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De Tripas Un Córazon
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Libro electrónico409 páginas6 horas

De Tripas Un Córazon

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NUESTRO OBJETIVO
Esta historia es un homenaje a todos aquellos que han superado desventajas: fsicas, econmicas y sociales; es tambin un homenaje a quienes apoyan a los que tienen menos, para que puedan seguir adelante. De all el nombre DE TRIPAS, UN CORAZON (de algo que NO vale se puede HACER algo de valor).
Esta novela tiene sus principios en una terrible tragedia, cuando en el ao 1970, el Personaje Adn Rodrguez, un joven latino que perdi a su madre, quien era su nico sostn y por esas circunstancias de la vida, se encontr con un muchacho de la calle, personificado por Roco Santer. Estos dos muchachos destinados a perder llegaron al pequeo apartamento del Pastor Elas y Ela Cosme, quienes a pesar de sus limitados recursos econmicos no los rechazaron, inculcndoles que la FE es: Confiar y trabajar fuerte con los talentos que tenemos, creer que si se puede y que las desventajas son bendiciones envueltas en papeles toscos.
Todos tenemos la alternativa de dejar lo que encontramos: Como est Peor o Mejor.
EL PUEBLO SIN VISION PERECE dice El LIBRO de los LIBROS.
Jos Antonio Velsquez Ochoa
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 oct 2011
ISBN9781426976018
De Tripas Un Córazon
Autor

Jose Antonio Velasquez Ochoa

Like many immigrants, Jose Antonio Velasquez Ochoa arrived in the United States from his native country of Ecuador. With only $13 in his pocket he worked hard to build a life in The Big Apple. He married and had 2 children, Tania and Walter. When his wife, Aida, died of cancer, he decided they needed a fresh start. In 1987, he and his children moved to Florida. There he met Gail, a teacher. A new life began for all. It was because of her encouragement that he wrote De Tripas Un Corazon, the original Spanish version of this book. Now we have translated it to English for your enjoyment and encouragement.

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    De Tripas Un Córazon - Jose Antonio Velasquez Ochoa

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    © Copyright 2011 Jose Antonio Velasquez Ochoa.

    Todos los derechos reservados. Esta publicacion no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperacion de informacion, en ninguna forma ni por ningun medio, sea mecanico, fotoquImico, electronico, magnetico, electrooptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del autor.

    Impreso en los Estados Unidos.

    isbn: 978-1-4269-7600-1 (sc)

    isbn: 978-1-4269-7601-8 (e)

    Trafford rev. 10/11/2011

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    telefono: 250 383 6864 fax: 812 355 4082

    CONTENTS

    DEDICACION:

    I

    LA TORMENTA.

    II

    LA TRAGEDIA Y LA AMISTAD

    III

    ROCO SALVA EL DIA

    IV

    EL CUCHILLO.

    V

    ROCO VA A LA ESCUELA DE BOXEO

    VI

    ROCO IMPRESIONA A SU ENTRENADOR

    VII

    LA PROPOSICION DE MANNY

    VIII

    DON ELIAS CONCIBE UNA IDEA

    IX

    ROCO ACEPTA LA PROPOSICION

    X

    ROCO A LA PELEA.

    XI

    ROCO EXPLICA SU PROBLEMA

    XII

    MARIA Y ROCO

    XIII

    NAVIDAD Y SORPRESA

    XIV

    LA AUSENCIA

    XV

    DON ELIAS SE ENFERMA.

    XVI

    OTRO PROBLEMA Y OTRA SORPRESA

    XVII

    EL AMOR Y LA GUERRA

    XVIII

    MARIA DA A LUZ.

    XIX

    UNA LLAMADA INESPERADA.

    XX

    ¿UNA ENAMORADA PARA ADAN?

    XXI

    EL REGRESO DEL SOLDADO.

    XXII

    LOS TRAUMAS DE LA GUERRA

    XXIII

    UN ANGEL DISFRAZADO DE PERRO.

    XXIV

    SORPRESA PARA ADAN.

    XXV

    ROCO NARRA SU AVENTURA.

    XXVI

    ROCO LES DICE QUE TIENE UN PERRO

    XXVII

    EL ADIOS DE MI AMIGO.

    XXVIII

    ROCO PIDE CASARSE CON MARIA.

    XXIX

    DESTINO LAS VEGAS

    XXX

    TRIUNFOS Y DERROTAS

    XXXI

    LOS TEMORES DE ROCO.

    XXXII

    I EL DIA DOMINGO LLEGO.

    XXXIII

    LA REALIDAD POSTRERA.

    XXXIV

    EL REGRESO

    XXXV

    EL OFRECIMIENTO.

    XXXVI

    LO INESPERADO.

    XXXVII

    DESPUES DE LOS AÑOS.

    DEDICACION:

    Este libro es dedicado a la memoria de mis padres Carlos y Eudoxia Velasquez.

    A mi querida esposa y mejor amiga, Gail.

    A mis hijos: Tania Denise y Walter David.

    Gracias, muchas gracias a MarIa (Connie) Sarmiento, por su valioso aporte en la correccion de nuestro libro.

    I

    LA TORMENTA.

    ….En los dIas de tormenta

    Cuando estoy sentado, comiendo y guardado,

    Y veo que la fuerza de los cielos abajo se viene,

    pienso en los mortales que nada tienen.

    EL DIA MARES 18 DE AGOSTO del 70, amanecio con amenaza de tormenta, tal como lo habIan venido anunciando los medios de comunicacion.

    El sol estaba oculto por grises nubarrones que volaban agrupandose pesada y cautelosamente, como planeando un ataque al suelo neoyorquino.

    Abajo los mortales se preparaban como podIan, siguiendo las instrucciones de los reporteros de TV., que con dramatismo, transmitIan empapados este fenomeno meteorologico del mes de agosto.

    Las calles mojadas, cual opacos espejos, reflejaban edificios, carros, luces, gente corriendo. El viento enamorado de la lluvia, la silbaba con fino silbo y como presente, hacIa volar papeles y cuanta cosa volar podIa. Los truenos tronaban como aplaudiendo a los brillantes rayos que danzaban en el oscuro tablado del firmamento. Las luces en los postes alumbraban sin brillantez.

    Los letreros colgantes querIan salirse de su sitio (algunos ya colgaban de un solo lado). Eran las doce del dIa, mas aparentaba ser de noche. Muchos lugares de trabajo habIan despachado a sus casas a los pocos asistentes, llenando las calles de peatones que corrIan arrugando sus rostros, poniendo sus brazos al frente como para defenderse de los elementos.

    La lluvia y el fuerte viento, hacIan inutil el trabajo de los paraguas, muchos de los cuales yacIan en el pavimento mostrando sus costillas rotas.

    Las plataformas de los trenes estaban abarrotadas de gente que trataban de llegar a sus casas. En las paradas de buses, los mojados usuarios, formando largas colas, miraban impacientes, rogando que el proximo bus fuera el de ellos, otros desesperados levantaban las manos con la esperanza de encontrar un taxi vacIo, no importando cualquiera que este fuera, pero todos pasaban ocupados levantando columnas de agua mojando aun mas a los apurados transeuntes.

    Poco a poco, las calles de la ciudad que nunca duerme estaban quedandose vacIas. Los PolicIas cumpliendo su deber, dirigIan el transito, patrullaban las calles, listos mas que nunca para cualquier eventualidad. Los bomberos en sus cuarteles montaban guardia. En los hospitales las salas de Emergencia habIan redoblado el numero de medicos. El personal de ambulancias y paramedicos estaban listos para responder a cualquier operacion de rescate.

    En las casas cada uno hacIa lo suyo, pero el mal tiempo afuera, daba un caracter mas de hogar, por ese ambiente de expectacion, aventura y miedo. La noche con su clasico manto negro, perseguIa los ultimos vestigios del dIa que morIa y la pertinaz lluvia seguIa llenando las calles de agua, formando improvisados lagos y riachuelos por toda la ciudad.

    A las nueve de la noche Alicia RodrIguez y su hijo Adan, que regresaban de visitar al Pastor ElIas Cosme, salIan del carro del Ministro, para entrar a su apartamento en el casi abandonado edificio marcado con el numero 345 de la calle Sur 4- en la seccion de Williamsburg en Brooklyn, donde habIan venido a vivir desde el mes de junio del mismo año 1970.

    Gracias Pastor por traernos, le grito Alicia corriendo de la mano de su hijo.

    Dios te bendiga, contesto el Ministro, pero Alicia no lo oyo, por que el carro tenIa las ventanas cerradas.

    Rapido subieron a su apartamento en el segundo piso, para cambiarse las ropas, comer algo, planear el dIa de mañana y tratar de dormir.

    ALICIA RODRIGUEZ es una inmigrante latino americana de mas o menos 40 años de edad, un metro y sesenta y ocho centImetros de estatura y 120 libras de peso, vino a los Estados Unidos en 1964 con su hijo Adan y su esposo EfraIn como turistas, y se radicaron en Newark, en el estado de New Jersey donde trabajaban y Adan estudiaba. Cuando su Visa de Turista termino decidieron quedarse como tantas personas lo han hecho. La vida de esta familia cambio dramaticamente cuando EfraIn, quien por salir de su situacion economica, se involucro en negocios sucios y fue sorprendido con drogas y luego deportado sin saber de el hasta la presente. Alicia, temiendo ser denunciada, decidio salir de New Jersey y venir a Brooklyn, New York aceptando la invitacion de su amiga Lola, quien les ofrecio cederles el arriendo del apartamento 345 de la calle Sur 4 y aunque estaba en malas condiciones, Alicia lo acepto por la renta baja y porque su amiga tambien la recomendo en el taller de costura donde trabajaba, pues Lola se fue a vivir con su novio a Manhattan.

    Alicia como es una excelente costurera, fue aceptada para que trabajara cosiendo por piezas en una pequeña fabrica de ropas, que segun dicen es clandestina. Para Alicia, su hijo Adan es el unico motivo de su vida. Este joven de 14 años de edad, un metro y sesenta centImetros de estatura y 100 libras de peso, es tambien su unica esperanza, pues su privilegiada inteligencia y dedicacion al estudio, le han hecho merecedor no solo de muchas distinciones en la escuela, sino tambien del respeto de profesores y compañeros. Adan es consciente de los sacrificios que su madre hace para mantenerlo, asI como tambien de su imposibilidad para ayudarla; tal vez por esto busca en los libros una salida a la frustracion de no poder hacerlo.

    Al dIa siguiente, la suave llovizna, con el sol tempranero, habIan pintado en el horizonte un arco iris de esperanza. El viento no era fuerte pero en ocasiones arreciaba, haciendo mecer los tarros de basura, muchos de los cuales estaban en medio de la calle vomitando sus desechos.

    Papeles por todos lados, ramas de arboles, antenas de TV. en el piso, comerciantes aquI y alla, subidos en largas escaleras, arreglaban los letreros, otros recogiendolos del suelo. Lo malo habIa pasado. La gente se preparaba para sus faenas regulares. Residentes de los edificios abrIan las ventanas para averiguar los resultados del temporal. En las esquinas se comentaba de buen humor las experiencias del mal tiempo. Otros, desconfiando del sol, paraguas en mano trataban de llegar al lugar de su destino.

    A las 7:30 a.m., como de costumbre, Alicia RodrIguez, salIa del casi destruido edificio de la calle Sur 4, marcado con el numero 345, estaba vestida para hacerle frente al tiempo y a la vida. Un pañolon floreado protegIa su castaña cabellera, un sobretodo rosado para la lluvia, cubrIa su delgado cuerpo. TraIa dos paraguas en la mano izquierda, y en la derecha una bolsa plastica con algunas cosas adentro y una cartera negra.

    ¡Buenos dIas…Buenos dIas!, saludaba sonriente a los que siempre estan a la salida del edificio para ver pasar el dIa sin hacer nada.

    ¡Apurate Adan! que estoy atrasada, cierrate la chaqueta y ponte la capucha…debes quedarte en la casa, le decIa Alicia nerviosa, mirandolo con sus grandes ojos negros.

    Si mami, si mami, pero tengo que ir a la biblioteca a leer por un ratito, contesto Adan tratando de calmarla.

    Toma este paraguas y no lo pierdas y si esta cerrada la biblioteca, te regresas rapido, le recomendaba su madre visiblemente preocupada – DeberIas quedarte en la casa…Toma estos $2.00 para que compres algo para comer, le decIa muy nerviosa.

    Adan pronuncio sus labios para darle un beso, al tiempo que su madre se inclinaba para recibirlo. Apurando sus pasos, para no llegar tarde, la madre constantemente miraba a su hijo que cruzo para caminar por la vereda opuesta. – "Dios te bendiga mi hijo", musito para sI, mirandolo una vez mas antes de virar la esquina,

    Adan corrIa medio encorvado luchando contra el viento, abrazando sus libros para que no se le cayeran. Las cuatro cuadras de su casa a la biblioteca le parecieron una eternidad.

    Cuando Alicia llego a la esquina, se sorprendio que unas personas estuvieran esperando frente a la Tienda del Pueblo de don Ramon Perez, un viejo comerciante puertorriqueño, que pese a los continuos robos seguIa sirviendo a ese vecindario por mas de 20 años.

    ¡Buenos dIas!. ¿Que pasa que Ramon no abrio la tienda hoy?, saludo preguntandoles.

    Marcela se enfermo anoche y Ramon la llevo al hospital, explico una voz conocida.

    ¡Pastor!, perdone que no lo habIa visto. ¡Buenos dIas!. ¡Que temporal el de anoche!, lo saludo recostandose contra la pared.

    Y ahora esta empezando a llover de nuevo, dijo alguien del grupo.

    Si, mejor me voy antes que me de un resfriado, hasta luego a todos. ¡Y no se mojen!, se despidio Alicia bromeando, y abriendo su paraguas corrio dando trotecitos en direccion al taller de costura donde trabaja cosiendo por piezas, localizado a unas dos cuadras de la tienda.

    ¡Ahora esta lloviendo mas fuerte!, exclamo el Pastor, entrando pesadamente a su carro.– Si desean ir al supermercado yo los llevo, aquI hay asientos para cuatro, los invito de buena gana, pero antes que pudiera terminar la frase ya habIan cinco personas dentro del carro.

    El octogenario Ministro viro su auto, manejando en direccion al supermercado.

    Gracias Pastor, que Dios se lo pague, dijo alguien en el asiento de atras. – Por que no me pagan ustedes con una visita a la iglesia, replico el Ministro en serio y bromeando, produciendo risas entre los pasajeros.

    Es que muchas veces no se puede, contesto alguien en tono de disculpas.

    ¡Nooo mis hermanos!, replico don ElIas. – "Miren con este temporal la gente va trabajar, a comprar y tienen tiempo para todo, pero cuando se trata de ir a la iglesia, ponen toda clase de excusas’’, les dijo mirandolos por el retrovisor.

    ¡Eso tambien es cierto!, hablo alguien como para estar de acuerdo con el Pastor. Cuando llegaron, la lluvia habIa cobrado fuerza, por lo que paraguas en mano y corriendo, entraron al casi vacIo mercado. Luego que hicieron sus compras, los pasajeros se pararon en la puerta de la tienda esperando por el Pastor que venIa sonriendo, mostrandoles el carton de leche que por suerte pudo conseguir.

    Anda por el carro, le pidio don ElIas al mas joven del grupo, dandole las llaves. En pocos minutos el hombre regreso, estacionando el auto cerca de la puerta del mercado.

    ¡Que cosa!, amanecio bonito pero ya el sol se metio, parece que fuera de tarde, comentaban.

    Gracias Pastor por traernos, dijo uno de atras.

    Eso no es nada, en la vida hay que servirnos los unos a los otros, aconsejaba el Ministro.

    Si Pastor, pero lo que pasa es que muchos quieren tomar ventaja cuando uno es bueno, pero yo a usted le confIo mi billetera, decIa el chofer de turno.

    ¡Pero que dices, hombre!, si esa billetera siempre esta vacIa, ironicamente contesto alguien del grupo, haciendolos reIr de buena gana. Y asI conversando uno a uno fueron dejados en sus casas.

    Don ElIas tomo el volante y silbando su himno preferido, regreso a la suya.

    El mal tiempo habIa recrudecido. La llovizna era consistente pero no fuerte. El Pastor estaciono el carro frente a su casa y limpiando sus gruesos lentes con la corbata, salio del carro y a trotecitos cruzo la calle. Cuando subio, su esposa Ela, estaba esperandolo a la entrada del pequeño apartamento.

    ¡Mira como vienes, todo mojado!. Me tenIas preocupada. ¿Donde estabas…? Los muchachos llamaron de Philadelphia y no sabIa que decirles, le reclamaba enojada.

    "Sabes, Ramon no abrio la tienda porque anoche llevo a Marcela al hospital y tuve que llevar a unos cuantos al supermercado a comprar algunas cosas. Yo solo pude traer leche, casi no habIa nada y…"

    ¡Entra hombre! ¡Cambiate la ropa, que estas mojando toda la casa!’’, interrumpio su esposa.- –-Los muchachos querIan hablar contigo y tu llevando gente. Junior dijo que ya debes retirarte e irnos a vivir a Philadelphia cerca de ellos’’, le hablaba su esposa mirandolo disgustada.

    ¡Calmate mujer.! Tu hablas y hablas, ni bien llego y empiezas con tus cantaletas.

    ¡Cambiate esa ropa que estas mojando la casa!, y te va a dar un resfriado. Ven a comer algo, le dijo su esposa cambiando de tono.

    ¡Que cosa, que cosa!… ¡Que cosa!, decIa el Pastor saliendo de su cuarto en su bata granate, secandose sus pocos pelos. Cansado, dejo caer su redondo y moreno cuerpo en su sillon favorito.

    ¿Quieres comer?, le pregunto su esposa.

    No todavIa, pasame mis lentes y prende la TV. Vengo cansado. ¿Como estan los muchachos?, pregunto bostezando.

    Ellos dicen que ya debes renunciar este trabajo de pastor y yo estoy de acuerdo, pero eres tan terco que no quieres oIr consejo. Junior dijo que vayamos a vivir junto a el…

    ¡Dejate de cosas!. Yo agradezco a mis hijos, pero ni tu ni ellos comprenden que yo tengo responsabilidades con la gente que viene a la iglesia, protesto el Pastor, accionando con las manos.

    ¡ElIas!, aquI puede venir alguien mas joven y reavivar esta iglesia, le replicaba su esposa en tono convincente.

    ¡Eso serIa lo justo!, pero nadie quiere venir aquI. Los ministros jovenes buscan iglesias buenas y buen salario. Ademas, ¿Que voy a hacer por alla?, ¿rascarme la barriga?, razonaba don ElIas un tanto desilusionado.

    Ven a comer, debes tener hambre. Te hice una sopa de pollo. No la dejes enfriar, le hablaba su esposa en tono amoroso.

    Si, gracias, le acepto gustoso, sentandose a la mesa para comerla.

    Al segundo sorbo, se quedo mirando a su esposa con la cuchara a media altura de la boca.

    ¿Te acuerdas en Cuba?, le pregunto de repente. —– Cuando vino el asalto al Cuartel Moncada el 26 de Julio del 53, las tropas de Batista nos persiguieron por ser simpatizantes de Fidel y tu, yo y los muchachos huimos de Cuba, dejando todo lo que tenIamos y nos lanzamos al mar en esa balsa que nos dio el viejo Freire, y llegamos aquI sin nada, a comenzar de nuevo…¿Te acuerdas Ela?, le preguntaba sin quitarle la penosa mirada.

    Su esposa poniendole atencion, asentIa esbozando una leve sonrisa que limitaba con la nostalgia.

    Don ElIas suspiro fuerte para adentro.

    Que dIas tan duros, sin familia, sin amigos, sin trabajo y sin dinero y ya entraditos en los 60 años. Le decIa moviendo la cabeza negativamente.

    Los pequeños ojos negros de su mujer, miraban por encima de sus lentes a una imprecisa distancia, como tratando de revivir el pasado, para cambiar el presente por los recuerdos.

    Si ElIas fue muy duro. ¡Muy duro!, decIa su esposa con temblorosa voz.

    Pero aquI llegamos y aquI estamos. Trabajamos duro y a punta de fuerza fundamos este ministerio. Tu me has ayudado mucho, le recordaba, afirmando sus palabras con movimientos de la cabeza.

    ¡Porque te quiero ElIas!. ¡Porque te quiero!, complemento su esposa con humedecidos ojos.

    ¡Yo lo se!, respondio el Ministro tomandole la mano. —– Yo quisiera dejar toda esta responsabilidad, pero no puedo. Cuando el Señor me lleve, estare retirado por mucho tiempo. ¡Yo no quiero morir de diarrea!, sI Dios me lo permite quiero morir haciendo algo, y lo que si le pido es que cuando muera, mande a alguien a este lugar. Por ahora, ¡aquI me quedo!. ¡Esa es mi decision!", termino de hablarle, secandose los ojos.

    Ela lo miro en silencio y poniendose de pie delante de el, le apreto el hombro confortandolo.

    Esta bien mi loco. Para lo que falta por vivir, yo tambien me quedo, le dijo sonriendo, al tiempo que don ElIas la miraba complacido.

    La sopa estaba rica. Ahora vamos a tomar una siesta, cuando despierte habra mucho por hacer. Ven, vamos a descansar, le dijo llevandola al cuarto de la mano y allI se acostaron en la vieja cama que desde hace dos decadas les acompaña.

    A las 4:30 de la tarde, don ElIas se desperto un tanto sobresaltado. —– Tengo que ir al templo, hoy es miercoles, le dijo a su esposa, poniendose la chaqueta.

    Pero ElIas, esta lloviendo y nadie va a venir. ¡Descansa!, objeto la señora contrariada.

    Mi deber es abrir el templo, nadie sabe si hay alguien buscando a Dios, le respondio.

    Y allI paso hasta las 6 p.m. pero nadie vino. Entonces subio, fue a su oficina y comenzo a leer la Biblia. —– "Cuanta gente estara sin proteccion ni abrigo", pensaba sin quererlo y tomando el telefono empezo a llamar a los hermanos para saber como estaban, pues seguIa lloviznando y el viento cambiaba de direccion y fuerza como polItico de turno.

    II

    LA TRAGEDIA Y LA AMISTAD

    A las 2:45 p.m. Adan llego a su casa mojado, con sus libros metidos en una bolsa plastica. En la mano izquierda traIa otra bolsa con un medio litro de leche y pan que Adan compro en la tienda.

    Abriendose paso, saludo a los que allI estaban y mirando a un lado y otro, subio corriendo con las llaves en la mano. Al entrar puso la leche en la refrigeradora y el pan lo envolvio en la bolsa plastica para que las cucarachas no lo tocaran. Luego de cambiarse de ropa y secarse el pelo, tomo su libro y se sento a estudiar. A las 4 de la tarde, oyo golpear la puerta en clave (tres golpes largos y dos cortos). Adan corrio a abrirla, recibiendo a su madre con un fuerte abrazo y besos.

    ¿Como esta mi hijo?, lo saludo Alicia. – Te he dicho muchas veces, que no abras la puerta sin preguntar, lo amonestaba mientras se quitaba el sobretodo mojado.

    Si mami es que estaba un poquito dormido, se excuso Adan, rascandose los cabellos.

    ¡Vienes mojada!. ¡Cambiate la ropa! , le insinuo.

    Si, ya mismo me la cambio. ¿Tienes hambre?, pregunto a su hijo.

    No mami, yo ya comI en la tienda y compre leche y panes para ti, contesto Adan.

    ¡Oh que bueno!, don Ramon no abrio hoy, porque esta en el hospital cuidando a su esposa y no pude comprar nada para el almuerzo, comentaba Alicia, mientras preparaba una tortilla de huevos. Cuando estuvo lista se sentaron a la mesa para comer y conversar de los eventos del dIa.

    De repente, a las siete de la noche el telefono sono sobresaltandolos. Alicia fue a la cocina para contestarlo.

    ¿Quien era?, Pregunto Adan

    Era el Pastor, para saber como estamos. El siempre se preocupa de todos, y ¿como te fue en la biblioteca?, le pregunto.

    "Bien, estaba leyendo un poco. Mami, yo se que salI bien en los examenes, porque la profesora en New Jersey, me dijo que tengo todo excelente, pero tenemos que ir a reclamar la libreta, para poderme matricular en septiembre’’, le dijo un tanto preocupado y molesto.

    Si, tengo que sacar tiempo para ir a Newark, hay tanto trabajo que ahora no puedo hacerlo, le dijo Alicia dandole un beso. —– Te felicito porque eres un gran estudiante, pero no hay que dormirse en los laureles, hay que seguir estudiando y estudiando, esa es la unica manera de salir de esta pobreza. El Pastor dice que Dios te da la inteligencia y tu pones el esfuerzo, le recordaba su madre.

    ¡Oh… mami!, antes de venir aquI, a Brooklyn, la profesora en New Jersey tambien dijo que me daran becas para una de las mejores escuelas. ¿Como va el asunto de la residencia?.

    Su madre guardo silencio y mirandolo fijamente apreto sus labios, luego sin poder contener su frustracion, tiro lejos la cuchara que tenIa en sus manos. Sus grandes ojos negros se llenaron de lagrimas mirando a su nervioso hijo.

    ¡Adan!, ese abogado que estaba arreglando los papeles de Inmigracion, me ha engañado. Le he dado mas de mil dolares para nada. No se que hacer, pero de cualquier forma hay que seguir adelante y tu puedes, le dijo tomandole el rostro con sus dos manos. —– ¡Me entiendes!, le dijo mirandolo apasionadamente.

    Si mami, pero no llores. Preguntale al Pastor, el sabe lo que podemos hacer, le contesto Adan abrazandola. —– Come mami, que se enfrIa la comida, le decIa sobandole la cara.

    Ya son las ocho de la noche, voy a hacer unas cuentas de lo que me deben, acuestate a dormir que mañana es otro dIa, le dijo a su hijo, queriendo suavizar la tension.

    Si, mami, ya tengo sueño, obediente acepto Adan. —– Pero no te quedes muy tarde que estas cansada, a las nueve ven a dormir, le insinuaba Adan, dirigiendose a su cuarto.

    No puedo, tengo que terminar con estas cuentas. Yo voy despues que tome un cafe con leche. Te quiero mucho. – ¡No te olvides de orar! , lo despidio, volandole sonoros besos.

    Alicia se levanto para preparar su cafe con leche. Cuando estuvo listo lo sirvio en una taza y fue al sillon de la sala a tomarlo y mirar television. El cansancio fIsico y mental la hizo caer dormida sin percatarse que habIa dejado la estufa prendida y junto a esta, una toalla que usaba para coger las cosas calientes. La toalla se prendio y puso a su vez la llama en contacto con los viejos gabinetes, incendiandolos. Alicia estaba tan dormida que el humo la sofoco sin darse cuenta.

    Adan por su parte, casi asfixiado, se desperto y tapandose con una sabana, corrio para socorrer a su madre, que ya estaba inconsciente con la cabeza para atras. El joven tambaleandose abrio la puerta y desesperado corrio hacia abajo pidiendo auxilio.

    ¡INCENDIO! ¡INCENDIO!, gritaba en español e ingles. Las personas que aun estaban a la entrada, subieron al instante para socorrer a Alicia. Nada pudieron hacer. El intenso humo los hizo retroceder. A este punto alguien llamo a los bomberos, que poniendose las mascaras de oxIgeno subieron y pronto la sacaron para atenderla. Adan mientras tanto, descontrolado corrIa de un lado para otro buscando ayuda. Los bomberos y paramedicos viendo el estado de gravedad de Alicia, la transportaron al hospital, sin percatarse que habIan dejado a su hijo. Cuando Adan se dio cuenta, se encontro solo como nunca penso encontrarse. Mirando para todos los lados trataba, pero no podIa, aclarar sus pensamientos. Nervioso, lleno de panico, subio nuevamente a su apartamento, solo para encontrarlo sellado con dos tablas clavadas en la puerta y una nota de los bomberos prohibiendo la entrada. El desesperado muchacho gritando: – ¡MAMI…MAMI!, trataba de arrancar esas tablas.

    Sin fuerzas, gimiendo con gran dolor, confusion y desaliento, llamaba a su madre. Con sus ojos inyectados miraba para todos los lados tratando de encontrarla. Desconsolado y cansado se sento en el piso. De pronto, como un resorte se puso de pie y corrio hacia abajo tratando de encontrar a alguien, pero la lluvia tenIa las calles vacIas, solo un perro flaco que se gana la vida tumbando basureros, pasaba mojado, trotando con un pedazo de pan en su largo hocico. Casi nadie se habIa percatado del incidente, pues era mas humo que fuego.

    Adan desconcertado corrio hasta la tienda de don Ramon con la esperanza de que el estuviera allI. Nadie contestaba. Nervioso y confundido penso en el Pastor como su ultimo recurso. Eran las 10:30 p.m., en medio de la llovizna y la noche oscura, Adan, caminando arropado con la sabana, parecIa un fantasma que en la noche se hundIa.

    Caminando como un sonambulo, gimiendo, lleno de angustia y miedo, empezo a trotar para ganarle tiempo al tiempo. HabIa recorrido unas dos cuadras, cuando de repente dos hombres lo interceptaron. Adan quiso esquivarlos, mas estos sujetos lo tomaron de ambos brazos, le taparon la boca y en peso lo llevaron hasta un edificio abandonado. AllI uno de los malhechores saco un cuchillo y con insultos y amenazas lo hicieron callar. Adan temblaba. Todo su ser se paralizo en la angustia.

    En la penumbra pudo ver la figura imprecisa de los atacantes tirando sus chaquetas al suelo. Uno lo sostenIa. El otro empezo a quitarle la ropa.

    ¡Mami…mami¡, musitaba el muchacho con tenue e ininteligible voz, tratando de zafarse.

    Rendido por la inutil y desigual lucha, Adan se quedo inmovil. Sus ojos desorbitados penetraban la oscuridad tratando de ver una esperanza. Un malhechor ya tenIa sus pantalones hasta los tobillos y el otro lo amenazaba con un cuchillo en la garganta… se proponIan a consumar un terrible crimen. De repente, sin saber de adonde, alguien como una sombra, salto del oscuro lugar y con una barra de hierro en sus manos acometio a uno de los asaltantes, asestandole tremendos golpes, dejandolo sangrando en el pavimento.

    El otro hombre ataco al Personaje Inesperado, pero un perro acometio al delincuente, dandole tiempo para que el buen samaritano pudiera defenderse, golpeandolo con el hierro en la cabeza, dejandolo inconsciente. Viendolos en el suelo, este muchacho saco un cuchillo de su bolsillo y sin esperar los apuñalo repetidas veces. Luego se agacho para quitarle el reloj y recoger un puñal y las chaquetas que estaban en el suelo cerca de los sangrantes cuerpos de aquellos individuos. Adan permanecIa con la cabeza enterrada en sus rodillas. Su mente trataba de descifrar lo que pasaba, pero no se atrevIa a mirar.

    Sin poderlo evitar, poco a poco levanto sus ojos, pudiendo ver en la oscuridad a alguien que venIa acercandose a el. Temeroso volvio a cerrar sus ojos, sobresaltandose cuando sintio que le tocaban el hombro.

    ¡Ponte la ropa y vamos!. ¡No llores! ¡Vamos!, le ordeno el desconocido imperativamente. Adan obedecio y secandose las lagrimas con las manos, se puso de pie sin decir palabra.

    Toma esta chaqueta y crucemos la calle y no mires para atras. ¡No llores! que ya paso todo; le decIa el Personaje Inesperado, confortandolo.

    Adan no hablaba, su mente estaba confundida por esos eventos tan fuertes. Caminaba como sonambulo, pero al menos el miedo se habIa disipado un poco, de alguna manera se sentIa protegido.

    Ponte la chaqueta que todavIa llueve. ¡Vamos por aquI!, le instaba el muchacho alejandolo del lugar. —– Ya sabes no digas nada a nadie, ni a tu mama. ¡A nadie!, le recalcaba en tono amenazante. Adan se miraba los brazos con esa chaqueta mas grande que el, pero al menos no tenIa frIo. El muchacho se puso la otra. Adan, al meter las manos al bolsillo de la chaqueta, encontro un cuchillo y sin decir palabra lo entrego a su acompañante. Este lo examino y luego se lo retorno diciendole con autoridad. – ¡Este cuchillo es para ti!, ¡para que te defiendas!, si alguien viene a molestarte, ¡Meteselo!, aquI hay que defenderse o te comen vivo, le decIa desafiante.

    Adan oIa en silencio a quien asI lo aconsejaba y sin otra alternativa guardo el cuchillo.

    Ya esta amaneciendo. Sientate aquI a descansar que ya no llueve mucho, le dijo aquel muchacho mirando el reloj en la luz del poste. Adan se sento en la vereda y empezo a llorar.

    ¡Yo quiero ir donde mi mama!, ¡mami, mami!, decIa gimiendo y sollozando con sus manos jalandose el cabello.

    ¿Que te pasa?, le dijo el muchacho agachandose frente a Adan – ¿Donde esta tu mama?; pregunto poniendole la mano en el hombro.

    "Anoche mi casa se quemo y se llevaron a mi mama al hospital y me dejaron en la calle yo no se donde esta’’, le confio desesperado.

    ¡No llores!, Ya mismo vamos a tu casa, tal vez la trajeron del hospital y esta en la casa. ¿Como te llamas?, le pregunto amigablemente.

    Adan RodrIguez, respondio en voz baja. —– ¿Y… tu?, le pregunto sin mirarlo, con la cabeza agachada y sus manos cubriendose la cara.

    ¡Yo soy Roco!, Roco Santer, respondio poniendose de pie.

    Adan levanto el rostro. Los tempraneros rayos del dIa, le permitieron por primera vez observar el rostro de Roco, aquel Personaje Inesperado que ahora es su unico protector.

    RICARDO (Roco) SANTER, pocos lo conocen por su nombre. Roco le dicen. Nacio en el Bronx, en un sotano, drogado por el vicio de su madre, Jana, el 20 de abril de 1954. El niño hubiera muerto, pero alguien llamo la ambulancia para que vinieran a rescatarla, llevandola al hospital de Brooklyn con el recien nacido. En el hospital fue desintoxicado. Las autoridades lo pusieron al cuidado de padres adoptivos hasta los 5 años. Para este tiempo Jana habIa cumplido un plan de rehabilitacion, por lo que las autoridades le retornaron a Roco. Lastimosamente el vicio de las drogas volvio

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