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Los Ojos del Dragón: Serie del Guardián Libro 2
Los Ojos del Dragón: Serie del Guardián Libro 2
Los Ojos del Dragón: Serie del Guardián Libro 2
Libro electrónico646 páginas9 horas

Los Ojos del Dragón: Serie del Guardián Libro 2

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Tres años después de salvar la Tierra y a Durán, Dylan enfrenta nuevos desafíos. Kiro ha desaparecido, los Iadnah se están volviendo contra sus Guardianes, y para colmo, una criatura tan vieja como los dioses está causando estragos en la Tierra. Otros sucesos extraños están sucediendo en todo el universo, y Dylan tendrá que investigarlos para descubrir la verdad.

Mordon, que finalmente se liberó de su padre, acepta ayudar a Dylan en sus esfuerzos. Sin embargo, cuanto más se aleja de su tierra natal, más descubre secretos terroríficos que le habían sido escondidos.

Juntos, Dylan y Mordon deben proteger más que solo la Tierra. Tendrán que explorar nuevos mundos, obtener la confianza de los dioses y salvar a sus amigos y a un niño misterioso. A pesar de todo, deben luchar contra un mal tan antiguo como los dioses.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 jun 2020
ISBN9781071550755
Los Ojos del Dragón: Serie del Guardián Libro 2

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    Los Ojos del Dragón - Rain Oxford

    Capítulo 1

    Mordon

    Cuando tenía solo un año de edad, prendí fuego mi habitación, y mi padre dijo que yo sería un poderoso hechicero. Cuando tenía cinco, grite tan fuerte con ira que rompí cada ventana en la habitación, y mi padre dijo que yo sería un hombre poderoso. Cuando tenía diez años, uno de mis tutores me golpeo y yo lo tire al otro lado de la habitación. Mi padre dijo que yo sería un guerrero poderoso. Cuando tenía quince, le dije a mi padre que su consejero más confiado era un mentiroso y que mi prueba era que podía oler sus engaños. Cuando fui en contra de las ordenes de mi padre y expuse al asesino, mi padre dijo que sería yo sería un rey poderoso.

    Mi padre, Ishte-mor Nako quería devolverles el poder a los reyes, darle a la monarquía el derecho de hacer cualquier ley. Él sentía que Duran debía ser gobernado por los hechiceros y políticos más poderosos en vez de los ciudadanos. Él creía que solo los poderosos sabían lo que era lo mejor para todos. Él también decidió que yo gobernaría en su lugar cuando él se retirara.

    Yo me negué.

    Mokii era diferente a otras tierras. Cada una de las otras tierras tenía un rey que reinaba la región complete, de océano a océano, pero ellos obedecían los votos del pueblo. El reinado sobre Mokii siempre había estado en disputa. Aunque mi padre era técnicamente rey de todo Mokii, él ignoraba a las masas. En su lugar, Mokii era gobernado por reinos individuales, los cuales debían pagarle impuestos al reino de mi padre. Su gente era la única que a él le importaba, y todos aquellos fuera de su reino no le preocupaban.

    Yo aspiraba a que mi padre se sintiera orgulloso de mi, pero cuanto más me esforzaba en ser algo que no era, en creer en algo que no creía, y hacer algo que no podía, más catastróficos eran los resultados. Supongo que podría culpar a mi madre por ello, pero sería culparla por morir. Ella era una vidente y sabía que moriría al dar a luz a mí, su primer hijo, y aun así permitió que el embarazo continuara. El momento en que nací, ella utilizo un hechizo prohibido en mi para que yo absorbiera su poder mientras ella moría de una enfermedad incurable.

    Los sirvientes de la casa dijeron que yo había nacido muerto. Mi padre demando que se fueran y la mañana siguiente, él me sacó de la habitación como un niño saludable. Un tremendamente poderoso niño sin madre.

    Desde el momento en que pude caminar, yo me la pasaba explorando, escapando y buscando. Yo no sabía que era lo que buscaba. Mis cuidadores odiaban que yo explore, mis tutores odiaban que escape, y mi padre me odiaba a mí. Él nunca lo admitió, por supuesto. Cuando él me golpeaba, él en verdad pensaba que ese era un método aceptable de moldearme en un futuro rey. Él siempre estuvo decepcionado cuando uno de los sirvientes o de los pueblerinos hablaban de mis travesuras.

    No era algo intencional.  Pasaban cosas como que pisaba una rama en el bosque y desencadenaría una estampida de una manada de animales grandes que destruirían la aldea, tomaría una poción mal etiquetada, o me encontraría en el lugar incorrecto en el momento incorrecto y escucharía algún horrible secreto.

    Esto había llevado a mi predicamento actual. Me encontraba parado frente al trono de mi padre mientras él me daba un sermón con toda la importancia de un gobernante enojado, y en lo único que yo podía pensar era en que había una embarcación partiendo hacia el bosque de Aradlin. Yo jamás había estado allí porque mi padre no permitiría que su único heredero visitara un lugar tan peligroso, pero yo no planeaba en pedir permiso.

    Aún faltaban un par de meses antes de que cumpliera mis veintidós años de edad y me volviera independiente. Esta era otra ley que mi padre quería cambiar; él insistía que un niño no era un adulto hasta que tuvieran veinticinco años, y que las mujeres debían estar casadas para esa edad. Él creía que una mujer debía ser cuidada, primero por su padre, y luego por su esposo. Hablando de mujeres…

    —…será el día antes de tu cumpleaños—estaba diciendo mi padre. Yo sentí mi estómago hundirse; él estaba haciendo planes que me incluían.

    —¿Qué? —pregunté yo.

    —Sé que no es lo suficientemente pronto, pero el padre de la niña no…

    —No, quiero decir que no estaba escuchando a los que estabas diciendo. —Interrumpí yo.

    Él suspiró. —Entonces escucha atentamente. Te casaras con la hija del Corsicot de Banjii. Con la alianza de la familia gobernante de Banjii, tendremos derecho de cobrar impuestos a todas las tierras del oeste central.

    —Padre, se cuánto amas sacarle klahs a la gente que no tiene, pero no voy a casarme. No ahora, no mañana, no el día antes de mi cumpleaños, y no por orden tuya. No conozco a esta chica y no pretendo hacerlo. —dije yo, usando mi mejor voz de ‘rey’.

    Él me observó con un ceño inseguro. —Ellos tienen un hijo que…

    —¡Padre! —grité yo.

    Él se encogió de hombros. —Quería que tuvieras esa opción. Tendrás un hijo que continúe nuestra línea. No me importa con quien te cases mientras que la persona sea de la familia Corsicot y lo hagas antes de tu próximo cumpleaños.

    Yo le era útil a mi padre como una forma de moneda; muchas de las familias de Mokii querían a sus hijas casadas con el hijo del rey. Afortunadamente, la avaricia de mi padre lo llevaba a demorar, esperando por el mejor trato, hasta que era casi demasiado tarde. En mi próximo cumpleaños, él ya no podría casarme con nadie en contra de mi voluntad. Desafortunadamente, él se estaba poniendo desesperado.

    —No lo haré. Estoy cayendo enfermo con la plaga de los seis meses.

    —Entonces te casaras en tus recamaras.

    —Son un desastre, demasiado embarazoso como para llevar a una mujer allí.

    —Enviaré sirvientes inmediatamente.

    —Soy infértil

    —Prepararé un donante de esperma, nadie lo sabrá.

    —Odio a los niños.

    —No necesitas ver al niño nunca. —Él frunció el ceño. —Tu adoras a los niños. El asunto está decidido. Te casaras antes de tu cumpleaños con la hija de Corsicot y no aceptare ninguna excusa. No autorizó ninguna enfermedad o desastre. Ahora, regresa a tus recamaras. —Mi padre era un hombre alto, delgado e imponente con largo cabello negro o fríos ojos purpura. Él no tenía un hueso indulgente o tolerante en su cuerpo.

    —Como desees. ¿Me enseñaras algo esta noche?

    —No, practica tu magia elemental. Utilizaremos la arena mañana y será mejor que puedas controlar tu fuego, o los sirvientes se quemaran. —Amenazó él.

    El problema que yo tenía con el fuego era mi padre. Solo, yo dominaba el fuego, pero alrededor de otras personas, particularmente mi padre, las cosas salían mal.

    Yo era delgaducho sin importar cuanto entrenara. Eso no me ayudaba a imponerme ante mi padre, y los sirvientes no le harían frente por mí. Sin embargo, para la sorpresa de todos, incluyendo la mía, crecí mucho después de cumplir los veinte. Ya no era pequeño para mi edad y tenía una complexión decente para alguien que solo luchaba en el campo de práctica. Aun así, años de condicionamiento me hacían difícil el desafiar a mi padre.

    Yo dejé la habitación tan rápido como pude, deteniéndome en la biblioteca en vez de mi recamara. —Jedes. —susurré cuando vi a la joven mujer sentada en una enorme silla. Jedes era una tímida chica de rasgos suaves con cabello rojo claro y ojos verdes, que pesaba menos que la pila de libro que por lo general cargaba. Ella era unos días más joven que yo y apenas comenzaba a verse como una mujer.

    Sus padres trabajaban para mi padre antes de mudarse a Banjii. Tener una niña en vez de un varón les daba menos prestigio, por lo que dejaron a su recién nacida para ser criada por otros sirvientes. Eso había resultado ser lo mejor, porque Jedes era tratada como una princesa por la mayoría de las personas.

    Al ver que ella estaba dormida, yo tomé el libro de sus manos y lo hice a un lado, luego tomé una sábana de un escritorio cercano y la envolví a su alrededor. Después de un pequeño beso en sus labios, comencé a retirarme.

    —¿No vas a despedirte? —preguntó ella en voz baja.

    Yo me detuve. —Necesitas descansar. Solo me iré por unos días. —Hacía tiempo que me había dado por vencido en escaparme permanentemente.

    —¿Vas a ir a un bosque lleno de monstros y planeas regresar pronto?

    —Tendré cuidado. —dije yo, sentándome a su lado en la enorme silla. Ella se acomodó debajo de mi brazo y apoyó su cabeza en mi pecho.

    —Encontrarás lo que estás buscando. Este lugar quedará en tu pasado. El bosque es un punto de quiebre. Recuerda eso en la oscuridad, cuando no puedas ver tu camino, aun puedes seguir adelante. Tu luz se encuentra en tu interior. No regreses aquí.

    Jedes era una vidente, como lo había sido mi madre, y sus predicciones se estaba volviendo más claras cada año. —Podría llevarte conmigo. Podríamos viajar juntos.

    —No. Tu camino es con otros. Mi destino aun me espera, pero me encontrará aquí. Pero te extrañaré. —Ella se inclinó hacia adelante y nuestros labios se encontraron en un suave beso, el primero que ella había iniciado. —Vete esta noche. No pierdas el barco. Mañana será demasiado tarde. Hagas lo que hagas, no regreses a este castillo, especialmente para enfrentar a tu padre.

    Después de despedirme de Jedes, fui a mi habitación a empacar. En vez de liviana bolsa para tres días que había preparado, junté todo lo que me era importante en un saco. Era fácil escalar desde mi terraza y aún más fácil salir de las tierras del castillo. Padre debería conseguir mejor seguridad.

    *      *      *

    Salir de Mokii no era fácil. Yo no llevaba ninguna vestidura ceremonial, pero mis ropas eran de gran calidad con los colores reales. De niño, regularmente tomaba prestada ropa de los sirvientes para escaparme por lo que mi padre se aseguró que todos los sirvientes vistiesen los colores del Castillo y que todos los ciudadanos supieran de mí. Si alguien me veía irme, ellos le dirían a mi padre, pero yo planeaba salir de Mokii antes de que eso sucediera.

    Afortunadamente, el capitán de la nave no era nativo de Mokii y no me reconoció a mi o mi ropa, por lo que me dejó abordar. Mi adrenalina alcanzó el máximo cuando el barco zarpó. Yo disfrute el momento de libertad, anqué sabía que mi padre me encantaría eventualmente.

    A menos que Jedes tuviera razón, lo cual generalmente era el caso.

    Alcanzamos la costa este de Mijii al medio día, y yo me separé del grupo que se dirigía hacia la ciudad. Hacia el norte estaba en bosque de Aradlin. Yo había leído sobre él, y era exactamente como esperaba, alto y amenazante. La pequeña multitud de gente bloqueando mi camino, por otro lado, no la esperaba. Curioso, me acerqué.

    —¿Están todos listos? —preguntó un hombre con equipo de excursionismo.

    —¿Listos para qué? —pregunté yo.

    —Este es un grupo de recorrido—dijo él, orgullosamente. Me dio la impresión de que era algo pretensioso porque su cara estaba muy bronceada, y obviamente no por primera vez.

    —¿Al bosque de Aradlin? No sabía que había uno. —Era uno de los lugares más peligrosos de Duran, fuera de Canjii.

    Él abrió la boca para hablar, solo para quedarse en silencio cuando él vio mis ojos. Mientras que el purpura y el azul eran colores prevalentes, el hecho de que yo tenía uno de cada uno le molestaba a la mayoría de las personas. También era algo que me hacía distinguible. Sus ojos se dirigieron hacia abajo y se fruncieron cuando él notó mis ropas. Yo no era un típico turista, y tampoco estaba vestido para una caminata.

    —Somos nuevos. Mis padres fueron exploradores todas sus vidas, y yo tengo sus notas detalladas de cuando ellos exploraron en bosque.

    —Pues, entonces, debes tener sugerencias de seguridad y suministros médicos. ¿Me preguntaba qué hacer si te encuentras a un draxuni? —pregunté. Por supuesto, yo ya sabía que debía retroceder y mostrar que no era una amenaza. Ellos solo atacaban amenazas hacia sus cachorros y comida.

    —Trepas.

    —¿Un árbol? —yo fruncí el ceño. Los draxuni eran muy buenos escalando.

    —¡Por supuesto! —él sonrió. —Los draxuni no pueden escalar. Puedes unirte al grupo si quieres, pero debemos ser muy silenciosos.

    De hecho, debíamos estar en completo silencio, pero la mayoría de las personas no entendían el concepto. No dirigimos hacia el bosque, yo tomando la retaguardia ya que no iba a dirigir. Pronto, yo me encontraba buscando una ruta alternativa, porque el grupo estaba haciendo tanto ruido que era como si gritaran ‘hora de la cena’. Algo me estaba observando.

    No pasó mucho tiempo antes de que uno de los turistas pisase un hongo sofar, el cual desprendía un polvo toxico que causaba alucinaciones y fallas cardiacas en altas dosis. Un grito de una mujer fue lo único que se necesitó para que el grupo se separara. Yo suspiré y continúe por el camino. Desafortunadamente, lo que sea que me había estado observando no se marchó. Yo intenté captar su aroma, pero se encontraba en la dirección del viento y otros olores fuertes en el bosque lo cubrían.

    La caminata fue placentera. Yo caminé lentamente tanto para ser silencioso como para evitar las agresivas trampas del bosque, mientras que también apreciaba la belleza de este. Este era un lugar increíble. De repente, una explosión en la distancia destrozó la paz. Sabiendo que atraería a criaturas hambrientas, yo corrí tan rápido como pude en la dirección opuesta. Un mal paso hizo que caiga por una colina. Cuando me detuve, permanecí quieto mientras me recuperaba. Turistas gritaron en la distancia. Antes de que pudiera enderezarme, una criatura peluda saltó a mi pecho y chillo.

    Oh, no. Yo levanté la cabeza a tiempo para que el cachorro de draxuni metiera su lengua en mi nariz. Yo comencé a sacarlo de encima mío hasta que este se prendió de mi pulgar. Era algo doloroso, pero no lo suficiente como para penetrar la piel. Escuché un gruñido medio segundo antes de que otro cachorro cayera sobre mi hombro y luego sobre el primer cachorro. Estos se volvieron una bola de pelo que rodaba y gruñía. Por más lindos que fueran, yo estaba horrorizado; un cachorro de draxuni era más aterrorizante que un adulto. Un draxuni cazaba y cuidaba su territorio solo, pero un cachorro jamás estaba solo. Donde había cachorros, había al menos seis adultos en alerta.

    Yo me enderecé y escaneé mis alrededores. Dos cachorros más decidieron que yo era un compañero de juegos y saltaron a mi regazo para meter sus lenguas en mi boca. Yo no podía evitar reír hasta que los padres lentamente salieron de las sombras. Yo estaba rodeado de cuatro, pero estos no estaban avanzando. Yo sabía por mis estudios que la mitad de la manada de ataque permanecía oculta, lo que significaba que había ocho en total en el área inmediata. Escuché a uno detrás de mi acercarse, pero los cachorros continuaron jugando. Él olfateó mi cabeza y cuello. Yo no podía haber estado más sorprendido cuando este me dio un empujón en la cabeza y los otros se relajaron. Él se alejó.

    A ninguna criatura s ele permitía estar cerca de los cachorros de draxuni, aun así, esta manado no solo me dejó vivir, sino que no me echaron de su territorio. Ellos se giraron, protegiendo a los cachorros frente a fuerzas exteriores. Después de que mi nausea se calmara, yo me levante para irme, pero cuando comencé a pasar por el circulo protector, el draxuni más cercano me golpeó con su enorme garra.

    —¿Por qué hiciste eso? —pregunté yo, levantándome. Nuevamente me tiró un manotazo cuando lo volví a intentar, pero la bestia tuvo cuidado de no usar las uñas. Yo fui al lado opuesto, solo para que me bloqueara otro draxuni. —¡Yo no soy un cachorro, déjenme pasar! —demandé. Ellos me ignoraron.

    Después de varios intentos más, me senté derrotado y fui inmediatamente aplastado por cachorros. Habiendo sido advertido sobre regresar a casa, el ser adoptado a una manada de draxuni ciertamente no era el peor de los destinos que podía tener, pero no era el que yo quería.

    Durante horas me senté en la peluda pila, esperando que los adultos recobraran el sentido y me comieran. Ya no había habido más señales de turistas. Quizás ellos habían conseguido salir con vida, pero lo dudaba.

    En vez de preocuparme, me tome la oportunidad para aprender. Los draxuni eran una especie con un porte poderoso creado para sobrevivir que formaban manadas con una jerarquía estricta. Sus pelajes denotaban de que parte del mundo venían porque estaban hechos para camuflarse. Esta manada tenia cabello marrón oscuro y negro para mezclarse en el oscuro bosque. El misterio que nadie podía acercarse lo suficiente para entender eran los cachorros; sin importar de que parte del mundo provinieran, su pelaje era una mezcla de rojo, negro, blanco y marrón, y sus orejas eran enormes comparadas a su cabeza.

    Yo descubrí el misterio mientras los cachorros jugaban; sus colores se mezclaban cuando ellos rodaban juntos hasta que era imposible ver cuántos de ellos había o para que lado se estaban moviendo. Al menor sonido en el bosque, ellos se congelaban y levantaban sus orejas hasta que uno de los adultos les daba la señal de relajarse.

    —Oler como perro es una cosa, pero dudo que alguien te deje salir del bosque oliendo a cachorro de draxuni. —La ultima voz que esperaba escuchar en el Aradlin me sobresaltó.

    —¡Dylan! —yo me levanté, pero también lo hicieron los draxuni. Mientras que mi mejor amigo no les mostraba miedo, él no se acercó. Los draxuni formaron una pared entre Dylan y yo. —¿Podrías ayudarme un poco aquí? —Pregunté en español. Nuestro procedimiento estándar en privado era que yo hablara su lengua madre de español y que él hablara la mía de Sudo.

    Los draxuni gruñeron, lo cual no le gustó a Shinobu. El naowen era un pequeño, peludo, marrón oscuro, marsupial venenoso que podía matar a una persona con una sola mordida, y ella era ferozmente protectora de Dylan. Ella podía caber en la palma de mi mano, mientras que su peluda cola prensil era del doble de largo que su cuerpo. Colgada de su hombro como siempre, ella les chilló y les escupió a las bestias. Yo comencé a caminar alrededor de los draxuni hacia Dylan. Uno de ellos rompió la formación para pararse frente a mí, pero cuando Shinobu saltó al suelo y avanzó, él cedió frente a la pequeña criatura.

    Yo me uní a Dylan. Shinobu regresó con él, trepando rápidamente por su cuerpo para descansar en sus hombros y acurrucarse contra su cuello. Ella presionó su pata palmeada contra su mejilla e hizo un sonido como clics.

    —¿Qué está haciendo?

    —A ella no le gusta este lugar. Hay algo cerca. Algo peor que estos chicos. Vamos. —Él se giró y comenzó a caminar.

    Yo jamás había conocido a un hombre lo suficientemente valiente para darle la espalda a un draxuni, mucho menos a toda una manada de ellos. Yo me apuré detrás de él, manteniendo a la manada en mi vista por tanto tiempo como pude. —¿Qué estás haciendo aquí, como me encontraste, y porque no tienes miedo?

    —No sé porque estoy aquí, solo sabía que debía venir. Era como si algo estuviera pidiendo ayuda. Encontré personas asustadas y perdidas y las saqué del bosque, pero puede que te haya encontrado por accidente. Y con respecto al miedo…desde la semana próxima, abre estado aquí por tres años. Tres años eh estudiado bajo la guía de Kiro. Entre la magia que se y Shinobu, no estoy preocupado. Lo que aprendí de Divina sobre los draxuni es que primero debo demostrar que no soy una amenaza para sus cachorros, y segundo que ellos no son una amenaza para mí. Yo no miré a los cachorros. Ellos se dieron cuenta que no iba a irme sin ti, lo cual dejaba implícita la segunda parte. Así que, ¿Qué te trae por aquí?

    —Quería ver el bosque. Tú has estado aquí antes, ¿verdad?

    —Sí, cuando aún era nuevo a Duran. Muchas cosas han cambiado en mi vida, pero este bosque es exactamente el mismo.

    Cuando lo conocí por primera vez escabulléndose en una nave hacia Anoshii, él era propenso a accidentes debido a una sobreabundancia de poder no concentrado, solo sabía algunas palabras de Sudo, y le costaba adaptarse a nuestra gravedad más pesada. A mí no me molestó que él fuera de otro mundo.

    Se había cambiado, sin embargo. Él caminaba con tranquilidad, su magia estaba en sintonía con él, y él había ganado músculo como alguien que hacia un trabajo físico para vivir. Había confianza en su voz y él era fluido en el Sudo. Él mantenía su cabello castaño oscuro corto. Sus ojos verdes eran expresivos y siempre insinuaban travesura. Dylan era el tipo de hombre que haría lo posible para ayudar a la gente, pero también era sarcástico y bromeaba.

    —¿Cómo te le escabulliste a un draxuni? — Pregunté.

    —No quería convertirme en un aperitivo para nada aquí, por lo que estaba enmascarando mi sonido y aroma con magia.

    —Aparte de aprender magia poderosa, ¿qué has estado haciendo? — Pregunté. Habían pasado meses desde que hablamos por última vez.

    —Lo mismo de siempre, supongo. Vivo la mitad del tiempo con Divina, la otra mitad con Kiro. Kiro está en una misión y se suponía que debía volver hace una semana. Divina está en una 'reunión' y se suponía que debía volver hace dos semanas. Estoy un poco preocupado.

    Kiro era el mentor de Dylan y Divina era la novia de Dylan. La mujer era preciosa, pero olía deshonesta y antigua. Mientras que ella no tenía intenciones maliciosas hacia Dylan, yo sentía que le haría bien buscar otro tipo de compañía. Sin embargo, él estaba terriblemente enamorado de ella. No mucho tiempo después de que Dylan y yo nos conocimos, Divina tuvo un accidente que la dejó dependiente de Dylan. Ella se recuperó completamente, pero los volvió más cercanos.

    —¿Así que a menudo te dejan solo así?

    —No— él frunció el ceño. —Uno de ellos por lo general me dejaría al cuidado de sus tareas. Está bien, pero si hay una tormenta, necesitamos de dos de nosotros para cuidar de ambos territorios. Si dos de nosotros salimos a salvar el mundo y hay una gran tormenta, eso dejaría a uno de nosotros solo para cuidar de ambos territorios. Deberían haber vuelto a esta altura.

    —Pero ahora tú estás aquí. ¿No que deja eso a ambos lugares sin protección?

    —Los cerré en caso de una tormenta.

    —¿Estás preocupado por ellos?

    —Sí. Si uno de ellos estuviese en problemas, yo debería sentirlo. En su lugar, algo en este bosque me está llamando.

    —No fui yo, ¿verdad? — Pregunté.

    —No sólo tú. Eres parte de eso, sin embargo. Por ejemplo, ¿A dónde vamos? —Él preguntó.

    Eso me sorprendió. —Tu nos estas guiando y yo solo te estoy siguiendo.

    —Excepto que no estas siguiéndome, estamos caminando al mismo paso uno al lado del otro, y nos dirigimos más profundo dentro del bosque.

    Nos detuvimos y me di cuenta de que él tenía razón. Yo no lo estaba siguiendo. Un escalofrío me recorrió la espalda. —¿Cómo sabes que nos estamos dirigiendo hacia el interior del bosque?

    Él señaló al suelo. —Las plantas. Se puede notar que reciben menos luz solar porque el bosque es más denso aquí. Además, los árboles son más altos, lo que significa que son más viejos. El bosque creció hacia el exterior, por lo que los árboles más viejos están en el centro. Además, vamos cuesta arriba. Piensa en ello. Nuestro instinto natural sería caminar cuesta abajo y hacia la luz. Entonces, ¿qué es lo que estamos buscando?

    Dylan había madurado desde que lo conocí. Yo no. —Sea lo que sea, yo no lo quiero. Vámonos ahora.

    —¿Y si está herido? — preguntó él.

    Tomé su brazo para conducirlo hacia atrás, pero él se resistió. —Vive en el bosque, es duro. Déjalo.

    Él todavía dudó. —Soy un Guardián. Protegemos a los necesitados— dijo.

    —El Guardián de la Tierra, no de Duran— discutí yo. Logre hacer que diera unos pasos cuando un fuerte chillido de dolor nos congeló en seco. Conocía ese sonido. Lo había escuchado antes ... pero ¿de dónde? El sonido me llenó de emoción y temor por igual, y ambos corrimos hacia él.

    Pronto encontramos lo que buscábamos, en medio de un claro había una criatura majestuosa. Negro como la noche más oscura, grande y delgado, tenía forma de reptil con una larga cola. Al final de su cola había una punta afilada. Sus ojos eran de color ámbar oscuro y su hocico era corto y ancho. Tenía alas largas, una que agitaba con ansiedad y otra que se envolvía extrañamente a su alrededor. Este rugió de dolor.

    Era un dragón, el cual mi padre había jurado que no existía. Yo había querido ver uno toda mi vida.

    —Está herido— dijo Dylan. —Su ala no debería doblarse de esa manera. — Él no dudó en ir hacia el dragón. El dragón retrocedió, protegiendo su ala. —Cuidado, amigo, solo quiero ayudar. Como lo hiciste por mí.

    —¿Qué?

    —He conocido a esta criatura antes. Me ayudó a mí, a Divina y a Kiro la última vez que estuvimos aquí. Ven a acariciarle la cabeza para que pueda revisar su ala.

    Me acerqué a él con cautela. Por supuesto, me tocó el extremo peligroso. Oh bien. En el peor de los casos, averiguaría si era un sabroso bocadillo de dragón. Este me dejó acercarme a él, y cuando extendí mi mano, me olisqueó tentativamente antes de bajar la cabeza para dejarme acariciarlo. Su piel era curtida, dura y escamosa estaba cubierta de pelaje corto, grueso y aterciopelado. Cuando le froté las orejas, ronroneó. Fue genial hasta que dejó escapar un aliento feliz que me tiró al suelo. Su aliento apestaba. Se inclinó hacia adelante y frotó su cabeza contra mi pecho.

    —Oh, demonios— dijo Dylan.

    El dragón y yo lo miramos. Él tenía el ala extendida. Todavía estaba en un ángulo extraño, pero pude ver por qué, había grandes marcas de garras en él. La pobre bestia había sido atacada brutalmente. Shinobu se escapó del hombro de Dylan, no queriendo tener nada que ver con el dragón.

    El dragón intentó retraer su ala, pero Dylan no la soltó. Cuando el dragón comenzó a agitarse, le giré la cabeza. —Está bien. Dylan solo quiere ayudar. Concéntrate en mí. Mírame a mí. — Este dejó de gruñir, pero exhaló un horrible suspiro de irritación. Le acaricié la cabeza y el cuello mientras Dylan curaba las heridas. Sus manos se cernieron sobre los cortes y emitieron un suave resplandor verde. Pronto se detuvo, pero mientras los cortes estaban cerrados y el ala estaba en un mejor ángulo, todavía estaba dañada.

    —Esto es todo lo que puedo hacer por ahora— dijo Dylan, balanceándose y sin aliento. Lo atrapé cuando se derrumbó y lo arrastré a un árbol para que se sentara, donde Shinobu se acurrucó en su regazo.

    —¿Entonces vamos a llevarlo con nosotros?

    —No. No puede viajar. Pero, no entiendo. He visto que lo ataquen antes y no sufrir ningún daño. Su piel es dura. ¿Qué pudo haber hecho esto?

    —Tal vez el interior de sus alas es suave— sugerí.

    —No lo sé. Tendremos que quedarnos aquí para curarlo.

    Miré a mi alrededor. El sol se estaba poniendo y no me gustaba el silencio. —¿Sobreviviremos durante la noche?

    Él luchaba para no desmayarse. —Claro que lo haremos. ¿Podrías conseguir leña para hacer una fogata? — Preguntó él.

    Asentí y me dispuse a hacerlo. A pesar de la oscuridad, pude recoger un poco de madera seca. Regresé al claro para encontrar a Dylan durmiendo y al dragón estudiándolo. —¿Cómo se siente tu ala? — Pregunté.

    El dragón flexionó un poco su ala y lo consideró pensativamente. Podía oler que estaba contento, aunque sentía dolor. Puse la madera en una pila, atraje energía hacia mí e hice lo que mi padre me enseñó. La madera se negó a encender. Cuanto más pensaba en mi padre, más me quemaban las entrañas, pero mi fuego no salía. Después de un rato, me di cuenta de que el dragón me estaba frunciendo el ceño en confusión.

    —¿Podrías ayudarme aquí? — Pregunté. Este agachó la cabeza y sopló un poco de humo hacia los troncos, los cuales se encendieron. ¿Por qué era esto tan familiar? —Gracias. — Acerqué a Dylan al fuego.

    Sentía que había conocido al dragón antes. ¿Por qué sentía que él me estaba mostrando cómo hacerlo cuando prendió fuego a la madera?

    El gruñido de mi estómago rompió el silencio y el dragón gruñó de vuelta. —Silencio. Cuando Dylan despierte, iré a cazar. ¿Qué comes? — En lugar de responder, él miró al cielo.

    Después de unos minutos, sopló una ráfaga de fuego concentrada, que se disparó hacia arriba con precisión. Hubo un graznido, seguido de un ruido sordo no muy lejos del claro. Una búsqueda rápida reveló un gran pájaro carbonizado en el suelo. Lo traje de vuelta y se lo ofrecí al dragón, pero él volvió la cabeza.

    —Gracias— le dije. Saqué un cuchillo de mi bolso, corté un trozo para Dylan y otro para mí, y arrojé el resto del pájaro al dragón, que lo arrebató de la nada y se lo tragó entero. Encontré un palo largo para cocinar las tiras de pájaros.

    Dylan se despertó cuando este ya estaba listo. Me dio las gracias y tomó su porción. Comimos en silencio por un rato.

    —¿Cómo van las cosas contigo y Divina? — Le pregunté.

    Él se encogió de hombros. —Es complicado, pero nos amamos.

    —¿No lo suficiente como para casarse y tener hijos?"

    Él se atragantó con la comida y farfulló. —Como dije, es complicado.

    —¿Por qué ella no es sago? — Pregunté. Me miró con los ojos muy abiertos y yo suspiré. —Dylan, confías en mí. Me contaste sobre los libros, los dioses, tu mundo, tu padre...todo menos quién es Divina. Sé que ella no es lo que parece. Ella huele más poderosa que cualquiera que haya conocido.

    —No es mi secreto, no me corresponde contarlo.

    —¿Tiene que ver con el por qué está desaparecida y no la estás buscando? — Pregunté. El asintió. —Bueno, si necesitas ayuda cuando la busques, estaré aquí. ¿Cuánto tiempo llevará curar al dragón?

    —Sané el daño inmediato. No puede volar, pero ya no se desangra. También reparé los huesos rotos y las infecciones. Ha estado así durante probablemente una semana. Dudo que haya comido algo desde su lesión. Divina me dijo que los dragones no pueden comer ni beber cuando están gravemente heridos porque tienen que regular su cuerpo para combatir las infecciones y la pérdida de sangre.

    —Mató un pájaro cuando estabas inconsciente, pero se negó a comerlo hasta que corté una porción para nosotros. ¿Por qué haría eso si pasó tanto tiempo sin comida?

    —Es amable.

    —Los dragones son raros. La mayoría de las personas creen que están extintos, y puedo ver por qué. Este chico podría volar sobre la ciudad más concurrida de noche y permanecer invisible. Su piel debería repeler el agua, pero la forma de las alas le dificultaría nadar. La forma de sus piernas es perfecta para bucear en el aire o el agua, pero definitivamente no es un planeador por la misma razón que no es un nadador.

    —¿Cómo sabes tanto sobre dragones?

    —Creo en ellos. Hay mucha información para cualquiera que esté dispuesto a buscarla. Siempre me han fascinado. Mi padre, por otro lado, odia cualquier cosa que tenga que ver con ellos e insiste en que no existen.

    —No puedes odiar algo en lo que no crees. Ahora hay uno más de ellos que no está muerto. — Por la mañana, necesitamos encontrarle un poco de agua.

    —¿Qué pasa si su atacante regresa?

    —Lo hará.

    —¿Qué? — Pregunté, poniéndome de pie. La cabeza del dragón también se levantó, en alerta.

    —Puedo sentirlo, está en peligro. ¿No puedes olerlo? — Preguntó Dylan. Él sabía sobre mi agudo sentido del olfato.

    —No. Puedo oler el bosque, el dragón y a ti. No hueles asustado.

    —Dije que volverá, no es que esté aquí ahora.

    Me senté. —Cuando te conocí, eras la persona más paranoica del planeta. Cualquier cosa que pudiera salir mal lo hacía. Y aun así hacías lo que tenías que hacer de todos modos.

    —Ya no soy tan paranoico. Pasé demasiado tiempo viviendo solo con Divina y Kiro.

    —¿Por qué dejaste de llamarlo Edward? — Le pregunté.

    Él se encogió de hombros. —No lo sé. Supongo que cuando dejó de estar aquí tanto tiempo. Él es más como un padre para mí que un tío o mentor ahora, y estoy bastante seguro de que él piensa en mí como un hijo. Kiro nunca se ha sentido cómodo como padre. Me temo que un día traerá a otro aprendiz a casa y me dirá que viva con Divina. Solo han pasado tres años, pero he aprendido mucho. Tal vez demasiado.

    Le di unas palmaditas en la espalda. —¿Has hablado con él al respecto?

    —No. Él siempre se va en misiones y me deja solo con Divina.

    —Quizás el problema no sea cómo se siente él por ti. Tal vez él siente que ya no lo necesitas. Tal vez él piensa que estás mejor con ella, que se está interponiendo en tu camino.

    —Pero eso es una tontería. Incluso sin lecciones de magia, aprendo lecciones de vida de Kiro todo el tiempo. De Divina solo aprendo historia y hechos.

    —¿Cuándo empezaste a llamarlo Kiro? — Le pregunté de nuevo. — ¿Por qué lo llamabas Edward? ¿No era ese tu nombre especial para él? Me sentiría bastante triste si mi futuro hijo me llamara con un apodo toda su infancia y luego se detuviera de repente.

    Él lo pensó por un momento. Antes de que se le ocurriera algo más que decir, me quedé dormido.

    *      *      *

    Desperté a una vista que nunca hubiera esperado; la cara de un dragón enojado a centímetros de la mía. El dragón que Dylan había comenzado a sanar anoche estaba parado sobre mí con sus alas extendidas en lo que parecía una posición de ataque. Cuando rugió, mostrando sus afilados dientes y dejándome sordo temporalmente, intenté arrastrarme hacia atrás. Para mi sorpresa, fue Dylan, acostado a mi lado, quien me inmovilizó. Intentó decir algo, pero el siguiente rugido del dragón ahogó las palabras de Dylan.

    El dragón giró la cabeza para disparar sobre su hombro. De repente, algo vino hacia él desde el frente y atacó su cuello. Este fue empujado lejos de nosotros y vi lo que realmente estaba sucediendo, estábamos siendo atacados.

    Dos criaturas golpearon implacablemente al dragón. Eran tan altos como un draxuni, pero mucho más delgados. Pelaje negro mate cubría sus cuerpos. Sus cabezas eran cortas con ojos sólidos, rojos como la sangre y hocicos anchos, llenos de colmillos que eran tan grandes y afilados que apenas podían caber en la boca de la criatura. Sus orejas eran puntiagudas, en la parte superior de sus cabezas (muy parecidas a las de un draxuni) y actualmente aplastadas por la ira. Tenían alas grandes, como de cuero, negras, similares a las del dragón. Las alas eran de alguna manera más espeluznantes en estas criaturas.

    Uno de ellos estaba tratando de agarrar bien el cuello del dragón con los dientes mientras que el otro estaba desgarrando el ala herida del dragón. El dragón intentó fielmente cubrirnos, a pesar de que Dylan ahora estaba luchando para entrar en la lucha. Las criaturas forzaron al dragón sobre su espalda para rasgarle el vientre. En un instante, el aire pasó de cálido y húmedo a frío y seco. Primero una, luego la otra criatura ambas se cayeron para retorcerse de dolor. Dylan tenía una mirada de feroz concentración en su rostro.

    —¿Qué estás haciendo? — Le pregunté.

    Él hizo una mueca. —No hables.

    El dragón dejó escapar un grito y Dylan se estremeció. Las dos criaturas dejaron de retorcerse, se pusieron de pie y rápidamente desaparecieron dentro del bosque. Dylan se desplomó contra el dragón, alcanzando el cuello rasgado del dragón, pero un tenue resplandor verde fue todo lo que el joven Guardián pudo lograr.

    —Ven aquí—él jadeó.

    Cuando lo hice, tomó mi mano con la suya libre. Al instante me sentí exhausto, como si hubiera sido yo quien peleara en la batalla. A pesar de que el encuentro duró solo unos minutos, se sintió como si durara horas. El resplandor verde estalló en un fuego misterioso y el dragón suspiró, relajándose. Las heridas en el dragón comenzaron a cerrarse a medida que me mareaba cada vez más. Dylan y el dragón se desmayaron y tuve suficiente tiempo para sentarme antes de hacerlo también.

    *      *      *

    Me desperté muy cómodo con el sonido de un fuego crepitante y el olor a comida.

    —Despierta— dijo Dylan con insistencia.

    Me habría quejado si mi estómago no hubiera aprovechado ese momento para gruñir fuerte. Me acurruqué en el calor y abrí los ojos. No sabía que los dragones eran criaturas tiernas, pero este estaba envuelto alrededor de mí con su pata delantera sobre mí. Grandes ojos parpadearon hacia mí como preguntándose cuándo me iba a levantar. Me acurruqué más profundamente bajo su extremidad.

    —Oh, levántate. Necesitas comer y luego tenemos que lavarnos la sangre de dragón antes de llamar la atención de más depredadores.

    Aparté la pata del dragón de mí para ver que efectivamente estaba cubierto de sangre. Era espantoso. —¿Cómo sucedió eso? — Pregunté. El dragón encogió su pata sobre mí y bajó la cabeza.

    —Las criaturas lo atacaron sobre nosotros y perdió mucha sangre. Necesita beber un poco de agua, así que date prisa y come. —Dylan me entregó un palo con carne cocida. Tomé un bocado y me congelé, sin saber si masticarlo o escupirlo. —Sé que es raro. No tengo idea de qué era el pequeño mamífero, solo cómelo— exigió él.

    Comí la carne con una extraña textura de reptil, sabor a crustáceo y olor a molusco.

    —¿Alguna idea de que eran esas criaturas? — Pregunté.

    Dylan sacudió la cabeza. —Nunca he visto ni oído hablar de nada como ellos. Sé que hay muchas criaturas en este bosque que no se han descubierto, pero esos tipos parecían un poco míticos.

    El dragón resopló.

    *      *      *

    Después de devorar la comida, seguimos el sonido del agua hasta encontrarla. El dragón parecía estar curado y se movía con gracia. Sus alas se doblaban con seguridad contra su espalda, pero se movían nerviosamente cada vez que escuchábamos un ruido particularmente fuerte. Llegamos al agua sin perder ninguna parte del cuerpo, excepto por un poco de sangre cuando Dylan confundió un árbol thesper con uno inocente.

    —Si tiene color de la sangre, probablemente deberías evitarlo— aconsejé.

    —Ahora tiene un poco más de color a sangre— gimió él. —Lamento que mi pérdida de sangre sea inconveniente para usted, pero los árboles no te atacan con espinas en la Tierra.

    El río era tranquilo y no parecía demasiado profundo. Dylan y yo nos desnudamos mientras el dragón se lanzó al agua. Como era mediodía y el claro tenía mucho sol, hacía bastante calor. Yo odiaba los baños fríos.

    —Oye, ¿cuándo te hiciste un tatuaje? — Preguntó Dylan.

    —¿Un qué?

    —Una imagen en la piel.

    —Sé lo que es un tatuaje. Simplemente no tengo uno— insistí.

    —Bueno, entonces...esa es una marca de nacimiento muy bonita que nunca has tenido antes. —Él estaba mirando fijamente la parte posterior de mi hombro izquierdo.

    Traté de ver de qué estaba hablando, pero todo lo que pude ver fue una mancha de verde esmeralda. —Oh no. Probablemente sea algún tipo de infección de algo de este bosque.

    —Sí, claro, una infección en la forma perfecta de un dragón.

    —¿En serio? — Traté de verlo con más fuerza, pero ahora ni siquiera podía ver ningún verde. Fui interrumpido por un rugido irritado y miré para ver al dragón esperándonos con impaciencia. Dylan y yo nos metimos en el agua, que nos fluía tranquilamente hasta la cintura. —Límpiate, lagarto. Apestas— mentí.

    Un extraño resoplido fue la única advertencia que recibí antes de que me bañaran con gotas de agua caliente. Me volví hacia el dragón y me limpié los ojos a tiempo para verlo recoger otra bocanada de agua y rociarla sobre mí. Dylan cayó de la fuerza de su risa.

    No pasó mucho tiempo antes de que el olor a sangre de dragón desapareciera y hubo un nuevo aroma.

    Este era un olor malicioso, un olor hambriento. Algo nos miraba y podía oler su anticipación. Me concentré en la dirección de la que venía la amenaza, el dragón y yo nos volvimos a mirar al mismo tiempo. Dylan notó nuestra vacilación. La criatura salió lentamente de la cubierta de los helechos.

    Era un hynerpeton, una de las especies más pequeñas de anfibios. Como todos los anfibios, eran carnívoros, rápidos y tenían mandíbulas fuertes llenas de dientes afilados. Grandes bandas verdes y negras cubrían la piel cubierta de una sustancia pegajosa. Las cerdas venenosas alrededor de su cuello se ensancharon en advertencia.

    —Si un humano viera un axolotl de dos metros de largo, se asustaría, pero esto es más pequeño que cualquier anfibio que haya visto en Duran. Probablemente deberíamos irnos.

    Shinobu, previamente acurrucado en la ropa de Dylan, siseó, pero la bestia obviamente no tenía idea de lo que estaba tratando. Desafortunadamente, cuando este no se escapó de ella, se retiró al borde del agua, luego miró a Dylan como pidiéndole consejo. Dos hynerpeton más aparecieron junto al primero. No podíamos escapar de ellos y tenían mucha hambre.

    —¡Váyanse! — Grité. Agité mis brazos hacia arriba. —¡Soy más grande y ruidoso que ustedes! ¡Váyanse!

    Dylan se unió a mí. —¡Retrocedan! ¡Le di una intoxicación a lo último que intentó comerme! — Gritó él. El hynerpeton vaciló, confundido.

    Miré a mi amigo humano. —Le diste a Divina…

    —Cállate— interrumpió Dylan, sin caer en la trampa.

    El dragón se alzó sobre sus patas traseras y dejó escapar un rugido ensordecedor. Agitó sus alas de par en par y bajó las patas delanteras en un pisotón que creó grandes olas. Mostró el pico de su cola sobre su cabeza en posición de ataque. Desafortunadamente, el hynerpeton de la izquierda, enfocándose en Shinobu, avanzó lentamente hacia la pequeña criatura. Si su veneno afectara al anfibio o no, él podría hacer algo de daño, y con el agua detrás de ella, ella estaba atrapada.

    El dragón apresuró al depredador, propulsándose fuera del agua hasta que se puso de pie de manera protectora sobre la pequeña mascota de Dylan. Afortunadamente, los anfibios deben haber decidido que había comidas más fáciles que nosotros, y se fueron.

    —Excelente. Allá van, huyendo de los monstruos más grandes que acabamos de atraer con el ruido —dijo Dylan. El dragón tuvo la misma idea y desapareció rápidamente en el bosque. Nos vestimos y rápidamente lo seguimos.

    —¿Es el dragón lo suficientemente fuerte como para volar? — Pregunté.

    Casi tuvimos que correr para mantenernos al paso de la bestia negra. Sus alas se inclinaban contra su espalda, lo que lo hacía extremadamente aerodinámico. A pesar de su cuerpo en forma de reptil, se movía más como un mamífero, saltando con fluidez sobre cualquier objeto en el suelo.

    —Sí, pero esas cosas que lo atacaron todavía están ahí afuera. Sin embargo, eso es raro. Nunca he oído hablar de criaturas como ellas. No me gusta ¿Por qué atacaron al dragón?

    —Tenemos que darle un nombre al dragón— interrumpí.

    —Pregúntale cómo se llama— dijo Dylan.

    —¿Qué? No hablo dragón.

    —Entonces llamémosle Blood. Siempre quise un perro llamado Blood— dijo Dylan. Mientras hablaba fluidamente en Sudo, dijo el nombre en su idioma materno.

    —¿Estoy equivocado en mis clases de idiomas o eso significa…

    —Oh sí. Blood es sangre en español. Te conté sobre los perros, ¿verdad?

    —Sí, los pequeños caninos que son mascotas muy leales. Parecen draxuni. ¿Por qué querrías nombrar a uno de ellos sangre?

    —Le queda bien a un perro psíquico que con gusto se comería a la última mujer en la Tierra.

    Me detuve y agarré su brazo. —Por favor, dime que te refieres a tus películas de la Tierra. No puedo seguirte el paso cuando te pones así.

    —No he visto una película en tres años. Lo extraño. Además, ser muy confuso es un fuerte mecanismo de defensa.

    El dragón nos dio un ladrido muy irritado y me dio un empujón en la espalda, casi empujándome hacia abajo. Lo seguimos rápidamente a otro claro con un pequeño lago. Más allá había una montaña de roca roja muy hermosa.

    —Um, bueno, eso no es exactamente lo que uno espera ver en medio de un bosque lleno de monstruos— dijo Dylan. Tenía que estar de acuerdo.

    El dragón batió sus alas una vez antes de dispararse en el aire y sobre el lago. Dimos la vuelta al lago, pero él se movió otra vez, hacia la montaña. Él nos esperó en la boca de una cueva, y cuando entró, lo seguimos con cautela. Mientras que la entrada de la cueva era seca y simple, cuanto más nos adentrábamos, más fascinante se volvía.

    El aire y las paredes se volvían más húmedas. Después de la tercera vez que me resbalé, Dylan hizo una antorcha con un palo al azar y parte de su camisa. Las paredes estaban goteando y había un crecimiento definitivo en la materia vegetal, pero brillando desde las paredes había joyas. Las paredes rojas, verdes y púrpuras brillantes hacían que esta cueva fuera bastante apropiada para que un dragón se escondiera. Finalmente, llegamos a una cámara formada naturalmente. En el centro había una cama de roca quemada.

    El dragón rápidamente lanzó fuego a la roca y se acurrucó sobre ella para una siesta antes de que el fuego se hubiera extinguido por completo.

    —¿En serio? — Dylan le preguntó al dragón. —¿Por eso vinimos aquí? ¿Para una siesta?

    El dragón lo resopló y se calmó.

    —Estúpido perro— dijo Dylan.

    Ignoré la inexactitud. —Al menos estamos a salvo aquí. Creo que deberíamos llamarlo Miyo.

    El dragón y Dylan me miraron indignados. —Absolutamente no— dijo Dylan. —Su nombre es Blood.

    El dragón bajó la cabeza. Superado en votos, me dejé caer al lado del dragón. La piedra era bonita y caliente. Estaba viendo como Dylan abría la boca para hablar antes de que colapsara, pero no pude atraparlo antes de que cayera al suelo. Temiendo lo peor, intenté frenéticamente despertarlo mientras el dragón miraba por encima de mi hombro, pero Dylan no se movió. Después de asegurarme de que estaba respirando, me senté a esperar.

    Capítulo 2

    Dylan

    No estaba despierto, pero tampoco estaba realmente dormido. Lo más parecido a lo que podía compararlo era con lo que pensaba que sería la muerte. Me encontraba en la casa de Divina, pero todo estaba mal, no entraba aire por la ventana abierta, el aroma del incienso que siempre ardía, ni siquiera el sonido del bosque. Era una sensación muy inquietante que nunca quería volver a sentir.

    Hola, Dylan. Lamento tener que contactarte de esta manera, pero te necesito como mi Guardián ahora.

    La voz sonaba mal. Era de ella, pero no, como un recuerdo de su voz. Las palabras, por otro lado, eran muy reales en mi mente.

    —¿Divina? —pregunté. —¿Dónde estás?

    Lejos. Me he encontrado en una situación muy confusa. Necesito resolver algo. Mientras tanto, hay problemas en la Tierra. Debes ir allí y lidiar con eso.

    —¿Qué hay de Kiro?

    Se está ocupando de otras tareas de Guardián.

    —¿Está a salvo? — Pregunté.

    —Un Guardián nunca está realmente seguro.

    —¿Para qué voy a la Tierra?

    Hubo una onda expansiva cuando Vretial fue destruido. Los dioses no están destinados a ser asesinados. Algo más antiguo que los mundos ha encontrado una forma de entrar. Algo que no está destinado a existir ha encontrado su camino a través de una ruptura. Y lo siento. Lo siento mucho. Pero no podemos vencerlo.

    —¡¿Los dioses no pueden matar esta cosa?! — exclamé.

    —Es tan viejo como nosotros. Tú tienes una ventaja de tu lado.

    —¿Y cuál es?

    —Tienes una forma física y mágica. Esta criatura no está viva, pero puede controlar cualquier criatura viviente, excepto un viajero dimensional.

    —Entonces, porque he viajado a Duran, ¿estoy a salvo?

    —No seguro, no, pero él no puede controlar tu cuerpo. Todavía puede matarte, simplemente no puede controlarte.

    —¿Cómo se supone que lo mate? — Pregunté.

    —No puedes matarlo.

    —Entonces, ¿qué se supone que debo hacer, invitarlo a tomar el té?

    —Traer de vuelta lo que se perdió.

    —¿Un arma?

    —Un niño.

    —Oh, dioses. Entonces, ¿hay alguna criatura antigua en la Tierra que está matando gente, y en lugar de detenerla, tengo que encontrar un niño?

    Esta criatura debe encontrar un cuerpo adecuado, pero al ser tan poderoso, debe asimilarse en el cuerpo de un niño. No un niño humano, sino uno muy especial. Solo este niño es lo suficientemente poderoso como para contener a esta criatura, y la criatura solo puede asimilarse cuando el alma es lo suficientemente joven como para ser asesinada. Debes alejar a este niño de la Tierra. Una vez que lo hagas, la criatura no tendrá más remedio que regresar a través de la grieta.

    —¿Y qué pasa si fallo?

    —Entonces ya no serás necesitado, porque no habrá Tierra para defender. Tampoco habrá Durán.

    —Entonces, no hay presión ni nada. Hasta el doctor tenía compañeros. ¿Puedo conseguir que alguien me ayude? ¿Hay Guardianes por ahí que estén dispuestos a entrar en esto?

    Vendrán cuando

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