Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )
Libro electrónico347 páginas5 horas

Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El cristianismo de hoy en día se ha convertido en una mera religión. Muchos cristianos siguen siendo pecadores porque no han nacido de nuevo de la fe espiritual. Esto se debe a que confían en doctrinas cristianas sin aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora es el momento de que conozcan las falacias espirituales de las teorías de la circuncisión y se alejen de dicha fe. Deben conocer las contradicciones de las oraciones de penitencia. Ahora es el momento de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu más que nunca. Si todavía no creen en el verdadero Evangelio, deben creer en nuestro Salvador, que vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora deben ser cristianos completamente con la fe en la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento20 sept 2018
ISBN9788928210770
Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )

Relacionado con Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )

Libros electrónicos relacionados

Cristianismo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II )

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Sermones sobre Gálatas - De la circuncisión física a la doctrina del arrepentimiento ( II ) - Paul C. Jong

    El Apóstol Pablo, junto con Timoteo, predicó el Evangelio del agua y el Espíritu a los gálatas y visitó las iglesias de Galacia las 3 veces que realizó viajes como misionero (Hechos de los Apóstoles 16, 6). Pero con el tiempo los gálatas intentaron convertirse en el pueblo de Dios mezclando la salvación de la remisión de los pecados con sus buenas obras. Así que el Apóstol Pablo escribió esta carta para defender la fe de los santos. Puso de relieve en su epístola que la fe que proclamaba la necesidad de la circuncisión de la carne era una fe estúpida. Así que «La epístola del Apóstol Pablo a los gálatas» es una apología que protege y defiende a los cristianos de los que hacen peligrar de fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Los maestros judíos de las iglesias de Galacia defendían sus falsas doctrinas y afirmaban que todos los conversos debían circuncidarse en la carne y cumplir la Ley. Por tanto, para impedir que esta doctrina, que había sido la fuente de la discordia en la Iglesia de Dios, se extendiera más lejos, Pablo intentó reconstruir la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu en los corazones de los santos. Pablo escribió esta epístola para quitar la fe carnal a estos defensores de la circuncisión que estaban en las iglesias de Galacia, y para restablecer la verdadera fe de los santos.

    Por tanto el Libro de Gálatas es un instrumento de la Verdad que defiende a numerosos cristianos de los varios tipos de legalistas que amenazan el Evangelio del agua y el Espíritu constantemente.

    La seguridad que proviene de los pensamientos propios se viene abajo

    Lo que debemos entender es que el pensamiento humano está lleno de errores. Cuando la gente hace un examen para el permiso de conducir, por ejemplo, eligen la respuesta que creen correcta entre muchas respuestas posibles. Cuando el que se examina marca una respuesta, lo hace porque cree que esa es la respuesta correcta. Asimismo los que han hecho ese examen están seguros de sí mismos, cada uno de ellos está seguros de que aunque otros suspendan el examen, ellos lo aprobarán.

    Sin embargo, cuando los resultados salen a la luz, algunos de los estudiantes verán que sus nombres no están en la lista de aprobados. Estarán decepcionados y se darán cuenta de que sus ideas también pueden estar equivocadas. Así que cuando la próxima vez se preparen en el examen, dejarán de lado sus propias ideas, se darán cuenta de que su razonamiento está equivocado, y cuando lo han hecho, dejan de lado sus ideas e intentan encontrar la respuesta adecuada según las leyes de tráfico y lo que pone en sus libros.

    De este modo, incluso los cristianos que creen en Jesucristo como su Salvador, creen así basándose en sus razonamientos, pensando que Jesucristo borró nuestros pecados al ser crucificado. Muchos de ellos creen sin pensar ni por un momento que su fe está equivocada. Pero no es sólo a través de la sangre derramada en la Cruz cómo Jesucristo borró nuestros pecados, sino que es a través del agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 4-8).

    Así los cristianos de hoy en día están convencidos de que pueden borrar los pecados que cometen a través de sus oraciones de penitencia. Sin embargo, por mucho que intenten borrar sus pecados a través de éstas, descubren por si mismos que sus pecados no desaparecen. Pero aún así están convencidos y siguen creyendo: «Algún día todos mis pecados se borrarán. Algún día mis pecados serán borrados a través de mis oraciones de penitencia».

    Sin embargo, mis queridos hermanos, deberían reflexionar sobre la doctrina de las oraciones de penitencia en la que creen. ¿Se borran sus pecados sólo porque ofrezcan oraciones de penitencia? Si están convencidos de esto, ¿no significa esto que no hay pecado en sus corazones? ¿Es verdad que sus pecados se borran a través de sus oraciones de penitencia? Si no es así, ¿no significa esto que creen en sus propias ideas?

    Está claro que creen en la doctrina de la justificación y que esperan que como creen es Jesús como su Salvador, Él les dirá que no tienen pecado. Esto se debe a que los que defienden la doctrina de la justificación creen estar salvados porque creen de alguna manera en Jesús, aunque todavía tengan pecado. Sin embargo Dios no dice que los que tienen pecado se hayan convertido en Su pueblo. Todo este tiempo han estado hipnotizado con sus propias ideas, creyendo: «Como Jesús me ha salvado definitivamente al ser crucificado y derramar Su sangre hasta morir, no tengo ningún pecado. Estoy seguro de eso». Esta fe se deriva de la hipnosis en la que se han sumido ustedes mismos, y es una falsa convicción.

    Si ustedes están convencidos de esto, ¿significa que no tienen pecado ante Dios? ¿No es que sus ideas han estado equivocadas? ¿De verdad pueden borrar todos sus pecados de sus corazones con sus oraciones de penitencia? Cuando creían sólo en la sangre de Jesucristo derramada en la Cruz, ¿desaparecieron sus pecados? ¿Están sus conciencias convencidas de ello sin ninguna duda?

    Ahora les digo que sólo al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu pueden todos los cristianos estar convencidos de la remisión de sus pecados. A través de las oraciones de penitencia en las que creen los cristianos de hoy en días, es imposible estar convencidos de que sus pecados han desaparecido. Entonces, ¿por qué siguen teniendo estas falsas convicciones? Porque no conocen la verdadera salvación que debe venir por el Evangelio del agua y el Espíritu. Los cristianos deben tener la convicción, a través de la Palabra, de que sus pecados se borran a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Aún así muchos de ellos no tienen esta convicción. Ahora todos debemos conocer el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad de la salvación y tener confianza en esta verdadera salvación.

    He llegado a reconocer que, por culpa de los defensores de la circuncisión, el Apóstol Pablo y sus compañeros se encontraron con muchas dificultades mientras intentaban predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Yo también me he encontrado con muchas dificultades mientras predico el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo y he llegado a saber que se debe a que la doctrina del arrepentimiento prevalece en la cristiandad. Así que con este libro, espero corregir algunos de los errores más comunes que ustedes pueden tener al comparar la fe de los defensores de la circuncisión, que surgió en las iglesias de Galacia, con la doctrina del arrepentimiento.

    Espero que se den cuenta de que mi objetivo es ayudarles a entender la naturaleza contradictoria de la doctrina del arrepentimiento y a llevarles a la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu para que se mantengan firmes en su fe. Si escuchan la voz del Espíritu Santo, pueden mantenerse firmes ante Dios y poner su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no en sus oraciones de penitencia, que equivale a la circuncisión física de los tiempos del Apóstol Pablo.

    Todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden conocer al Señor separados del pecado y regocijándose cuando Él vuelva (Hebreos 9, 28). Asimismo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden estar seguros de su salvación y pueden saber que se han convertido en obreros de Dios por Su justicia.

    El objetivo de este libro es predicar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu en el que el Apóstol Pablo creía. Espero y rezo que al creer en esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu con sus corazones, se libran de la fe falsa y se conviertan en verdaderos obreros de Dios. Para ayudarles a entender la Verdad que se encuentra en Gálatas, volveré a examinar brevemente la esencia del Evangelio del agua y el Espíritu una vez más. Esto se debe a que sin entender el Evangelio del agua y el Espíritu es imposible entender lo que dice el Libro de Gálatas.

    La Verdad sobre el Evangelio del agua y el Espíritu esta escrita en la Biblia

    En primer lugar, para ser salvados de sus pecados, deben creer en Jesús, el único Hijo de Dios, como su Salvador. Para ser salvados de todos los pecados del mundo, Jesús vino a este mundo encarnado en la imagen de un hombre a través del Espíritu Santo. Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús tomó todos los pecados del mundo de una vez por todas. Esto significa que Jesús cargó con todos los pecados del mundo a través de la imposición de manos de Juan el Bautista, el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento y representante de la humanidad. Al cargar con todos los pecados, fue crucificado, derramó Su sangre y murió. Esto significa que pagó la condena de nuestros pecados.

    Somos seres humanos que pecamos hasta el día en que morimos. Cada sociedad tiene su sistema de normas para poner orden. Para vivir virtuosamente, la gente intenta cumplir sus normas de una manera u otra, pero son producto de los seres humanos, no de Dios.

    La Ley que Dios dio a toda la humanidad es diferente de las normas humanas. Dios nos dio los 10 mandamientos y los 613 estatutos de la Ley en el Antiguo Testamento para que nos diéramos cuenta de que somos pecadores. Sólo podemos darnos cuenta de quiénes somos a través de estos estatutos. La verdad es que ningún ser humano puede cumplir todos los mandamientos de la Ley.

    La gente no puede alcanzar su salvación del pecado viviendo virtuosamente, sino que primero deben darse cuenta de que son pecadores y confesarnos ante Dios. Sólo entonces pueden ser salvados de sus pecados al creer en la Verdad de que Jesús vino por el agua, la sangre y el Espíritu.

    Muchos cristianos de hoy en día sólo creen: «Fui salvado porque Jesús derramó Su preciosa sangre y murió en la Cruz». Sin embargo siguen cometiendo pecados y esto les atormenta. Esto se debe a que no conocen la Verdad de que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista con agua. Incluso ahora deben creer en la Palabra de Dios, que dice que Jesús vino por el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 6-8). Para todo ser humano, sólo cuando se cree en este hecho indispensable, en que Jesús fue bautizado con agua, se lleva a creer en la Palabra de Dios completamente. Al ser Jesús bautizado por Juan el Bautista con agua significa que todos los pecados de la humanidad (todo pecado en cualquier momento de la historia) se pasó a Jesús a través de las manos de Juan el Bautista. Las manos de Juan el Bautista, el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento y el representante de la humanidad, se pusieron sobre la cabeza de Jesús, el cordero de la expiación, y por eso todos los pecados de la humanidad se pasaron a Jesús.

    Si leen el primer volumen de mi serie de libros cristianos publicados por The New Life Mission , conocerán el Evangelio del agua y el Espíritu con todo detalle. El primer libro trata del pecado y nos describe como pecadores. También trata de la Ley de Dios y explica que el fin de la Ley es que reconozcamos nuestros pecados. Entonces el libro proclama que Jesús nos ha dado la salvación eterna a través de Su agua y Su preciosa sangre, haciendo hincapié en esta fe. Nos explica cómo el Señor vino por el agua, la sangre y el Espíritu Santo. En particular pone de relieve la importancia del bautismo de Jesús en el río Jordán, hecho que es ignorado por los cristianos modernos. Por tanto para ser salvados, vencer a Satanás y los pecados del mundo, los seres humanos deben creer en la Palabra de Dios por completo, y que no sólo significa creer que Jesús vino por Su sangre y Espíritu, sino que también nos quitó los pecados por Su bautismo con agua. El bautismo de Jesús nos habla del gran amor que Dios tiene por nosotros y el libro hace hincapié en que este bautismo es el antitipo de nuestra salvación (1 Pedro 3, 21).

    En resumen, Jesús ha pagado por nuestros pecados al ser bautizado con agua y derramar Su sangre en la Cruz. Creer así es la verdadera fe en la Palabra de Dios y la fe que no blasfema. A través de esta fe los seres humanos nos libramos de nuestros pecados y conseguimos la salvación que nos permite entrar en el Reino de los Cielos.

    Sin embargo los gálatas pensaban que si se circuncidaban en la carne serían el pueblo de Dios y seguirían con la fe de Abraham. Este tipo de fe se encuentra en las oraciones de penitencia que los cristianos de hoy en día ofrecen, pero que no tienen nada que ver con la remisión de sus pecados. Pablo advirtió a los gálatas que dejaran de lado las enseñanzas de los defensores de la circuncisión y que volvieran al Evangelio del agua y el Espíritu, por eso los cristianos de hoy en día deben creer en este Evangelio en vez de sus oraciones de penitencia.

    Por culpa de la doctrina de la circuncisión de la carne, los santos de las iglesias de Galacia estaban desolados espiritualmente. Gracias al Libro de Gálatas podemos entender que el Apóstol Pablo estaba advirtiendo en contra de los defensores de la circuncisión y que advirtió a los gálatas que creyeran en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los defensores de la circuncisión insistieron en que los creyentes se convirtieran en el pueblo de Dios recibiendo la circuncisión de la carne según la Ley. Pero sabemos que esta es una enseñanza corrupta.

    Como ya les he dicho anteriormente, la doctrina de las oraciones de penitencia debería ser desechada, porque es una falsa doctrina. Pero aún así hay muchos cristianos que creen que la doctrina del arrepentimiento es la única manera de borrar sus pecados. Ahora, a través de la Palabra de Verdad revelada en Gálatas, deben escapar de estas falacias. Les pido que lean primero mis sermones sobre el Evangelio del agua y el Espíritu y que tengan la fe que les libra de sus pecados y les convierte en el pueblo de Dios. Espero que lean la Palabra de Gálatas y sean los justos que pueden diferenciar la fe verdadera de la fe falsa.

    ¡Aleluya!

    CAPÍTULO 4

    Somos los que no

    degustarán la muerte y

    disfrutarán de la

    vida eterna

    < Gálatas 4:1-11 >

    «Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.».

    Somos herederos de Dios

    El Apóstol Pablo dijo en Gálatas 4, 1: «Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo». Como está escrito, somos hijos de Dios y por tanto somos Sus herederos, lo que significa que Dios nos ha permitido vivir la verdadera vida a través de la remisión eterna de nuestros pecados. Todos nosotros debemos entender el verdadero significado de lo que el Apóstol Pablo nos está diciendo aquí y creer con todo nuestro corazón.

    El significado del pasaje: «Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo» (Gálatas 4, 7) es el siguiente: aunque el mundo entero fuera destruido y la Tierra desapareciera ahora mismo, nosotros viviríamos en un nuevo reino, porque Dios nos ha dado una vida nueva. El Reino de Dios es la bendición para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    En la actualidad la situación de la política internacional es muy inestable y extremadamente complicada. La incertidumbre ahora no es temporal o parcial, sino global. Parece que estamos volviendo a la ley de la jungla, donde los más fuertes se comen a los débiles. Además los desastres ecológicos y metereológicos están aumentando debido a los cambios climáticos anormales provocados por el efecto invernadero. Cada vez más gente pasa hambre por culpa de la drástica degradación del ecosistema y la destrucción de la cadena alimenticia. Todas estas y otras tendencias preocupantes llenan las páginas de los periódicos. Parece que el mundo no tiene remedio.

    Sin embargo los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos vivir felices sin preocuparnos demasiado por las cosas de este mundo y confiando en la Palabra de nuestro Señor. En tiempos del Apóstol Pablo el mundo estaba muy confuso. Como dijo el Apóstol Pablo: «Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo». Antes de recibir la remisión de nuestros pecados vivíamos como esclavos en este mundo, pero al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu nos dimos cuenta de que somos herederos de Dios, y por nuestra fe en la Palabra de Dios vivimos como siervos de la justicia. Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu en este mundo oscuro y por tanto, cuando vuelva el Señor, heredaremos todos sus preparativos y viviremos para siempre. Aunque el universo que Dios creó desapareciera ahora mismo por completo, viviríamos para siempre con Dios en Su Reino. Si conocemos esta verdad y confiamos en Dios, estamos bendecidos. Aunque este mundo esté lleno de desorden y caos, los que viven por la fe en la Palabra de Dios viven llenos de esperanza, porque la fe es la sustancia de las cosas que se esperan y la prueba de las cosas que no se ven (Hebreos 11, 1).

    Este mundo avanza hacia el desastre. Debemos darnos cuenta de que cuando llegue el fin del mundo, la Tierra será destruida por el fuego como está escrito en la Biblia. El Apóstol Pedro nos dijo: «Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!» (2 Pedro 3, 12). Aunque la Tierra se haga cenizas y el universo sea destruido, viviremos para siempre con nuestro Señor en Su Reino. No olvides que tu y yo, quienes creemos en el evangelio del agua y el Espiritu, viviremos para siempre con nuestro Señor en Su reino.

    No se desesperen cuando vean lo que sucede en este mundo y vivan por fe, poniendo su esperanza en la Palabra de Dios, quien nos ha dado una vida nueva para que vivamos felices para siempre. Todos viviremos en un Cielo nuevo y una Tierra nueva. Por eso, gracias al Señor, los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu no tienen nada de que preocuparse.

    Sin embargo hay algo indispensable que todos debemos hacer mientras estemos en este mundo: difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Para llevar a cabo esta misión adecuadamente debemos vivir creyendo que Dios nos ha dado una vida nueva. No moriremos cuando el mundo sea destruido. Aunque nuestra carne se mueva por los impulsos de este mundo, no moriremos con él, sino que triunfaremos con el Señor porque nuestras almas han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que a través del Evangelio del agua y el Espíritu, los que habíamos muerto, hemos resucitado para siempre. Asimismo no sólo vivimos en este mundo presente, sino que heredaremos el Reino de Dios y viviremos para siempre. Ahora, al vivir nuestras vidas, nuestros corazones deben tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y no debemos preocuparnos por lo que nuestros ojos ven.

    Ahora Dios conduce nuestras vidas

    Pablo dijo en Gálatas 4, 2: «Sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre». Mientras Dios y el Espíritu Santo nos ayudan, todavía estamos bajo tutores y curadores y por eso debemos vivir en la Iglesia de Dios según su orden espiritual. El Espíritu Santo nos ayuda a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. En ese sentido es nuestro guardián. La Iglesia de Dios y el Espíritu Santo son nuestros tutores y guardianes. El Espíritu Santo nos ayuda advirtiéndonos cuando nuestros corazones son infieles, permitiéndonos darnos cuenta de las cosas que no agradan a Dios, haciéndonos felices cuando complacemos a Dios y guiando nuestras emociones, nuestros pensamiento y nuestras creencias.

    La Biblia dice que Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y bajo la Ley «para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos» (Gálatas 4, 5). De hecho Jesucristo nació en este mundo para salvarnos a de nuestros pecados y de su pena a los que estábamos bajo la Ley. Nuestro Señor nació bajo la Ley y cargó con la condena de la Ley y con todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Pagó la pena del pecado y así nos salvó del pecado a los que creemos en esta Verdad. Nos ha bendecido para convertirnos en Sus hijos y por tanto todos los que creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu nos hemos convertido en hijos de Dios.

    Jesucristo cumplió la justicia de Dios cuando fue bautizado por Juan el Bautista y cuando derramó Su sangre en la Cruz. Así nos ha hecho hijos Suyos cuando creemos en esta Verdad; por eso podemos llamarle «¡Abba, Padre!». Aunque vivamos en este mundo ya no somos esclavos de este mundo, sino que somos siervos de Dios y gracias a Él somos Sus herederos, como hijos Suyos, aquí y en el otro mundo. Esto es lo que el Apóstol Pablo quiere decir cuando habla de la herencia. Dios nos ha salvado de los pecados de este mundo y por fe nos convertimos en Sus hijos. Gracias al Espíritu Santo podemos llamar a Dios Abba, Padre y convertirnos en herederos Suyos.

    Durante la época del imperialismo España, Francia, Inglaterra y Alemania dominaron a otros países más débiles. En aquellos tiempos estas grandes potencias esclavizaron a la gente de las naciones más débiles y pequeñas. Este tipo de situación se producirá en el futuro también. En un sentido la actualidad se parece al imperialismo del siglo XIX. Como dice la Biblia este mundo se rendirá a los pies del hombre más poderoso del país más poderoso. Ustedes y yo veremos esta situación con nuestros propios ojos y además la viviremos.

    Los científicos han avisado que un tercio de la población mundial podría morir como consecuencia de enfermedades como la gripe aviar. El año pasado experimentamos el desastre de las SARS (siglas inglesas de Síndrome Respiratorio Agudo y Grave). Se esta intentando elaborar nuevos tipos de organismos modificados genéticamente. Ya existen muchos alimentos modificados genéticamente que representan un gran peligro para los que los consumen. Sin embargo los seres humanos son tan temerarios que siguen experimentando y elaborando nuevas formas de vida sin prestar atención a los señales de peligro que nos brinda la naturaleza. Es lógico pensar que en el futuro habrá muchos más desastres. No se puede garantizar que enfermedades misteriosas como la SARS no se propagarán como la Peste Negra en el pasado.

    En este contexto, como nacidos de nuevo, debemos esperar al Señor, porque Él nos ha dado una vida nueva. A través de nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu han recibido una vida nueva. ¿Se han convertido en hijos de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y al recibir la remisión de sus pecados? ¿Tienen fe en que si este mundo desaparece no moriremos, sino que viviremos para siempre con Dios?

    Nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos sido aceptados en el Reino de la nueva vida para vivir allí eternamente. Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso viviremos para siempre en el Reino sin pecado. Gracias a creer en que viviremos eternamente podemos vivir en este mundo sin tropezar. Nuestra fe en la vida eterna nos permite hacer la obra justa aún mientras vivimos en este mundo oscuro. No estamos hechos para ahogarnos en este mundo oscuro, sino que al encontrar nueva esperanza en la fe, difundimos el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.

    En esta época hay tanta gente desesperada que muchas personas se suicidan, y en el futuro habrá muchas más. Sin embargo ustedes y yo creemos que viviremos para siempre y por tanto no seguimos sus pasos ni nos deprimimos.

    Somos los herederos de Dios que heredarán el Reino de los Cielos y vivirán para siempre porque tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Quiero que tengan esa fe. Al haber recibido el perdón de nuestros pecados gracias a nuestro Señor y al mismo tiempo una vida nueva y eterna, disfrutaremos lo que el Señor disfruta.

    Por tanto no deseamos nada de este mundo para nuestra carne. Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y esperamos el nuevo cielo y la nueva Tierra (2 Pedro 3, 13) y por eso cuanto más difícil se ponga este mundo, menos valor le daremos a la carne. Tenemos fe en que viviremos para siempre y por eso estamos más interesados en los asuntos espirituales que en nuestros propios deseos carnales. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos una vida nueva y nunca moriremos. Nuestros cuerpos morirán, pero el Señor nos resucitará cuando vuelva a la Tierra. Además como nuestras almas están vivas, tenemos una vida nueva y eterna. Esta fe nos permite vivir por la justicia de Dios.

    Los que han recibido la verdadera remisión no tienen necesidades extravagantes pero yo sé que tienen necesidades, pero las dejan atrás y ponen en primer lugar el Reino de Dios y su realización aquí en la Tierra. Debemos difundir el Evangelio por todo el mundo en un futuro próximo. Cuando cumplamos esta tarea, El que está por venir vendrá. Cuando el Señor venga a este mundo, el nuevo cielo y la nueva Tierra se abrirán.

    Sin embargo cuando el hambre llegue a este mundo tres cuartos de cebada nos costarán el sueldo de un día (Apocalipsis 6, 6). Cuando estos tiempos difíciles lleguen no querremos seguir viviendo. Yo preferiría tras haber servido al Evangelio del agua y el Espíritu lealmente antes de que llegue esa era. Yo sólo quiero completar la misión que Dios me ha confiado antes de morir. La Biblia dice en el Apocalipsis: «Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen» (Apocalipsis 14, 13). Cuando estas tribulaciones lleguen el Anticristo se levantará y asesinará a los santos y por eso los que mueran antes de verlo están bendecidos. En otras palabras, la Biblia nos dice que en el fin de los tiempos los muertos tendrán más suerte que los vivos. Por eso digo que los que sufran en el fin de los tiempos vivirán vidas malditas.

    Por eso no quiero vivir tanto en este mundo. Ni siquiera creo que este mundo vaya a seguir existiendo durante mucho más tiempo. Muchos científicos han dicho que en 10 años el planeta sufrirá sequías y la población se multiplicará. Nos han advertido que cuando la población mundial llegue a cierto punto las sequías provocarán conflictos y probablemente habrá guerras. Estas advertencias se han hecho realidad. Por eso todos los países construyen tantos diques. Mientras haya agua en ellos se llevarán bien con los países vecinos, pero ¿qué pasará si hay hambruna y no hay suficiente agua? Guardarían el agua en los diques y no dejarían que saliera. Si los otros países por los que pasa ese río utilizaran el agua para su propio beneficio, ¿qué pasaría? Que habría una guerra por el agua. ¿Cómo puede sobrevivir un país sin agua? Cuando lleguen las sequías, surgirán guerras por una mera corriente de agua de un río entre naciones que dependen de ese río para obtener agua.

    ¿Durará mucho? Por supuesto que no. No creo que este mundo dure mucho. Creo que el Señor volverá muy pronto. Tanto los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu como los que no creen dicen que este mundo no durará mucho. Sin embargo creemos que viviremos para siempre con el Señor. Este planeta y el universo entero desaparecerán, pero creemos que Dios nos dará un nuevo cielo y una nueva Tierra y que nos permitirá vivir allí para

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1