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Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual?
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual?
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual?
Libro electrónico257 páginas4 horas

Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual?

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Es Jesucristo quien mueve la historia de este mundo. Nuestro Señor vino al mundo para salvar a todos los humanos de los pecados del mundo, y se ha convertido en el pan de la nueva vida para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, para darnos nueva vida a los que estábamos destinados al infierno por nuestros pecados, nuestro Señor vino a buscarnos.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento26 sept 2018
ISBN9788928215454
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual?

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    Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (II) - ¿Cuál Es La Fe Espiritual? - Paul C. Jong

    ¿Cuál es la fe espiritual?

    ¿Cuál es la fe espiritual? Es la fe que permite que nuestras almas sean salvadas del pecado. Nuestras almas reciben la salvación de todos los pecados por fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. La función de la Palabra de la Biblia en nuestras vidas es como una brújula que guía a un barco en el océano inmenso. Todos los libros de la Biblia se centran en la salvación de los creyentes que Jesucristo completó al venir al mundo, tomar todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, derramar Su sangre en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Así que la Biblia habla del nacimiento de Juan el Bautista y de lo indispensable que fue este ministerio antes del inicio del ministerio de Jesús que cumplió toda la justicia de Dios.

    ¿Cómo se concentran en la obra espiritual con la que Dios salvó a los pecadores? La cuestión es si entienden que Jesús vino al mundo para cargar con nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. Deben saber que Dios preparó Su obra de la justicia al enviar a Juan el Bautista primero. El Señor preparó a Juan el Bautista porque quiso cumplir nuestra salvación con Su justicia.

    Debemos conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos saber por qué Jesús tuvo que venir al mundo a través del cuerpo de la Virgen María. Debemos saber también por qué Juan el Bautista nació seis meses antes que Jesús, y que Jesús tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista.

    Podrán saber que la salvación que cumplió la justicia de Dios se conoce a través del Evangelio del agua y el Espíritu.

    SERMÓN 1

    Miren de cerca la fe

    de María

    < Lucas 1:26-38 >

    Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia».

    Hermanos y hermanas, vamos a mirar de más cerca la fe de María a través del pasaje de las Escrituras de hoy. Aunque María no entendió el mensaje del ángel, negó sus pensamientos humanos y aceptó el mensaje de Dios. Así es como debemos participar en el ministerio de Dios al seguir al Hijo de Dios obedeciendo la Palabra de Dios.

    ¿Qué tipo de fe es la fe correcta en Dios? Empieza al creer en la Palabra de Dios y acaba dando frutos espirituales por fe en la justicia de Dios. Así que debemos empezar a aceptar la Palabra de Dios y a obedecerla. Podemos alcanzar la justicia de Dios al creer en lo que Dios llama Verdad. Esto significa alcanzar la justicia de Dios aceptando la Palabra de Dios y obedecerla. Sin creer en la justicia de Dios no se puede tener la fe correcta. La fe en visiones y en lenguas no es la verdadera fe. Dios le dijo a María que la fe verdadera es la fe que lleva a Su justicia. Cuando vemos que María aceptó la Palabra de Dios, podemos adivinar cómo era su fe.

    María era virgen en aquel entonces. Estaba prometida a un hombre llamado José. De repente un ángel se le apareció con la Palabra de Dios como está escrito: «¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 28-32).

    María escuchó la Palabra de Dios a través del ángel. Pero dudó. El mensaje del ángel de Dios era demasiado difícil de creer para María. El ángel entró en su casa y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 29-33).

    Cuando escuchó que Jesucristo nacería de ella, se quedó sin habla en vez de sorprendida. Le pareció un tanto increíble que una virgen estuviese en cinta, y todavía más que le fuera a pasar a ella. Desde un punto de vista humano, era una mujer fértil, pero que no podía concebir porque no había conocido varón. El ángel le dijo que su parienta Isabel, que era estéril, había concebido un hijo por el poder de la Palabra de Dios, y que con Dios nada es imposible. Entonces se negó a sí misma y aceptó la voluntad de Dios diciendo: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra».

    De la misma manera nosotros elegimos que la palabra del Evangelio del agua y el Espíritu elimine todos los pecados de los pecadores aunque nuestros pensamientos se resistan a la idea de que los pecados pueden eliminarse de una sola vez. Nosotros podemos nacer de nuevo cuando dejamos de lado nuestros prejuicios y estereotipos y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu a través del Jesucristo.

    Hermanos y hermanas, la fe en la justicia de Dios viene por la Palabra de Dios después de negar nuestros pensamientos humanos, nuestras dudas y prejuicios. Podemos aceptarla al obedecer la Palabra de Dios de justicia. Como el poder del Altísimo cumple la voluntad de Dios, nos convertimos en hijos de Dios por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu que limpia nuestros pecados. Hermanos y hermanas, para tener fe en la justicia de Dios, debemos dejar de lado nuestros pensamientos humanos y alejarnos de ellos. Como pueden ver en el pasaje de hoy, María abandonó sus pensamientos humanos y aceptó la voluntad de Dios en su corazón. Cuando aceptó y confesó su fe diciendo: «Hágase en mí según tu palabra», el niño Jesús fue concebido en su vientre y más tarde nació en este mundo.

    María no podría haber aceptado la Palabra de Dios con sus propios pensamientos, pero se negó a sí misma y obedeció la Palabra. Esta es la fe en la justicia de Dios, por la que podemos tener a Jesús en nuestros corazones. Estamos agradecidos ante la Palabra de Dios porque Jesús vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Quién puede concebir al niño Jesús en su corazón? Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y creen que la Palabra de Dios se cumplirá completamente, y no los que creen según sus propios pensamientos.

    Debemos volver a examinar nuestra fe

    ¿Qué es la fe verdadera? Les digo una vez más que es algo que se puede conseguir negando nuestros pensamientos humanos. Se consigue aceptando la Palabra de Dios con un corazón obediente. Así podemos recibir la verdadera bendición de la salvación por fe. Hermanos y hermanas, recuerden a Pedro, que lanzó las redes pero no pescó nada. Cuando dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red» (Lucas 5, 5) y arrojó las redes, pescó muchos peces como le había dicho el Señor. Si quieren tener una fe verdadera, deben dejar de lado sus pensamientos y creer en la Palabra de Dios tal y como está escrita. Debemos aceptar la Palabra de Dios en nuestros corazones completamente. Solo entonces podremos tener al niño Jesús en nuestros corazones, y podrá crecer en nosotros y convertirse en nuestro Rey y Pastor.

    No hay ninguna sola persona que pueda hacer la justicia de Dios sin fe en Su Palabra. ¿Creen que María podría aceptar la voluntad de Dios si hubiese seguido sus pensamientos humanos? Por supuesto que no. ¿Podemos tener a Jesús en nuestros corazones con nuestros esfuerzos humanos, dejando la Palabra de Dios de lado? María aceptó la Palabra de Dios para concebir a Jesucristo. Lo que hizo fue aceptar la Palabra de Dios, pero la Palabra de Dios le permitió concebir a Jesús.

    Cuando reciben la Palabra de Dios en sus corazones por fe en su poder, la Palabra de Dios se convierte en una herramienta poderosa que produce cambios milagrosos en nuestros corazones. Nuestra vida de fe no se basa en nuestros pensamientos humanos, sino en la Palabra de Dios, que nos llevará ante Dios y nos ayudará a seguir al Señor.

    Esta es la fe que sigue la Palabra de Dios. Cuando vivimos por la Palabra de Dios y no por reglas humanas, el poder de la Palabra nos permite hacer la obra de Dios. Hermanos y hermanas, ¿acaso no nos hemos librado de nuestros pecados al aceptar la Palabra de Dios y no por nuestros esfuerzos? Recibimos la salvación de todos los pecados al aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu con un corazón obediente. Cuando aceptamos la Palabra de Dios en nuestros corazones tal y como es, nuestros pecados desaparecen completamente, Y podemos vivir una vida de fe verdadera. Entonces, ya nos demos cuenta o no, somos Sus instrumentos que viven por Su justicia. Nos convertimos en personas separadas del mundo sin nuestro conocimiento.

    Hermanos y hermanas, debemos tener una fe verdadera al conocer la Palabra de Dios. Nadie puede tener la fe verdadera con sus esfuerzos humanos. En otras palabras, debería empezar aceptando la Palabra del Señor en nuestros corazones. Cuando nuestros pensamientos entran en conflicto con la Palabra de Dios, debemos negar nuestros pensamientos humanos y seguir la Palabra de Dios. Entonces empieza la fe que busca la justicia de Dios y permite dar verdadero fruto espiritual. La Palabra de Dios en la que creemos tiene el poder de ayudarnos a mantener la verdadera fe. Todos podemos disfrutar de las bendiciones de Dios por fe.

    María se convirtió en una mujer bendita porque aceptó la Palabra de Dios que el ángel le comunicó. Así es como pudo concebir al niño Jesús. Lucas 1, 28 dice: «¡Salve, muy favorecida!».

    ¿Quién es la favorecida de Dios?

    El ángel saludo a María: «Salve, muy favorecida». Entonces, ¿quién recibe este favor de Dios? Nuestro Señor favorece a los que son pobres de corazón. Dios favorece a los que no tienen justicia propia, los que dejan su propia justicia para tener la justicia de Dios. Esas personas aman el Evangelio del agua y el Espíritu y desean el amor de Dios en vez del amor de los humanos. Los que reconocen a Dios como el Altísimo y aceptan la Palabra de Dios al creer en el poder de Su Palabra. Estas personas tienen un espíritu pobre y reciben el favor de Dios.

    Dios habló a María a través del ángel. María respondió vaciándose a sí misma y diciendo: «Soy tu sierva humilde, hágase en mí según Tu palabra». Nuestro Señor visitó a Su sierva humilde y le dio la gracia de la salvación. Dios bendijo a los que conocen su humildad con la salvación de la paz. Hermanos y hermanas, qué humildes somos ante el Dios santo, pero qué poco conocemos nuestra humildés. ¿De qué pueden alardear los seres humanos ante el Dios santo?

    Dios dijo que Jacob era como un gusano (Isaías 41, 14). Todos somos como gusanos que salen en los días lluviosos y se arrastran por el suelo mojado. Dios también dice que somos lombrices (Job 25, 6). Somos así de humildes. Sin embargo, Dios nos dio la gracia de la salvación a gusanos y lombrices como nosotros. Dios planta Su justicia en los corazones humildes de los que dependen de Su justicia y viven por fe. Los que son amados por Dios saben lo humildes que son. Pero los que no reciben ningún favor de Dios piensan que son justos.

    Sin embargo, la justicia de Dios es infinitamente superior a la justicia que hay en el mundo, y Él es el Dios del amor y la justicia que eliminó todos nuestros pecados para siempre al enviar a Su Hijo para que fuese bautizado por Juan el Bautista. Por tanto, nuestro Señor es el Dios santo que cumplió toda la justicia de Dios. Su bautismo y Su sangre son más que suficientes para mostrar la justicia de Dios, y los que creen en Su justicia son justos como Dios. Hermanos y hermanas, Dios favorece a estas personas.

    Somos seres humanos humildes como lombrices, pero somos demasiado orgullosos para admitir nuestra humildad. El humanismo ha exaltado la justicia humana demasiado. A partir del Renacimiento el humanismo empezó a prevalecer. Durante este periodo el humanismo surgió como una reacción al teocentrismo que afirmaba la autoridad de Dios e ignoraba a los seres humanos. Pero originalmente, el teocentrismo era la idea correcta. Es cierto que los seres humanos son criaturas humildes, y que desgraciadamente los líderes religiosos de la Edad Media hicieron un uso incorrecto de su autoridad divina para su beneficio. Es imposible comparar nuestra humildad con la superioridad de Dios. La Palabra de Dios es la Verdad absolutamente, pero nosotros estamos siempre cambiando y llenos de debilidades.

    Para recibir el favor de Dios, debemos ser fieles a la Palabra de Dios

    ¿Quién recibe el favor de Dios? ¿Quién recibió la gracia de la salvación cuando Jesús nació en Belén? La mayoría de las personas de la clase alta de aquel tiempo, como los fariseos, los escribas y los sumos sacerdotes, los reyes y los líderes religiosos no pudieron recibir la salvación. Sin embargo, los que sabían que eran humildes, como María, recibieron el favor de Dios. Los pastores también recibieron Su favor. Mientras los pastores estaban cuidando de las ovejas por la noche, un ejército de ángeles se les aparecieron alabando a Dios y diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres» (Lucas 2, 14).

    Como han visto, los que reciben el favor de Dios son los que dependen de la justicia de Dios y confían en Su Palabra completamente. Estas personas no confían en su propia justicia. Hermanos y hermanas, ¿quién ha recibido la salvación? Solo los que se dan cuenta de lo bajos que son; los que saben que Dios les ha salvado de los pecados del Evangelio del agua y el Espíritu, han encontrado el favor de Dios. ¿Creen en esto? Estas personas reciben el favor de Dios.

    Hermanos y hermanas, debemos volver a examinar nuestra fe en la Palabra de Dios. Deben preguntarse: «¿Confío en la Palabra de Dios?». Si la respuesta es sí, han recibido favor de Dios. Si no creen en la justicia de Dios a través de Su Palabra, están negando Su Palabra y son como los que no creen. Quiero preguntarles una cosa: ¿son más felices los que tienen el favor de Dios o los que no? Los favorecidos, por supuesto. ¿Qué es este favor? El don de Dios. La salvación es un don gratuito de Dios. ¿Por qué no recibir el don gratuito de Dios? Quiero que sepan que dios favorece a los que quieren recibir Su don.

    ¿Saben cuánta gracia pueden recibir al persistir y pedirle cosas a Dios? Los que quieren recibir el favor de Dios, deben limpiar sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu e ir al Cielo. Los que buscan la gracia de Dios están bendecidos con el amor de Dios. Por otro lado, los que no quieren la gracia de Dios viven una vida maldita. Los que rechazan el favor de Dios irán al lugar donde hace mucho calor. De la misma manera en que María recibió la salvación al creer en la Palabra de la gracia de Dios, podemos ser salvados de nuestros pecados por la fe en la gracia de Dios. Espero que todos encuentren el favor de Dios.

    Hermanos y hermanas, debemos ser bendecidos por Dios. No podemos vivir sin esta gracia. Tampoco podemos sobrevivir sin Su ayuda. Aunque no podamos ver Su mano protectora sobre nuestros problemas y dificultades, la necesitamos. Todos los seres humanos deben encontrar el favor de Dios. No debemos olvidar Su favor. En todos los aspectos de la vida debemos orar a Dios para que nos ayude. Los que buscan el favor de Dios incluso en las cosas pequeñas son personas sabias y adoran a Dios de verdad.

    ¿A quién favoreció Dios? Los que encontraron el favor de Dios son: personas insuficientes, los que conocen sus insuficiencias y son humildes, los pobres de espíritu, los que necesitan la ayuda de Dios, y los que desean la gracia de Dios. Dios quiere que todo el mundo tenga el favor de Dios, pero solo los pobres de espíritu pueden recibir Su favor.

    La Palabra de Dios tiene poder

    ¿Qué le dijo el ángel a María? Le dijo que el poder del Altísimo la cubriría. Esto nos dice que el poder de Dios, y no Dios mismo cubrió a María. Así fue también la creación de la luz. Cuando Dios dijo: «Que haya luz», el poder de la Palabra de Dios creó la luz para que pudiésemos ver durante el día. Con el poder de Su Palabra: «Que haya luz» en la creación de los cielos y la tierra, la luz sigue existiendo hasta ahora.

    «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1,35). Nuestro Dios cubrió a María con Su poder, y así le permitió concebir, dar a luz, amamantar y cuidar al niño Jesús. Dios también nos dijo a través del ángel que Su poder salvaría a María de sus pecados y la haría ser Su pueblo y estar bendecida con Su justicia.

    El poder de la Palabra de Dios que el ángel le entregó a María le permitió concebir a Jesucristo. Hermanos y hermanas, la gente que recibe la salvación confía en Dios al creer en el poder de la salvación que Dios ha cumplido. El niño Jesús puede ser concebido en cualquier persona que haya recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios de la salvación y Su poder. Jesucristo entra en los corazones de estas personas. Hermanos y hermanas, creer en el poder de Dios que eliminó todos nuestros pecados para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu es darle la bienvenida a Jesucristo en nuestros corazones. Jesucristo está en los corazones de los que creen en Su poder.

    En los corazones de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios hace que nuestra fe y nuestro conocimiento de la Palabra crezcan. La Biblia dice que Jesús creció en sabiduría y estatura y en favor ante Dios y los hombres (Lucas 2, 52), y nuestra fe también debería crecer después de

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