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Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino: Aventuras y riesgo, #2
Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino: Aventuras y riesgo, #2
Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino: Aventuras y riesgo, #2
Libro electrónico210 páginas3 horas

Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino: Aventuras y riesgo, #2

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Información de este libro electrónico

La obra es una novela que narra la vida de un muchacho que le suceden pequeñas aventuras, Después de culminar la guerra contra Batista. La misma comienza en enero del año 1959 y los años sucesivos. Estas aventuras que son cuatro, le sucedieron en distintos lugares en la costa norte de las provincias orientales.

Las situaciones, aventuras y momentos de la excitante vida de Ezequiel Mora serán narradas en 11 entregas, si 11 libros que te harán partícipe de la vida de este nuestro héroe, un ícono de la cultura Antillana y quien te hará vibrar de tanta emoción, ¡DISFRÚTALO!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ene 2023
ISBN9798215079812
Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino: Aventuras y riesgo, #2
Autor

Xyan Xoce

Ezequiel Mora, un avispado y suertudo chico nacido en un pueblo de la costa norte del oriente de la isla de Cuba. Es solo el comienzo de una larga y agitada vida que llena de aventuras y riesgos que le llevan a convertirse en un reconocido personaje en las Antillas. Su autor, bajo el seudónimo de Xyan Xoce, entremezcla los sucesos acaecidos en su propia vida con hechos ficticios para regalarnos una bella y rica amalgama de costumbrismo y cubanía, además de brindar un paseo histórico y real por las diferentes e interesantes facetas políticas y sociales, que lo han hecho destacar en muchísimos aspectos y esto te hará vibrar de emoción.

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    Ezequiel Mora y sus andanzas, continua el camino - Xyan Xoce

    Ezequiel  Mora

    y sus

    Andanzas

    Xyan Xoce

    Breve descripción de la obra

    ––––––––

    La obra es una novela que narra la vida de un muchacho que le suceden pequeñas aventuras, Después de culminar la guerra contra Batista. La misma comienza en enero del año 1959 y los años sucesivos. Estas aventuras que son cuatro, le sucedieron en distintos lugares en la costa norte de las provincias orientales.

    Las situaciones, aventuras y momentos de la excitante vida de Ezequiel Mora serán narradas en 11 entregas, si 11 libros que te harán partícipe de la vida de este nuestro héroe, un ícono de la cultura Antillana y quien te hará vibrar de tanta emoción, ¡DISFRÚTALO!

    Tabla de contenido

    Breve descripción de la obra

    Una Novia En Gibara

    Deudas que se pagan

    Le llaman el Brigadista

    Una Novia En Gibara

    ––––––––

    En el barrio la Chomba de la ciudad de Holguín. Lo que fue el bar y prostíbulo ¨La Cotorra¨. En el mes de Enero del año 1959. Se encuentra Ezequiel Mora trabajando en el interior del Edificio. Recogen todo el reguero que hay y acomodan lo que hay dentro del local. Acompañado de Silvio Rodríguez, el antiguo jefe de la clandestinidad. Esta tarea, la están realizando para transformar el prostíbulo, en un Círculo Social. Al grupo de ellos,  le habían asignado esta transformación. Después de terminada la guerra. Todo lo que recogieron lo acomodaron en el salón principal del Edificio, frente al largo mostrador que hay en el local. Después de terminar. Se encontraban esperando al personal, que  llevaría lo recogido para un almacén. Para después traer todos los materiales, que  utilizaría para echar a funcionar el Circulo Social. Silvio e Ezequiel se encontraban sentados en dos sillas, alrededor de una mesa de madera. Silvio se entretenía leyendo un libro, Ezequiel sentado en la mesa, al lado contrario del compañero. Jugando con unos dados en un cubilete de cuero.  El hecha los dados, los movía, luego los tiraba sobre la mesa. Mirando como caían, esto lo hacía repetidas veces. Silvio Rodríguez, que así era como se llama el compañero  de Ezequiel, tiene 35 años, de color blanco de estatura mediana, con una entrada al centro de la cabeza, con pelo canoso, tiene el cuerpo con algunas libras pasadas. Ezequiel, un muchacho que dice tener, trece años de edad, blanco, de cuerpo delgado, alto y de pelo castaño, parecía tener más edad al mirarlo. Se oyó el frenar de un auto, en el frente del edificio. Ezequiel levanta la cabeza mirando para la puerta. Por ella entran dos hombres, vestidos de civil, piden permiso para entrar. Silvio dejo de leer al libro, levantando la cabeza, mirando a los señores, mientras se acercan a la mesa, mirando todo el interior, preguntando uno de ellos.

    –¿Ud es Silvio?  –Sí señor. -le da la mano, con una sonrisa, mirándolo sin mucho asombro-, ¡mucho gusto!

    –Soy el teniente Ernesto Peres. Le presento al teniente Pedro Triana.

    –Me da gusto conocerlo -dándose las manos, el hombre le respondió al maestro sonriéndole-, el gusto es mío, por poder conocerlo, ya tenemos buena referencia de ud, por el trabajo, con un grupo en la clandestinidad  -el teniente Ernesto, dijo muy serio-.

    –Traigo una misión qué es una bomba, por lo complicado, hemos venidos por referencia -Ezequiel para hacerse el gracioso, se agacha, desaparece debajo de la mesa exclamando-.  –¡Cuidado Amigos, que no explote! ¡Porque si explota esa bomba, nos vamos  a la mierda!

    Silvio que estaba serio se ríe a carcajada al ver la acción. El muchacho riéndose y sentándose de nuevo en la silla, miran a los dos hombres, con una sonrisa picaresca.

    –¡Al fin maestro! ¡Ud se ríe! Llevamos aquí dos días y no se ha reído en esos días.

    Silvio lo mira con una mueca en los labios, semejante a una sonrisa, esta serio.

    –¡Muy gracioso! -señalándolo con el dedo índice de la mano derecha, moviéndola, como el ambiente está muy tranquilo, jocosamente, Ernesto le dice a Pedro, con una sonrisa.

    –Ve por dos sillas, para sentarnos, al lado de estos dos compañeros que están alegres.

    El hombre fue para donde había una montaña de sillas. Saca dos, caminando con ellas hacia la mesa. Pedro se sienta al lado derecho de Ezequiel, pone debajo de las manos un file, Ernesto se sienta al lado izquierdo, comentando a Silvio, del porque de la visita.

    –¿Dígame cuál es la misión? -Silvio le pregunta, mira con curiosidad al oficial-.

    Ernesto Peres,  empieza a explicar la misión. Ellos se mantenían oyendo lo expresado por el hombre, en medio  de la explicación, Silvio interrumpe, por la necesidad de los hombres.

    –Este es el muchacho que uds necesitan, conózcanlo, ¡he ahí!   ¡Ezequiel Mora!   –¡Mucho gusto, Ezequiel Mora! -el muchacho acercándole la mano por sobre la mesa a los dos hombres, le da la mano a cada uno,  se queda mirando, con curiosidad por lo dicho-.

    –¿Este es Ezequiel Mora? -pregunto con un poco de asombro-,  nos da mucho gusto conocerlo -Ezequiel mirando ambos hombres, con la cabeza mira la mesa, muy serio-.

    –¿Cuál es la misión, esa que uds traen y necesitan que nosotros resolvamos? Digo yo.

    Pedro le alcanza el file, que tiene debajo de las manos. El muchacho acomoda el file frente del. Abriéndolo, ahí hay una foto de un hombre, con asombro mira la foto, levantándola.

    –¡Coño este es  Suárez! No está muy parecido, como lo conocí, pero se reconoce, este es el.  –Ese mismo es, por eso traemos esa foto, no tenemos una más actual, pero tenemos que encontrarlo.

    –¿Qué quieren con ese señor? Si ha venido a mí para buscarlo, le garantizo que no se nada. –No sabemos dónde está. Tenemos indicios que anda por Gibara, escondido.

    Ezequiel separa las demás fotos, poniéndola en orden, una al lado de las otras. Eran cuatro fotos. Mira la segunda, la levanta de la mesa, entregándosela al teniente Peres.

    –¡A este también lo conozco, es el cabo Quiñones! Lo conocí en la taberna del  primo   -Ernesto toma en las manos las dos fotos. Indicándole.  –¿Los otros dos, los conoce?

    –Noo, no los conozco, tal vez... Los he visto. Pero no me acuerdo ahora.  –¡Hace falta que te aprendas bien, las caras de esos dos!  ¡Por si los ve por ahí!  Los cuatros son peligrosos. Trabajaban juntos en el regimiento, los hemos buscado, por todo Holguín, pero no hay señales de ellos.  ¡Estamos aquí, para que uds nos ayuden a localizarlos! Según las referencias el grupo de uds son de envidiar, localizan todo, lo que buscan -el muchacho mira a Ernesto, se acomoda en el asiento, mueve la cabeza, como con duda-.

    –¿Cómo vamos a dar con el lugar, dónde están esos señores? Si en diciembre yo perdí el contacto. –Tenemos información que el sargento paso el fin de año en Gibara. ¿Pero no sabemos el lugar exacto? Creemos que los demás están con él, por ser del mismo grupo, de trabajo.

    Silvio coge las fotos en las manos mirándolas, por curiosidad, No dice nada, devolviéndola, acomodándolas sobre la mesa. Ernesto con la foto del sargento en la mano.

    –¿Si tú logras acercarte a él, o saber dónde está? Entonces nosotros operamos y lo capturamos con el grupo ¡Sin arriesgarte mucho! lo que tienes que hacer es ganarte la confianza.

    –¿Uds en que se apoyan, para que ese señor me crea? –Nosotros sabemos que cuando te conocieron, para ellos tú eres el ahijado de un oficial de la policía y te cuidaban muy bien -Pedro le da un papel, Ezequiel se pone a leerlo, muy despacio, el mira cada  palabra-, ¿léelo? Ahí veras por qué el creerá, todo eso está escrito en los archivos de la policía  -vuelve a mirar otro papel, que el hombre le entrega, lo lee al terminar, mirando a los dos hombres-. –Se entiende ahora porque uds han venido aquí por nosotros, para esta misión. 

    –Así mismo, Ezequiel Mora.  Por orientación de nuestro comandante, el te manda saludos. Está esperando que esta misión se cumpla según se planeó por el y los compañeros. Aquí se terminara de cocinar el plan. Con la ayuda de uds, el nos aclaro muy bien que oyéramos y fuéramos oídos abiertos, en los planteamientos del muchacho, El comandante espera que se realice principalmente con la ayuda de Ezequiel, nuestro jefe tiene mucha esperanza que al realizar esta misión con la ayuda del compañero, salga como todas las misiones anteriores, que al final termina muy provechosa para todos nosotros, y también para la revolución. –¿Estos señores estarán todavía en Gibara? –Puede ser que ya no estén, que se hayan ido. Pero nosotros pensamos, qué no han tenido tiempo de irse,  por como sucedieron las cosas.  -Silvio aclara-. –¿No estarán en otro pueblo? Cuando termino el año, estábamos todavía en guerra.

    –En otro pueblo no están. Por los informes que tenemos  y algunos comentarios que hemos recogidos, los mismos no estaban en el regimiento la noche de fin de año -Silvio comenta, con el rostro contrariado, mira a los dos hombres y al muchacho-. –No vinieron porque seguro que se enteraron que Batista se había ido, montaron en una lancha. Cogen camino para el norte, huyendo de aquí ¿uds creen que esos señores, todavía estén en Gibara?

    –En Gibara, hasta ayer no falta ninguna embarcación. Con característica de que pueda llegar a Bahamas o EE UU -Silvio siguió comentando, con la idea de que esos señores abandonaron Gibara-. –¿Por la playa herradura o por Puerto Padre, a lo mejor se fueron?

    –¡Puede ser!... Pero como termino el fin de año el pueblo de Gibara, muy difícil -Pedro dirigiéndose al muchacho, explicándole lo que necesitan para localizarlo, le dice-, lo que tienes que hacer, es caminar por el pueblo de Gibara y sus alrededores, por el día. En la tarde te regresas, informando a Silvio de las incidencias. Al otro día vuelves hacer lo mismo, esto se hace por cinco días. Si en esos días no hay contactos con ellos, deja por terminada la misión., por que si no han aparecidos en ese tiempo, están bien enterrados   -Ezequiel, mira a Ernesto, con el rostro todavía, sin comprender mucho, lo hablado-. –¿Si los encuentro o averiguo donde están, se acaba la misión? ¡No tengo que continuar!  –Se acaba, la misión y vuelves a vivir sin preocupación, ¿leíste bien  ese papel? –¡Si, señor!...

    –¿Entonces sabrás que hacer?  Nosotros esperamos, que cuando él se entere. Que tú lo está buscando. El contactara contigo, por ahora para él. Tú eres la solución que el necesita para salir de donde este escondido.  Donde él está ahora, debe de estar preocupado por la situación que está pasando. Estamos esperando que la curiosidad lo ciegue y cometa un error. Cualquier error que cometa, nos dará indicios de que esta en Gibara -Ezequiel preocupado, vuelve a la carga de pregunta, el sigue preocupado por el final-. –¿Si no se tragan esa mentira? De seguro que no termino la misión. Me mandan hecho pedacitos   -Pedro mira al muchacho, con el rostro lleno de ira, pone las manos sobre la mesa,  mirándolo serio-. –¡No lo puedo creer, con la hoja de servicio que tienes! ¿No me vayas a decir, qué, estás pencao? -Ezequiel lo mira muy serio, se levanta del asiento dando unos paseítos, se detiene lo mira-. –Cómo no voy a estarlo. Si el pellejo mío, es el que estará allá. Uds estarán aquí, a más de treinta kilómetros de donde voy a estar y no van a ver lo que me harán.

    –¿Ezequiel Mora contéstame, la pregunta, los señores pueden contar con la ayuda?    -Mira a Silvio, con cara de rabia, vuelve a caminar por el salón, como perro enjaulado-.   –¡Maestro, ya la guerra termino!  ¿Por qué tengo yo que seguir en esto?

    Los dos hombres escuchaban en silencio, lo que decía el muchacho. Tiene lágrimas en los ojos, la voz un poco entrecortada, casi llegando al sollozo, está la garganta seca. Los dos hombres se levantan de los asientos, recogen el file despidiéndose de ellos, se dirigen caminando despacio hacia la puerta, en silencio, cuando están llegando a la salida. Se oye que llama al teniente, un poco ronca pero con determinación, es la voz de Ezequiel.

    –¡Teniente Peres! Está bien, voy ayudar en la misión  -los dos hombres se detienen-, ¿por favor, que esta sea la última vez que me pongan en esa situación? ¿Si es que  hay otra oportunidad?  -Ernesto se acerca a la mesa. Apoyo sus dos manos en el  borde. Acerca la cara a la del muchacho-. –¿Nosotros, hemos venido a verlo a ud, por orientación del comandante? Que nos aclaró, que esto se realizara con la aceptación tuya, para que trabajaras en esta misión.

    –¿Pero si tienes miedo? Se acabó. No hay misión para ti -le dice Triana muy serio-,  buscaremos a otro, para que la realice. Nosotros sabemos que esta misión es muy peligrosa,  nuestro comandante sugirió, que fueran uds los que la realizaran, él tiene mucha confianza en el equipo. Esta misión está bien planificada y los riesgos son pocos, todo está bien estudiado. –¿Ud está de acuerdo?  -Ernesto  dice esto con una leve sonrisa en los labios Ezequiel se levanta del asiento. Se para recto muy serio, mira al maestro, después a los dos hombres-. –Yo puedo hacer todo eso, pero necesito algunas cosas, para poder moverme en el pueblo.

    –¿Dígalas?  Somos todo oído a las sugerencias. –Dinero, protección, enlace en Gibara, libertad de movimiento -Ezequiel se queda pensando unos minutos  en silencio, mirándolos-. –¿Nada más que eso?  Creíamos que pedirías más cosas, para cumplir la misión, toma un poco de dinero, para que resuelvas tus necesidades en Gibara, no te preocupes si lo tienes que gastar todo, hay más, mucho más dinero, pero lo que hace falta es encontrarlos.

    Se pone a contarlo, mira a los hombres y al dinero, con una sonrisita de picardía. Pedro le toma la mano, no dejando contar el dinero, sonríe y mueve la cabeza.

    –No lo cuentes. Todo ese dinero es para que cumplas la misión. Hay mucho dinero, no importa lo que gastes. Úsalo en lo que haga falta, incluso si contactas con ellos y te pidieran más dinero. Le das lo que les haga falta. Si a ellos les hiciera falta más dinero, tú le dices que hay más, lo que necesiten. ¿Pero tienes que ganarte la confianza de ello?  Hay que esmerarse mucho en esta misión. ¿Por lo que te preocupa a ti? ¡No tengas miedo!  Nosotros siempre estaremos muy cerca, de ti para cuidarte, muchos hombres estarán a la señal preparados para cualquier circunstancia, esmérate en este trabajo. Que al final habrá buenos resultados. Tu contacto, será Silvio. El siempre estará aquí esperando. Te dará más dinero si te hiciera falta. Te informamos que nadie debe saber de esta misión, solo lo sabemos nosotros cuatro, por seguridad para ti, es mejor no comentarlo con nadie, ni tus padres, pueden saberlo. –¿A nadie?... ¿Se entiende lo que te decimos? -muy serio Ernesto le recalco-. –Correcto... -el guardando en un bolsillo del pantalón, el dinero, mirándolos se limpia los ojos con un pañuelo. –Ni tus padres deben saber en lo que andas, ¿correcto? -el preocupado pregunta-. –¿Si me detienen en Gibara la policía? Por cualquier cosa, ¿qué tengo que hacer para no joderlo?...

    –Cabe la aclaración. Pero si esto pasara. Solo te autorizo a que contacte con el jefe de la estación de policía. Sin decir nada, que perjudique esta misión.  Solamente le tienes que decir que contacte conmigo. Me localicé a cualquier hora ¿lo entiendes? En estas misiones, nosotros no confiamos en nadie ¿Tú debes de estar preparado para todo lo que pase?  En esta tarea.  A partir de ahora estas solo.  Para que no se te olvide. Te llamaras Ernesto Peres -Ezequiel mirándolo sonriente, creo que ese no es  el nombre, por el que me conocen-.

    –¡Ese no es el nombre suyo! –Por eso te llamaras así, ¿necesitas otro nombre?    –¡Comprendo!... -le da un abrazo a cada uno de ellos, mirándolos un poco serio, otro con una picaresca sonrisa-, me desean suerte, -cuando abrazo al maestro, le susurró al oído, muy bajito-, dígale a mama que fui para Gibara. Que ud es el maestro, ella comprenderá     -camina dentro del edificio sin mirar atrás.  Atravesando la puerta se detiene en el caminar, mira hacia atrás-. –¿Se te olvida algo?...  -le dice Ernesto, con una sonrisa, mirándolo preocupado, el muchacho retorna, se para frente a Ernesto, parándose en atención, como si fuera un militar.

    –¿De lo demás que le pedí?  ¿Me vas a cumplir sin objeción ninguna? ¡Eso espero!

    –¿Quee?...  No te preocupes... Nosotros estamos al tanto de ti. –Pero todo eso. Ya está solucionado, cumpla la misión. Que esperamos buenos resultados -le dio unas palmaditas en la mejilla, chasqueando la lengua con el cielo de la boca dos veces -esto se lo dijo Pedro con una sonrisa-.

    Está ves Ezequiel sale caminando sin mirar atrás,  se sonríe mientras camina, sale del edificio.  Atraviesa la carretera, se detiene a esperar que pase algún auto de alquiler hacia Gibara. No había terminado de detenerse, cuando ve un auto venir, levanta la mano. El auto se detuvo.  Dice el chofer.

    –Vamos para Gibara. 

    Abre la puerta delantera, se monta cerrándola, recostándose a ella. Frente al edificio están los dos tenientes con Silvio, al lado de un jeep. Esperando a que se montara en el

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