la narración: de qué manera repercuten los otros en la vida del narrador; cómo se establece esa relación entre el narrador y las personas que menciona: relación simétrica-asimétrica, si el yo es un yo pasivo o un yo activo frente a las acciones de los otros y a la inversa, las acciones del narrador cómo repercuten en la vida de los otros; qué personajes resultan significativos en la trayectoria de vida del narrador: personajes del ámbito familiar, laboral, institucional, entre otros; en qué circustancias ocurren las menciones de los otros: el narrador aparece incluido, por medio del uso de un nosotros, o excluido, por medio del uso de un ellos; cuáles son las tensiones entre pasado, presente y futuro: pasado exitoso, presente estable, futuro incierto, por dar algunos ejemplos; colectivos que se definen más claramente en la narración: familia, trabajo, empresas, organizaciones, entre otros.

    Las entrevistas ayudaron a recrear el escenario general de la época, a comprender y explicar el comportamiento que llevaron a cabo los individuos en estudio para alcanzar la formación de su riqueza. Brindó una perspectiva individual de la acción económica del proceso formativo de su riqueza. Ofreció información valiosa que pocas veces puede encontrarse en documentos de archivos u otro tipo de repositorios de documentos históricos. La información permitió identificar lazos y vínculos familiares, personales y políticos, así como acciones o prácticas individuales de trazo fino que el documento histórico de archivo pocas veces ofrece. Prácticas individuales que ayudan a explicar cómo un individuo, en un tiempo, espacio determinado puede ganar dinero, acumularlo y conservarlo en un contexto de alto predominio de inversionistas extranjeros en la región.

    Estructura general del trabajo

    El trabajo se encuentra organizado en cuatro capítulos. El capítulo I, Gobierno y empresarios en Baja California. 1900-1920, concentra la información documental localizada en los archivos y se encuentra organizado en cinco apartados. En el primer apartado se presenta un panorama general de la economía del Distrito Norte de la Baja California. Los individuos que participaban en estas actividades económicas eran predominantemente extranjeros; el segundo apartado comprende la gestión de Esteban Cantú porque en su periodo de gobierno (1915-1920) ocurrieron dos procesos: la organización del aparato de Estado, que nació del movimiento revolucionario y la gestación de empresarios mexicanos. Durante su administración, Cantú dio forma y sustento al aparato fiscal y administrativo de la región, identificó los recursos existentes, aplicó un sistema de recaudación de impuestos, fomentó condiciones propicias para la acumulación privada y participó en la conformación de empresas estatales; en el tercer apartado se bosquejan las relaciones entre el gobierno y los empresarios. Se advierte la política económica de Cantú: medidas de protección y aliento económico para empresarios, reducción de impuestos de importación y negociación con el gobierno federal para reducir los impuestos federales al capital, primeras manifestaciones en favor de la zona libre, relación entre cargos públicos y formación de negocios y realización de obra pública; y el cuarto apartado muestra las principales características de las empresas que fueron registradas durante el primer tercio del siglo

    xx

    en los archivos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio y el Archivo de Notarías de Mexicali.

    El capítulo II titulado: Alternancia en los negocios y la política, ley seca y coyuntura bélica. Origen de la riqueza de Eufrasio Santana Sandoval, así como el capítulo III titulado: Familia, tecnología informática y comercio fronterizo. El camino para emprender negocios en la trayectoria de Severiano Flores Gallego. Y el capítulo IV titulado: Coyuntura bélica y zona libre fronteriza. La formación de riqueza de Mario Hernández Maytorena, presentan las estrategias empresariales que cada uno de ellos siguió para formar riqueza durante el periodo que va de 1920 a 1950. Los hombres de negocios analizados son: Mario Hernández Maytorena, Severiano Flores Gallego y Eufrasio Santana Sandoval, los dos primeros originarios de Sonora y el último procedente de Jalisco, pero con fuertes lazos en la misma región de Sonora. Con base en información procedente de historias de vida de los empresarios en estudio, se describen las prácticas individuales y las trayectorias que cada uno de ellos siguió para formar capital, así como las coyunturas económicas y políticas que alentaron u obstaculizaron este proceso. Se establece la relación entre las acciones individuales y las oportunidades que la región les brindó para constituirse en prominentes hombres de negocios. Primero exponemos su testimonio, después hacemos un análisis de su historia de vida y, en particular, de su estrategia empresarial para formar riqueza y al final presentamos una cronología de sus empresas.


    ¹ Véase Anexo II. Lista de entrevistas con empresarios de Baja California.

    ² Véase anexo

    iii

    . Documento Empresas y empresarios mexicanos en Mexicali, Baja California. 1900-1950.

    ³ Véase Anexo

    i

    . Instrumento de entrevista.

    ⁴ Véase Anexo

    ii

    . Lista de entrevistas con empresarios de Baja California.

    ⁵ Cada una de las historias de vida de los empresarios estudiados contiene un apartado de análisis de su historia de vida y de sus estrategias para formar riqueza.

    Capítulo I. Gobierno y empresarios en Baja California. 1900-1920.

    Primeras empresas y hombres de negocios en el Distrito Norte de la Baja California

    Con base en la información localizada en archivos, este capítulo se encuentra organizado en cuatro apartados y cubre el periodo de 1900 a 1920. El primer apartado, Primeras empresas y hombres de negocio en el Distrito Norte de la Baja California se presenta un panorama de la economía del Distrito Norte de la Baja California y de la predominancia de empresas y empresarios extranjeros. El segundo apartado, Acciones estatales que inciden en la actividad empresarial. Política fiscal: los impuestos, las aduanas y las concesiones, hace referencia a las acciones estatales realizadas para organizar el naciente Estado revolucionario, restablecer las finanzas públicas y definir los mecanismos de relación con los empresarios. Para alcanzar tales propósitos el gobierno organizó el catastro y trazó una política fiscal por medio de impuestos, concesiones y la operación de las aduanas. En el tercer apartado, Gobierno y empresarios. El camino hacia la formación de los empresarios mexicanos, aparecen las acciones gubernamentales encaminadas al fomentó de condiciones propicias para la acumulación privada y la participación directa del gobierno en la economía por medio de la conformación de empresas estatales; medidas de protección y aliento económico para empresarios, reducción de impuestos de importación y negociación con el gobierno federal para reducir los impuestos federales al capital, primeras manifestaciones en favor de la zona libre, realización de obra pública y relación entre cargos públicos y formación de negocios. El cuarto apartado, Temprana presencia de empresarios mexicanos en Baja California y gestación de sus primeras empresas, muestra las principales características de las empresas que fueron registradas en los archivos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio y el Archivo General de Notarías de Mexicali durante el primer tercio del siglo

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    .

    Al dar inicio el siglo

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    , Ensenada era el único municipio del Distrito Norte de la Baja California. Como tal, su extensión territorial comprendía la amplia geografía del distrito. El pueblo de Ensenada era la cabecera política de la que dependían siete secciones municipales: Tijuana, Mexicali, El Álamo, Santo Tomás, El Rosario, Calmalli y la sección de Ensenada. Además de las secciones municipales estaban Tecate, Los Algodones, Real del Castillo, San Telmo y San Quintín, que tenían categoría política de comisarías. (Walther, 1986). En general estos últimos eran pequeños núcleos de población que apenas alcanzaban los 200 habitantes. (Walther, 1993).

    Gracias a un registro que en 1905 realizó la Dirección de Contribuciones Directas (correspondiente a la demarcación norte de la Baja California), para proporcionar información a la Asociación Financiera Internacional,[6] conocemos las industrias,[7] los establecimientos comerciales[8] y los ranchos[9] que operaban en el Distrito Norte de la Baja California durante esa época.

    La actividad económica estaba concentrada en Ensenada. De acuerdo con este informe, el Distrito Norte contaba con 29 industrias que operaban en esa sección municipal. En su gran mayoría eran pequeños talleres que satifacían las necesidades básicas de sus habitantes, tales como: trabajos de sastrería, herrería, hojala­tería, talabartería, curtiduría, carrocería, panadería, relojería, dulcería, imprenta y papelería. Entre estas 29 industrias quedaron registrados cinco establecimientos considerados como fábricas: un molino de trigo que operaba la Compañía de Desarrollo de la Baja California; una fábrica de hielo, que formaba parte de la Compañía Mexicana de Terrenos y Colonización; una fábrica de pastas alimenticias, que operaba Ernesto Gardois; una fábrica de conservas de mariscos, ubicada en San Quintín, que era propiedad de la Pacific Fishing Company y una productora de vino tinto que operaba Andonaegui y Ormat, en Santo Tomás.

    Todos los establecimientos industriales que el informe registró contaban con escasos recursos. Tenían dificultades para contar con maquinaria y materia prima para operar, así como un capital limitado. De las 29 industrias registradas, 20 contaba con un capital promedio que osciló entre los 100 y 500 pesos. Cinco de ellas declararon que la empresa no contaba con capital.[10] Hilarie Heath[11] ha señalado que todas las manufacturas que se habían establecido hacia 1890 en Ensenada eran de capital estadounidense, que a pesar de ello, no había ni un solo caso de gran inversión de capital en el sector productivo, como ocurría en otros lugares de México y en otras poblaciones fronterizas del norte mexicano. (Heath, 2006). Según los datos que aportó el informe de la Direcciones de Contribuciones Directas, se puede afirmar que para 1905 la situación se mantenía en la misma condición que apuntó Heath para el periodo inmediato anterior. Poco tiempo después, la economía del Distrito Norte despuntó en Mexicali como resultado de la actividad ganadera y agrícola que inició la Colorado River Land Company.

    La actividad comercial era un poco más dinámica que la pequeña industria. El informe referido registró a 78 comercios y el capital social con el que operaban. De los 78 comercios, 50 eran tiendas de abarrotes y tendejones. Con excepción de dos bancos, dos boticas, una tienda de ropa, una cantina y una zapatería, el resto de los negocios comerciales se relacionaba más con la agricultura. Eran expendios de pastura, pensiones de caballos, depósitos de semillas y expendios de frutas. El 71 por ciento de los negocios mercantiles (es decir 56 negocios), contaba con un capital social que variaba en promedio entre los 100 y 1 000 pesos. El capital social de 18 negocios osciló entre 1 000 y 5 000 pesos y el resto, cuatro negocios, reportaron poseer, cada uno, un capital de 9 000 pesos.[12]

    En el sector agrícola, el informe registró cerca de 200 ranchos en el Distrito Norte. Aproximadamente 150 de ellos se dedicaban a actividades ganaderas y el resto a la agricultura de temporal. Cultivaban principalmente trigo, aunque también sembraban frijol, maíz, algunas frutas y producían forrajes para el ganado.[13]

    El panorama general de la economía del Distrito Norte de la Baja California, para 1905, era el de una economía lenta: escasa inversión de capital, actividades de bajo riesgo, tales como adquisición de terrenos, realización de cultivos, compra de ganado e instalación de pequeñas tiendas comerciales. En su gran mayoría, quienes desarrollaban estas actividades económicas eran estadounidenses. Era una economía más orientada a la ganadería y a la agricultura. El predominio de tiendas de abarrotes y tendejones en el sector comercial, se relacionaba con la condición de frontera de la región que permitía obtener ganancias rápidas por medio de la especulación en los precios de mercancías de importación. Entre los hombres de negocios que aparecieron en el informe destacaron Federico Goldbaum, Andonaegui & Ormart, Eulogio Romero, Manuel Labastida, Jorge Ibs, Marry E. Bennet, Guin Hing y Francisco León, porque tenían negocios industriales y comerciales y en ocasiones también eran propietarios de algún rancho.

    Para 1905 Tijuana y Mexicali, lugares fronterizos contiguos a los condados de San Diego y del Valle Imperial, California, no existían como ciudades, ni siquiera como pueblos, de hecho en la documentación de la época, eran consideradas como aldeas o vecindades.[14] Transcurrió poco tiempo, para que ambas aldeas presentaran fuertes cambios. El temprano despegue de Mexicali durante la década del diez estuvo relacionado con tres eventos ligados a la economía del estado de California: el primero fue el inicio de la actividad agrícola del Valle Imperial, California, el segundo fueron las proscripciones en el consumo de licor, carreras de caballos, funcionamiento de cantinas y prostíbulos en California y el tercero, el inicio de la primera guerra mundial. Entre 1902 y 1905 la empresa estadounidense Colorado River Land Company adquirió cerca de 340 000 hectáreas en el valle de Mexicali. Propiedad que inicialmente se destinó para uso ganadero y más tarde para uso agrícola. Con el inicio de la primera guerra mundial que demandó materias primas de todo tipo, el cultivo del algodón creció en Mexicali, por medio de la actividad de la Colorado River Land Company. Con la fibra del algodón Mexicali se enlazó a la economía mundial y despuntó por su producción algodonera. Producción que nació y estuvo vinculada a la agricultura de California. Por su parte, las restricciones moralistas, que entraron en vigor desde 1909 en California, provocaron que los empresarios relacionados con el vicio y el placer se trasladaran a Baja California.

    Las pequeñas aldeas mexicanas del Distrito Norte de la Baja California presentaron rápidos cambios. En el lapso de cinco años, entre 1904 y 1909, Tijuana y Mexicali se transformaron sustancialmente. Para 1904, Mexicali tenía alrededor de 177 habitantes, en su mayoría trabajadores de los campos agrícolas y de las obras de construcción de canales en el Valle Imperial, California. (Gómez, 2000; Walther, 1991). Como lo mencionamos, la actividad ganadera en gran escala y la agricultura en el valle de Mexicali la inició la Colorado River Land Company.

    La situación de Tijuana no era muy diferente de la de Mexicali: para 1905 tenía alrededor de 300 habitantes.[15] De acuerdo con el informe de 1905 de la Dirección de Contribuciones Directas, ya citado, Tijuana contaba sólo con tres tiendas de abarrotes mixtas cuyos propietarios eran Jorge Ibs, Alejandro Savín y Juan V. Apablaza. También había tres pensiones de caballos y dos tendejones, y en los alrededores del pequeño núcleo de población había cerca de 36 ranchos dedicados a la ganadería.[16]

    En Mexicali, la actividad ganadera y el inicio de pequeños cultivos de exploración agrícola que desarrolló la Colorado River Land Company en el delta mexicano del Río Colorado, comenzaron a partir de la primera década del siglo

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    ara 1910, con el traslado e instalación de negocios de placer emprendidos por estadounidenses, Mexicali adquirió las características propias de una zona de disipación. Tijuana, al año siguiente, presentó un panorama muy similar. La construcción de una línea del Ferrocarril Sud Pacífico, financiada por John D. Spreckles, cruzó la frontera y llegó a Tijuana en abril de 1910, (Walther, 1986), lo que aceleró el movimiento comercial y el traslado de estadounidenses interesados en explotar los negocios prohibidos en California. Para 1911, Tijuana era muy diferente. Unos 733 tijuanenses se habían asentado en cerca de 100 casas ubicadas en la calle Olvera (hoy avenida Revolución), en donde se establecieron cantinas, licores y centros nocturnos.

    A partir de 1909 empresarios residentes de California comenzaron a solicitar permisos a la Secretaría de Relaciones Exteriores, para adquirir bienes inmuebles en Mexicali. Se relacionaron

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