Asegura un antiguo dicho criminológico que «no existe el crimen perfecto, sino las investigaciones imperfectas». Y aunque tal sentencia sea cierta, lo que no explica es qué debe entenderse por investigación imperfecta, ya que podemos tender a creer que es exclusivamente aquella en la que la falta de pericia de los investigadores imposibilitó esclarecer correctamente el caso, y la verdad es que no siempre ocurre esto.
En ocasiones, es la astucia de los criminales la que impide ese buen final, bien porque han conseguido ocultar su rastro y su identidad o, simplemente, el móvil que les llevó a actuar. Y, en otras, son las circunstancias que rodean al crimen las que lo enmarañan todo, con poderosos personajes en la penumbra, oscuros intereses políticos o económicos que aconsejan no avanzar en las pesquisas… En la historia de España existen ejemplos de todo lo comentado aquí. Asesinatos aún no resueltos en los que la mayor parte de las víctimas no eran ciudadanos de a pie, sino altos mandatarios, conquistadores, políticos y futuros jefes de Estado. La Justicia aún tiene una deuda con todos ellos.
¡PRIM HA MUERTO!
Lo que más asombra de este episodio fue que el propio general conocía que algo se tramaba contra su persona. Así se lo habían comunicado su hombre de confianza, Ricardo Muñiz, y el diputado republicano Morayta, y ambos le aconsejaron que variara su itinerario habitual la misma tarde del atentado.