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Pasión del Olimpo: Trilogía Amor del Olimpo, #1
Pasión del Olimpo: Trilogía Amor del Olimpo, #1
Pasión del Olimpo: Trilogía Amor del Olimpo, #1
Libro electrónico205 páginas3 horas

Pasión del Olimpo: Trilogía Amor del Olimpo, #1

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Pasión del Olimpo es el primer libro de la Trilogía Amor del Olimpo de la escritora de novelas románticas Andrya Bailey.

Ha recibido el sello de las 5 estrellas de Readers’ Favorite y es ganadora de la Medalla Literaria en Novela Romántica Contemporánea 2016 de New Apple

Sabrina ama todo lo relacionado a la mitología griega y no puede creer lo afortunada que es cuando la aceptan para hacer una pasantía en el Museo de Bellas Artes de Houston. Allí, conoce al guapo arqueólogo griego Nikos Soulis quien pasará dos meses en el museo y se enamora perdidamente de él. Pero el atractivo profesor parece demasiado ocupado y ya comprometido… ¿Por qué insiste entonces en ayudarla con su proyecto? ¿Podrá Sabrina evitar el desengaño si es seducida por este sexy y atractivo dios del Olimpo de sus sueños?

«Una gran novela que hace justicia al tema mitológico».

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento6 sept 2018
ISBN9781547541959
Pasión del Olimpo: Trilogía Amor del Olimpo, #1

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    Pasión del Olimpo - Andrya Bailey

    Capítulo 1

    En esa fracción de segundo en que mis ojos lo encontraron, sentí cómo la flecha de Eros me atravesaba el corazón con una intensidad que jamás había experimentado. Pensé que estaba ante un espejismo: alto, cuerpo tonificado, cabello negro revuelto, llevaba puesto una camisa de vestir celeste (que complementaba el bronceado de su piel oliva), un saco negro y pantalones de vestir negros. El hombre se veía igual a un héroe de Immortals o a una de las estatuas de Apolo o de Zeus, que a menudo contemplaba en los museos, cinceladas a la perfección.

    Soy una romántica sin remedio, creo siempre en el amor a primera vista y sueño con el día en que mi príncipe llegará cabalgando, en una armadura brillante, para conquistar mi corazón. O mejor aún, cuando mi dios griego descienda del Monte Olimpo para tomarme como a su venerada diosa inmortal. La mitología griega ha sido siempre uno de mis temas preferidos y los libros acerca de mitos gloriosos, sagas y aventuras de dioses en busca del amor, de la belleza y de la inmortalidad abundan en mi biblioteca. Me encanta leer y observar las imágenes, soñar con este mundo lejano de intriga, celos y pasión, imaginar a dioses atractivos que seducen a ninfas virginales, que se convierten en meros mortales u otras formas para cautivar al objeto de su lujuria en sus ocasionales abrazos fatales. Cuando deambulo por los museos, suelo observar con cierta cavilación las formidables estatuas de dioses y héroes mitológicos cincelados en mármol con sus esbeltos cuerpos masculinos, musculosos, tonificados a la perfección. Solía preguntarme cuándo tendría la oportunidad de ir a Grecia y de perderme en el Partenón, en Atenas, o el templo de Poseidón, en Sunión, o en el templo griego mejor conservado del mundo, el templo de Hefestos, para hacer realidad mi fantasía de conocer al dios del Olimpo de mis sueños. No tenía idea de que lo encontraría tan cerca de mi hogar.

    Días atrás, recibí una llamada del Dr. Jones, el director del museo, con la confirmación de que había sido aceptada para una pasantía en el Museo de Bellas Artes. No podía estar más emocionada. Esa era la razón por la que había pedido licencia durante el verano en mi empleo como maestra de Historia del Arte en el colegio, de verdad había estado esperando esta oportunidad. Me graduaría al año siguiente y conseguiría un máster en Estudios de Cultura Clásica en la Universidad Rice, en Houston, así que este receso podría incluso ser de ayuda para conseguir un trabajo en el museo. A continuación, llegó la invitación para asistir a una fiesta especial con motivo de la inauguración de la exhibición Las Vasijas de Bronce Griegas, no podía creer lo afortunada que era. Esta colección llegaba por primera vez al museo y yo esperaba que mi pasantía me permitiera trabajar con los curadores del Departamento de Antigüedades. Estaba investigando acerca de las vasijas griegas para mi tesis, de modo la coincidencia era más que bienvenida.

    Jane, mi mejor amiga, me esperaba al lado de la entrada principal cuando llegué al museo para asistir a la fiesta.

    —Luces fantástica, Sabrina —me dijo al verme—. No puedo creer que nos invitaran a esta fiesta y no puedo esperar para ver la nueva exhibición. Vayamos por una copa de champán y unos entremeses antes de que el Dr. Jones comience con los anuncios.

    Aceptamos una copa de champán del camarero y caminamos por el gran vestíbulo, que servía de escenario para el coctel.

    —Mis bellas damas —oímos exclamar a Curt.

    Nuestro adorable y amistoso compañero de clases se nos acercó con los brazos abiertos para abrazarnos. Su amigo Robert, que estaba con él, nos dio a cada una un besito en la mejilla.

    —Esto es tan asombroso, ¿no les parece? —señaló Curt—. Me muero por entrar a la sala de exhibiciones para ver las vasijas griegas. ¿Están todos entusiasmados con la pasantía? Estoy impaciente por comenzar.

    —Es como un sueño hecho realidad. Cuando el Dr. Jones me llamó, estaba loca de alegría. Me encantaría trabajar en el Departamento de Antigüedades —dije.

    Un camarero se acercó con una bandeja de frutas frescas y queso y cada uno de nosotros tomó un puñado para saborear.

    Fue entonces que vi el espejismo: el fabuloso dios de mis sueños al otro lado del salón, enfrente a donde estábamos parados. El Dr. Jones le ofreció una copa de champán y él la aceptó con gracia, inclinándose con respeto. No tenía idea de quién era la criatura divina y seductora, pero para mí, fue amor, o lujuria, a primera vista. Como un hechizo, sentí que un rayo de electricidad me atravesaba. En ese momento, supe que la flecha del amor me había hechizado y casi me atraganté con una uva.

    —Cariño, ¿estás bien? —escuché que Robert me preguntaba mientras me palmeaba ligeramente la espalda. Tragué el resto del champán para detener la tos.

    —Sí —murmuré, la mirada fija en el atractivo hombre al otro lado del salón—. Estoy bien, gracias, Robert.

    El Dr. Jones se dirigió hasta donde habían instalado un micrófono y la sala quedó en silencio, a la espera de que comenzara. Presentó a los nuevos pasantes, incluyéndome a mí, y a los nuevos colegas que nos visitarían durante el verano, a lo que le siguió un breve discurso acerca de la exhibición que estábamos por ver. El hombre de mis sueños permanecía cerca del Dr. Jones y yo todavía no tenía ni idea que quien era. De lo único que estaba segura era de que nunca lo había visto antes en el museo o en la universidad.

    —Dr. Nikos Soulis —oí que el Dr. Jones decía. El hombre se acercó al Dr. Jones y el anfitrión continuó—: Deseo hacer extensiva nuestra bienvenida al Dr. Nikos Soulis, un arqueólogo griego, académico y curador de Antigüedades del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, que está entre los diez museos más importantes del mundo, por su inestimable contribución y ayuda para traer la exhibición de Las Vasijas de Bronce Griegas a nuestra institución. Estará con nosotros durante los próximos dos meses para supervisar la muestra.

    El dios del Olimpo miró a la audiencia que lo aplaudía y se inclinó, mostrando una leve sonrisa que casi me hizo desmayar. Me hipnotizaban por completo el encanto y el carisma de este hombre. Sus ojos eran profundos y penetrantes y tenía una personalidad seria y dominante. No podía creer que un dios griego hubiera caído del Olimpo y para aterrizar justo delante de mí.

    —Gracias, Dr. Jones, y me gustaría agradecerles a todos ustedes por semejante recepción de bienvenida. En verdad espero que disfruten de la exhibición —dijo el Dr. Nikos Soulis, con un acento que hizo que mi corazón se saltara un latido. Estaba paralizada, como si hubiera mirado a Medusa a los ojos y me hubiera convertido en piedra.

    Se abrieron las puertas del salón y nos permitieron ingresar a la exhibición. Curt y Robert se separaron de nosotras y entré con Jane, intentando disfrazar mi nerviosismo. Solo podía pensar en el Dr. Nikos Soulis. Lo descubrí solo inspeccionando una de las vasijas de bronce y aunque quería acercarme, no era lo bastante audaz como para iniciar una conversación con él. Sería tan fácil comenzar a hablar acerca de las vasijas griegas, después de todo era el tema de mi investigación. Pero este hombre, incluso desde la distancia, tenía un efecto intimidante sobre mí. Además, no quería sentirme como una tonta por enamorarme de un extraño a primera vista. No podía creer cómo me temblaban las piernas y cuán fuerte me latía el corazón solo por verlo. De la nada, Curt y Robert se acercaron a la vasija que el Dr. Soulis estaba examinando y entablaron una conversación con él. En vez de pasar de largo, Jane se detuvo al lado de ellos y me metió dentro del grupo donde me presentaron al atractivo extraño.

    —Sabrina, ¿conoces al Dr. Soulis? Él es nuestro invitado especial, con un máster en Arqueología y un doctorado en Arte Griego Antiguo, y está aquí con las vasijas de bronce. ¿No es fabuloso? —dijo Curt y me acercó al Dr. Soulis. El dios griego me miró con unos ojos enmarcados por suculentas pestañas largas que los hacían parecer más oscuros y misteriosos y me extendió su mano. Su tacto era electrizante. Inclinó la cabeza como lo había hecho antes cuando el Dr. Jones lo presentó ante los invitados y estrechó mi mano mostrando una leve sonrisa otra vez. Como la mantequilla, me estaba derritiendo con facilidad bajo su mirada sexy y ardiente.

    —Un placer conocerla. Por favor, llámame Nikos, no te preocupes por el título —dijo con ese acento que había hecho que mi corazón se saltara un latido—. ¿Te interesa el Arte Griego? —preguntó.

    —¿Si le interesa? —exclamó Jane antes de que yo pudiera responder—. Ella ama el Arte Griego, Dr. Soulis, digo, Nikos. Es su campo de estudio principal. Estoy segura de que usted podría ser de gran ayuda durante su pasantía. ¡Qué maravillosa coincidencia!

    Me estudió en silencio. Su leve sonrisa apareció de nuevo y no supe qué decir. Era incómodo pero emocionante saber que podría tener la oportunidad de pasar algún tiempo con el dios impactante durante su visita y tratar con él mi campo de estudio preferido. Sería absolutamente divino.

    —¿Es así? —preguntó mientras inclinaba la cabeza y me miraba con intensidad.

    —Sí, yo... yo obtendré el máster en Estudios de Cultura Clásica el año próximo y estoy haciendo una investigación sobre estas vasijas para mi tesis —logré decir.

    Sus ojos se encontraron con los míos por un momento demasiado largo y sentí mariposas en el estómago. Alejé mis ojos de los suyos y mi mirada se fijó sobre la hermosa vasija antigua de bronce delante de nosotros.

    —Hermosa pieza, ¿no crees? Esta vasija de bronce es una de las más antiguas que tenemos en la colección, data del siglo VIII o IX a. C. Si estás investigando el tema, es probable que sepas que estas vasijas se fabricaron en una amplia gama de formas. Esta, por ejemplo, es un trípode —explicó.

    Todos miramos el objeto y lo estudiamos, coincidimos con  lo que él acababa de decir.

    —Se usaba para cocinar, ¿no es así? —pregunté.

    —Sí —respondió—. Pero también se podía obsequiar como premio para los ganadores de competencias atléticas —agregó, hablaba del tema con la confianza de alguien que podría haber vivido en esos tiempos remotos.

    —Ah, ahí estás. Te he estado buscando por todas partes —exclamó Maggie, que se metió de repente en nuestro grupo, lo tomó del brazo y lo alejó como si ella fuera una novia que estaba celosa de la popularidad de su novio. Ella también era compañera nuestra de clases, la heredera rica de un coleccionista de arte prominente y benefactor del museo. Y agregó—: Disculpen chicos, pero tengo que presentar al Dr. Soulis ante algunos de los curadores y profesores, los veo más tarde.

    Él nos miró con una expresión de pesar, pero no ofreció ninguna resistencia y ella se lo llevó casi sin darle tiempo para que se inclinara en un adiós. Maggie estaba espléndida. Era delgada y alta, usaba el largo cabello rubio suelto y llevaba un magnífico vestido de cóctel color plata que combinaba con sandalias plateadas de taco alto. No pude evitar sentir una pizca de celos cuando se llevó a Nikos de esa manera, con tanta intimidad.

    —Todos quieren conocerlo. Después de todo, él es el experto en arte griego. Conoce todo lo referido a esta exhibición y ayudó a montarla, por supuesto —dijo Curt cuando Nikos estuvo fuera de vista.

    —Estoy segura de que su tiempo aquí será atareado y bien empleado —dijo Jane—. ¿Pero por qué está Maggie siempre encima de él?

    Me alegré de que fuera Jane la que preguntara acerca de las intromisiones de Maggie. Aunque sentía curiosidad por la manera en que se había entrometido en nuestro grupo y se había llevado lejos a Nikos, decidí no preguntar nada. No quería que pareciera tan evidente que estaba locamente enamorada de alguien que había visto por primera vez en mi vida pocos minutos antes.

    —Es probable que ya estén saliendo. Maggie no pierde el tiempo cuando encuentra un galán como él —dijo Curt—. Ella siempre encuentra la manera de salir con tipos interesantes.

    —¿Tú crees? Él es tan atractivo... y Maggie no solo es popular sino el alma de las fiestas, ¿no es así? —dijo Jane.

    —Bueno, vayamos a dar una vuelta así echamos un vistazo. Estos objetos son impresionantes, ¡mira ese jarrón! —exclamó Curt y se dirigió hacia otra pieza—. Me encantaría trabajar con el Dr. Soulis mientras esté aquí —agregó. Robert lo siguió pero yo permanecí unos minutos más para contemplar la vasija de bronce que el dios griego había estado apreciando cuando lo divisé por primera vez en la galería. No noté que Jane todavía estaba de pie a mi lado.

    —Sería genial si pudieras trabajar con él, ¿no crees? —preguntó.

    —Sí, sobre todo si pudiera conseguir que me ayudara con la investigación —dije algo distraída.

    —Ojalá puedas. Estoy segura de que hay muchos estudiantes haciendo fila para tener la oportunidad de hablar con él, pero tú deberías pedírselo al Dr. Jones a primera hora mañana. Vamos, echemos un vistazo —dijo Jane.

    Seguimos al resto del grupo y pasé un rato agradable apreciando la hermosa colección de jarrones griegos. Intenté averiguar adónde se había llevado Maggie a Nikos, pero no los volví a ver durante el resto de la noche y estaba ansiosa por que llegara la mañana. La perspectiva de trabajar con esta visión del Olimpo durante todo el verano superaba mis sueños más salvajes y no podía esperar para descubrirlo.

    Capítulo 2

    Temprano, a la mañana siguiente, corrí al museo para ver cuál sería mi puesto durante la pasantía con la esperanza de trabajar en el Departamento de Antigüedades y tener la oportunidad de reunirme con el Dr. Nikos Soulis. Mientras pensaba en lo maravilloso que sería verlo otra vez, me crucé con Jane en la entrada principal.

    —Jane, ¿ya fuiste a tu entrevista? ¿Sabes en qué área estarás haciendo tu pasantía? —pregunté, interesada por las ubicaciones.

    —¡Hola, amiga! Supe que voy a trabajar con los curadores del Departamento de Asia y no podría estar más feliz. —Parecía emocionada. Jane era una hermosa chica estadounidense de origen asiático. Sus padres habían emigrado de Taiwán y tenía un interés especial en la historia de Asia—. Espero que te ubiquen con el arqueólogo griego —agregó—. Creo que su conocimiento y experiencia nativa serán de gran utilidad para que te interiorices un poco más. Además, parece un héroe salido de los libros de mitología y sé que amas ese aspecto.

    No esperaba que ella mencionara a Nikos tan pronto.

    —Se parece a un héroe de los libros de mitología... ¿no? Me encantaría trabajar con él. Ya tengo tantas preguntas, sobre todo sabiendo que ha trabajado en Grecia como arqueólogo.

    —De hecho, me parece que será difícil que encuentres tiempo para trabajar con él si no consigues una entrevista. Ya está contratado para varias reuniones, clases, ponencias y seminarios durante su visita, según Maggie —dijo Jane—. ¿Puedes creer que me topé con ella hace algunos minutos? No entiendo por qué Maggie conoce tan bien su agenda. Parece que lo estuviera custodiando, como si protegiera a una reliquia.

    Esa fue una observación interesante.

    —¿Ella también está en el programa de pasantías? Quizás la han designado para trabajar con él —dije y traté de ocultar mi decepción.

    —Ella no participa en el programa de pasantías —respondió Jane—. Es por eso que me pregunto por qué sabe tanto

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