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Ezequiel Mora la aventura en el mar: Aventuras y riesgo, #3
Ezequiel Mora la aventura en el mar: Aventuras y riesgo, #3
Ezequiel Mora la aventura en el mar: Aventuras y riesgo, #3
Libro electrónico224 páginas3 horas

Ezequiel Mora la aventura en el mar: Aventuras y riesgo, #3

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     Esta novela es la continuación de aventuras de Ezequiel Mora, que se desarrollan en la marina. Ezequiel Mora la aventura en el mar, es la sección tercera, primera parte de las situaciones que le suceden a este personaje, que continúan en estas nuevas andanzas, situaciones casuísticas y aventureras de la vida, y continuando con la saga de EZEQUIEL MORA Y SUS ANDANZAS. Es una novela de entretenimiento.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 feb 2023
ISBN9798215032770
Ezequiel Mora la aventura en el mar: Aventuras y riesgo, #3
Autor

Xyan Xoce

Ezequiel Mora, un avispado y suertudo chico nacido en un pueblo de la costa norte del oriente de la isla de Cuba. Es solo el comienzo de una larga y agitada vida que llena de aventuras y riesgos que le llevan a convertirse en un reconocido personaje en las Antillas. Su autor, bajo el seudónimo de Xyan Xoce, entremezcla los sucesos acaecidos en su propia vida con hechos ficticios para regalarnos una bella y rica amalgama de costumbrismo y cubanía, además de brindar un paseo histórico y real por las diferentes e interesantes facetas políticas y sociales, que lo han hecho destacar en muchísimos aspectos y esto te hará vibrar de emoción.

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    Ezequiel Mora la aventura en el mar - Xyan Xoce

    Ezequiel  Mora

    La aventura en el Mar

    Xyan Xoce

    BREVE DESCRIPCION DE LA OBRA

    Esta novela es la continuación de aventuras de Ezequiel Mora, que se desarrollan en la marina. Ezequiel Mora la aventura en el mar, es la sección tercera, primera parte de las situaciones que le suceden a este personaje, que continúan en estas nuevas andanzas, situaciones casuísticas y aventureras de la vida, y continuando con la saga de   EZEQUIEL MORA Y SUS ANDANZAS . Es una novela de entretenimiento.

    TABLA DE CONTENIDOS

    TABLA DE CONTENIDOS

    La escuela militar

    QUÉ SUERTE COMPADRE

    Sorpresa en la noche

    La Novia de Niquero

    La escuela militar

    En abril del año 1964 , fue llamado a Servicio Militar Ezequiel Mora. Destacándolo en la Marina de Guerra, en una de las Bases del Distrito Naval Oriental, cerca del poblado de Banes en la Provincia de Oriente. Cuando empezó el Servicio Militar  en la base, lo primero que realizo fue pasar una escuela, donde le enseñaran a ser marinero. La Escuela tiene una duración aproximada de tres meses, después de terminar la Escuela, se desempeñara, como marinero. Trabajando en los Barcos o en unidades dentro de las bases, en dotaciones terrestres, o donde lo asignen.  Llega a la base, con un grupo de jóvenes.

    La Escuela empieza a funcionar, formada en compañías, pelotones y escuadras. Lleva varias semanas en la Escuela como recluta. Lo nombran guía del pelotón, que al mismo tiempo era el segundo al mando. Transcurren otras semanas más en la escuela, se enfermó el jefe de pelotón, nombrándolo, al frente del grupo. Ese pelotón era uno de los que aportaban, más personal a los plantones de castigo, que se cumplen después de las 22.00 horas. Un plantón de castigo consistía en mantenerse de pie y en atención, frente a la barraca del Estado Mayor de la Escuela, después de esa hora y hasta las 24.00 horas, sin moverse ni hablar. El pelotón tres de la compañía tres es donde esta Ezequiel, hasta el día que lo pusieron frente al pelotón, nunca había sido castigado, algunos de sus compañeros, ya llevaban repitencia de plantones que tenían record de más de 10 plantones. También los demás pelotones de la compañía tres aportaban personal, al grupo de castigo, ya la compañía estaba ganando fama, de ser la más indisciplinada en la escuela.

    En las reuniones que celebraban diarias, en el consejo directivo del puesto de mando de la Escuela, el alférez jefe de la Escuela, manifestaba preocupación por las indisciplinas de la compañía tres, culpando a los jefes de pelotones principalmente al  jefe de compañía. Esto se planteaba en todas Las reuniones, la compañía tres no bajaba el índice de indisciplinas con los castigados. No tomaban ejemplos de las otras compañías, aumentando el grupo de los plantones, con los elementos de la tres, el alférez Eduardo, muy preocupado comentaba. Tomar acción, en mejorar la disciplina, en esa compañía tres. Ezequiel Mora frente al pelotón, esperando que regresara el sargento castellano, para entregarle el pelotón.

    Lleva tres días frente al grupo, representándolo en todas las formaciones. En esos tres días, el índice de castigado, ya había bajado a cero. Uno de los sargentos, que se había dado cuenta de ese bajón tan rápido, no comento nada, solo se dio a la tarea, de buscar la manera de que el pelotón, subiera el índice de castigado.

    En la noche del tercer día, después de las 22.00 horas, cuando tocaron la campana, anuncia silencio. Dentro de la barraca, del pelotón tres de la compañía tres, había una batalla, entre los muchachos tirándose piedrecitas. Como el piso de las barracas era de gravillas finas y de lonas, ellos en las noches se entretenían, tirándose entre  ellos. Como eran jóvenes, ese era una forma de jugar, unos se reían bajitos, otros protestan, maldicen a los que tiran piedras. Ezequiel permitía ese tipo de juego a los muchachos, después de la hora de silencio, mientras le mantuvieran, la disciplina en la totalidad, sin ir a los plantones, ese era unos de los motivos, del porque había bajado el índice de castigados.

    Esa noche y por debajo de la lona, al final de la barraca, entra sin hacer ruido y en silencio el sargento, que al sacar la cabeza, por sobre las literas, una de esas piedrecitas, choco contra uno de sus ojos, el sargento, dio un grito de dolor, al mismo tiempo otra, le dio en la cabeza. Sale del lugar gritando, tapándose con la mano el ojo dañado, dando órdenes, de levantarse para que salieran de la barraca y fueran para el polígono, formando  frente a la compañía. Ezequiel que se encontraba dormido sin saber lo que pasaba, se levantó y al llegar al lado del sargento para preguntarle lo que sucedió, el sargento en mala forma, lo manda también para la formación, se dirigió para el polígono, poniéndose al final del pelotón.

    Todos salieron en calzoncillo, con las botas puestas, formando en silencio. Dando las ordenes el sargento, fue llevando al pelotón, hasta frente del Puesto de Mando de la Escuela, dejándolo formado y en atención, hasta el cuartelero estaba  castigado. El sargento entro en la barraca, hablando con el oficial de guardia, explicándole los motivos, del porque había traído al pelotón tres completo, después se dirigió, para donde dormía el sanitario de la escuela, para que le revisara el ojo, cuando le pusieron un parche en el ojo dañado, se paró frente al oficial de guardia con voz burlona, y con una sonrisa de malicia por lo que ha logrado, le habla al hombre.

    –Ahí le tengo castigado, al pelotón, de la compañía tres.  Ese... Es el pelotón... Que hace tres días... No aporta a nadie al plantón.  –¡Al pelotón tres sargento! ¿Que hicieron?

    –Al mismo... Con cuartelero incluido. No deje a nadie...  –¿Explíquese sargento?

    –Ellos son los culpables, de que el sanitario, me pusiera este parche en el ojo, no sabes que al entrar en la barraca. ¡Las niñas!... -habla hace muecas y en forma de burlona-, ¡se estaban tirando piedrecitas!... ¡Una de ellas, me dio en el ojo!  Otra... En la cabeza, eso es indisciplina, por que la hora de silencio es para dormir, no para jugar después de la hora de toque de silencio, pero ellos no saben el castigo que le tengo preparado., cuando se enteren ya verán, te lo digo bajito, los voy a llevar al muelle, ya veras.

    –¿Qué vas hacer, en el muelle con ellos? –Los voy a llevar, para que se den un baño en el mar, para ver si se le quitan esa forma de jugar, después de silencio, ellos lo saben.

    El oficial no le contesto, siguió en la rutina, escribe en el libro de incidencias. El sargento sale de la barraca, los mira a todos de izquierda a derecha, con una sonrisa burlona en sus labios, se acomodó el parche. Algunos de los castigados al ver salir al sargento con el parche, se rieron en silencio, el parche le molestaba al sargento.

    –¡Dereeechaaaa!... ¡De freeenté, mar!... -grita el sargento, con voz autoritaria-.

    El pelotón se pune en movimiento a la voz de mando, por la calle, marchando en dirección al muelle principal de la base. Salen a la calle que da entra al polígono, donde esta el batallón que era la escuela, doblaron a la derecha en la próxima esquina, marchan por esa calle, hasta llegar a la otra esquina, doblando a la izquierda, todos estos movimientos, se realizan por la orden de mando del sargento, siguieron marchando, por la calle principal hacia el muelle, todos marchan en silencio sin saber los que le espera.

    En el muelle principal, estaban atracado los distintos  barcos de la flota de la base, frente a uno de ellos, se encontraban despidiéndose, dos alférez. Uno de ellos es Eduardo, el otro alférez al oír los gritos, que en el silencio de la noche, se escuchan. A la orden de mando del sargento, le comento, en forma burlona, al otro alférez, preocupado.

    –Eso que se escucha por allá... No es uno de los pelotones de la escuela que lo tienen marchando a esta hora. –Al parecer... Hay alguien, que no ha respetado mis órdenes...

    –¿No vas hacer nada?  Te digo, para que te respeten esos sargentos que reclutaste, debes de darte a respetar y si no quieres cumplir tus órdenes, mándalo para donde vinieron. –¡Seguro, Hermano!  Ya verás...  Para donde lo voy a mandar, si es lo que  imagino.

    Alegándose del lugar, dirigiéndose a la calle, por dónde venían marchando el grupo,  mirando el reloj eran las 23.35 horas. Movió la cabeza, apresurando el paso, al caminar acercándose al pelotón, que venían marchando y los muchachos los traían en calzoncillo y sin camisas, con un sargento gritándoles las cadencias y las órdenes de mando. Al alcanzar al pelotón se para, a contemplar aquello, pasa por el lado el sargento con el grupo, lo saluda continúan la marcha. Con voz autoritaria, como jefe de esos reclutas, ordeno.

    –Sargento... Detenga al pelotón... ¡Ahora!  -se oye, la orden del Sargento-.

    –Pelotón... ¡Alto!... -se detiene el grupo de muchachos a la voz de mando, dejándolo en atención, el clase camino hacia donde se encontraba parado el alférez, al llegar saludo militarmente, dándole el parte, del porque estaba llevando al pelotón por ese lugar-.

    El militar lo mira con cara de disgusto, se pone a observar al grupo de reclutas.

    –¿Porque no lo pone en descanso? –Perdone  alférez, ellos están  castigados... 

    –¡Póngalos en descanso! Esos muchachos son reclutas, ud no ha cumplido mis órdenes.

    Pino, que era el apellido del sargento, se viro hacia el grupo. Ordenándole el descanso, Eduardo está de pie, frente al hombre, oía todo lo que le explica, con las manos cogidas detrás de la cintura. Hace un movimiento con sus manos, lo mira  muy serio, dejándolo en atención, está observando al grupo con mucha atención, mira al sargento.

    –¡Sígame!... 

    Caminaron los dos hacia el pelotón, que se encontraba en el medio de la calle, formado en descanso y en silencio. Eduardo camino por entre las filas del pelotón, el clase se quedó en atención, mientras camina por entre las filas, el alférez, observaba el rostro de los muchachos, uno por uno. Cuando llegar al lugar donde estaba parado Ezequiel, se detiene, mirándolo con curiosidad, ahí estuvo parado por un rato, lo miraba en silencio.  Se dijo. ¨Cómo se parece al muchacho, que él conoció en Holguín, en el año 58 ¨ Dio media vuelta, se paró frente a Pino que seguía  parado en atención, le hecha una ultima mirada.

    –¿Quién está al frente de este pelotón?  –El recluta 329, señor, el está al final del grupo.

    –¿No me vayas a decir, que este es el pelotón tres, de la compañía tres?  –¡Si compañero alférez, ese pelotón con el cuartelero incluido. -Eduardo se vira mirando al grupo-.

    –¡Recluta 329, salga de la formación! -Eduardo mira con asombro quien sale de la formación.

    Ezequiel sale de la formación marchando, se par frente al oficial en atención, esperando la orden. Eduardo lo observa,  la mente del va hacia Holguín en el año 1958, lo mira  con una sonrisita. Ahí esta de pie frente del aquel muchacho, que en el año 58, le había salvado la vida a Rafael y a él. Se sentía emocionado mientras lo observaba, al oír la voz del muchacho, salió de lo que estaba pensando, mirándolo con curiosidad, ahí está.

    –¡Se presenta ante ud, el recluta 329.  –Tome el mando del pelotón, vuelvan a para la barraca.

    –A sus ordenes... Alférez  -Se vira, hacia el pelotón, con una marcialidad de un buen jefe. 

    –A mi orden... Atenciooon... Media. Vueltaaa... De freeenté. A paso doble, mar...

    El pelotón salió de allí, marchando a paso doble hacia la barraca. El alférez mirando cómo se alejaba el grupo, se viro hacia Pino, el seguía en atención, ni se movía, comprendió que había metido la pata, hasta home, mira al oficial con temor, sabe las consecuencias. 

    –Póngase cómodo, mañana en la oficina, analizaremos esto, puede retirarse.

    Pino lo saluda como un militar, retirándose. Eduardo se quedó parado allí sin saber qué hacer. No lo pensó dos veces, camina hacia el muelle llega al lado del buque de Rafael, se para en el portalón del buque, hablándole al marinero de guardia, del barco.

    –Por favor, llámeme al alférez Rafael, dígale que lo espero en el muelle.

    El marinero llega al lado de Rafael, que se encuentra en el camarote, comunicándole.  –¡Alférez, con permiso! En el muelle se encuentra el alférez Eduardo, espera por ud.

    El oficial sale del camarote del barco,  con pasos rápidos, llegando donde esta Eduardo.

    –¿Qué pasa, para que retornaras ahora?... ¿Y esa cara, que trae, te veo mal hermano?... - le pregunta con asombro-. –Tú... No te imagina, quien está en la escuela como recluta -Rafael lo mira con curiosidad, como preguntándose, el porque le ha dicho eso Eduardo, que habrá pasado-. –Hermano... Si no me dices quien es, la verdad no sé.

    –¿Cómo se llama si es que te acuerdas, de aquel muchacho, que nos sacó de la casa de aquella mujer, en la noche y nos salvo, de caer en manos de la policía, en un barrio de Holguín en el año 58? –¿No me vayas a decir, que Mora se encuentra aquí?

    –¡Creo que sí!... El rostro del chico. Nunca se me ha olvidado, ahorita mismo, me parece que lo vi en ese pelotón, el que oímos que lo traían marchando, es el recluta que esta frente del pelotón, del que te conté, que hacía tres días, que no tenían reclutas castigados. El sargento Pino lo traía marchando, porque le dieron con una piedrecita en un ojo -Rafael se rio-.

    –¿Qué, que me  estás comentando?... Le dieron una pedrada, en un ojo a Pino. ¿Cómo fue eso?  –Mañana, lo averiguo bien. Pero ese castigo no se puede emplear, en esta escuela, los traía para tirarlo al mar, a esa hora, eso me dio roña, sabes, que se cree ese idiota...

    –¿Qué piensas hacer del muchacho? -lo mira sonriente-. –¿Cómo es que se llama, no me vayas a decir, que entro con otro nombre, no me has dicho todavía, el nombre?

    –Acuérdate que él tenía otro nombre.  –¡Sii!... ¡Lo sé!... ¿Pero acuérdate? Nos dijo el verdadero en aquella casa, cuando hablamos con la chica presente, ¿no te acuerdas?

    –Creo que es Ezequiel Mora -lo dijo medio confundido-.  –Ese mismo es... Así se llama, ahora te toca cumplir...La palabra que le diste... Si se volvían a ver en la vida, es el momento hermano, es tu momento... Descansa... Mañana salgo por dos días, nos vemos cuando vuelva, quiero estar el día que nos reunamos. Se abrazaron, se dieron unas palmaditas en la espalda, se miraron sonriéndose los dos, lo dices y no se cree. 

    –Gracias a ese muchacho, hoy podemos estar aquí, los dos vivos... ¿no lo crees?

    –¡Así mismo es!... Pero hay que ser agradecidos con el muchacho, nos vemos cuando vuelvas, no te reúnas con el sin que yo este presente, quiero abrasarlo otra ves.

    Eduardo se alejó de allí, caminando hacia la oficina, es donde duerme, desde que lo nombraron jefe de la Escuela, al acostarse, muy preocupado, no sabe el porque esta aquí.

    Tocan la diana, todas las compañías salen para el polígono a hacer ejercicios, después se asearon, en el pelotón del recluta 329, se reunieron muy brevemente, todos escuchaban, lo que el 329 le dice, al final le recordó que el alférez, le había retirado el castigo por ellos haberse mantenido, con un índice de disciplina muy alto, que tenían que mantener esa disciplina. Todos gritaron con un si... Bien fuerte, rompieron la reunión, esperando el toque para formar. Suena la campana llamando a formación, todos salen caminando a pasos largos, hacia el polígono, forman el pelotón, en silencio, el grupo está bien formado. Frente al grupo se encuentra el recluta, Ezequiel Mora

    En la tribuna del polígono, se encuentran todos los oficiales de la escuela, mientras esperan que le den los parte. Eduardo se encuentra comentándole al político, las incidencias de la noche, entre el pelotón tres y el sargento Pino, también le agrego a la incidencias, que había descubierto en ese pelotón, a un muchacho, que en el año 58, le había salvado la vida al alférez Rafael junto con él, conversan mirando de como forman.

    –¿Cuál es el muchacho? -el alférez le indica con el brazo estirado señalando-.

    –¡Aquel, recluta!... El que está al frente del pelotón tres, de aquella compañía.

    El alférez Lazo mira hacia el lugar donde le señaló Eduardo, después de dar los partes. Por frente a la tribuna pasan las compañías en formación hacia el comedor, el político aprovecho mirando a Ezequiel, cuando paso frente a ellos, le señala con la mano.

    –¿Es ese el recluta, al que uds le deben la vida?... -le señalo, con el dedo. –¡Ese mismo!...

    –¿Te reconoció?...  –No lo sé... Después me voy a reunir en la oficina con él muchacho. Te cuento después, dame tiempo para, asimilar este encuentro, que no me lo esperaba.

    Cuando paso el último pelotón, los dos abandonaron la tribuna. Lazo se dirigió para la oficina, Eduardo para el estado mayor de la base, en la mente tiene Ezequiel Mora.  Cuando Ezequiel acomodo al pelotón, en aquella larga mesa, se sentó al final del último recluta, cuando se fue a servir el desayuno, un alférez que se había detenido detrás.

    –¡Recluta 329 levántese!... Cumplió la orden, sin replicar, se queda de pie, la voz ordeno...

    –Abandone la mesa, -al ver al alférez se queda en silencio con asombro mira oficial-,

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