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Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II )
Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II )
Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II )
Libro electrónico297 páginas5 horas

Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II )

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En el Libro del Génesis se explica por qué Dios nos creó. Cuando un arquitecto diseña un edificio o cuando un pintor pinta un cuadro, primero conciben la obra que será completada en sus mentes antes de empezar a trabajar en este proyecto. Del mismo modo, nuestro Dios tenía en mente la salvación de la humanidad incluso antes de crear los cielos y la tierra, y creó a Adán y a Eva con este objetivo en mente. Entonces Dios tenía que explicarnos la realidad de los Cielos, que no podemos ver con nuestros ojos, y para ello creó una analogía con la realidad terrenal para que todos pudiésemos ver y entender.
Incluso antes de la creación del mundo, Dios quería salvar a la humanidad perfectamente mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que, aunque todos los seres humanos estemos hechos de polvo, debemos entender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu por el bien de nuestras almas. Si la gente sigue viviendo sin conocer la realidad celestial, no solo perderán sus bienes terrenales, sino también todo lo que pertenece al Cielo.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento16 jun 2014
ISBN9788928217809
Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II )

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    Sermones Sobre Génesis (IV) - No Más Caos, Oscuridad O Vacío ( II ) - Paul C. Jong

    Vivíamos en el caos, el vacío y la oscuridad y estábamos sujetos a la condena eterna del infierno. Por eso Génesis 1, 1-2 dice: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». Como nuestros antecesores comunes, Adán y Eva, no confiaron en Dios, abandonaron Su Palabra y pecaron contra Dios, todos nos convertimos en pecadores separados de Dios. Como consecuencia, nadie puede deshacerse de la vida llena de deseos vanos incitados de Satanás, y no hay manera de escapar del juicio justo de Dios.

    Sin duda alguna, la humanidad todavía está buscando la santidad porque fue creada a imagen de Dios. ¿Pero cuál es la realidad? ¿Podemos vivir una vida justa y santa sin pecar? ¿Podemos evitar pecar? Es imposible. De vez en cuando parece que hagamos el bien, pero la Palabra de Dios encuentra nuestras obras virtuosas manchadas con motivos sucios y egoístas. Siempre andamos cometiendo doce tipos de pecados según Marcos 7, 21-23. Por este motivo, el Apóstol Pablo habló de esta realidad de la humanidad: ¡Oh miserable de mí! ¿Quién me va a librar de este cuerpo de muerte?. Este versículo los demuestra que la humanidad pecadora y depravada no puede alcanzar la salvación con sus propios esfuerzos o su poder.

    Esta condición humana desesperada me recuerda al mito de la cueva de Platón. En su libro La República, Platón describe cómo unos prisioneros fueron encadenados desde su nacimiento y forzados a mirar hacia la pared. Por eso confundieron las sombras en la pared de la cueva por los objetos reales y murieron sin darse cuenta de lo miserables que eran, o de lo bello y glorioso que era el mundo fuera de la cueva. Pero uno de los prisioneros rompió las cadenas y salió de la cueva. Imaginen la experiencia de ver la luz gloriosa del sol y del mundo bajo el mismo, e imaginen lo confuso que estaría. Después de experimentar este mundo maravilloso, volvió a la cueva y entonces dio testimonio del increíble mundo real fuera de la cueva a los prisioneros que estaban atrapados en el mundo falso, pero al final los prisioneros no quisieron aceptar la verdad y lo mataron.

    Como en esta fábula, nuestra realidad es así. Satanás ha atrapado a la humanidad en la cueva de la confusión y la falsedad. Podemos decir que incluso la mayoría de los cristianos son prisioneros en la cueva de las falsas doctrinas que Satanás creó. Creen en sus doctrinas como si fueran la única verdad porque nacieron en la cueva de las falsas doctrinas y escucharon las enseñanzas confusas de los falsos maestros y murieron sin recibir la remisión de los pecados. En otras palabras, van al infierno sin saber por qué. Cuando escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu de nosotros, no solo se niegan a aceptar la Palabra de la Verdad, sino que se levantan contra nosotros porque han estado encadenados durante tanto tiempo por las doctrinas falsas. Por tanto, la sangre de los mártires como Abel, Zacarías (que murió entre los altares del templo), Esteban (que fue lapidado) y los Apóstoles (que dieron testimonio de la Verdad hasta morir) clama desde la tierra: Volved a Dios pronto. Dejad vuestra maldad y vuestra tenacidad y vuelvan a la justicia de Dios. Recibid la salvación solo por fe en Su amor y salvación, porque Dios ha redimido todos vuestros pecados a través del bautismo de Su Hijo y de Su muerte en la Cruz.

    La humanidad no puede alcanzar la salvación con sus propios esfuerzos. Por este motivo la Biblia dice: «Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia» (Isaías 59, 15-16). ¡Es cierto! Los seres humanos somos criaturas que nacen y mueren con pecados, así que nunca podemos alcanzar nuestra salvación sin un Salvador. Por eso Dios se convirtió en nuestro Salvador.

    ¿Entonces cómo eliminó Dios nuestros pecados y nos salvó de la condena eterna del infierno.

    La salvación justa de Dios fue satisfecha a través del sacrificio de Jesucristo y fue anunciada a través del sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento los israelitas ofrecían el sacrificio de la redención según la Ley de Dios para recibir la remisión de los pecados. Recibían la remisión de los pecados después de preparar a los animales puros, pasarles los pecados mediante la imposición de manos, degollarlos para sacarles la sangre, derramar la sangre y quemar la carne en el altar de los holocaustos. A través de este sacrificio del pecado Dios dio testimonio en el Antiguo Testamento del ministerio de Jesús, quien vino en la carne como un sacrificio perfecto, tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista y murió en la Cruz para pagar por todos los pecados. Y este es el verdadero Evangelio.

    Ahora, los que creen en el sacrificio eterno que Jesús ofreció con Su cuerpo, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, se convierten en personas justas nacidas de nuevo y en Hijos de Dios. El caos, el vacío y la oscuridad reinaban sobre los corazones de todas las personas y desaparecen cuando esa persona se convierte en hija de la luz. De la misma manera, la verdadera remisión de los pecados es posible solamente por la fe en la Palabra de Verdad de Dios. Dios está descansando ahora porque Su hijo ha cumplido Su voluntad completamente al descender a este mundo y al ser bautizado y morir en la Cruz para obedecerle. Gracias a esto, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos entrado en Su descanso (Hebreos 4, 3). Dios estableció el Sábado para recordar la bendición de que Dios erradicó nuestros pecados.

    La humanidad, que había comido del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, recibió el estándar del bien y del mal de Dios. Entonces, ¿cuál es el juicio correcto, el nuestro o el de Dios? Nuestro estándar es siempre relativo y egoísta. Por tanto deben deshacerse de sus ideas propias y confiar y seguir la Palabra de Dios centrándose en lo que dice la Palabra de Dios. Ignorar la Palabra de Dios y buscar nuestra propia justicia es tener la fe de Caín y los valores religiosos. Abel puso su fe en la Palabra de Dios que escuchó de su padre, Adán y ofreció al primogénito de su rebaño y su grasa. Pero Caín, que era egoísta, le presentó el fruto del suelo al Señor. Dios aceptó la ofrenda de Abel pero rechazó la de Caín. La lección de Dios es que la fe en las religiones humanas no nos da la salvación.

    Por desgracia hay muchos cristianos que siguen ofreciendo el sacrificio de Caín. Intentan obtener la salvación con sus esfuerzos humanos y sus obras buenas. Se les considera buenos cristianos por observar el Día del Señor, por dar ofrendas generosas, ayudar a los necesitados, ofrecer oraciones de arrepentimiento, hacer obras voluntarias en la iglesia y tener buenas relaciones humanas. Se suele creer que la gente que hace estas buenas obras ha recibido la salvación.

    Pero esto no tiene fundamento. Esta fe es religiosa y es un atajo para ir al infierno. ¿Acaso esta vida de fe limpia sus pecados en sus corazones? El precio del pecado es la muerte. Cualquier persona que tenga pecado no puede escapar del juicio de Dios. Por tanto, debemos deshacernos de la fe religiosa y ser salvados únicamente por el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos nacer de nuevo al creer que Dios vino en la carne de un hombre y eliminó nuestros pecados; y después de nuestro segundo nacimiento debemos seguir la justicia de Dios que entra en nuestros corazones por fe en el Evangelio.

    ¿Cómo nos glorificó Dios? Dios nos hizo Sus hijos justos y las esposas de Jesucristo en el Evangelio de Su Hijo. Y nos dio la bienvenida como miembros de la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Lo que hizo fue para que dedicásemos nuestros corazones a la obra de Dios unidos al Evangelio durante el resto de nuestras vidas. Cuando nos unimos a la Iglesia del Señor, nuestros corazones caminan con el Señor y Dios obra a través de nosotros, que lleva a la salvación de muchas almas como una buena cosecha de justicia.

    Por tanto, les pido a todos los nacidos de nuevo de todo el mundo que se unan a la Iglesia de Dios. Si nacen de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu, les pido que oren y ofrezcan fruto abundante de la justicia al Señor al hacer la obra del Señor guiados por la Iglesia de Dios, como la mujer gentil llamada Rut que se convirtió en parte de la genealogía de Jesucristo al seguir a su suegra, Noemí, en obediencia.

    SERMÓN 1

    El Señor ha transformado

    la oscuridad en luz

    < Génesis 1:1-5 >

    «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día».

    Creemos que el Dios que creó el universo es nuestro Dios. Si esto es cierto, entonces debemos averiguar cómo podemos conocer a este Dios y cómo debemos seguirle. En otras palabras, ¿por qué debemos creer en Dios el Creador y seguirle? La respuesta a esta pregunta es la siguiente: debemos conocer a este Dios, nuestro Creador, y seguirle basándonos en Su Palabra escrita en la Biblia. Dicho de otra manera, solo cuando nos damos cuenta de la Palabra de Dios, que nos creó y nos ha salvado de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos vivir por fe.

    Dios nos creó y nos ha redimido de todos los pecados, y a través de Su Palabra bendice a todo el que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios se nos ha manifestado a través de Su Palabra. Dios se manifiesta a través de Su Palabra. Con esta Palabra Dios nos hace promesas a todos. Y Dios cumple estas promesas que nos ha hecho. Nuestro Dios se nos ha revelado como el Dios de la alianza. Por tanto, debemos creer que a través de Su Palabra Dios nos habla y nos hace promesas. El Dios que nos creó es un Dios santo y es el Dios que se revela a través de Su Palabra. Y por tanto, solo a través de la Palabra de Dios podemos conocer a este Dios santo, y está escrito en la Palabra de Dios que podemos borrar nuestros pecados.

    El Libro del Génesis en el Antiguo Testamento empieza diciendo: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena». Podemos ver en este pasaje que por la Palabra de Dios, escrita aquí en Génesis 1, 3, Dios dijo que se hiciese la luz, y así estamos libres de confusión, vacío y oscuridad.

    El capítulo uno de Génesis muestra el plan de salvación de Dios para la humanidad. En otras palabras, este Libro nos demuestra la salvación de la humanidad. En la creación de Dios todo fue planeado en Jesucristo, desde la tentación de Satanás a la caída del hombre, la salvación a través de Jesucristo, la adopción del hombre como hijo de Dios en Jesucristo y todas las bendiciones celestiales preparadas para los hijos de Dios en Jesucristo. Por eso Dios dijo: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». En Génesis 1, 1 Dios explicó que Él es el creador de los cielos y la tierra, y luego en el versículo dos dijo: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo». Así Dios está hablando del estado caído de la humanidad.

    La voluntad de Dios y Su objetivo para todo están escondidos en Su providencia que creó el universo. Incluso antes de hacer al hombre al principio, Dios planeó hacer a todo el mundo hijos Suyos a través de Su salvación. Así que Dios Padre lo tenía todo planeado para borrar todos los pecados a través de Jesucristo, pero también para hacernos hijos Suyos y darnos el don del Reino de los Cielos. Todo esto fue el plan increíble de Dios diseñado en Jesucristo sin la intención de ninguna criatura. De vez en cuando vemos que algunas de las cosas que queremos hacer a veces están en contra de la voluntad de Dios. Pero al final nos damos cuenta de que Dios nos da todo lo que necesitamos para vivir en este mundo según Su plan.

    Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Juan 14, 6). Debemos creer solamente en la Palabra de Dios y darnos cuenta de quién es Jesucristo y seguirle. Debemos darnos cuenta de que si seguimos nuestra propia voluntad y preferencias para encontrar a Dios a nuestra manera, acabaremos cayendo en la confusión, el vacío y el pecado. Solo cuando entendemos a Dios y le seguimos según la Palabra que nos dio, podemos conocer a Dios, quien nos creó y nos salvó de todos los pecados. Por eso ahora nuestro Dios nos está guiando a través de Su Palabra. En otras palabras, a través de la Palabra escrita de Dios podemos encontrar a Jesucristo. Esto significa que sin la Palabra de Dios es imposible encontrar a Jesucristo, que nos ha salvado de los pecados.

    La Biblia es un baúl con un tesoro que contiene la alianza de la Palabra de Dios prometida. Dios nos habla a través de Su Palabra y nos encuentra a través de esta Palabra. Deben entender que como Dios es verdad, nos encuentra a través de Su Palabra. Por tanto, no debemos tratar ni leer la Biblia como si fuera una novela o un libro de historia. Las Escrituras dicen: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (Juan 1, 1). La encarnación de la Palabra de Dios escrita en la Biblia es el Dios que nos habló. Todos debemos darnos cuenta de esto y creer. Por eso, la Biblia que estamos leyendo es la Palabra de Dios que nos ha dado y es el testimonio de Dios que se revela a través de Su Palabra.

    El plan de Dios consiste en erradicar la confusión y el vacío

    Está escrito en Génesis 1, 2-5: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día».

    En el pasaje de arriba podemos ver la voluntad de Dios manifestada en Su Palabra. Podemos ver que la voluntad de Dios para nosotros es liberar a todas las almas que están esclavizadas por los pecados. Aquí podemos ver cómo Dios está revelando Su intención, que es aclarar toda la confusión, el vacío y la oscuridad de los corazones de la gente.

    ¿Qué significa la luz de la que Dios habló aquí? ¿Y a quién se refiere? Esta luz mostrada en la Biblia se refiere a Jesucristo, que nos ha salvado de todos los pecados. Entonces, ¿quién está atrapado en la confusión, vacío y oscuridad profunda? Esto se refiere a nosotros, a la raza humana, que está atrapada en los pecados del mundo. Este pasaje explica que todos fuimos engañados por la tentación de Satanás, y que hay confusión, vacío y oscuridad profunda en nuestros corazones. Cuando Dios creó los cielos y la tierra y al hombre, quiso elevar a los seres humanos como hijos Suyos. Según este plan, Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados.

    Dios tenía un objetivo cuando nos creó a los seres humanos. Incluso los seres humanos no hacen nada sin un objetivo en mente. Todo el mundo tiene un objetivo cuando hace algo. Cuando Dios nos creó a los seres humanos, dijo: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra» (Génesis 1, 26). Este pasaje demuestra claramente que desde el principio Dios nos creó a Su imagen, y nos dio libre albedrío. En otras palabras, Dios nos está diciendo: Os he dado libre albedrío para escoger o rechazar Mi gracia y Mis bendiciones celestiales. Sin embargo, al mismo tiempo este derecho a escoger requiere que seamos completamente responsables de nuestras elecciones. Así que el Señor dijo: «Mas el que practica la verdad viene a la luz» (Juan 3, 21). Por tanto, está diciendo que los que aceptan la justicia de Dios van ante el Señor para mostrar su fe en esta justicia de Dios. Sin embargo, los que aman la oscuridad en vez de la luz no vienen a esta verdad porque tienen miedo de que su oscuridad quede expuesta.

    Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos entender cuál es la luz de la salvación y cuál es la oscuridad que lleva a la destrucción. Y podemos escoger la luz. Debemos darnos cuenta de lo que Dios nos está diciendo, como Sus criaturas, tenemos que decidir por nosotros qué vamos a escoger y aceptar entra la verdad y la mentira. Dios dijo que nos dio verdadero libre albedrío. Si Dios hubiese permitido que existiera el Cielo y el infierno sin darnos libre albedrío, y la opción de escoger, Dios sería responsable de todo. Si fuese así, el Dios de la Verdad no podría ser glorificado por los seres humanos. Si Dios no fuese justo y si no fuese santo y misericordioso para darnos Su gracia a los miserables, no podría aceptar nuestra adoración y culto.

    Dios está diciendo: Soy Dios, y os he dado libre albedrío para que escojáis. Así que si queréis recibir el don de la salvación que os estoy ofreciendo, venid a Mí y aceptad todas las bendiciones de salvación por fe. Pero si os gusta la oscuridad, la confusión, el vacío y la maldad más que la luz de la Verdad, iréis al lugar del castigo eterno. Debéis saber que sois responsables de vuestras decisiones.

    Dios nos habla a través de Su Palabra de Verdad. Así que debemos darnos cuenta de que Dios está diciendo que nos dará las bendiciones de la salvación a los que entren en la Verdad de la salvación al creer en Su justicia. Los que de verdad solo amen la justicia de Dios, respetan a Dios y viven creyendo en Él solamente. Por tanto, vivirán con bendiciones abundantes de gloria en este mundo y en el Reino de los Cielos. Este es el amor de Dios revelado a través de la Verdad de salvación. Por el contrario, los que amen la oscuridad entrarán en la oscuridad maldita y sufrirán para siempre, porque han escogido la destrucción por su cuenta. Este es el juicio justo de Dios, que es completamente perfecto, justo y bueno.

    Dios no ejerce Su fuerza sobre nosotros, sino que manifiesta Su voluntad a través de Su Palabra; obra a través de Su Palabra. Además, Dios quiere juzgarnos con justicia y quiere ser alabado y adorado con gratitud. Dios nos ha dado la oportunidad de poseer Su justicia a los que escogen la Verdad ante Dios y por eso se complace en darnos las bendiciones del Cielo. Dios es un Dios justo y por eso juzgará a los que tengan que ser juzgados y salvará a los que tengan que ser salvados. Dios es justo y juzgará a los que pertenezcan a la maldad sin falta. Por tanto está mal decir que Dios es injusto o malvado. Si una persona quiere ser bendecida por Dios, que creó los cielos y la tierra y nos ha salvado del pecado, entonces debe darse cuenta de la salvación manifestada a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y para eso debe aprender acerca de Dios y creer en Él.

    Dios ha preparado la verdadera salvación para nosotros con Su amor. Nos ha dado a todos los seres humanos el derecho y la libertad de escoger Su justicia o la oscuridad. Lo ha preparado todo para que podamos creer en lo que queramos. Dios quiere revelar la luz, Su justicia, a todo al que le guste la luz. A todos los que aceptan todas las Palabras de Dios, Dios quiere darles Su salvación, la Verdad, y todas las bendiciones del Cielo, pero a los que prefieren la oscuridad a la luz, les deja seguir esta oscuridad.

    Incluso ahora, Dios, el Creador de los cielos y la tierra todavía nos está hablando a través de la Palabra escrita de la Biblia. Dios es el Creador que creó el universo y todo lo que hay en él con Su Palabra. Como solo Dios es justo, quiere vestir a todas las criaturas con Su justicia a través de Su misericordia. Solo Dios es el Creador, el Ser Supremo, y el verdadero Dios. Por supuesto, una persona puede escoger levantarse contra la Palabra de Dios, pero nadie puede ganar a la Palabra de Dios.

    Dios creó los cielos y la tierra en el principio. Lo hizo todo, lo visible y lo invisible. ¿Lo admiten? Dios lo creó todo y nos dio libre albedrío, es decir la opción de escoger. La gracia de Dios desciende sobre la gente según sus opciones. La Biblia dice: «Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él» (2 Corintios 1, 19). Este pasaje significa que en el Reino de Dios no existe la palabra no y nada es irracional.

    Debemos darnos cuenta de que era el plan de Dios permitir que los hombres cayesen en la tentación de Satanás

    El pasaje de las Escrituras de hoy dice: En el principio Dios creó los cielos y la tierra y después sigue diciendo: La tierra estaba sin forma y vacía, y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo. Este pasaje implica que en el plan de Dios estaba establecido que Satanás engañaría al hombre y le haría caer en el pecado. Si los capítulos uno y dos del Génesis proporcionan un mapa detallado del plan de Dios, a partir del capítulo tres se habla de la implementación de este plan y de su cumplimiento. Podemos decir que Dios empezó a hacer Su obra de salvación de la humanidad.

    Hace unos diez años, unos grandes almacenes de Seúl se derrumbaron y muchas personas murieron. La investigación de la causa del derrumbamiento reveló que el diseño de este edificio se había cambiado varias veces, no solo durante la fase de la construcción, sino incluso después de completar el edificio. Estos cambios repetidos a la estructura, debilitaron la integridad estructural del edificio y por eso se derrumbó. Pero nuestro Dios nunca cambió Su plan de salvación por nosotros, ni una sola vez. Con el Evangelio del agua y el Espíritu, implementó la salvación de toda la humanidad tal y como la había diseñado en Jesucristo antes de la fundación del mundo. Sabiendo que el hombre, Su criatura, caería en el pecado, Dios no lo dejó solo, sino que formó al hombre con un plan sólido para recrearlo con la justicia de Dios y para hacerle nacer de nuevo.

    Por eso Dios dijo: Que haya luz cuando la tierra estaba sin forma y vacía y la oscuridad estaba en la faz del abismo. La luz aquí es la justicia de Dios que Jesucristo ha cumplido para nuestra salvación. En otras palabras, es el Evangelio de la Verdad del agua y el Espíritu creado por Jesús. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la Verdad que permite a los pecadores nacer de nuevo a través de la Palabra de Dios. Todo el mundo se convirtió en pecador por culpa de sus antecesores, y sus pensamientos estaban confusos, vacíos y en la oscuridad. Pero el Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio preparado por Dios para eliminar los pecados de todos los pecadores y hacerles nacer de nuevo. Si el hombre no hubiese sido tentado por Satanás, habría sido imposible convertirse en hijos de Dios. Todos nosotros pudimos nacer de nuevo porque recibimos la remisión de los pecados en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios.

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