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Hambre Profana 2
Hambre Profana 2
Hambre Profana 2
Libro electrónico56 páginas40 minutos

Hambre Profana 2

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ADVERTENCIA: Esta historia contiene escenas de extrema violencia y gore. No es recomendable para gente impresionable o que se ofenda fácilmente. El lector queda fuertemente advertido.
El hambre sólo es amigo de quién lo alimenta… Piermont, Nueva York. Invierno de 1997.
Chloe Grant es una prostituta drogadicta y sin hogar. Luego de ser hospedada por Willem Tenner, un soltero amable y tímido que trabaja en un videoclub, Chloe se encuentra en medio de una batalla entre dos monstruos inmortales. Chloe hereda la mordida que jamás se cura. “De eeuwige honger”, el hambre eterno. Confiando en un diario que ha dejado Willem para guiarla, Chloe ahora debe alimentar al monstruo en su interior.
Hambre 2 es la secuela de Hambre.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento19 sept 2019
ISBN9781071509807
Hambre Profana 2

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    Hambre Profana 2 - Terry M. West

    Este cuento está dedicado para un maestro del horror, pionero, y un héroe personal, George A. Romero. Nunca habrá otro como él. 

    Y para Matt Molgaard, un artista, escritor, reseñador, luchador, un soporte, y amigo que se fue demasiado pronto. Matt lo dio todo, tanto para los creadores de terror menos conocidos como para los más grandes. El género del horror perdió a un gran amigo. Q.E.P.D muchacho.

    La panza es desagradecida, nunca recuerda los favores pasados, y siempre quiere más al día siguiente.

    Aleksandr Solzhenitsyn

    1.  Yo Como Caníbales

    ––––––––

    Diciembre 27, 1997

    Piermont, NY

    Un hombre de una sola pierna me besó en mis sueños. Y me levanté hambrienta.

    Su nombre era Michal Dott. Llegó mientras me retorcía de dolor en el pequeño colchón de aire de Willems. Mi cuerpo se estremecía y mi ropa se empapaba de sudor. Era una adicta al crack. Y había pasado demasiado tiempo sin consumir. 

    Pobre pequeña, dijo él, apareciendo y mirándome con simpatía. Se apoyó sobre su muleta y sacudió la cabeza. 

    ¿Quién eres? grazné yo.

    Soy Michal. Un amigo de Willem, dijo el hombre. Era alto y hermoso. Tenía ojos generosos y una disposición suave. Yo no tenía idea de que sería un monstruo.

    Estoy bastante mal aquí, dije yo, con lágrimas saliendo de mis ojos. 

    Me doy cuenta, dijo él, navegando hasta la cama y sentándose junto a mí. ¿Cuál es tu nombre, querida?

    Chloe Grant, murmuré yo, llena de agonía por la abstinencia. 

    ¿Qué consumes, Chloe? preguntó él.

    Mayormente, crack, admití.

    ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

    "A menos que tengas metadona, una piedra de cinco dólares, o una bala... no mucho".

    Él soltó una risa. Bueno, desafortunadamente, no tengo ninguna de esas cosas. Pero puedo conseguir una toalla mojada para tu frente.

    Se levantó y se dirigió hacia el baño. Cerré mis ojos con fuerza y luché contra las náuseas. Él regresó y presionó la tela sobre mis cejas. Ayudó. Abrí mis ojos aún calientes y lo miré. Eché un vistazo hacia su muñón. 

    ¿Qué le sucedió a tu pierna? pregunté. Necesitaba distraerme del caos dentro de mi cuerpo.

    "Alguien la comió" dijo él. 

    Sonreí, a pesar de lo que se sentía como una plaga eclosionando mis huesos. ¿Qué? ¿Estabas en un bote salvavidas o algo así? ¿Perdiste al tirar una moneda?

    Michal rió. "No. Un animal salvaje me atacó a la noche. Hace mucho tiempo. Éste mordió mi pierna, y la mordida se infectó. Los doctores tuvieron que amputarla por debajo de la rodilla".

    Lo siento, dijo, con la toalla ardiendo en mi cabeza.

    Michal se encogió de hombros. No es tan terrible. Me llevó un tiempo recuperar el equilibrio. Pero podría correr una maratón ahora. Lo que no nos mata, nos fortalece.

    Apuesto a que quién haya dicho eso no tenía un problema de drogas.

    Fue Frederick Nietzsche. Y era todo un adicto. Tenía muchos problemas de salud y se auto-medicaba para aliviar el dolor, explicó Michal.

    Sí. Eso es lo que todos decimos.

    Me gustas, Chloe. Eres afilada y tienes una fuerza que creo que subestimas.

    Soy sólo una puta con un hábito. Si no estuviese pasando por esto, te cogería a cambio de un sándwich, dije, con la agitación funcionando como un oscuro suero de la verdad.

    Todos nos prostituimos de una manera u otra. Y todos tenemos nuestros hábitos.

    Una mala ola me golpeó.

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