D.F. De Mis Recuerdos: Columnas De Comentario
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Leticia Roa Limas
Acerca de la autora Leticia Roa Limas nació y creció en la ciudad de México, ahora una megalópolis. Fue de las primeras generaciones de su familia de nacer en la capital de México. Fue su madre quien notó que Leticia observaba los eventos familiares y escribía acerca de ellos expresando sus puntos de vista. Después de graduarse de periodismo de la Universidad Iberoamericana, se dedicó a ser reportera. Fue un amigo quien le pidió que tratara de escribir columnas de comentario y entonces empezó a ahondar en este género. Ha estado viviendo en Filadelfia, PA desde 1985 y continuó su carrera de periodismo desde 1992 escribiendo actualmente en el semanario El Hispano. Leticia ha publicado otros tres libros con AuthorHouse.
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D.F. De Mis Recuerdos - Leticia Roa Limas
© 2015 Leticia Roa Limas. All rights reserved.
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Published by AuthorHouse 04/29/2015
ISBN: 978-1-5049-0860-3 (sc)
ISBN: 978-1-5049-0861-0 (e)
Library of Congress Control Number: 2015906330
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CONTENIDO
1. La cumbia de las verduras
2. Astronautas en traje de Eva
3.Quién es quién en el amor
4. El Si condicional
5. Noche de ópera
6. Caras vemos, aeropuertos ya sabemos
7. Nudos gordianos
8. Todo tiempo pasado ¿fue mejor?
9. Como burro en primavera
10. Las ricas también pegan
11. La misa del cardenal
12. Memorias de una miope
13. Las vacaciones, ¿estampida necesaria?
14. Noche de Oscarines
15. El agua: artículo de lujo
16. Honor al informador desconocido
17. ¡Sálvese el que pueda!
18. ¿Hace cuánto que no ve estrellas?
19. Malabarismos mal remunerados
20. El negocio de ser joven
21. Cara a cara con la historia
22. Lejos del mundanal ruido
23. La importancia de llamarse John
24. El gozo que se fue al pozo
25. Áreas grises para la ciudad
26. Anuncios para incautos
27. Ensalada de películas
28. Todos parejos
29. Conozca México
30. ¡A bailar se ha dicho!
31. La dicha inicua de comer carne
32. De lo inverosímil a lo cotidiano sólo hay un paso
33. Plantitis aguda
34. Sabía demasiado
35. ¿Hice bien o hice mal?
36. No golpearás a tus hijos
37. A la víbora, víbora de la mar, de la mar…
38. Los de la mochila azul
39. Desfiles de ayer y hoy
40. De la ilusión a la realidad sólo hay un paso
41. Al mal tiempo buena cara
42. Futurismo feminista, tan prematuro como el otro
43. El Papa: figura política relevante
44. Libertad y autodeterminación: metas del Frente Polisario
45. Ni lo quiera Dios
46. 886 millones de refugiados en busca de hogar
47. De pregunta en pregunta se viaja en México
48. Matrimonios para toda la vida
49. Cada quien sabe llegar a su manera
50. Si a tu ventana llega una gitana
51. Ciro Peraloca no es la excepción
52. Brigadas para alfabetizar
53. Acepte afecto
54. El estilo sobrio de García Paniagua
55. Los jóvenes: fuerza improductiva nacional
56. Por los rumbos del Zócalo
57. Las madres de la Plaza de Mayo
58. Los museos cobran vida
59. Los ciclos de la escasez y la carestía
60. No deje que su hijo padezca atrofia muscular
61. En Haití la vida es más difícil
62. Ha nacido un ídolo
63. Cada quien habla como le fue en la feria
64. Los anteojos de rejilla
65. ¿Quién derrocha
la gasolina?
66. Las damas del bolso
67. ¿Y lo hecho en México?
68. ¿A quién favorece el consumo de alimentos basura
?
69. El Museo de Medicina Herbolaria
70. La mascota del reclusorio
71. La necesidad del cambio
72. Cuidado con algunos taxistas mafiosos
73. Los niños, principales víctimas
74. Pláticas en un salón de belleza
75. La homeopatía como alternativa
76. Profesionistas titulados sin empleo
77. La necesidad del cambio
78. Ya lo pasado, pasado
79. Patética enfermedad que padecen muchos artistas
80. Cuando predomina la fuerza y el atropello
81. Nicaragua ayer y hoy
Agradecimientos
A mi padres, Ing. Roberto Roa Hernández y María del Refugio Limas de Roa, por apoyarme incondicionalmente en mi profesión de periodista.
A Moisés Lozano Villafaña quien me animó a escribir columnas de comentario.
Introducción
Mi padre se mudó de su pueblo natal Jalacingo en el estado de Veracruz al Distrito Federal, la capital de México, en 1938 cuando tenía 17 años de edad.
Allí conoció a mi madre, de 15 años de edad, quien se había mudado con su madre y hermanos desde la ciudad de Durango a la capital.
Así, mi hermano, Jaime, y yo nacimos en el D.F.al igual que la mayoría de mis primos siendo las primeras generaciones de chilangos
* de la familia.
Fue mi madre quien, con su acertada intuición, vaticinó que yo iba a ser periodista cuando leyó mis primeras crónicas de eventos familiares que escribí a los ocho años de edad. Tímida por naturaleza observaba detalladamente y en vez de comunicar mis pensamientos y emociones verbalmente, lo hacía por escrito.
Con el paso del tiempo, me gradué de Ciencias y Técnicas de la Información de la Universidad Iberoamericana a los 22 años de edad y desde entonces a la fecha me he dedicado al periodismo.
Moisés Lozano Villafaña, colaborador de la revista Sucesos para Todos me animó a escribir columnas periodísticas.
De 1980 a 1983 escribí mis textos que corresponden apropiadamente a la definición de columna de comentario la que ofrece informaciones de pequeños hechos, aspectos desconocidos de noticias o detalles curiosos de personajes y hechos, con la inclusión de comentarios a cargo del columnista, quien suele ser analítico, agudo, irónico, chispeante, festivo
.
Sin saberlo, mi madre guardó los textos. De ahí surgió la idea de publicarlas en forma de libro cuyo volumen contiene una colección de 81 columnas de comentarios, en orden cronológico, acerca de mi vida cotidiana en el D. F. De Mis Recuerdos donde viví hasta 1985, año en que vine a residir en Filadelfia, Pensilvania en Estados Unidos de América.
Espero que disfruten mi punto de vista sobre la gama de temas que estas columnas de comentario abarcan durante ese periodo de mi vida.
*Chilango- persona nacida en la Ciudad de México
1
La cumbia de las verduras
Cómo conseguir un kilo de azúcar
El otro día mientras manejaba sintonicé una estación tropical, bullanguera y guapachosa donde tocan sabrosas cumbias. Al terminar varias de ellas se oyó la cachonda voz del locutor invitando a llamar a la radiodifusora. De inmediato recibiríamos el elepé que incluía la canción La cumbia de las verduras.
Nada más a tono con la época en que vivimos ¿no cree? Ya no más temas de sensuales anocheceres ni mulatas seductoras al ritmo de sus caderas. Ni hablar, chico. Ahora bailaremos al son de la cumbia del desempleo con su cosquillante coro: "ya me aburrí ¡del des-em-pleo! No me casé ¡por el des-em-pleo! Crucé la frontera ¡por el des-em-pleo!
Imagínese la cantidad de cumbias que brotarían de la inspiración de nuestros tropicaleros gracias a semejante filón de problemas. Al igual que los cubanos ya no lloraríamos nuestras desgracias sino que las convertiríamos en sonoras melodías como aquella de alegre él jibarito va, cantando va, diciendo así por el camino…
En esas reflexiones estaba cuando de nuevo oí la efervescente intervención del locutor esta vez para anunciar la rúbrica de la estación señalando un interesante punto de venta: la única que regala azúcar. Sí, leyó usted bien (y a mi vez yo oí bien) además de los premios tradicionales otorgados por las radiodifusoras, ¡esta estación se daba el lujo de prometer un kilo de azúcar a los radioescuchas!
El ama de casa seguro preferiría un kilo de tan valioso regalo en vez de un elepé que sólo hablaba de verduras. La realidad se impone y todo romanticismo desaparece ante las necesidades básicas, especialmente si se trata de llenar primero el estómago.
Y haciendo ciencia-ficción, me imaginé que tal vez no pase mucho tiempo (si siguen con estas dádivas) para que en lugar de ir al mercado acudamos a las radiodifusoras por un kilo de carne, un kilo de huevo, un litro de leche, un kilo de camarones, un pollo rostizado y quién quite si se animen a ofrecer hasta un tanquecito de gas ¿no le parece?
Lo único que quizás se le olvidó prever al sesudo autor de semejante promoción radiofónica es la magnitud de la demanda de los radioescuchas. No creo que se den abasto y como lo prometido es deuda, no tardaría en bajar el rating de la radiodifusora.
Acostumbrados a recibir alimentos, los fans
de la estación bullanguera y guapachosa despreciarían olímpicamente los elepés. Nada de cambalache. Y les cantarían a los dueños de la radiodifusora: no quiero cumbia ni quiero mambo, yo lo que quiero es un poco de azúcar
.
Y llegando a los extremos ante el incumplimiento de la promesa radiofónica, tal vez las amas de casa organicen una magna manifestación hasta el Hemiciclo de Juárez portando pancartas como éstas: ¡Menos cumbias y más alubias! ¡Che, Che queremos café!
Más vale que recapaciten nuestros estimados publicistas antes de lanzar promociones que a la larga provoquen desórdenes públicos no muy lejanos a la ciencia-ficción.
2
Astronautas en traje de Eva
Al comer la manzana que le ofreció su golosa mujer, Adán perdió el paraíso, pero ganó una compañera para toda la vida. Creada de la costilla del hombre, la astuta Eva decidió siempre vivir a costillas de su pareja. Mientras, su consorte se ganaba el pan con el sudor de la frente—y también de las axilas—como le indicara el furibundo Creador.
La mujer seguía insatisfecha, pues también deseaba la compañía de su marido. Entonces ideó la agricultura, aportación que le dio dos grandes ventajas, sin saber que pasaría a la posteridad por tal descubrimiento. La primera consistía en tener más tiempo en casa con su pareja y la otra consistía en evitar cocinar las enormes chuletas de brontosaurio y el espinazo de estegosaurio en chipotle que tanto le gustaba a su cavernícola marido.
Pronto convenció a su compañero de los importantes beneficios de una dieta balanceada rica en minerales, hidrocarburos y alguna que otra proteína procedente de un pequeñito trozo de carne. De esta manera no sólo fue la precursora del vegetarianismo, sino prototipo de la mujer de hoy, que sólo conoce la carne de oídas, ya que no está al alcance de su bolsillo.
Adán le hizo caso a su mujer por una sencilla razón: la vanidad masculina. Desde que era sedentario tuvo tiempo de bañarse a conciencia, rasurarse la enmarañada barba y recortar su larga cabellera. Como ya no necesitaba de una poderosa mandíbula y filosos colmillos para masticar los tacos de tiranosaurio y otras especialidades de churrascos, su estructura ósea facial cambió convirtiéndolo en el hombre que ahora conocemos.
Entonces el apuesto y gallardo Adán inventó el mayor número de excusas para ir de caza. No de dinosaurios, sino de chicas, claro está. Para evitar la vigilancia de su celosa mujer emprendió largos viajes, interminables batallas y después de muchos años de peligrosas expediciones a continentes inaccesibles a las temibles esposas.
Así, un buen día, Cortés le dijo a su media naranja: Doña Catalina, parto a conquistar unas tierritas para nuestro señor, Su Majestad Carlos V. Vos os quedaréis en La Española a salvo, mientras yo, con la gracia de Dios, me enfrento a los indígenas
.
Confiada quedó Catalina, hasta que supo que don Hernando gobernaba el vasto territorio de la Nueva España en compañía de doña Marina, mejor conocida como la Malinche. Desde entonces Eva ya no confía en Adán.
Ahora la Fémina sapiens sapiens se prepara al igual que el hombre para desempeñar cualquier cargo que se le asigne. Hace algunos días supimos que de 390 candidatas, la NASA eligió a 6 para participar en un importante programa espacial.