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La salvación, después de todo.
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Libro electrónico192 páginas2 horas

La salvación, después de todo.

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A esta edad se hace fácil resignarse. El tiempo ya enseñó muchas cosas que ni siquiera la sucesión intangible de minutos, días, meses y años, logra llevar al olvido, que para los griegos (¿en qué ya no se nos anticiparon los griegos?) era un río -Leteo- cuyo cauce separaba la vida de la muerte, que era olvido.
Desistí voluntariamente del deseo de otorgar orden a este caos de escritos que padecen del mismo desorden que mis ideas. Sólo Dios, o su cadete, el Demiurgo, podrían oficiar ese prodigio de otorgar una secuencia al disparate con leyes que es el mundo. La idea que dirige este viaje sigue siendo la misma: perseguir los sueños que tuvo nuestra raza, siglo a siglo, detrás del deseo de sentirnos perpetuos, como si fuésemos las semillas intactas del Árbol del Bien y del Mal sembrado en el Paraíso.
Hay escritos de variados temas, pero la meta de la flecha siempre apunta al infinito de la eternidad.
Aunque mi peregrinaje me condujera a las áridas estepas de la duda, nunca dejé de escuchar las voces de las revelaciones sagradas, con el aire de respeto y veneración que merecen todas las ceremonias humanas destinadas a la perpetuidad.
He tratado de crear un grifo, tritón o quimera, uniendo y amputando ideas forasteras, como esas formas fantasmales que la imaginación de los pueblos convirtió en leyenda o mito. En filosofía, este desatino se llama eclecticismo; en religión, sincretismo; en el mundo de las empresas, márketing.
¿Cómo nace la poesía en las letras del tango? La fundación del Purgatorio, Breve historia del diablo, ¿Qué es la eternidad?, El sueño de Dios, Prontuario de la historia del lenguaje, Crónica de dos ángeles en Sodoma, El sueño de Julio César, el índice de la Biblia, son algunos de los temas que nos permiten descorrer el velo del misterio que parece envolver el mundo.
Gracias, siempre.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 jun 2017
ISBN9781370474417
La salvación, después de todo.
Autor

Alejandro Bovino Maciel

BOVINO, Manuel Alejandro DNI 12 440 404 Domicilio: Bmé Mitre 3712 (1201) CABA, Argentina Teléfono: (11) 49811791 Movil: (15) 62298054 Nacido en Corrientes, Argentina, en 1956. Médico Psiquiatra egresado de la UBA (Univ. Nacional de Buenos Aires), escritor. Trabajó 9 años junto al escritor Augusto Roa Bastos en Asunción, Paraguay. Docencia: enseño en la UCSA (Universidad del Cono Sur de las Américas) en Asunción, Paraguay, desde 1999. Cátedras de: Neuropsicología, Psicosemiología, Psicopatología, Semiótica del discurso publicitario. Dictó Carrera de Promoción de Agentes en Género e Igualdad" en la Universidad Nacional de Asunción con 2 cátedras a cargo: "Filosofía e Historia del Patriarcado" y "Psicopatología General". Libros publicados: 1) "La salvación, después de Noé", editado en Buenos Aires, en 1989. Cuentos y ensayos sobre temas de la Biblia. 2) "Los conjurados del Quilombo del Gran Chaco", en co-autoría con: Augusto Roa Bastos (por Paraguay), Omar Prego Gadea (por Uruguay) y Eric Nepomuceno (por Brasil). Libro de relatos sobre la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) articulados en base a las observaciones realizadas en el teatro de operaciones por el cónsul británico y escritor sir Richard Francis Burton. Edit. Alfaguara, año 2000. Traducido al portugués por Edit. Record (de Brasil) con el título de "O livro da Guerra Grande) que va por la 2da edición en 1 año. 3) "El trueno entre las páginas". Libro de conversaciones con Roa Bastos sobre temas políticos, literarios, biográficos. Con prólogo de Vladimir Krysinski, de la Univ. De Montreal. 4) "Polisapo" cuento en co-autoría con Roa Bastos, va por 6ta. Edición en Paraguay, acaba de salir la edición en Ecuador (Edit Libresa) y España (Labericuentos) 5) "La Bruja de oro" nouvelle infanto-juvenil publicada en Paraguay este año, va por la 4da edición. 6) "Prostibularias-1" en co-autoría con otros autores paraguayos y argentinos. Editorial Servilibro, Paraguay, 2002 7) "Diários de um rei exiliado", novela sobre el viaje fantástico de João VIº de Brasil y Algarves, 1808 huyendo del avance de las tropas napoleónicas que invadían Lisboa. Editorial Landmark, Sao Paulo 2005 (en portugués) 8) "El señor es contigo", una investigación sobre Feminicidio en Paraguay, 2005 , en co-autoría con Gloria Rubin. 9) 20 poemas de humor y una canción disparatada, en co-autoría con Pepa Kostianovsky, Serviolibro, 2005. 10...

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    La salvación, después de todo. - Alejandro Bovino Maciel

    Chapter 1 Prefacio. La salvación después de Noé.

    Chapter 2 Los movimientos del arte.

    Chapter 3 La eternidad anatómica

    Chapter 4 La fundación del Purgatorio.

    Chapter 5 Breve historia del Diablo.

    Chapter 6 ¿Qué es la eternidad?

    Chapter 7 La epifanía: los dioses saludan a Dios.

    Chapter 8 Los profetas de la Biblia.

    Chapter 9 Job, o la depravación de la justicia.

    Chapter 10 El sueño de Dios.

    Chapter 11 El mal de los buenos.

    Chapter 12 La voluntad de Dios, según Duns Scotto.

    Chapter 13 La semana del inicio del mundo.

    Chapter 14 Prontuario de la historia del lenguaje.

    Chapter 15 Los nasenios y la eucaristía.

    Chapter 16 Crónica de dos ángeles en Sodoma.

    Chapter 17 Historia de los Macabeos y de la familia Herodes.

    Chapter 18 El primer emperador, Octavio.

    Chapter 19 Los sueños de Julio César.

    Chapter 20 Jánuca y los Macabeos.

    Chapter 21 El índice de la Biblia.

    Chapter 22 Paralipómenos paganos.

    Chapter 1

    PREFACIO A LA SALVACIÓN DESPUÉS DE NOÉ

    A esta edad se hace fácil resignarse. El tiempo ya enseñó muchas cosas que ni siquiera la sucesión intangible de minutos, días, meses y años, logra llevar al olvido, que para los griegos (¿en qué ya no se nos anticiparon los griegos?) era un río -Leteo- cuyo cauce separaba la vida de la muerte, que era olvido.

    Desistí voluntariamente del deseo de otorgar orden a este caos de escritos que padecen del mismo desorden que mis ideas. Sólo Dios, o su cadete, el Demiurgo, podrían oficiar ese prodigio de otorgar una secuencia al disparate con leyes que es el mundo. La idea que dirige este viaje sigue siendo la misma: perseguir los sueños que tuvo nuestra raza, siglo a siglo, detrás del deseo de sentirnos perpetuos, como si fuésemos las semillas intactas del Árbol del Bien y del Mal sembrado en el Paraíso.

    Hay escritos de variados temas, pero la meta de la flecha siempre apunta al infinito de la eternidad.

    Aunque mi peregrinaje me condujera, sin quererlo, a las áridas estepas de la duda, nunca dejé de escuchar las voces de las revelaciones sagradas, con el aire de respeto y veneración que merecen todas las ceremonias humanas destinadas a la perpetuidad.

    He tratado de crear un grifo, tritón o quimera, uniendo y amputando ideas forasteras, como esas formas fantasmales que la imaginación de los pueblos convirtió en leyenda o mito. En filosofía, este desatino se llama eclecticismo; en religión, sincretismo; en el mundo de las empresas, márketing.

    El profeta Manés, fundador y primer sacristán del maniqueísmo, intentó la empresa de reunir en un solo cuerpo distintas doctrinas, en el segundo siglo de la Era Común, en Persia. Las enseñanzas que dejó subsisten, no como este intento mío, que está muerto antes de empezar.

    En el diálogo La peña, el escritor Césare Pavese, (que fue incrédulo, cristiano, agnóstico, y católico ferviente, en ese orden aunque nunca fue ateo, como escribió) hace decir a su Prometeo: cuando los mortales ya no tengan miedo, los dioses desaparecerán

    Confutar este juicio a riesgo de probarlo, parece haber sido la historia del pueblo Judío. Otros pueblos han creado estados, políticas y sólo después, dioses para sostenerlos. El caudillo Moisés vio antes la zarza ardiendo, subió al Sinaí, recibió las terribles Tablas y cuando tuvo en sus manos la Ley escrita por el dedo de Dios, divisó la tierra conflictiva, que hasta hoy los habitantes se dividen, con pólvora y sangre.

    Opongo al Prometeo de Pavese, el Job del Testamento, que vence el temor a la muerte para creer sin condiciones ref_2. Sin castigos ni premios, que dejó como armas a la puericultura, Job el idumeo trató de descubrir a Dios, apartando los templos y edificios sagrados que erigimos en su honor, a través de los siglos. Tal vez del mismo modo, consiguieron arrebatarle parte de Su misterio Parménides de Elea, Epicuro, Agustín de Hipona, Anselmo, Plotino, el príncipe Gautama, el imán Ya’far al-sadiq, Baruch Spinoza. Y otros. Y otras.

    La historia es la memoria de nuestros errores. La historia sagrada, la de nuestros terrores.

    Hay una leyenda, que ronda llenando de sospechas atrios y cimborios; dice que en otros tiempos, a un pueblo, por medio de una casta de elegidos, se le había revelado un dios.

    ¿Quién eligió a los elegidos?

    El pueblo.

    No se tarde en comprender que ese pueblo y ese dios, son la misma cosa.

    Otra versión, más inquietante de esta teofanía, sugiere que primero fueron los elegidos, y después los elegidos, usando la indómita materia de la justicia, hicieron un dios que sojuzgó a todos por igual.

    Los elegidos han desaparecido, roídos por los siglos.

    El dios no.

    chapter2

    LOS MOVIMIENTOS DEL ARTE

    (Segunda parte de las consideraciones sobre las letras del chamamé)

    El escritor naturalmente tiende a reproducir en palabras lo que observa en su mundo; este movimiento natural está siempre en los inicios de la expresión. Analizando una letra de chamamé, cualquiera, no se nos pierde de vista este aspecto descriptivo que predomina en casi todas las letras. En tus veredas, aromas de azahares que perfumaron mi loca juventud aquí se reúnen memoria y el sentido olfativo, el más primitivo de los órganos sensoriales.

    "En noches primaverales,

    al reflejo de la luna

    dibujada en la laguna,

    cantaba mis madrigales",

    "Cuando en verano

    el jazminero,

    vuelca su aroma

    sobre el jardín",

    "Los gurises, en la costa,

    qué lindos que son,

    melenita despeinada

    sonrisa al sol.

    Puerto Sánchez es un paisaje,

    donde el cielo azul bajó",

    "Oh pago viejo cuánto te añoro,

    sendero largo camino del arenal,

    junto al estero del agua mansa".

    Sería ocioso continuar esta galería de pueblos descriptos minuciosamente con paciencia forense; cualquiera puede comprobar fácilmente lo que afirmo atendiendo las letras de los temas más conocidos del chamamé.

    En un segundo momento de la poesía el paisaje exterior se refleja en el interior por medio de emociones, sentimientos, evocaciones cargadas de significaciones. Es como si el artista incorporara la geografía o la sociedad en la que vive y nos la devolviera envuelta en su propia visión, rodeada del misterio de lo ajeno. En este segundo plano de la poesía el paisaje deja de ser real para convertirse en un pretexto que sirve al escritor o la escritora para desnudar su mundo interior cargado de ecos y reverberaciones. En letras de canciones más elaboradas se puede leer, por ejemplo, De allá ité, donde la noche poriahú ref_3 no tiene penas. El autor está transformando a través de su mundo interior las palabras con las que quiere describirnos algo inédito de las noches de allá ité (allá lejos). En este otro ejemplo creo que se puede ver más claramente el proceso: se duerme tu cambá bolsa borracho con vino dulce de guaporú. Creo, si no me equivoco, que los versos son de Pocho Roch.

    En un tercer paso el paisaje geográfico y humano, en las resonancias internas del autor, vuelven a dar un giro sobre sí mismas para investirse de poesía por medio de recursos que aunque los describamos con la frialdad de un entomólogo despanzurrando langostas, jamás podríamos llegar a transferir la emoción que implican: ¿qué nos dicen si no aliteración, metáfora, metonimia, paranofrasia, metadiégesis? Dicen poco o casi nada salvo que entre en el campo de los expertos, pero al común de los mortales les suenan a tecnicismos cuando no a pornografía. En esta tercera etapa nace la poesía en toda su actualidad y no como estado potencial en las dos fases anteriores.

    Para ejemplificar, el archivo chamamecero me resulta estrecho, la falta de coalición inteligente entre músicos y poetas decayó en indigencia en nuestra zona: tenemos por un lado música de jerarquía como la de los hermanos Flores y por el otro un contenido poético menesteroso que desmiente el nivel musical. Vayamos al tango porque, aunque se pueden separar estos dos niveles (música y letra) cuando entre ambos se da la unidad tan esperada impregnan lo íntimo de cada uno con la fuerza de gotas de oro cayendo en un estanque de cristal.

    En el tango A Homero escribió Cátulo Castillo

    "Eran tiempos de cercos y glicinas /

    de la vida en orsay y el tiempo loco /

    Tu frente triste de pensar la vida /

    tiraba madrugada por los ojos".

    ¿Se puede describir un hombre atribulado con tanta precisión como pocas palabras? Empieza con la evocación nostálgica del barrio que ya no es, del tiempo devorado por el tiempo y después en ese mínimo retrato de Homero Manzi el poeta que nos lo venía escatimando, lo devuelve eterno.

    Podrán pasar siglos pero la lectura de estos versos seguirá envuelta en las sugerencias de un significado que va más allá de lo que enuncian.

    En Garúa el poeta Enrique Cadícamo describe una típica noche de invierno porteño, el frío, el viento, las calles solitarias

    "y en esta noche tan fría y tan mía /

    pensando siempre en lo mismo me abismo /

    y aunque quiera yo arrancarla o olvidarla /

    la recuerdo más",

    hasta aquí nos acompaña ese segundo momento en el que el ámbito exterior (la noche de llovizna) y el interior (la soledad) se confunden e identifican; pero Cadícamo da un paso más. Describe su lento caminar por la acera, compara su corazón con una tapera a la que el olvido de la mujer que ama atravesó abriéndole una gotera. No olvidemos que afuera, en la calle sombría de invierno, está lloviendo también. En ese momento Cadícamo inviste la música de poesía:

    "Garúa, / tristeza, /

    ¡Si hasta el cielo se ha puesto a llorar!".

    Podrán pasar los años transformándose en siglos y milenios pero mientras haya una sola criatura como la humana, sensible a la humillación, el desprecio y el abandono, estos versos seguirán diciéndole exactamente lo mismo que nos dicen hoy a todos nosotros.

    ¿No es eso acaso la eternidad?

    ¿El tiempo inmóvil?

    ¿El arte, que no muda como la materia de la que está hecho?

    Tratemos de explicar por qué estos inquietantes versos de La última curda de Cátulo Castillo, nos dejan una impresión extraña de atravesar la nebulosa de una borrachera?

    "¿No ves que vengo de un país /

    que está de olvido, siempre gris, /

    tras el alcohol…?"

    En Desencuentro, el mismo Cátulo Castillo en una agobiante confesión de pesimismo no alcanza a describir el ambiente porque la poesía se impone:

    "¡Qué desencuentro! /

    Si hasta Dios está lejano, /

    Quisiste con ternura /

    y el amor te devoró /

    de atrás, hasta el riñón, /

    se rieron de tu abrazo /

    y ahí nomás /

    te hundieron con rencor /

    todo el arpón. /

    Amargo desencuentro /

    porque ves que es la revés /

    creíste en la honradez /

    y en la moral, ¡qué estupidez!, /

    por eso en tu total /

    fracaso de vivir, /

    ni el tiro del final, /

    te va a salir"

    ¿Puede alguien denunciar con tanta profundidad la traición, el desengaño, el conflicto entre el bien y el mal, entre el deber y el hacer? ¿Puede perder vigencia esta inventiva feroz? Tal vez sirvan para sanar tanto pesimismo los versos de Homero Manzi en De barro

    "Y hoy que no vale mi vida /

    ni este pucho de cigarro /

    recién sé que son de barro /

    el desprecio y el rencor /

    vuelven tus ojos lejanos /

    con el llanto de aquel día /

    pensar que puse en tus manos /

    una culpa que era mía".

    En el tango Los mareados (o los borrachos) el poeta Enrique Cadícamo, en un solo verso que nunca se olvida una vez escuchado, confiere la eternidad a su frase, que predica los tres tiempos verbales disolviéndolos en la nada:

    "Hoy, vas a entrar en mi pasado"

    El ubicuo presente que la inicia,-hoy- se pierde en el futuro -vas a entrar- de ese pasado que ya se aviene, a pesar de pertenecerle íntegramente, de ser suyo -mi pasado-, como lo proclama casi despidiéndose, porque sabe que la eternidad está más allá de cualquier pretensión humana, que el decurso del tiempo es absolutamente inexorable hacia la negación de sí mismo, hacia la destrucción del tiempo. ¿Dónde, si no, está ese presente de la enunciación hoy? Cuando lo hemos leído, ya es pasado. El futuro es no menos fantasmal, y también se extingue con él. ¿Qué nos queda entre las manos? Nada, o la música, que es todo en el tango.

    Los verdaderos poetas del tango reniegan de las descripciones pintorescas, saben que los vestidos celestes, las pilchas domingueras y las orquídeas en flor son simples detalles ornamentales de los que pueden prescindir, porque no les interesa enviar postales turísticas para describir su mundo.

    ¿Será que el mundo del arrabal porteño es mucho menos simple que los naranjales correntinos? ¿O será que el arrabal encontró su voz en escritores y escritoras que supieron traducirlo en poesía sin necesidad de tomar por asalto el diccionario Peuser?

    Busquen una sola palabra extraña en los fragmentos de tangos que facilité y no la encontrarán. Con la simplicidad de la verdad, nos dijeron las cosas más crudas y más sublimes. Y esto desafiará al tiempo, al desgaste, a la usura de los siglos. Seguirá teniendo un significado dentro de mil años cuando haya un ser sufriendo o maravillándose. Los atuendos, las carretas, la toponimia correntina, el amorío banal de los nuevos conjuntos chamameceros pasarán con el tiempo, porque están hechos de una sustancia endeble que no resiste las comparaciones con la verdad de la poesía. Con esas versificaciones, glosas y palabras atadas que tejieron los amanuenses del chamamé se cumplirá la profecía de Cadícamo: Muchachos, todo se lo ha llevado el almanaque, / todo, todo ya se fue… No resistirán la ordalía del tiempo o quedarán como esos fósiles prehistóricos expuestos al público como objetos de distracción.

    El tango está en la eternidad inmóvil, ya nunca nadie podrá devaluar su forma; por desgracia nuestro chamamé (recuerden que siempre estoy refiriéndome a las letras) se quedó en el camino y será arrasado por el paso del tiempo que no perdona héroes ni traidores; todos sucumben en el tormento de su cruz. Todo se lo llevará el almanaque, todo, todo

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