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¡Déjame Vivir Mi Vida!
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Libro electrónico207 páginas2 horas

¡Déjame Vivir Mi Vida!

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Djame Vivir mi Vida! es un excelente relato donde la evidencia seala el infortunio padecido por una joven campesina que vivi su mocedad, dulcemente protegida por su idolatrada madre. A la vez se descubren las vivencias de la joven en su pubertad y en sus tribulaciones, adems en sus primeros pasos en el crculo real de mujer de libre albedro.

De ms est contar que el mundo que le toca vivir a todos est plagado de sinsabores y en constante desafo para desentraar. Con estas exposiciones queda claro a los progenitores la importancia de una educacin integral, para los hijos desde la temprana edad. La enseanza, como sobrevivir a la cruda realidad de la jornada, y en su oportuno tiempo asirse de lo aprendido en su infancia en el hogar.

Es una aventura verdica, que se desnuda a la advertencia prctica para cualquier progenitor, que les puede suceder en el futuro a sus hijos, si no poseen una solida auto estima y coraje ante las constantes adversidades del trajn diario. Ademas cuando llega el momento sublime de abandonar la morada de crianza, y desplegarse las alas y volar hacia un nuevo amanecer. De esa manera llega el instante soado por los hijos y odiado por los padres. Que es inevitable la circunstancia como la propia muerte.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento19 jun 2012
ISBN9781463330736
¡Déjame Vivir Mi Vida!
Autor

Victor Enríquez

Victor Enríquez, nació en la ciudad de Coronel Bogado, (Itapuá) Paraguay. A la edad de 8 años empezó a escribir su primera poesía a la maestra, y después siguió escribiendo en pedazos de papel para más tarde completarlos. A su temprana edad paso a vivir en Asunción, la capital del país donde dio por cumplido su obligación cívica, pero sin dejar de escribir. En Buenos Aires, Argentina, cursó la especialidad de Construcción de Edificios, que le sirvió para mantenerse económicamente, sin dejar de escribir hasta completar los libros “La Isla de Togo-Togo”, “Dina” y “El huerfanito.” En New York, adquirió la Licencia de Construcción de Edificios de donde formo su propia empresa, pero siguió escribiendo sus novelas hasta completar los libros “Vigilante de Cuadra”, “El hermoso Rey de Gualantu”, “Déjame Vivir mi Vida” y “Avelín de Coronel.” Unos años después se fue a vivir en Miami, donde está radicado hasta el día de hoy. Aquí escribió “La Cantuta de Trifona” y “El Castillo de Pelagio y Catrina.” Además escribió “Ensayo y Crítica Literaria” para ayuda profesional, que pasó por consideración en el Ministerio de Educación y Cultura en Asunción, Paraguay, en el año 2004, por su posible implementación en los estudios del alumnados.

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    ¡Déjame Vivir Mi Vida! - Victor Enríquez

    PRÓLOGO

    ¡Déjame Vivir mi Vida! es un excelente relato donde la evidencia señala el infortunio padecido por una joven campesina que vivió su mocedad, dulcemente protegida por su idolatrada madre. A la vez se descubren las vivencias de la joven en su pubertad y en sus tribulaciones, además en sus primeros pasos en el círculo real de mujer de libre albedrío.

    De más está contar que el mundo que le toca vivir a todos está plagado de sinsabores y en constantes desafío para desentrañar. Con estas exposiciones queda claro a los progenitores la importancia de una educación integral, para los hijos desde la temprana edad. La enseñanza, como sobrevivir a la cruda realidad de la jornada, y en su oportuno tiempo asirse de lo aprendido en su infancia en el hogar.

    Es una aventura verídica, que se desnuda a la advertencia práctica para cualquier progenitor, que les puede suceder en el futuro a sus hijos, si no poseen una solida auto estima y coraje ante las constantes adversidades del trajín diario. Ademas cuando llega el momento sublime de abandonar la morada de crianza, y desplegarse las alas y volar hacia un nuevo amanecer. De esa manera llega el instante soñado por los hijos y odiado por los padres. Que es inevitable la circunstancia como la propia muerte.

    El Autor

    CAPÍTULO 1

    Ana Belén fue una joven que vivió bajo el amparo de sus padres hasta sus veintidós abriles. Era la niña mimada del hogar, y que fue la razón de su felicidad. Ademas fueron criadas en una humilde familia campesina, y así la muchacha recibió amor y cariño constante.

    Su vida transcurría en una espantosa rutina, pero Ana Belén confesaba en su interior que ansiaba descubrir el mundo más allá de las fronteras de su humilde pueblo.

    Hasta que un día quedó gratamente sorprendida por una carta de su amiga desde Nueva York, y movida por la curiosidad leyó con gran agitación. Porque anhelaba saber cosas diferentes de las que ella estaba acostumbrada a tener desde su temprana edad. Pues deseaba enterarse sobre todo de algo nuevo, diferente, lo exquisitamente extraño a su mundo ya conocido.

    Por eso en aquel momento se pasó leyendo la excitante carta de invitación, después de memorizarla de principio a fin, se imaginó en su mente muchas cosas bellas.

    Aquélla carta había cambiado por siempre la mente joven y mal criada de Ana Belén, ya no sería la misma en el futuro, sus sueños se despertaron para una nueva vida y de una mente creadora, y que jamás abandonarla.

    Más tarde la joven llamó a sus padres para enseñarles el mensaje de su amiga Laura Isabel, una muchacha conocida por ellos y vecina muy cercano de la localidad donde ambas nacieron:

    —¿Hija mía, porque tanta alegría? Y tu rostro está iluminado de felicitad. -Pregunta su progenitor recién llegado del campo tras una dura jornada laboral.

    Pero la mirada de fiera de su progenitora a su hombre, le incriminaba su falta de apoyo en un momento aflictivo y de difícil de soportar. Después de que fue leída la carta en presencia de todos vino la lluvia de consejos familiares.

    Uno de los hermanos de Ana Belén decidió dar a conocer su opinión al respecto y dijo:

    —Madre, ¡Qué bueno sería esto! Primero que vaya Ana Belén y después quizá todos las sigamos, porque la vida en el campo cada día se pone más dura. -Ademas el joven sentía verdadera angustia y cansancio por la vida de campo y el trabajo duro de cada día en las granjas.

    Aunque nadie de los presentes contestó al lamento del joven en ese momento. Después como no había nada más que tratar, cada uno se fue a sus respectivos obligaciones.

    Pero Ana Belén quedó impactada por una fuerza mayor que su propia voluntad y su imaginación desbordaban exaltaciones. Por eso no podía escuchar a nadie más desde aquél momento. Estaba hastiada de todo, le molestaban hasta los pobres animales domésticos que la rodeaban.

    Por esa causa más tarde quejándose dijo a su madre y hermanos presentes de haber pasado sus veintidós años de edad en una total miseria y soledad.

    Sentía haber vivido a lo largo de esos años en una oscura prisión religiosa. Así mismo les pidió que la dejaran tener sus propias experiencias y que no le dilataran más sus deseos de valerse por sí misma.

    Estaba harta de sentirse necesitada de un protector para poder sobrevivir en cualquier circunstancia.

    En ese momento con euforia les dijo:

    —¡Déjenme Vivir mi Vida! Por favor les pido que me dejen vivir. -Nadie dijo nada en esos momentos.

    Silencio en absoluto, porque nadie le pudo contestar nada por esa imploración que brotó desde lo más profundo de su alma. Aunque la tenaz resistencia de parte de su madre continuaba y eso molestaba mucho a Ana Belén.

    Y ella le reprendió en su egolatría, diciendole:

    —¿Qué guardas en tu corazón madre? Para que no quieras que yo me vaya con mi amiga. -Y siguió diciendo:

    —¿Acaso te contaron algo malo de ella o viste alguna indecencia en la vida de la pobre Laura Isabel? Ademas les estoy notificando también, aunque sea muy desafortunada la noticia para todos, ya tengo en mi mente una imagen de lo que quiero ser, donde fuera que me vaya. -Dijo así la joven, mostrando por primera vez ser dueña de un carácter fuerte con sus propias decisiones.

    Muy sorprendida queda su madre Ana María por la respuesta y el cambio anímico de su hija.

    Pero la madre no podría soportar ver perderse por la vida a su única hija, y deambulando tan cruelmente después que ella con tanto trabajo y cariño la educó en su infancia.

    Dolorida le respondió con compasión:

    —¡Hija mía! ¿Cómo respondes así a tu madre? Sabiendo muy bien que eres mi única hija adorada. También sabes que sufro del corazón para qué me conteste de esa manera tan cruel. -Acto seguido, la madre apretó su cabeza con sus manos y siguió quejándose ante ella. Porque quería ademas mostrar toda su angustia y su sufrido rostro de madre impotente.

    Y siguió diciendo:

    —¡También no quiero ni pensar hija mía! Ver cumplirse tus deseos de remontar el vuelo para donde sea. Y no me digas nada más, porque me enfermaré por el resto de mi vida por el desprecio de una hija. -Después se cubrió el rostro con el manto rojo que traía y lloro con amargura.

    Cuando terminó de quejarse uno de sus hijos que también estaba ahí presente trató de apaciguar el tenso momento. Su nombre era Ignacio pero más bien se le conocía como Pícaro y dijo:

    —¡Madre! ¿Qué tienes? Por qué no quieres dejar a mi hermana Ana Belén probar su suerte con algún trabajo oh un hombre rico. Y más luego te podría dar un nieto rubio de ojos azules y cambiar así el color del campo por algo mil veces mejor. -Al parecer el comentario de Pícaro le pareció un chiste de mal gusto a la madre.

    Aunque las consideraciones del joven aún no habían terminado y continuo diciendo:

    —¡Madre! No estás viendo que nosotros, los hijos varones sólo te podemos dar nietos morenos y pobres como las ratas de campo. -El muchacho no soportó la risa por su comentario y luego viendo que poco podía hacer para revertir la situación se retiró de ahí.

    Entonces don Alejandro que estaba escuchando todo, bajo la mirada de vergüenza que tenían, pregunta a la muy sufrida madre:

    —Ana María ¿Acaso no me tienes a mí? Y a los demás hijos menores. -Pero ella ya tenía con las palabras de Ignacio el primer motivo para envolverse en ira. Y ahora con la pregunta de su muy querido marido no pudo contener su rabia y dijo gritando.

    —¡Cállense manga de inútiles! Porque no saben lo que ella significa para mí. También a callarse todos por favor, antes que me muera aquí por culpa de ustedes. -Y para demostrar su gran angustia, la madre se puso a sollozar amargamente ante ellos y diciendo.

    —¡Dios mío! Ni me quiero imaginar también verle a mi única hija tomar un avión y volar como un pájaro para la gran ciudad de Nueva York. ¡Dios mío, que locura! -Y siguió llorando a voces. Entonces les respondió uno de su hijo mayor de nombre Saúl y les dijo:

    —¿Qué tiene de malo madre? Si ella ya tiene su mayoría de edad y necesita hacer su propia vida como cualquier otra mujer adulta. -Pero las lágrimas y las miradas angustiadas de todos, enturbiaban aún más el ambiente.

    Sin embargo el padre no quiso desanimar a la joven y emprendió un contraataque diciendo:

    —¡Deja Ana María! Nuestra hija, porque ella necesita vivir su vida, practicar sus propias experiencias como mujer adulta que ya es. -Pero los nervios traicionan a la desconsolada madre, y no podía capitular ante la hija, por eso le contesta duramente ante el asombro de todos.

    Diciendole:

    —¿Hablas, así inútil? Porque nunca la tuviste en el vientre como yo. Cállate antes de que me enferme y muera de un infarto cardiaco. Y recién ahí creerán lo que estoy diciendo ahora. -Todos ellos quedaron asombrados ante la respuesta amenazadora de la madre.

    También Ana María nunca fue compatible con los pensamientos de nadie, y mucho menos cuando se trataba de un cambio de conducta o elección, y ni se hable de su hija Ana Belén que la tenía dopada por el miedo y las viejas tradiciones del apego religioso.

    Por eso le solía decir su propia hermana mayor:

    —¡Ana María! No protejas demasiado a tu hija, porque le estás haciendo daño con la devoción enfermiza que les practicas. -Pero Ana María seguía chantajeando y desconsolada trata de revivir los recuerdos en la mente de su hija antes de que la joven tome una decisión irremediable para todos y les dice:

    —¡Hija mía, escúchame por unos minutos! ¿Acaso no te acuerdas todo lo que te brindé y lo que te dediqué a lo largo de mi vida? Al principio era sólo un pedazo de carne en mi vientre y después fuiste creciendo a lo largo de nueve meses. -Aunque fue una pregunta increíble para todos quizá por eso nadie contestó a la dolorida y sufrida madre.

    Pero al minuto después el hermano menor adelantándose a todos salió en defensa de la joven y dijo:

    —¡Ma! Deja tranquila a Ana Belén para que se vaya con su amiga y ella después nos ayudará a todos a viajar a aquél paraíso terrenal. -Dijo en forma serena el joven, como respuesta conciliadora.

    Pero de pronto una indiferente Ana Belén se manifiesta abiertamente y airada sacude su cabellera imponiéndose entre ellos.

    Y considera a su padre como receptor de sus reclamos y les dice:

    —Padre ¿Recuerdas cuando eras joven y te sentías libre, sin ningún compromiso, en casa de los abuelos? -La pregunta deja en el limbo a don Alejandro. Porque cayó como una explosión al oído, ademas no sabia con que palabra les podía responder ni con ligereza ni con indiferencia y por eso calla en ese momento.

    El padre carecía de experiencia para enfrentar esos cambios y ciclos en la conducta de su hija. Se limitó simplemente a contestarle:

    —¡Sí hija mía! Nadie te puede servir de maestro en lo que estas sintiendo en tu corazón. Solamente te deseo que tomes el timón como corresponde para no resbalarte por los caminos de la vida.

    Luego poco a poco se retiraron, porque al parecer ya nadie quería estar ahí, por eso cada uno se fue retirando lentamente a sus actividades cotidianas, dejando a solas a la madre y la hija.

    CAPÍTULO 2

    Pero desde aquel momento Ana Belén se mantuvo preparándose para su partida a la ciudad de sus sueños. Pese a la gran oposición y persistentes quejas de su madre.

    Como no había otra alternativa para conseguir dinero para el viaje, ella se vio obligada a aguardar la estación veraniega para que sus padres pudieran vender los productos del campo y algunos de los animales domésticos.

    Siguiendo con los preparativos para el viaje, don Alejandro viajó con la hija para la capital, a documentarse y comprar el pasaje -ida y vuelta- para la gran Manzana.

    Ana Belén tuvo su primera oportunidad para hacer el viaje corto a la capital. Todo esto sucedía mientras su madre estaba de viaje para asistir al novenario de un difunto amigo.

    Y la ausencia de Ana María se extendió por varios días, ya que el destino era una lejana localidad. También ella fue acompañada por los integrantes de la iglesia local, por la Cofradía de las Hijas de María.

    Además la joven no quería que nadie de su barrio se enterara de sus planes de viajar al extranjero, por eso bajo absoluto hermetismo se desarrollaron los preparativos del viaje a la capital que estuvo acompañada por su padre y su hermano menor, inventando una excusa de último momento.

    Las vecinas chismosas del barrio, de igual modo ya estaban sospechando que algo grande se estaba tejiendo en casa de la joven Ana Belén.

    Después de un largo tiempo al fin consiguió el ansiado pasaporte con el visado consular y el pasaje de segunda clase para el avión.

    El plan había resultado maravillosamente, porque hasta las paredes de la casa seguían guardando el gran secreto, sin que nadie del barrio se enterara de nada todavía.

    También cuando tuvo en sus manos el pasaporte con el visado consular Americano. A partir de ahí comenzó la cuenta regresiva para Ana Belén. La aventurera se pasó los días siguientes contemplando la luna y las estrellas, transportándose a un sueño prodigioso, donde ella se veía rodeada de miles resplandecientes estrellas fugaces.

    Y gradualmente se iba alejando del dominio de su madre y sus hermanos. Pues en su mente sólo había espacio para planear el éxito de su viaje.

    Pero un turista europeo que casualmente andaba por el pueblo de la joven, le enseñó una terapia mental para olvidar a sus seres queridos. Y para no inmiscuir a nadie más en su vida privada.

    También el forastero repetía una frase peculiar al oído de ella, diciendole:

    —¡Un destape democrático y cristalino y que viva el país donde uno vive!. -Ana Belén quedó encantada con la nueva perspectiva gravada en su mente.

    Después de unos días y cuando terminó el novenario, su madre y la cofradía venían desfilando por la ladera de los montes. Desde allí gritaba Ana María su alegría, porque la Santa Creencias escuchó sus plegarias y evitaría la partida de su amada hija Ana Belén.

    La madre aún anidaba la esperanza de que su hija muy pronto cambiaría de postura, aprendería a apreciar más a su progenitora y no viajaría para ningún lugar.

    Pero la incógnita era que nadie conocía que el viaje de Ana Belén ya estaba todo planeado y listo, a excepción de su padre y hermanos.

    Por esa razón ellos

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