Sin distinción de fronteras, épocas o culturas, las poses para hacer el amor han sido fuente de placer y goce, y el simple hecho de conocerlas ya es un estímulo sexual en sí mismo. Esto no implica caer en algunas confusiones que signaron los primeros años de la llamada Revolución Sexual -allá por finales de los años ‘50-, cuando como reacción a la represión sexual de la que se venía, los amantes empezaron a obsesionarse con los manuales de posiciones en busca de una “nueva” sexualidad, llegando a ser más importante el lograr hacerlo en determinada posición que lo que realmente se sentía a nivel de sensaciones de placer en el momento de hacerlo. Esta confusión duró muchos años, podría hablarse de décadas. No hay mejor sexo en determinada posición. Quien no sepa disfrutar de cualquier posición, no lo arreglará obsesionándose con una en especial.
Pero sí es cierto que, tomando el sexo con el sentido lúdico y de exploración que se le debe dar en función del crecimiento individual y de la pareja, la experimentación con distintas poses puede contribuir altamente a la excitación del momento íntimo.
TECNICAS CLASICAS
El misionero
La supuestamente rutinaria posición tradicional “hombre arriba mujer abajo”, más conocida como “El Misionero”, puede ser renovada en cada ocasión para potenciar el placer. Quizá su punto más flojo sea que la penetración del pene en la vagina puede no ser del todo profunda. Para mejorar esto, basta con poner bajo las nalgas de la mujer una almohada o dos. Su zona vaginal quedará abierta y expuesta en su totalidad, facilitando la entrada del pene en un ángulo que lo hará llegar a lo máspelvis.