Críticas
Cruella
Cruella (EE. UU., 2021, 134 min.). Dir.: Craig Gillespie. Int.: Emma Stone, Emma Thompson, Mark Strong, Paul Walter Hauser, Kirby Howell-Baptiste, Emily Beecham, Joel Fry. COMEDIA.
¿ Puede convertirse una villana de Disney en un icono contracultural? Es lo que ha intentado hacer Craig Gillespie con Cruella de Vil a través de este spinoff que eleva a la categoría de musa punk a un personaje que, antes de convertirse en la pérfida archienemiga de los dálmatas, tenía un objetivo muy claro: matar al padre –o en este caso a la madre– y acabar con la dictadura de lo viejo, de las estructuras tradicionales a través de la anarquía y el grito de ‘No hay futuro’ que popularizaron los Sex Pistols.
En realidad, Cruella no se diferencia mucho del Joker en su psicopatía y su amor por el caos. Son dos seres inadaptados y solos que se esconden tras un disfraz que les permite ser libres y, cada uno a su manera, romper con los cimientos del sistema.
Yo, Cruella. Gillespie ha demostrado como director ser un especialista en personajes que se mueven entre el desarraigo y la locura, y aplica un procedimiento similar al que practicó en Lars y una chica de verdad (2007) o Yo, Tonya (2017) para la construcción del personaje de Cruella. A través de una voz en off y una delicada banda sonora de Nicholas Britell conectaremos con su pasado, con sus carencias y su parte inocente para poco a poco ir desembocando en una catarsis a ritmo de constante performance irreverente. El resultado es una suntuosa y barroca película con espíritu gamberro en la que cada secuencia se coreografía alrededor de una espiral de exceso en la que suena una mixtape arrolladora alrededor de canciones de Blondie, Electric Light Orchestra, Deep Purple o The Stooges.
Cruella contiene un delicioso espíritu juvenil y rabioso que bascula entre el relato picaresco dickensiano y la fábula envenenada con referencias (obvias, pero de gran contundencia expresiva) que nos llevan de (D. Frankel, 2006) a la imaginería visual de los años 70 y el espíritu de desacralización de la moda que promulgaron Vivienne Westwood o Alexander McQueen. Tiene algo de grito de rebeldía dentro del y, aunque sepamos que todo producto de estas características esconde un cálculo milimétrico detrás de cada imagen, sin necesidad
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