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Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I )
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I )
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I )
Libro electrónico407 páginas7 horas

Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I )

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La doctrina de la penitencia es suficiente para contraer la enfermedad espiritual
La gente de todo el mundo tiene miedo de los virus como el SARS porque al ser expuestos a tales virus invisibles podrían morir. De la misma manera, los cristianos de hoy en día en todo el mundo están muriendo en cuerpo y espíritu al ser infectados con la doctrina de la penitencia. ¿Quién iba a decir que la doctrina de la penitencia es tan incorrecta? ¿Saben quién hizo que los cristianos cayesen en el abismo de la confusión espiritual? Son los cristianos mismos los que ofrecen oraciones de penitencia todos los días para limpiar sus pecados personales, al tiempo en que afirman creer en Jesucristo como su Salvador. Por tanto, tienen que recibir la remisión de los pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos dio originalmente. No deben perder la oportunidad bendita de nacer de nuevo. Todos debemos escapar del túnel oscuro de la confusión espiritual al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, podemos ver la luz brillante de la Verdad que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento20 sept 2018
ISBN9788928210763
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I )

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    Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( I ) - Paul C. Jong

    El Apóstol Pablo, junto con Timoteo, predicó el Evangelio del agua y el Espíritu a los gálatas y visitó las iglesias de Galacia las 3 veces que realizó viajes como misionero (Hechos de los Apóstoles 16, 6). Pero con el tiempo los gálatas intentaron convertirse en el pueblo de Dios mezclando la salvación de la remisión de los pecados con sus buenas obras. Así que el Apóstol Pablo escribió esta carta para defender la fe de los santos. Puso de relieve en su epístola que la fe que proclamaba la necesidad de la circuncisión de la carne era una fe estúpida. Así que «La epístola del Apóstol Pablo a los gálatas» es una apología que protege y defiende a los cristianos de los que hacen peligrar de fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Los maestros judíos de las iglesias de Galacia defendían sus falsas doctrinas y afirmaban que todos los conversos debían circuncidarse en la carne y cumplir la Ley. Por tanto, para impedir que esta doctrina, que había sido la fuente de la discordia en la Iglesia de Dios, se extendiera más lejos, Pablo intentó reconstruir la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu en los corazones de los santos. Pablo escribió esta epístola para quitar la fe carnal a estos defensores de la circuncisión que estaban en las iglesias de Galacia, y para restablecer la verdadera fe de los santos.

    Por tanto el Libro de Gálatas es un instrumento de la Verdad que defiende a numerosos cristianos de los varios tipos de legalistas que amenazan el Evangelio del agua y el Espíritu constantemente.

    La seguridad que proviene de los pensamientos propios se viene abajo

    Lo que debemos entender es que el pensamiento humano está lleno de errores. Cuando la gente hace un examen para el permiso de conducir, por ejemplo, eligen la respuesta que creen correcta entre muchas respuestas posibles. Cuando el que se examina marca una respuesta, lo hace porque cree que esa es la respuesta correcta. Asimismo los que han hecho ese examen están seguros de sí mismos, cada uno de ellos está seguro de que aunque otros suspendan el examen, ellos lo aprobarán.

    Sin embargo, cuando los resultados salen a la luz, algunos de los estudiantes verán que sus nombres no están en la lista de aprobados. Estarán decepcionados y se darán cuenta de que sus ideas también pueden estar equivocadas. Así que cuando la próxima vez se preparen para el examen, dejarán de lado sus propias ideas, se darán cuenta de que su razonamiento está equivocado, y cuando lo han hecho, dejan de lado sus ideas e intentan encontrar la respuesta adecuada según las leyes de tráfico y lo que pone en sus libros.

    De este modo, incluso los cristianos que creen en Jesucristo como su Salvador, creen así basándose en sus razonamientos, pensando que Jesucristo borró nuestros pecados al ser crucificado. Muchos de ellos creen sin pensar ni por un momento que su fe está equivocada. Pero no es sólo a través de la sangre derramada en la Cruz cómo Jesucristo borró nuestros pecados, sino que es a través del agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 4-8).

    Así los cristianos de hoy en día están convencidos de que pueden borrar los pecados que cometen a través de sus oraciones de penitencia. Sin embargo, por mucho que intenten borrar sus pecados a través de éstas, descubren por sí mismos que sus pecados no desaparecen. Pero aun así están convencidos y siguen creyendo: «Algún día todos mis pecados se borrarán. Algún día mis pecados serán borrados a través de mis oraciones de penitencia».

    Sin embargo, mis queridos hermanos, deberían reflexionar sobre la doctrina de las oraciones de penitencia en la que creen. ¿Se borran sus pecados sólo porque ofrezcan oraciones de penitencia? Si están convencidos de esto, ¿no significa esto que no hay pecado en sus corazones? ¿Es verdad que sus pecados se borran a través de sus oraciones de penitencia? Si no es así, ¿no significa esto que creen en sus propias ideas?

    Está claro que creen en la doctrina de la justificación y que esperan que como creen en Jesús como su Salvador, Él les dirá que no tienen pecado. Esto se debe a que los que defienden la doctrina de la justificación creen estar salvados porque creen de alguna manera en Jesús, aunque todavía tengan pecado. Sin embargo Dios no dice que los que tienen pecado se hayan convertido en Su pueblo. Todo este tiempo han estado hipnotizados con sus propias ideas, creyendo: «Como Jesús me ha salvado definitivamente al ser crucificado y derramar Su sangre hasta morir, no tengo ningún pecado. Estoy seguro de eso». Esta fe se deriva de la hipnosis en la que se han sumido ustedes mismos, y es una falsa convicción.

    Si ustedes están convencidos de esto, ¿significa que no tienen pecado ante Dios? ¿No es que sus ideas han estado equivocadas? ¿De verdad pueden borrar todos sus pecados de sus corazones con sus oraciones de penitencia? Cuando creían sólo en la sangre de Jesucristo derramada en la Cruz, ¿desaparecieron sus pecados? ¿Están sus conciencias convencidas de ello sin ninguna duda?

    Ahora les digo que sólo al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu pueden todos los cristianos estar convencidos de la remisión de sus pecados. A través de las oraciones de penitencia en las que creen los cristianos de hoy en días, es imposible estar convencidos de que sus pecados han desaparecido. Entonces, ¿por qué siguen teniendo estas falsas convicciones? Porque no conocen la verdadera salvación que debe venir por el Evangelio del agua y el Espíritu. Los cristianos deben tener la convicción, a través de la Palabra, de que sus pecados se borran a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Aun así muchos de ellos no tienen esta convicción. Ahora todos debemos conocer el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad de la salvación y tener confianza en esta verdadera salvación.

    He llegado a reconocer que, por culpa de los defensores de la circuncisión, el Apóstol Pablo y sus compañeros se encontraron con muchas dificultades mientras intentaban predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Yo también me he encontrado con muchas dificultades mientras predico el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo y he llegado a saber que se debe a que la doctrina del arrepentimiento prevalece en la cristiandad. Así que con este libro, espero corregir algunos de los errores más comunes que ustedes pueden tener al comparar la fe de los defensores de la circuncisión, que surgió en las iglesias de Galacia, con la doctrina del arrepentimiento.

    Espero que se den cuenta de que mi objetivo es ayudarles a entender la naturaleza contradictoria de la doctrina del arrepentimiento y a llevarles a la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu para que se mantengan firmes en su fe. Si escuchan la voz del Espíritu Santo, pueden mantenerse firmes ante Dios y poner su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no en sus oraciones de penitencia, que equivale a la circuncisión física de los tiempos del Apóstol Pablo.

    Todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden conocer al Señor separados del pecado y regocijándose cuando Él vuelva (Hebreos 9, 28). Asimismo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden estar seguros de su salvación y pueden saber que se han convertido en obreros de Dios por Su justicia.

    El objetivo de este libro es predicar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu en el que el Apóstol Pablo creía. Espero y rezo que al creer en esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu con sus corazones, se libran de la fe falsa y se conviertan en verdaderos obreros de Dios. Para ayudarles a entender la Verdad que se encuentra en Gálatas, volveré a examinar brevemente la esencia del Evangelio del agua y el Espíritu una vez más. Esto se debe a que sin entender el Evangelio del agua y el Espíritu es imposible entender lo que dice el Libro de Gálatas.

    La Verdad sobre el Evangelio del agua y el Espíritu está escrita en la Biblia

    En primer lugar, para ser salvados de sus pecados, deben creer en Jesús, el único Hijo de Dios, como su Salvador. Para ser salvados de todos los pecados del mundo, Jesús vino a este mundo encarnado en la imagen de un hombre a través del Espíritu Santo. Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús tomó todos los pecados del mundo de una vez por todas. Esto significa que Jesús cargó con todos los pecados del mundo a través de la imposición de manos de Juan el Bautista, el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento y representante de la humanidad. Al cargar con todos los pecados, fue crucificado, derramó Su sangre y murió. Esto significa que pagó la condena de nuestros pecados.

    Somos seres humanos que pecamos hasta el día en que morimos. Cada sociedad tiene su sistema de normas para poner orden. Para vivir virtuosamente, la gente intenta cumplir sus normas de una manera u otra, pero son producto de los seres humanos, no de Dios.

    La Ley que Dios dio a toda la humanidad es diferente de las normas humanas. Dios nos dio los 10 mandamientos y los 613 estatutos de la Ley en el Antiguo Testamento para que nos diéramos cuenta de que somos pecadores. Sólo podemos darnos cuenta de quiénes somos a través de estos estatutos. La verdad es que ningún ser humano puede cumplir todos los mandamientos de la Ley.

    La gente no puede alcanzar su salvación del pecado viviendo virtuosamente, sino que primero deben darse cuenta de que son pecadores y confesarnos ante Dios. Sólo entonces pueden ser salvados de sus pecados al creer en la Verdad de que Jesús vino por el agua, la sangre y el Espíritu.

    Muchos cristianos de hoy en día sólo creen: «Fui salvado porque Jesús derramó Su preciosa sangre y murió en la Cruz». Sin embargo siguen cometiendo pecados y esto les atormenta. Esto se debe a que no conocen la Verdad de que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista con agua. Incluso ahora deben creer en la Palabra de Dios, que dice que Jesús vino por el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 6-8). Para todo ser humano, sólo cuando se cree en este hecho indispensable, en que Jesús fue bautizado con agua, se lleva a creer en la Palabra de Dios completamente. Al ser Jesús bautizado por Juan el Bautista con agua significa que todos los pecados de la humanidad (todo pecado en cualquier momento de la historia) se pasó a Jesús a través de las manos de Juan el Bautista. Las manos de Juan el Bautista, el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento y el representante de la humanidad, se pusieron sobre la cabeza de Jesús, el cordero de la expiación, y por eso todos los pecados de la humanidad se pasaron a Jesús.

    Si leen el primer volumen de mi serie de libros cristianos publicados por The New Life Mission, conocerán el Evangelio del agua y el Espíritu con todo detalle. El primer libro trata del pecado y nos describe como pecadores. También trata de la Ley de Dios y explica que el fin de la Ley es que reconozcamos nuestros pecados. Entonces el libro proclama que Jesús nos ha dado la salvación eterna a través de Su agua y Su preciosa sangre, haciendo hincapié en esta fe. Nos explica cómo el Señor vino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo. En particular pone de relieve la importancia del bautismo de Jesús en el río Jordán, hecho que es ignorado por los cristianos modernos. Por tanto para ser salvados, vencer a Satanás y los pecados del mundo, los seres humanos deben creer en la Palabra de Dios por completo, y que no sólo significa creer que Jesús vino por Su sangre y Espíritu, sino que también nos quitó los pecados por Su bautismo con agua. El bautismo de Jesús nos habla del gran amor que Dios tiene por nosotros y el libro hace hincapié en que este bautismo es el antitipo de nuestra salvación (1 Pedro 3, 21).

    En resumen, Jesús ha pagado por nuestros pecados al ser bautizado con agua y derramar Su sangre en la Cruz. Creer así es la verdadera fe en la Palabra de Dios y la fe que no blasfema. A través de esta fe los seres humanos nos libramos de nuestros pecados y conseguimos la salvación que nos permite entrar en el Reino de los Cielos.

    Sin embargo los gálatas pensaban que si se circuncidaban en la carne serían el pueblo de Dios y seguirían con la fe de Abraham. Este tipo de fe se encuentra en las oraciones de penitencia que los cristianos de hoy en día ofrecen, pero que no tienen nada que ver con la remisión de sus pecados. Pablo advirtió a los gálatas que dejaran de lado las enseñanzas de los defensores de la circuncisión y que volvieran al Evangelio del agua y el Espíritu, por eso los cristianos de hoy en día deben creer en este Evangelio en vez de sus oraciones de penitencia.

    Por culpa de la doctrina de la circuncisión de la carne, los santos de las iglesias de Galacia estaban desolados espiritualmente. Gracias al Libro de Gálatas podemos entender que el Apóstol Pablo estaba advirtiendo en contra de los defensores de la circuncisión y que advirtió a los gálatas que creyeran en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los defensores de la circuncisión insistieron en que los creyentes se convirtieran en el pueblo de Dios recibiendo la circuncisión de la carne según la Ley. Pero sabemos que esta es una enseñanza corrupta.

    Como ya les he dicho anteriormente, la doctrina de las oraciones de penitencia debería ser desechada, porque es una falsa doctrina. Pero aun así hay muchos cristianos que creen que la doctrina del arrepentimiento es la única manera de borrar sus pecados. Ahora, a través de la Palabra de Verdad revelada en Gálatas, deben escapar de estas falacias. Les pido que lean primero mis sermones sobre el Evangelio del agua y el Espíritu y que tengan la fe que les libra de sus pecados y les convierte en el pueblo de Dios. Espero que lean la Palabra de Gálatas y sean los justos que pueden diferenciar la fe verdadera de la fe falsa.

    ¡Aleluya!

    CAPÍTULO 1

    El Señor nos ha librado de

    este mundo malvado

    < Gálatas 1:1-5 >

    «Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a si mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén»

    Para librarnos de este mundo malvado, el Señor entregó Su cuerpo por nosotros

    En el sermón de hoy me gustaría centrarme en Gálatas 1, 4. Este verso dice que Cristo se «el cual se dio a si mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre». Espero sinceramente que lleguen a comprender la Verdad contenida en este pasaje, dentro del Evangelio del agua y el Espíritu y así alcancen grandes beneficios espirituales.

    Nuestra era (siglo) es una época malvada donde predomina el pecado. Para librarnos de esta era malvada el Señor quiso ofrecer Su propio cuerpo a Dios Padre como nuestra propiciación. Por esta razón Jesús fue bautizado, derramó Su sangre en la Cruz, se levantó de entre los muertos y así nos salvó de todos nuestros pecados de una vez por todas.

    Para salvarnos de los pecados de este mundo Jesús completó el Evangelio del agua y el Espíritu y nos lo dio. Es nuestro Señor quien nos ha librado de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, es a través del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha librado de esta época malvada. Por tanto no podemos sino dar gracias al Señor por habernos dado este Evangelio verdadero. De hecho, al ofrecer Su cuerpo al Padre, el Señor nos ha regalado la verdadera salvación a todos aquellos que creemos. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la perfecta salvación, hemos recibido la completa remisión de nuestros pecados.

    Al tomar nuestros pecados sobre Su cuerpo a través de Su bautismo y muerte en la Cruz, el Señor ofreció el sacrificio por nuestros pecados para siempre. Y al levantarse de entre los muertos a los tres días, se convirtió en nuestro verdadero Salvador, y ahora se sienta a la derecha de Dios Padre. Sin embargo, mucha gente no cree todavía en esta perfecta Verdad de la salvación y por ello sus vidas acaban siendo un fracaso. Me entristece enormemente ver cómo tantos pastores y sus fieles son incapaces de entender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, y consecuentemente, piensan que deben luchar para vencer sus pecados por su propia cuenta. Esta gente está destinada al infierno aunque crea en Jesús, porque ellos mismos creen ser pecadores prisioneros de sus iniquidades, debido a los pecados que cometen cada día.

    Aunque el Señor ha salvado a todo el mundo perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu, ¿de qué sirve si toda esta gente no cree en la Verdad del Evangelio y siguen siendo pecadores? Debemos darnos cuenta de que el Señor ha completado nuestra salvación eterna mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos entender con claridad la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio que nos dio el Señor, y tener fe en él.

    A menudo veo a ciertos pastores predicando en televisión sobre la obra de redención de Jesucristo. Aunque empiezan sus sermones con mucho bombo y platillo como «sermones evangélicos», como si fueran discípulos de C.H. Spurgeon, al final, siempre concluyen así: «Vivamos virtuosa y fielmente». En otras palabras, establecen su propio estándar de ética y moral cristiana y sermonean a su congregación: «No caigamos en el pecado, luchemos contra él y venzámoslo».

    Sin embargo la cuestión es si realmente podemos combatir y vencer los pecados de este mundo. ¿Podemos cumplir la ley de Dios completamente en nuestras vidas? No, es absolutamente imposible. El Señor sabía perfectamente que no podríamos combatir ni vencer los pecados de este mundo y por eso tomó los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan, fue castigado por estos pecados en la Cruz en nuestro lugar, se levantó de entre los muertos y así nos salvó de los pecados del mundo. No debemos olvidar que el Señor no nos ha dado ninguna otra verdad de salvación a parte del Evangelio del agua y el Espíritu.

    Por supuesto, todos los que creemos en Jesús deberíamos combatir y vencer los pecados de este mundo, pero para lograrlo primero debemos ser perdonados por todos nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como la gente no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, casi todo el mundo sigue estando sometido al pecado. Nunca podremos vencer al pecado si luchamos contra él con nuestra propia fuerza. A no ser que recibamos la remisión de los pecados y nazcamos de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, no podremos participar de la justicia de Dios, ni vencer al poder del pecado.

    ¿Puede usted ganar su lucha contra el pecado?

    Para que usted pueda vencer en su lucha contra el pecado, primero debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con todo su corazón, y así convertirse en un santo sin pecado. Para poder darnos el regalo de la verdadera salvación, ya que somos incapaces de combatir y vencer los pecados de este mundo, Jesucristo realizó obras justas. Él es el Salvador que fue bautizado por Juan el Bautista, aceptó todos los pecados de este mundo de una vez por todas, y derramó Su sangre en la Cruz, y así nos salvó de los pecados de una vez por todas. Aunque Jesucristo nos ha salvado de esta manera, al ofrecer Su cuerpo al Padre como nuestra propiciación, hay gente que todavía no conoce el Evangelio del agua y el Espíritu, que es el regalo de la verdadera salvación de Dios, y por tanto viven toda su vida en este mundo como pecadores.

    Por tanto, los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y consecuentemente todavía tienen pecado en sus corazones, deben darse cuenta de que están luchando contra sus pecados en vano. Aquellos que han luchado hasta la fecha intentando resolver el problema del pecado mediante su propia voluntad y piedad deben darse cuenta de quiénes son. Lo que debemos entender correctamente es que no podemos evitar pecar hasta el día en que morimos.

    Sería maravilloso que todos viviéramos sin cometer pecados, pero nadie puede conseguirlo. Como todos hemos nacido como una raza de pecadores, no podemos evitar producir los frutos del pecado. En otras palabras todos los seres humanos somos seres frágiles que no pueden evitar pecar contra Dios durante toda su vida. Por eso precisamente sólo cuando creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, en la salvación que el Señor nos ha dado, podemos recibir la remisión de nuestros pecados y librarnos de todos ellos.

    Los cristianos que aún tienen pecado en sus corazones deben darse cuenta en este momento de lo tristes que sus almas son. Estos cristianos tienen una fe legalista e intentan ser aprobados por Dios haciendo todo lo posible para cumplir la Ley e intentar no cometer ningún pecado. Todo esto se debe a que no conocen la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Es inevitable describir a los creyentes que practican una fe legalista como tontos. Intentan librarse de sus pecados de otras formas que no son la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente debe darse cuenta cuanto antes de que por mucho que intenten borrar sus pecados y santificarse a sí mismo con plegarias de penitencia, es completamente imposible que de esa manera vivan libres de pecado.

    Debemos darnos cuenta de que el Señor no está contento con la gente que lleva a otros a tener una fe legalista. Al contrario, Él quiere que escapen de esas fe legalista y falsa y que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro Señor sabía perfectamente que no podríamos combatir ni vencer todos esos pecados y por eso los tomó todos a través de Su bautismo y pagó el precio al derramar Su sangre muriendo en la Cruz. El Señor borró todos nuestros pecados con la Verdad de Su agua y sangre. Por tanto, todo cristiano que aún sea pecador, debería creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio el Señor ahora mismo y ser salvado de todos sus pecados para poder librarse de la esclavitud del pecado.

    Mis queridos hermanos creyentes, ¿de verdad creen que pueden combatir y vencer todos los pecados que cometen cada día? ¿Podrían vivir sin cometer pecado alguno, sólo si se lo proponen? ¡No! Es imposible. Por naturaleza somos demasiado débiles para combatir y vencer los pecados de este mundo por nosotros mismos. Por lo tanto deberíamos admitir nuestra debilidad e incapacidad para evitar pecar y alcanzar nuestra salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Si no reconocemos nuestra debilidad, seguimos sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha salvado del pecado y seguimos la moda de vivir nuestra fe como lo hace la mayoría, acabaremos fracasando eternamente.

    Para librarnos de esta época malvada el Señor entregó Su cuerpo

    El Apóstol Pablo dijo que el Señor «se entregó por nuestros pecados para librarnos de este siglo malo». ¡Qué maravillosa y bendita es esta confesión de fe de Pablo! Esta confesión demuestra que el Apóstol Pablo también creía en el Evangelio del agua y el Espíritu como nosotros. El Apóstol Pablo creía en la Verdad, que Jesús fue bautizado, tomó no sólo los pecados de Pablo, sino todos los pecados de la raza humana, y que pagó la pena de esos pecados al ser crucificado. Lo mismo se nos aplica a nosotros porque conocemos y creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la que podemos ser librados de nuestros pecados.

    La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu nos da la perfecta remisión de los pecados de una vez por todas a aquellos que creemos en él. Nuestros pecados no desaparecen sólo porque vivamos virtuosamente y hagamos muchas buenas obras. Aunque muchos de ustedes han hecho buenas obras, ustedes deberían saber mejor que nadie que esas obras no pueden librarles de sus pecados. Por lo tanto, en vez de intentar no pecar por nuestra cuenta, es más sensato creer que nuestro Señor ha conseguido nuestra salvación con el Evangelio del agua y el Espíritu. Sólo cuando nos libramos de nuestros pecados y estamos sin pecado a través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos vencer al poder del pecado y ser vencedores. ¿No recibirán la vida eterna al ser salvados de todos sus pecados si ponen su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu?

    Como nacimos con pecado desde el primer momento en que vimos la luz, no podemos evitar ser de naturaleza pecadora. Sin embargo, a través del Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nos ha salvado a ustedes y a mí de todos los pecados de este mundo de una vez por todas. Aunque vivamos en esta época malvada, ahora, al creer en Jesucristo, nuestro Salvador, podemos acercarnos a Dios sin temor, confiando en las obras justas de nuestro Señor. Una vez más doy gracias al Señor por venir a este mundo y darnos el Evangelio del agua y el Espíritu.

    En vez de intentar combatir y vencer todos los pecados del mundo por su propia cuenta, deberían vencerlos creyendo de todo corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les ha dado. Deben darse cuenta de que si creen en este Evangelio del Señor, serán más que capaces de vencer al mundo (1 Juan 5, 4-8). Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, en la Verdad de la salvación del pecado. Al recibir la remisión de nuestros pecados y al nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, es posible hacer la obra de Dios por la fe como siervos de Jesucristo.

    En otras palabras, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no tienen pecado en sus corazones. Al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu hemos recibido sabiduría y podemos vencer nuestra debilidad. No importa el tipo de pecado que hayan cometido contra Dios o sus iguales porque una vez qué crean en el Evangelio del agua y el Espíritu, no tendrán nada que ver con el pecado. Ustedes y yo debemos mantenernos firmes en esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu de ahora en adelante y vivir por la justicia de Dios.

    Si usted ya cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, no tienen nada que ver con los pecados de este mundo. Los que creen en este auténtico Evangelio no tienen nada que ver con el pecado y por tanto son hijos de Dios, y los que se han convertido en hijos de Dios pueden vivir mejor porque confían en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Debemos entender que cuando vivimos en este mundo confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu, la gracia y las bendiciones de Dios descienden sobre nosotros abundantemente. Los que son justos al creer en la justicia de Dios ahora pueden vivir de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, dando gracias siempre a Dios, en cada momento que respiran. A través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos pasar nuestros pecados y debilidades al cuerpo de Jesucristo y vivir unidos al Señor mediante la fe.

    Los nacidos de nuevo deben unirse todos juntos en la Iglesia de Dios, vivir según el Evangelio y servir a la justicia de Dios. Lo que complace a Dios es que nos unamos bajo nuestra fe común en el Evangelio del agua y el Espíritu y vivimos por el Evangelio. Por eso el Señor dijo: «¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!» (Salmo 133, 1). El Evangelio del agua y el Espíritu es el mayor regalo que Dios nos ha dado. El Señor nos ha mandado ese regalo desde arriba. De ahora en adelante lo adecuado es que vivamos dentro de la Iglesia de Dios, dentro de la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    De hecho sabemos que lo más recomendable es vivir por la fe, llevar a nuestras familias a la Iglesia de Dios para que sean salvados y atraer a otros a nuestra familia de fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos intentar complacer a Dios santificándonos a nosotros mismos o haciendo buenas obras. Así hizo Caín. Debemos vivir de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y servir al Señor con esta fe.

    ¿Qué significa seguir un Evangelio distinto?

    ¿Qué significa el otro evangelio para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu? Es un evangelio legalista que nos confunde. ¿Qué es este evangelio legalista que nos confunde? El evangelio legalista de hoy en día es el que afirma que la gente puede librarse de sus pecados ofreciendo oraciones de penitencia. Esta afirmación es completamente diferente al Evangelio del agua y el Espíritu.

    El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad que proclama que Jesucristo nos ha salvado del pecado a través de Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. Sin embargo, el problema es que entre los cristianos de este mundo, pocos creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, mientras que la mayoría cree en el evangelio legalista sin sentido. Los que creen en este evangelio dedican oraciones de penitencia, en un intento fallido de librarse de sus pecados. La fe de esta gente está causando confusión y problemas a los cristianos de este mundo. Muchos cristianos creen en sus propios pensamientos como la Verdad, en vez de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso el problema es tan grave.

    El Evangelio del agua y el Espíritu es claramente diferente de cualquier otro evangelio legalista. Y sólo el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad del Evangelio escrita en la Biblia. Sin duda nuestro Señor nos ha salvado de todos los pecados del mundo al venir al mundo, tomar nuestros pecados sobre Su cuerpo a través del bautismo y al morir en la Cruz.

    Por desgracia la mayoría de la cristiandad no cree en el verdadero Evangelio, sino que enseña que aunque el pecado original es perdonado cuando se cree en Jesús, se debe buscar la remisión de los pecados personales mediante oraciones de penitencia diarias. También enseñan lo siguiente: «Aunque se nos considera justos por creer en Jesús, eso no significa que no tengamos pecados. Sólo significa que Dios nos llama justos gracias a la obra de Jesús, aunque todavía seamos pecadores. Por tanto debemos hacer todo lo posible para no cometer pecados. Por eso la Biblia dice: «así, pues, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor» (Filipenses 2, 12) y por tanto debemos arrepentirnos todos los días y embarcarnos en el viaje de la santificación».

    Mis queridos hermanos, ¿puede alguien salvarse creyendo en eso? ¿Cómo podemos combatir y vencer el pecado por nuestra propia cuenta? Por supuesto, debemos combatir y vencer el pecado, pero ¿cómo podemos conseguirlo si no tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Cómo se puede combatir y vencer el pecado del mundo con tan sólo proponérselo diciendo: «No pecaré nunca más»?

    No, eso nunca se podría conseguir. La Biblia afirma: «¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?» (Jeremías 13, 23). Cuanto más intenten no pecar, mejor entenderán que están cayendo en los pecados de este mundo.

    Algunos se preguntan: «Si es cierto que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no tienen pecado aunque cometan pecados, ¿no continuarán pecando?». Sin embargo esta preocupación se debe a que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. No hay por qué preocuparse de esa manera. Entre una persona que tiene la ropa limpia y otra que la lleva sucia, ¿quién tendrá más cuidado de no mancharse?

    Como los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no tienen pecado y como han sido salvados de los pecados del mundo, con mayor razón evitarán vivir sus vidas en pecado. Desde el punto de vista de alguien que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque peque, el Señor ya ha borrado sus pecados, y por tanto el deseo de pecar se reduce considerablemente. Cuando se sigue estando sin pecado aunque se peque, no tiene ninguna emoción el pecar, y por tanto uno se distancia del pecado.

    El Apóstol Pablo dijo que estaba atónito al ver que los gálatas seguían un evangelio diferente y declaró que no había ningún otro evangelio. Aún más dejó claro que cualquiera que predicara otro evangelio distinto sería maldito, aunque fuera un ángel del cielo. De este modo, Dios maldice a los que predican evangelios legalistas que confunden a la gente. A esos les espera la maldición de Dios por la que serán arrojados al fuego del infierno.

    ¿Hay alguno entre ustedes que busque otra enseñanza que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu? La Iglesia de Dios es un lugar que ama y predica la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Pero algunos se toman este Evangelio a la ligera y se dicen a sí mismos: «Oh –oh, ya empiezan otra vez, repiten lo mismo una y otra vez. ¡Me aburren!». Esta gente estaría más contenta en alguna reunión carismática donde se cantan alabanzas con gran fervor y se predican sermones fanáticamente. También les gustaría escuchar un evangelio legalista donde se le da más importancia a la ética y la moral, y donde se les exhorta a vivir virtuosamente. Sin embargo, todo evangelio distinto al Evangelio del agua y el Espíritu es falso y proviene del diablo.

    Debemos apreciar lo maravilloso que es que la Iglesia de Dios predique el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho es una bendición el aceptar este Evangelio en nuestros corazones y creer en él, porque así encontraremos paz espiritual. Todas las enseñanzas de la Biblia son correctas cuando se interpretan y aplican dentro del

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