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Vida del almirante don Cristóbal
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Libro electrónico78 páginas1 hora

Vida del almirante don Cristóbal

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La biografía de Cristóbal Colón escrita por su hijo Hernando describe las dualidades propias de una vida legendaria en la que se juntan las más grandes hazañas y glorias con los peores infortunios y las más amargas penurias.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071653635
Vida del almirante don Cristóbal

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    Vida del almirante don Cristóbal - Hernando Colón

    HERNANDO COLÓN

    Vida del almirante don Cristóbal

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Tomado de

    Vida del almirante don Cristóbal Colón,

    edición anotada por Ramón Iglesia

    Primera edición, 1996

       Cuarta reimpresión, 2003

    Primera edición electrónica, 2017

    Diseño de portada: Pablo Tadeo Soto

    D. R. © 1996, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5363-5 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Don Hernando Colón fue el segundo hijo de Cristóbal Colón. Nació cuatro años antes del primer viaje a las Indias que realizara su padre y murió en 1539, ya constituida la Nueva España. Hernando Colón se destinguió como jurisconsulto, cosmógrafo, viajero, bibliófilo, hombre de letras e historiador.

    La biografía de Cristóbal Colón, escrita por su hijo Hernando, describe las dualidades propias de una vida legendaria, donde se juntan las más grandes hazañas y glorias con los peores infortunios y las más amargas penurias. El padre aparece aquí como el héroe de una epopeya histórica, y el hijo como su narrador impar. Es probable que se hubiera perdido noticia de los hechos, hazañas y anécdotas del almirante Cristóbal Colón, de no haber sido por el celoso empeño de don Hernando de escribir la historia de esa vida apegado a la absoluta veracidad. Él mismo consigna que si en esta obra mía se hallare algún defecto, no será el que padecen la mayor parte de los historiadores, que es la poca e incierta verdad de lo que escriben , y asegura haber recogido los datos que aporta de los escritos y cartas que quedaron del mismo almirante, y de lo que yo vi, estando presente.

    Testigo de la historia, don Hernando se retiró al refugio de su famosa biblioteca en Sevilla para consagrarse largos años al aumento de las letras y glorificar la memoria de su padre. Al hacerlo, despejó también las inmerecidas sombras que le habían imputado algunos a la figura del almirante. Don Hernando llegó a sentir que su existencia estaba tan estrechamente ligada a la de su ilustre padre, que en el epitafio que dejo escrito para su propia tumba se lee: Aquí yace don Hernando Colón, hijo de don Cristóbal Colón, primer almirante que descubrió las Indias. Falleció a doce días del mes de julio de 1539, treinta y cinco años después del fallecimiento de su padre. ¡Rogad a Dios por ellos!

    FONDO 2000 presenta aquí una selección de la Vida del almirante don Cristóbal Colón, escrita por su hijo Hernando Colón, que, en palabras de Washington Irving, es piedra fundamental de la historia del mundo americano. Para la presente selección hemos considerado la depurada traducción realizada por el historiador español Ramón Iglesia.

    Al muy magnífico señor Baliano de Fornari, José Moleto*

    Fueron siempre, magnífico señor mío, tenidos en grandísima estima todos aquellos que fueron descubridores de alguna cosa de provecho; y tanta fue la estima en que los tuvieron los antiguos, que no contentándose con las alabanzas humanas, los incluían en el número de los dioses. De aquí Saturno, Júpiter, Marte, Apolo, Esculapio, Baco, Hércules, Mercurio, Palas y Ceres, y de aquí, en suma, todos los dioses paganos, de que están llenos los antiguos escritos. Y no me parece que hicieran esto sin motivo, pues no teniendo la luz de la verdadera religión, adoraban a aquellos hombres de quienes habían recibido algún beneficio notable. Es opinión de los sabios que el hombre no puede dar mayor muestra de gratitud a quien le ha favorecido —cuando no puede remunerarle con donativos— que por medio de honores. Pues sólo se honran las cosas divinas o que tienen un destello de divinidad. ¿Y qué mayor indicio de su divinidad puede dar el hombre que el descubrir cosas de provecho para otro hombre? Y es cosa cierta que todo aquel que inventa cosas útiles es sumamente amado por Dios, quien es el único y verdadero dador de todos los bienes, y quien con frecuencia, por medio de un solo hombre, se digna poner de manifiesto cosas rarísimas, que habían estado ocultas durante largos siglos. Como ha ocurrido en nuestros días con el Nuevo Mundo, que o era desconocido para algunos, o si lo conocían, su noticia estaba tan perdida que todo aquello que de él se decía, era tenido por fabuloso. Y ahora, por medio tan sólo del Ilustrísimo D. Cristóbal Colón, hombre verdaderamente providencial, le ha placido ponerlo de manifiesto. De donde puede concluirse, en primer lugar, que este hombre singularísimo haya sido muy grato a Dios; y también puede decirse que de haber él vivido en aquella edad remota, no sólo los hombres le habrían contado entre sus dioses por semejante hazaña, sino que lo habrían puesto a la cabeza de ellos. Es cosa cierta que esta edad no puede honrarlo tanto que no sea digno de mayor honor aún. Y es digno de grandísima alabanza aquél que se dedica a inmortalizar el nombre de un varón tan claro, verdaderamente merecedor de vivir en la memoria de los hombres mientras el mundo exista. Como se ve que ha hecho Vuestra Señoría, que con tanta diligencia ha procurado que salga a luz la vida de persona

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