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A discreción: Viaje al corazón del fútbol chileno
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Libro electrónico208 páginas7 horas

A discreción: Viaje al corazón del fútbol chileno

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Muchos de ellos, según propia confesión, volvieron a hablar públicamente de fútbol por primera vez tras silencios de tres décadas. Además, entregan detalles inéditos como los últimos minutos de Salvador Allende –relatados por su ex edecán– o las preferencias futbolísticas de Augusto Pinochet.

También, en lo que debe ser una rareza, “A Discreción…” no tiene uno, sino cuatro prólogos, escritos por periodistas de extensa y laureada trayectoria en el periodismo deportivo nacional e internacional, como es el caso de César Betancourt, Edgardo Marín, Marco Sotomayor y Luis Omar Tapia.

Esta obra cuenta con el Patrocinio de la Comisión Bicentenario (Gobierno de Chile).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2016
ISBN9789563380118
A discreción: Viaje al corazón del fútbol chileno

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    A discreción - Carlos Gonzalez

    A DISCRECIÓN: Viaje al corazón del fútbol

    chileno bajo la dictadura militar.

    Carlos González Lucay – Braian Quezada Jara

    Editorial Forja

    Ricardo Matte Pérez N° 448,

    Providencia, Santiago-Chile.

    Fonos: +56224153230, 24153208.

    www.editorialforja.cl

    info@editorialforja.cl

    www.elatico.cl

    Ilustrador: Roberto Zuñiga.

    robertoz1985@gmail.com

    studio Fotográfico:

    José Mateluna

    j_mateluna@hotmail.com

    Edición electrónica: Sergio Cruz

    Primera edicion: marzo, 2016

    Prohibida su reproducción total o parcial.

    Derechos reservados.

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

    Registro de Propiedad Intelectual: Nº 194857

    ISBN: 978-956-338-215-0

    A nuestras familias, por estar siempre ahí.

    A nuestros amigos, que conocieron este proyecto cuando solo era un delirio.

    A los que ya no están, que nos apoyan desde la eternidad. Al CEA, por confiar en esta empresa y en este par de debutantes.

    A nuestros profesores de la USACH, que vieron crecer y madurar esta investigación.

    A nuestros entrevistados y prologuistas, que no pusieron problemas para entregar sus testimonios.

    A quienes colaboraron desinteresadamente con esta ilusión, poniendo sus voces y su talento al servicio de nosotros. Y también a quienes, en algún momento, no nos creyeron.

    EN LA CASETA

    Comienzan las transmisiones

    Dada la magnitud de esta investigación, reconocidos periodistas no quisieron quedarse fuera de A Discreción y dedicaron emocionadas palabras, desde sus diversos puntos de vista. Todos ellos aman el fútbol y supieron de una época que los marcó a ultranza para el resto de sus vidas.

    COMO TIENE QUE HACERSE

    Por CEsar Betancourt¹

    Un trabajo de investigación periodística tiene valor cuando los autores fundamentan su hipótesis en las declaraciones de los verdaderos protagonistas de la historia, y es lo que le da valor a este trabajo de los periodistas Carlos González Lucay y Braian Quezada Jara.

    Ellos, desde una perspectiva social del deporte, demostraron la forma en que la dictadura militar, encabezada por Augusto Pinochet Ugarte, manipuló el fútbol chileno para usarlo como medio de publicidad y ocultar así sus excesos en contra del pueblo.

    Desde el primer párrafo, estos jóvenes periodistas van derecho al punto de su investigación: …Para algunas personas, el fútbol se reduce a un balón y veintidós idiotas corriendo tras él. Para nosotros, es un fenómeno social, que a lo largo de los años ha sido utilizado como un arma política, y puesta al servicio de los más diversos regímenes. Desde la España franquista hasta la Cortina de Hierro, pasando por el nazismo alemán y el fascismo italiano, hasta las dictaduras latinoamericanas, como en Argentina y Chile….

    Para demostrar su punto de vista fueron en busca de los que de una u otra manera, ayudaron al régimen de Augusto Pinochet, a manipular el fútbol a su favor.

    El mérito del trabajo de González y Quezada, es que su obra no está basada en dichos o comentarios de terceras personas. Ellos fueron —como siempre debe hacerse en una investigación periodística— a las fuentes directas.

    En A Discreción: viaje al corazón del fútbol chileno bajo la dictadura militar se conocerán los dichos de personajes que fueron el centro del tema. Dirigentes como Rolando Molina y Ambrosio Rodríguez confirman que nunca fueron entrevistados y que las palabras que se les han atribuido en innumerables reportajes nacieron de la imaginación de algún periodista.

    La historia del fútbol chileno que el lector encontrará en esta obra, es la real. Conocerá la forma en que los dirigentes se movieron para evitar el quiebre total del balompié nacional. La idea de ganar a toda costa que surgió en el tiempo de la dictadura y que culminó con el bochorno que protagonizó Roberto Rojas en el Maracaná, pasando además por el circo que se montó ante la negativa de la Unión Soviética a jugar en el Estadio Nacional por la clasificación al Mundial de Alemania ‘74 e incluyendo la formación de la actual Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), entidad que rige, en nuestros días, al fútbol chileno.

    La seriedad de esta investigación se ganó el derecho a ser plasmada en un libro, el que sin duda servirá para ver con otros ojos, la politización del deporte.

    En la realización de su libro, Carlos González y Braian Quezada caminaron por una senda de profesionalismo, entrega y dedicación, para dar forma a una obra de gran calidad, por lo profundo de la investigación, que muestra aspectos sorprendentes de una actividad masiva, como es el deporte, en una época oscura de la historia de Chile.


    1 Cesar Betancourt fue editor del diario La Tercera, Revista Triunfo y periodista del antiguo Canal 9 (hoy Chilevisión). Actualmente, es profesor universitario y mentor de esta investigación.

    LA MEMORIA

    Por Edgardo Marín¹

    Escuchar a personeros de la dictadura hablar de la dictadura es impresionante. De veras impresionante. Aquí usted podrá verlo escrito.

    No es lo único que podrá impactarle de la lectura. Tal vez lo consiga este párrafo relativo al empate sin goles de Chile y la Unión Soviética, jugado en Moscú a días del Golpe:

    …Elías Figueroa fue la figura del partido y tuvo ‘manga ancha’ para golpear a todo lo que se moviera, debido a su amistad con el árbitro brasileño Armando Marques, a quien conocía muy bien, pues en ese momento ‘Don Elías’ defendía al Internacional de Porto Alegre. El arbitraje de Marques, un acérrimo anticomunista, fue abiertamente parcial y ‘solidario’ con sus hermanos sudamericanos.

    Leerá otras cosas sorprendentes. Como que Ambrosio Rodríguez habría programado a la U en Santa Laura para que Raúl Rettig, adversario del régimen, pudiera ver al equipo azul después de largo tiempo, pues había prometido no volver al Estadio Nacional por su condición de campo de detenidos.

    Si el mundo político suele moverse entre sombras y las historias secretas son más que las oficiales, el mundo de una dictadura —y militar, por añadidura— es más hermético aún. Solo unos pocos incondicionales tienen acceso al fondo de los temas. A Discreción muestra el trasfondo de algunos, apoyándose en testimonios de protagonistas que, ajenos a la memoria, suponen que el tiempo transcurrido los hace perdonables y hasta inocentes. No hubo en el fútbol chileno la manifestación de una ideología durante los 17 años de excepción. Tiende a creerse eso, pero no ocurrió. Si los militares hubiesen querido instrumentalizar al deporte lo habrían hecho, facilitando (a título de simple ejemplo) las carreras internacionales de Martín Vargas en busca de un título mundial de boxeo o de Eliseo Salazar en el duro mundo de la Fórmula 1. Pero no lo hicieron, simplemente porque el deporte no forma parte de sus inquietudes (tampoco forma parte de las ocupaciones de los políticos). No puede estimarse ideológico el disponer la trasmisión de un partido de fútbol a la misma hora de una protesta ciudadana; es apenas una cuestión táctica.

    Lo que hubo fue, simplemente, el efecto en el deporte del ejercicio del poder total, inevitablemente unido a la corrupción. Nada ideológico. Por eso no hubo censura para el periodismo escrito. Porque muchos se censuraban solos, es cierto, pero también porque el tema no les interesaba a los que mandaban.

    De ese clima obtienen Carlos González y Braian Quezada apuntes que retratan, en destellos a ratos sorprendentes, los rasgos de un período delirante.


    1 Edgardo Marín fue periodista de Revista Estadio, comentarista en Chilevisión y escritor de exitosos libros como La Roja de Todos, Historia del Deporte Chileno y La Selección de Julio Martínez. En 1993 recibió el Premio Nacional de Periodismo Deportivo. Actualmente, se desempeña como columnista del diario El Mercurio.

    RECUERDOS DE INFANCIA

    Por Luis Omar Tapia¹

    A pocos meses del devastador terremoto de febrero de 2010 que sacudió a Chile, me pongo a escribir lo que significaría uno de los momentos más importantes de mi vida. No tengo palabras para describir lo que significa ser parte de este ejemplar en el que, cuidadosamente y con mucho esfuerzo, se pueden encontrar detalles reales, relacionados con la historia reciente del fútbol de nuestro país. Algunos dirán: ¿Nuestro país?... pero si Luis Omar Tapia lleva años fuera de Chile y es nacionalizado estadounidense. Sí, es verdad y con mucho orgullo, jamás lo voy a negar. Lo lindo de esto es que puedo defender, proteger y ayudar a dos naciones, ambas me llevaron a ser quien soy. Al final, lo más importante es donde uno nace, no donde se nacionaliza, y como siempre digo, sigo siendo CHILENO.

    Siento dolor y tristeza por la tragedia en nuestro país, pero también me siento comprometido con un par de jóvenes que han confiado en mí, y a quienes les di mi palabra de cooperar con este libro. Encontré el momento (gracias, Don Francisco), porque viendo las imágenes del desastre e historias vividas, recibí la fuerza para poder cumplir mi promesa.

    Como todo niño de barrio pobre solo tenía un sueño: jugar, jugar y jugar al fútbol, desde que terminaban las clases hasta el anochecer. En la población Lo Amor de Pudahuel di mis primeros pasos en una cancha de tierra, dura y llena de piedras. A veces terminábamos con lágrimas en los ojos, por los cortes y raspones en piernas y codos, o muchas veces por el tierral que dejábamos al correr detrás de la pelota.

    Todos los domingos la cancha de Lo Amor se convertía en un lugar sagrado y privilegiado. La cancha era de tierra y piedras, pero para los muchachos de 9, 10 u 11 años se convertía en una joya dominguera, era nuestro Estadio Nacional. Los gritos de los padres eran los cantos de barra, no teníamos el vendedor de completos, pero sí al de empanadas; su grito de ¡Cuántas–Cuántas! se escuchaba de un arco a otro.

    Pasaban los años y cada vez me enamoraba más de un deporte que llevo en la sangre. Mi abuelo nortino, por parte de madre, dejó su huella en Magallanes, mi viejo lo hizo en las juveniles de Colo-Colo, y creo que parchó en todos los equipos de Santiago. Lo buscaban por su garra y frialdad a la hora de defender. Lo que vi de él era mucha categoría y clase, pero de vez en cuando se le soltaba la cadena y la más bajita la ponía a la altura del cuello. En mi casa se hablaba de dos equipos: del Colo, por mi viejo, y de la Chile, por mi tío Juan. Incluso recuerdo que mi tío trabajaba en Loncoleche y con unos compañeros del laburo tuvieron el coraje de armar un equipo llamado Los Ángeles Negros (sí, por el grupo musical). El uniforme era negro total, pero en el barrio nunca los vi, porque las camisetas se hicieron cenizas antes de comenzar a jugar.

    Mientras mi viejo Omar y mi tío Juan discutían por cuál equipo era mejor, por momentos de gloria, de David Arellano, de Alberto Quintano, del Ballet Azul, de títulos, jugadores y de quién sería el primer campeón chileno de una Copa Libertadores. Yo solo escuchaba —y trataba de entender— cómo un deporte podía separar y unir a una familia a la misma vez. Eran los mejores años de mi corta vida, el comienzo de los años setenta. En aquellos años, y a muy corta edad, me tocó vivir cosas de todo tipo. El esfuerzo de mi padre para poder sostener una familia, mi abuela Rosa que cuidaba de mí, mi abuelo que ayudaba con las tareas de la escuela, o mi vieja que pasaba de reunión en reunión tras horas de trabajo en el Laboratorio Chile. A la larga, ella se convertiría en la presidenta del centro de madres, grupo que pertenecía al partido de Salvador Allende.

    Lo poco que viví en Chile, es parte de una herencia de una familia que creció sin pensar en obstáculos, ni diferencias sociales, que nunca agachó la cabeza y siempre defendió su punto de vista. Después de tantos años, he llegado a entender en mi historia familiar qué significa el Himno Nacional en la parte donde habla del asilo contra la opresión.

    Al llegar 1970 comencé a definir mi equipo favorito. En diciembre de aquel año me llegó un regalo inesperado, el uniforme completo de Colo-Colo. Lo primero que salió de mi boca fue: Quiero ser como Chamaco. Desde ese momento, el blanco y negro está en mí.

    En aquellos años, Chile vivía un momento dulce. En lo político, un presidente llegaba al poder gracias al voto de un país entero y en lo futbolístico daba pasos agigantados. Mientras Allende se convertía en figura

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