EL QUIJOTE Y LA CÁBALA EL CÓDIGO SECRETO DE CERVANTES
La teoría de que el Quijote es un libro escrito en clave que exigiría de una “doble lectura” que revelaría secretos de la Cábala hebrea, fue desarrollada por la escritora francesa Dominique Aubier (1922-2014), estudiosa de la cultura judía e hispanista vocacional que residió en España desde los años sesenta del siglo pasado. Su libro Don Quijote, profeta de Israel (1966) –traducido a varios idiomas, en español Don Quijote, profeta y cabalista (1981)– fue muy polémico al presentar a Miguel de Cervantes (1547-1616) como un estudioso de la Cábala que habría esquivado a la Inquisición encriptando sus conocimientos secretos en su novela más universal. Esta visión tan heterodoxa del universo cervantino sería luego ampliada por un reducido grupo de académicos, afectivamente vinculados a la cultura hebrea, como Ruth Reichelberg (1940-2006), catedrática de literatura de la Universidad israelí de Bar-ilan (RamatGan), autora de Don Quijote o la novela de un judío enmascarado (2006). Según esta teoría, todos los nombres que se mencionan en el Quijote, así como los pretendidos “gazapos”, no son casuales: tienen un significado oculto que debe ser interpretado desde el simbolismo del alfabeto hebreo. En palabras de la propia Aubier: “La operación cervantina consiste en inocular el Conocimiento, canalizado hasta entonces por el conducto hebraico, en el tejido portador de la lengua castellana”.
¿UN MENSAJE ESOTÉRICO EN EL QUIJOTE?
, la mítica frase con la que se inicia el Quijote, es interpretada por Dominique Aubier no como la desmemoria de un lugar concreto de la geografía manchega, sino como una especie de “saludo ocultista”. Según esta exégesis, el vocablo Mancha aludiría a la “mácula” o estigma de quienes, en la España (1615).
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