Piel: Parte Trece: Piel

Por Sky Corgan

Las cosas se están calentando en el calabozo. Lucian promete compensar su anterior escena traumática con Amy, y no decepciona.

Sin embargo, después de que el calor se apaga, Amy cuestiona la sinceridad de sus sentimientos una vez más. Él le dijo que ya no estaría distante, pero las acciones hablan más que las palabras.

Nivel de calor: Muy caliente.

Esta es la decimotercera entrega de una serie de episodios.

• Idioma: Español
• Editorial: Babelcube
• Fecha de lanzamiento: 6 abr 2019
• ISBN: 9781386434108

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CAPÍTULO UNO

Solo el comienzo.

Miro hacia debajo de mi cuerpo, hacia el vibrador, sabiendo que estoy completamente a merced de Lucian. Si quisiera, podría hacerme llegar al clímax hasta que no pudiera soportarlo más. Me pregunto si es posible llegar a ese punto.

―Señor ―exhalo lentamente.

―Me encanta cuando me llamas señor ―ronronea en mi oído, su dedo se desliza entre mis pliegues para volver a subir por mi cuerpo.

Espero que vuelva a palpar mi pecho, pero en su lugar se separa de mí cuando llega a mi cadera. En silencio, lamento la pérdida de su toque.

La mano de Lucian redondea mi rostro fuera de mi visión periférica. Sostiene el dial hasta mi boca y dice―: Abre.

Le doy una mirada confusa antes de hacer lo que me dice. Cuando separo mis labios, él desliza suavemente el dial en mi boca. Al instante pruebo la sal de sus dedos sobre el plástico. Me encogí un poco ante la idea de cuántos gérmenes había en esa cosa, pero rápidamente lo superé. Al menos no me está haciendo lamer sus zapatos. Con suerte, eso nunca sucederá, porque ahí es donde tengo que trazar la línea.

―Cierra ―me dice, y yo aprieto ligeramente mis dientes alrededor del dial.

Lucian coloca sus manos en mis costillas y las desliza por mi cuerpo, sintiendo mis curvas. Aunque sé que no servirá de nada, aun así meto el estómago. Mis costados están lejos de ser suaves y definitivamente no me siento sexy con él tocándome así.

―Eso está mejor. Me gusta ser capaz de tocarte con ambas manos. ―Las yemas de sus dedos regresan a mis costados, haciéndome moverme ligeramente por ser cosquilluda. Sofoco una risita y agarro el dial en mi boca aún más fuerte. De alguna manera mi lengua debe haberlo activado porque siento que el masajeador se enciende de nuevo, sin embargo, las vibraciones son tan bajas que no hay amenaza de clímax.

Las manos de Lucian se deslizan por mi caja torácica antes de sostener mis pechos. Él me tira de nuevo contra él, sus pulgares y su dedo índice pellizcan y tiran de mis pezones erectos. Un suave gemido retumba en mi garganta, y cierro los ojos, sintiendo mi núcleo estremecerse con pequeñas contracciones que parecen extenderse por la vibración del masajeador.

Inclino mi cabeza hacia un costado y me relajo contra la barra de metal detrás de mí mientras los dedos de Lucian presionan la carne acolchada de mis pechos. Puedo sentir su polla contra mi culo. Aunque está enterrado bajo capas de ropa, puedo decir que está duro. Quiero gemir la palabra señor, pero no me atrevo a abrir la boca.

Las manos de Lucian bajan por mi cuerpo otra vez, trazando el mismo camino que tomaron para llegar