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Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas
Libro electrónico256 páginas4 horas

Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas

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Es Jesucristo quien mueve la historia de este mundo. Nuestro Señor vino al mundo para salvar a todos los humanos de los pecados del mundo, y se ha convertido en el pan de la nueva vida para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, para darnos nueva vida a los que estábamos destinados al infierno por nuestros pecados, nuestro Señor vino a buscarnos.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento20 dic 2022
ISBN9788928215539
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas

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    Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (IV) - Conozcan La Voluntad Del Señor En Sus Vidas - Paul C. Jong

    La fe que se prepara para el regreso del Señor

    ¿Creen en la Palabra de Dios que promete que el Señor volverá al fin del mundo? Cuando este mundo esté sumido en el caos por los desastres y las guerras, y el Anticristo aparezca con su tiranía, nuestro Señor regresará para llevarse a los nacidos de nuevo y juzgar a Sus enemigos. Regresará cuando suene la séptima trompeta. En ese momento, el Señor descenderá del Cielo, transformará a los nacidos de nuevo, tanto a los vivos como a los muertos, y se los llevará con Él en el aire (1 Tesalonicenses 4, 16-17). Esta es la perfecta resurrección y el rapto de los santos. Los pecadores no podrán participar en esta primera resurrección y por tanto se quedarán en esta tierra y sufrirán la ira de los siete viales derramados por Dios. El Señor entonces renovará este mundo, iniciará el Reino Milenario y nos dejará a los justos reinar durante mil años.

    Después del Reino Milenario, el Señor resucitará a los pecadores y les dará cuerpos eternos para juzgarlos para siempre. Esta es la segunda resurrección. Los que tomen parte de esta segunda resurrección serán arrojados al infierno para sufrir durante toda la eternidad por los pecados que están escritos en el Libro de las Obras. Después de este juicio, nuestro Señor llevará a Su gente al Nuevo Jerusalén preparado por Él, al Reino de Dios. Allí Dios Padre, junto con Jesús, nuestro Salvador, y el único Hijo de Dios, y con el Espíritu Santo, los justos disfrutarán del gozo eterno y la paz servidos por los ángeles. No habrá más muerte, ni pena, ni llanto, ni dolor (Apocalipsis 21, 4) y los justos recibirán gloria como hijos de Dios que brillan como el Sol.

    ¿Creen que ahora es el momento en que el Señor regresará? Uno de los expertos del clima más conocidos ha avisado que este año será el más caluroso de la historia conocida. Muchas personas se toman esto a la ligera, pensando: «No pasa nada, solo tenemos que bajar el aire acondicionado y ahorrar energía». Pero el calentamiento global está empeorando sin control y está causando el aumento de las temperaturas, no solo en la atmósfera, sino también en los océanos. Algunos futuristas predicen que todo el marisco desaparecerá en dos o tres décadas. Los océanos se convertirán en muerte, inhabitables para cualquier forma de vida. Habrá desastres naturales catastróficos que nunca se han visto antes, uno detrás de otro. Como un coche sin frenos yendo cuesta abajo, el planeta tierra está yendo hacia su destrucción.

    Este mundo fue creado por la Palabra de Dios y acabará según la profecía de la Palabra. Así que, a través del Evangelio de Lucas, nuestro Señor está avisando a los que no han recibido la remisión de los pecados y a los redimidos que tengan fe para prepararse para el regreso del Señor. Por eso, los que vivimos en estos últimos tiempos debemos escuchar este aviso y escapar de la maldición y la muerte eternas.

    Los que no han recibido la remisión de los pecados primero deben recibirla al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y así convertirse en hijos de Dios. En realidad, la mayoría de los cristianos todavía no han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu y por eso deben examinar su fe con cuidado y recibir la remisión de los pecados. El mayor obstáculo es que estos cristianos piensan que han sido salvados aunque sigan teniendo pecados en sus corazones. Aunque dicen ser pecadores salvados, basándose en sus propias doctrinas, en su conciencia son pecadores sin duda que no pueden evitar ser juzgados por Dios.

    La Biblia llama a estas personas fariseos espirituales. Jesús reprendió a los legalistas de Sus tiempo diciéndoles: «Hay de vosotros, fariseos». En la actualidad hay muchos fariseos espirituales. Todos estos fariseos modernos ignoran la justicia de Dios que el Señor ha cumplido a través del agua y la sangre, e intentan alcanzar su salvación al creer en la sangre de la Cruz solamente y confiar en sus obras legalistas. Son ricos de corazón, que creen que son buenos cristianos. Pero no se conocen a sí mismos.

    Por tanto, los cristianos deben entender primero la Ley de Dios correctamente. Primero deben saber por qué Dios entregó la Ley. ¿Nos la dio para cumplirla? ¿Somos capaces de obedecerla? No. Somos seres humanos débiles e inadecuados que no pueden cumplir la Ley. Dios nos ha dado la Ley para que nos diésemos cuenta de que somos completos pecadores (Romanos 3, 20). Los que son pobres y honestos de espíritu serán expuestos como pecadores ante la Ley. Por eso todo el que no haya nacido de nuevo deberá admitir ante Dios que es un pecador depravado ante la Ley, creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y recibir la remisión de los pecados sin falta. Solo se puede escapar del juicio inminente y esperar al Señor con esperanza si se quita la levadura de los fariseos, si se deja de afirmar que se ha recibido la salvación al creer solamente en la sangre derramada en la Cruz.

    El Señor está diciendo a los nacidos de nuevo: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor» (Efesios 5, 15-17). ¿Quién son los insensatos? Son los que han puesto sus pensamientos en el mundo y viven según los deseos de la carne en estos tiempos. Son los que buscan los deseos de la carne.

    ¿Quién son los sabios? Los que creen en el regreso del Señor y lo esperan, dedicándose a Su obra espiritual. La obra espiritual aquí es la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu a todas las almas del mundo. Consiste en unir nuestros corazones con la Iglesia de Dios y Sus siervos que predican el Evangelio. Consiste en orar por fe por el ministerio que predica el Evangelio y que hace todo lo que se le pide. Todas estas cosas son obras espirituales.

    Los nacidos de nuevo creen que el regreso del Señor es inminente. Así que están siempre esperando, rechazando toda la avaricia y dedicándose a la obra espiritual. Aunque es difícil seguir la voluntad del Señor, defienden el Evangelio del agua y el Espíritu y lo sirven hasta el final. Son los que se preparan para el regreso del Señor. Espero que sean este tipo de personas de fe que se preparan para el regreso del Señor. No dudo ni por un segundo que los nacidos de nuevo podrán superar la tentación del mundo, porque el Espíritu Santo, que vive dentro de ellos, les ayudará y protegerá.

    SERMÓN 1

    Busquen continuamente

    según la voluntad

    del Señor

    < Lucas 11:1-13 >

    «Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?»

    La oración que el Señor nos enseñó

    Hemos leído algunos versículos del Evangelio de Lucas, capítulo 11. A través del pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor les enseñó a Sus discípulos la oración del Señor o Padrenuestro. El Señor quiere enseñarles a Sus hijos a orar correctamente. Habla de cómo orar con fe. El Señor ilustra esta verdad a través de una historia ilustrativa que vamos a leer a continuación.

    El Señor dijo: «¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?».

    Pensemos en eso. Aunque sea molesto y no tengan mucho que dar, ¿quién se niega a ayudar a un amigo que necesite algo? Por muy tarde que sea, cualquiera ayudaría a un buen amigo si llamase a la puerta continuamente y pidiese algo de comer. ¿Qué nos dice esta parábola? Que los seres humanos, a pesar de ser imperfectos, ayudan a los que lo necesitan, y por tanto, nuestro Dios que es perfecto, escuchará a Sus hijos cuando le necesiten.

    Es cierto. Nuestro Señor está diciendo: «Te digo lo mismo a ti. Pide y se te dará. Busca, y encontrarás. Llama a la puerta y te abriré. Te daré lo que me pidas. ¿Acaso no ayudarías a un amigo por muy pesado que se pusiese si te pidiese algo con insistencia?». Dios siempre nos escucha y nos da lo que le pedimos a través de la oración. Esa es la clave del pasaje de las Escrituras que hemos leído hoy.

    Si hay algo que deseamos con nuestros corazones, debemos pedirle a Dios con fe que nos dé lo que le pedimos en oración. Una simple oración es una petición. Una petición de ayuda. Es pedir algo. Por eso debemos orar con fe. Es correcto. Antes de orar, debemos tener fe en que el Señor nos dará lo que le pidamos. Incluso con esta confianza y fe que se necesita en las oraciones, debemos tener fe basada en el hecho de que el Señor se convirtió en nuestro Salvador. Debemos tener la fe que cree que el Señor nos salvó con el Evangelio del agua y el Espíritu, se convirtió en nuestro Pastor y nosotros en Sus ovejas que son guiadas por Él. Al acercarnos con confianza a Él sabremos que podremos ir a este amigo y le buscaremos de todo corazón. Cuando esta fe está dentro de nuestros corazones, podemos orar a Dios y Dios contestará nuestras oraciones.

    El Señor les está hablando ahora mismo

    Dios está diciendo: «Pide si tienes esta fe. Te lo daré si me lo pides. Busca y te dejaré encontrarlo. Llama y te abriré. Ten fe en Mí y pide, porque te lo concederé. Ten fe y busca. Ten fe y llama». Este es el mandamiento y la promesa del Dios justo que nos quiere ayudar.

    Esta fe sincera es muy importante. Debemos creer en toda la Palabra del Señor sin omisión. Si hay alguien que no tenga esta fe, deberá pedírsela a Dios en oración ahora. Verán como Dios les da esta fe si la piden. Pueden orar juntos si les resulta difícil orar solos. Aunque un santo joven no tenga mucha fe, todos sus deseos son comunicados a Dios si ora con sus predecesores de la fe en la Iglesia. De la misma manera en que un padre no le niega a su hijo una necesidad solo porque no sepa hablar bien, el Señor entiende nuestros corazones y nos concede nuestros deseos si creemos y oramos, aunque no sepamos orar bien y las cosas que digamos no sean muy lógicas. Estoy seguro de que verán como el Señor contesta sus oraciones con un poco de fe que tengan y diga: «El Señor es mi Dios y mi Salvador. El Señor me ha salvado y se ha convertido en mi Padre. Se ha convertido en mi Maestro. Me dará lo que le pido porque me ha dicho que se lo pidiese. El Señor me contestará si oro por fe».

    La fe más importante para los creyentes es la fe que cree que hemos recibido la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos tener esta fe. La fe que necesitamos cree que todo se cumplirá según la Palabra prometida de Dios. Esta fe es la fe que necesitamos porque el Señor nos los prometió.

    En realidad los santos que han recibido la remisión de los pecados han sido vestidos con la gracia especial del Señor. Son personas especiales que se han convertido en hijos justos de Dios al recibir la salvación ante la presencia de Dios porque creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Son una clase privilegiada del Señor que merece ser exaltada. Es cierto. Entre la gente que vive en este mundo, los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen un privilegio especial. Solo ellos tienen el privilegio de orar y de recibir respuesta a sus oraciones. La gente que quiere recibir una respuesta a sus oraciones tiene que nacer de nuevo primero mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Por supuesto, no todo se termina cuando se nace de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque una persona haya nacido de nuevo, no debe creer que es privilegiada y orar sin pasión, sino que debe seguir orando con fe en que Dios contestará sus oraciones porque Dios contesta las plegarias con este tipo de fe.

    Oramos a Dios cuando hacemos la obra de Dios

    Los santos oramos a Dios por la obra de predicar el Evangelio diciendo: «Que se predique el Evangelio por todo el mundo. Que haya muchos obreros». Nosotros también oramos por cosas que parecen imposibles. Entonces vemos como esas cosas se cumplen. A través de este proceso, entendemos una verdad muy importante y confirmamos nuestra fe en que es muy importante orar con fe en las promesas de Dios. Cuando creemos en la promesa de Dios en nuestros corazones y oramos, vemos que todas estas cosas se cumplen y recibimos las bendiciones de Dios. ¿Cuánto creen y cuánto oran? Aunque la cuestión es cuánto oran con fe, podemos orar con fe porque Dios nos ha dado fe y porque hemos nacido de nuevo y tenemos ese privilegio. Nuestras oraciones serán respondidas si oramos correctamente con fe en que Dios nos dará todas las cosas por las que oramos según Su promesa si tenemos fe en que el Señor nos lo dará. Debemos tener fe que cree en que nuestras oraciones serán contestadas y en que Dios contesta las oraciones justas y bellas a Sus ojos. Lo único que necesitamos es esa fe.

    Queremos guiar a las almas de nuestras familias durante este campamento de discípulos. Por tanto, debemos orar a Dios por nuestras familias cercanas. Debemos orar por la predicación del Evangelio por todo el mundo porque queremos compartir el Evangelio del Señor con todas las almas. ¿Qué más? ¿Hay algo más que necesiten absolutamente en sus vidas? Debemos unirnos y orar por las cosas que necesitamos. Debemos orar por diferentes cosas a Dios, y Él contestará estas oraciones.

    Dios dijo: «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». ¿Qué significa esta Palabra? Significa que el Señor nos dará lo que queramos. Dios nos lo dará si se lo pedimos constantemente y no es malo a los ojos de Dios. Dios nos dará lo que queramos si es bueno.

    Hay algunas cosas que parecen imposibles porque la puerta parece estar cerrada delante de nuestros ojos. Pero si es la voluntad de Dios, incluso esas cosas que parecen imposibles se cumplirán. Crean de todo corazón que nuestro Pastor puede hacerlo todo si oramos con fe. El Señor dijo que Dios abriría la puerta, nos haría recibir las cosas que queramos y encontrar lo que busquemos si tenemos fe.

    Las oraciones son tan necesarias como el oxígeno. Sin embargo, ¿cuánto debemos pedirle a Dios que se predique el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo? ¿Cuánto queremos que esto se haga realidad? ¿Cuánto llamamos a la puerta para que Dios la abra? Normalmente no oramos tanto como deberíamos aunque esta es la condición absoluta para recibir las bendiciones de Dios mientras vivimos en este mundo. Por tanto, no debemos dejar de orar. No hay nada que no se pueda cumplir ante Dios si creemos en Él de corazón y oramos.

    Aunque no tengamos ningún tipo de poder, el poder del Dios Todopoderoso es infinito. El Señor dijo: «Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mateo 6, 33). A veces pensamos: «Está en contra de mi conciencia pedir cosas solo para mí. Por tanto, prefiero trabajar duro en vez de orar». Pero como esta oración por el Evangelio no es sólo por uno mismo, sino que también por el beneficio del Reino de Dios y el de otras almas, es correcto orar con fe, sabiendo que se va a cumplir. Dios contestará esta oración si le pedimos lo necesario para predicar el Evangelio. Dios nos da lo necesario para predicar si pedimos cosas espirituales en vez de cosas carnales. Por tanto, debemos aprender a orar por el Reino de Dios primero y por Su justicia. Oremos por Su Reino y por Su justicia y la obra de predicar el Evangelio del Señor por todo el mundo, en vez de orar por nosotros.

    Dios nos da las cosas por las que oramos: «Señor, que surjan muchos trabajadores en el extranjero. Que todo el mundo lea nuestros libros y escuche el Evangelio del Señor para que pueda recibir la salvación. Que tengan conocimiento y fe. Permite que mi familia y amigos tengan fe para recibir la remisión de los pecados y vivan por la obra de salvar a otras almas con la que Dios se complace. Señor, quiero vivir por el Evangelio. Pero mi carne también tiene necesidades. Necesita cosas materiales; un buen ambiente y un trabajo. Necesito bendiciones materiales también. Un buen ambiente. Necesito fe. Protégeme de todos los peligros. Dame fe para que entregue mi corazón al Evangelio». Nos da todas estas cosas. Orar es pedir por las cosas que necesitamos en nuestras vidas. Somos el pueblo de Dios que puede orar ante la presencia de Dios con la fe correcta.

    Aunque con nuestro poder no se puede conseguir, aunque los santos y los siervos de Dios no tengan el poder físico, creo que todas estas cosas se cumplirán cuando creamos en Dios y oremos con la justicia de Dios con Su voluntad benevolente. Debemos estar así de seguros. Aunque nos encontremos con algunos problemas, podemos orar con confianza ante Dios si sabemos que lo que le estamos pidiendo es aceptable para Él.

    Piensen si es beneficioso para el Evangelio y después oren ante Dios si creen que es así. Entonces, nuestro Señor nos lo dará todo. Aunque no tenga el poder de conseguirlo, Dios Todopoderoso sí que lo puede conseguir.

    ¿Quieren que veamos un ejemplo? Durante la Copa del Mundo la FIFA en 2002, oré mucho a Dios para que mi país ganase. Sería muy beneficioso para la predicación del Evangelio si nuestro equipo ganase, ya que el nombre de nuestro país sería conocido por todo el mundo. Entonces, nuestro país, Corea del Sur, llegó a la semifinal y mucha gente del mundo conoció el nombre de Corea. Así, Dios cumple todo lo que los justos le piden en oración si es beneficioso para Su voluntad. Tenemos confianza en nuestros corazones porque oramos de corazón para predicar el Evangelio del Reino de Dios al mundo entero, y no solo por nuestra carne. Por tanto, no debemos tener ansiedad en nuestros corazones cuando oramos a Dios porque tenemos una fe confiada. Nuestras oraciones serán contestadas si pedimos con fe y esperamos sin dudar. Este es el poder de la fe.

    ¿Pueden nuestras necesidades físicas ser satisfechas sin la ayuda de Dios? No. Siempre necesitamos la ayuda de Dios, incluso cuando se trata de necesidades físicas. Incluso nuestra carne necesita estar en buenas condiciones para predicar el Evangelio del Señor. Nuestros cuerpos deben estar sanos. Debemos tener comida y refugio. Debemos vivir en un ambiente bueno. Nuestra carne siempre necesita la ayuda de Dios de la misma manera que nuestras almas. Necesitamos cosas carnales y cosas espirituales para hacer la obra del Reino de Dios.

    Primero debemos orar por el Reino

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