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Vivir un mundial: crónicas de Brasil 2014
Vivir un mundial: crónicas de Brasil 2014
Vivir un mundial: crónicas de Brasil 2014
Libro electrónico136 páginas4 horas

Vivir un mundial: crónicas de Brasil 2014

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La mirada al Mundial de Nelson Fredy Padilla es una mirada como con el rabillo del ojo, de medio lado, buscando temas distintos al relato o al comentario de las peripecias del juego. Sus crónicas se ocupan de otras cosas: del compromiso social de un jugador de Costa de Marfil; del tamaño de algunos futbolistas o de los diseños futbolísticos de un gran arquitecto; de los orígenes remotos del juego de pelota en Grecia y en la América precolombina; de los traumas de un jugador o de un equipo; de poesía, de religión, de literatura, y de un gran país: Brasil, envuelto en la neurosis de amar y odiar el Mundial al mismo tiempo. Un texto cada día, que más parece un detrás de cámaras, un monólogo interior de alguien que, más que ver los encuentros, estudia, lee, mira, vive, y no se concentra en el juego, sino que se ocupa del entorno y de los camerinos, de la tribuna de periodistas y de los hinchas, de la selva y la calle, de lo que los otros dicen. [...] uno termina de leer las crónicas y comprende el problema esencial que este libro resuelve: por qué el fútbol es, de todos modos, tan importante en este mundo, y no un asunto para despachar en una frase despectiva, como suelen hacer los intelectuales del Olimpo. (Héctor Abad Faciolince, fragmento del prólogo del libro)
IdiomaEspañol
EditorialeLibros
Fecha de lanzamiento28 ago 2014
ISBN9789588732824
Vivir un mundial: crónicas de Brasil 2014

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    Vivir un mundial - Nelson Fredy Padilla Castro

    diario.

    Día 1, 12 de junio

    Una pasión llamada Brasil

    LA CONEXIÓN de un hincha del fútbol con Brasil va más allá de la frase de cajón con la que se lo declara el país del fútbol. No es lo mismo que un Mundial se haga aquí que en Sudáfrica. Se sabe que el balompié como disciplina deportiva fue importada desde Inglaterra a São Paulo a finales del siglo XIX por el hijo de uno de los empleados del ferrocarril de esa ciudad. Luego de jugar en el Southampton vino y fundó en 1888 el primer club profesional, el São Paulo FC. Fue en la época en que el fanatismo se dividía entre la neorreligión y la neorrepública, como en La guerra del fin del mundo, ficcionalizada por Vargas Llosa en el estado de Bahía.

    El crédito a Charles William Miller es pura casualidad ante la evidencia de ver jugar a los brasileños en las barriadas con la pelota pegada a los pies descalzos, una relación natural formalizada por un británico. Imágenes similares abundan en los barrios marginales latinoamericanos, pero hay una magia en estos futbolistas que conmovió al gran escritor español Miguel Delibes en su libro El otro fútbol, cuando confrontó el jogo bonito de la selección de Brasil con el temor defensivo y la especulación atacante de su equipo nacional en España 82. Voy más atrás, a escarbar la historia sentimental de cada cual para preguntar: ¿Cuándo y cómo se acercó por primera vez al fútbol brasileño? En mi caso recobro imágenes imborrables de la niñez: mi papá en su sillón, alienado frente al televisor, viendo un sábado a las 9:00 a.m. Fútbol, el mejor espectáculo del mundo, a través del que Alberto Piedrahíta y David Cañón le mostraron a los colombianos que en torno al balón Brasil había construido una cultura. Al principio peleamos porque a esa misma hora, por el otro canal, pasaban Los Superamigos, pero él me enseñó a ver al Santos en el que había jugado Pelé, al Flamengo de Zico. Partidos de alta calidad —entonces no se llevaban a los mejores jugadores a Europa— y el Maracaná repleto para clásicos como el Fla-Flu. Ese programa transmitía una atmósfera festiva con samba de fondo. Doble goce.

    Una de mis primeras frustraciones deportivas fue, como lamentó Delibes, que Brasil no hubiera sido campeón en España 82. Esa educación sentimental, jugadores como Freddy Rincón y un hermano radicado en Brasilia han mantenido mi vínculo con Brasil, hoy revalidado por el Mundial 2014, un viaje a los afectos engendrados desde el amor al balón. Dice Juan Villoro en Balón dividido: Vemos partidos y escribimos de fútbol para recuperar la infancia.

    Día 2, 13 de junio

    Los Mundiales de Shakira

    POR AQUÍ anda Shakira en su tercer Mundial. Suena por todas partes el La, la, la, cuyo video grabó en una cancha con figuras de Brasil 2014: Piqué, Messi, Neymar, Fábregas, Agüero. Su vida ha sido música y fútbol.

    En junio de 1999 Gabriel García Márquez nos contó en la sede de la revista Cambio la impresión de conocerla y entrevistarla. Que la pequeña acuariana había nacido para ser grande entre las multitudes. El nobel la compadeció por vivir de avión en avión y de estadio en estadio. El comentario de que los campos de fútbol se habían convertido en su escenario de vida lo comprobé en 2006, cuando su show Hips don’t lie clausuró el Mundial de Alemania ante 76 mil espectadores.

    La llamé a ella y a los allegados para reconstruir su vida futbolera en la revista Cromos. De niña imaginaba que iba a ser famosa y que iba a llenar estadios. Sus primos contaron que la familia Mebarak Ripoll lleva el fútbol en la sangre. Shakira creció en un mundo de varones y de balones. Con cinco hermanos hombres, tuvo que convertirse en hincha, especialmente de Robin y de Tonino, los que mejor jugaban. Les coreaba goles en los colegios Biffi y Sagrado Corazón (¡Que a uno le cante un gol Shakira!). Tenía que sacar tiempo para William, su papá, y la cita dominical con el Júnior en el Romelio Martínez. Luego trasteó su vida a las canchas desde marzo de 1996, cuando llenó El Campín, en Bogotá.

    Desde entonces no ha parado de llenar estadios en las giras mundiales. En Nueva York cantó en homenaje a Franz Beckenbauer y Pelé. La ex ministra María Emma Mejía, amiga que le dirigía la Fundación Pies Descalzos y compañera de viajes, la definió como amante del fútbol. Su vida de artista se mezcla con la del futbolista porque su camerino casi siempre está en los sitios donde se cambian los jugadores, junto a duchas y lóckers. Como un jugador, carga altarcito con la Virgen y la Biblia para encomendarse antes de cada presentación. Su ex suegro y ex presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, y su ex novio, Antonio de la Rúa, cercanísimos al Boca Juniors y a Maradona, la hicieron más cercana al fútbol.

    Les hacía bromas diciendo que era hincha de River y cantando sus goles porque en el estadio de Núñez han sido sus mejores conciertos en Buenos Aires. Y el fútbol la hizo amiga de artistas fanáticos del balón como Alejandro Sanz, que le regaló una camiseta de la selección de España. A través de él se hizo amiga del portugués Luis Figo, quien la invitó al Santiago Bernabéu a un clásico Real-Atlético de Madrid. Para ella el mejor jugador del mundo era Zidane y en el camerino le entregaron la camiseta 5 del francés con autógrafos de todo el equipo. Ronaldo le escribió: Me encantan tus canciones. Ella respondió: Yo adoro tu fútbol. Pero el Barcelona fue su punto de quiebre: en el Mundial de Alemania conoció al presidente de ese club, Joan Laporta, y firmaron un convenio de apoyo para Pies Descalzos y en el Mundial de Sudáfrica se enamoró de Gerard Piqué. Ella ensayaba el show del Waka-waka y él le prometió ser campeón y una cena romántica. Mientras ella cante y su novio juegue estarán en estadios y mundiales, porque como dice Shakira: el fútbol es excitante.

    Día 3, 14 de junio

    El balón y la Academia

    COLOMBIA enfrenta a Grecia, nación pionera en cultura deportiva. Platón incluyó en su pedagogía el juego de pelota, Esferomaquia, para formar alumnos como Aristóteles. Hay una carta del año 366 a.C. en la que se despide del tirano Dionisio de Siracusa así: que tengas salud y te dediques a la filosofía e inclines a ella a los demás jóvenes; y saluda en mi nombre a los compañeros en el juego de pelota.

    Se refería a los asistentes al sphairisterion, el campo de práctica. Sócrates hacía parte de la cofradía y pedía la pelota de doce tiras de cuero, variopinta, decorada con colores. Un retrato de las bases históricas del fútbol en la época homérica está en La Odisea. Las mujeres jugaban lideradas por Nausícaa, hija del rey de los feacios, y sus doncellas. Despertaban a Odiseo arrojándole "una pelota hecha de sueños y

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