Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Leonel: La historia del ídolo azul
Leonel: La historia del ídolo azul
Leonel: La historia del ídolo azul
Libro electrónico252 páginas6 horas

Leonel: La historia del ídolo azul

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En la zurda de Leonel encontramos lo más glorioso del fútbol chileno.
Fue tan grande que, después de más de 45 años alejado de las canchas, aún es recordado por los hinchas de la U y por los seguidores de nuestro deporte popular.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2018
ISBN9789563383812
Leonel: La historia del ídolo azul

Relacionado con Leonel

Libros electrónicos relacionados

Biografías de deportes para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Leonel

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Leonel - Jorge Salas Martínez

    978-956-338-408-6

    Prólogo

    ¿Por qué Leonel?

    Tengo la suerte de haber sido periodista deportivo y haber trabajado por cerca de 40 años en lo que más me gusta, lo que me permitió conocer a muchos personajes inolvidables que, en su momento, fueron trascendentes en la historia del fútbol nacional e internacional.

    Uno de ellos fue Luis Álamos. Un maestro. Formador. Certero en sus apreciaciones y guía de muchos jugadores y técnicos a lo largo de su vida.

    Oiga, jefe, nosotros no tenemos tradición. No respetamos a nuestro jugadores y técnicos, ni siquiera a aquellos que son parte importante de nuestra historia, decía a quien lo escuchara. Y lo repetía siempre, con mucha razón.

    Siendo reportero conocí personalmente a Enrique Cua Cuá Hormazábal cuando era el técnico de Santiago Morning, y al que había visto jugar en el ocaso de su carrera. Un tipo sencillo, humilde, pícaro y bueno para la charla. Fue así como entablamos una buena relación, hasta que un día me dijo que podríamos escribir un libro sobre su experiencia en el futbol chileno.

    Tengo tantas cosas que sé y que contar…, decía, e insinuaba que cuando lo hiciera habría muchos personajes, especialmente dirigentes, que lo iban a pasar mal.

    Por supuesto que con mucho entusiasmo repliqué afirmativamente. Imagínense, tener la suerte de escribir sobre uno de los mayores astros que ha tenido el fútbol chileno era lo máximo. Pasaba el tiempo, siempre hablábamos de escribir, pero nunca concretamos, a pesar de que muchas veces lo insté a iniciar el proceso. Cuando yo hable…, decía, pero todo quedaba ahí y nunca se concretó nada. Pero claro, esto fue como una espina clavada para mí, hasta ahora.

    Otra de las razones que me motivó a escribir sobre Leonel Sánchez, además de la admiración que me provocó como jugador, es ver que muchos colegas lo ignoran cuando hablan sobre los mejores astros que ha tenido nuestro fútbol. Pero Leonel, así a secas, fue tan grande que, como muchos cronistas dijeron, llegó a perder su apellido. Todo el mundo llegó a conocerlo y ubicarlo solo por su nombre. Si hasta se llegó a decir, con justicia, que la selección la formaban Leonel y diez más.

    Hasta ahora, porque curiosamente apareció otro Sánchez al que se le ubica solo por su nombre, Alexis.

    Comparar es un recurso legítimo usado en distintas actividades, de la que no escapa el deporte por el atractivo que provoca en el público, ya que generalmente causa polémicas.

    Al comparar en el fútbol vemos, por ejemplo, que actualmente tenemos varios referentes y que la mayoría juega en Europa, lo que es positivo y grato, pero cada generación tiene su época y su realidad.

    En estos últimos años se habla mucho de los logros de la actual Selección Nacional de fútbol, los que todos celebramos por cierto, pero creo que habría que poner las cosas en su justo lugar, porque se ha caído en la injusticia con otros planteles y también con exjugadores que han defendido la Roja. Sin ir más lejos, está aquel plantel que nos llevó al tercer lugar en el Mundial efectuado en nuestro país.

    Lograr el título de Campeón de la Copa América me llena aún de alegría, lo mismo que haber revalidado el título con la Copa Centenario, pero –con todo respeto– creo que no se puede contrastar con haber sido terceros en un Mundial. Se podría decir que ganar la Copa América era una tarea pendiente, como también lo es igualar y, ojalá en un futuro próximo, superar esa marca que nos dejó la Roja del 62.

    Por eso estimo que cuando la comparación es entre contemporáneos es válida, pero que en muchos casos cuando se coteja con situaciones, equipos, selecciones y astros del pasado se suele caer en la parcialidad, porque en el caso del fútbol –y también en otros deportes– no se toma en cuenta la realidad existente entre lo actual y lo que había en otras épocas.

    Cada cosa en su tiempo y su realidad. Para el fútbol y otras disciplinas deportivas esto vale. A fines de los 50 y en los años 60, cuando brilló Leonel y la selección alcanzó la mejor ubicación de la historia en un Mundial, no había rankings ni fechas FIFA.

    El progreso, en todo tipo de cosas, especialmente tecnológico, hace que las diferencias sean, en muchos casos, abismantes. Solo un ejemplo: recién en el Mundial del 62 llegó la televisión a nuestros hogares.

    La luz de los estadios, en esos años, no era lo que es hoy. Esto queda de manifiesto en que los pocos registros gráficos del fútbol jugado de noche que se pueden encontrar, no son óptimos.

    Por otra parte, ¿qué niño empezaría a jugar hoy con pelota de trapo? Ninguno, evidentemente. Es más, hay generaciones que no saben qué es una pelota de trapo, pero Sánchez y sus contemporáneos empezaron así.

    Hablamos de que antes el fútbol era más lento y es así, pero tampoco podemos pensar que pudo ser más rápido si las pelotas eran de cuero y pesaban más. Piensen ustedes en estos balones y el peso que adquirían cuando llovía y a su cuero se adhería barro. Aun así el remate de Leonel era mortífero y los rivales trataban de evitar que les diese de lleno.

    Hoy las pelotas son diferentes y livianas, gracias a la tecnología todo ha ido cambiando y es bueno que así sea, pero no seamos injustos con los futbolistas de antaño. Si hasta la vestimenta de los jugadores es distinta para que puedan desempeñarse con mayor comodidad.

    Para qué decir de los zapatos de fútbol. Con el paso de los años han experimentado cambios importantes, antes eran de cuero, más pesados y con toperoles que muchas veces se incrustaban en la suela. Cuando los zapatos eran nuevos, los jugadores se los pasaban a los muchachos de las series inferiores para que los amansaran. Hoy los profesionales cuentan con botines hechos a la medida, súper livianos y cómodos, lo que está bien, todo lo que permita un mejor desempeño –salvo métodos ilícitos– es bienvenido.

    Todo esto, sin considerar que los programas dobles de los partidos que se hacían los fines de semana eran en horarios de 13:30 y 15:30 horas. Solo las liguillas y finales se realizaban en horarios nocturnos, además de los torneos internacionales (hexagonales) que eran con programas triples se jugaban a las 18:00, 20:00 y 22:00 horas.

    Hoy los técnicos y los jugadores se preocupan de todos los detalles, incluso del largo del pasto. Se sabe, por ejemplo, que Marcelo Bielsa invitaba al encargado de cortar el césped del Estadio Nacional a Pinto Durán para que le diera el mismo largo, a fin de que los jugadores no se encontraran con diferencias cuando jugasen. En cambio, cuando yo empecé en el periodismo deportivo pude observar en muchas canchas de entrenamiento que para cortar el pasto usaban un grupo de ovejas.

    Si existen cambios en las camisetas, en la ropa deportiva y hasta en los palos de los arcos, no es posible comparar épocas distintas en el deporte, jugadores ni clubes.

    Sin ir más lejos de aquel Mundial del 62, que nos llenó de orgullo, hubo dos de los cuatro primeros países en el torneo, que desaparecieron: Checoslovaquia (vicecampeón) y Yugoslavia (cuarto) y dieron paso a otros estados. Esto sin contar a la Unión Soviética, que también participó en dicho torneo.

    La relación entre los jugadores también ha cambiado mucho. En la época de Leonel había mucha rivalidad, tal como ahora, pero esta se terminaba una vez finalizados los 90 minutos, porque había más amistad y camaradería. Yo agregaría que había más hidalguía. Lo demuestra lo sucedido cuando la U ganó la Copa Sudamericana y muchos la compararon con la Copa Libertadores de América, que obtuvo Colo Colo.

    Manuel Rodríguez Vega, que también fue del Ballet Azul y más tarde técnico de la U, comentó acerca del tema que esta Copa (la Sudamericana) no se gana para sacársela en cara a ellos (los albos) y a continuación mencionó algo que pasó prácticamente al olvido.

    Cuando Colo Colo se quedó con la Copa Libertadores, en 1991, al otro día, nosotros (los de la U) fuimos a saludarlos. Los muchachos se habían vestido para entrenar y yo ordené trasladarnos en nuestros autos a Pedrero, donde quedaron todos sorprendidos, desde los porteros hasta (Mirko) Jozic y jugadores, pero correspondía felicitarlos, acota que incluso hubo unas palabras de reconocimiento por el logro del Cacique.

    En cambio, hoy en día estas demostraciones son prácticamente inconcebibles.

    Por otra parte, pienso que como Leonel no hubo ni hay otro jugador en el país. Es cierto que nunca fue un puntero rápido, pero tampoco era lento. No fue un jugador completo, pero su importancia y trascendencia en la U. de Chile y en la selección dejaron una huella imborrable que, creo, aún no ha sido superada y todo gracias a su zurda y remate mortífero.

    Le faltó jugar en el extranjero, es cierto, pero no lo hizo por una cosa de principios, como quedó demostrado cuando fue al Milán y no se quedó, a pesar de que económicamente le convenía, porque quisieron engañarlo. Esta razón es más que destacable, y lamentablemente es algo difícil de encontrar en el fútbol actual. Tal vez si se hubiese quedado en Italia no habría tenido la trascendencia que alcanzó en el país, porque en aquel tiempo no existía la reglamentación actual de la FIFA, de que los clubes deben ceder a los jugadores seleccionados a sus federaciones para los partidos o torneos que ese organismo tiene bajo su tuición.

    Recordemos que para el Mundial del 74, en Alemania, se debió negociar con el Inter de Porto Alegre, para lograr la participación de Elías Figueroa en la selección chilena y con el club mexicano el América por Carlos Reinoso y Osvaldo Castro, con el Español por Juan Rodríguez y con el Cruz Azul por Alberto Quintano.

    Leonel fue un jugador tan trascendente en la U y nuestro fútbol que los hinchas sabían que estando él en la cancha se podía esperar que sucediera cualquier cosa, como empatar o ganar en el último segundo. Su zurda era mortal para los arqueros o bien sus centros encontraban a Carlos Campos, que no perdonaba en el juego aéreo. Además, era algo así como el defensor del pueblo, como señaló Alberto Fouilloux, ya que no permitía que nadie agrediera a un compañero. Claro que esto y su ímpetu muchas veces también lo vistieron de villano.

    Sin embargo, poniendo todo en una balanza, lo bueno realizado por Leonel supera largamente las cosas malas que hizo a lo largo de su carrera.

    Esa y otras más fueron las causas que me llevaron a escribir sobre Leonel Sánchez, la mejor zurda de la historia futbolística del país y si no es el jugador más importante de la Roja, pega en el palo, como decía un colega. Y es que la frase Leonel y diez más, fue solo el reflejo de una realidad, que perduró por muchos años en el devenir y formación de la Selección Nacional.

    Leonel, además, fue el líder del mejor equipo de club que yo vi siendo niño y después adolescente, y cuya hegemonía se prolongó por diez años, el famoso y mítico Ballet Azul.

    Cápitulo 1

    El niño Leonel

    "Miren. Ese joven que va ahí es Leonel Sánchez, el nuevo crack de la U.".

    Las palabras del tío Chino (Hernán Salas) iban dirigidas a mi hermano Tito (Víctor), menor que yo por poco más de un año, y a mí, que debo haber tenido 9 o 10 años. No recordamos si fue en el Estadio Santa Laura o Independencia (hoy ya no existe, pero fue el primero que tuvo la U. Católica muy cerca del recinto de los hispanos), pero sí estamos ciertos que esa tarde se disputaba un programa doble, como era tradicional en aquel tiempo.

    El tío veinteañero era el que nos llevaba al estadio a ver los espectáculos deportivos y al fútbol que era el predilecto nuestro, que ya pichangueábamos todos los días con nuestros amigos, en la calle, allá en el barrio San Ignacio con Pedro Montt, primero, y después en la población Dávila (Reumén, entre Petrohué y Melinka).

    Lógicamente nos fijamos en el joven que se paseaba solo por un pasillo del estadio, al que no tenían acceso los hinchas, en el descanso del primer partido que se disputaba. Parecía un adolescente, con cara de niño casi, mediana estatura y delgado. Se veía tranquilo y nada delataba su naciente fama debido a sus condiciones futbolísticas. Allí nació primero mi interés y posteriormente mi admiración por el puntero izquierdo de la U., que llegó a ser uno de los mejores futbolistas chilenos de la historia, el mejor zurdo de todos los tiempos; tal vez, el jugador más importante que ha tenido nuestro fútbol, a nivel de selección, hasta ahora. Y, seguramente, el máximo ídolo de la Universidad de Chile.

    Leonel Guillermo Sánchez Lineros nació el 25 de abril de 1936, en Santiago. Se le considera el líder de la Selección Nacional, tercera en el Mundial de 1962, realizado en nuestro país, en el que fue goleador y formó parte del equipo ideal de aquel torneo.

    Es el tercer hijo de María Lineros y de Juan Sánchez, que fue vicecampeón sudamericano de boxeo. Olga, es su hermana mayor, en tanto que su hermano Raúl falleció aún siendo niño.

    En Chile, el mismo día del nacimiento del crack azul, Santiago Morning enfrentaba a Gimnasia y Esgrima en un encuentro internacional de carácter amistoso, en los Campos de Sport. El cuadro bohemio fue importante en un período de la niñez de Leonel. Ese año Audax Italiano logró su primer campeonato.

    ***

    En esos tiempos, ya brillaba con luces propias la mejor tenista nacional de la historia, Anita Lizana, que fuera campeona nacional desde 1930 al 1934 cuando el país era gobernado por Arturo Alessandri.

    Por otra parte, en junio del año 36, año bisiesto, se produce la Guerra Civil Española, en la que Francisco Franco derrotó a los republicanos, imponiendo un régimen totalitario. El mundo estaba sumido en la Gran Depresión, que se había iniciado en 1929 y a la que los economistas aún le buscaban salida. El nazismo se había hecho fuerte, lo mismo que el fascismo italiano, que cayó el 40, al comenzar la Segunda Guerra Mundial. Ese mismo año Charles Chaplin rodó la película Tiempos Modernos.

    ***

    La historia deportiva de quien llegó a ser el máximo ídolo de Universidad de Chile se remonta a su abuelo, Francisco Sánchez, un zurdo aficionado y muy bueno en la rayuela, al punto que lo apodaban El buen tejo, además le gustaba el boxeo, aun cuando no lo practicó, era asiduo a las veladas que se realizaban en su barrio en el teatro Condell, allá por los años veinte, y junto a él iba su hijo Juan, que terminó por sentir la atracción del deporte de los puños y fue campeón de Chile y vicecampeón sudamericano.

    Leonel vivió sus primeros años cerca de Bustamante con Santa Isabel, en el gimnasio de la Federación de Boxeo, del que su padre fue el cuidador. Después, la familia se trasladó a la población Chile, en la comuna de San Miguel (hoy San Joaquín), debido a que la empresa Papelera, donde su progenitor fue obrero y después empleado y chofer, le cedió una casa. Este conjunto habitacional está ubicado en Vicuña Mackenna con Juan Sebastián Bach. Leonel vivió en Guido D"Arezzo 3072 (calle dos) con Sebastián Bach, según cuenta.

    –Nosotros nos fuimos a la población cuando yo era chico –dice Leonel, añadiendo que estuvo ahí hasta los 35 años y que Jorge Toro, el que fuera astro de Colo Colo, vivía en Sierra Bella, a pocas cuadras, de manera que fueron vecinos y amigos de barrio.

    Si bien el astro de nuestro fútbol proviene de una familia humilde su infancia y adolescencia fueron felices.

    Como prácticamente todos los chicos de su edad vivía jugando en la calle, al trompo, las bolitas y, especialmente, jugando a la pelota con sus amigos, uno de los cuales aún conserva, Juan Bahamondes, con el que mantiene una relación fraternal.

    Así como Leonel tendrías que haber sido tú… saliste más malo para la pelota, le decía el padre, que jugó en Colo Colo, a su amigo.

    –Y me quería mucho. Juan es como un hermano para mí –narra Leonel, que hasta hace poco (antes de cumplir los 80 años) iba a la población a compartir con sus amigos.

    El zurdo le sacaba, a escondidas, las medias a la mamá y, con los amigos, juntaba huaipe (aglomerado de tela usado para limpiar) de los camiones de una empresa lechera cercana, para hacer pelotas de trapo y jugar. Según Leonel, estas quedaban redonditas, las cosían y asegura que incluso daban bote.

    –Las paredes las hacíamos con la cuneta. En la vereda jugábamos a hacer goles de cabeza –recuerda.

    Leonel era feliz jugando con sus amigos, pero a veces esto no terminaba tan bien, como era de esperar.

    Cuenta que una vez que jugaba cerca del gimnasio, donde su padre se encontraba entrenando, al fragor del partido otro niño más grande le propinó un golpe de puño y lo dejó llorando. Se fue al gimnasio e ingresó justo cuando su padre había terminado su entrenamiento y bajaba del ring, y lo llamó.

    Oye, Leonel, ven, ¿qué te pasó que vienes llorando?.

    Le contó lo sucedido y junto a su papá fueron a donde se seguía disputando la pichanga. Juan la suspendió y al agresor de su hijo le preguntó si quería pelear con Leonel y este respondió afirmativamente, seguramente pensando que si ya le había pegado una vez y era más grande, no tendría problemas en repetir lo sucedido, pero ante su sorpresa esta vez Leonel fue quién lo dejó en medio de las lágrimas. Ahora fue el otro niño el que regresó con su padre, al que Juan Sánchez le manifestó que solo se trataba de cosas de niños y que sería absurdo que ahora pelearan los grandes.

    Porque seguramente mañana ellos van a ser amigos, expresó y, afortunadamente, ahí finalizó el incidente.

    Es que su

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1