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Las dos caras del diablo
Las dos caras del diablo
Las dos caras del diablo
Libro electrónico194 páginas2 horas

Las dos caras del diablo

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Información de este libro electrónico

En "Las dos caras del Diablo", se especifica todo el compromiso de ser en la ambición de existir en Bienestar nato del ser humano, que nos atestigua ante Dios mismo en todo momento. Como puede ser hoy como puede ser mañana, pero nuestro existir se basa siempre a colaborar en la vida que Dios nos dió.

C. Nazareth como Apóstol de Dios, desci

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento31 may 2020
ISBN9781640865501
Las dos caras del diablo
Autor

C. Nazareth

C. Nazareth como Apóstol De Dios tiene una tarea grande, que es: el enseñar al Mundo acerca de Dios y sus designios para un mejor vivir en la Tierra.

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    Las dos caras del diablo - C. Nazareth

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    Las

    dos caras

    del Diablo

    C. NAZARETH

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todas las imágenes fueron proporcionadas por el autor, quien es el único responsable sobre los derechos de las mismas.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 C. Nazareth

    ISBN Paperback: 978-1-64086-549-5

    ISBN eBook: 978-1-64086-550-1

    ÍNDICE

    Introducción

    Agradecimiento

    Capítulo 1

    ¿Quién es el diablo?

    Capítulo 2

    ¿Cómo trabaja el diablo?

    Capítulo 3

    ¿Cómo son el mal y el infierno?

    Capítulo 4

    El diablo por los aires

    Capítulo 5

    El diablo en potencia de Dios

    Capítulo 6

    La fase del diablo

    Capítulo 7

    La metódica del mal

    Capítulo 8

    Más vale ser bueno que malo

    Capítulo 9

    Dios castiga al diablo

    Capítulo 10

    El diablo en las galaxias

    Capítulo 11

    El diablo en poder

    Capítulo 12

    Enigmas del mal

    Capítulo 13

    Mentes Maravillosas

    Capítulo 14

    La contingencia del diablo

    Capítulo 15

    El resplandor del cielo

    Capítulo 17

    La cruz en victoria

    Capítulo 17

    El diablo en las alturas

    Capítulo 18

    Cómo ganarle al diablo en la vida

    Capítulo 19

    Se termina el diablo en ti

    Introducción

    Lo que estás por leer, es una revelación de Dios para ayudar al mundo entero con sus seres vivientes en resonancia divina. Es imprescindible dar a conocer el concepto y proceder del mal, para nunca darle lugar en nuestras vidas. Empecemos dando formatos continuos de quién es verdaderamente el diablo en relevancia y conocimiento, para que te sea más fácil comprender su labor aquí en la Tierra con sus habitantes; sin duda te quedarás sorprendido, porque todavía existe una gran polémica que interfiere con la vida de las personas. Al darlo a conocer, Dios se asegura de que ya no exista ese diluto patrimonial de igualdad con él, ya que esto conlleva a una vida insoluble e irracional, la cual ya no da caso a su lugar, porque Dios comienza el fin del mundo.

    El diablo siempre acecha con el mal y pone ese miedo que no te deja avanzar en la vida; y la vida siempre es de bienestar continuo para un mejor vivir. Sintiendo tú plenitud y felicidad, serás menos propenso a vivir en tentación y pecado. En este libro se te da a conocer la ayuda necesaria para sacar al diablo de tu vida y quizás, hasta te dará risa el saber que alguien como él trata de asustarte e incluso hasta decirte cómo llevar tu vida.

    Una persona buena, digna y fluvial jamás le tendrá miedo al diablo, porque siempre caminará con la frente en alto, saliendo adelante sobre toda arbitrariedad desleal a la vida, pero sobre todo ante Dios.

    Sé inolvidable con atribuciones dignas, gratas y elegantes, para que te lleves algo antes de partir y se lo entregues a Dios con una sonrisa en tu rostro, por haber cumplido en la docencia del bienestar.

    Agradecimiento

    Agradezco a Dios infinitamente… razonando con decor a su altura, sobrellevando las circunstancias de la vida en una forma diferente a todo ser humano, por ser partidaria de su dominio intelectual, el cual empieza por ser una verdadera alma buena, patrocinada desde hace mucho tiempo desde el cielo y sus destellos; mas si en mí solo existe Dios, solo en Él quiero existir, porque me domina su ambición en rescatar a esas almas que Dios todavía no quiere olvidar. Las almas que Dios no olvida, son aquellas que no conocen un mundo bueno, por fluir en un ambiente diferente; y las comprendo, porque tengo el sentir de Dios en misericordia y siempre doy relevancia en todo dominio del bien, rescatando junto con Dios los sentires divinos en cada alma olvidada; pero para Dios todavía existen, Él las creó y jamás las abandonará.

    También le doy gracias a Dios por haber compartido su ser y su vida para yo poder escribir este libro, para conciencia humana y porvenir, en estos últimos tiempos de la Tierra donde se emprende un decidir constante y significativo en cada uno de nosotros. Mas si aún alguno de ustedes toma una decisión que no esté de acuerdo a la galantería de la vida en general, se suscitará una especie de angustia que solo Dios podrá quitar. Sin más por el momento, ponemos a tu alcance la virtud del saber que te dejará una esperanza para ser un alma de Dios completa.

    Capítulo 1

    ¿Quién es el diablo?

    Érase una vez, en algún lugar del cielo, una base potente al servicio de Dios; también la más importante, porque ahí se encontraba la matriz del proceso angelical y de todo lo que existe en los planetas subsidiados por Dios. De ahí se tomaba todo lo necesario cuando Dios así lo disponía, para mejoramiento de sus seres angelicales y de todo su reino en mortandad, como: Esferas de poder, potencia, valor, inteligencia y demás…

    Esta base se distinguía por ser perfecta y exacta, y siempre en armonía y dedicación por ser la matriz de todo movimiento poderoso de Dios; y Dios confiaba plenamente en sus hijos angelicales interplanetarios, quienes la administraban y sostenían. Mas nadie de los que ahí laboraban, sabía quién era el más astuto, perfecto y sumamente inteligente, que sobrellevaba las cosas casi sin ayuda de los demás, ya que en conjunto, todos hacían su parte.

    Este individuo, como mayordomo principal de ese lugar, lo ponía en orden y lo llevaba a Dios, pero siempre lo dejaba en una mesa y salía muy rápidamente. Todo parecía muy normal hasta que un día, este mayordomo angelical pidió unas vacaciones y los otros ángeles estuvieron al margen del trabajo por presentar; con la novedad de que el trabajo no llegaba a tiempo como solía, y cuando llegaba, no era con la veracidad acostumbrada ni con los resultados eficaces acostumbrados.

    Fue ahí cuando Dios hizo un conteo especial de suministro angelical y descubrió quién era el que suministraba más de lo normal en los trabajos asignados, e hizo un conteo de identidad generativa en todos los que ahí laboraban, pero faltaba uno y lo mandaron llamar.

    Este individuo tuvo miedo al presentarse, porque sabía de antemano quién era en realidad, por todo lo que había robado. Fue y se presentó, e hizo como si no pasara nada, pero sabio es Dios, que en cuanto lo vio, reconoció lo que había extra, extra, extra, dentro de él en potencia sobrenatural y hasta milagrosa (para asombro de Dios) y le dijo:

    —¡Pensaste que no me iba a dar cuenta de tu inteligencia magnificada con extra-magnitud en infinito poder! ¡Por qué lo tomaste sin mi consentimiento? ¡Qué escondes detrás de tu ser? ¡Quien oculta las cosas delante de mí, se condena!

    —¡Por qué te molesta que yo sea más inteligente y capaz que los demás, si aquí te sirvo? —argumentó muy molesto el aún ángel, pero ya con su cara negra de coraje.

    —¡Porque defraudaste mi confianza sublime en tu ser! ¡Dime la razón de inmediato! —le exigió Dios y le llamó por su nombre.

    —Tú me creaste, a ti te debo lo que soy, pero ¡yo nunca fui feliz con lo que tú pusiste en mí! Siempre quise más, ¡pero me dio hastío el pedírtelo! No obstante, lo que he tomado a escondidas tuyas aquí está, delante de ti, y fue para todo este trabajo tuyo... ¡Mas lo que hay en mí, en mí se queda! ¡No me gusta ser como los demás insípidos! ¡Quiero ser más que todos, como nadie lo ha sido! Y si te parece, puedo seguir sirviendo en más poder y conocimiento, porque creo que lo que tengo en mí, es muy inferior a quien yo verdaderamente soy ¡y te exijo más, más y más cada día, porque me ahoga seguir siendo alguien quien yo ya no soy y seguir haciendo lo mismo! ¡Ya no lo soporto! y si no, ¡me iré! —gritó a toda voz, ya con la cara roja de coraje.

    Dios, al ver su reacción, le contestó:

    —¡Conmigo has estado y conmigo te quedarás! porque yo te hice y en estos momentos, ¡me debes todo lo que eres! No me agravia el que desees ser más, sino la forma en cómo me lo dices y los motivos que me das, tan desgraciados, en dimensión errónea a tu ser. ¡De dónde sacaste todo eso en ti? ¡A dónde más pensabas irte?... Me preocupa tu pesar y desánimo, hijo. —Le llamó Dios por su nombre y trató de acercarse, pero él eludió el movimiento y se hizo para atrás; Dios continuó—-: En ti hay respuestas inadecuadas e ingratas para tu ser que no esperaba. ¡Ya no veo en ti ningún voltaje en sustancia varonil de suministro angelical! Si por algún motivo ya no te sientes a gusto siendo tú y en tu lugar, ¿quién contendrá a tu corazón vasco y adolorido? A lo que voy es a lo siguiente… si en ti hay disgusto, ¿qué hubiese pasado si no te atrapo? ¡Quizás sin mí te quedarías!, porque te veo muy angustiado por mi poder, ¿o me equivoco? ¡Creo que no!—afirmó Dios y le llamó por su nombre—. ¡Así que te obligo a que seas el mismo de siempre y cumplas con tus obligaciones! Aquí todos colaboran en sus tareas y convivimos con lo que yo dispongo; si aún te atreves a seguir siendo infeliz, ¡te castigaré hasta que yo decida! Tú, hijo, perteneces a mi ser, tienes mis genes en potencia de mayordomía, ¡pero hasta ahí llegan por el momento!—le llamó por su nombre—. Si tu actitud hubiese sido digna, quizás me habrías convencido de acceder en voluntad propia, y en su momento, a decidir algún cambio en ti, ¡pero tu actitud fue muy elocuente para mí, en diversidad anímica detestable! Así no te concedo nada; mis genes valen mucho y aun así te atreves a renegar de ellos en cantidad y estímulo potencial… ¡Eso es imperdonable! Por lo pronto, te puedes ir de esa área y reporta tu estadía todos los días con Berenice; ya veré después qué hacer contigo.

    Cuando éste individuo salió de ahí, se le cayó una mano por haberle faltado a Dios y su cara se le hizo roja púrpura por el coraje que sintió; asustado por lo que le ocurrió, salió corriendo, riéndose a carcajadas con cinismo, en vez de haber salido de ahí mostrando arrepentimiento por haber dañado el corazón de Dios en decepción y tristeza; todo por sus deseos imprevistos de poder en vana gloria malévola. Su actitud alertó a Dios y mejor lo puso en cadenas. Al tiempo, Dios se fijó que éste individuo seguía capacitándose en unos libros que él mismo había pedido leer; libros exclusivos que leía y leía hasta aprendérselos de memoria. Hasta que un día lo mandaron llamar y Dios habló con él:

    —Ya pasó un buen tiempo desde la última vez que nos vimos, ¿cuál es tu pensar ahora?

    Este individuo le contestó en tono fuerte de voz:

    —¡Todo este tiempo lo aproveché y estudié para largarme de aquí con el conocimiento adquirido… y tu poder! Gracias, pero yo aquí ya no quepo por un simple motivo: mi poderío nivelado con tu ser y tu gloria. Ahora yo vivo en un saber de todo lo que tú sabes en infinito y espacio angelical, con fuerza ancestral, galáctica y misteriosa, que me dice todo de tu ser y de lo que existe, en superficie global dinámica y estrategia infinita. Si tú me destruyes, mi ser procrearía una nueva dimensión aun después de muerto, porque leí en tus libros que la muerte conlleva a un ciclo expresivo, congruente y relativo en donde se va y se vive más allá de la existencia, aún también en espacio torrente diferencial de cortejo infalible. Esto significa que yo, aun ya no existiendo en totalidad, viviría en la originalidad sustancial de la vida que tuve, no diseñada en ser sino en espacio, donde se encuentra lo último que fue de uno. Por lo tanto, si me muero, aún existiré en germen desvalido, congénito, subterráneo, viral y explosivo, que siempre estará derramado en superficie colosal infinita, filtrada en tamaño diminuto espacial y de todo tipo. —Y el muy descarado hasta hizo una pregunta—: Existe una palabra para todo esto, pero no está mencionada en esos libros, la cual describe mi ser en especie ¡muy lejos de aquí y ya en mí! ¡Cuál es, si me lo puedes decir? —preguntó en un tono de voz muy fuerte.

    —¡Es ser diablo! —le contestó Dios.

    Cuando éste individuo escuchó esa palabra, todo su ser se volvió rojo, sus vestiduras se volvieron rojas púrpura y le salieron llamas de fuego por todo su ser… Después de pasarle eso, gritó en voz fuerte:

    —¡Soy Diablo, soy Diablo! ¡Por fin, por fin…! —y con voz maléfica, empezó a carcajearse hasta quedar tirado en el piso. Después se levantó y le dijo a Dios—: ¡Me voy!, pero después vendré por tu Reino y lo pondré en otra parte, en donde nadie me ordene ni me reclame nada; porque ahora yo soy grande, tanto o más que tú, pero eso lo comprobaré… paso a paso y en muy poco tiempo, porque tengo en mí tu desolación de corazón, y también esa es mi fuerza, porque tú eres Dios amor, y yo no, ¡a mí no me importa!

    Dios le contestó:

    —A caballo potro, espiga forzada; si tu bien es el mal, ve por él y atáscate, mas si regresas empollado te daré unas más grandes, porque en tu lindura se atascarán. Si para ese tiempo ya no eres potro sino caballo, entonces dirás en tu corazón: "Ah, qué cabezudo y tonto fui, porque de potro me tuve que ir a caballo, mas tú siendo Dios a cabalgadura me llevarás, porque en mí no llevo un alma sagaz, ni mucho menos hermosura con antifaz. ¡Ay de mí y mi guarnición! porque no tomaré nada

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