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Viaje al vientre humano
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Libro electrónico229 páginas3 horas

Viaje al vientre humano

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A veces, en la búsqueda de un rumbo, se produce una batalla silenciosa y oportuna entre la brújula y el anhelo ... La brújula indica el norte del viaje a realizar ; mientras que el anhelo se esfuerza por poner palos (beneficiosos) en las ruedas. Por supuesto, por el bien mayor del descubrimiento, de lo inesperado y de alguna revelación... Nuestro héroe, aunque bastante común, ha experimentado este viaje de iniciación. Ha tomado el camino de los escolares, en busca de algún tipo de gurú quimérico, y luego ha hecho múltiples encuentros, algunos más ricos que otros.

Pero su viaje tiene este particular que no se realiza ni en la luna, ni en una isla misteriosa, ni en un globo a la deriva a merced del mundo ni siquiera, en el centro de la tierra ... ¡No! Este viaje se realizará en el vientre humano; este vientre humano que afirmamos conocer tan bien pero que sigue siendo tan extraño para nosotros. Es un lugar paradójico en donde seres discretos se esconden para operar las poleas de nuestros disfraces ontológicos ...

P. Loiseau

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento27 feb 2021
ISBN9781071553701
Viaje al vientre humano

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    Viaje al vientre humano - Patrick LOISEAU

    VIAJE AL VIENTRE HUMANO

    CUENTO FILOSÓFICO de

    Patrick Michel LOISEAU

    Traducido por Iván N. Faúndez Herrera y Javier Gómez Tejeda

    (Ilustración de J.B. Monge)

    ––––––––

    ©Copyright Patrick Loiseau – La casa del lérot (2018)

    A veces, en la búsqueda de un rumbo, se produce una batalla silenciosa y oportuna entre la brújula y el anhelo ... La brújula indica el norte del viaje a realizar ; mientras que el anhelo se esfuerza por poner palos (beneficiosos) en las ruedas. Por supuesto, por el bien mayor del descubrimiento, de lo inesperado y de alguna revelación... Nuestro héroe, aunque bastante común, ha experimentado este viaje de iniciación. Ha tomado el camino de los escolares, en busca de algún tipo de gurú quimérico, y luego ha hecho múltiples encuentros, algunos más ricos que otros.

    Pero su viaje tiene este particular que no se realiza ni en la luna, ni en una isla misteriosa, ni en un globo a la deriva a merced del mundo ni siquiera, en el centro de la tierra ... ¡No! Este viaje se realizará en el vientre humano; este vientre humano que afirmamos conocer tan bien pero que sigue siendo tan extraño para nosotros. Es un lugar paradójico en donde seres discretos se esconden para operar las poleas de nuestros disfraces ontológicos ...

    P. Loiseau

    Prólogo -

    ––––––––

    Nacida de un destello, de una iluminación repentina, de una fracción de tiempo indolente o de un irresistible impulso de supervivencia, esta historia podría haber sido ahogada, irremediablemente, por la fracción de tiempo subsecuente, condenada por la urgencia o la necesidad. Pero las historias son llamas que, en verdad, nunca se apagan ... Comencé en 1990 con el repentino deseo de sumergir mi pluma en un tiempo más infinito, esta historia ha dormitado aquí y allá, para despertarse de vez en cuando ; y para terminar ... 28 años después, en el 2018. Es decir, un ciclo de Saturno. Sin duda, Júpiter, tal vez en Mercurio o en la Casa III, también estaba escondido para echarme una mano. Solo para hacer que mi pluma sea algo más que un aparato para rascarme la oreja.

    - Parte 1 – El vientre humano

    ––––––––

    Piel de oso

    Piel de Oso era un viejo tacaño lleno de locura y burla. Se dice que cargaba, en todo momento, una bolsa llena de llaves que nadie sabía para qué le podían servir en verdad. Se dice que algunas de estas llaves estaban hechas de metal ; otras estaban hechas de madera y que el misterio respecto al uso que les daba siempre ha estado bien resguardado. De hecho, ¿qué se puede hacer con una llave de madera ? Todas las hipótesis han sido formuladas, pero nadie lo ha sabido hasta ahora.

    Lo que si es seguro es que Piel de Oso tenía más de un truco y más de una travesura para conducir su vida. Ya había recorrido el campo y la ciudad, las montañas y los valles, los arroyos y los desiertos sin arrepentirse nunca de su camino. Todavía se cuenta la leyenda sobre él que que nunca lloró ni una lágrima y que no le salió ni una arruga en la frente.  Esto puede ser cierto, pero nadie lo ha verificado. Yo mismo que me encontré con él muchas veces no puedo dar fe de haber visto ninguna señal en esta dirección. Siempre estaba presente y ausente al mismo tiempo, charlando conmigo como si él no fuera más que un reflejo simpático de mis propias respuestas. Siempre se las arreglaba con el tiempo para estar allí cuando era necesario, nunca antes, nunca después. Es por eso que era mi respuesta.

    Lo vi desaparecer un día cuando mi boca acababa de abrirse para hablar sobre un tema importante. Fui a pedirle consejo sobre el significado exacto de mi vida; Me hubiera gustado que me explicara las reglas de la existencia, que me diera una herramienta o una guía para saber como usarla. Alguna cosa para sobrevivir.

    Yo estaba pasando, sin duda, un muy mal momento en esa época y él parecía ser el único que podía ayudarme. Desafortunadamente, fue en ese momento, el único momento que me pareció importante en mi ahora frágil existencia, que decidió desaparecer.

    Sin duda, al principio,  Sufrí mucho por su desaparición, porque estaba decepcionado de su actitud. ¡Él, que siempre tuvo una presencia mágica y saludable, y que se echó a volar en el momento más crítico! Pero, reflexionar y el tiempo me ayudaron, fue poco a poco su ausencia lo que me desorientó y me causó dolor. Acababa de notar cuanto me importaba y que él era un aliado precioso. Un enlace vital y una fuente inagotable. Un relevo de mi conciencia.

    Así que me puse en camino y lo busqué.

    La gran búsqueda comenzó.

    Recorrí los mismos caminos, crucé las mismas ciudades y corrí los mismos peligros que él. Anduve detrás de él, delante de él, lo rocé y seguramente estuve en el mismo lugar, pero nunca lo vi. Ni una sola vez desde esa gran partida a la que me acostumbré y que considero, tal vez erróneamente, como la última vez.

    Así lo hice y volví a dibujar el mapa del mundo, redescubrí la geografía y la historia de los pueblos siguiendo simplemente sus pasos. El África de mi infancia se convirtió en otra África cuando caminé por las arenas donde sus pasos ya se habían abierto camino. Los mares no tenían el mismo sabor que cuando los imaginé antes de que él mismo tomara un bote. A cada lado de mi memoria redescubrí, detrás de él, el reverso de otra realidad. No después, hice el descubrimiento. Y luego, de un descubrimiento a otro, caí en el dulce aprendizaje de las revelaciones. Descubrí el placer de la apertura al mundo. Gracias a su ausencia, que ahora se había vuelto más preciosa para mí que su existencia virtual. Como si me hubiera convertido en un niño, volví a aprender los gestos, las emociones, los interrogatorios de mis primeras experiencias. Y aprendí a crecer de nuevo.

    Les dije que deambulé por el mundo, buscándolo y no lo encontré. Al menos no lo encontré en carne y hueso. Porque había llegado a estar, en el curso de mis viajes físicos y mentales, cada vez más cerca, cada vez más presente, hasta que tuve la impresión de que debajo de cada piedra, detrás de cada follaje, en cada taza de café o en la encrucijada de mis interrogantes mentales, una brizna de él- un soplo suyo- me interpelaba constantemente. ¡Y, de hecho, estaba allí ! ¿Me había identificado con él o me había transmitido, sin saberlo, un método para existir ?

    Aunque ya no era útil seguir buscándolo, ya que logré hacerlo vivir sin que él estuviera allí ; mi apego a su persona se volvió, paradójicamente, más fuerte, más exigente y tenía que volver a verlo, al menos, para decirle cómo mi búsqueda de él se convirtió en un viaje fantástico que comenzó como una búsqueda del grial y continuó como una conquista del Vellocino de oro.

    Sin embargo, no tuve tanta suerte porque, después de cinco años de caminata, ferrocarril, carretera, ferry y charter, me esperaba una dolorosa prueba en la cima de la montaña más alta del paisaje mexicano : ¡Un viejo pastor sin ovejas me comunicó que el viejo tacaño estaba muerto !

    Al principio, la noticia de su muerte me dejó estupefacto.

    Y luego, después del shock, traté de averiguar más. ¿Dónde, cuándo, cómo y por qué ? Era una avalancha de preguntas que le hice a mi anfitrión de montaña.

    El viejo no me respondió de inmediato. Dejó que un silencio se estableciera entre nosotros, como si quisiera dejar que las palabras hicieran eco en mí, y el eco respondiera. Incluso pensé que reconocía en esta actitud lo que ya había visto en Piel de Oso.

    Y luego, como si mis preguntas no importaran, me respondió :

    El hombre de muy lejos me ha dejado algo para ti.

    Y extendió la mano, en cuyo hueco divisé una de las llaves del viejo tacaño. La llave no era de madera ni de metal, sino de hojas secas, trenzadas,  a las que un tratamiento especial había debido solidificar para impedir que se convirtieran en polvo.

    Sentí una emoción particular en ese momento, y que aún hoy no puedo describir. Fue una mezcla de felicidad y crisis intestinal. Me hizo sentir bien y mal al mismo tiempo. Y mi cuerpo, más que mi cabeza, fue el primero en sentirlo. Fue, en todo caso, un regalo maravilloso.

    El viejo continuó :

    El hombre tenía palabras extrañas que parecían dirigidas a ti.

    Reflexionó, como si quisiera recoger las piezas que podrían estar dispersas en su cabeza, agarró su bastón y comenzó a dibujar en el suelo un conjunto de rasgos y curvas.

    Me dijo que la curiosidad te llevaría a él ... me dijo exactamente : Él vendrá a donde terminaré mi viaje .

    Y entonces hizo como yo, grabó unas rutas en la arena y añadió : Tendrá que ir hasta el fondo de las doce noches que le separan de aquí a la frontera oriental.

    Algunas preguntas inundaron mi mente en ese preciso momento. Me parecía que ya me estaba mudando a un mundo de hadas, un mundo intelectual, en donde los valores humanos y las reglas sociales ya no tenían validez.

    ¿Qué poder tenía Piel de Oso de ser tan capaz de hacerme creer, de repente, que existía otra vida, una vida hecha de tesoros por descubrir o planetas por explorar ?

    Estaba allí, en una montaña mexicana, para aceptar el delirio de tres seres extravagantes : El viejo tacaño, el viejo pastor y yo. Como yo no era un hombre que quisiera aferrarse, tercamente, a las realidades humanas, afronté los deseos del difunto viejo.  Estaba dispuesto a caminar, a caminar aún hasta el punto que me indicó Pelo de Oso. Me dejó dicho que fuera hacia el este, así que iré hacia el Este. Me hizo saber que el viaje duraría doce noches, así que caminaría de noche hasta la duodécima salida del sol.

    Los ojos del viejo pastor brillaban cuando se dio cuenta de que yo estaba preparado para el desafío. Los años que había pasado en las montañas le hicieron olvidar las apuestas de los humanos y las extrañas artimañas que los hombres de abajo utilizaban, a veces, para darse razones para vivir. Había aprendido aquí quietud y silencio, compartiendo con sus animales solo una larga caricia silenciosa y respetuosa. De los juegos humanos no conservaba sino un vago recuerdo, el de la mirada que tenía en los adultos hace ya medio siglo.

    Pero se estremecía de placer al imaginarse a este pequeño hombrecillo que encarnaba, iendo en busca de una quimera.

    Me ayudó a prepararme para mi viaje, me dio una piel de oveja para las noches frías y mucha más comida picante que las demás. Era algo, dijo, para no dejar que las ideas ocuparan el lugar del estómago.

    Me deseó buena suerte y me hizo prometerle que lo visitaría algún día.

    Mi viaje comenzó

    Los primeros días de mi larga caminata fueron tan secos y calurosos como heladas las noches. Crucé, uno por uno, los límites que separaban la noche del día. Crucé bosques, desiertos, pueblos, montañas y ríos y comencé a contar el tiempo por la cantidad de mis pasos.

    El contraste entre el día y la noche generó pensamientos que hicieron que este contraste fuera agradable. De hecho, aprendí de la noche a distinguir las sombras, a nombrarlas e incluso a dialogar con ellas. La noche se convirtió en una cómplice absoluta y todo mi ser cambió ante su contacto; por el contrario, los días, parecían sin gracia y sin ningún mensaje esencial. Eran solo etapas impasibles, modestos trampolines que me lanzaban, ansiosamente, a las tardes que esperaba con impaciencia. Cada crepúsculo se anunciaba como una nueva puerta que no tardaría en abrir. Entonces mi mente despertaba a sensaciones, emociones que el día era incapaz de provocarme.

    Primero descubrí que el negro era un color, a pesar de lo que dicen los libros de texto. Es un color, porque el negro brilla y que la noche nunca es silente.

    Entonces, descubrí que el paso del día a la noche era un cambio de tiempo y espacio, que los relieves, como las sensaciones y los pensamientos, no son ni inmóviles ni fijos: Pertenecen, como ellos, a la sombra o a la luz

    La luna misma, que esculpió la penumbra de su brillo allí, desapareció allí y me permitió dialogar con otras formas, otras sensaciones, otro brillo. La oscuridad nunca fue completa, ya que encendió velas mentales en mí. Este momento fue, sin duda, solo una experiencia más para agregar a mi existencia. Pero hasta entonces no había prestado mucha atención a cómo avanzo en la vida y a comprender las enseñanzas. Mi descubrimiento del contraste, mi descubrimiento del día y la noche fue mucho más que un simple viaje de un punto de observación a otro.Con un murmullo, con un leve susurro, sentí los pequeños vientos que soplan palabras que habitan en la noche, como un alma secreta que camina conmigo, que también sopla un rastro, un misterio que resolver, una pregunta que hacer, una respuesta a inventar ...Discretos e invisibles, estos pequeños vientos jugaron con mi yo de piel, como diría Anzieu, manteniéndolo en la noche y aventurandose en una forma de dependencia simbiótica hacia una apropiación total de mis pasos futuros ... Un velo impreso, una marca de agua del futuro ...Y así pasaron mis doce noches sin haber contado realmente los kilómetros que me separaban ahora del viejo pastor. Ya estaba muy lejos, y lo adiviné, cerca de sus ovejas, seguramente tocando una melodía de flauta o disfrutando de una comida hecha de jamón fragante y vino campesino. Al amanecer del decimotercer día, sentí en mí una gran emoción que me invadía: iba a tener la reunión que me prometió Piel de Oso.

    El sol salió majestuosamente, abrazando los pastos y pequeños árboles con sus múltiples rayos. El horizonte parecía tranquilo, apenas sacudido por un pequeño viento que parecía silbar una melodía. No hubo un espectáculo extraordinario allí: a menudo había visto amaneceres tan hermosos, e incluso algunos que ya habían impreso mi memoria con el grabado.Sin embargo, había una atmósfera especial en el paisaje que tenía ante mis ojos. Los colores del follaje de los árboles no eran los de los robles, abedules o avellanas en mi jardín infantil. Algunos árboles eran amarillos, otros azules o rojos, y otros eran multicolores.Esperé allí durante varias horas y nada parecía moverse. Y luego, escuché una música ligera elevarse en el aire y, casi de inmediato, una voz femenina que hizo eco:Hoo - la - ooh - hoo - la - ooh ...

    2.  Las cuatro hermanas

    ––––––––

    Simultáneamente, noté que algo se movía a mi alrededor: Como guiados por la música y por esta voz extraña, aparecieron pájaros y luego pequeños animales de todas las familias: Conejos, ratones de campo, ardillas, comadrejas y muchos otros ; incluso otros que me eran menos familiares. Parecían salir de una caricatura

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