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Fuera de juego: Breves crónicas del fútbol chileno
Fuera de juego: Breves crónicas del fútbol chileno
Fuera de juego: Breves crónicas del fútbol chileno
Libro electrónico714 páginas9 horas

Fuera de juego: Breves crónicas del fútbol chileno

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Fuera de juego es un libro pleno de anécdotas del mundo del fútbol, en sus páginas encontramos partes de la intrahistoria del balompié nacional. Bien documentado, no exento de humor y afecto, su autor va narrando episodios que nos permiten conocer el lado más íntimo, más humano de los cultores del “deporte rey” en Chile. Citamos,como ejemplos:
Bromas
Érase los días de la Dictadura Militar en Chile y Caszely, intocable, jugaba con fuego, pero en broma. Según apuntó Deporte Total, al volver de un amistoso en Perú, el ‘Rey del metro cuadrado’ fue consultado en el aeropuerto sobre alguna novedad que contar. Caszely manifestó: ‘Sí, anda tras de mí el CNI’, dejando pálido al reportero por semejante confidencia. Segundos después, y para que no cundiera el escándalo nacional por una persecución de la policía secreta al ídolo nacional, el Chino soltó el chiste:
‘CNI, pues… Club Nacional de Iquitos del Perú… ¡ah, y también quieren contratar a Mario Osbén!’” (págs. 253-254).
Amigos
La amistad puede traspasar los colores de la camiseta. Los mundialistas Ronald Fuentes y José Luis Sierra cimentaron una gran relación mientras fueron jugadores activos: “…doblemente meritorio, si consideramos que juega en el archirrival de Colo-Colo.Recuerdo que una vez, en el Nacional, yo estaba con tarjeta amarilla y en una jugada llego tarde y lo derribo (a Fuentes) en forma bastante aparatosa, pero me salvé porque Ronald,
en lugar de quedarse en el suelo, se paró de inmediato.
Después supe que en el vestuario azul le reprocharon: ‘¡Claro, güevón, te paraste altiro porque era tu amigo el Coto!...’”,comentaba Sierra.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 ago 2016
ISBN9789563381351
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    Fuera de juego - Cristian Venegas

    galáctico.

    CAPÍTULO I

    LOS TRIUNFOS

    Elías Figueroa

    Todo lo que se diga sobre Elías Figueroa y su jerarquía puede quedar pequeño. Según una encuesta entre periodistas e historiadores deportivos cariocas, Elías Figueroa fue el mejor jugador extranjero que pisó las canchas del fútbol brasileño en el siglo XX. Un tremendo honor: Siempre es bueno que se diga que en Brasil, el país tetracampeón del mundo, que el mejor extranjero fue un chileno, eso ya es un orgullo grande para mí, destacaba don Elías. Cuando el zaguero decidió volver a Chile y vestir los colores de Palestino, tras ganar cinco copas en Brasil, el presidente del Internacional de Porto Alegre le ofreció un cheque en blanco para que se quedara en los rojos. Hasta le ofrecieron nacionalizarlo, algo que Figueroa rechazó de plano.

    Dejemos de lado todo lo obrado dentro de la cancha por quien fuera calificado como uno de los mejores defensas de todos los tiempos por un colega europeo… el alemán Franz Beckenbauer —campeón del mundo y de Europa— y también elogiado por otro del montón: Pelé.

    Su fama y talento trascendían continentes y ámbitos profesionales. Elías Figueroa actuó, interpretándose a sí mismo, en telenovelas como La Gran Mentira de TVN. También tenía capacidad como compositor musical, labor mediante la cual hasta se dio el lujo de enviar, sin éxito, una canción al Festival de Viña. Todo el arte y fútbol acompañados por una buena administración de su capital:

    … Desde hace años que soy empresario (Nota del autor: Entrevista de 1982) (…) mi papá me regaló una camioneta Ford 29, cuando tenía recién doce años. Yo paseaba durante la semana, pero cuando había feria se la arrendaba a un agricultor para sus fletes. (… En Brasil) Tuve unas estaciones de servicio, una fábrica de calzados en Uruguay y otros negocios ramificados que me estaban dando bastante dinero….

    Y más sorprendente todavía, Figueroa estudió leyes:

    … cursé hasta tercer año en Brasil. Los hice con bastante sacrificio, porque no me regalaban nada. Yo tenía que dar las pruebas orales delante del resto de mis compañeros para demostrar que no me ayudaban (…) Es algo increíble. Yo traje todos mis papeles en orden de Brasil y me inscribí en la Universidad de Chile, pero no pude cursar mis estudios normalmente porque me pidieron un certificado de buena conducta, el que no podían darme en Brasil, donde encontraron increíble esta situación….

    Y la guinda, quien está entre los mejores 40 futbolistas del siglo XX, según la IFFHS (International Federación of Football History and Statistics), también incursionó en el mundo del modelaje con su propia marca… "Elías Figueroa": "Lo hice también para obras de beneficencia. La gente cree que es fácil, pero caminar por una pasarela enorme con más de mil personas y con la televisión, no es fácil…".

    Caszely

    En 1999, Carlos Humberto Caszely fue invitado por la Federación Española de Fútbol a un partido-homenaje a los mejores veinte sudamericanos que jugaron en la Liga, lo cual no es menor a la hora de calibrar el nivel del pequeño, maceteado, pero hábil y veloz puntero.

    Caszely era un ídolo dentro y fuera de la cancha, como él mismo dijera, hoy es su profesión. Sus palabras y actitudes siempre fueron importantes para el medio nacional en las décadas de mayor nitidez. El Rey del metro cuadrado mostraba una característica poco tradicional dentro de los deportistas en general: tenía opinión, más aún, una opinión y postura política y, mucho más allá, era de izquierda. Los tiempos de mayor éxito de Caszely en el fútbol fueron justamente los momentos más álgidos de la vida nacional sociopolítica. El Chino se reconocía de zurdo en tiempos de la Unidad Popular y de la dictadura militar. Las represalias físicas no le llegarían directamente a él, sino que a su madre, secuestrada y torturada por los grupos de represión de Pinochet.

    A pesar de su compromiso político, Carlos Caszely basaba esta calidad de referente más que nada por lo que hizo dentro de la cancha. El carisma que despertaba en la hinchada de cualquier club y su presencia en el primer plano mediático era resultado principalmente de su carácter de deportista exitoso, y no resultado de sus declaraciones y actitudes rimbombantes. Esto solo era un valor agregado a su calidad futbolística junto al hecho de que, inusualmente, es un hombre con tres profesiones universitarias en el cuerpo: Profesor de Educación Física, Administrador de Empresas y Periodista.

    Tal carisma despertaba Caszely que incluso la dictadura militar chilena tuvo que aceptar sin más remedio la presencia de este chascón, bigotón, upeliento en el medio nacional —salvo alguno que otro veto para jugar por la selección—, financiando su regreso a Colo-Colo en 1979.

    Y, como todos los ídolos, son pocos los que no se precian de tal. Pasa con Pelé, con Maradona y en nuestro país con Elías Figueroa, y Carlos Caszely. Tanto es así que el humorista e imitador Stefan Kramer, rescató para la personificación del puntero esta actitud-muletilla de redundar en declaraciones acerca de su condición de crack. Caszely se creía el mejor del medio local, y lo hacía notar cada vez que podía, salvo cuando lo comparan con Elías Figueroa, allí solo dice: "Elías fue el mejor".

    Con el aval de haber sido el goleador de la Copa Libertadores de América en 1973, al partir de Chile para enrolarse en el Levante español, Carlos Caszely orgullosamente reivindicaba: "Los españoles colonizaron América, y se llevaron nuestras riquezas. Ahora yo conquistaré España y me llevaré todos sus dólares".

    Luego del fracaso en el Mundial de España 1982, el goleador comentaba a la revista Deporte Total con su habitual ceño altivo:

    "… yo soy el principal culpable. Si no hubiera fallado ese penal, todo habría sido diferente y nos habríamos clasificado. He revisado los videos y en ese minuto perdimos toda chance. Todos decían que Chile se apoyaba en Osbén, en Valenzuela, en Elías, pero finalmente fracasó Caszely y se cayó todo el equipo".

    Y luego:

    "—¿Podrá existir otro ídolo de tu envergadura en el fútbol?

    Es difícil. Hay que tener carisma y ser lo suficientemente inteligente para soportar las críticas despiadadas, el chaqueteo, la envidia, la presión y las lesiones. Difícilmente habrá otro (…).

    ¿Te sigues considerando un rey?

    Un rey no se puede destronar de la noche a la mañana. Tengo un historial que nadie podrá borrarme. Y en un recuento objetivo, yo soy el jugador que más alegrías le ha dado a Chile. Pero les repito, algún día Caszely tendrá que terminarse".

    En 1984, aun gravitando en el campeonato local por Colo-Colo e incluso por la Selección Nacional, Carlos Humberto defendía su pedestal ante las críticas de los medios:

    "—¿Te molesta no aparecer como candidato seguro en la selección?

    Me tiene sin cuidado… A mis treinta y cuatro años (…), tengo la satisfacción de seguir siendo el mejor delantero del fútbol chileno y antes que el entrenador no llame a los jugadores no me gusta suponer nada (…) De integrarme a la Selección Nacional lo haría solo y cuando acepten mis condiciones… Yo entregaría todo de mí, pero sin aceptar las concentraciones. ¡No me gustan! (…)

    Sigues pensando en que el seleccionado chileno debe armarse con Carlos Caszely y diez jugadores más…

    De eso no tengo duda y creo que cualquier entrenador debe tomar en cuenta a jugadores como yo o Jorge Aravena, quien dijo que el equipo nacional parte conmigo y Aravena… Se necesita gente ganadora, que sea capaz de decir algo así… Además, cualquier técnico inteligente se jugaría por personas como yo, porque ¿quién duda que Caszely se jugará la vida por clasificar a Chile (al Mundial)? Es mi última oportunidad…".

    En la ocasión de ser contratado por Barcelona de Ecuador en el último suspiro de su carrera (1986), Carlos Caszely hacía saber que su fama era cosa continental:

    "… Los dirigentes del Barcelona me llamaron y están locos con la posibilidad de que yo me vaya a jugar con ellos; allá saben quién es Caszely, que sabe hacer goles y que, además, es un hombre que es ídolo (…) No tienen que volver mucho la cara para acordarse de mí, si en las eliminatorias del mundial les hice dos goles…".

    Como es obvio, y como la figura que era, a Caszely no le gustaba quedar fuera de la cancha. En cierta ocasión, Pedro García, técnico de Colo-Colo, dispuso que el barbón delantero carioca Rubens Nicola iría de titular y que el Rey del metro cuadrado vería el fútbol desde la banca. La rabieta de este no hizo esperar: Pedro sabe que yo no soy reserva de nadie. O juego o me quedo en mi casa; porque cuando se quedaba en su hogar, el público no acompañaba al club albo: … está claro… ¡la gente no va al estadio cuando sabe que no va a poder jugar Caszely…!, hipotetizaba el Chino. "Mientras estuve en España, Colo-Colo no ganó nunca un campeonato", se defendía. Efectivamente. El último campeonato de los albos había sido el año 1972 y solo volvió a celebrar siete años después, precisamente cuando Caszely volvió. Y con sorpresa, pues se coronó, de paso como el máximo goleador de 1979.

    Cuando el periodista Antonio Valencia de Triunfo le preguntaba respecto a una camiseta de Pelé que coleccionaba como tesoro, Carlos Humberto Caszely sin desparpajo indicó: "A Pelé se la pedí en 1971, era un amistoso en que Brasil derrotó 2-1 a Chile en el Maracaná. Hasta ese año yo pedía las camisetas, pero más adelante eran muchos los jugadores que se acercaban a pedir la mía".

    Sin embargo, buena fortuna es lo que menos tuvo Carlos Caszely en relación a su experiencia en los mundiales. En Alemania 1974 lo expulsaron de entrada por una fuerte infracción contra el germano Berti Vogts. En el Mundial de 1982, como es sabido, el Gerente echó fuera un penal en el partido contra Austria. El hecho tuvo un efecto de conmoción nacional —incluso se dijo que un mecánico había muerto de un ataque cardiaco por la impresión—. El penal perdido es una pesadilla que a Caszely lo ha perseguido hasta hoy. Tal vez el hecho de que Pinochet les pidiera cablegráficamente "fe y esfuerzo", antes del partido, se haya transformado en mufa para el plantel.

    La gente se ha enceguecido con los errores de Caszely. Con motivo de la celebración de los 60 años del Estadio Nacional, se mostraron breves imágenes de la despedida de Carlos Caszely, precisamente la parte en que el Chino perdió un penal.

    El goleador es un ídolo indiscutible y muy locuaz. En razón a la horrible Copa América que realizó la selección de Nelson Acosta en 1997, el Chino se fue en picada contra el desempeño del equipo de todos. Uno que trató de taparle la boca a Caszely fue Nelson Cossio, el portero titular en aquel torneo, y lo hizo recordándole el episodio más doloroso en su vida deportiva:

    "… Si me quieren hacer responsable de la eliminación, lo acepto, pero hay que decirles a algunas personas que se retiraron del fútbol, que ellos se perdieron un penal en un Mundial en que Chile no ganó ningún punto. Que se acuerde que él también la cagó y que no venga a tirar mierda para todos lados…".

    Chamaco

    Francisco Chamaco Valdés es recordado como uno de los futbolistas chilenos más talentosos de todos los tiempos. Heredero de Enrique Hormazábal y de Jorge Toro, Valdés es el goleador histórico en torneos nacionales de Primera División chilena con 215 goles en 478 partidos, sin embargo, curiosamente Chamaco logró solo dos campeonatos y en Colo-Colo (1963 y 1972). A lo largo de su trayectoria como jugador, vistió las camisetas de Unión Española, Antofagasta Portuario, Santiago Wanderers, Cobreloa, Arica y Colo-Colo, entre 1961 y 1983¹. Jugó cerca de 50 partidos por la Selección Chilena, entre ellas, dos participaciones mundialistas, en Inglaterra 1966 y Alemania 1974. Y aunque se identificó con la camiseta del albo, fue vicecampeón nacional con la Unión Española en 1970, en su tiempo de exiliado de Pedreros. Irónicamente, el campeón a último minuto fue Colo-Colo y Valdés estuvo a punto de quitarle el título.

    Chamaco Valdés guardaba una gran admiración hacia Enrique Cua-Cua Hormazábal, el crack que se perdió el Mundial de 1962 por su falta de adaptación a la ética y táctica de Fernando Riera. Contaba Luis Urrutia O´Nell: "Tal era la admiración de Chamaco por Hormazábal que no solo se amarraba de idéntica manera los cordones de los botines, sino que se peinaba igual y se atendía con su lustrabotas y su peluquero".

    El momento más recordado por el público de lo que fue Chamaco Valdés es, sin lugar a dudas, el subcampeonato de América con Colo-Colo, en 1973, de la mano de Luis Zorro Álamos. Años antes, Valdés y Álamos estuvieron muy distanciados tras un fuerte encontrón en el Mundial de Inglaterra. El Zorro fue su técnico y criticó su falta de sacrificio en la cancha. Chamaco no le respondió bien de vuelta. Álamos no era rencoroso, y pidió como exigencia para su llegada a la banca cacique en 1972, el regreso del volante a Colo-Colo. Una vez recompuesta la relación, Francisco Valdés se ganó la total confianza del técnico: Don Lucho me dio su respaldo dentro y fuera de la cancha… Pasé a ser portavoz de él.

    En cuanto a la relación con el plano directivo, Chamaco no tenía mucha barra en razón de su temperamento fuerte y aire de caudillo. Tras nueve años en el cuadro albo, en 1970 lo pasaron a la Unión Española bajo el argumento dirigencial de que "Valdés es un elemento disociador". En 1971 lo enviaron a préstamo a Antofagasta Portuario para jugar por el Campeonato Nacional los domingos, mientras que el miércoles lo hacía con los albos por la Copa Libertadores. Nunca pude entenderlo, se quejaba Valdés y con razón porque no había mucha lógica en mandarlo a hacerse pedazos al norte cada fin de semana.

    Reinoso

    Para las nuevas generaciones, Carlos Reinoso no alcanza la nitidez con que lo recuerdan los más viejos o sus seguidores del América de México. Tal vez por desarrollar gran parte de su carrera en tierras aztecas, y nunca haber vuelto al país, el nombre del volante es muy lejano.

    Sin embargo, Reinoso es un tipo que goza del carácter de ídolo en Norteamérica y especialmente en el club que lo cataloga como uno de los mejores extranjeros que ha llegado al fútbol mexicano, las Águilas del América. Hizo una buena dupla con el también chileno Osvaldo Pata Bendita Castro y el archiconocido —gracias al Chavo del Ocho— Enrique Borja.

    El nacido en Santiago en 1945, defendió a Chile en un par de eliminatorias y en el Mundial de Alemania 1974. Pero las cosas no fueron fáciles ni en el camarín rojo ni en la cancha. Eran tiempos en que la Roja estaba dividida —¡vaya novedad!— entre el liderazgo de Chamaco Valdés y el mexicano Reinoso, dos cracks que irónicamente debían compartir el mediocampo en el campeonato mundial junto a Guillermo Páez, también del bando chamaquista.

    Hubo una figura importante en el oriundo del sector de Barrancas y nacido futbolísticamente en Audax Italiano: su padre. Este fomentó la pasión por la pelota desde la más temprana edad, casi lidiando con el abuso infantil: "Mi papá me encerraba en una habitación a la edad de cuatro años con una pelota de goma, la cual golpeaba todo el día contra la pared. Así fue que nació mi gusto por el fútbol".

    Y como muchos sujetos con fama y luces propias, Reinoso cayó en las drogas:

    … Caí por demasiada fama. Tenía de todo hace unos años y empecé a caer en excesos. Inicié con un Valium para dormir y terminé con una dosis de 50. Mi fármaco dependencia me fue anulando muchas posibilidades como ser humano. El salir de este problema fue un gran reto, una gran lucha y gracias a Dios ya estamos fuera de él….

    También, como otras tantas figuras del fútbol, del cine, de la moda y de la música, dejó a su esposa, a aquella que años antes agradecía su fortaleza y apoyo para quedarse en México, y se hizo de una relación tormentosa con la actriz y cantante mexicana, Lupita D´Alessio. El padre de la estrella azteca se refería en duros términos hacia Reinoso, uno de los cinco maridos de su hija:

    … No sé ni me explico cómo mi hija ha ido a caer en brazos de Carlos Reinoso, quien fuera un futbolista famoso, pero cuya cultura deja mucho que desear y que, evidentemente, posee una ambición desmedida y una pretensión absoluta: envolver a mi hija para sacar los mayores beneficios de ella. Además, es un individuo al que le caracteriza una pedantería espantosa y es él quien desempeñó una función de guardaespaldas y guardia de mi hija, es él quien la modeló y dirigió y orientó en todos sus pasos. Algo realmente inexplicable e inconcebible. Por esta razón, de todo lo que le pase en adelante a mi hija, económica, moral y artísticamente, yo responsabilizo a Carlos Reinoso, por cuyo conducto se propició el robo de cuatro millones de pesos que su hermano le usurpó, cobarde e inescrupulosamente, a mi hija, quien no ha querido demandarlo por no causarle un problema a Carlos, quien, en cierto modo, es también una figura pública (…) Como se puede apreciar a simple vista, mi hija desgraciadamente, ha sido aprovechada por una banda de inescrupulosos que vieron en su nombre, fama, prestigio, posición y fortuna, un modo de sacarle el mayor partido posible….

    Una verdadera novela mexicana.

    Leonel de azul y blanco

    La sorprendente llegada de Leonel Sánchez a Colo-Colo, después de ser desechado por la Universidad de Chile, se produjo gracias a una invitación que se le hizo para reforzar a Colo-Colo en una gira por Bolivia en 1970. El gestor fue el entrenador de Colo-Colo, Enrique Cua-Cua Hormazábal, quien duró solo un par de meses en el cargo técnico. Fue tanta la buena impresión en los amistosos que a Sánchez le ofrecieron contrato por el año entero.

    Al final de aquella temporada, Leonel fue campeón con los albos. Junto a Alejandro Silva, comprado por Colo-Colo desde el Ballet Azul, lloraron en el camarín. Fueron campeones con el archirrival y no con su querida Universidad de Chile. El hecho todavía le duele a Sánchez.

    El paso de Sánchez por Colo-Colo no es tema en la hinchada azul. Hay comprensión en las razones del éxodo masivo de figuras de la Universidad de Chile dados los problemas dirigenciales. La actitud del puntero izquierdo en jugar por la contra fue resultado del despecho.

    Un compañero azul de aquel tiempo, Luis Ibarra, dijo en Estadio:

    … Lo único que le reprocho a la ‘U’ es su frialdad con hombres como Leonel, Campos y otros a los que se dejó ir, sin estampar con un testimonio de valor especialmente espiritual lo que significaron en la vida del club….

    Sin embargo, 25 años después, la Universidad de Chile escuchó a Ibarra: decidió homenajear en grande a Leonel. Vistiendo la camiseta 11 dio una vuelta olímpica recibiendo la ovación de la afición azul y el aplauso de los jugadores de Universidad de Chile y de Boca Juniors, entre ellos, Diego Armando Maradona, quienes disputarían posteriormente un partido amistoso. Deuda saldada, aunque hay que dejar en claro que no fue un partido amistoso para homenajearlo, sino que se le homenajeó en un partido amistoso.

    La zurda de Leonel Sánchez era cosa seria. Contaba Honorino Landa, su compañero en la Selección Chilena de 1962:

    "… En Pinto Durán, entrenando por la selección, mandó uno de sus centros famosos. Eran chutes, no centros. Yo llegaba justo, porque venía a media altura. Pero cuando le iba a pegar, me agaché. ‘Puchas, Honorino’, me reclamó. ‘Estai loco le contesté. Yo no soy na´ Campos’. Si le pongo la cabeza, una de dos: o me la vuela o quedo hablando cabezas de pesca´o…".

    Péguele como Pata Bendita

    Osvaldo Pata Bendita Castro está dentro de los 5 mejores artilleros en la historia del fútbol mexicano (214 goles en 13 temporadas) y máximo goleador chileno en partidos nacionales e internacionales de Primera División. El copiapino era famoso por sus fuertes tiros e incluso trabajaba sus abdominales para agregarle mayor potencia al tiro. En una entrevista al diario El Sur de Concepción, confesó que debido a lo liviano de las pelotas actuales se ha lesionado el pie en más de una ocasión al golpear un balón sin contrapeso.

    La porfía de Ignacio Prieto

    Como dato curioso, se cuenta que el Nacho Prieto fue compañero de curso del desaparecido político Jaime Guzmán, mientras ambos estudiaban derecho en la Universidad Católica. Dejó los libros por el fútbol, contra la tradición familiar, del mismo modo en que lo hizo Sergio Livingstone.

    En sus tiempos de corto, Ignacio Prieto era considerado por sectores del periodismo deportivo como un futbolista limitado técnicamente. Los más cizañeros decían que le debía su titularidad en Universidad Católica a su hermano Andrés Prieto, entrenador del equipo de la franja. Aun así, Tribilín, como le apodó la hinchada rival, les tapó la boca a todos y se dio el lujo de ganar con Nacional de Montevideo el campeonato oficial uruguayo en tres ocasiones (1969, 1970, 1971), más una Copa Libertadores de América (1971).

    Antes de irse a la República Oriental de Uruguay, el célebre periodista Antonino Vera amenazó con dejar su carrera si Ignacio Prieto llegaba a la Selección, pero solo fue eso: "Nos concentrábamos en el Hotel Emperador (con la Selección…) y hasta ahí llegó Antonino en la víspera de mi debut. Me dijo que venía a despedirse y le contesté que se dejara de leseras", confidenciaba el defensa y volante de marca. Prieto dijo presente en el Mundial de Inglaterra en 1966 y era junto a Honorino Landa el candidato para ponerse en el arco tras las lesiones de los arqueros titulares (Adán Godoy y Juan Olivares).

    En sus tiempos de entrenador, el Nacho Prieto dejó a muchos picados cuando se fue a dirigir al Cruz Azul de México. Según se contó en algunas revistas deportivas del momento, el técnico habría prometido a varios futbolistas de la Universidad Católica llevarlos con él a tierras aztecas. El más enojado era el portero Marco Cornez: "Apenas tenía un cupo para llenar en el Cruz Azul, y le dijo como a 50 jugadores que teníamos posibilidad de irnos a México (…) ¡Hasta a Alfonso Swett (dirigente) les dijo que lo llevaba de presidente!".

    Su hermano, Andrés Chuleta Prieto también abandonó en el último año sus estudios de Construcción civil para dedicarse al fútbol, y lo más heroico, prácticamente sin cobrar. El entrenador, entre otros, del América de México, Colo-Colo, Cobreloa, San Lorenzo y Vélez Sarfield, vino a ganar plata recién cuando defendió como jugador al Espanyol de la Madre Patria:

    … Yo solo cobré en el Español, de Barcelona, y el último año que estuve en la UC. Además, en todos los años que fui seleccionado, no cobré un peso. No digo que esté malo que ahora lo hagan, pero yo quería al fútbol y me alimentaba jugando con el orgullo de vestir la camiseta roja….

    El Tata Riera y los goles olímpicos

    Cabe destacar lo hecho por Fernando Riera. Su exitoso trabajo como técnico ensombreció parte de su carrera como futbolista. Riera fue el primer chileno transferido a Europa para vestir los colores del Stade Reims de Francia en 1950². La curiosa especialidad del descendiente español fueron los goles olímpicos:

    "… Fue una racha increíble en la que hice como 11. Sería por aquello de pegarle con la ‘pierna cambiada’ como se dijo después. El asunto es que la gente se acostumbró y en los partidos de Selección, había toda una expectación en cada córner… Al final me estaba quedando para eso no más, así que no tiré ninguno más…".

    Por algo decían que Fernando Riera era harto mal genio.

    La fortaleza de Lobos

    Como se sabe, el exfutbolista Franklin Lobos fue uno de los mineros atrapados en el ya famoso accidente de los "33", en agosto de 2010. Lobos tuvo una carrera brillante en el medio local, un volante muy técnico y de pegada imposible, siempre ligada a los clubes de la zona norte (Cobresal, Atacama, Iquique, La Serena, etc.). "Se hizo la América" en los remotos tiempos de los tiros libres sin barrera —de muy corta existencia reglamentaria—.

    Vistiendo de corto también tuvo que luchar contra la adversidad. Jugando por Iquique (1986-1987), Lobos sufrió una fractura terrible, precisamente en uno de sus mejores momentos:

    … Fue difícil para mí. Nunca pensé hasta dónde el fútbol era importante en mi vida. Pasé por grandes problemas económicos y sentí una fuerte depresión. Si incluso estaba preseleccionado. Creía que terminaba como jugador. Pero tuve fuerza y corazón, hasta que superé ese difícil trance….

    Cosas del destino, pero la tragedia con final feliz de la Mina San José encerró una curiosa historia. En el salvataje a Franklin Lobos y sus 32 compañeros participó, como rescatista, otro exfutbolista, Manuel González, de muy breve pasado en O´Higgins de Rancagua —no jugó más que una temporada—. Incluso González, quien fue uno de los primeros rescatistas que bajó a la mina, enfrentó en cancha a Lobos en 1985, mientras este defendía a Cobresal. Obviamente, Lobos no se acordaba de González, pero venga la mención de este hecho.

    Aravena

    Jorge Mortero Aravena fue elegido en 1989 el mejor jugador de la temporada mexicana mientras defendía al Puebla. Los potentes remates del volante eran el resultado de largas prácticas. Cuando jugaba en Naval de Talcahuano mandó a construir una barrera metálica con la cual practicaba tiros libres de la misma forma en que lo hacía Juan Carlos Orellana. La rutina no bajaba de las dos horas diarias. El mismo trabajo replicaba en la Universidad Católica. Una vez midieron la velocidad de sus tiros y algunos alcanzaron los 130 kilómetros por hora. La potencia de sus tiros dejó a varios colegas K.O. y en el hospital al jugador peruano Franco Navarro. En el pecho del argentino Carlos Giusti dejó de recuerdo una marca roja y redonda que demoró en borrarse.

    Con borde externo hizo un gol olímpico en Talcahuano y en otra ocasión rompió la red jugando por Santiago Morning. En el mejor momento de su carrera, Jorge Aravena no dudaba en determinar que su zurda era "mejor que la de Orellana y la de Leonel Sánchez".

    En el éxito, obviamente, Aravena tuvo detractores. Sus críticos decían que para lo único que servía era para pegarle fuerte y hacer goles, "como si esto último no fuera ya suficiente en un deporte que tiene, justamente, como único y principal objetivo precisamente eso: meterla dentro del arco contrario", rebatía la revista Deporte Total.

    Sus víctimas en la cancha buscaron todo tipo de estrategias para desestabilizar el poder de gol del Mortero, como el portero Marco Cornez. Mientras el mundialista en España jugaba en Palestino, inauguró la costumbre en nuestras canchas chilenas de no poner barrera en los tiros libres. Según la teoría, de esa manera los tiradores perdían el punto de referencia que les da la barrera, pero eso no fue un gran problema para el Mortero.

    Jorge era sobrino de uno de los técnicos de la Selección Chilena en los años ochenta, Orlando Aravena, el mismo del trágico Maracanazo. La relación se prestaba para especulaciones, pero el propio mediocampista ponía en evidencia que su tío poco le había ayudado:

    … Bueno, futbolísticamente yo debuté cuando él estuvo en la Católica, en 1978. Pero todo lo que he conseguido, hasta ahora, es mérito exclusivamente mío (…) Orlando me hizo debutar en primera y no hay ninguna otra cosa que mencionar en la relación entre nosotros….

    Rubén Martínez

    Para quienes siguieron de niño la campaña del Colo-Colo campeón de América, la figura de Rubén Martínez es total. El recuerdo más gravitante son los goles frente a Boca Juniors en el Monumental. Incluido ese que los argentinos siguen reclamando como off-side a pesar de que las imágenes siempre mostraron que le habilitaba el lateral derecho argentino.

    A los grandes les gustaba el olfato de Martínez, y a los chicos esa manera de celebrar los goles subiendo un brazo con la mano empuñada, mientras bajaba el otro, sucesivamente. El hincha tuvo la oportunidad de verlo ya retirado hace un par de años jugando un baby en La Tortuga de Talcahuano, y su calidad estaba intacta. Rubén no era solo oportunismo, era también un delantero muy técnico.

    A pesar de ser tres veces goleador del fútbol chileno (1989, 1990, 1991), el artillero no fue considerado por Arturo Salah para la Selección Nacional, cosa de gustos dirán, pero hoy suena absolutamente fuera de lógica que aquel sempiterno rompe redes no formara parte integrante de la Roja.

    Jugando por Colo-Colo, Rubén Martínez tuvo de hijo al portero argentino de Unión Española, Carlos Prono. En dos partidos (entre agosto y septiembre de 1991) le encajó nada más ni nada menos que ocho goles. Dos cabezazos, dos remates de volea, una colocada, y tres intercepciones de balón cerca del arco. Se cuenta que en uno de esos partidos, al llegar al camarín con la felicidad de los goles, Martínez fue víctima de un reto de antología de parte del técnico Mirko Jozic, quien criticaría su egoísmo. El diálogo lo reproduce Ignacio Pérez Tuesta en el libro Hombres de blanco:

    "… En un rincón del vestuario en el David Arellano, Martínez orgulloso a más no poder, le gritó a viva voz a su entrenador:

    "Y Mirko, ¿qué me dice ahora después de estos cuatro goles?

    Ahh, niño, cómo no seguir las instrucciones. Te mandé a tapar la salida del lateral y no lo hiciste y no me importa que hayas hecho cuatro goles. A mí no me sirven este tipo de jugadores y podrías haber hecho no cuatro, sino que seis goles. Tienes que entender que no debes conformarte con lo mínimo, además en muchos debiste tocar al lado porque tenías compañeros libres (…) Si haces más goles, Colo-Colo va a ganar igual, pero te va a servir a ti porque vas a valer más dinero y será mejor para tu futuro….

    La adversidad de Bam-Bam

    Iván Zamorano es un exitoso hombre de negocios. Pero a Bam-Bam nada le cayó del cielo. Su gran campaña goleadora en Europa, Chile y México no fue más que el resultado de un carácter atípico entre los futbolistas chilenos: personalista, fuerte, posicionado y resiliente, con metas claras sobre dónde debía llegar en el mundo del fútbol. Misma historia en el plano de los mercados, no había problema en empezar de abajo.

    En 1992, Zamorano era el humilde rostro de la marca Deportes Player, sí, aquella de las camisetas mulas de las Selección o del equipo que estuviese de moda. Cinco años antes, cuando era todavía una promesa en Cobresal, al que sus dirigentes ofrecieron pagarle por gol convertido, contó en Minuto 90 que, tras de la muerte de padre a los 13 años debió trabajar como junior y "trasladando a un primo al colegio". Cierto es que en 1987 soñaba con ahorrar dinero y comprar una flota de camiones. Tenía claro que el dinero había que invertirlo, no farreárselo.

    Nadie se hubiera imaginado que a ese pendejo que echaron por flacuchento en una prueba de las inferiores de Colo-Colo se transformaría diez años después en el embajador deportivo chileno más importante en el mundo. Se decía, exageradamente, que después de Pinochet, Chile era conocido en el planeta por Zamorano. Sus buenas campañas en el Real Madrid, Inter de Milán, Sevilla y en el Saint Gallen de Suiza, y la globalización mediática de sus goles, hicieron que, prácticamente, en todo el planeta se supiera de la figura nacional.

    Tan buenas fueron las actuaciones de Zamorano que los hinchas del Saint Gallen suizo, en un delirio irracional, lo llegaron a comparar por su juego con Diego Armando Maradona. De cultura futbolística, en Los Alpes, poco…

    La imagen de Salas

    Siendo joven, Salas tomó la titularidad providencialmente en la Universidad de Chile. Los azules no tenían mucha plata para gastar en refuerzos, ni siquiera para contratar al pretendido por Arturo Salah, el delantero Marco Antonio Figueroa. Decidieron foguear a un zurdito que la rompía en juveniles, era José Marcelo Salas Melinao.

    Marcelo Salas no tuvo mayores comodidades en su natal Temuco. Todos sus triunfos, sin duda, son resultado de su propio esfuerzo, de su familia y de un par de personas que creyeron en su zurda. Por ello, Salas sabía cuánto valía su imagen.

    Recién llegado a la Lazio de Italia, el Matador se negó a dar una entrevista. En el panel de fondo del lugar en donde esta ocurriría, aparecía el logo de la empresa del dueño del club, Sergio Cragnotti, Cirio. Salas había sido dateado previamente que el delantero italiano Christian Vieri tampoco aceptó la triquiñuela comercial, y negoció personalmente el derecho de imagen con la marca. El Matador era bravo.

    El genio del Hueso

    Otra figura de complejidad era Ivo Basay. El Hueso tuvo su punto más alto en la Selección Chilena subcampeona de la Copa América en 1987. En una de esas tantas jornadas en que no se espera nada, Basay clavó dos estocadas de cabeza en la hazaña del 4 a 0 sobre Brasil. Gracias a esto su nombre se hizo conocido a nivel continental.

    Siendo niño el fútbol no era una obsesión para Ivo:

    … El antecedente más cercano que tenía del fútbol era mi tío Farid, quien anduvo por Palestino y Ovalle, entre otros clubes. Como no me entusiasmaban mucho las pichangas a los nueve o diez años, él me daba plata para que jugara….

    A principios de los noventa, el delantero y hoy entrenador, fue genio y figura en el Necaxa, no obstante tener una fuerte disputa con el técnico del equipo, el argentino Roberto Saporiti. Cierto día de entrenamiento, Ivo terminó a los combos con el profe. Increíblemente, ambos hicieron las paces y el delantero siguió en el equipo por tres años más³ junto al trasandino. El incidente anterior no es un dato menor para los que continúan interrogándose sobre la veracidad del escándalo que produjo la salida del técnico Nelsinho Batista de Colo-Colo. Trascendió el rumor de agresiones entre el brasileño e Ivo en el camarín albo en el entretiempo del partido contra Santiago Morning. Fue el último partido que dirigió Nelsinho en el Monumental.

    Después de Necaxa Basay dio otro salto al fichar en el poderoso Boca Juniors de Argentina, alcanzando lo que ni siquiera la máxima figura chilena en ese país, Marcelo Salas, pudo: ser portada de la revista El Gráfico. Sin embargo, su producción goleadora no fue importante y a esto se le sumaron algunos problemas que tuvo en el camarín, a la postre la razón por la que dejó el equipo. El Hueso tenía fama de líder, pero en Boca habían demasiados capitanes. Su compañero en esa etapa, Carlos Javier Mc Allister, lo señala:

    "No era un jugador calladito, tenía mucha personalidad, gran juego aéreo, era bravísimo…

    ¿Cómo lo acogió el vestuario?

    Ese fue su problema, venía de ser una figura y ese grupo no era fácil (…) Basay no era un jugador que haya sido el jefe del vestuario como quizá lo fue en otro lado, porque en Boca los jefes eran otros".

    Respecto al camarín, el propio Basay opinaba:

    … la convivencia es complicada, yo era de pelearme mucho adentro del vestuario, varias me fui a las manos, porque hay jugadores que no les calienta perder, siempre luché por mejorar ese espíritu, no se puede cagar y comer con la misma cara, ¿me entiendes? En México podría haber estado muy tranquilo cobrando a fin de mes, pero yo quería ganar y me agarré con mucha gente, al final Necaxa terminó siendo el equipo más ganador de la década….

    Junto a esta actitud beligerante en el camarín, el Hueso era ansioso en las vísperas de los partidos. En pleno calentamiento tenía un extraño y no recomendable rito: vomitar.

    Por otro lado, Basay ha construido también un enemigo declarado: Iván Zamorano. La rivalidad viene desde la Copa América de 1991, cuando el delantero debió quedarse prácticamente todo el campeonato en la banca (actuó 70 minutos) en desmedro del maipucino. Para la Copa América siguiente, en 1993, Basay se auto marginó de la Selección y Zamorano tuvo que negociar con el Real Madrid para venir al último partido.

    Mientras que para el mismo campeonato en los tiempos de Azkargorta, Bam-Bam renunció para tomar vacaciones. Basay dijo presente y fue al sacrificio.

    Sin embargo, con todo el esfuerzo desplegado por el Hueso, siempre terminaba jugando Iván. Según la opinión de algunos de sus colegas, Zamorano no siempre aperraba por la Selección e igual se aparecía en instancias más estelares. Eso terminó por colmar la paciencia de Basay quien terminó por renunciar a la Roja en las eliminatorias para el Mundial de Francia 1998.

    El periodismo no tuvo simpatía por el Hueso, ni viceversa. Basay puso una tregua en su pesadez con los medios, exclusivamente, para promocionar su despedida del fútbol. Lejos estaban los días en que el Hueso casi se trenza a golpes con el periodista Eduardo Mella. El día anterior a la pelea, el delantero no quiso hacer una nota junto al boxeador nacional Cardenio Ulloa para Mella, argumentando que no quería aparecer con un deportista que "no le ha ganado a nadie". En venganza, La Tercera, donde trabajaba Mella, le recordó a Basay, a través de una nota en el diario, que cuando era solo un flacucho puntero el diario se puso con unos chuteadores. Esto enervó al delantero quien,solo amenazado por una cámara fotográfica y separado por sus compañeros, soltó al periodista tras zamarrearlo en plena concentración.

    La concentración de Peric

    Si bien en el juego de pies Nicolás Peric no se luce tanto, sus aptitudes en el pórtico llevaron al talquino a vestir camisetas importantes de Sudamérica como la de Argentinos Juniors (Campeón del Clausura 2010) y Olimpia de Paraguay. Son famosas sus gesticulaciones ampulosas en la cancha, que lejos de molestar a los rivales, les saca más de alguna sonrisa. Sobre sus manías, Peric confidenciaba cuando recién era un veintiañero:

    … Lo que hago en la cancha es algo que me nace naturalmente (…) Mis razones son claras: juego así para desconcentrar a los rivales y para meterme más en el partido. La verdad es que los arqueros debemos ser un poco locos (…) Por ahora nadie me ha dicho algo, solo me frenan cuando me exalto y empiezo a gritar de más….

    En medio de un partido entre Rangers y la Universidad de Chile de Sampaoli, el ayudante técnico del argentino, Sebastián Beccacece, trató a Peric de "cagón" por demorar el juego. El Loco fue más rápido y lo dejó en el suelo: "¿Cagón, yo? Fui un año a Argentina y salí campeón".

    Arquero jugador

    La corazonada de Héctor Pinto funcionó. Chile jugaba la última fecha de la primera ronda del Sudamericano Sub 20 del 2001 y, entre suspensiones y lesiones, estaba carente de jugadores y solo podía contar con tres suplentes para el lance final contra Bolivia.

    Por necesidad de plantel, el Negro mandó a la cancha al arquero suplente Eduardo Lobos, pero como delantero. Antes del encuentro, el joven arquero se tenía fe: "Estoy para sumar y si tengo que jugar arriba en caso de una emergencia lo hago sin problemas. Ya una vez en Bolivia, jugando por Colo-Colo, actué de delantero". Lobos, tras ingresar en el segundo tiempo, marcó el gol de la clasificación definitiva de Chile a la siguiente fase (3-1 a Bolivia).

    La idea de cambiar puestos a muchos no les gusta, más aún, algunos creen que es una forma de cancherearse al rival.

    La Selección Chilena jugaba un partido de entrenamiento contra la Universidad de Chile en Juan Pinto Durán, previo al repechaje para la Copa del Mundo 1986. El partido-práctica ya estaba en el último cuarto de hora y la selección goleaba a los universitarios. El técnico del seleccionado, Pedro Morales, hizo ingresar al portero Óscar Wirth, como delantero. El cambio irritó y ofendió al técnico azul, Luis Ibarra, quien retiró al equipo de inmediato de la cancha.

    Jugar adelante no era nada

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