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25 claves para ser un verdadero formador
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Libro electrónico164 páginas2 horas

25 claves para ser un verdadero formador

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Información de este libro electrónico

¿Eres un apasionado del fútbol y te gustaría transmitir tus conocimientos a niños y jóvenes? ¿Eres entrenador de fútbol base y quieres ampliar tus capacidades profesionales? Cualquiera sea tu relación con el mejor deporte del mundo esta obra está pensada para ti. En este libro te doy la información que necesitas para convertirte en un maestro de la enseñanza del fútbol. A través de mi formación como entrenador en Europa y mi experiencia de 18 años como formador de jugadores en España, Argentina, EE. UU. y Centroamérica; he podido recopilar una gran cantidad de información sobre las cualidades básicas que se necesitan para ser un exitoso entrenador de fútbol base. Quiero compartir contigo mis conclusiones en este libro diseñado no solo para profesores, sino pensado también para todas aquellas personas involucradas en la formación de jóvenes talentos. Ya sean padres, dirigentes de clubes, periodistas, jugadores o público en general. Acompáñame en este apasionante viaje por las 25 claves necesarias para ser un verdadero formador. ¡Que lo disfrutes!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 dic 2018
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    25 claves para ser un verdadero formador - Diego Cerutti Stalder

    25 CLAVES PARA SER UN

    VERDADERO FORMADOR

    Diego A. Cerutti

    Copyright © 2018 Diego A. Cerutti

    Primera edición electrónica

    La licencia de uso de este libro electrónico es para tu disfrute personal. Por lo tanto, no puedes revenderlo ni regalarlo a otras personas. Si deseas compartirlo, ten la amabilidad de adquirir una copia adicional para cada destinatario. Si lo estás leyendo y no lo compraste ni te fue obsequiado para tu uso exclusivo, por favor dirígete a los puntos de venta y descarga tu propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo del autor.

    DEDICATORIA

    A Antonella, a mi familia, a Pablo y a todos los amigos que me acompañan en este apasionante viaje de vivir.

    CONTENIDO

    Presentación

    Capítulo I. Claves personales

    Clave #1. Vocación

    Clave #2. Imagen

    Clave #3. Valores

    Clave #4. Habilidades sociales

    Clave #5. Liderazgo

    Clave #6. Autocontrol

    Capítulo II. Claves profesionales

    Clave #7. Formación de base

    Clave #8. Formación complementaria

    Clave #9. Metodología

    Clave #10. Planificación

    Clave #11. Organización

    Clave #12. Trabajo en equipo

    Clave #13. Observación y análisis

    Clave #14. Motivación

    Clave #15. Evaluación

    Clave #16. Comunicación

    Clave #17. Flexibilidad

    Clave #18. Innovación y creatividad

    Clave #19. Capacitación permanente

    Capítulo III. Claves específicas

    Clave #20. Detección y desarrollo del talento

    Clave #21. Conocer el juego

    Clave #22. Conocer sobre jugadores

    Clave #23. Conocer la historia del fútbol

    Clave #24. Conocer el Reglamento de Fútbol

    Clave #25. Amor por el fútbol

    PRESENTACIÓN

    El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira William Arthur Ward.

    A lo largo de la historia ha habido grandes profesionales en la enseñanza del fútbol. Auténticos docentes que conjugaban su sapiencia futbolística con la experiencia necesaria para forjar a los jóvenes talentos. Formadores que marcaron época; admirados por sus alumnos. por sus colegas y por el público futbolero. Con los años, esa figura fue desapareciendo paulatinamente de las canchas. Ambos, el viejo maestro que sabía todo sobre el juego y los jugadores, y su labor de formación humana y futbolística, pasaron al olvido. La vorágine por querer vender a la última joya, rápido y al mejor postor; destruyó en muchos países proyectos formativos pensados a largo plazo, y con ello, a la figura del formador. Se mató a la gallina de los huevos de oro.

    Actualmente, y muy de vez en cuando, se dirige la mirada hacia las categorías formativas buscando explicaciones a los fracasos deportivos profesionales. Dirigentes, entrenadores, periodistas, opinadores y aficionados ponen sus ojos en ese territorio desconocido para muchos, olvidado para otros y lejano para casi todos: el fútbol base. Como si se encendiese una luz en el viejo sótano donde se guardan los tesoros más preciados y al que hace mucho tiempo nadie accede; el mundillo futbolístico se interesa por la situación de las inferiores cuando la selección mayor o la primera del club recibe algún cachetazo deportivo en forma de derrota. Entonces se ponen en marcha todas las alarmas. Recién en ese momento se acuerdan de la cantera. Los fracasos competitivos (sobre todo a nivel selecciones) generan, solo por algún tiempo, un efecto analizador. Rápidamente se buscan razones por las que no salen jugadores, se exponen problemas de los clubes, se rasgan vestiduras y se señalan responsables. Se argumenta: falta de inversión en infraestructuras, incapacidad económica, vaciamiento de presupuestario, desinterés de la dirigencia por la formación de jugadores, necesidades de venta para cubrir déficits, problemas sociales de los jóvenes valores, etc. La catarata de excusas es interminable. Es cierto que todas esas cuestiones afectan negativamente a la formación de futbolistas. Es un hecho innegable. Ahora bien, ¿Y qué pasa con la escasez de formadores? ¿Con la deficiente preparación que reciben? ¿Qué pasa con sus sueldos irrisorios? ¿Con la falta de proyectos serios y que se respeten? ¿De eso se habla? Muy poco. Casi nada. Casi nadie. Como dijimos, las causas del fracaso en el fútbol infantil y juvenil son diversas. Todas atendibles. Todas a solucionar. Sin embargo, creo que la primera cuestión a atender (y la más importante) es la escasez de verdaderos formadores. Personas capaces de cambiar la dinámica de enseñanza que en muchos casos lleva décadas de atraso, deterioro y abandono. Educadores que antepongan el objetivo de enseñar a sus alumnos por delante de sus carreras como entrenadores profesionales. Docentes que sean pieza clave en el rompecabezas del que se compone el fútbol base. El formador debe ser: líder, maestro, ejemplo, sostén y guía de millones de niños y jóvenes que acuden a escuelas, academias y clubes de fútbol en todo el mundo a aprender a jugar. Nuestra tarea es trascendental para ellos: en lo humano, en lo técnico-táctico, en lo físico, en lo psicológico y en lo social. El deporte ocupa un lugar de privilegio en sus vidas y la figura del profesor adquiere un rol definitivo en muchos aspectos. Desgraciadamente muchas personas que están al frente de grupos de niños y jóvenes equivocan su función. Confunden enseñar a chicos con entrenar a adultos. Quieren escalar en su carrera profesional saliendo campeones. Prefieren competir antes que formar. Buscan ganar por sobre educar. Tienen las prioridades invertidas y los objetivos cambiados. A menudo escuchamos decirles que su labor consiste en trabajar a un equipo de niños o jóvenes para competir y ganar (generalmente en una competición de la que participan). Es común verlos comportándose de manera inadecuada cuando deberían ser ejemplo para sus jugadores. En muchos casos sus acciones son lamentables y cuentan con el aval e indiferencia de padres y directivos. Esta situación se repite semana a semana, en entrenamientos y partidos; en distintos lugares donde el fútbol es pasión. Lleva años siendo así y se vislumbran pocas perspectivas de cambio si no hacemos algo entre todos para remediarlo. Un gran problema para nuestro deporte, en el que únicamente deberían ser protagonistas los futuros futbolistas.

    Ante este panorama y poniendo la lupa sobre nuestra actividad de formadores, surgen en un primer análisis algunas cuestiones intrínsecas que influyen en la coyuntura que nos toca vivir. El desinterés dirigencial por modificar el statu quo, la falta de capacitación apropiada de los técnicos, el intrusismo profesional, la mala organización del fútbol base en muchas federaciones y las ideas erróneas dadas como verdades absolutas en el mundo del fútbol; son algunas de las causas que originan la crisis actual de nuestra profesión. Una realidad que debe ser modificada en beneficio de nuestra tarea como educadores. Principalmente para proteger el presente y el futuro de nuestros jugadores y del deporte. Debemos ser conscientes de que sin el trabajo de verdaderos formadores en el fútbol base, no hay futuro para muchos proyectos de jugadores con talento y, por ende, tampoco para el fútbol como deporte. Los niños y jóvenes necesitan desarrollar sus dones bajo la tutela educativa de una persona capacitada. Poseedora de una serie de cualidades personales y profesionales que aseguren el éxito de su camino formativo. En ese sentido es necesario decir que todas las personas que trabajamos como profesores debemos tener claro cuál es nuestro rol y cuáles son nuestros objetivos. Involucrarnos en esta profesión desde la idea de que somos docentes, cuya meta será la de educar a nuestros alumnos como personas y jugadores de fútbol. Por todo lo expuesto, he decidido realizar mi pequeño aporte sobre el tema, presentando este libro a modo de guía, con las veinticinco claves que considero necesarias para afrontar la difícil pero fascinante función de ser un verdadero formador de fútbol. Persiguiendo la única intención de llevar a la reflexión a los diferentes actores que conviven en el mundo del fútbol. Especialmente a todas aquellas personas que tienen relación directa con el fútbol formativo. Espero, estimado lector, que le resulte útil. Que lo disfrute.

    Pontevedra, 25 de octubre de 2018.

    Capítulo I. Claves Personales.

    Toda persona posee unas cualidades personales que lo hacen único. En nuestro caso esas cualidades deben ser ejemplares, dado que a la hora de convertirnos en formadores marcarán de manera determinante nuestro desempeño. Un docente que se haga cargo de un grupo de alumnos para enseñarles cualquier actividad debe tener claro su cometido. Entender lo que representa para sus educandos como ejemplo, guía, modelo y autoridad. Debe tomar conciencia de sus responsabilidades. Las mismas van mucho más allá de la mera enseñanza de una actividad. En nuestra profesión esas obligaciones incluyen transmitir al jugador valores morales, propiciar el desarrollo de sus aspectos físicos, técnicos-tácticos, psicológicos, cognitivos y sociales. Además, deberá generarle sentido de pertenencia, no solo hacia el club, escuela o academia a la que acuda, sino también hacia el fútbol y el deporte en general. En muchos lugares nuestro deporte llega hasta donde no lo hace el estado, convirtiéndose en la única actividad saludable a la que pueden aspirar los niños. Erigiéndose en esperanza de futuro para miles de ellos. en esos sitios, el formador cumple muchas veces la función de padre sustituto, de guía espiritual, de tutor, de sostén económico-social y de maestro de la vida. Imaginemos por un instante la responsabilidad mayúscula que eso significa. La tarea titánica que deben emprender colegas formadores en esos lugares. Definitivamente no es para cualquier advenedizo que de buenas a primeras quiera asumir esa tarea. Se necesitan unas características personales especiales. Es por ello, que entre las claves personales que considero determinantes para asumir todas estas obligaciones figuran: la vocación, la imagen, los valores, las habilidades sociales, el liderazgo y el autocontrol.

    Clave #1: Vocación.

    Vocación: Inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo.

    El verdadero formador tiene vocación para ser educador de personas y jugadores de fútbol.

    La vocación es esa llamada interior que la persona suele descubrir en un momento de su vida y que la inclina a dedicarse a una u otra profesión. Para ser formador hay que tener vocación. Es innegociable. Es fundamental. En mi caso la descubrí cuando era niño. Ayudando a mis dos hermanos menores a aprender a jugar a la pelota. Descubrí que me llenaba el corazón de felicidad verlos avanzar en el aprendizaje. Con 30 años se me presentó nuevamente la posibilidad de ayudar a otros a aprender a jugar al fútbol. Nuevamente sentí esa sensación de satisfacción por ser útil al desarrollo de otras personas. Más aun tratándose de niños. En esa época comprendí que mi vocación era ser formador. Era el trabajo que me hacía feliz. Enseñar algo y que el otro lo aprenda, lleva implícita una experiencia humana como pocas actividades laborales pueden ofrecer. Es gratificante ayudar a otros seres humanos de esta manera. Verlos crecer

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