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Riquelme. El torero
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Libro electrónico306 páginas2 horas

Riquelme. El torero

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Investigar la vida de Juan Román Riquelme es un trabajo complicado. Detrás de la fachada de sencillez, de sus costumbres de pibe de barrio, hay un hombre que obliga a mirar muy bien las dos caras de la realidad. Aquella que está expuesta y la que se oculta detrás de los muros de su intimidad. Alfredo Luis Di Salvo lo hace: busca, no se conforma con las apariencias y consulta con los que han convivido con él en los vestuarios y en la vida. (Antonio Serpa) ¿Será el fútbol un juego de velocidad? No. Más bien el fútbol es un juego de velocidades. De ahí que el buen pase que desmaleza y una pausa adecuada son más veloces que un asteroide. De eso, Juan Román Riquelme fue maestro de maestros. Botines de terciopelo, clarividencia y refinado arte de la demora, que jamás deberá ser confundida con la tardanza. (Walter Vargas)
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 nov 2019
ISBN9789509932937
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    Riquelme. El torero - Alejandro Andam

    Román

    1

    Nació El Torero

    Hagas lo que hagas te van a criticar. Así que hacé lo que te dé la gana. Magnífica reflexión de un gran pensador, de la que creo, Juan Román Riquelme es su mejor representante. Se dio cuenta pronto, que hagamos lo que hagamos, siempre vamos a ser juzgados. Está bien; coincido. Y tan mal no le fue en Boca: se constituyó en su máximo referente e ídolo indiscutible. Sin ir más lejos, vale recordar aquel masivo banderazo de los hinchas realizado los primeros días de mayo de 2014, en la puerta de la Bombonera de la calle Brandsen 805, metiendo presión a los dirigentes y pidiendo la renovación de su contrato. La iniciativa de la manifestación nació en las redes sociales y fue un éxito incuestionable. Al unísono gritaron cerca de cinco mil personas: "Borombombon, Borombombon... para Riquelme renovación...". No recuerdo que otro jugador de fútbol haya movilizado espontáneamente semejante convocatoria. El motivo excluyente fue persuadir e inducir a las autoridades del club a renovar su contratación, pronta a vencerse.

    Los cánticos de los más fanáticos en verdad exigían que no les quiten el amor, que no los dejen sin fútbol, que no les rompan la ilusión. Querían que la música de Riquelme sonara un tiempo más y se lo hicieron saber al mundo. Porque para todos ellos, el Topo Gigio representó un símbolo mucho más grande que un frío contrato, un sentimiento de ese fútbol fantástico que sólo él produjo. Significó bancarle todo al genio. Ya había sucedido el 9 de julio de 2012, cuando se congregaron pidiendo que el crack volviera a Boca. Porque a los hinchas podrán prometerles y decirles mil cosas, pero jamás podrán quitarles el amor que ese ‘10’ azul y oro les metió por los ojos hasta alojarse en sus corazones.

    Cuando Román se enteró de aquel enorme encuentro de aficionados estaba en su casa, en Don Torcuato, y desde su entorno nos contaron que se emocionó profundamente ante la multitudinaria expresión de cariño. Es evidente que ya no importan los partidos ni las estadísticas frente a situaciones por el estilo. Tampoco las decisiones. Fue algo mucho más grande que la contingencia y tuvo una significación tan irracional como el fútbol mismo, compatible con la opinión del eximio periodista Dante Panzeri, que supo definirlo como la dinámica de lo impensado.

    Curiosamente, comencé a planear este libro en medio del Mundial de Brasil 2014; encendí la radio y escuché: Última noticia: Riquelme continúa en Boca Juniors por 18 meses… Me vino a la memoria el banderazo que tuve que cubrir por razones periodísticas para una agencia de noticias, y recuerdo un trapo callejero que decía: Ni un momento, ni la eternidad, esto va mucho más allá. Un toque bien rockero en esa tarde noche…

    La novela interminable

    Hagamos memoria de cómo se fueron desencadenando los distintos capítulos de este conflictivo culebrón. Luego de mostrar un juego rutilante en la Copa Libertadores 2007, se suscitaron las diferencias sobre su continuidad, ya que debió volver a aterrizar en el Villareal de España. Contrató preparador físico, se entrenó durante cuatro largos meses y recién así pudo firmar el retorno, casi a fin de año. Pero por reglamento no pudo ingresar en el equipo, entonces dirigido por Miguel Ángel Russo, cuando disputó el mundial de Clubes.

    Otra trama complicada se presentó en 2010. Sucedió cuando la tesorería, entonces a cargo del actual y saliente presidente Daniel Angelici, objetó el importe del mega acuerdo, culminando todo con la dimisión del dirigente. Pese a todo, igual se firmó un contrato que ligaba al Torero por cuatro años más.

    El último incidente se desató en 2012, cuando con vínculo vigente con el club, y a horas de la final de Copa Libertadores con el Corinthians, Román notificó su retiro por falta de motivación. Y así se mantuvo todo el semestre, en suspenso, en su casa y con su familia. Posteriormente, otra vez por decisión personal, volvió a escena y arregló la reincorporación al plantel hasta el 30 de junio de 2014.

    ¿El agua y el aceite?

    Si analizamos lo expuesto, advertimos que las actitudes de ambas partes contribuyeron a que crecieran las divergencias. Las peleas intestinas de poder y los egos, irremediablemente son los ingredientes más insalubres para el ser humano, porque terminan contaminando la esencia de la negociación. Juan Román Riquelme despierta con igual intensidad amor y resquemor; lo mismo ocurre con Daniel Angelici y la mayoría de los mortales que ostentan supremacía. Y en el medio de todo estaba Boca Juniors, que no conoce de dólar blue ni de inflación, y sí de estar sediento de gloria y títulos.

    La situación fue bastante predecible. Cuando el 30 de junio de 2014 se venció el contrato y no viajó a la pretemporada, comenzaron a sonar las campanas y Carlos Bianchi pidió que la situación no se siguiera dilatando.

    No acostumbro a informar sobre los valores que figuran en un contrato, pero en esta oportunidad la situación es diferente, porque no se concretó y sirve únicamente para sacar conclusiones sin exponer la integridad de nadie.

    Varios colegas tuvieron acceso a la propuesta presentada por Boca Juniors. En la misma figuraba un monto mensual de cien mil dólares, al valor del dólar para el 2014 de diez pesos por cada unidad norteamericana, y de doce pesos para 2015. En el caso de ganar el torneo local y todas las copas de competencia, por dieciocho meses le ofrecieron un total por todo concepto de cuatro millones cien mil dólares. La mejor oferta de toda la historia xeneize para un jugador de 36 años en un lapso similar.

    Después de unos días, su representante y Riquelme aceptaron la moción contractual boquense, con la condición de que el valor en pesos se tomara con la cotización del dólar blue (no el oficial) al momento de cada vencimiento, o en su defecto, un adelanto significativo de dólares billete del importe final del contrato.

    Los motivos expresados fueron que la inestabilidad monetaria argentina lo perjudicaría seriamente. Este problema lo seguimos sufriendo todos los que vivimos en la Argentina. Lo sufre el colectivero, el médico, el empleado público y el jubilado. Muy fastidioso, el presidente de Boca, al advertir que pasaban los días y su mejor propuesta había sido rechazada por Riquelme, expresó: "Nosotros estamos convencidos que el club está por encima de los ídolos, de los dirigentes y entrenadores. Hicimos el mayor esfuerzo que pudimos –y agregó–. Teníamos un enojo generalizado, porque era la segunda vez que no hace una pretemporada. Queríamos que la hiciese y que si había diferencias las iríamos solucionando en el transcurso de la pretemporada. El problema es exclusivamente económico, no deportivo", resaltó Angelici.

    Regresó a sus orígenes, Argentinos Juniors

    Finalmente, el domingo 20 de julio de 2014, el máximo ídolo boquense fue presentado en conferencia de prensa como la nueva incorporación de la Asociación Atlética Argentinos Juniors, institución deportiva centenaria, fundada el 16 de agosto de 1904. El Diez firmó un contrató que lo ligaba por 18 meses con el club que lo vio nacer como futbolista.

    Desde ya tendría una tarea complicada, puesto que los Bichitos Colorados habían perdido la categoría y disputaban el Torneo de la B Nacional. Juan Román se sumó a otros dos jugadores de la cantera, Cristian Ledesma y Matías Caruzzo, que también despertaron serias esperanzas en el público de Argentinos, ilusionado en el firme propósito de retornar nuevamente a lo más alto del fútbol argentino. Y lo habrían de lograr, también gracias a Román, al esfuerzo de todo el plantel y a su técnico y sinónimo de buen fútbol: Claudio Bichi Borghi.

    En su presentación se lo advirtió con bronca e irónico. Cuando parecía que los cañones apuntarían a Daniel Angelici, hizo un amago, pasaron todos de largo y recalculó como un GPS, dejando entrever que su divorcio era con Carlos Bianchi. De Bianchi no voy a hablar, a partir de hoy el mejor entrenador de la Argentina está acá al lado mío, y es Claudio Borghi, diría.

    Así dejó en claro que hubiese esperado que el técnico de Boca se jugase más por él, respecto a la renovación del contrato. Pero los que conocen a Román supieron leer entrelíneas la táctica que siempre empleó para demostrar que por Bianchi sí se sintió querido. Recordemos sus declaraciones. Cuando volvió a Boca, en febrero de 2013, los dos se tiraban flores. Textualmente, manifestó sobre el Virrey: Si hay que sufrir, suframos juntos. Mientras que el entrenador boquense declaró: Riquelme es el mejor jugador de la historia de Boca. Posteriormente siguieron los elogios de El Torero, que en mayo de 2013 expresó: Lo quiero un montón, tenemos al mejor DT de la historia del club. Yo debuté con Bilardo, pero Bianchi me enseñó a ganar todo en Boca. Me dio mucho, como mi papá y mi mamá.

    A una semana de asumir su nuevo ciclo en el equipo de La Paternal, habló por primera vez Carlos Bianchi, y resaltó: Hice todo lo que estaba a mi alcance para que Riquelme siguiera. Antes de cualquier refuerzo, valía resolver la situación de Riquelme. Era lo mejor que le hubiese pasado a Boca; todos lo necesitamos. Las cosas se dieron de esta manera, me resta desearle mucha suerte a su inesperado desafío, y espero que vuelvan pronto a la primera división.

    Conozco a Carlos Bianchi desde que comenzó a dirigir a Vélez Sarsfield, allá por 1993; hemos conversado muchísimas veces y cenado en el restaurante La Cátedra otras tantas. Puedo dar fe, porque me consta, que es un tipo de palabra, íntegro, con muchos códigos, con férreo carácter y de bajo perfil. Si expresó que hizo lo que pudo con el tema Riquelme, le creo. No necesita mentir a esta altura de su carrera. No es su estilo. Recuerden que cuando tuvo diferencias con Mauricio Macri, se levantó de una conferencia de prensa y se fue. Si hasta aceptó sentarse al lado de Román en otra rueda de prensa por el escándalo de una pelea entre Agustín Orión y Pablo Ledesma. Estoy convencido de que Bianchi está tranquilo con lo que hizo y, principalmente, con su

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