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Aquí no hay lugar para vampiros
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Aquí no hay lugar para vampiros
Libro electrónico46 páginas43 minutos

Aquí no hay lugar para vampiros

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Información de este libro electrónico

Los vampiros estamos mejor diseñados para este mundo. La constitución de nuestra naturaleza es más sólida. Pero los humanos son más, muchos más, y la fuerza del número, inevitablemente, siempre se termina imponiendo por más esfuerzos que se hagan para evitar que eso ocurra.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 nov 2019
ISBN9780463217252
Aquí no hay lugar para vampiros
Autor

Ezequiel Tambornini

Periodista y escritor argentino Argentine journalist and writer

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    Aquí no hay lugar para vampiros - Ezequiel Tambornini

    AQUÍ NO HAY LUGAR PARA VAMPIROS

    Ezequiel Tambornini

    * * * * * *

    Aquí no hay lugar para vampiros

    Copyright © 2019 Ezequiel Tambornini

    * * * * * *

    Mis padres siempre hicieron todo lo posible para que la inclusión fuese algo viable. Me inculcaron ese credo a través de sus palabras y acciones. Pero el mundo en el que vivieron mis padres ya no existe. Ni ellos tampoco.

    Las primeras señales de lo que ocurrió pasaron desapercibidas, al menos para mí, aunque supongo que fue el caso también de la mayor parte de mis pares. Cuando hago una retrospectiva de los hechos, creo que todo surgió cuando observamos a humanos en el restaurante de Trejo, quien, tal como había hecho su padre y, antes que él, su abuelo, se dedicaba a elaborar morcillas de diferentes sangres. La comida ahí era excelente. Pero la gente no iba sólo por eso: el lugar era un refugio, algo que ofrecía certezas, al menos por unas pocas horas, frente a las amenazas presentes en el exterior. Las mesas, la sonrisa de las muchachas que tomaban el pedido, los cuadros anticuados sobre las paredes, los banderines de clubes de fútbol firmados por jugadores olvidados en el tiempo, eran como volver a casa luego de un viaje extenuante.

    Por eso cuando vimos a los humanos ahí al principio no comprendimos qué estaban haciendo. Trejo elaboraba morcillas de sangre porcina, vacuna y caprina. Eso era lo que pedía cuando estaba corto de efectivo, es decir, lo que pedía la mayor parte de las veces que visitaba el lugar. Pero la especialidad de la casa eran las morcillas de sangre humana, la cual era comprada a donantes que cumplían con ciertos criterios estrictos de alimentación, pues, de lo contrario, la tradicional receta familiar se arruinaba. Los humanos, perfectamente, podían alimentarse con las morcillas elaboradas con sangre animal, pero nunca concurrían a los restaurantes gestionados por vampiros por la repulsión que les ocasionaba saber que había alimentos elaborados con sangre humana. Es comprensible.

    Había algo extraño esa noche en los rostros del personal de servicio, de los cocineros y del propio Trejo. Percibía temor proveniente de sus organismos, pero, ¿temor a qué? ¿Humanos? Cuando me dijeron que las morcillas que se habían servido a los humanos estaban elaboradas con sangre humana, entonces comprendí. Los humanos en cuestión eran parte de un grupo narco de la ciudad, que había traído el cadáver de un competidor, aún fresco, para elaborar morcillas con la sangre del muerto, las cuales luego fueron consumidas por ellos con el acompañamiento de un vino tinto bochornosamente carísimo y risotadas simiescas. Supongo que habrán amenazado a Trejo para que aceptase tal faena. No creo que lo haya hecho por dinero. Nunca se lo pregunté, pues, el sólo hecho de querer hacerlo, transformaba su rostro en una gran pena.

    El episodio tendría que haber quedado en la historia como una anécdota triste. Pero no. Por alguna razón, comenzaron a llegar más y más clientes humanos al lugar, atraídos por el comentario de que en ese lugar Sixto –tal era el nombre del narco malnacido– se había comido una morcilla elaborada con la sangre de un competidor fallido que intentó desafiarlo para quedarse con el control del tráfico en el sector sudoeste de la ciudad.

    El restaurante de Trejo era mi refugio en el refugio general de Domvil, el barrio periférico creado por y para vampiros que deseaban vivir lejos de las inquietudes, preocupaciones y acciones humanas. Trejo pudo haberse negado a

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