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Lagrimas En El Caribe
Lagrimas En El Caribe
Lagrimas En El Caribe
Libro electrónico431 páginas5 horas

Lagrimas En El Caribe

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Un Thriller Psicologico sobre la trata de personas

Sheila es una mujer trinitense de 35 años que tiene todo lo que quiere: un esposo cariñoso, Miguel, y dos hermosos hijos. Es una ama de casa que ha dedicado su vida a criar a sus hijos. Pero su vida da un vuelco cuando su esposo, un oficial de policía, encierra al hermano del líder de una pandilla local, lo que desencadena un ataque contra su familia.

Sheila es secuestrada y enviada a Venezuela, donde es vendida a un burdel propiedad de una mujer llamada Bernadette. Allí comienza su pesadilla, ya que se ve obligada a prostituirse. Ella es atormentada todas las noches por el brutal Víctor, quien es el amante de Bernadette y el supervisor del burdel.

A pesar de sus torturas diarias, Sheila sigue esperando escapar. Se hace amiga de las otras mujeres del burdel, incluida una adolescente, que se benefician de su actitud positiva.

De vuelta en Trinidad, un cuerpo muy quemado de otra mujer es confundido con Sheila. Creyendo que está muerta, su esposo finalmente comienza una relación con una mujer llamada Candice, cuyas acciones son en parte la causa del dolor y el sufrimiento de la familia de Sheila.

¿Podrá Sheila escapar de su pesadilla y recuperar su vida?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 jul 2021
ISBN9781667405803
Lagrimas En El Caribe
Autor

Emiliya Ahmadova

Emiliya Ahmadova was born in the city of Baku, the capital of Azerbaijan. When she was just nine years old, she developed a passion for reading, literature, poetry, and foreign languages. In high school, she participated in and won many poetry competitions. Starting at the age of ten, she began writing poems and short stories in Russian.   Emiliya has diplomas in business management as well as a Bachelor of Arts (B.A.) in human resources management. She also has international diplomas in the advanced study of the theory and practice of management, administration, business management, communication, hotel operations management, office management and administration, and professional English from the Cambridge International College, in addition to a certificate in novel writing. Emiliya speaks four languages (Azeri, Russian, English, and some Turkish), but her native language is Azeri. Because of her love for humanity and children, she has started volunteering in a local school and in 2011 became a Cub Scout leader and won a trophy as the first female parent leader. Emiliya likes being around people, adores travel, enjoys playing soccer, and relishes in helping other people.

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    Lagrimas En El Caribe - Emiliya Ahmadova

    LÁGRIMAS EN EL CARIBE

    Por

    Emiliya Ahmadova

    Un thriller PSICOLÓGICO

    Esta es una obra de ficción. Todos los nombres, personajes, empresas, lugares, eventos, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o hechos reales es pura coincidencia.

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, incluyendo fotocopias, grabaciones u otros métodos electrónicos o mecánicos, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información sin el permiso previo por escrito del editor o autor, excepto en el caso de citas muy breves incorporadas en reseñas críticas y ciertos otros usos no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor.

    Copyright © 2021 por Emiliya Ahmadova.

    Reservados todos los derechos.

    Ilustraciones dentro del libro por Marina Veter

    Ilustraciones copyright @ Emiliya Ahmadova

    Editorial: Women's Voice Publishing House 

    En recuerdo amoroso de mi querida abuela, Aliya Mehtieva, hija de Sanan. Nacida el 15 de octubre de 1939, Fallecida el 8 de agosto de 2018. Ella era un ángel que dedicó su vida a criarnos a mí y a mis tres hermanos, sola. Ella era mi protectora, madre, padre y abuela al mismo tiempo. Por nosotros enfrentó muchas tribulaciones y sacrificó su felicidad.

    A pesar de que tuvo una vida muy dura y enfrentó muchas dificultades, se mantuvo firme sobre sus pies. Ella nunca aceptó la ayuda de nadie. Siempre te recordaré, abuela.

    En recuerdo de mi hermano Ruslan Ahmadov. Nacido el 28 de julio de 1978, Fallecido el 25 de mayo de 2019. ¡Era un hombre que sacrificó su felicidad por el bien de su abuela! Pasó los últimos diez años de su vida cuidándola. Las 24 horas del día tenía que lidiar con los efectos de la demencia que tenía la abuela. Debido a esto, no pudo tener su propia familia. Cuidarla afectó su vida, su patrón de sueño y su salud de manera negativa, pero él estuvo detrás de ella hasta el final de su vida. Desafortunadamente, su vida se truncó a los 39 años debido a un infarto. Descansa en paz mi hermano.

    Por favor, haz una oración por ambos y enciende una vela.

    ***

    Esta historia está dedicada a quienes fueron víctimas de secuestro y tráfico, fueron asesinados o violados, o que han perdido a seres queridos por muerte violenta. También está dedicado a aquellos cuyas vidas se han visto afectadas por la presencia del mal, que sigue causando caos y destrucción en este mundo.

    Es hora de romper los lazos del mal y dar la bienvenida al bien a la sociedad. El cambio debe comenzar dentro de ti y extenderse a tu entorno. Deja que el amor florezca en tu corazón, alimentando la bondad, la rectitud y la paciencia hacia los demás.

    RECONOCIMIENTOS

    Toda la gloria sea para Dios por permitirme escribir este y otros libros. Sin Dios habría un vacío en mi alma. Él es nuestra esperanza, nuestro protector y el que siempre está ahí para nosotros. Tenerlo a Él en nuestras vidas nutre nuestras almas y nos hace mejores personas. Él planta semillas de esperanza y bondad en nuestros corazones y mentes.

    Los demonios pueden distraernos y engañarnos con sus mentiras y su odio hacia la humanidad, pero Dios escucha nuestras oraciones y continúa haciendo milagros.

    Mi agradecimiento se extiende a mi traductor, Américo Méndez Rosales por traducir Lágrimas en el Caribe al idioma español, , y a mi familia, especialmente a mi abuela. Ella siempre solía decirme que mi don de escribir venía de Jesús y seguía animándome con sus palabras de sabiduría y bondad. Ella era todo para mí.

    Gracias también a mi ilustradora, Imarts, por los dibujos de mi abuela y Candice, además del dibujo del título. Ha hecho un trabajo maravilloso y se puede encontrar en https://www.fiverr.com

    TABLA DE CONTENIDO

    SECUESTRADA 

    LA AMARGURA DEL BURDEL 

    ESPANTOSO FINAL 

    IDENTIDAD EQUIVOCADA 

    RASTROS OCULTAS 

    UN DESTELLO DE ESPERANZA 

    HORA DE RETRIBUIR 

    ESCAPE 

    PROLOGO

    Las fuerzas del mal bajo el mando de Satanás merodean por la tierra para destruir y robar toda oportunidad de que los humanos puedan tener de entrar al Paraíso.

    Resentidos, llenos de celos y condenados, generan caos y destrucción en todas partes. Su único objetivo es arrojar a la humanidad al pozo de fuego ardiente sembrando ira, depresión, lujuria y todo tipo de pecado en el corazón y la mente de los humanos.

    La gente está siendo asesinada, violada, utilizada y abusada. Los matrimonios están rotos. La vida humana ya no tiene valor. Se trafican mujeres y niños con fines sexuales o de trabajo forzado, a veces incluso por sus órganos. La prostitución, las drogas, la corrupción y la guerra de pandillas están generalizadas y la fe en Dios está disminuyendo. ¡Satanás ha corrompido al mundo con codicia, poder y falsas promesas!

    Estas fuerzas del mal están siempre en guardia, uniéndose a los débiles, especialmente a aquellos que no llevan una vida de oración. Sin embargo, no todo está perdido. Dios es mucho más grande y más poderoso que Satanás.

    SECUESTRADA

    17 de diciembre, 7 p.m.

    El viento salvaje arremolinó el polvo del suelo y balanceó las ramas de los árboles. La lluvia llego poco después haciendo que las carreteras se volvieran fangosas y peligrosas. El trueno que la acompañó rugió como un león hambriento en busca de una presa.

    El padre Piero sentado en su sala de estar, su atención fija en la pantalla del televisor frente a él. Lo que había en las noticias era mucho más importante que el salvaje clima que azotaba afuera.

    El reportero decía: "Solo quedan pocos días para el Año Nuevo, y la tasa de asesinatos sigue aumentando, lo que promete hacer de este año uno de los peores que ha visto esta isla. Ayer, otra vida fue tomada.

    El cuerpo parcialmente quemado de un hombre de ascendencia africana fue descubierto cerca del bosque de Poreto por un agricultor. Esta última víctima había sido atada a un árbol. Usaba jeans y una camiseta azul. No se le encontró identificación. La policía debe todavía identificar al hombre, que se ha convertido en la víctima de asesinato numero 491 este año. La estación de policía de WCB solicita información a cualquiera que pueda conocer su identidad .

    Hay otro caso más de violencia doméstica. La madre de dos hijos fue trasladada de urgencia al hospital después de que su embriagado esposo le cortase las manos con un alfanje. La mujer se encuentra en una condición estable, pero tal vez no pueda volver a usar sus manos debido al profundo daño de los tejidos .

    Una repentina ráfaga de viento entró a la humilde morada del padre Piero; sin advertencia, la lluvia atizaba a través de su sala de estar. Un rayo cruzó el firmamento e iluminó a su alrededor por un momento, especialmente el área del muro donde colgaba una enorme cruz. El padre fijó su atención en ella y se hizo la señal de la cruz.

    Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, un pecador. Ten piedad de nuestra nación.

    Luego corrió a la ventana y la cerró. Miró la calle vacía y la casa blanca de dos pisos de su amigo Miguel al otro lado de la calle. Miguel tenía que dejar a su familia sola cuando trabajaba en turnos de noche, así que el padre Piero siempre vigilaba su casa, como un leal perro guardián asegurándose de que sus amos estuvieran a salvo.

    Mmm. Miguel no está en casa aún. Le dije que cambiase sus turnos nocturnos por los diurnos. ¡Pero entonces tendría que dejar sus aventuras nocturnas! Lo que se niega a hacer. Señor, por favor dale algo de sentido común.

    Un rayo iluminó el cielo una vez más. La aguda mirada del padre Piero notó oscuras siluetas volando en el cielo. Su frente se arrugó mientras luchaba por descubrir que podrían ser esas masas oscuras. Súbitamente su cuerpo invadido por escalofríos.

    ¿Por qué siento que va a pasar algo extraño? ¡No me gusta para nada esta sensación en particular! Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros pecadores.

    Se estremeció nerviosamente, se persignó de nuevo y cerró las cortinas. Luego se hundió de nuevo en su sillón.

    Sheila, la esposa de Miguel, se sentó en la cama mientras sus dos hijos se acurrucaban debajo de la sábana en su espacioso dormitorio color crema. Les leía El ratón valiente.

    Y el valiente ratón vivió feliz para siempre, dijo, y puso el libro en la mesita de noche.

    Los truenos resonaron en su habitación, enviando escalofríos al cuerpo de Nadia, de seis años. Apretó la mano de su hermano.

    Mamá, tengo miedo. Por favor, ven y acuéstate a mi lado, dijo Nadia, mientras su cuerpo se estremecía.

    Princesa, ¿a qué le temes? preguntó Sheila, una sonrisa formándose en su rostro.

    El trueno. Hace un ruido aterrador y espeluznante .

    Su madre acarició la cabeza de la niña.

    No tiene nada de aterrador. Es solo un sonido vacío.

    Mamá, ¿por qué papá tarda tanto en volver a casa? preguntó Ronnel, de 10 años. Con su baja estatura y su figura esbelta, podría pasar por un niño de siete años.

    Sheila miró su reloj. Su turno de noche aún no ha terminado.

    Agarró su teléfono celular de la mesita de noche e intentó llamarlo, pero su teléfono seguía sonando.

    ¿Por qué no responde? Se ha estado comportando de forma extraña últimamente.

    Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Ronnel.

    Pero nunca antes había trabajado tan tarde. Ahora vuelve a casa después de que nos quedamos dormidos .

    Ella se inclinó hacia él y despeinó su corto cabello negro.

    El entrometido Parker. Solía ​​tener turnos de mañana, pero ahora trabaja por la noche .

    Apagó la luz del techo y dejó encendida la luz de la pared sobre la cama. Luego se acostó en la cama entre sus hijos.

    Es tarde. Así que por favor cierra los ojos y trata de dormir .

    Nadia abrazó a Sheila y apoyó la cabeza en su pecho. Luego levantó el rostro y miró a su madre.

    Mamá, ¿puedes leer otra historia?

    No, no, no. Baja la cabeza y duerme.

    Nadia se recostó y cerró los ojos. Sheila la abrazó y permanecieron en silencio hasta que se durmieron.

    A las 4 a.m., sintiéndose mal, Miguel salió de la estación de policía y condujo lentamente su Mercedes-Benz a casa. Mientras estaba en la estación de policía, logró correr al baño varias veces. Tenía la esperanza de pasar por su lugar habitual después del trabajo, pero el virus del estómago detuvo sus planes. Mientras conducía, se frotó la barriga con una mano.

    No, amigo, no puedo ir allí así.

    Sus ojos seguían cerrándose y luchó por mantenerse despierto, tratando de concentrarse en la carretera que tenía delante.

    No debería haber comido dobles picantes.[1]

    Miró por el espejo retrovisor y vio una furgoneta de carga color negro azabache que avanzaba a toda velocidad detrás de él. Sus ventanas estaban muy tintadas, ocultando tanto al conductor como a los pasajeros.

    Miguel presiono el botón y aseguró las puertas. Luego tocó su pistola, que estaba en el compartimiento de almacenamiento.

    Debería detener ese auto y emitir una multa por exceso de velocidad.

    La furgoneta de carga intentó adelantarlo por el lado izquierdo de la carretera.

    Miguel presionó el pie sobre el acelerador y condujo hacia el carril izquierdo, terminando justo en frente a la furgoneta. El conductor del otro automóvil redujo la velocidad y cambió de carril. Ambos vehículos se detuvieron frente al semáforo.

    ¡Hey hombre! ¿Tienes prisa por una cita con una chica sexy? gritó Miguel, tratando de dar un vistazo al conductor.

    Tan pronto como el semáforo cambió a verde, Miguel giró su auto hacia la izquierda, condujo entre algunas casas y luego estacionó su auto frente a su puerta. Cuando se levantó del asiento del conductor, su teléfono celular cayó sobre el asfalto mojado y rodó debajo del auto.

    ¡Oh, mierda!

    Se agachó y buscó debajo del Benz.

    La camioneta se detuvo a cinco casas de la de Miguel. El conductor y uno de los dos pasajeros salieron de la camioneta y observaron con cautela el área. Llevaban máscaras y guantes negros.

    Uno de ellos era una mujer llamada Candice, o Candy, y el otro era un hombre llamado Leroy. Había perdido un ojo y ahora usaba uno artificial, por lo que era más conocido como Ciclope. Estaban armados con pistolas Beretta cargadas con 14 cartuchos de munición de 9mm.

    El alto y delgado Ciclope señaló a Miguel.

    Vamos a buscarlo antes de que nadie nos vea, dijo.

    Errol, cuyo apodo era Kingpin, se quedó dentro de la camioneta. Se tocó la barba y luego bajó la ventanilla.

    Recuerda, ¡la necesitamos viva e ilesa! él dijo.

    ¿Qué hay de Miguel y sus pequeños bastardos? Ciclope preguntó.

    Vas a matarlos a todos. Ha llegado el momento de recuperar la inversión.

    ¡No! Me diste tu palabra de que no tocarías a Miguel, dijo Candy, mientras se ajustaba la máscara en la cara.

    Por su culpa mi hermano está encerrado y perdimos millones. La policía debe saber que no pueden meter la nariz en nuestro negocio .

    Kingpin golpeó el volante y, cuando lo hizo, un anillo de calavera enchapado en oro blanco con incrustaciones de diamantes llamó la atención de Candy.

    No jefe, pero Ud...., protestó Candy.

    Kingpin tomó su mano y la apretó con fuerza.

    ¿Qué dijiste?

    "¡Ay! ¡Eso duele! —Dijo Candy.

    No toleraré la holgazanería. Será mejor que uses un poco de cerebro. ¡Se te ha oxidado!

    Soltó su mano.

    ¡No volverá a suceder! ella soltó.

    Kingpin hizo una pausa por un segundo, su mano en su barbilla.

    Déjenlo con vida, pero masacren a sus hijos frente a él y quemen su casa. Que se quede afuera y vea cómo su casa es destruida. Después de eso, su vida será inútil .

    Lo exterminaré como a una cucaracha en otro momento.

    ¡Oye, no olvides esto!

    Kingpin sacó una bolsa de plástico con un trapo empapado y se la entregó a Ciclope.

    Miguel sacó su teléfono celular de debajo del auto. Empapado hasta los huesos, abrió el portón y corrió hacia la puerta. Buscó las llaves en los bolsillos de sus pantalones, pero no estaban allí.

    Deben haberse caído cuando buscada el teléfono.

    Tocó el timbre sin parar.

    Ahora está junto a la puerta. ¡Atrápenlo! ordenó Kingpin.

    Ciclope corrió hacia la casa de Miguel y entró en su patio.

    Kingpin tomó una bolsa negra del asiento del pasajero y se la entregó a Candy por la ventanilla.

    ¡Tómala y vete! No hagas nada estúpido .

    Candy agarró la bolsa negra y echó a correr. Kingpin subió la ventanilla y se reclinó en su asiento.

    Estos dos estúpidos no tienen cerebro. Cuando todo esto esté hecho, me desharé de ellos también, especialmente de ella. Ella se está volviendo demasiado blanda.

    Mientras Ciclope corría, sacó el trapo de la bolsa plástica. Se detuvo fuera de la vista de la puerta, la trepó y se arrastró detrás de Miguel. Envolvió su mano derecha alrededor de la garganta de Miguel y trató de ponerle el trapo en la nariz.

    Miguel apartó de su cara la mano izquierda de Ciclope, al mismo tiempo que lo golpeaba con el codo y trataba de darse la vuelta. Sin embargo, cuando el agarre de Ciclope se apretó alrededor de su garganta, comenzó a ahogarse. Con ambas manos, Miguel se aferró a la mano que le estaba quitando la vida, lo que le permitió a Ciclope poner el trapo empapado en cloroformo sobre su nariz. Con todas sus fuerzas, Miguel siguió tratando de apartar la mano de Ciclope de su garganta.

    Miguel se desmayó. El matón lo dejó caer al suelo junto a la puerta.

    Candy corrió hacia ellos, sin aliento.

    ¿Él está bien?

    Deja de preocuparte por eso, chiquilla, y concéntrate en terminar el trabajo o nos matarán.

    Ciclope tocó el timbre mientras los ojos de su cómplice apuntaban hacia las ventanas de los vecinos.

    ¡Maldita sea, estoy empapada! dijo en voz alta.

    ¿Eres tonta, o qué? Alguien podría escucharte, susurró Ciclope. Candy notó que las manos de Ciclope temblaban.

    El timbre sonó con impaciencia, llenando toda la casa con su inquietante ruido. Ronnel abrió los ojos y se quedó mirando al techo por un momento. Nadia se sentó y miró hacia la puerta del dormitorio con las cejas arqueadas. Luego, su atención se centró en su madre.

    ¡Mamá, mamá, despierta! ¡Llegó papá! Nadia gritó, mientras sacudía a su madre.

    Sheila abrió los ojos cuando Ronnel se levantó de la cama.

    ¿Qué pasó?

    El timbre está sonando, dijo Ronnel.

    Sheila se levantó y salió corriendo del dormitorio. Al llegar a las escaleras, notó que sus hijos la seguían.

    ¡Vuelvan a sus habitaciones! ella dijo.

    Los dejó parados en lo alto de la escalera y se apresuró a dejar entrar a su esposo.

    ¿Por qué no puede abrir la puerta él mismo? ¿Está borracho de nuevo?

    Ronnel miró a su hermana.

    ¡Ve a tu cuarto! le dijo a ella.

    No quiero quedarme sola. El rayo podría entrar en mi habitación y quemarme, dijo Nadia, mientras tomaba la mano de su hermano.

    No seas tonta. Los rayos no pueden quemarte .

    Nadia tiró de la mano de Ronnel. Vamos, dijo.

    Los niños regresaron a la habitación de sus padres en lugar del suyo. Se acostaron en la cama bajo las sábanas con la esperanza de que su mamá y su papá no los hicieran irse.

    Sheila abrió la puerta principal sin ver por la mirilla. Antes de que pudiera reaccionar, Ciclope entró corriendo. Sheila gritó y corrió hacia las escaleras.

    ¡Ayuda!

    Ella se había agarrado al pasamanos de la escalera y estaba subiendo el primer escalón cuando él la agarró del pelo.

    ¡Ayúdenme! gritó de nuevo. Un rayo cayó de nuevo.

    ¡Oh, calla

    Su súplica de ayuda resonó en los oídos de los niños. Rápidamente saltaron de la cama, pero se encontraron congelados por el miedo. Se sentía como si estuvieran pegados al suelo. Sus ojos recorrieron la habitación, buscando un lugar para esconderse. Luego, al mismo tiempo, ambos corrieron a esconderse detrás de la cortina.

    Ciclope tiró del cabello de Sheila, obligándola a bajar algunos escalones.

    Si una palabra más sale de tu boca, volaré en pedazos tu cerebro, dijo, apuntando la Beretta a su cabeza. Miró brevemente a la entrada de la cocina.

    Su cómplice entró en el pasillo con una bolsa de lona negra. La dejó caer al suelo.

    ¿Qué hacemos con Miguel? preguntó con voz temblorosa. Alguien podría verlo.

    ¡Arrástralo dentro y átale las manos!

    ¡Mueve tu trasero a la cocina! ordenó a su cautiva, empujándola con rudeza. Ella arrastró las piernas hasta la cocina, temblando como una hoja y lista para colapsar en cualquier momento.

    ¡Siéntate en ese taburete! le ordenó.

    Se volvió hacia él y, con ojos suplicantes, le tocó la mano.

    Por favor, tome lo que desee y váyase, dijo.

    Él apartó su mano, evitando el contacto visual. Podía percibir el olor a alcohol que emanaba de él. El olor era tan fuerte que se sintió mareada.

    Escucha, mujer. No hagas esto más difícil para ti misma. ¡Quédate sentada y cierra la boca!

    Temblando, Sheila se dejó caer silenciosamente en el taburete.

    Arriba, detrás de la cortina, Nadia mojo sus pantalones. Sus rodillas temblaban incontrolablemente. Abrazó a su hermano con fuerza.

    ¿Por qué está gritando mamá? susurró Nadia. Sus dientes castañeteaban.

    Shh. Te van a escuchar , susurró en respuesta.

    El niño tomó la muñeca de su hermana y la haló hasta el closet. La empujó lo más adentro que pudo, detrás de la ropa. Temblando, caminó de puntillas hacia la puerta.

    No me dejes sola aquí, suplicó.

    Ronnel se volvió hacia el closet y se llevó un dedo a los labios. Gotas de sudor rodaban por su frente.

    ¡Cállate! Nos van a encontrar.

    Candy arrastró a Miguel a través de la puerta y lo dejó tirado en el pasillo. Sus manos temblaron mientras lo miraba fijamente, y su corazón saltaba en latidos. Sacudió la cabeza y se volvió para cerrar la puerta.

    Sacó algunas cuerdas de la bolsa y ató las manos de Miguel a su espalda, luego ató las piernas. Cuando terminó, se puso de pie y observó en silencio que su pecho subía y bajaba. Ella parpadeó para contener las lágrimas.

    Sé que no mereces esto. Pero debo seguir las órdenes o me matarán , susurró.

    Ciclope caminó hacia la ventana y miró afuera. Luego, su atención se centró en Sheila. Caminó hacia ella con su pistola apuntando a su cabeza.

    ¡No! ¡Por favor no! ¡Déjanos ir! Sheila le imploró, mirando fijamente sus ojos rojos.

    Las mujeres no entienden simples instrucciones .

    Mi esposo le pagará generosamente.

    ¡Cierra la boca, mujer!

    ¿Por qué nos está pasando esto? susurró ella, su rostro empapado de lágrimas. Su mirada se movió por la habitación.

    ¿Qué hago? Los niños todavía están arriba. ¡Piensa, niña! ¡Nos matarán a todos si no hago algo!

    El cuchillo en la encimera le llamó la atención. La lluvia seguía tamborileando en la ventana, lo que dificultaba oír dentro de la cocina.

    Levántate, Sheila, y agarra ese cuchillo. Son ellos o tu familia.

    Los perros del vecino empezaron a ladrar con fuerza. Ciclope corrió hacia la ventana. Sus ojos curiosos se movieron de un lado a otro mientras contemplaba la oscuridad.

    ¿Qué carajos? Estos perros despertarán a la gente .

    Sheila se levantó, sintiendo cada latido de su corazón acelerado. Todo parecía girar a su alrededor. Lentamente, camino de puntillas a la encimera, mordiendo su labio inferior. Cogió el cuchillo y corrió hacia el intruso, con el cuchillo en el aire. Con todas sus fuerzas, empujó el arma.

    El repentino dolor en la parte superior de su brazo hizo que Ciclope girase. Sheila soltó el cuchillo y retrocedió, con los ojos clavados en él. Con una expresión de dolor, se sacó el cuchillo del brazo. Miró fijamente su camiseta, que ahora estaba salpicada de sangre. Parte de ella goteó sobre el suelo de baldosas.

    Los ojos de Sheila se agrandaron mientras el sudor frío recorrió su cuerpo. Se encontró apoyada contra el armario sin ningún lugar adonde ir.

    Yo ... yo ... lo siento. No quería ...

    Ciclope voló a través de la habitación como un tornado, apuntando el cuchillo ensangrentado hacia ella. Ella cerró los ojos, lista para gritar.

    Maldita. ¡Vas a pagar por esto! "

    La agarró del pelo y la apartó del armario.

    No me gustan las mujeres desobedientes.

    ¡Por favor, no, no, no! ella suplicó.

    Le puso el cuchillo en el cuello y le cortó el puñado de cabello que sostenía. Cayó al suelo. Las extremidades de Sheila temblaron y sus piernas se debilitaron tanto que se deslizó lentamente hacia abajo.

    La levantó, haciéndola gritar de dolor.

    ¡Por favor, no hagas esto! Ten piedad de mis hijos, gritó.

    Las mujeres solo generan problemas con su decrepita charla. Cierra la boca.

    Repentinamente, Sheila sintió un destello enceguecedor de dolor mientras la culata de una pistola golpeó su cabeza. Se derrumbó en el suelo, destellos amarillos parpadearon en sus ojos.

    Candy se agachó y apuntó con una pistola a la cabeza de Sheila.

    Vaya, no puedes ni encargarte de una mujer. Voy a dispararle, dijo.

    ¡Espera mujer! El jefe la quiere viva, dijo Ciclope.

    ¿De verdad? No lo sabía.

    Candy escupió a Sheila y caminó hacia el pasillo. Luego sacó otra cuerda de la bolsa y regresó.

    Sheila abrió los ojos. ¡Oh, oh! ¡Dios, ayúdanos por favor! ella oró en voz alta.

    Átala con la cuerda y haz que se calle. De lo contrario, acabaré con su vida ", dijo Candy, mirando la cara bonita de Sheila.

    La quieres muerta. Así te podrías quedar con su esp.... "

    Candy lo miró fríamente a la cara.

    Hey Ciclope, ocúpate de tus propios malditos asuntos, lo interrumpió.

    "¿Quién eres tú? ¿Qué necesitas de nosotros? gimió Sheila.

    Candy abofeteó a Sheila en la cara.

    Ciclope haló las manos de Sheila detrás de su espalda y las ató. Sacó un rollo de cinta adhesiva de su bolsillo y le tapó la boca mientras ella susurraba: No. no no...

    Miguel abrió levemente los ojos y levantó la cabeza. Miró a su alrededor, su cuerpo rígido.

    ¿Qué está pasando?

    Por el rabillo del ojo, vio a su esposa, sollozando mientras estaba en la cocina rodeada de intrusos. El rostro de su marido enrojeció.

    Los mataré a todos si se le cae un pelo de la cabeza.

    Giró las manos de un lado a otro, aflojando la cuerda lo suficiente como para sacar su mano izquierda, liberándose así. Luego pateó la cuerda de sus piernas. La vena de su sien palpitaba.

    Lanzó su mirada hacia las escaleras. Su hijo estaba junto a la puerta entreabierta, mirando a su padre y temblando incontrolablemente. Miguel agitó la mano como si intentara apartar algo.

    Ve y escóndete, susurró.

    Los ojos de Ronnel se llenaron de lágrimas. Miró a su padre mientras se alejaba de puntillas de la puerta.

    Su visión se volvió borrosa por las lágrimas mientras se deslizaba hacia el armario, y su pie pateó inadvertidamente un camión de bomberos de juguete. Comenzó a moverse y su fuerte sirena se extendió por la casa. Ronnel se quedó un momento, inmóvil, mirando su juguete cruzar el suelo. Su corazón dio un brinco, como si tratara de escapar de su pecho.

    ¡Nos van a encontrar!

    Se recompuso y corrió al armario. Su hermana lo apretó con fuerza.

    Escuché a mamá. ¿Por qué ella está llorando?

    ¡Shh! Van a venir aquí ahora ".

    Las rodillas de Ronnel temblaron mientras miraba su auto de juguete.

    Por favor, deja de hacer ruido, suplicó, incapaz de apartar los ojos de él.

    Quiero ir con mamá, susurró su hermana.

    No, no puedes ir. Te harán daño .

    Nadia abrazó a su hermano con fuerza y ​​cerró los ojos mientras le castañeteaban los dientes.

    Al escuchar la sirena, Miguel echó a correr escaleras arriba. Candy salió corriendo de la cocina y le disparó, golpeando su pierna. Miguel perdió el equilibrio y cayó de rodillas. Candy agarró la camisa de Miguel y tiró de él hacia la puerta, dejando un rastro de sangre en los escalones. Luego le dio una patada en la pierna herida.

    ¡Sube las escaleras y búscalos! gritó Ciclope desde la cocina.

    Cuando ella se dirigió hacia las escaleras, Miguel luchó por ponerse de pie y se arrojó sobre ella. Ella a su vez perdió el equilibrio y cayó sobre los escalones. Miguel pasó a su lado y subió unos pasos, tan rápido como le permitía la rodilla dolorida.

    Candy le agarró la pierna y tiró de ella. Miguel se desplomó en el escalón y se golpeó la cara.

    Ella se puso de pie, frotándose la barbilla adolorida. Tú te lo buscaste, susurró, temerosa de que pudiera reconocer su voz.

    Su cómplice se unió a ellos. Apuntó con la pistola a la cabeza de Miguel.

    ¡No te muevas! él ordenó.

    Los temblores sacudieron las manos de Ronnel cuando escuchó la voz de Ciclope.

    Van a dispararle a papá, y luego vendrán por nosotros, dijo.

    Empujó a su hermana debajo de un estante lleno de zapatos y la cubrió con ropa. Luego salió del armario y se arrastró debajo de la cama.

    El rostro y los ojos de Miguel se enrojecieron cuando Candy subió los escalones con una pistola en la mano.

    No te saldrás con la tuya. La policía te perseguirá si nos pasa algo .

    La lluvia siguió desbordando los desagües e inundando los cultivos de los agricultores.

    El padre Piero se quedó dormido frente a su televisor. Sin embargo, su sueño se interrumpió cuando su teléfono empezó a sonar sin parar. Irritado, miró su reloj y se acercó a la mesa del teléfono.

    Mmm. Son las 4.40. a.m. Oh Señor, a veces me siento abrumado con todas estas llamadas nocturnas o temprano en la mañana. ¿No saben que yo también necesito dormir?

    Él cogió el teléfono. "Residencia

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