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El Ministerio Pastoral según el Apóstol Pablo
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El Ministerio Pastoral según el Apóstol Pablo

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""Sin un trazo de desdén académico por la imposición de manos o de otras expresiones de la práctica del ministerio cristiano, Thompson propone superar el abismo que con frecuencia separa la teología bíblica de la obra pastoral. Como un respetado académico del Nuevo Testamento, él se ubica dentro del mensaje bíblico y pregunta cómo puede ser implementado en un contexto pastoral moderno. Él no se queda en generalidades, sino que en un profundo estudio de 1 Tesalonicenses, Gálatas, Romanos y las Cartas a los Corintios, mantiene el estudio enfocado en la arena concreta tanto del texto como de la situación contemporánea."
M. Eugene Boring, Brite Divinity School
"En su espléndido y nuevo libro, James Thompson, convencido de que las cartas de Pablo son instrumentos pastorales, las examina exegéticamente para descubrir la teología pastoral de Pablo. Él descubre un énfasis en la formación de la comunidad como la meta pastoral de Pablo: el ministro participa en el propósito transformador de Dios, el cual incluye una nueva visión ética. El enfoque de Thompson en la comunidad es un grato balance al aplaudido énfasis contemporáneo en la auto-realización individual y la atención dada a la participación de la congregación en el cuidado pastoral, siendo la reciprocidad el concepto clave. El libro es una importante contribución a los estudios paulinos así como a la teología pastoral."
Abraham J. Malherbe, Yale Divinity School
"El ambiente contemporáneo del ministerio pastoral se basa mucho en directrices prácticas y poco en sabiduría y propósito bíblico y teológico. Previendo eso, para Pablo, el ministerio es un compañerismo con Dios relacionado con comunidades de fe en transformación, James Thompson muestra cómo leer teológicamente y con una sensibilidad pastoral a Pablo y reconfigura las motivaciones, enfoques y dimensiones del ministerio pastoral de hoy. El resultado es una visión de la formación ministerial y congregacional que desafía e inspira."
Joel B. Green, Asbury Theological Seminary"
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 jun 2021
ISBN9789584410375
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    El Ministerio Pastoral según el Apóstol Pablo - James W. Thompson

    Descubriendo una Teología Pastoral Paulina

    Después de años de educar a futuros ministros, mis colegas y yo finalmente nos dimos al trabajo de escribir una visión que sirviera de fundamento para nuestro currículum y describir el ministerio para el cual estábamos preparando a nuestros estudiantes. Después yo tomé la responsabilidad de liderar el comité y convertir la visión en un escrito; comprendí que tenía una tarea muy difícil, de ofrecer una visión coherente que reflejara lo que la facultad comprendía acerca del ministerio. La importancia de este desafío radica especialmente en que los miembros de la facultad pudieran alcanzar un acuerdo en el escrito final sólo después de una extensa discusión a pesar de que nosotros habíamos acordado la misma tradición teológica y estábamos preparando estudiantes para el ministerio dentro de esta tradición. Descubrimos que habíamos trabajado con muchísimas presunciones acerca de la naturaleza del ministerio.

    Cuando le hablo a los comités de búsqueda de predicadores, que son los empleadores potenciales de nuestros graduados, descubro que su visión del ministerio corresponde a duras penas a la visión que nosotros habíamos forjado como facultad. Estos comités de búsqueda presentan descripciones del trabajo con muchas expectativas específicas para los candidatos ministeriales. A pesar de que las descripciones del trabajo no articulan una teología del ministerio, ellas reflejan presunciones acerca de la naturaleza del ministerio. La presunción se deriva primeramente de las propias experiencias pasadas del comité y las observaciones de lo que parece ser un ministerio efectivo.

    He aprendido de colegas en otros seminarios, que mi experiencia no es única. Cada uno tiene una idea preestablecida de la naturaleza del ministerio, que son evidentes en los diferentes modelos alternativos que incluso compiten entre sí. Jackson Carroll ha señalado que las tradiciones teológicas tienen diferentes conceptos acerca del ministerio. Algunas denominaciones en la tradición reformada, hacen énfasis en una presentación muy profunda de la fe mientras que los metodistas le dan un gran valor a las habilidades interpersonales. Los bautistas del sur hacen énfasis en dones evangelísticos, mientras que los cristianos ortodoxos esperan un liderazgo litúrgico.¹ En el contexto norteamericano, sin embargo, las expectativas han cambiado en un período de tiempo, a menudo cruzando líneas denominacionales.

    Mi observación sobre los adelantos dentro de mi propia tradición corresponde en gran medida a la delineación histórica descrita por John B. Cobb y Joseph Hough para el desarrollo de muchas denominaciones.² Para las generaciones anteriores, el ministerio ideal era el evangelístico, medido por su éxito en persuadir a grandes multitudes de personas a volverse a Cristo. Algunos eran predicadores itinerantes, otros muchos trabajaban en congregaciones locales en donde se les daba el trabajo primeramente para propósitos evangelísticos. En una segunda era, las expectativas congregacionales para el ministro cambiaron de alcanzar multitudes a alimentar la congregación y responder a las necesidades de la gente. En esta era, los ministros aprendieron técnicas de terapia y le dieron un valor considerable al ministerio pastoral y a la consejería. Su trabajo era percibir las necesidades cada vez más crecientes en los miembros de la congregación. En la presente era, el ministerio es finalmente medido por la capacidad de organizar, construir y manejar una compleja organización. Las congregaciones continúan asumiendo que el ministro mantendrá los roles tradicionales de celebrar matrimonios y funerales, pero creen que la meta final del ministro es llevar a la congregación a un nuevo nivel de crecimiento. El ministro debe ser por lo tanto un buen comunicador y un buen administrador. En un campo religioso competitivo, la tarea del ministro es hacer que la congregación mantenga su lugar en el panorama religioso. A menudo los comités de búsqueda ya no van detrás de alguien que se acomode a uno de estos modelos, sino de alguien que sea una combinación de Jay Leno, Lee Iacocca y Dr. Phil.

    Estas frecuentemente tácitas presunciones muestran que la dimensión faltante en la discusión acerca del ministerio es un concepto teológicamente coherente al propósito del mismo que incorpore sus numerosos roles. Según Tomás Oden, "no ha sido escrita una teología pastoral sistemática y basada en las Escrituras para una audiencia ecuménica angloparlante desde El Pastor Cristiano, de Washington Gladden (1898)."³ La literatura sobre los múltiples encargos del ministro es abundante, pero carecemos de un concepto teológico integral que provea los fundamentos de los mismos.

    Estamos buscando una visión unificada y centrada del ministerio. Desafortunadamente, las disciplinas que complementan el trabajo pastoral de nuestro tiempo se han segmentado en vagas y a veces inútiles subespecializaciones. A pesar de haber producido una abundante literatura sobre consejería pastoral, la pregunta que permanece es qué es lo pastoral (distintivamente pastoral) en lo así llamado consejería pastoral. Los sermones abundan y las ayudas de los sermones más aún, pero muy pocos operan fuera de una concepción integral del trabajo pastoral que mezcla liturgia, catequesis, consejería y entrenamiento de ministros. Al haber adoptado tan fuertemente los pragmáticos procedimientos administrativos, olvidándose de su raigambre tradicional, la administración de la iglesia se ha convertido en una disciplina huérfana, preguntándose vagamente acerca de su verdadera procedencia. La pérdida de una identidad centrada en el ministerio se refleja en la excesiva carga hacia la especialización de las disciplinas tendientes a servir y unificar el ministerio.⁴

    El currículum del seminario hace muy poco para producir un concepto coherente de la labor ministerial. La división del currículum en áreas separadas de especialización, desarrollado bajo la influencia del modelo alemán utilizado al final del siglo XIX, acrecienta el problema al separar el ministerio de las demás disciplinas teológicas.⁵ Edward Farley ha descrito la separación de las disciplinas teológicas bajo la influencia de los intelectuales alemanes, señalando que las escuelas teológicas contemporáneas han heredado el concepto del siglo XIX, ubicando la teología práctica dentro de un currículum teológico. Farley se remonta al período comprendido entre el tiempo en el que la teología práctica determinaba todo estudio teológico hasta la época en la que se volvió una disciplina separada. En el paso inicial hacia esta separación, la teología práctica incluía la teología moral, la política de la iglesia y otras actividades pastorales. Cuando la especialización aumentó, la teología práctica fue apartada de la teología moral como un área perteneciente a las actividades fundamentales de la iglesia.⁶ El enfoque se volvió a las habilidades necesarias para el mantenimiento de la iglesia y el cuidado de la gente en problemas. La teología práctica llegó a estar segmentada en una variedad de subdisciplinas. Con este enfoque sobre las habilidades necesarias para el mantenimiento de la congregación, los seminarios e iglesias ofrecían definiciones alternativas y aún competitivas acerca del ministerio pastoral. Aunque el grado del seminario requiere tanto de la teoría como de la práctica, las dos áreas están insuficientemente relacionadas la una con la otra para proveer una base teológica para el ministerio. Sin una base teológica, el ministro se convierte con demasiada facilidad en el que asegura la competitividad de la iglesia en el mercado de consumo religioso.

    A pesar de las presiones que a menudo llegan de la iglesia y la sociedad para definir el rol del ministro en términos pragmáticos como el mantenimiento y el crecimiento de la institución, la respuesta a la pregunta sobre la identidad ministerial, como Ellen Charry ha argumentado, es un asunto teológico.⁷ En este libro, yo me dirijo a esta dimensión perdida en la discusión acerca del ministerio ofreciendo una teología pastoral que descansa en una conversación con modernos intérpretes de la teología paulina. Examinando las bases teológicas y las metas del trabajo pastoral de Pablo, puedo decir que la visión paulina contribuirá a la discusión que hoy ocupa a las iglesias y seminarios a través de Norteamérica. Qué es un ministro? Para qué roles preparamos a nuestros futuros ministros? Cuáles son las metas del ministerio? Como un erudito del Nuevo Testamento que a menudo trabaja en las fronteras entre los estudios bíblicos y el ministerio práctico, deseo iniciar una discusión entre las dos disciplinas, porque Pablo provee una visión pastoral coherente que puede ser la base para una teología pastoral contemporánea. Mi propósito es movernos mucho más allá del enfoque sobre los roles del ministro y de la literatura sobre el ministerio para determinar las actuales metas de nuestro trabajo. Otros nos han desafiado a renovar esta dimensión teológica volviendo a los textos clásicos sobre el ministerio.⁸ Aunque apoyarnos en los textos clásicos es un ejercicio valioso, propongo que consideremos ir más allá de estos antiguos textos hacia una reconsideración de la importancia de la teología paulina para definir las metas del ministerio.

    Pablo no es la única guía para una teología pastoral, como algunos intérpretes han dicho. Eugene Peterson sugiere que el Megilloth – Cantar de los Cantares, Ruth, Lamentaciones y Eclesiastés – aportó un gran propósito pastoral en el antiguo Israel, que puede ser útil para darle forma a la imaginación de la iglesia contemporánea.⁹ Gustav Stählin afirma que el Nuevo Testamento es de principio a fin un libro pastoral, pero él hace un énfasis especial en la narración de Mateo como un ejemplo del ministerio pastoral.¹⁰ Mateo refleja la preocupación pastoral por la situación de sus lectores; la combinación de la historia y la instrucción dan gozo y dirección a una comunidad afligida. Paul Walaskay la base teológica para el ministerio pastoral en las tradiciones de sanación del Antiguo Testamento y los Evangelios.¹¹ Otros miran los retratos de Jesús en los Evangelios para identificar una orientación básica para el ministerio pastoral.¹² Aún así, las cartas de Pablo tienen un valor especial en la delineación y comprensión de la meta final del ministerio. Las cartas nos permiten escuchar la guía pastoral de Pablo para sus iglesias y observar su teología pastoral en la práctica. Ellas presentan un estudio longitudinal parcial del rol de Pablo como evangelista, plantador de iglesias y pastor; tal entendimiento de la finalidad del ministerio no tiene paralelo en otros escritores bíblicos. Por lo tanto, la teología paulina constituye una guía indispensable para determinar la meta final de nuestro ministerio.

    Tratar juntos los estudios paulinos y pastorales en una discusión es enfrentar asuntos metodológicos que surgen de varios factores. Primero, carecemos de una simple definición del ministerio o ministerio pastoral como una base para compararla con Pablo. Segundo, ni Pablo ni sus compañeros de trabajo obraron en una forma similar al moderno concepto del ministro; el ministro en nuestro tiempo es muy diferente de cualquiera en la historia cristiana y judía o el Nuevo Testamento.¹³ Y tercero, enfrentamos el desafío hermenéutico de apropiar el ministerio de Pablo a la situación contemporánea, porque uno no puede simplemente leer una teología pastoral o sacarla de las páginas de m la Biblia sin mezclar los horizontes del mundo bíblico y el nuestro.¹⁴ Estos problemas indican las dificultades metodológicas de descubrir una teología paulina del ministerio pastoral.

    Aún, yo estoy convencido de que encontraremos esa visión en Pablo, que provea una base para la iglesia contemporánea. Debido a que sería infructuoso empezar con nuestra propia definición del ministerio y luego examinar el cuerpo paulino para encontrar un corolario, sugiero que empecemos con una definición preliminar y general en la que veamos puntos de contacto entre nuestro propio concepto y el encontrado en las Cartas Paulinas. Uno de ellos es el reconocimiento de que Pablo es el evangelista que no sólo llama a otros a volverse a la fe sino que también tiene una "preocupación por todas las iglesias" (2ª Corintios 11:28). También podemos observar similitudes funcionales entre nuestro propio concepto del ministerio y las actividades de Pablo en su preocupación por los que él ha ganado.¹⁵ Aunque el énfasis ha variado a través de los siglos, ciertos elementos han permanecido constantes, incluyendo el ser compasivos, el edificar y animar a otros, especialmente a los miembros de la comunidad cristiana. El trabajo de Pablo es lo suficientemente análogo a nuestra propia concepción acerca del ministerio como para reconocer en él un modelo para el mismo, especialmente en las metas que él establece.

    Un Estudio Previo de la Teología Pastoral Paulina

    No soy el primero en sugerir que las Cartas de Pablo son la base para una teología pastoral. De hecho, los intérpretes acuden a ellas para apoyar las diferentes alternativas a las metas del ministerio anteriormente mencionadas. Para algunos, Pablo es la base para ver en primer lugar al ministro como un evangelista; para otros, Pablo es la base para concebir al ministro como terapista. Y según la reciente literatura sobre el crecimiento de la iglesia, Pablo proporciona la base teológica para el ministro como un plantador y edificador de iglesias. La declaración de Pablo, "Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento" (1 Corintios 3:6), es la base para un ministerio enfocado en el crecimiento. La misión de la iglesia según esta visión, es crecer y extender el reino de Dios mediante la plantación y el desarrollo de iglesias.¹⁶ La metáfora de Pablo de la construcción en 1 Corintios 3:10-17 proporciona una imagen adicional del ministro que construye la congregación mediante la eficiente planeación y organización.

    Aunque Pablo emplea el lenguaje de crecimiento de la iglesia en 1 Corintios 3:6-9, no lo usa de una manera que apoye el llamado contemporáneo a este pasaje de Pablo. El contexto del pasaje indica que la mayor preocupación de Pablo no es el crecimiento numérico sino la madurez de la iglesia plantada por él. En 1ª Corintios 3:1-5, Pablo usa la imagen de la niñez y la madurez para describir el desarrollo de la Iglesia que él quiere. No obstante, los corintios no han dejado de ser niños, porque están enredados en los celos y contiendas que los caracterizaban antes de ser cristianos. Con sus partidismos políticos – "Yo sigo a Pablo, Yo sigo a Apolos -, ellos demuestran que aún son inmaduros. El centro de la metáfora de Pablo de la plantación y el crecimiento es que a pesar del enfoque de los corintios sobre el liderazgo individual, Dios es quien da el crecimiento." En los ejemplos de plantación, crecimiento y madurez, el énfasis de Pablo está en la madurez de la congregación. Aunque podemos asumir que Pablo presupone el crecimiento numérico, su énfasis está en el camino a la madurez. Él usa la metáfora del edificio para asegurar que los líderes de la comunidad construyen una congregación que resistirá la última prueba.

    Los primeros intérpretes apelaron al enfoque protestante basado en la doctrina paulina de la justificación por la fe, comúnmente entendida como el centro de su teología, para desarrollar una teología pastoral. La comprensión de la justificación por la fe ha aportado dos dimensiones a la concepción tradicional del ministerio. En primer lugar, la visión tradicional de la justificación por la fe como la salvación del individuo ha sido la base para concebir al ministro como el evangelista que proclama la gracia de Dios a la gente y los invita a responder en fe. Para quienes comprenden la justificación por la fe como una teología acerca de entrar en una relación con Dios, el ministerio se convierte en la práctica de traer gente a la gracia de Dios a través del evangelismo. Así, el papel del ministro como evangelista corresponde al concepto tradicional de la justificación por la fe.

    En segundo lugar, la justificación por la fe también ha sido la base para ver el ministerio como el ofrecimiento de la gracia a quienes sufren continuos conflictos en sus intentos por vivir la vida cristiana. En la interpretación tradicional de Romanos 7, por ejemplo, la persona atormentada que dice, "no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco (Romanos 7:15), es el cristiano que es recto y pecador al mismo tiempo. Lutero observó la importancia pastoral de su interpretación cuando dijo, De hecho, es un gran consuelo saber que un gran apóstol sufrió las mismas luchas y aflicciones en las que nos encontramos nosotros mismos cuando deseamos ser obedientes a Dios!"¹⁷ Mientras esta persona permanezca constantemente necesitada de la gracia de Dios, el papel del ministro es comunicar la gracia de Dios.

    Howard Clinebell cita este pasaje como la base de un moderno ministerio pastoral. Él habla del conflicto interno de Pablo como un ejemplo de la caída del hombre a lo que el ministro responde: "Todos conocemos el conflicto interno expresado por Pablo en su carta a la Iglesia primitiva en Roma: ‘Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero’ (Romanos 7:18-19)¹⁸ Para Clinebell, este pasaje ilustra que nuestra separación de nosotros mismos y de otros nació de alguna manera de nuestra separación de que proviene del amor de Dios."¹⁹ Esta enajenación proporciona las bases para el ministerio pastoral, definiendo el papel del pastor como el que responde a quienes se encuentran en problemas, ayudándolos a superar esa situación.

    Podemos ver el impacto de este concepto de la justificación en la obra de los teólogos pastorales que equiparan la doctrina de la justificación por la fe con la aceptación que se constituyó en el centro de la psicoterapia Rogeriana. Clinebell acude a Pablo cuando describe la relación de consejería como "un canal

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