Los secretos de Carla Bruni
“Mis canciones las compongo por un impulso emocional o sentimental. No pienso. Lo hago, sin más. Para mí es difícil describirlo. Y, aunque fuera capaz... ¡no estoy segura de dar una información así a todo el mundo!”
La cita es en su casa, al final de un bonito callejón parisino. Su voz resuena en el portero automático. Un instante después, la puerta se abre y accedo a un jardín y un edificio en obras. Andamios por todas partes, sacos de cemento, una hormigonera... Un enorme caos. Pero, en ese momento, aparece Carla Bruni (Turín, 1967), estupenda en medio de la vorágine. Escultural y sonriente, se para en los escalones de la entrada: «¡Antes, esto era precioso!», me dice. «Es la fachada que se ve en la portada del disco. Estamos reforzando los cimientos». Sin maquillaje, con el pelo suelto sin peinar... y, aun así, pienso: ¡está impresionante a sus casi 53 años (los cumple este mismo mes)! Vestida completamente de negro, la que fuerade los 90 y luego cantante de éxito, antes de casarse en febrero de 2008 con el entonces presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, lleva un suéter que resalta su delgado torso, una falda pantalón y unas magníficas botas de montar de Roger Vivier. Lo primero que la gente nota de ella es su increíble elegancia, tanto en el físico como en la manera de moverse y expresarse. Y fue eso precisamente lo que impresionó a Odile Sarron, la mítica directora de de ELLE Francia que le dio su portada de debut. Nos colamos entre los tubos de metal, subimos unos escalones y entramos en el refugio de la intérprete. Las paredes están cubiertas de fotos de familia, amigos y artistas como Leonard Cohen y Bob Dylan. Hay guitarras colgadas y colocadas en sus soportes, libros por todas partes, velas encendidas...
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos