Una Jornada Literaria Y Otros Cuentos

Por Salvador Fernandez-Vivancos

En este Volumen; -Una Jornada literaria y otros cuentos- se recopila su prosa.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 12 feb 2013
• ISBN: 9781463349585

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UNA JORNADA

LITERARIA Y

OTROS CUENTOS

Salvador Fernandez-Vivancos

Copyright © 2013 por Salvador Fernandez-Vivancos.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2013900796

ISBN:   Tapa Blanda            978-1-4633-4959-2

ISBN:   Libro Electrónico   978-1-4633-4958-5

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

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A mis padres

Ana y Salvador.

ÍNDICE

UNA JORNADA LITERARIA

LA ESCAFRANDA Y LA MARIPOSA

EL SÍNDROME DE LA CLASE TURISTA

SERPICO

LA GUERRA CERCANA

SESIÓN DE TARDE

LA VIGENCIA DE LOS MOSQUETEROS

JESÚS DE MONTREAL

A MODO DE ENSAYO

EL DERECHO EN TIEMPOS DE CRISIS

LA CLAVE

APROVECHAR EL TIEMPO O PERDER EL TIEMPO

MARK TWAIN O EL HUMOR

OTROS CUENTOS

ATTICUS FINCH

EL RELATO MÁS BELLO DEL MUNDO

CAUSA PERDIDA

SEGUNDA PARTE

MRS.

EL VERANO

RELATO VERANIEGO

OTRAS OLIMPIADAS

MONEDAS DE CHOCOLATE

EL NADADOR

DOS POEMAS

LA ISLA

AFRICA

¿DÓNDE ESTÁS PADRE?

HIMERA

UNA JORNADA LITERARIA

(Publicado en el Diario ideal de Granada 9/08/2007)

Mi reloj no funcionaba bien, al darle cuerda por la mañana observé que la ruedecilla estaba pasada. Ese ritual de todas las mañanas y de tener que llevarlo al relojero para que lo reparase, me gustó. Se parecía a un ser vivo, de vez en cuando necesitaba una reparación y todos los días un cuidado. Me alegró pensar también, que aún quedaban relojeros, en fin, artesanos que siempre te sorprenden por su conversación o por alguna ley física que se sacan del bolsillo en un mundo tan digitalizado. Mientras que el señor relojero, observaba las tripas del viejo reloj que me regaló mi padre, con ese monóculo tan fascinante, me acordé de una novela de Julio Verne. El Maestro Zacarías, aquél ginebrino tan bueno en el oficio, que había conseguido que sus relojes fueran tan perfectos como los latidos de su corazón. Sumido como estaba en mis pensamientos, me despertó la voz del entrañable relojero, dándome su diagnóstico y que ya me llamaría.

Luego pasé por Plaza Nueva cuando todavía no sale el agua por esa fuente tan internacional. Alguna paloma solitaria y despistada buscaba la foto de alguien que todavía usase una máquina antigua, de esas de carrete. Tal vez El ojo sentimental de Javier Reverte. A la altura de La Real Chancillería, no me acordé de kafka, ni de aquél relato de Jack london que se llamaba el Chinango, ni siquiera de la Tregua de Benedetti, me vino más bien a la cabeza aquel texto de Mateo 12, 14-21, que hablaba de esa otra justicia que está cuajada de esperanza.

Una parada en los italianos porque el calor es más propio del Ébano de Ryszard Kapuscinski… No me pedí un helado de lima y vainilla como en el vino del Estío de Ray Bradbury, sino una honesta horchata. En otros años, en ya muchos veranos atrás también era insoportable el calor. Paré frente a una agencia de viajes que ofertaban un crucero por las islas griegas, haciendo escala en Corfú.

Gerald Durrell y Lawrence Durrell, Mi familia y otros animales y El cuarteto de Alejandría; nunca agradeceré suficientemente a mi tío Antonio ya fallecido, el que me pasase aquél libro que seguía la mejor tradición anglosajona desde Tom Sawyer a Guillermo Brown; o que Lawrence debería aparecer entre los más grandes a pesar de la resistencia de algunas antologías.