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Te amo Salvatore: Las cinco Familias
Te amo Salvatore: Las cinco Familias
Te amo Salvatore: Las cinco Familias
Libro electrónico233 páginas2 horas

Te amo Salvatore: Las cinco Familias

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Información de este libro electrónico

Toda historia de amor es importante, ya sea que termine en un "felices para siempre" o en una tragedia, porque dos personas comparten algo tan especial que les hace valorar la vida del otro más que la propia. Lo sé porque mi vida con Salvatore Santini fue una hermosa historia de amor...

Una que terminó demasiado pronto.

Pero preferiría vivir un día a su lado que sufrir toda la vida sin él. Estar con Salvatore bien valía morir mil veces. A su lado, experimenté el cielo en la tierra, algo que muy pocas personas logran. Así que no llores por mi, fui verdaderamente feliz. Pero si no puedes contener las lágrimas, dedícaselas a Salvatore...

Quién se ha quedado solo en el mundo.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento8 oct 2021
ISBN9781667415598
Te amo Salvatore: Las cinco Familias

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    Te amo Salvatore - Marita A. Hansen

    Agradecimientos

    Gracias a todos los que me han ayudado a publicar este libro, especialmente a mi sufrida familia por tener que tolerar todo el tiempo que dedico a tratar de que mi carrera como escritora sea exitosa.

    *

    Además, me gustaría agradecer especialmente a:

    John Hudspith: ha editado muchos de mis libros y es fantástico trabajar con él. Una vez que ha revisado el manuscrito tengo la sensación de que mis lectores obtienen solo lo mejor de mi trabajo.

    Charmaine Butler y Noara Rahman: mis beta readers.

    Advertencia:

    El libro se encuentra ambientado en Italia.

    Hay un glosario italiano — español al final.

    Gracias por decidirte a leer "Te amo Salvatore".

    Espero que disfrutes la historia.

    Con cariño,

    Marita.

    Las cinco Familias

    Los Santini

    Los D'Angelo

    Los Landi

    Los Donatelli

    Los Rosso

    *

    La serie Las cinco Familias es una colección de novelas independientes centradas en diferentes miembros de las familias de la mafia gobernante en una famosa isla localizada frente a la costa sur de Italia.

    ROSA

    Toda historia de amor es importante, ya sea que termine en un felices para siempre o en una tragedia, porque dos personas comparten algo tan especial que les hace valorar la vida del otro más que la propia. Lo sé porque mi vida con Salvatore Santini fue una hermosa historia de amor...

    *

    Una que terminó demasiado pronto.

    *

    Pero preferiría vivir un día a su lado, que sufrir toda la vida sin él. Estar con Salvatore bien valía morir mil veces. A su lado, experimenté el cielo en la tierra, algo que muy pocas personas logran. Así que no llores por mí, fui verdaderamente feliz. Pero si no puedes contener las lágrimas, dedícaselas a Salvatore...

    *

    Quién se ha quedado solo en el mundo.

    2014

    Mi nombre es Rosa Aggio

    Hubo tres momentos en mi vida que lo cambiaron todo

    El primero fue la muerte de mi padre

    El segundo fue conocer a Salvatore Santini

    Y el último, correr detrás de mi hijo ese fatídico día de primavera

    *

    Mi hijo de cinco años entró por la puerta a toda velocidad gritando:

    —¡Mi osito!

    Corrí detrás de Piero empujando a todos para llegar hasta él. La servidumbre y mi familia se movían en la dirección opuesta, hacia el refugio antiaéreo. Nos habían advertido que se habían colocado bombas en la casa. Una guerra entre la mafia estaba en pleno apogeo en nuestra isla envolviendo a todas las familias en su implacable violencia. Y ahora mismo, mi hijo iba a convertirse en una víctima de la guerra si no lograba alcanzarlo a tiempo.

    Le grité a Piero que se detuviera pero desapareció por la puerta posterior de la casa principal. Corrí detrás de él y lo vi dirigiéndose hacia la escalera curva. Aunque era pequeño, no iba a alcanzarlo. El niño era como un mini Ferrari cuando se ponía en marcha. Pero necesitaba sacarlo; las bombas iban a estallar en cualquier momento.

    Subí las escaleras lo más rápido que pude. Una huésped de la familia envuelta en una toalla corría en sentido contrario. Parecía que la habían pillado en la ducha. Mi familia, los Santini, la estaban protegiendo de una familia rival después de que ella matara accidentalmente a su heredero. Sin embargo, parecía que ahora también necesitábamos protección. Nadie estaba a salvo.

    Continué subiendo las escaleras, gritándole a Piero que volviera. Uno de mis cuñados me alcanzó gritando: ¡Sal de aquí! Hay bombas en la casa. Dominic tenía veintinueve, siete años más joven que yo. Parecía una estrella de rock con sus piercings, ropa desaliñada, cabello castaño enmarañado y brazos tatuados. Desapareció en el dormitorio de mi hijo. Lo seguí y atisbé a Piero recogiendo el gran oso de peluche de su cama. Su padre se lo había ganado en una feria local cuando Piero tenía tres años, y desde entonces el niño lo trataba como si fuera un ser vivo.

    Mi cuñado abrazó a Piero y gritó:

    —¡Vete, Rosa! ¡Huye!

    Salí disparada por la puerta. Dominic pasó corriendo junto a mí, sus piernas eran mucho más largas. Yo solo medía metro y medio, mientras que Dominic medía más de un metro ochenta, todos los Santini eran como gigantes entre nosotros simples mortales.

    Dominic bajó las escaleras como un murciélago salido del infierno. Mi hijo se aferraba a su tío aplastando su osito de peluche entre ambos. Se veía tan pequeño en los musculosos brazos de Dominic, mi bambino lloraba por mí.

    Corrí escaleras abajo detrás de ellos, y vi a nuestra huésped parada en el salón, confundida. Probablemente no sabía dónde estaba el refugio, ya que recién había venido a quedarse con nosotros. Dominic dobló la esquina con Piero y le gritó que saliera. Ella corrió tras él, conmigo pisándole los talones.

    Entonces todo cambió. En un segundo el salón estaba en silencio, al siguiente un fuerte estruendo envolvía la habitación y los escombros volaban por todas partes. Cuando la explosión me arrojó por los aires solo pensé en una persona...

    Salvatore Santini

    L'amore della mia vita

    El amor de mi vida

    Parte 1

    Los primeros años

    Cuando todo cambió

    En 1987, la bolsa de valores colapsó, lo que provocó que mi familia perdiera nuestra casa. Mi padre había invertido mucho en ella y como resultado, tuvimos que mudarnos de una casa de tres pisos en una zona adinerada de Nápoles a un sórdido bloque de apartamentos con habitaciones diminutas y vecinos ruidosos. Era un edificio color crema de siete pisos que se había vuelto gris y amarillento en algunas áreas. La ropa colgaba en las ventanas de los balcones a la vista de todos, bragas incluidas. Peor aún, había montones de desechos domésticos pudriéndose en las calles, el olor era rancio. Pero no tuvimos más remedio que vivir allí, ya que mi familia estaba en quiebra.

    Mi padre empezó a trabajar a tiempo completo en un intento por sacarnos de la miseria. Como resultado, cinco meses después murió de un infarto a la edad de cuarenta y dos años, dejando a mi madre sola, con muy poco dinero y dos pequeñuelos. Entonces, nos mudamos a la casa de su madre en una gran isla frente a la costa sur de Italia. Fue un gran choque cultural pasar de la vida en la ciudad a un pequeño pueblo de pescadores. Para empeorar las cosas, mi abuela era una insoportable refunfuñona y probablemente era la causante de que mi abuelo encontrara una tumba prematura. Me aterrorizó desde el primer instante. El primer día que pasé en su casa, vociferó que necesitaba un corte de pelo antes de asistir a mi nueva escuela. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas mientras me cortaba la larga cabellera rubia fresa, algo que había amado y de lo que me enorgullecía. Me dijo que dejara de ser chillona, que era necesario, porque de ninguna manera iba a traer piojos a su casa. Una vez que terminó de cortar, me arrojé en los brazos de mi madre, llorando. No sabía que mi nuevo corte de pelo sería la razón por la que Salvatore y yo nos conoceríamos.

    1988

    Nuestra historia de amor no comenzó cuando nos conocimos

    Solo teníamos diez años

    En esa ocasión solo nos hicimos buenos amigos

    *

    La hija de una costurera

    El hijo de un Don

    *

    Dos niños que no entendían las consecuencias

    De hacerse amigos

    *

    En mi primer día en mi nueva escuela me mantuve cabizbaja, avergonzada por mi corte de pelo varonil. Después de averiguar dónde estaba mi clase, me dirigí al fondo del aula, esperando que nadie se fijara en mí. Afortunadamente estaba vacía, así que me senté junto a la ventana en la esquina más alejada. Afuera, los niños iban de un lado a otro, vestidos con uniformes beige, blanco, azul y rojo. Cuando más estudiantes entraron a la clase, saqué un libro de mi mochila y fingí leerlo con el propósito de esconderme detrás de él. Me guiaba por las reglas del avestruz: si no podía verlos, ellos no podrían verme a mí.

    Algunos niños escandalosos entraron al salón de clases, los chasquidos de sus zapatos se dirigían hacia mí. Uno de ellos gritó:

    —¡Oye, alguien está en tu asiento, Salvatore!

    Mi corazón se encogió. Al darme cuenta de que me habían notado, me asomé por encima de mi libro. Un grupo de niños se detuvo junto a mi escritorio, el del medio capturó mi atención. A pesar de que los demás le llegaban a los hombros, no fue su altura lo que más destacaba.

    Sino sus ojos.

    Eran impresionantes. De un azul pálido rodeados por un oscuro azul que irradiaba desde sus pupilas. Nunca antes había visto unos ojos tan hermosos así que no podía apartar la mirada.

    Él sonrió, su expresión me decía que sabía que me gustaban sus ojos. Probablemente recibía muchos elogios por ellos, mi mirada sin duda era algo habitual para él. Pero sus ojos no eran lo único sorprendente. Era muy apuesto, mucho más que los otros niños quienes parecían ordinarios y desaliñados a su lado. Su ropa estaba impecable mientras que su cabello castaño estaba peinado hacia atrás, ni un mechón se encontraba fuera de lugar. Me recordó a los niños perfectos que modelaban ropa en las revistas que mi madre solía comprar cuando éramos ricos.

    Levantó la barbilla a modo de saludo amistoso.

    Ciao. Soy Salvatore Santini. ¿Cuál es tu nombre?

    No respondí, estaba demasiado atónita para pronunciar una palabra. Los otros niños empezaron a reírse poniéndome aún más nerviosa. A diferencia del niño de hermosos ojos, no tenían un aspecto tan amigable. Me preocupaba que me hicieran daño, especialmente el rubio a mi derecha quien se frotaba el puño como si se estuviera preparando para una pelea. Pero no empezarían una pelea con una niña... ¿o sí?

    —¿No me vas a decir tu nombre? —preguntó Salvatore.

    Me aclaré la garganta y finalmente le respondí: —Rosa Aggio.

    El rubio se echó a reír.

    —Tiene nombre de niña.

    Mi semblante se demudó, el hecho de que él pensara que yo era un niño me hizo sentir ganas de llorar. Probablemente era por el horrible corte de pelo que me había hecho mi nonna. Tampoco ayudaba que usara vaqueros y una camiseta ya que mi madre no pudo comprar un uniforme a tiempo. Deseando que me tragara la tierra, bajé la cabeza, ahora estaba demasiado molesta para tener miedo.

    —¡Es una niña, idiota! —espetó Salvatore.

    El rubio aulló lo que hizo que levantara la vista. Se sobaba el brazo con expresión molesta.

    —¿Cómo iba a saberlo? Parece un niño.

    —Eso no es cierto. Eres tan ciego como estúpido.

    —¡Por supuesto que no!

    Salvatore dio un paso amenazador hacia él.

    —Lo eres, así que dile que lo sientes o golpearé tu estúpida boca.

    Asustado, el rubio exclamó:

    —Lo siento —después se fue al frente de la clase.

    Negando con la cabeza, Salvatore se volvió hacia mí.

    —Ignóralo; es un imbecille que no reconoce a una niña bonita cuando la ve.

    Le sonreí, sorprendida de que me hubiera llamado bonita. Ningún niño me había llamado así antes. En mi antigua escuela, estaban más interesados en insultarme y tirar de mi cabello.

    Salvatore se sentó a mi lado.

    —Fuera de aquí —dijo haciendo un gesto con la mano a los niños restantes.

    Todos se escabulleron a diferentes asientos, el tono de Salvatore me sorprendió. No les había hablado como si fueran amigos. Era más como si él fuera su jefe y ellos sus secuaces, no niños de diez años. Sonreí aún más, sintiéndome especial porque él había elegido sentarse a mi lado.

    Él me devolvió la sonrisa.

    —Puedes ser mi amiga hoy.

    —¿Qué tal mañana? —pregunté con la esperanza de haber hecho un amigo para siempre. No me importaba si era un niño; solo quería tener a alguien con quien hablar.

    Se encogió de hombros.

    —Si no eres aburrida, también podrás ser mi amiga.

    El profesor entró en la clase, interrumpiendo nuestra conversación. No lo sabía entonces, pero conocer a Salvatore cambiaría mi vida para siempre.

    1989

    La Mafia

    No me enteré que la familia de Salvatore formaba parte de la mafia hasta el año siguiente. Lo había invitado a la fiesta de mi undécimo cumpleaños. Entró con un gigantesco regalo y dos grandes hombres vestidos con trajes oscuros, junto con la mujer más impresionante que jamás había visto. Instantáneamente supe que debía ser su madre ya que se parecía a él, solo que sus ojos eran violetas. También parecía que había salido de una de las revistas de moda de mi madre. La mujer era tan hermosa como una modelo, sus pómulos eran pronunciados y los labios perfectamente delineados. Me pregunté si lo era, o incluso una princesa, su ostentoso vestido púrpura contribuía a realzar su regia apariencia. Mientras estrechaba la mano de mi madre, me la imaginé con una tiara con incrustaciones de diamantes sobre su cabello castaño.

    Salvatore se colocó frente a mí y sacó mi regalo, apartando mi atención de su madre. Sonriéndole, cogí el regalo, feliz de que hubiera venido a mi fiesta de cumpleaños. No nos habíamos visitado antes ya que a Salvatore no se le permitía jugar con amigos después de la escuela, a menos que fuera para una ocasión especial o una actividad deportiva. Por eso había intentado integrarme

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