El Nuevo Testamento es una lectura que predica un mensaje de amor entre los seres humanos… pero también puede ser leído como una crónica de auténticos relatos de terror… Casi un tercio de los cuatro Evangelios que lo integran se dedican a describir los milagros realizados por Jesús de Nazaret. Entre estos milagros atribuidos al Nazareno llaman la atención los exorcismos: acciones taumatúrgicas sobre hombres y mujeres que creen estar poseídos por demonios con el fin de ser liberados. En aquellos tiempos, se creía que espíritus malignos podían adueñarse de la voluntad de una persona. La ciencia médica atribuye estas manifestaciones a desequilibrios mentales no diagnosticados: desde ataques epilépticos hasta brotes psicóticos. No obstante, para cientos de millones de creyentes en todo el mundo, estos pasajes de los Evangelios describen la auténtica lucha entre el Hijo de Dios y el Señor de las Tinieblas…
¿EXPULSANDO DEMONIOS… O SANANDO ENFERMOS?
La identificación de las posesiones demoníacas con problemas mentales no diagnosticados no es algo que se haya descubierto en tiempos recientes. Ya en los primeros siglos de nuestra época, hubo opiniones autorizadas que se manifestaron en contra de la creencia en intervenciones diabólicas. Tenemos constancia de ello a través de testimonios como el de (184-253), considerado uno de los padres de la Iglesia quien –en sus escritos compilados en la enciclopédica por (1800-1875)– se lamenta precisamente del escepticismo y falta de fe manifestada por los “médicos paganos” de entonces ante estas intervenciones preternaturales. Así pues, en tiempos pasados ya existía una visión