Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Alice (Crónicas de dos universos 1): SAGA: "CRONICAS DE DOS UNIVERSOS"  1º PARTE
Alice (Crónicas de dos universos 1): SAGA: "CRONICAS DE DOS UNIVERSOS"  1º PARTE
Alice (Crónicas de dos universos 1): SAGA: "CRONICAS DE DOS UNIVERSOS"  1º PARTE
Libro electrónico510 páginas8 horas

Alice (Crónicas de dos universos 1): SAGA: "CRONICAS DE DOS UNIVERSOS" 1º PARTE

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Esta novela funde lo policial con la ciencia ficción y la fantasía para sumergirnos de una original manera en la constante guerra entre las fuerzas del bien y del mal.

Alice Brooke es la mejor ayudante del fiscal del distrito que la ciudad de Nueva York haya tenido nunca, una auténtica luchadora por los derechos humanos quien sin ningún miedo se enfrenta a grandes corporaciones y maleantes. Su vida se asemeja a la de cualquier terrestre normal hasta el día en que todo cambia en su pequeño mundo y un terrible secreto aparcado y casi olvidado hace mucho tiempo sale a flote.

Pero aquello no parece ser lo más peligroso de todo puesto que toda esa nueva realidad que se abre ante sus ojos comienza con la llegada de un extraño visitante. Unas fuerzas incomprensibles para nuestra raza son desatadas con la aparición de unos misteriosos objetos codiciados por grandes poderes entre quienes se encuentran el director general de la C.I.A.y un encapuchado socio que pondrán a nuestra protagonista en más de un apuro. Todo esto y mucho más en esta primera parte de una aventura que nos llevará más allá de lo que nadie pueda imaginar, una odisea que comienza en nuestro mundo sin saber donde acabará. ALICE se sitúa en la Tierra, en un oscuro ambiente donde la supervivencia de la protagonista será el tema principal de esta primera parte de una saga que nos conducirá por mundos imaginarios donde una terrible guerra se extiende, una guerra que decidirá el destino de nuestro universo. Todo esto dejando al lector en espera de una pronta segunda parte.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento25 feb 2016
ISBN9788491123552
Alice (Crónicas de dos universos 1): SAGA: "CRONICAS DE DOS UNIVERSOS"  1º PARTE
Autor

Thomas Larmin

Thomas Larmin nace el 13 de noviembre de 1974 y colabora de forma habitual escribiendo artículos en periódicos. Después de Alice, Primer contacto y El comienzo, Devastación es la cuarta entrega de la saga «Crónicas de dos universos».

Relacionado con Alice (Crónicas de dos universos 1)

Títulos en esta serie (5)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ciencia ficción para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Alice (Crónicas de dos universos 1)

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Alice (Crónicas de dos universos 1) - Thomas Larmin

    Título original: ALICE

    Primera edición: Febrero 2016

    © 2016, THOMAS LARMIN

    © 2016, megustaescribir

                Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:   Tapa Blanda               978-8-4911-2356-9

                  Libro Electrónico      978-8-4911-2355-2

    CONTENIDOS

    Prólogo

    PARTE I   EL DESCUBRIMIENTO.

    Capitulo I

    Capitulo II

    Capitulo III

    Capitulo IV

    PARTE II   LAS NUEVAS APTITUDES.

    Capitulo V

    Capitulo VI

    Capitulo VII

    Capitulo VIII

    Capitulo IX

    Capitulo X

    Capitulo XI

    Capitulo XII

    Capitulo XIII

    Capitulo XIV

    Capitulo XV

    Capitulo XVI

    Capitulo XVII

    Capitulo XVIII

    Capitulo XIX

    Capitulo XX

    PARTE III   UNA NUEVA REALIDAD.

    Capitulo XXI

    Capitulo XXII

    Capitulo XXIII

    Capitulo XXIV

    PARTE IV   LA CAZA.

    Capitulo XXV

    Capitulo XXVI

    Capitulo XXVII

    Capitulo XXVIII

    Epílogo

    Sobre El Autor

    55998.png

    Siempre he soñado con lo que podría encontrarme más allá de las estrellas, más allá de ese espacio tan secreto y enigmático a mis ojos. Que tipo de criaturas o civilizaciones pudiesen existir a lo largo de ese vasto cielo nocturno en el que muchas veces me encanta dejarme llevar por la imaginación de alguien que ama la ciencia ficción.

    Ese Cosmos que nos demuestra nuestra nimiedad al ser comparados con las vastedades que iluminan el cielo oscuro de una noche cualquiera, un infinito Cosmos del que todos somos partes integrantes. Puede que me equivoque, no sería la primera vez, pero yo creo; creo en distantes mundos y en la total imposibilidad de que en todo nuestro universo solo pueda existir un mundo habitado, un insignificante mundo habitado por diminutas hormigas capaces de los mejores sueños así como de las peores pesadillas. Si en nuestro firmamento existen millones de estrellas que contienen millones de sistemas, que se encuentran en el interior de millones de Galaxias, quienes a su vez se hayan diseminadas por un lienzo oscuro que no parece tener final; ¿cómo puede ser qué no exista la más mínima señal de vida o inteligencia?

    Por mi parte es muy difícil dar crédito a tal idea. Podría ser que se tratase de civilizaciones muy adelantadas con respecto a nuestro pequeño mundo, o quizás solo primarias formas de vida, o hasta nuevos organismos unicelulares. Hasta podría darse la existencia de cualquier otro tipo de forma de vida que no podamos siquiera imaginar y aún menos comprender. Al igual que muchos de vosotr@s, siempre he querido ser un soñador, siempre he querido creer, imaginar y deleitarme con mundos fuera de nuestros conocimientos, hechos para los que no poseemos explicaciones algunas, gloriosos momentos que amamos al descubrir algo totalmente desconocido y que esconde una belleza fuera de lo normal. Es por ello que escribo esta obra; para plasmar sobre el papel lo que mi imaginación esconde. Soñar es libre y nadie nos puede arrebatar ese estado, puesto que tanto dormidos como despiertos: soñamos.

    Para los amantes de la ciencia ficción, para los amantes de la épica, de las aventuras, las traiciones, amores, odios o hasta las pequeñas historias que se esconden detrás de eventos mucho más importantes. Es por ello que escribo esta saga. Porque me hace sonreír, porque me hace soñar y todo eso me agrada en gran manera. Y si me agrada a mi, porque no puedo agradar a más personas. Y con el mismo gusto, cariño y amor que he escrito esta saga espero que usted, querid@ lector@ disfrute de ella aunque solo sea una milésima parte de lo que haya podido disfrutar yo mismo al escribirla.

    Ya que con esa pequeña parte me doy por satisfecho de haber contribuido a regalarles a tod@s ustedes unos buenos momentos para fugarnos de nuestra realidad cotidiana, evadirnos del planeta y disfrutar de la inmensidad del Cosmos. Y si por encima de todo les gusta, entonces me harán realmente feliz.

    Esta obra de Ciencia Ficción contiene nombres y lugares que existen y otros que no. Cualquier comparación con una persona real es mera coincidencia.

    55998.png

    PRÓLOGO

    El Cosmos. Siempre tan tranquilo, tan imperturbable, sereno y apacible. O al menos eso es lo que los humanos desde nuestro pequeño planeta y en nuestro gran saber, queremos creer.

    Ya sea por miedo, terrores oscuros o la simple incomprensibilidad que esconde la noche estrellada de cualquier parte de nuestro planeta, siempre hemos tenido dudas y hasta seguridad sobre nuestra completa superioridad y a veces la protección que nos da esa soledad de pensar que somos los elegidos, los únicos habitantes del universo. Pero cuando llega la noche y podemos presenciar desde nuestro pequeño planeta todos esos puntos blancos lejanos y que nos deleitan con un mar de incógnitas que parecen flotar en ese vasto vacío siempre que se nos ocurre lanzar una mirada hacia arriba, hacia esas estrellas tan lejanas que ni siquiera podemos concebir la verdadera distancia que nos separa, esos lugares fuera de la imaginación terrestre donde nunca parece estar sucediendo nada interesante, nada en particular.

    Donde todo lo allí brillante parece estar dominado por una serenidad tan lejana que nos hace creer en la posibilidad de poder llegar a tocar esas gloriosas manifestaciones brillantes que se encuentran a millones y millones de años luz, totalmente fuera de nuestro alcance.

    No existe falacia más grande que la de soñar y creer en que podemos llegar a alcanzar esos mundos a los que ya hemos puesto nombre sin ni siquiera haberlos visitado.

    ¿A qué imposibles distancias de calcular por nosotros se encuentran esos brillantes puntos blancos?

    Esas otras extrañas galaxias que inundan un universo al que pertenecemos y que creemos conocer, pero del que en realidad no sabemos absolutamente nada. Y siempre esa duda, esa cuestión que no deja de perseguirnos, y que no es otra que la eterna pregunta de todo hombre: ¿Estaremos solos en el infinito? Muchos quieren creer esa supuesta verdad para dormir tranquilos, ajenos a cualquier pesadilla que pudiese llegar desde tan lejanos mundos.

    Pero hay que saber que no, no lo estamos. Lo creemos; es verdad que muchos lo creen o quieren creer, pero el Cosmos es como una enorme charca de agua donde no parece existir ningún signo de vida, una placa de Petri de laboratorio que a simple vista humana no contiene nada. Pero, ¡Ay! si lo pasamos por el microscopio o siquiera usamos una lupa de gran aumento. Entonces que pronto nos damos cuenta de qué lo que creíamos vacío es en realidad todo un mundo de vida salvaje.

    Durante eones el Cosmos ha sido como la Tierra; siempre ha tenido momentos de paz y otros de cruentas guerras, algunas pequeñas, otras mayores, pero siempre ha sido así.

    Desde el comienzo de los tiempos, la guerra no ha cesado de devastar civilizaciones y mundos enteros. ¡Pero existen guerras y guerras! Y la que se libra en estos momentos, en estos años que nos ha tocado vivir es un conflicto que no conoce señal de paz alguna alrededor de las millones de galaxias que componen nuestro universo y que mal que les pese se encuentran en medio.

    Bien que todavía nada de esto haya podido llegar hasta nuestro pequeño mundo, no por ello nuestra bien amada Tierra iba a poder escapar a los acontecimientos que se avecinaban.

    Pero nada de esto se sabía, nada de esto se conocía. Nuestra ciencia no ha evolucionado lo suficiente como para poder debatir sobre el asunto, y aún menos poder demostrarlo. Se debe saber que probablemente la guerra que se extiende por todo el universo, bien se podría afirmar con total convencimiento de los hechos que se trataba de la más cruel, la mayor de las guerras, despiadada y salvaje; una guerra que seguramente iba a trazar el porvenir de todas las civilizaciones existentes.

    Pero volviendo al presente y más concretamente a estos momentos que nos interesan, en donde la situación es más que delicada para el bando que ha decidido defender la virtud, la justicia y libertades de nuestro Cosmos con toda su intensidad.

    A través de nuestro vasto universo, se viven tiempos de guerra, posiblemente la madre de todas las guerras, la que acabará con todas las demás. Un cruento y terrible conflicto que implica a millones de razas ha oscurecido un innombrable numero de galaxias enteras entre las que por el momento, y gracias a no se sabe bien que fuerzas, no se encuentra la nuestra, ajena a todo ese mal existente que ha escapado, ha sido liberado… y enviado para destruir todo lo que podamos llegar a amar.

    Sin embargo, una guerra a escala Universal no tiene nada que ver con una guerra terrestre: es mucho más lenta y pavorosa, inhumana y terrible.

    Puesto que en realidad no nos encontramos hablando de un pequeño planeta perdido que no cesa de orbitar alrededor de otra pequeña estrella cuya comparación con las que nos deparan algunos que otros astros solo puede parecer ridícula. Que tranquilos vivíamos sin conocer el peligro que nos acechaba a todos nosotros. Pero pronto, seríamos testigos de la que seguramente podría llegar a ser la ultima gran guerra que definiría el camino de todos los mundos habitables.

    Pero esto de momento no lo sabíamos y aún menos nos lo imaginábamos. Mientras, veloz como un huracán la verdadera guerra se acercaba a nuestro planeta para la mayor de nuestras desgracias.

    Muy pronto la Tierra entraría a formar parte en este juego. Y solo existían dos opciones por muy sencillas e insólitas que pudiesen parecer: el mal o el bien, la salvación o la destrucción, el horror o la paz.

    Pero dejemos que sea el tiempo y el espacio quienes nos cuenten esta historia sobre la salvación o perdición de todo nuestro universo.

    Pronto… muy pronto, los terrestres sabríamos a nuestro pesar que la maldad no es para nada originaria del ser humano, en absoluto.

    Cuán lejos nos encontrábamos de tal ilusión, de tan bonita mentira que hasta la fecha no nos molestaba en absoluto, dejándonos dedicarnos tranquilamente a nuestros pequeños quehaceres sin hacer caso alguno a unos problemas que solo parecían salir del celuloide de cualquier director de cine humano.

    Pero como todo en la vida llega, pronto conoceríamos el papel que nuestro diminuto mundo ostentaría en tan gran historia.

    Y la guerra que llevaba decenas de años librándose a través de millones de galaxias pronto nos alcanzaría de la misma manera que un chaparrón de verano nos coge desprevenidos.

    PARTE I

    EL DESCUBRIMIENTO.

    La ley no ha sido establecida por el ingenio de los hombres, ni por el mandamiento de los pueblos, sino que es algo eterno que rige el universo con la sabiduría del imperar y del prohibir.

    (Marco Tulio Cicerón)

    La Realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece.

    (Philip K. D

    55998.png

    CAPITULO I

    JUEVES 29 DE OCTUBRE DE 2015

    Aquella nave espacial de un origen totalmente desconocido para los terrestres se acercaba a nuestro planeta a una velocidad que desechaba cualquiera de las pretendidas y seguras teorías terrestres mantenidas por nuestros mayores científicos sobre velocidades superiores a la de la luz, dejando al desnudo todos y cada uno de nuestros pequeños e insuficientes conocimientos humanos sobre las leyes de la física descubiertas hasta la fecha de hoy.

    Dicho objeto no identificado se manifestó repentinamente cerca del satélite llamado Europa, uno de los cuatro satélites naturales más importantes que giraban alrededor del mayor de los planetas pertenecientes a nuestro sistema solar, integrado en nuestra galaxia llamada La Vía Láctea. Un inmenso coloso gaseoso cuyo nombre se refería al gran Dios Romano Júpiter y que estaba formado principalmente por hidrógeno y helio, ostentando una masa trescientas dieciocho veces mayor que la de nuestro pequeño planeta azul.

    Dada su súbita aparición en nuestro sistema, dicha nave tuvo que haberse manifestado gracias a los asombrosos y poco estudiados agujeros de gusano, también nombrados como Puentes de Einstein Rosen, sobre los cuales nuestros científicos sustentaban muy pocos conocimientos reales, y si demasiadas conjeturas y teorías no contrastadas.

    Según nuestra ciencia, aquellos agujeros consistían en una segura e hipotética característica topológica descrita por las ecuaciones de la relatividad general, siendo lo máximo que podíamos llegar a comprender o al menos aspirar a ello en nuestros tiempos. Explicado de un modo mucho más sencillo, se trataba de un atajo a través del espacio y del tiempo, algo tan parecido al abrir una puerta y pasar a otra habitación, salvo por una gran diferencia. Y es que el mero hecho de transitar a través de aquel portal; en vez de hacerle cambiar de cuarto a alguien, esta singularidad lo enviaba a unos millones de kilómetros luz desde su lugar de entrada hasta el de salida en un lapso de tiempo no demostrado ni experimentado por el hombre.

    Nuestros limitados conocimientos de las leyes que rigen los misterios del universo no contemplan la posibilidad de desplazarse más brevemente de un lugar de una galaxia a otra en un tiempo menor.

    Estos agujeros denominados de gusano o también de lombriz se benefician por lo menos de dos extremos que se encuentran conectados entre si por una única «garganta», creando la posibilidad de que la materia se desplace de un extremo a otro, pasando a través de dicha garganta o espiral, para aparecer en un punto a millones de años luz mucho más distante. Algo así como plegar el universo a nuestro antojo para dar con la salida requerida.

    Hasta ahora y como bien se encargaron de determinar nuestros propios científicos, todo esto se basaba en simple y pura teoría al no disponer de ninguna evidencia o prueba de la existencia de tales estructuras y de sus hipotéticos usos.

    Pero dado lo que acababa de acontecer, parecía ser que la ciencia humana, después de todo, no se alejaba demasiado de la realidad sobre aquellos cuerpos celestes cuando concebían tales suposiciones después de apreciar aquel prodigio de la tecnología que rápidamente se presentaría ante nosotros, simples terrestres.

    Como se podía apreciar en tales momentos nos encontrábamos muy atrasados para ser todavía capaces de llegar a entender o comprender muchos hechos totalmente inexplicables para los que aún no gozábamos de respuesta alguna que nuestros científicos o invenciones pudiesen darnos.

    Si nuestros científicos terrestres hubiesen podido contemplar aquella repentina aparición: un artefacto semejante salido repentinamente de la nada, aparecido como por arte de magia, una magia que no existe, muchos de esos científicos gozarían maravillados con una gran sonrisa al poder beneficiarse de la autenticidad de sus teorías con relación a la verdad física y creíble a las que apuntaban todas sus resoluciones.

    Ya que aquel hecho en si corroboraba todos sus ideales y pensamientos sobre dichos agujeros que o bien existían por naturaleza, o bien se creaban artificialmente.

    Aquella hubiese sido su prueba final. Una verdad largamente estudiada y que con esta aparición hubiese llevado a los científicos terrestres a un gran reconocimiento por parte de toda la humanidad.

    Coexistían dos únicas posibilidades para estas estructuras, siempre hablando dentro de los lindes de nuestra limitada ciencia. El primero de los dos tipos de agujeros de gusano que se daban a conocer por su nombre era el de agujero de gusano de infra-universo. Un agujero que consistía en conectar una posición de una Galaxia con otra ubicación de esa misma, pero mucho más alejada. Y luego se hallaba el segundo caso denominado como agujeros de gusano del inter-universo, los cuales fusionaban una Galaxia lejana con otra totalmente diferente, y que también eran conocidos como «agujeros de gusano de Schwarzschild». Esta manera era la más rápida de viajar entre galaxias.

    Al menos eso creíamos nosotros.

    Pero por supuesto no podíamos olvidarnos del hecho más importante de toda esta historia, dejando de lado las teorías sobre los nombrados agujeros ya que lo más importante de aquel instante no era si no la aparición de vida inteligente procedente de más allá de nuestro sistema solar, algo con lo que nadie en nuestro planeta parecía concebir.

    La nave que surgió de la nada se asemejaba bastante a los diseños del flamante bombardero ruso estratégico de nueva generación denominado PAK-DA y utilizado para la Aviación de largo alcance.

    Se trata de un nuevo tipo de bombardero estratégico furtivo que puede volar a velocidad supersónica. Su corazón se encuentra compuesto por un sistema electrónico totalmente nuevo y modificado que en su inmensa mayoría se dirige por indicadores de navegación de diseño Stealth. Este bombardero que no necesita más que de un piloto, es capaz de llevar todo tipo de armas y pasar completamente desapercibido por el enemigo mientras vuela a media altura.

    Si, la verdad era que aquella reciente aparición se asemejaba bastante a dicha construcción humana, si exceptuábamos la terminación del diseño que daba la sensación de haber sido moldeado a través de una simple pieza, al no ser posible descubrir ninguna traza de tornillos o placas superpuestas tal y como ocurría en nuestros aviones o grandes construcciones, que eran montados por partes, y donde se podían apreciar esos detalles en las placas de acero juntadas por tornillos y que aquí brillaban por su ausencia.

    Aquella diferencia a la hora de la fatídica comparación con nuestras naves y aviones era el hecho por el que se convertía a ese aparato visitante en una belleza incomparable con ninguna fabricación terrestre posible. Y por si eso fuera poco, uno se topaba con su aerodinámica, demasiado avanzada y curvilínea para nuestra época; se trataba de un diseño mucho más elíptico de lo normal, un diseño que fundía nuestro sistema solar a una velocidad no conocida por nosotros, pobres humanos.

    El color se componía de un gris brillante, un gris de una belleza y brillo que no era posible comparar con nuestros aviones, a la vez que se hallaba envuelto en una especie de nube de un color rojo carmesí que escondía su magnifica estructura como si de un tupido velo se tratara. Parecía ejercer de barrera. ¿Para qué?, eso era otra cuestión.

    Su tamaño real debía de alcanzar aproximadamente unos doce metros de largo por diez de ancho (si contábamos con lo que aparentaban el aspecto de poder tratarse a lo que los humanos denominamos comúnmente alas cuando nos referimos a nuestros prototipos de aviación), y por no más de cuatro metros de alto.

    No se asemejaba para nada a una de esas aparatosas y gigantescas naves invasoras que estábamos acostumbrados a apreciar en las superproducciones de Hollywood. Al pasar cerca de Marte, toda aquella nave sufrió un impresionante cambio exterior: la nube de color carmesí fue desvaneciéndose para dar paso al verdadero color gris brillante de su estructura y terminar haciéndose invisible en pocos segundos. Ningún ojo humano hubiese podido observar dicho artefacto en nuestro planeta, era como si del hombre invisible se tratara.

    Para cuando eso sucedió acababa de rebasar la luna, no sin antes moderar su extraordinaria velocidad que la acercaba a nuestro planeta. Su paso por nuestra galaxia desde su aparición cercana a Júpiter y su llegada a la luna, tan siquiera duró un tiempo de quince segundos sin necesitar del uso de ningún tipo de agujero de gusano, si no que más bien aquella aparentaba ser su velocidad de crucero.

    Algo totalmente inconcebible e imposible de imaginar para nuestra ciencia. Puesto que aquel extraño visitante superaba la velocidad de la luz de una manera completamente impensable. Un hecho que según nuestros mayores científicos de ayer y de hoy era una cuestión matemáticamente y físicamente imposible de realizar; pero claro, quien lograba comprender lo avanzado de aquel medio de transporte con toda su formidable tecnología, demasiado adelantada para poder ser explicada por nuestra raza. Se trataba de una ciencia fuera del alcance de la nuestra, repleta de una enorme variedad de instrumentos incomprensibles para nuestros científicos.

    ¿De donde podían provenir semejantes intelectos?

    ¿Cuales eran sus orígenes?

    Y por encima de todo: ¿qué era lo que querían? No parecía tener pinta de ser una invasión, no con una sola nave.

    Pero a estas alturas más valía desconfiar, bien que por el instante nadie en la Tierra se dio cuenta de aquel diminuto cambio en nuestro sistema solar.

    Un cambio que pronto traería sus consecuencias a nuestras pequeñas vidas.

    La ciencia humana; según sus cálculos, entendía que un viaje desde la tierra hasta Júpiter, utilizando la velocidad de la luz como referencia supondría un tiempo de treinta y siete minutos y unos cuarenta y cinco segundos para un recorrido de aproximadamente 679.623.614 millones de kilómetros.

    Dicho esto, la comparación con cualquier nueva invención tecnológica de creación humana no era para nada factible. Al menos no hasta que pudiésemos comprender tales modos de desplazamiento.

    Por lo que se deducía que nos encontrábamos demasiado retrasados en cuanto a tecnología se trataba.

    Seguramente, o quizás dentro de muchos siglos de aprendizaje y enorme evolución por parte de nuestra raza, podríamos llegar a entender aquella increíble energía con la que se desplazaba nuestro nuevo visitante.

    Pero un hecho aún más inexplicable que el de la velocidad - observándolo desde el punto de vista científico terrestre - se encontraba en el interior de aquel objeto, quien seguramente llevase algún tipo de vida extraterrestre dentro.

    Ya que de ser tal el caso y aquel objeto no identificado era pilotado por seres de otros mundos; ¿qué tipo de vida imaginada por una mente humana hubiese conseguido aguantar todas las teorías escritas por los más famosos pensadores humanos a lo largo de nuestra historia con relación a las velocidades y potencias que rigen nuestra física?

    Energías tales como las fuerzas centrifugas, centrípetas, velocidades de la luz, unidades de Planck o efecto Coriolis.

    Y de cómo estas afectaban a un ente biológico llegando a deshacerlo y convertirlo en una masa de carne despachurrada y prensada en el momento de ser expuestas a semejantes fuerzas donde los cuerpos humanos eran triturados salvajemente.

    Todas esas pequeñas teorías quedaron completamente obsoletas si se contemplaba dicho artefacto, ya que sin lugar a dudas era totalmente previsible que fuese tripulado por algo llegado desde muy lejos; pero no hacía falta recordar el hecho por el que el tripulante o lo que fuese que pilotaba esa nave no era para nada terrestre.

    Al menos no una forma de vida parecida a nosotros, la raza humana. Esto era lo que cualquier científico terrestre hubiese deducido antes de que aquel nuevo aparato desconocido tirase por el suelo todos sus dogmas.

    Aquella era una de las razones por la que no se podía ejercer comparación alguna con nuestra sencilla forma de vida, ni tampoco entender la composición que pudiera tener la nave en si en cuanto a medidas avanzadas de protección contra aquellas leyes de la física, leyes que seguramente fueron resueltas fácilmente por sus inventores para que en el interior de aquella nave uno pudiese viajar en total harmonía y tranquilidad.

    La divergente nave pasó totalmente invisible e indetectable para cualquiera de los más de cinco mil satélites artificiales creados por el hombre a lo largo de su existencia y que inundaban el espacio exterior de nuestro planeta.

    La mayoría de ellos se encontraban a unos setecientos kilómetros de altura, mientras que el resto se hallaban en la órbita geoestacionaria que se localizaba en los treinta y cinco mil kilómetros de distancia con relación a nuestro planeta.

    Aquel aparato extraterrestre frenó su velocidad de tal manera que era totalmente imposible de imaginar, y aún menos de explicar. ¿Qué clase de mecanismos o energías dominaban aquella nave extraterrestre? ¿Y qué clase de ser o seres la pilotaban para no ceder ante las normas de nuestra física?

    Algo aún más incoherente e incomprensible fue su llegada a nuestro planeta ya que al entrar en contacto y deslizarse por nuestra atmosfera en vez de formarse una llamarada roja que hubiese calentado su fuselaje o la materia de la cual estuviese compuesta dicha maquina, esta pasó completamente invisible sin mostrar ninguno de los signos expuestos por nuestras naves espaciales cuando regresan de alguna misión en el espacio, o también por nombrarlos, de todos aquellos numerosos meteoritos que atraviesan nuestra envoltura gaseosa y se desintegran en la mayor brevedad posible antes de tocar suelo, creando a veces estrellas fugaces.

    La nave extraterrestre que sobrevolaba tranquilamente nuestro espacio aéreo - totalmente sabedora de su perfecto camuflaje -, completamente indetectable por nuestros medios de intercepción ya fuesen ojos humanos, antenas, satélites, radares o cualquier otro sistema de seguimiento inventado por el hombre, aparentaba seguir una estudiada dirección, algo así como si ya supiera a donde dirigirse, como si no fuese esta la primera visita que nos regalaba.

    Este extraño suceso aconteció en una noche demasiado oscura de finales de Octubre del año 2015. Concretamente el día veintinueve de dicho mes hacia las 8:15 P.M.

    Después de sobrevolar o estudiar nuestro planeta, nuestro nuevo visitante se dirigió en dirección a la tranquila masa de agua que constituía la superficie del lago Erie, uno de los lagos de Estados Unidos y Canadá que forman parte a su vez de los famosos Grandes Lagos, encontrándose más al sur que los demás y limitando en el norte con la provincia canadiense de Ontario y en el sur con los estados estadounidenses de Ohio, Pensilvania y Nueva York.

    La nave, nada más llegar sobre la superficie del mencionado lago, comenzó súbitamente a penetrar en sus oscuras aguas con gran delicadeza, hasta que poco a poco fue desapareciendo por completo, para al final no dejar rastro alguno de su presencia.

    Si en aquellos momentos alguna persona hubiese rondado el lugar y contemplado el punto donde se sumergió nuestro visitante o visitantes: aquel ser humano - si se hubiera fijado bien -, podría haber advertido, y digo bien advertido no sin cierta dificultad debido a las nocivas condiciones meteorológicas que cubrían el lago con un manto espeso de bruma otoñal, como una gran nube de vapor de unos veinte metros por quince sobresalía allí donde se hundió aquel extraño objeto no identificado.

    Al final, aquella nube de vapor terminó mezclándose con la neblina del lago y se difuminó. No quedaba ninguna prueba de todo aquello. Era como si nunca hubiese sucedido nada en esta noche de octubre. El visitante o visitantes escogieron la parte más profunda del lago para estabilizar la nave, más o menos a unos sesenta y cinco metros de profundidad. Aparentaban saber realmente donde debían ubicarse. Desde luego que esta no había sido la primera ocasión en que visitaban la Tierra, no, no lo aparentaban.

    Durante lo que pareció una eternidad nada extraño aconteció, si exceptuamos aquel sepulcral silencio tan sorprendente como sobrecogedor que se apoderó de aquella parte del bosque a la llegada de este nuevo e inquietante extraño.

    La totalidad de la arboleda que se encontraba cerca del amerizaje había enmudecido por completo. No se percibía el mínimo ruido. Cualquiera hubiese podido señalar que todos los animales nocturnos de la zona se encontraban totalmente desaparecidos o bien escondidos en sus madrigueras a la espera de ver que era lo que podía llegar a suceder en un pronto futuro. Aquel silencio antinatural parecía dar a entender que aquel bosque y su fauna se acababan de percatar sobre una posible gran amenaza que se cernía sobre todos ellos.

    Un hecho que no podían comprender, que les era imposible de interpretar. Era un hecho totalmente nuevo, no de este mundo, algo nunca visto hasta ahora, y con un poder extraño, un poder capaz de enmudecer aquel bosque.

    Al cabo de unos diez minutos se manifestaron las primeras y ligeras muestras en forma de ondas sobre la llana superficie de la masa de agua llamada Lago Erie. Las ondas fueron proliferando y creciendo mientras se acercaban a la superficie en dirección al lado más montañoso del lago.

    Repentinamente algo sobresalió de la superficie, algo de un matiz oscuro que se asemejaba a una cabeza, pero envuelta en un color tan puro y negro que oscurecía a las mismísimas tinieblas. Seguidamente surgieron unos hombros acompañados por un torso y a la conclusión de aquella aparición se pudo contemplar una forma que se asemejaba a un humano de aproximadamente un metro ochenta de estatura.

    El ser en si se aparentaba demasiado a un humano por lo que hubiese pasado totalmente desapercibido desde la distancia para cualquier habitante de nuestro planeta.

    Ya que situándose a una distancia lo suficientemente lejana nadie se hubiese percatado de ciertos rasgos un tanto inquietantes y extraños a la vez, unos rasgos que se salían de lo normal pero que visto la noche cerrada eran casi imposibles de diferenciar.

    En realidad se trataba de dos particularidades muy concretas. La primera trataba sobre su espeluznante color; completamente compuesto por un negro tan oscuro, tan refulgente y de una pureza jamás vista en nuestro mundo, un negro que en toda la historia de la humanidad siempre había sido relacionado con la lobreguez más completa, la maldad más atroz o el miedo más espantoso hacia todo lo desconocido por el hombre.

    Ese era el color que cubría a aquella criatura a lo largo de todo su cuerpo, desde los pies a la cabeza, otorgándole un aspecto de lo más aterrador. Sin embargo, el segundo elemento, era mucho más impresionante que su color pero también demasiado difícil de distinguir. Ese hecho tan impactante trataba sobre la posición de la criatura ya que esta se ubicaba en una zona del lago lo suficientemente lejana de la orilla, una zona desierta de cualquier trozo de tierra, ya fuese una simple roca, islote en el cual aquella aparición pudiese mantenerse erguido. Ya que allí donde realizó su aparición la profundidad de sus aguas alcanzaba los treinta metros.

    Aquello si que era extraño.

    Por lo que se podía concluir, aquel ente, aquel ser de otro mundo - por muy extravagante que fuera la explicación - se encontraba flotando por encima de la superficie del lago, algo que a simple vista para un ser humano, le podía transmitir como mínimo una sensación bastante turbadora y angustiosa.

    Sin esos dos pequeños detalles tan difíciles de descubrir debido a la oscuridad de la noche y a la ubicación de la criatura lo medianamente lejos, aquel ser llegado de los confines del universo, seguramente habría sido tomado por algún pescador nocturno en busca de una buena pieza, o quizás por un simple individuo que paseaba en aquella noche, salvo por el mero hecho que donde se situaba no existía ningún trozo de tierra, pues todo lo allí presente no era más que agua.

    Y toda esa confusión era debido a su silueta y complexión tan afín a la de cualquier persona de nuestro planeta que poseyera una altura de un metro y ochenta centímetros.

    De golpe y sin previo aviso, en el lugar de la cara donde un ser humano debería de beneficiarse de un par de ojos, se iluminaron dos orificios elípticos de un color rojo oscuro, mitad escarlata, mitad sangre que brillaron con un aspecto tan intenso y terrorífico que parecían capaces de helar el mismísimo infierno.

    A nadie en su sano juicio le hubiese gustado contemplar semejante visión en su vida ya que su cordura podría haber quedado de manifiesto.

    Ni siquiera en las peores pesadillas creadas por unas mentes tan sombrías como las de Edgar Allan Poe o H.P.Lovecraft tenían cabida aquellos supuestos ojos.

    Una criatura que parecía sencillamente un hombre, pero que no ostentaba ningún punto en común con nosotros.

    La criatura o ser, o lo qué fuese que el universo quiso que aterrizase en nuestro mundo, echó un rápido pero a la vez tranquilo vistazo hacia los bosques, montañas y estrellas que la rodeaban, si es que a esos cilíndricos, aterradores y fugaces luminiscencias fuese posible llamarlos ojos.

    De repente, tan rápido como se dejaron ver, aquellos dos misteriosos brillos de color mitad escarlata, mitad rojo oscuro sangre desaparecieron, disipándose tan velozmente como cualquier persona que desconecta o conecta una luz cualquiera. Para seguidamente ser la criatura la siguiente en desaparecer.

    Pero no fue un desaparecer normal, más bien todo lo contrario.

    No se pudo decir que hubiese salido volando, corriendo o ocultándose, si no que simplemente se esfumó o desvaneció en el aire; como desintegrada, y sin dejar rastro alguno de su inquietante presencia. Fue otro de los numerosos hechos inconcebibles que ocurrieron ese veintinueve de Octubre de 2015. Solo quedaba por resaltar que donde un momento atrás se hallaba un ser de otro planeta, galaxia o universo, en estos momentos ya no quedaba indicio alguno de su paso o existencia. La más razonable comparación visto lo sucedido solo podía dar paso a la de un gran truco de magia. Salvo que todos sabemos que la magia no existe ya que simplemente son maravillosos ardides que impactan en el espectador debido al gran arte del mago o ilusionista que los desarrolla.

    Pero este no fue ningún truco, ni engaño, ni tan siquiera ilusión, al menos nada que un ser humano hubiese observado o creído posible alguna vez durante toda la existencia de nuestro pequeño planeta.

    Lo acontecido en aquel lugar fue una desaparición o mejor dicho una volatilización, algo que nadie de este planeta jamás pudiese haber fantaseado. Si llega a haber algún vecino cercano este hubiese podido atestiguar sobre lo recientemente ocurrido en las aguas del lago Erie, comparando lo visto en aquel espectáculo de flotación, oscuridad, ojos tintados de sangre y desaparición con un mal sueño o pesadilla en el cual nunca recuerdas lo que te persigue o te quiere dañar y que jamás llegas a ver sin siquiera saber el porqué del motivo. Tan solo puedes imaginarte corriendo alocadamente. Pero sientes qué sea lo que sea que te acecha lo tienes detrás cada vez más y más cerca, y no puedes avanzar, o si lo haces es de manera lenta y aparatosa, hasta que te despiertas empapado en sudor a sabiendas de haber vivido una de tus más horribles pesadillas.

    Un buen rato después de la aparición y desaparición de dicha criatura el bosque seguía en el más profundo de los silencios que jamás, a lo largo de toda su existencia, había conocido. Era un silencio tan penetrante, tan sepulcral, que lo convertía en un ente único y vivo quien acababa de ser el único testigo de la llegada de algo que no conocía, algo que le aterraba por alguna razón de una manera que jamás entendería. Pero por suerte para él, era un bosque y no un ser humano, quien tuvo el infortunio de presenciar aquella tan extraña llegada.

    Ya que si en aquellos precisos momentos algún testigo humano hubiese visto perfectamente dicha escena, toda bien detallada, lo más probable es que al cabo de un rato la más absoluta de las locuras habría poseído su mente, llevándose con ella su juicio y cordura, y no dejando más que un recipiente vacío.

    Al cuarto de hora de la partida o desaparición del ser y de la inmersión de su nave, todo en aquel bosque regresó a la normalidad, llenándose de los numerosos ruidos nocturnos que uno se encuentra de noche en cualquier bosque de la zona.

    Lo recientemente acontecido se quedó en un mero hecho ya olvidado por la fauna y flora local de un bosque normal de finales de Octubre en el Estado de Pensilvania, a las orillas del Lago Erie.

    55998.png

    CAPITULO II

    20 DE MARZO DE 2014. NUEVA YORK. MÁS DE UN AÑO ANTES DEL ADVENIMIENTO DE AQUELLA NAVE EXTRATERRESTRE.

    Eran las 5:45P.M de un soleado pero fresco día veinte de Marzo del año 2014, una fecha muy señalada en la agenda de la talentosa y muy perspicaz ayudante del fiscal del distrito de Nueva York, Andrew Martin.

    Su mejor pupila, Alice Brooke, quien contaba apenas con treinta años de edad abandonaba su despacho con una enorme carpeta que contenía el caso por el que tanto había luchado y al final pudo conseguir.

    El sumario que portaba aquella carpeta en si no era nada más y nada menos que el de la gran familia mafiosa italoamericana de los Maschianno, instalada en Nueva York. Concretamente lo que portaba Alice bajo su brazo derecho iba a poner fin de una vez por todas a los actos malevolentes de su cabecilla o gran Padrino, Sony Maschianno, quien fue cazado de la manera más estúpida que pudiese existir para un capo de la mafia de tales niveles.

    Las acusaciones contra dicho individuo eran infalibles, por lo que su reinado del terror, al menos desde la calle, se encontraba a punto de llegar a un punto y final.

    El mafioso fue detenido y acusado de ordenar la muerte de un periodista del New York Times llamado Sam Valley por un lado, mientras que por otra parte había que añadir a la acusación que pesaba sobre él un gran numero de otros delitos descubiertos en uno de sus despachos. El hecho en si de debió a una operación conjunta del F.B.I y la policía local, una operación de la que pudo escapar justo a tiempo pero que no le sirvió de nada al cometer un gravísimo error digno de un amateur. La mayor parte de su banda se vino abajo en esa redada conjunta de las fuerzas de la ley. El coste para su organización fue muy alto y las posibilidades de escapar de la cárcel para él; nulas, después de su metedura de pata infantiloide.

    Eso esperaba Alice ya que también se le pudo acusar de narcotráfico puesto que sus hombres cayeron en una trampa y en posesión de diez toneladas de heroína de una enorme pureza.

    Y en estos casos siempre existe una rata que quiere abandonar el barco antes de que este se hunda con toda la tripulación. Así fue como uno de sus hombres prefirió pactar una buena salida mientras enviaba a la cárcel al resto de sus antiguos colegas y jefes.

    Y Alice gozaba de esa carta por si todas las demás fallaban.

    El caso de Sony, sabía ella, era un caso que estaba ganado de antemano. Todas las pruebas de las que disponía en aquel dossier que portaba bajo su brazo una vez abandonada la oficina de su jefe, eran totalmente irrefutables. Y Alice tenía bien claro no dejar que ningún abogado defensor y a sueldo de la familia le parara los pies. Sony Maschianno se encontraba entre sus manos y no pensaba dejar que se le escapara. No, desde luego que no. Iba a pagar bien caro todos sus crímenes, aunque demasiado tiempo había transcurrido con tan indeseable mafioso paseándose libremente por las calles de Manhattan y Nueva-York.

    El F.B.I colocó una enorme cantidad de pequeños y modernos micrófonos en el segundo despacho de Sony, ubicado en el barrio de Brooklyn, cerca del estrecho de los Narrows. Y ese acto fue el que ocasionó su perdición además de la traición de uno de sus hombres de confianza al que no pudo matar a tiempo, al pasar a ser protegido por el F.B.I.

    Pero si hubo algo en su vida de brutal asesino y maleante que jamás logró dominar; eso bien fueron sus incontrolables ataques de ira. Si Capone había caído por sus impuestos, el caería por su incontrolable furia.

    Cuando supo de lo ocurrido en aquella operación de la que se escapó justo a tiempo de ser detenido por las fuerzas de la ley no corruptas, no tardó mucho en reunir en su segundo despacho a una gran cantidad de asesinos de la familia para que diesen con el chivato. Una vez toda la operación terminada, Sony supo rápidamente gracias a uno de los tantos policías que vivían y trabajaban para su organización, la identidad del asqueroso soplón; y aquella fue su perdición ya que habló mucho más de la cuenta, sin siquiera preocuparse de ser escuchado por oídos non gratos, instalados en su propio despacho. Lo que todavía ignoraba era la traición de uno de sus hombres quien prefirió pasarse a la protección de testigos antes que dar con sus huesos en prisión.

    Pero por el momento Sony ignoraba ese aspecto de la situación y toda su ira iba enfocada hacia Sam Valley.

    Aquel astuto periodista, a sabiendas de toda la corrupción que envenenaba las comisarías de la policía de Nueva York, no acudió a ella, prefirió en una jugada mucho más inteligente dirigirse directamente al F.B.I con toda aquella información de la que disponía; hora, numero de muelle, nombre del barco, las personas de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1