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Zombi. Mito y realidad de la religión Vudú: Un viaje a los lugares más enigmáticos del planeta para conocer todos los secretos del ocultismo
Zombi. Mito y realidad de la religión Vudú: Un viaje a los lugares más enigmáticos del planeta para conocer todos los secretos del ocultismo
Zombi. Mito y realidad de la religión Vudú: Un viaje a los lugares más enigmáticos del planeta para conocer todos los secretos del ocultismo
Libro electrónico312 páginas4 horas

Zombi. Mito y realidad de la religión Vudú: Un viaje a los lugares más enigmáticos del planeta para conocer todos los secretos del ocultismo

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El libro de cabecera para los amantes del estudio y la búsqueda de lo oculto. Tras publicar Amanecer Zombi, Juan José Revenga ofrece ahora la más amplia investigación sobre la religión vudú y la magia oculta en la isla de Haití, el corazón de África y lo más profundo de los pantanos de Luisiana. El libro es, gracias a las experiencias del autor, un viaje a un territorio cultural acotado por el fenómeno del vudú, una creencia mágico religiosa ancestral que ritualiza, sin los tabúes de la cultura occidental, la exploración sistemática del lado maligno y demoníaco que siempre nos ha acompañado. Escrito en primera persona por el autor, que ha visitado la mayor parte de los rincones relatados, el libro transporta al lector a esos mundos de dioses intraterrenales y celestiales de los rincones más enigmáticos del planeta. Una investigación para los más aficionados a la historia, el viaje, el misterio y las curiosidades.
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento23 jun 2020
ISBN9788417828479
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    Zombi. Mito y realidad de la religión Vudú - Juan José Revenga Montejo

    Prólogo

    Muchas veces me he planteado la existencia de cosas que nuestra mente racional no puede comprender.

    No sé si fue eso o mi afán de búsqueda lo que me llevó a escribir aquel libro en el ya lejano 2006, Amanecer Zombi. En él narraba mis vivencias y sentimientos en carne propia, en ocasiones novelando, pues la realidad sería más increíble aún.

    Este volumen, y basándome en aquel libro, lo ampliaré con nuevas experiencias Africanas y un viaje por Luisiana, la cuna del vudú en Estados Unidos y que, aún sin saberlo, habría de sorprenderme incluso más que en Haití o en el continente negro.

    Mis investigaciones no se detuvieron en Amanecer Zombi.

    El autor en uno de sus viajes por el mundo. Tanzania

    Esclavos hacinados en las bodegas

    En aquellos años era productor y director de documentales en TVE y trabajaba para las emisoras televisivas más importantes del planeta, lo que me llevaba a recorrer el mundo continuamente y a conocer a personas y lugares inimaginables.

    Viajé a África occidental, a los emplazamientos más remotos del continente negro, donde nació el vudú. En las riberas del río Mono, en la República de Benín (ex Daomey), estuve presente en ceremonias y rituales que pondrían los pelos de punta al más pintado. De hecho, todas las fotografías que ilustran este volumen son mías, tomadas en las ceremonias y durante los rituales más terroríficos que podamos imaginar.

    En aquel tiempo siempre aprovechaba el final de los rodajes para quedarme unos meses más en aquellas zonas del planeta de tan difícil acceso. Cuando todo el equipo estaba ya harto de pasar necesidades y penurias en aquellos climas y deseando volver a casa, yo me quedaba un par de meses más, viviendo con esas gentes que había conocido y que me transmitirían sus conocimientos ancestrales. Ese es uno de los problemas de viajar mucho. Cuando estás fuera deseas volver a tu casa, pero en cuanto llegas ya estás pensando en salir de allí, es la desubicación, uno de los precios que, junto al de las enfermedades tropicales, son los que pagas por tener esta vida.

    Desde luego trabajar en África es difícil, siempre que salgo de allí pienso lo mismo: «no vuelvo jamás», pero al día siguiente estoy deseando volver a tratar y pelear con aquellas gentes y descubrir sus milenarias culturas, mientras intentan engañarte,

    robarte o matarte… Muchas veces intentaron las tres cosas a la vez.

    El continente negro te engancha o lo odias, como les pasó a muchos compañeros de trabajo, que con solo oír que había que ir a trabajar allí se ponían enfermos, también es lógico, pues la condiciones de vida no son agradables.

    Pero como siempre he dicho, viendo una paradisíaca jungla o un atardecer en el desierto del Kalahari, si no fuesen sitios tan inhóspitos o no te comieran los miles de insectos que no salen en las fotos, habrían instalado allí un hotel de cinco estrellas.

    La costa de África occidental es la cuna del vudú. Allí, las etnias Fon y Yoruba campaban a sus anchas, eran los reyes, y por ende los magos más poderosos del continente, temidos hasta por los cazadores de esclavos.

    Hasta que el negocio de la esclavitud creció tanto que todo valía, había que conseguir hombres como fuera; ya no valía la gente capturada y que salía por Zanzíbar en el sureste de África, había que cazar más.

    Esa fue la maldición, empezaron a cazar en territorio vudú. Los árabes eran los que conseguían la mercancía; tenían trabajando para ellos a los más sanguinarios soldados, los Tuaregs.

    Tuareg suena a pueblo mítico, romántico y hospitalario que consideramos como los últimos hombres libres del planeta. Cosa que es verdad, pues ellos no han querido patria ni bandera, desde el principio de los tiempos; pero lo que realmente han hecho toda su vida ha sido cazar esclavos, desde los tiempos del antiguo Egipto.

    Lo que no imaginaban estos mercaderes de carne es que se estaban llevando con ellos a los hechiceros más potentes: aquellos ancianos Fon y Yoruba llevarían su conocimiento y maldad al nuevo mundo.

    Un viaje en el que morían la mitad de los hombres transportados, daba igual los que llegaran, seguía siendo un negocio. Si veis los dibujos de cómo se colocaban los negros al inicio del viaje da miedo. Cabeza con pie y pie con cabeza, no había sitio ni para respirar. Pero no importaba, durante el trayecto irían muriendo y tendrían más espacio. Esto ocurría hace sólo 150 años y parece que el hombre no ha aprendido.

    En zonas de Mauritania o incluso más remotas de África sigue existiendo la esclavitud, lo que no tiene remedio es el ser humano que vuelve a repetir su historia desde el principio de los tiempos, pero una historia en la que solo repiten las equivocaciones, no los aciertos.

    Aquel rico dueño de plantaciones en ultramar recibía la mercancía como el maná del cielo, mano de obra que una vez comprada sería gratuita de por vida, para poder enriquecerse más.

    Lo que no sabían esos hombres es que lo que llegaba en aquellos veleros traían su propia religión, el vudú, que se mezclaría con la autóctona de los indígenas Caribes (que eran caníbales), con la religión católica y aquel «comed y bebed todos mi sangre», que sonaba también a canibalismo, y con el último y más importante elemento que se añadiría: el odio al hombre blanco.

    Toda esta historia y misterio me llevaron a buscar los orígenes de esta poderosa religión.

    Sí, digo religión por que el vudú es la religión más antigua del mundo, con sus más de siete mil años de antigüedad, frente a los dos mil de la católica o los poco más de 1.500 del islam. Siete mil años son muchos años para engañar a la gente si no hay algo real detrás.

    Eso es lo que yo quería desvelar cuando escribí aquel Amanecer Zombi, un viaje al corazón del vudú. En este relato que verán a continuación contaré cosas increíbles de aquel anterior libro, pero añadiremos algo que no se tocó entonces y es fundamental: el vudú en Nueva Orleans, aquellos campos de algodón que se encargaron los esclavos de llenar de magia. Lo que allí ocurre muy poca gente lo sabe, porque no estamos hablando del pasado.

    El vudú es real y más de actualidad que nunca. Nos vamos a dar cuenta de esto en las siguientes páginas.

    Aquí leerán una historia que a veces he tenido que narrar de una forma diferente a como ocurrió, suavizándola, pues la realidad superaría totalmente a la ficción y sería increíble.

    Cuento sensaciones y experiencias únicas y sobre todo personales, pero gracias a Dios, a Alá, a Buda o a quien sea, siguen existiendo cosas en el planeta inexplicables por la ciencia, como veremos a continuación.

    Zombi de película. Fotograma de Yo anduve con un zombie (1943), de Jacques Tourneur

    1 Zombi

    Zombi, misterioso nombre, mil veces escuchado y que nos lleva hacia escenas de sangre y muerte, todo ello debido en su gran mayoría a los telefilmes del hollywoodiense George Romero, que ha presentado al mundo a los zombis como los reyes del gore y de los efectos sanguinolentos. Algo que dista mucho de la realidad, pero ya he visto en numerosas ocasiones que la realidad supera siempre a la ficción, y este caso, el de los zombis, no será una excepción.

    La palabra zombi proviene de dialectos bantúes de África central. Nsoumbi, en congoleño, traducido literalmente, significa diablo. Si vamos en busca de palabras parecidas, encontramos en la rama bantú que se habla en Angola, zumbi, equivalente a fantasma.

    Lo que sí puedo confirmar después de escribir este ensayo es que la mejor definición o traducción de zombi es la de fantasma, un fantasma controlado y temido, pero que volverá de entre los muertos.

    Aquí empezamos a ver qué significan los vocablos para estos pueblos que carecen de escritura. En África existen más de cinco mil dialectos y ninguno se escribe; la tradición es oral y cuando un anciano muere en África, muere una biblioteca. La única forma que tienen de transmitir su cultura de padres a hijos es a través de la palabra, que por el paso del tiempo y distintas pronunciaciones, van cambiando su fonética, hasta llegar a zombi, el misterio que nos ocupa.

    Pero el tema principal que vamos a tratar en esta investigación será el de delimitar muy claramente qué es y la existencia real o no de este fenómeno zombi. Todo ello partiendo de las experiencias que he tenido en tierras africanas con los orígenes del vudú y mi posterior viaje a las Antillas y a Nueva Orleans para intentar aclarar este tipo de rituales. Lo que llevaron en sus mentes hasta el mar Caribe millones de negros que viajaron esclavizados hasta aquella zona del mundo.

    Vudú en África. El ritual de los muertos

    Y finalmente incluiré las últimas investigaciones que realicé en Luisiana, en Nueva Orleans, la cuna del vudú entre los esclavos. Allí la magia y el poder del vudú llegó a sorprenderme y, por qué no decirlo, a temerlo aún más.

    Así que partiendo de la conclusión a la que he llegado tras investigar durante años estos fenómenos, puedo afirmar que «los zombis existen». Vamos a intentar dar algo de luz sobre este tenebroso tema.

    Hoy en día, en el código penal de Haití podemos encontrar en el artículo 249 el siguiente texto: «Cualquier persona que intente privar de su voluntad a otro ser humano, por medio de envenenamientos o cualquier otro método, será condenado a prisión con la pena de intento de asesinato, y si en este intento se llega al enterramiento de la víctima, esta persona será acusada de homicidio».

    En pleno siglo xxi, cuando el hombre ha llegado a la luna y ha sido capaz de la incongruencia de fabricar armamento nuclear durante la Guerra Fría para destruir el mundo decenas de veces, no nos debe extrañar que en las Antillas aún se siga creyendo en el fenómeno zombi y vudú. Es su vida y así fue y será durante siglos. Son las gentes y costumbres de la tradición tribal. La única realidad de este loco mundo en el que vivimos es que a pesar de todo, ellos, los incivilizados, podemos pensar que son los hombres de la tradición, los del tercer mundo, por creer en estas cosas. Lo que realmente son es: las únicas personas libres, con una religión que no les exige nada, y la temen únicamente por su poder.

    Vudú en África. Brujos africanos en acción

    Pero no por un poder que nos inculcan desde un púlpito los domingos, ellos hablan de un poder que están viendo y sintiendo en cada ritual, un poder que sin duda puede quitarles la vida. ¿Quién lucha contra esa religión o con qué armas?

    Como podemos observar a la vista de esta ley, en Haití se cree en el fenómeno zombi, al igual que en las demás islas del Caribe, pero aquí no se oculta, y eso que en la isla de Haití el 80% de sus habitantes profesa la religión católica, algo que se hizo muy bien en la conquista de las Indias. El imperio económico lo perdería España, pero la religión allí se quedó ganando la batalla, hasta el día de hoy. Aunque los católicos sean casi la totalidad de los haitianos, lo que no me cabe la menor duda es que el 100% de ellos practican la religión vudú.

    2 Un poco de historia

    Si nos remontamos unos años al más famoso presidente/dictador de Haití, François Duvalier —más conocido como Papá Doc—, veremos que se mantuvo en el poder temido por todo su pueblo. Aparte de contar con la brigada especial de su sanguinaria policía, tristemente llamada Tonton Macoute —traducido por «los hombres del saco», nadie duda ni puede ocultar el por qué Papá Doc consiguió mantenerse en la presidencia, donde todo el mundo sabía que lo único que hacía era aumentar su riqueza personal.

    La respuesta es unánime: Duvalier era uno de los más expertos iniciados en los rituales del vudú Africano y manejaba como nadie el mayor castigo de la religión vudú, la zombificación (convertir a un humano en muerto viviente), con lo que consiguió tener atemorizado a un país entero, que gobernó bajo el yugo del terror fanático.

    Corría el año 1957 cuando este médico subió al poder e instauró el vudú como religión oficial, y trajo a más de cuatrocientos brujos desde África central para que le ayudaran en su reinado de terror.

    Un reinado de terror en el que firmó más de doscientas mil sentencias de muerte y asesinó a otros tantos haitianos directamente (estos ya estaban sin contar).

    Papa Doc mandaba, te enviaba en la noche un coche con cuatro hombres con pasamontañas, que te sacaban de la cama y no volvías a aparecer. Simplemente porque te habían escuchado hablando en el mercado mal del dictador. Esto nos puede parecer de ciencia ficción, pero hoy en día y hasta hace muy pocos años ocurría en el este de Europa o actualmente en la cercana isla de Cuba o Venezuela.

    François Duvalier —Papá Doc—, en su coche oficial, recorriendo Puerto Príncipe en 1963

    Pero la verdadera historia de incongruencias sobre el gobierno haitiano se remonta a su misma independencia, cuando se sucedió un gobierno tras otro sin nada claro que ofrecer, con gobernantes que fueron mil veces más sanguinarios que su antecesor. Como el famoso Faustin Solouque, que en 1850 llega al poder tras conspiraciones y asesinatos, siendo su primera orden la de coronarse emperador, con el nombre de Faustino I.

    Así se fueron sucediendo uno tras otro los emperadores o presidentes, que sumían cada vez más al pueblo en sangre y miseria. Hasta que en 1915 los Estados Unidos invaden la isla «con la intención de salvar al pueblo», en una de sus primeras conquistas imperialistas, pues ya no abandonarían el territorio haitiano. Fueron nombrando un presidente tras otro —los famosos our boys, nombre que daba la CIA a sus presidentes impuestos en la Sudamérica de aquellos tiempos— mientras se llevaban los recursos naturales y tenían mano de obra barata en su despensa caribeña. Ese era el secreto del crecimiento de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial: además de cobrar deudas de guerra, tenían una inmensa despensa al precio que ellos querían en toda Sudamérica.

    El sistema era fácil, Estados Unidos prestaba dinero a los gobiernos latinoamericanos, y cuando no se lo podían devolver, se quedaban con el país e imponían a su presidente. Demencial, pero es el sistema real que se utilizaba y que yo llegué a conocer personalmente en sus últimos tiempos, como a la tristemente famosa familia Somoza en Nicaragua.

    Pero el 22 de octubre de 1957 subió al poder Françoise Duvalier, que resultó ser uno de los presidentes más duros y que incluso se enfrentó a los americanos por la posesión de las riquezas haitianas. Como hemos dicho antes, era un iniciado en el vudú y creó una legión de brujos y hechiceros que sumieron la isla en un mar de sangre. Llegó a perder el apoyo americano por su comportamiento sangriento, que ya se reflejaba en los medios de información de todo el mundo. Pero ni los americanos pudieron con él. Su respuesta fue crear una ley por la cual sería el mandatario vitalicio, siendo sustituido a su muerte por Jean Claude, su primogénito, que gobernó durante quince años, terminando con lo poco que quedaba del país. Jean Claude huyó en 1986 a vivir a la Costa Azul francesa, rodeado de brujos y guardaespaldas y admitido por un gobierno francés que poco o nada le importaban los crímenes cometidos por él o su padre; igual que a los mismísimos banqueros suizos que le abrieron todo tipo de cuentas para colocar el capital que se trajo robado de Haití. Lo dicho, el que no tiene arreglo en este mundo es el ser humano, ya que el propio Jean Claude intentó años después volver a presentarse a las elecciones presidenciales de su país, pidió perdón por sus crímenes y creyó que con eso bastaba. La poca vergüenza del ser humano tampoco tiene límites.

    Mientras, en la isla se sucedían los gobiernos militares y una nueva ocupación americana en 1991 por la debacle que allí estaba sucediendo. Tras un simulacro de elecciones, se colocó como presidente a un misionero que siempre había luchado por las clases más pobres de la isla, Aristide, que solo tardó algún tiempo en seguir la sanguinaria costumbre de sus antecesores. Lo debe de dar el aire o la comida, pero el que gobierna en Haití al poco tiempo empieza a cortar cabezas.

    Esto solamente es para que nos hagamos una idea de lo que sufrió Haití durante su dilatada historia desde la independencia, un país que ha estado marcado siempre por dos cosas: la sangre y el vudú.

    Donde todo empezó

    Corría el año 1791 y en un claro del bosque estaban reunidos cientos de esclavos alrededor de una gran hoguera, era la famosa noche de Bois Caiman.

    Los negros bailaban como poseídos, dando gritos y salpicándose la sangre de un cerdo que acaban de sacrificar. Al poco rato, la sangre que corría era la suya, se estaban haciendo profundos cortes con cuchillos en sus propias carnes, era el primer pacto de sangre que se realizaba en la isla. Lo único que pasaba por las cabezas de estos hombres era la sed de venganza hacia el hombre blanco, que les había sacado de sus tierras africanas y les trataba como animales trabajando hasta la muerte en las plantaciones. Era la primera ceremonia vudú realizada en el Caribe, y lo que faltaba a estas gentes para que se rebelaran. La ceremonia la dirigía un brujo llamado Boukman, que acababa de llegar del continente negro y les daba la fuerza de sus ancestros; había conseguido resucitar el orgullo de una raza gracias al vudú. Por primera vez se dieron cuenta de que su religión les daba el poder para luchar y el hombre blanco ya no era el ser superior que les humillaba. Boukman sí era un predicador y un guerrero, pero ante todo era el Bokor o sacerdote vudú más potente que jamás había pisado aquella isla.

    Esa noche comenzó la revolución en Haití, aunque al poco tiempo Boukman fue apresado y fusilado.

    Mientras, se peleaba en una guerra que cubrió de

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