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Inolvidable Juliana
Inolvidable Juliana
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Libro electrónico1133 páginas15 horas

Inolvidable Juliana

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Obra romntica, matizada de eventos festivos, musicales, sociales y algunos hechos con
pretensiones amenazantes a Juliana Protagonista de la historia...por personajes de la mafia
y actos violentos contra su novio Juan Andrs.

Su marco geogrfico, originado en ciudad de Cali extiende actuacin de guiones a otras
ciudades: Bogot, Santo Domingo (Rep. Dom.) Miami y lugares como selva de Colombia,
y Macizo colombiano.

En diferentes escenarios, la temtica incluye variedad de ancdotas y hechos divertidos
en todos los roles, incluso, cuando aparece en campamento de regin selvtica, hermosa
guerrillera involucrndose en hechos sorprendentes que, vara sustancialmente la historia.
Y en su rol coprotagnico, da un vuelco al contenido de la novela y termina concitando un.
tringulo amoroso, en momentos que Juliana, padece una odisea, obligada a salir del pas
y separarse de su novio por amenazas de la mafia. l huye a la selva, encontrndose con
la guerrillera, quien igual sufre un percance y pierde la memoria.

All surgen interrogantes y hechos inesperados hasta el eplogo de la obra, donde nuevos
hechos aparecen de sbito y otros personajes con roles novedosos.

Como caracterstica relevante de esta historia, subrayamos el lenguaje des complicado de
sus dismiles personajes, incluida la jerga divertida y dichos caleos de sus actores en
diferentes escenarios. Y como este, inslitas ocurrencias de algunos

De destacar, dilogos de dos rivales que descubierto su juego, terminan familiarizadas
en fraternal amistad, incluida charla coloquial de Juliana y un comandante guerrillero del
proceso de paz de ese entonces
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento17 mar 2014
ISBN9781463379032
Inolvidable Juliana
Autor

Jose Santos Restrepo

Nombre autor: José Santos Restrepo paredes. Nacido en Popayán república de Colombia. Otras obras publicadas: EL AHORRO Y LA PAZ año 1991 INOLVIDABLE JULIANA en Febrero de 2014 EL IMPERIO DEL ORDEN en la actualidad. En cierne: un proyecto sobre Paz en Colombia

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    Inolvidable Juliana - Jose Santos Restrepo

    DEDICATORIA:

    A mis hijos y nietos por la energía

    y alegría plasmada en la inspiración

    de esta novela.

    Y a mi sobrina Valentina Castillo por

    el novedoso diseño de la portada.

    A MANERA DE PROLOGO

    Llanos Orientales de Colombia Septiembre de 2000

    ¡Dios debió recrearse diseñando el firmamento llanero y más divertido debió ser, dotarlo de tan magistral belleza! Y como en todo efecto de contraste….matizara el ocaso del día, difuminado en esa colosal policromía, semejando más una impresionante lámina ideográfica. En su habitual dimensión, el astro rey reclinándose en cámara lenta sobre la imponente cima del Macizo Colombiano, ya sin el brillo canicular del cenit…sólo ese bruñido de mate púrpura que orla su corola astral.

    Para un llanero profano, el plan providencial que plasmara tan soberbia panorámica, obedecía al único propósito de concederle una recreación gratuita e invadido de alegría, viera embelesado descender ese inmenso disco de la infinitud celeste, destellando en tercera dimensión, prismas poli crómicos…sin poder evitar siquiera, el efecto paradójico que hace eco a que toda inspiración divina, conlleve un acto final. Y más triste aun…que cuando más deleitado goce de su contemplación, un diablillo travieso, termine esfumándolo sin retener siquiera, un tris de su exuberante resplandor.

    Mitificación que honra, a un llanero que nació y creció bajo el tutelar sol que curtiera su piel y diera calor y vida a sus ancestros. No así, a quien piense ajeno a sus costumbres y credos, caso del protagonista de esta historia, a quien el acto patético que engulle en una oquedad abismal lo que fuera un astro, apenas aplique como un evento más de la naturaleza y ni siquiera se inmute, con la quintaesencia que transmuta tanta belleza pictórica de luz calor y alegría, en frío oscuridad y nostalgia. Todo, porque en él sólo influye el peso de sus tribulaciones, bloqueando toda resonancia cósmica.

    Justamente, donde empezaremos a rodar al vaivén de este dualismo, una serie de eventos plagados de contrastes y expectativas. Primer plató para el ingeniero Juan Andrés Gómez, quien en actitud apesadumbrada, asemeja la llamarada del ocaso con el brutal sincope, que invadiera de desdicha su sino espiritual, aprisionando su alma en una intolerable sensación de vacío.

    ¿Y quién es él apuesto ingeniero que juega, entre telones, un rol protagónico en tan patético prólogo? Si bien interpreta el meollo de la historia, apenas califica de imagen cautiva de una quimera, que intenta incinerar en ese mortecino sol ¡OH vana presunción!…la insoportable amargura que fustiga su ánimo por haber sido rociado de miseria, su sino existencial.

    Nuevo plató y ahora la misma figura plagada de melancolía, apoyando un pie sobre su fiel compañero de infortunio un carcomido tronco lleno de hojarasca, su mirada perdida en lo que fuera una hoguera solar. Y sin poder sustraerse al corolario de toda causa de aflicción, para él más una paradoja clama por una miga de serenidad que libere su espíritu atónico.

    Con todo y a pesar de su quejumbre, lo edificante en él, es conservar su carácter resolutivo que aplicado a su talante voluntarioso, le permita desdeñar el motivo que nueve meses atrás, derrumbara implacable sus sueños y promesas. E igual que en el cacareado efecto dominó, va colapsando sucesivamente sus fichas en fila, hasta declinar la última.

    Sin importar su estresante obsesión, en Juan Andrés no caben razones que pretendan paliar su tragedia y menos, impreque dudas que responsabilicen de su desdicha, a la mujer que atomizara sus sueños. Lo irreverente para su integridad, sería aceptar alusiones que la juzgaran a ella de enlodar sus ideales; donde todo era engendro de una terrible conjura, urdida por seres desalmados, con el ex profeso fin de aniquilar su amor y separarlos abruptamente.

    En contraste a ese cielo tachonado de arreboles, un monte silente amortiguaba el eco de sus ayes lastimeros y en complicidad con las sombras de la noche, encubrían su abatida silueta plagada de patetismo. Para todos…un culto al ostracismo y para su asténico juicio, un revulsivo acto de expiación.

    Adueñándose la oscuridad del entorno, Juan Andrés recuperaba su juicio de conciencia y volvía a ser, el ingeniero director de la compañía Gómez & Buendía INGENIEROS, constructora de la carretera que uniría el Macizo Colombiano con los llanos orientales, en la llamada Bota Caucana.

    Y finalmente, con paso cansino y sin más enredos mentales, iniciaba su regreso al campamento.

    Su agenda marcaba para el día siguiente, internarse durante tres días con una comisión de topografía, en la tupida selva del Putumayo y su misión: modificar en sitio, un trecho de vía del diseño original.

    Al cabo de nueve meses, Juan Andrés había empezado a amainar la presión que lo alejara de la civilización y como creativo del proyecto, terminara involucrado en labores constructivas en diferentes frentes de trabajo, incluida la manigua.

    ¡La experiencia de internarse en la selva, concitaba en su ánimo, una extraña sensación…rara… misteriosa exótica! sin imaginarse siquiera…la sorpresa que en breves días, le reservaban los caprichosos hilos del destino y variaría sustancialmente, su derrotero existencial!

    *      *      *

    Retomemos la historia recién iniciada la obra seis meses atrás, un buen día que una escuadra de guerrilla de las FARC rastreaba el campamento, copiando movimientos y actividades de sus habitantes en sus disimiles tareas y misiones. Entre otros: ingenieros, topógrafos, trabajadores de campo, mecánicos, oficinistas, operadores de máquinas, oficios domésticos etc.

    Y en acción, dos guerrilleras del grupo de espionaje, portando binóculos y cámaras con teleobjetivo, fotografiando personas que circulaban en patios, oficinas, talleres, bodegas, comedores, dormitorios, salón recreativo, cafetería y moderna enfermería, en lo más parecido a una ciudadela.

    Terminando de disparar un rollo, la mujer a cargo de la escuadra, despachó al puesto de mando el resto de rebeldes, mientras ellas continuarían oteando el sitio, esperando el arribo del comandante Yuri, en plan de reunirse con el ingeniero director de la obra.

    En el momento de enfocar al lado de una excavadora, a dos apuestos jóvenes y una guapa ingeniera, su compañera Edilma que así llamaba, sorprendió a su amiga contemplándolos absorta y para llamar su atención, tosió repetidamente haciéndole volver el rostro que reflejaba una expresión divertida y sonriendo coqueta, sólo se atrevió a decir. — ¡Qué papitos tan guapos!… ¿ves él ingeniero de camisa azul? su nombre es Juan Andrés Gómez y es quien lleva la voz cantante en esa constructora. ¿Lo viste repartiendo instrucciones a las personas que se acercaron a él? A quien no identifico, es la hembrita con casco que aparece a su lado.

    —Y entonces que hacemos…turbadora guerrera del bosque—concluyó guasona Edilma.

    —Eh hola…más respetico—fingió severidad la guapa guerrillera y sin ocultar su entusiasmo, agregó —el ingeniero Gómez es quien debemos seguir más de cerca y el otro es el ingeniero Roberto Llanos. Así que concentremos la atención en ellos y sigamos detalladamente sus movimientos

    — ¡Y tú disgustada con la nota eh!—manifestó retadora Edilma. Su amiga se limitó a mover graciosa, las caderas y ella continuó burlona—oye, sí te tocará elegir a uno de esos bacanes ¿con cuál te quedarías?—la pregunta iba envuelta en divertido tono socarrón

    —Pues con los dos—contestó la agraciada guerrera y soltando la risotada, volvió a vibrar su cuerpo coqueta—no estaría nada mal intentarlo, eh

    — ¿Oiga, cómo golosita la paparazzi del llano?—se burló Edilma y continuaron riendo explosivas

    De paparazzi, de agente X —repuso ella con deje nostálgico—pero BAH…no soñemos despiertas ya que ese par de papitos no nos pararían ni cinco de bolas. Basta llevar uniforme de las FARC para que nos saquen el cuerpo y con mil disculpas, no se atrevan siquiera, a entablar un diálogo con dos bandidas. ¡Pero que están bacanísimos…GUA OH!

    —Aun así y sin importar que nos paren bolas, si te tocara elegir a uno de esos mancitos ¿por cuál te inclinarías?—insistió Edilma en su lenguaje ordinario

    —Ya te dije que por los dos. Ambos están muy guapos—continuó sobradora—aunque…hay algo peculiar en ellos. ¿Viste sus gestos y esa sombra de pesadumbre en sus rostros? es como si vivieran fastidiados de la vida. Y eso…con escasos ocho meses en la región

    —Cuando menos, se emberracaron con sus hembritas y volaron al monte despechados

    —Tú y esa forma desabrochada de hablar—torció la boca la linda guerrillera y repeló a su amiga

    —Tranquila doctora—gruñó Edilma regañada—que yo apenas me gradué en segundo de primaria

    —Si mi intuición no falla, comparto tu idea de que vinieron a olvidar un fracaso amoroso. O vaya una a saber…huyendo de alguna vaina. Ya veremos, cuanto duran sus arranques. Me intriga sí, la hembrita a su lado

    —A mi también…—hizo un gesto de mofa Edilma—aunque a ese par de mancitos, sobre todo a Juan Andrés, lloverán hembras en la ciudad e importará poco, perder una novia o mocita más

    —No creas—terció su amiga—los hombres de la ciudad son igual de llorones que las mujeres. Mira…ahora que se separaron me acercaré hasta donde termina la espesura y copiaré más de cerca su papel en el campamento. Tú cubre la zona y sígueme con tus binóculos.

    Armándose de sigilo y omitiendo el apunte guasón de Edilma, la hermosa guerrillera se situó detrás de un arbusto a escasos diez metros de la persona que identificó como Ingeniero Roberto Llanos, pensando para sí, que hubiera sido más placentero espiar a Juan Andrés.

    Apartando follaje para enfocar su cámara, tuvo la mala suerte de quebrar una rama e hizo girar velozmente a Roberto, entreverando sus miradas en fracción de segundos. En él quedó marcado el fulgor de unos ojos profundos, expresivos y el brillo de una mirada asustada. Más no pudo retener su imagen, porque viéndose descubierta, la guerrera emprendió veloz carrera buscando apurada el sitio de partida. Roberto la siguió acortando distancia y cuando la creía en sus manos, tuvo la mala pata de resbalar y ella volvió a tomar ventaja.

    Viéndola en ese trance, Edilma salió al paso y ayudó a esconder debajo de unos matorrales. Y para sacarla de apuros, haciendo teatro simuló agitación y tomando aire, lo enfrentó fingiendo irresoluta.—Señor discúlpeme por favor invadir su terreno…pero es que ando un poco perdida

    —A mí me parece que usted no es la niña que venía siguiendo—respondió Roberto jadeante y poco convencido—sus ojos no son…dígame qué hace usted sola por estos parajes—concluyó confundido y mirando desconfiado a todo lado

    — ¿Quiere decir que no le gustan mis ojos?—insistió en distraerlo Edilma y dijo burlona—tranquilo parcero que soy la hembrita que perseguía. Pasa que al pillarme me asusté y quizás el susto, alteró mi mirada—bizqueó graciosa, sorprendiendo a Roberto con esa manera extrovertida

    —Vuelvo e insisto que hace usted sola en este sitio—apremió él, sin dar muestras de creerle

    —El chisme es que formo parte de una columna al mando del comandante Yuri y me rezagué. Pero no se afane parcero que ya me piso y espero no haberlo molestado. Ah…y que pena que no le gusten mis ojos—fingió decepción, agregando coquetona— ¿por eso tan poquito me entregaría a la cana?

    —No se haga la graciosa que sus ojos son muy lindos y aunque no me deja del todo convencido, no voy a denunciarla. Pero, puedo jurar que era otra la chica que seguía. En fin…vaya tranquila que el asunto está olvidado—y viendo que no portaba armas, Roberto desestimó el hecho y dio media vuelta, emprendiendo el regreso.

    No bien partió el ingeniero, aun riendo su faena, Edilma agachó hasta su compañera refregándole la apostura de hombre que la había correteado. Y cuando menos esperaban, escucharon de nuevo sus pasos y la usurpadora se incorporó como un resorte, tarareando una canción de cara a Roberto

    — ¡Qué le pasa!—preguntó éste, desconfiado— ¿con quién hablaba?

    —Que va parce…Yo aquí gruñendo por dejarme sorprender de usted…—puso más zalamería a su jerga tratando de confundirlo— ¿no es que se había pisado, bacán?—fingió actitud desconfiada

    —Discúlpeme y no me pare bolas, parcera—refregó él guasón—simplemente quería confirmar la belleza de sus ojos y conocer su nombre

    Ella celebró que al él se le pegara su jerga de guerrilla y tomándole el pelo, dijo. —Yo me llamo… mejor dicho, a mí me llaman Cristal…y yo como que me piso—sin saber porque suplantaba el nombre de su amiga, emprendió veloz carrera, más Roberto no hizo esta vez, ningún intento en seguirla.

    La verdadera Cristal, a pesar del susto que acababa de pasar, sorprendida oyó desde su escondite a Edilma, suplantar su nombre y apenas torció la boca con un gesto que le era peculiar y aumentaba su gracia. Y no bien apareció su amiga y constataron la retirada de Roberto, sin parar de reír regresaron a su sitio de oteo, comentando en voz alta el incidente

    —Por poco te pillan eh ¿pero por qué le huías a ese papito? Si me hubiera sorprendido a mí, a esta hora estaríamos comiendo mazamorra donde la cucha Imelda—continuaron desternilladas de risa

    —La verdad no sé, pero por lo menos, dejamos un nombre para que vote corriente—en ese momento Juan Andrés se encontraba de nuevo en el patio, enfocándolo al unísono con sus binóculos—mira quien regresó—relamió sus labios Cristal—a mí me parece ese hombre, muy interesante. Salvo el gesto de pesadumbre, sus rasgos exhiben una persona decidida y ardiente. No sé, pero si me lo encuentro a él de frente, no creo que hubiera huido

    —Epa, pero que golosa y tienes razón, ese man es muy bello, así lleve esa mueca de tristeza. Aunque nos vamos a quedar con los crespos hechos porque en minutos llega el comandante Yuri y después de tratar el asunto que lo trae hasta aquí, marcharemos de inmediato al Caguán

    —Que piedra Edilma. Un día de estos que pasemos por la zona, podemos darnos una escapadita con cualquier pretexto y hacernos las perdidas. Por ahora me contentaré con ver sus fotos y esperar nuestra oportunidad—concluyó evocadora Cristal

    —Si un mancito de esos me parara bolas…hasta desertaría—remató tiritando Edilma y divertida, retorció la nariz a Cristal.

    En minutos, pusieron al corriente de sus movimientos al comandante Yuri, quien de inmediato siguió a entrevistarse con el ingeniero Juan Andrés Gómez.

    Mientras ellos hablaban, continuaron oteando el campamento, sin perder de vista su apuesta figura. Una vez más, la hermosa guerrillera, atrajo con sus binóculos las facciones de ese hombre que había despertado su interés, reconociendo en su aura, un pegajoso atractivo.

    Nunca pasó por su imaginación, la sorpresa que le preparaban, los hilos del destino…

    *      *      *

    Aun sin terminar de rumiar su desdicha de ese atardecer de septiembre, retomamos a Juan Andrés evaluando resultados desde que asumiera la dirección de la obra, nueve meses atrás. Y sobre todo, la dinámica en los trabajos que además de acicate, había constituido su mejor paliativo para serenar su espíritu abatido. El sólo hecho de resolver tantas dificultades, incluido un acuerdo con la guerrilla seis meses atrás, aparte de mantenerlo activo, fue vital para optimizar procesos constructivos y aparte de estabilizar emociones, resultó sin duda, un gran estímulo para lograr avances notorios en la obra.

    Con todo, en su ánimo atónico, no aparecían perspectivas de futuro y por cerrarle puertas a toda información que viniera de Cali, había creado una barrera de desconexión con las personas que un año atrás, rebosaran de dicha su corazón. Agravante que lo haría arrepentir después. Su única comunicación con esa ciudad, llegaba a través de Roberto y se reducía informar a su familia, su situación y a la vez, enterarse de la seguridad y bienestar de ellos. Lo que nunca esperó, fue la inesperada visita de su hermana Daniela quien vino a pasar vacaciones a la selva y después de acompañarlo dos meses, aparte de extrañarla, había sembrado en él, una luz de esperanza y a enfocar las cosas con otra lente.

    Dejando la penumbra de ese atardecer septembrino, Juan Andrés arribó al campamento, topándose de frente con la vieja Rosalía que convertida en su nana, tomando de su mano con sigular afecto, llevó al comedor y persuadió cariñosa—venga que le tengo uno de sus platos favoritos.

    —Gracias viejita linda—correspondió él afectuoso—pero prefiero algo liviano y me vendría mejor, un café con porción de queso y una de tus deliciosas arepas

    —Ah muchacho éste—inquirió regañona—acuérdese que toca madrugar mañana e internarse en la selva y no es bueno, acostarse con la barriga vacía

    —Al contrario—respondió él presionando cariñosamente su mano—sólo deseo profundizar el sueño serenamente y es mejor no llevar mucha comida en el estómago

    — ¿Y si será, que el jovencito logra dormirse serenamente?—recriminó Rosalía con su voz cascada. Aunque viendo su cara de sorpresa, se arrepintió de haberlo dicho—bueno…bueno, no quise decir eso. Esto me pasa por abrir la boca donde no debo—terminó refunfuñando

    —Haber haber ¿y por qué me dice eso mi viejita querida?… ¿De dónde sacas que no tengo serenidad?—saboreó la deliciosa arepa y café con leche.

    Sintiéndose atrapada, Rosalía rascó impaciente la cabeza, sin más remedio que confesar. —No hay que ser psicóloga para ver la sensación de amargura que usted lleva dentro, jovencito.

    Él no se atrevió a negarlo y asintió con un gesto, retacando ella de nuevo— ¿y si será que el joven me puede contar la causa de su pesadumbre? o es secreto incontable. Lo que sí se palpa a leguas, es que en el medio debe haber una mujer. ¿Me equivoco?

    —No te equivocas Rosalía. Sí la hay—presionó suavemente su mano—y puedes estar segura que algún día te lo contaré, pero no ahora, porque es una historia muy larga y no estoy de ánimo para hablar de cosas tristes. Además, debo madrugar

    —Está bien, entonces dedíquese a descansar y amanezca fresco para la jornada de topografía de mañana que por cierto, es la caminata más larga que les espera—se dio por vencida su bondadosa nana.

    Más a punto de salir…Juan Andrés la detuvo. —Espera Rosalía, quizás yo no estoy de ánimo para hablar, pero si escuchar. Hay algo que me da vueltas en la cabeza desde el día que supe que tu esposo, había muerto a causa de esta guerra maldita que por cierto, nos está haciendo mucho daño a todos.

    —Es mejor no hablar de esas cosas—refunfuñó incierta la mujer

    —No te preocupes y cuéntame que pasó realmente, ya que he oído algunos comentarios acerca de tu marido, de quien se afirma, era un valiente guerrillero que dio la vida por su causa—viendo el gesto de sorpresa de Rosalía y su intento de interrumpirlo, él compasivo la animó a continuar. —No te preocupes que sin importar lo que haya pasado alrededor de tu familia, mi actitud hacia ti y el inmenso cariño y respeto que te profeso, no va a cambiar en nada. Eso lo tengo muy claro y todo seguirá igual entre nosotros—remató enfático, invitándola a sentarse

    —Es verdad hijo. Convencido plenamente con su causa, mi marido hacía parte de la guerrilla en la región del Caquetá. Yo siempre intenté disuadirlo para que cambiara de rumbo, pero todo fue inútil. Un día me informaron, que mi buen Pedro había caído en combate y luchando valerosamente hasta el final. Claro que cuando muere un guerrillero, las noticias siempre hablan de que ha caído un bandido.

    Juan Andrés oprimió cariñosamente su mano, animándola a continuar. —Cálmate, yo no creo así

    —Mi Pedro fue un buen hombre, honrado, leal y como padre, incomparable—adujo ella entrecortada— pero él no podía aceptar que se cometieran tantas injusticias como sucedió contra los campesinos de la región, a quienes expoliaron su tierrita, matando a muchos de ellos. Aparte de engrosar el drama de los desplazados. No le daré nombres, porque no es muy sano repetirlos en voz alta

    —En realidad, en nuestro país hay muchas sombras que nos involucran indirectamente a todos y son causa de numerosas injusticias. Algún día, Dios nos tiene que iluminar y cese ese odio demencial que se esparce en nuestra patria—aseveró Juan Andrés conmovido.

    —Es lo que anhelamos todos, joven—asintió enternecida la buena vieja, presionando su mano.

    —Aparte de expoliarles su tierrita ¿parece que además de tu marido, más personas de tu familia resultaron lesionadas?

    —Es cierto. Pero lo más triste de la tragedia—continuó Rosalía con su gesto inquieto—fue la posterior pérdida de mi hijo. Ah muchacho loco…no quiso escuchar mis ruegos y al enterarse de la muerte de su padre, desesperado y apenas con quince años de edad, se alistó en la guerrilla resuelto a vengarlo. Pero que va…—prorrumpió en sollozos—a los pocos días, cayó abatido y lo más triste…fue enterrado en una fosa común como un NN más

    Con sus ojos abarrotados de lágrimas y sin articular palabra, Juan Andrés abrazó con ternura a su buena nana y después de un rato, se animó a preguntarle. —Rosalía, fuera de tu hijo muerto en combate ¿tú estás sola? o té queda alguien más de familia

    —Me queda una hija de diez y ocho años y actualmente, trabaja en Florencia en casa de una familia. Ah…si algún día, usted la llevara a Cali—pidió con voz suplicante—no se imagina lo bien que me sentiría. Aunque, supongo que con el ánimo que lleva, no pensará regresar en mucho tiempo

    —Quién sabe, quién sabe…—exclamó entrecortado el apuesto ingeniero, empujando suavemente a la bondadosa vieja, a quien besó cariñosamente su frente—vete a descansar que mañana sí te recibo uno de esos formidables desayunos. A propósito de tu hija, puedes quedar tranquila y te prometo que tu deseo será realidad, antes de lo que supones. Una última pregunta Rosalía, ¿tu amistad y deferencia con el comandante Yuri nace de tu marido?

    —Si joven. Ellos eran compañeros inseparables y a Yuri le dio muy duro la muerte de Pedro—diciendo esto, apartó del ingeniero con cara apesadumbrada.

    Una vez solo, Juan Andrés se recostó en la cama de madera, fiel compañera de sus vicisitudes y apagando la luz del aposento, continuó con sus reminiscencias. ¿Qué habría pasado en nueve meses en la vida de la mujer que coronara sus sueños y expectativas, rompiéndole en mil pedazos el corazón?… ¿Se acordaría de él y evocaría esos inolvidables planes y promesas que juntos juraron realizar y por cuenta de una fatal imposición, quedaron esparcidos en el aire?

    Entre más preguntas, más aguda la impotencia que bloqueaba su anhelo de superación. Aunque… aparte de destilar sabor amargo, aun conservaba en su otro yo, esa fuerza que recreaba su alma reviviendo en él, recuerdos así fueran agridulces. Y que a pesar de lo contradictorio…encontraba en ese dualismo, un atenuante que le ayudaba a paliar su tragedia y sosegar su espíritu.

    En ese lapso de nueve meses de destierro, su virtual amiga la desdicha, había jugado como un yoyo en su mente, fecundando y diluyendo evocaciones, sin control alguno. Afortunadamente, la reciente visita de su hermana Daniela al Putumayo, había tocado su ego, retándolo a cambiar de postura reflexiva.

    De ahí que atendiendo su consejo, esa noche la dedicaría a revisar uno a uno, los eventos que cambiaron su rumbo, empezando por revivir en retrospectiva, sus últimos 15 meses de existencia.

    Sin omitir ningún instante que transformara su vida, primero inflamando de amor su corazón y luego arrebatándole su razón de vivir, decidió de una vez por todas, liberar la dicotomía de apatía y aflicción que lo aprisionaba, sin omitir prejuicios, actitudes de quejumbre y toda influencia que lo agobiara.

    Y relajado al máximo, sin más preámbulos enfocó el video en su mente inquieta, empezando a desfilar un torrente de recuerdos y episodios: unos latentes, otros patéticos.

    Para él, lo único claro es que a partir de ahora, descartaría efectos de desesperanza y hechos que bloquearon su discernimiento, dispuesto a no dejarse lacerar, su ya exiguo estado de ánimo

    Y sin más preámbulos, figurando de fondo el fantasmagórico fluido de la selva, igual que en el carrete de las películas, su imaginación fue hilvanando metro a metro, segundo a segundo, cada uno de los instantes vividos, desde conocer a su inolvidable novia, hasta que se interpuso el cruel destino que desatara la odisea…

    -I-

    Un singular encuentro matizado

    de increíbles sorpresas

    En un lugar cercano a Cali 15 meses atrás…

    Por la vía que de Palmira empalma las estribaciones de la cordillera central, bajo un techo de soleada tarde valle caucana, conducía desprevenido su vehículo el apuesto ingeniero Juan Andrés Gómez, rumbo a uno de los campamentos de la importante compañía constructora GÓMEZ & BUENDÍA INGENIEROS, ubicado tres kilómetros adelante.

    En el prólogo de esta historia, ya bosquejamos brevemente, algunas expresiones de adversidad de nuestro protagonista. Ahora, es el turno de relievar rasgos de personalidad e ideales de universidad, posgrado en ingeniería de vías y de destacar: el genial anteproyecto que plasmara en su tesis de grado y consistía en empalmar a través de una vía transandina, el litoral Pacífico con los exuberantes llanos orientales. Prospecto que, aparte de constituir su gran sueño, llevaba en el alma como la misma savia de su sangre.

    Justo, en donde quedará el escenario en que se desarrollará gran parte de esta historia y esencialmente, compendia su proyecto que retoma una ruta utilizada como camino de herradura en épocas de la colonia y atravesando la cordillera central en el sur del país, remata en la selva del Putumayo.

    Aparte de alternar esa ruta pretérita, Juan Andrés había incorporado a su trazado la tecnología del momento, enriqueciendo su diseño de importantes variantes. Entre otras: puentes modernos, viaductos, túneles y novedosos detalles constructivos, reduciendo pendientes, distancias y tradicionales caracoles. Y aparte de ser más estable la banca de la variante, optimizaba tiempo y rebaja de costos.

    Era tal la energía dedicada a su proyecto, que en su novel paso como profesor universitario, terminó inculcando en sus alumnos, la magnitud topográfica de la cordillera de los Andes, privilegiando a Colombia con tres colosales ramales. Además de una mole montañosa, cuna y fuente del mayor potencial hidrográfico de América latina y uno de los principales del mundo. Accidente geográfico registrado en el mapa de Colombia, como La Estrella Fluvial del Macizo Colombiano.

    De ahí su persistencia de recabar en sus alumnos, no sólo el reto de la naturaleza sino, persuadir al estado a canalizar recursos construyendo vías de primer orden y caminos vecinales. Única forma de acceder a tan magistral riqueza.

    Y uno de sus discípulos de destacar, la hoy ingeniera Nubia Montoya quien apenas de alumna, convencida de las bondades y viabilidad de su idea, aparte de tomar como suyo el proyecto, terminó vinculada a su empresa y obviamente, postulada a ejercer de ingeniera residente de la obra.

    Difundiendo su idea en el rol de profesor universitario, Juan Andrés publicó y dictó conferencias del anteproyecto, destacando sus ingentes beneficios en el terreno agrícola y minero. Igual: en el campo cultural, artístico, turístico e inmenso aporte en beneficio de la PAZ"….

    Hasta aquí sus sueños y cavilaciones…porque como suele suceder en los caminos, cuando más absorto hilvanaba sus ideas, divisó a cien metros un moderno vehículo estacionado a un lado de la vía. Y cortando sus devaneos y sin saber porqué, presintió que algo inusual terminaría cautivándolo.

    De ahí que mermara la marcha de su camioneta, cuadrando finalmente, delante del carro en mención.

    Con su habitual aplomo, fue hasta el auto varado y aunque no alcanzó a distinguir las víctimas del percance por el polarizado de los vidrios, no fue óbice para poner a prueba su carácter generoso y ofrecer decidido, su ayuda.

    Una de las ocupantes del asiento trasero bajó el vidrio, dejando a Juan Andrés de una pieza, pues lo que menos esperaba en esos andurriales, era cruzar su mirada con esa mujer de impactante belleza, acompañada de dos hermosas y distinguidas damas y al volante, un hombre mayor.

    Como era de esperarse, deslumbrado con el sorprendido gesto de esa belleza de mujer que con sólo verlo, soslayó su expresión de enfado, sin ocultar su placentero asombro y exhibiendo su mejor sonrisa, puso en juego su buena voluntad y tímidamente, expresó cortés. —Buenas tardes.

    —Buenas tardes—contestaron en coro las mujeres y el señor apenas con un ronco gruñido.

    La que sin duda sería la madre, exhalando mortificación, expresó humilde. —Gracias por detenerse joven. Llevamos aquí cerca de una hora y dos o tres personas que ofrecieron su ayuda, nos aseguraron un daño severo en el sistema electrónico del motor. De ser cierto el diagnóstico ¿podría ayudarnos a salir del embrollo?

    La mujer que lo impresionara, evidenciando sofoco por la ausencia de aire acondicionado, adornada de encantadores gestos, dejó al desnudo su coquetería.

    Gestos que por supuesto, terminaron de magnetizarlo, captando en esa mirada electrizante, una clara intención de impresionarlo. Y para hacer él lo propio, sin ninguna presunción exclamó galante —permítanme presentarme. Mi nombre es Juan Andrés Gómez y voy a un sitio cercano donde podemos ofrecerles ayuda técnica y lo necesario para superar el impasse—y dirigiéndose al señor, sugirió cortés —para salir de dudas, haré un examen preliminar y por favor, accione el mecanismo de la capota—y sin nada de recato, dedicó una mirada coqueta a la linda chica, quien parpadeó halagada

    En cambio su padre, farfulló cortante. —Me llamo Rodolfo Rebolledo y ellas, mi señora y mis hijas.

    A Juan Andrés no lo inmutó el desplante y repuso gallardo. —Mucho gusto señor Rebolledo, estoy para servirlos.

    Molesto con la mirada penetrante que dirigiera a su hija mayor, Rodolfo retacó altanero. —Espero sepa lo que hace señor Gómez. Sin ánimo de molestarlo, este vehículo recibe periódicamente, mantenimiento de expertos y los concesionarios me advirtieron…

    —Por favor papá—intervino ella—el señor Gómez sólo ha ofrecido su ayuda y no es justo el trato que le devuelves—y dirigiéndose a él, inquirió suplicante—por favor Juan Andrés, disculpe a mi papá por su malestar con este imprevisto—y para evitar que él desistiera, se presentó humilde—mi nombre es Juliana, mi hermana Sandra y mi mamá Patricia Lombana—devolvió su guiño y sonrisa coqueta.

    Ese gesto de ruego y el destello de sus ojos glaucos, terminó derritiendo a Juan Andrés que gagueando, apenas dijo—es un placer conocerlas y siento por lo que pasan. Estos imprevistos suelen impacientarnos a todos.

    Y sin disimular para nada su asombro y atracción por Juliana, caminó fascinado hasta el motor y una vez verificó la avería, sin dudarlo un segundo, regresó hasta ellos. asegurándoles convencido. —La verdad es que la unidad electrónica que distribuye chispa a las bujías, acusa una falla severa y necesita recambio. Infortunadamente, se trata de una unidad sellada que no admite ningún tipo de reparación.

    Captando la seguridad del joven, Rodolfo increpó mordaz. —Vaya pues ¿y ahora qué diablos vamos a hacer? pues debo cumplir un compromiso muy importante—golpeó impotente el timón, concluyendo irritado —ya no se puede confiar ni en estos malditos carros modernos. Y para colmo de males, olvidé mi celular. ¿Y qué hacer entonces?—terminó tiritando de ira

    Haciendo caso omiso a su actitud, Juan Andrés repuso amable. —Como dije, a escasos dos kilómetros tenemos un campamento y un taller de reparaciones, donde podemos colaborarles en todo lo necesario.

    — ¿Y qué vamos a lograr allí?—repuso menos altanero Rodolfo

    —Espero que aun se encuentre el ingeniero mecánico quien posee más conocimiento sobre estas averías. Además de teléfonos, herramientas y medios para salir de apuros. Ahora…si usted necesita comunicarse con urgencia, aquí tiene mi celular y puede usarlo a su entera confianza—alargó el aparato al enfurecido señor, quien desestimó su amabilidad y manoteó descortés, rechazando el ofrecimiento.

    Las tres mujeres, manifestaron al unísono su inconformidad. —Pero papá que té pasa…esto es el colmo Rodolfo—remató severa su esposa.

    Ante la actitud de su padre, Juliana no pudo contenerse y concluyó contrita—que vergüenza que usted se tome tantas molestias y respondamos a su gallardía, con grosería—hizo un mohín de niña regañada y pidió suplicante—por favor Juan Andrés…no estamos en condiciones de desechar su gentil ofrecimiento y le ruego con toda humildad, ayudarnos.

    Esta nueva faceta, no exenta de coquetería, para él fue una revelación angelical y pleno de gozo confirmó emocionado. —No se diga más entonces—fue hasta su carro por una cuerda y enganchó los dos vehículos, sugiriendo amable a Rodolfo—para aliviar peso y evitar riesgos innecesarios, le ruego conducir su automóvil y ustedes viajen en mi camioneta.

    Una vez acomodados, Juan Andrés arrancó en marcha lenta y jubiloso por sentarse Juliana a su lado, para romper el hielo, expresó desprevenido. —No se preocupe por la actitud de su padre pues son los hechos que más nos hacen perder la paciencia.

    Aun mortificada, Juliana musitó. —No podemos permitir que papá reaccione así, cuando usted es la persona que menos velas tiene en este entierro. Aparte de su amabilidad ayudándonos

    —Esta es una de las rabietas que últimamente nos dedica papá—intervino impaciente Sandra, que a semejanza de su hermana era poseedora de gran belleza, distinción e igual, insinuó su cuota de coquetería

    —Por favor hijas—intervino su madre—asunto cancelado y no sigamos causando, mala impresión a este joven que tan gentil nos asiste.

    Juan Andrés agregó en tono bromista. —Por mí no se preocupen y consideren mi colaboración, como un premio a la buena suerte y al placer de conocerlas. No todos los días encontramos personas tan distinguidas, agradables y…que chévere, poder servirlas y atenderlas como se merecen—frunció las cejas, sugestivo

    —Bingo—entonaron las tres mujeres riendo la broma y Juliana terminó remordiendo el labio

    —Perdonen mi curiosidad—continuó simpático él—me gustaría saber a dónde se dirigen, pues con la eventualidad presentada, no contarán con vehículo en forma rápida. Si lo desean…me daría gusto llevarlas hasta donde van. Ahora…—repuso bromista—si ustedes no quieren la compañía de este chofer de quien solo conocen su nombre, un trabajador de entera confianza, podría llevarlas libres de…

    Sandra lo interrumpió con una expresión picaresca. —GUA OH a la cordillera en coche, aire acondicionado y música, eso si no estaba en la agenda.

    Para rematar, Juliana irrumpió en tono divertido. — ¡Y gratis y chofer guapo, que tal! Después de esto no se puede pedir más—todas rieron la broma, el rostro de Juan Andrés hecho un tomate

    —Por favor niñas—expresó entre divertida y severa su madre—lanzaditas si no. Que dirá este joven a quien aun no acabamos de conocer—continuaron riendo todos.

    Y cuando más departían alegres, de pronto, Juan Andrés suspiró con deje nostálgico. —Llegamos y confiemos en que el ingeniero mecánico, no haya regresado a Cali—El vigilante de turno abrió la puerta, facilitando el ingreso de los vehículos al interior del patio. Y dando instrucciones de desenganchar su camioneta, solicitó informarle al ingeniero Mauricio del incidente.

    Él por su lado, invitó a la familia Rebolledo a las oficinas, ofreciéndoles refrescos. Las mujeres se inclinaron por jugos y el señor por algo más fuerte. De reojo, Juliana divisó sobre el único escritorio, una placa donde se leía: DIRECTOR y en la pared un diploma con su nombre y título de Ingeniero Civil

    —Discúlpeme joven—prorrumpió Rodolfo en tono conciliador, bebiendo con fruición él vaso de whisky que le sirvió Juan Andrés—no sé que me pasó y se me fueron las luces. Pero es que ya deberíamos estar en una finca en lo alto de la cordillera, donde debo resolver un asunto de suma importancia. De todas maneras, su colaboración ha sido muy valiosa y no sé como agradecerle su gesto de bondad. Especialmente su paciencia—hizo un brindis con su vaso de whisky.

    Juan Andrés iba a responder en el momento que ingresó un joven saludando afable. —Buenas tardes, sean bienvenidos—se fue presentando en orden y al final Juan Andrés inquirió:

    —Aprecio que aun te encuentres aquí Mauricio. Tenemos un caso que requiere de tu pericia

    —Ya fui informado y también hice la evaluación de la avería. Hay que recambiar la pieza dañada pero veo muy difícil que hoy sábado y a esta hora, encontremos almacenes de repuestos abiertos. Y tratar de conseguir una grúa para trasladar el vehículo a Cali, resultaría costoso y poco práctico

    —A ti que se te ocurre Mauricio—inquirió Juan Andrés, sin presumir de autoridad

    —Si lo encuentran acertado, podemos esperar al lunes y traer el repuesto de Cali, quedando en minutos resuelto el asunto

    —Gracias por tu gestión—dijo Juan Andrés—si usted está de acuerdo don Rodolfo, podemos hacer lo que sugiere Mauricio y el lunes temprano, yo traigo el repuesto y su carro estará reparado en la mañana

    —Pero es que ya deberíamos estar en la finca…

    Juan Andrés lo interrumpió, cordial. —Le reitero la invitación que expresé a su familia de llevarlos a donde van. Dada la hora, veo muy difícil encontrar otra solución. Además, no pueden dejar caer la noche dados los peligros que asechan en la cordillera. Y no faltará quien los traiga de regreso

    —En eso tiene razón—repuso Rodolfo—no tenemos otra alternativa que aceptar su gentileza y de nuevo reitero mis disculpas.

    Luego de agradecerle su gestión a Mauricio, se despidieron y depositaron en él, su confianza.

    Ocasión que aprovechó Rodolfo para tomar furtivamente la botella de whisky, aduciendo con desparpajo. —Oiga vea, hay que llevar esta joya de 18 años por sí las moscas—acompañó su faena con sonora carcajada. Las tres mujeres no ocultaron su bochorno con la actitud atrevida de su padre. Más Juan Andrés, lo autorizó con un ademán de manos, desestimando el hecho.

    Superada la confusión, subieron a la camioneta cabinada, con el emblema en las puertas Gómez & Buendía Ingenieros. Rodolfo se ubicó en el asiento delantero y las tres mujeres atrás, celebrando Juan Andrés que Juliana se sentara en el puesto del medio. Por supuesto, sitio ideal para contemplarla a sus anchas a través del espejo retrovisor.

    La presencia de Rodolfo, impedía entablar un diálogo abierto con Juliana, limitándose a preguntas y respuestas informales y cosas intrascendentes.

    La única pregunta que permitió hilvanar un tema, salió de la madre de las chicas. —Según observé, usted es ingeniero civil y ocupa un alto cargo en la compañía constructora que nos atendió generoso

    —Algo hay…—manifestó un poco forzado Juan Andrés y eludió citar, ser fundador y accionista principal de la empresa, limitándose a comentar—la firma en que trabajo, se ha especializado en la construcción de carreteras y estructuras. Entre otras, una que pronto unirá al Valle con el Tolima.

    Halagada con la actitud discreta de Juan Andrés, Juliana captó en su intención, una forma de desestimar su verdadera posición en la empresa, formándose un concepto agradable de él

    —Me imagino, tendrán problemas con la guerrilla que merodea en la zona—terció Rodolfo

    —Más o menos, pero por política de la empresa, preferimos no tocar el tema. En realidad se trata de una obra importante que agilizará el transporte entre estas dos ricas regiones agrícolas. Y si bien, en esa zona se presentan problemas de orden público, hay otros imponderables, comunes en toda obra.

    Rodolfo no perdía detalle de la mirada insistente de Juan Andrés a Juliana por el espejo retrovisor y a ella, corresponderle coqueta. Pero él tenía otros planes para su hija y resolvió cortar por lo sano el atractivo que empezaba a insinuarse en ambos. Y apurando un trago, fue de lleno al grano. —A propósito hija, me olvidé decirte que anoche llamó Alfonso, informándome que anticiparía su regreso y aparte de terminar su especialización, le hacías mucha falta.

    Juan Andrés captó por el espejo, el gesto de disgusto de Juliana a su padre, quien sin dar su brazo a torcer, insistió. —Mi hija está comprometida con un importante profesional de la sociedad caleña y se encuentra adelantando gestiones para radicarse definitivamente en los Estados Unidos.

    Juliana sorprendida con el pretendido ¿título profesional? que aludía su padre, sin ocultar su molestia, lo cortó sofocada. —Por favor papá, estos son asuntos de tratar en casa. Yo no he pensado en matrimonios con nadie y a Juan Andrés no deben interesarle estos temas—contrajo intencionalmente el rostro, segura de que Juan Andrés interpretaría su ademán por el espejo.

    Como si vivieran ensayándolo, así sucedió en efecto y él reconfirmó con un guiño, que había entendido la finta de su padre y su intención de desanimarlo a poner los ojos en ella.

    Y sorprendidos con sus adelantos íntimos que no captó Rodolfo, éste contraatacó con cierto aire sobrador. —Por el contrario. Yo creo que a éste joven le interesa saber a qué personas lleva por estos apartados parajes—soltó sonora carcajada, más fingida que real e hizo caso omiso al reproche de su hija. E ingiriendo un trago, continuó provocador—Él debe saber que una niña tan distinguida como tú, tiene compromisos serios y a Alfonso molestaría, que alguien pensara que eres una mujer disponible. ¿No cree usted joven?—repitió su risotada, más producto del licor que él solo venía consumiendo.

    La intención de Rodolfo de disuadir a Juan Andrés, era demasiado incisiva, más viendo el rostro de enfado de Juliana, hizo caso omiso a las palabras de su padre y asintió con un guiño que ella captó por el espejo. Por fortuna, Patricia con gesto de alivio dio por terminada la discusión, anunciando. —Miren llegamos a la finca El Mirador y están saliendo a recibirnos.

    El sol iba ocultándose en la cima de la Cordillera Occidental y una leve penumbra, invadía el entorno. La inesperada atracción de Juan Andrés por Juliana, era demasiada evidente, pero en el fondo, reconoció afligido que había llegado el momento de despedirse, molesto por no haber tenido oportunidad de quedar a solas con ella y pedirle su número de teléfono. Aunque, tenía la esperanza de hacerlo con el pretexto de entregarles su vehículo.

    Siguiendo indicación del portero, cuadró su camioneta, observando en el jardín de la finca varias mesas ocupadas por personas que sin duda, celebraban una fiesta. Más decidió que para él, había llegado el momento de despedirse. Y disponiéndose a hacerlo, la madre de Juliana tomó del brazo y fue presentando a sus amigas.

    Cruzando su mirada con Rodolfo, Patricia captó en él un gesto furibundo, más se hizo la desentendida y presentó a Juan Andrés a la dueña de casa, ponderando su comedida acción de traerlas hasta la finca. —Rita, tengo el honor de presentarte el Juan Salvador que nos rescató del infortunio y gracias a él, aquí estamos libres y sanas—acompañó su frase con un simpático juego de manos y un guiño, contagiándolos a todos de alegría.

    —Definitivamente, hoy ha sido mi día de elogios y todo, por desempeñar mi papel de boy Scout—respondió Juan Andrés impactado con ese gesto.

    Rodolfo permanecía con un grupo de amigos en el interior de la casa y por su lado Juliana, derrochando encantadora sonrisa, presentó la chica a su lado como hija de Rita. —Yolanda, éste es el paladín a quien debemos la vida por traernos sanas y salvas hasta aquí. ¿No es cierto señor?…—puso en jarras graciosamente y adornada de guiño coquetón, electrizó definitivamente a Juan Andrés.

    Sin disimular para nada su impresión por él, Yolanda cimbró los hombros, divertida. Y él aún turulato con tan insinuante gesto de Juliana, terminó parodiando. —EA pues…ya mi fama coronó la Cordillera Central de Colombia. Nunca antes, mi ego fue acariciado con tanta amabilidad, en tan pocos minutos.

    En medio de la risa franca de todos Juliana continuó en jarras, musitando risueña. —No pues…si hasta Churchill nos resultó el señor—imitó el cimbreó de hombros de Yolanda.

    Sin parar de reír, Yolanda inquirió con su jerga caleña. —Oiga vea…si usted no atiende a su paladín como se merece, aquí estoy yo para hacerme sentir.

    Nuevas risas y sin ocultar su embrollo, Juan Andrés tartamudeando, optó por anunciar su retirada. —Sin duda, es una reunión muy deliciosa, pero debo regresar antes de que cierre la noche e invada la oscuridad. Acuérdense de las restricciones que rigen en esta zona—hizo evidente su desilusión.

    Con tal aseveración Rita frunció el ceño y decidió segura. —No señor…Precisamente, por los peligros que aduces, tu partida en este momento es inconveniente. Tú has sido muy gentil con mis amigas del alma y no quedaría tranquila viéndote partir—en respuesta, él presionó agradecido una mano a Rita y otra a Juliana. Y mirándola instintivamente a sus ojos, ella hizo lo propio con él.

    De manera desprevenida, Juan Andrés le sostuvo la mirada y captando a centímetros el brillo que irradiaban esos hermosos ojos verdes, deslumbrado con tal irradiación, en fracción de segundos, empezó a pincelar el retrato de una mujer esplendorosa. En un primer trazo, delineó obviamente su espectacular rostro de facciones impecables y esos ojos glaucos destellando expresivos guiños de alegría, no exentos de picardía. El artista que perfilara tanta perfección…no podía omitir de ese rostro impactante, el trazo de unos labios sensuales e insinuantes… todo un reto al beso.

    Y sin siquiera parpadear, su pincel continuó delineando su grácil cuerpo, escorado por preciosas piernas que moldeadas coquetamente a su jean, traslucían chispas electrizantes. Derretido con tanto encanto, Juan Andrés debió admitir que ningún hombre, se sustraería de saborear tan deliciosa figura y sólo intentarlo, exigía un desafío heroico.

    Atónito y sin dejar de parpadear, decidió que tal cúmulo de belleza, obligaba a rutilar su grácil melena de castaño claro, ondeando coquetamente sobre sus hombros. Y por ser parte llamativa de su hermoso conjunto, por sí misma irisaba visos destellantes.

    Tanto encanto junto, aparte de recrear, hacía ostensible un culto a la excelencia.

    Y hubiera continuado extasiado en su examen, de no pillarlo el brillo de una mirada soñadora…y ese perturbador titilar de ojos que por poco paraliza. El turno de derrochar júbilo y delinear un retrato suyo, ahora era para ella. Un primer trazo, dejaba al desnudo un apuesto caballero de mirada franca y decidida, plasmando en esos ojos rasgados, un ser leal, franco y des complicado. Aparte de sus facciones agradables que sin ser de los llamados chicos bonitos, exhibían un hombre guapo y atractivo, dueño de arrolladora personalidad.

    Y sin entrar en más detalles…para ella lo que realmente recreaba de él, era esa espontánea coquetería varonil que rubricaba su sonrisa, salpicando alegría a granel, sin evidenciar presunción. En él todo lo encontraba natural y sencillo y en el fondo de su ser, un carácter decidido y viril.

    Asombrados con la intensidad de su examen…por poco, ambos terminan derretidos. Y más, con ese irresistible chispazo que salpicaban sus miradas, insinuando que por lo menos…volaban en cuarta dimensión.

    Y hubieran continuado imanados, si un coro de risas y expresiones jocosas, no los jalona de nuevo a la realidad

    —Caramba…pero que idos andan los angelitos—insinuó Rita, incrementando la oleada de rubor que exhalaban sus rostros, rematando ambos con una tímida sonrisa y tosecita fingida. ¡Tan fingida!…qué todos terminaron riendo, incluidos ellos.

    Para salir del trance, Juan Andrés dijo tartamudeando—bueno yo…bueno nosotros…

    Yolanda lo interrumpió con una de sus ocurrentes salidas, incrementando alegría y risa en el grupo. —Oiga vea, pero que guardadito se lo traían… ¡Qué envidia amiga!—haló cariñosamente un mechón de Juliana y remachó burlona—vuelvo y repito…si usted no aprovecha este príncipe…

    Juliana no ocultó su arrobamiento y se limitó a decir. —No es lo que están pensando. Si he intercambiado tres palabritas con Juan Andrés es mucho. No entiendo sus especulaciones

    — ¿Ah sí? Si eso es apenas con tres palabritas, como será cuando éste asustado y sorprendido galán, le declare su amor—rió entusiasmada Yolanda, dejando turulato a Juan Andrés

    —Por favor—dijo él entrecortado y lleno de estupor—tengo que reconocer que me encuentro frente a la chica más linda y distinguida de Cali, lo cual idealiza mi grata impresión. Y con tanto encanto junto, no puedo negar lo atónito y deslumbrado que vengo. Pero…eso no significa que Juliana coincida con mi apreciación… y bueno…yo…—no pudo controlar el tartamudeó

    —No tienes que dar explicaciones—intervino Rita—a pesar de las bromas, pienso que si alguien hace una hermosa pareja, son ustedes. Y si decidieran conocerse más a fondo, cuentan con el beneplácito de todas nosotras—Juan Andrés agradeció en silencio esas palabras.

    Patricia intervino esta vez, más seria. —La verdad…hemos llegado muy lejos con nuestras bromas y estamos comprometiendo sin ninguna base, el querer y la decisión de mi hija y este caballero que no sabemos, si es casado o comprometido—Juliana en su intimidad agradeció la oportuna intervención de su madre, más no quedó satisfecha con lo que dijo a continuación—además está su compromiso con…

    —Ah…eso sí que no…—Yolanda la cortó, enfática—yo estoy segura que Juliana no tiene interés en ningún compromiso, pues por lo que sé…—viendo la mirada cortante de Patricia se interrumpió y cambió lo que iba a decir—bueno…no quiero presumir de casamentera. Además que mi amiga no necesita promotoras de noviazgos.

    Todos reconocieron, haberse sumergido en un tema complicado y resolvieron cortar por lo sano. Juan Andrés fue el más confundido con la mirada de Patricia a Yolanda.

    Para romper el hielo, Rita retomó el diálogo. —Decíamos que, éste joven no puede regresar a Cali a esta hora. Así que vamos a prepararle su estadía por esta noche

    —Por favor Rita—incierto con el giro que tomaban las cosas, Juan Andrés suplicó—insisto en que debo regresar. Ustedes tienen compromisos y visitantes y yo no quiero aparecer pesado. Además, confiemos en que nada me va a pasar.—Juliana percibió el malestar de Juan Andrés y quedó tensa

    — ¿Acaso te espera tu novia?—soltó la bomba Rita. Más la confusión de Juliana y Juan Andrés con la actitud de Patricia, la instó a insinuar amable—no te preocupes que una vez termine la reunión, cada uno se irá para su respectiva finca—señaló unas luces en la ladera.

    Juliana imploró al cielo que no fuera cierta la alusión de Rita, conminándolo a él en tonito regañón. —Atiende a Rita que las únicas en pernoctar aquí, seremos nosotras y por supuesto tú…si prefieres quedarte ¿o acaso la pregunta de Rita sí tiene qué?…—impulsada por su intuición, Juliana prefirió cortar y atrapando la mano de Juan Andrés con dulzura, los dejó a todos expectantes.

    Turulato con la caricia, él apenas susurró. —Yo no tengo…—y salvo su titilar de ojos, no dijo más. Por fortuna, ella entendió el mensaje y no hizo el intento de separar sus manos, presa de perturbadora sacudida en su estructura molecular. Y Juan Andrés cautivo de tan dulce sensación, aceptó quedarse, frunciendo el ceño con un gesto acariciador que trasportó a Juliana.

    Sin soltar sus manos, se aceleró inusitadamente el ritmo cardíaco en ambos, percibiendo que algo esplendoroso acababa de nacer. E inmersos en el asombro total, en segundos se sintieron encadenados a un destino jamás imaginado. Lo singular es que, no sólo ellos habían captado tan inesperado suceso, sino también, las improvisadas porristas que contagiadas de dulce sensación, guardaron respetuoso silencio.

    A pesar del júbilo gigante de su hija, de surgir algo entre ellos, Patricia no ocultó preocupación por los sucesos que sin duda se desencadenarían. Pero aun así, de darse cualquier imposición de su marido, estaba dispuesta a precaverla y solidarizarse con ella.

    Para romper el hielo, Yolanda tomó de la mano a Juliana, exclamando entusiasta—bueno señoras, ustedes a unirse a su clan que nosotros nos debemos a la fiesta—e igual hizo Sandra con Juan Andrés

    —Eso está muy bien—terció Rita—pero primero a instalar a este caballero en su cuarto y de allí sí a divertirse—y sin dudarlo más, disolvieron el grupo, siguiendo los cuatro a cumplir la orden.

    Alistando el cuarto para Juan Andrés, las tres amigas pasaron haciendo bromas, contagiándolo a él.

    Por su lado las dos mamás, antes de enfrascarse en la conversación que traían en remojo, Patricia adujo con inmensa satisfacción. — ¿Viste la alegría de mi hija y la de ese muchacho?

    —Pues claro—remató eufórica Rita—yo creo que hasta en la finca vecina notaron la forma de contemplarse ese par. Parece que se conocieran de siempre y esta noche se reunieron a consolidar su amor. ¿Captaste su actitud explosiva explorándose el uno al otro? lo cual más parecía una muda declaración de amor, a la cual sólo faltó el sonido

    —La verdad es que nunca había visto a mi hija tan entusiasta y asombrada. Ese muchacho sin mayor esfuerzo se metió de lleno en su corazón. Sí me preocupa, la reacción de Rodolfo cuando se entere de este suceso. Ojalá que esta noche no le dé por sacar sus narices al sereno

    —A propósito—inquirió Rita—como es eso de que Rodolfo ande tan empeñado en comprometer a Juliana con él hijo de Ricardo Prieto. Para nadie es un secreto las cosas que se comentan de ambos. Especialmente de Ricardo

    —Ay no me hagas preocupar—la cortó Patricia—ella nunca ha podido congeniar con Alfonso y no disimula el fastidio que le produce su presencia. Aunque…apenas si se han tratado en dos ocasiones. Gracias a Dios resolvió irse a Estados Unidos y ojalá se quedara por allá

    —Tú si crees la presunción de Ángela y su tonito sobrador ¿de qué viajó tras una especialización?

    —Bah…no creo en nada de eso. Según mis hijas, escasamente, Alfonso terminó su bachillerato y vive a expensas de la mesada de su padre. Y aunque mí no me consta, de la influencia de su madre

    — ¿Entonces, por qué ese desaforado interés en pretender casar a Juliana con un individuo tan poco recomendable? Si algo tengo claro, es la devoción que siempre le dispensa Rodolfo a su hija—aseveró Rita—y no puedo olvidar que a todo instante vive pendiente de ella y desde bebita, no permite que ni siquiera se la miren de reojo

    —Para que vayas viendo la magnitud del problema

    —Realmente, no puedo entender que pasó para ese cambio tan protuberante en él

    — ¡Si supieras lo que nos está sucediendo, te irías de espaldas!—continuó crispada Patricia—yo no sé si contártelo…pero necesito hablar con alguien o terminaré enloqueciendo. Siempre hemos sido discretas en nuestros asuntos íntimos, pero antes de empezar este rollo, vamos por dos tragos fuertes porque de lo contrario no lo resistiríamos.

    Un mesero que pasó cerca, les brindó la solución y una vez a solas, acomodadas en su banca <> saborearon sus tragos y Patricia abrió el diálogo, hablando a sus anchas. —Como te decía…el asunto comenzó cuando a Rodolfo se le disparó la ansiedad por el juego y la bebida. Al principio no notamos nada raro, pero cuando menos pensamos, sus vicios degeneraron en ansiedad compulsiva.

    Rita presionó comprensiva la mano de Patricia y saboreando el trago, dijo alegre. —Salud y serénate amiga

    — ¡Sí que caray! a pesar de las dificultades, he enfrentado mis cuitas con prudencia, dignidad y no sé de donde saco fuerzas de flaqueza—devolvió el apretón de manos de su amiga—lo que realmente me preocupa, son las niñas que deben soportar, fuertes disputas con mi marido y por más que trato de soslayar la terrible realidad, ya no encuentro que decirles. Aunque tengo la certeza de que ellas lo saben y no me comentan nada, para no preocuparme

    —Dime que hay en el trasfondo y qué tiene que ver Ricardo Prieto en todo esto—se timbró dubitativa, Rita

    —Mucho…mucho más de lo que te imaginas—crispó sus manos Patricia—todo este drama, tiene unos costos económicos inmensos y para agravar las cosas, los recursos de Rodolfo se extinguieron prácticamente con la crisis. El asunto es que él tiene, no sé qué enredos con Ricardo y para éste, mi marido le representa una ficha en sus negocios, manipulándolo a su antojo

    —La incierta crisis que en muchos, ha hecho estragos—repuso impaciente Rita

    —El caso, es que a mí nunca me cuenta nada y siempre elude la conversación, terminando enfrascados en acaloradas discusiones

    — ¿Y le has hecho ver su terrible error?

    —Ya no sé qué hacer Rita… Lo he intentado todo y si Rodolfo no se aviene a un cambio radical, pensando en mis hijas, he considerado muy seriamente una separación. Acuérdate que Juliana termina estudios y una vez se gradúe, la influencia de su padre no es la más conveniente

    —Nunca pensé que convivieras con en este drama y la verdad, eres muy valiente manejándolo con tanta dignidad, aparte de que lo ocultas muy bien. Lo importante es seguir conservando la serenidad y tengas a mano, soluciones prácticas

    — ¡Qué no he intentado!—exclamó impotente Patricia—hemos acudido a ayuda profesional, a instituciones como Fundar y AA, al padre Montoya y desde que lo descubrí en sus andanzas, no ceso de orar un solo minuto.

    — ¡Oh amiga cuanto lo siento!

    —No te imaginas lo que me toca inventar para que mis hijas no se enteren de toda la verdad

    — ¿Y ellas no han tocado el tema con su padre?

    —Ellas le tienen pavor y temiendo enfrentarnos a una verdad amarga, evitamos abordar el tema. Pobrecitas…no es justo que tengan que convivir con esto. Pero eso no es todo, hay algo que me tiene muy indignada y…—debió cortar su relato porque en ese momento dos vehículos, entre ellos uno blindado, hacían su ingreso al patio de la finca

    —Y hablando del rey de Roma, mira quien llegó—inquirió Rita, conmovida con la expresión de pánico de su amiga—mejor cortemos aquí y luego me acabas de contar tus vicisitudes. Tenemos que precaver a tu hija para que Ricardo no vaya a notar su afinidad por Juan Andrés. Ve y avísales, que yo me encargo de distraerlo a él. Menos mal, no vino la pesada de Ángela.

    Mientras ellas cumplían su misión, desde el interior de la casa tronó la voz de Rodolfo festejando la llegada de Ricardo. —Creímos que ya no vendrías—arreció zalamero en medio de fingidas carcajadas y empalagoso, pasó a abrazarlo—sólo faltas tú para completar la barra. Adentro está todo dispuesto para la gran partida que esta noche, promete ser un clásico—y apoyándose él uno en él otro siguieron hacia el corredor de la casa.

    Instante en que irrumpió Rita y saludó circunspecta, al nuevo visitante. —Hola Ricardo, veo que llegaste sin novedad. Acuérdate de los peligros que rondan en la región…aunque para ti—adujo con velada ironía—los riesgos se suavizan con ese equipo de escuderos que no te despintan.

    Ricardo tomó como un cumplido la frase y agregó con aire de superioridad. —Lo que pasa es que el mico sabe a qué palo trepa—coreó el apunte con una carcajada.

    Rita no se quedó atrás y puso su cuota de ironía rematando burlona. —Él que no sabe que mico se le va a trepar es el palo

    —Ja ja que graciosa—replicó éste, sobrador.

    Los demás invitados se sumaron zalameros a saludarlo y Rita fastidiada, aprovechó la ocasión para escabullirse e ir en busca de los muchachos.

    En otro lugar del patio, Juliana y Juan Andrés departían con un grupo de amigos y apartándola, su madre le dijo. —Ven hija que alguien quiere saludarte—más viendo el gesto de alerta de Juan Andrés, agregó festiva. —Quédese tranquilo Joven que no le demoraré más de un minuto su pareja…de baile

    Sin más remedio, él asintió con un gesto de resignación. Rita por su lado, tomándolo del brazo con divertida audacia, empujó a salir, sembrando en el grupo curiosidad. —Yo también les robaré unos minutos, este apuesto galán

    — ¡Pero qué tal!—exclamó guasona, una de las chicas—aquí la que menos corre vuela. ¿Cuidadito con la oscuridad no?—su ocurrencia terminó haciendo reír a todo el grupo

    Rita les increpó, más que divertida, regañona. —Hola que pasó con el respeto. Qué pensará este joven con sus bromitas—y alejándose con Juan Andrés del grupo, éste concluyó sonriente:

    —No se preocupe señora. La juventud de ahora actúa desprevenida y no pone malicia en sus bromas. Más es la mala sangre que nos hacemos nosotros

    —Qué me dices a mí que estoy acostumbrada a sus chanzas y a otras perlitas. Especialmente a ese vocabulario desabrochado que usan los jóvenes de ahora. Si las oyeras contando sus aventuras y travesuras, quedarías pasmado con las cosas que se cruzan

    —Ajá, personalmente vivo en carne propia este mare mágnum juvenil. Yo también tengo una hermana de la edad de su hija y me toca oír un enjambre de dichos y expresiones subidas de tono. Lo curioso es que lo hacen hasta por teléfono sin importar la presencia de personas mayores y aun de niños

    —Lo cruel Juan Andrés, es que no se dan por enteradas

    —Algo no está funcionando en la educación y no es sólo el deterioro del lenguaje. ¿Pero sabe una cosa Rita? A esos muchachos sólo los mueve el deseo de divertirse y todo lo hacen desprevenidos. En la mayoría de ellos, está ausente la mala intención e hipocresía

    —Es cierto, pero a ratos se vuelven fastidiosos

    —Aun así, mi madre dice que ella prefiere la franqueza de los muchachos de ahora, que la influencia solapada que ellas recibieron

    —Tu madre tiene razón y estoy de acuerdo con ella, porque a mí también me tocaron las

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