Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos
El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos
El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos
Libro electrónico211 páginas3 horas

El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Contemplar la realidad desde una perspectiva fantstica. O quizs acechar y descubrir en
la realidad cotidiana algunos de los muchos mundos diferentes que sta esconde. Tal es el
propsito de las tres historias que componen este libro.
Los relatos nos alumbran otras realidades y nos hacen vivir otras existencias. Nos llevan a
paisajes desconocidos, nos traen nuevas refl exiones. Esa fuerza creadora es la que mueve
a los protagonistas de estas historias.
La primera de ellas, El viejo, el bho y el nio de la cometa, narra el encuentro entre
un nio soador y un viejo singular que le ayuda a explorar los hechos extraordinarios de
una realidad de apariencia del todo cotidiana. Mirar, observar, apreciar lo que nos rodea
son las puertas para penetrar en esos otros mundos que, como dijo Paul luard, existen
pero estn en ste. Un bho, el vuelo de una cometa, un parque donde las estaciones van
creando un paisaje cambiante a lo largo del ao, un lbum de cromos, la lluvia, la nieve
y los dems elementos, los relatos imperecederos de los buenos libros: todo sirve para
llegar a atisbar ese momento mgico por el que penetrar en un mundo distinto.
En la segunda, Una jornada en el aprendizaje de un prncipe, el hallazgo de un lugar
en medio de un bosque donde algo parece susurrar historias fantsticas conduce a
un muchacho a un extrao sueo donde los insectos hablan, un escarabajo gua a
un pequeo prncipe en su aprendizaje por la fl oresta y el agua, el aire y la luz estn
habitados por sorprendentes espritus. Un mundo que una vez encontraron quienes
escribieron los cuentos de hadas dejndonos historias inolvidables que viven para
siempre en nuestros corazones.
El tercero de los relatos, Imaginando historias, viene a ser una historia de historias,
casi al modo de los cuentos orientales. En l su protagonista, un muchacho lleno de
imaginacin, escribe tres cuentos que va presentando a un certamen que tiene como
premio un viaje al lugar que elija el ganador. La sombra del desvn, A la caza del narval
gigante y Amor ms all del sueo son las tres historias que imagina, la ltima de las
cuales viene a fundirse con la que el chico ha empezado a vivir en un sueo que se repite
noche tras noche y que acabar hacindose realidad.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento30 may 2013
ISBN9781463356330
El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos

Relacionado con El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos

Libros electrónicos relacionados

Romance para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El Viejo, El Búho Y El Niño De La Cometa Y Otros Relatos - JAVIER SÁNCHEZ ALMAZÁN

    Copyright © 2013 por JAVIER SÁNCHEZ ALMAZÁN.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:      2013939705

    ISBN:   Tapa Dura               978-1-4633-5632-3

                Tapa Blanda            978-1-4633-5634-7

                Libro Electrónico   978-1-4633-5633-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Fecha de revisión: 21/05/2013

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    465201

    ÍNDICE

    PRÓLOGO DEL AUTOR

    EL VIEJO, EL BÚHO Y EL NIÑO DE LA COMETA

    UNA JORNADA EN EL APRENDIZAJE DE UN PRINCIPE

    IMAGINANDO HISTORIAS

    A mi abuela materna,

    que me introdujo en el mundo de las letras

    en el alborear de mi vida

    PRÓLOGO DEL AUTOR

    Este libro, cuya primera versión data de 1997, cuando lo publiqué en autoedición en Madrid, se compone de tres relatos cortos: El viejo, el búho y el niño de la cometa, que da título al libro, Una jornada en el aprendizaje de un príncipe e Imaginando historias. Todos tienen en común la contemplación de la realidad desde una perspectiva fantástica, más acusada en el segundo relato. Perspectiva fantástica que cuenta con dos hilos conductores básicos. Por un lado, la presencia en las tres narraciones de un protagonista no adulto, infantil en las dos primeras y cercano a la pubertad en la última: sabido es que la infancia y la pubertad son épocas en la vida humana donde todas las fantasías tienen su más poderoso arraigo. Por otro lado, el poder de la imaginación, manifestado a través de la capacidad para contar historias.

    La fascinación por contar historias llena los tres relatos e introduce en las situaciones más cotidianas que en ellos se dan un componente de fantasía, una cualidad de acercamiento a lo maravilloso. Pues, como Vargas Llosa dijo en su emocionante discurso tras la concesión del Premio Nobel en diciembre de 2010, escribir es un poder transformador que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural. El solo hecho de escribir una historia o de narrarla oralmente ya crea una realidad paralela a la de la cotidianeidad. Supone un acto en el que se invoca la imaginación y se crea un espacio propio, donde el lector o el oyente son proclives a mirar lo que hay a su alrededor –y a sí mismos- de otra forma a la que están acostumbrados.

    Todo consiste en cómo miramos lo que nos rodea, le dice el viejo al niño que protagoniza el primero de los tres relatos de este libro. Y le hace ver, tras un día de nieve que transforma a la ciudad donde viven en un maravilloso manto blanco en el que todo parece nuevo y misterioso, cómo cae una simple nevada y todas las cosas cambian. La nieve nos muestra una realidad fantástica –afirma el hombre-. Cuanto creemos que es real –añade- es sólo un pedacito de cristal. Un cristal diminuto que a nosotros se nos ha antojado escoger en el gran caleidoscopio del mundo.

    Los relatos nos alumbran otras realidades, nos hacen vivir otras existencias. A menudo nos llevan a paisajes desconocidos y nos traen nuevas reflexiones. Esa fuerza creadora, que probablemente acompaña a la humanidad desde que ésta es tal, es la que mueve a nuestros protagonistas en las tres historias que aquí se presentan.

    Muchas obras y muchos autores han dejado en mí su huella desde que empecé a leer. Autores muy distintos. Desgarrados, amargos, tenebrosos unos. Vitalistas, esperanzados, luminosos otros. Algunos fueron estilistas y grandes creadores del lenguaje, en ocasiones incluso rozando el barroquismo. Otros escribieron con sobriedad y concisión, con un lenguaje sencillo, alejado de lo que ellos consideraban ornamento fatigoso o inútil. Con unos y otros he disfrutado de lecturas inolvidables que han enriquecido mi vida, mi experiencia y mi capacidad de comprender las muchas realidades que encierra lo que damos en llamar real.

    Me he sumergido en obras estrictamente realistas –si es que tal cosa existe- y en otras singularmente imaginativas, en textos consagrados por la historia de la literatura y en muchos acaso considerados menores aunque no menos dignos y valiosos. Pero siempre, más temprano que tarde, he regresado a la literatura fantástica en sus muchas y sugestivas formas. Autores como Andersen, Bécquer, Stevenson, los hermanos Grimm, Verne, Conan Doyle, Mark Twain, Algernon Blackwood, Hodgson, Machen, Quiller-Couch, Wells, Gómez de la Serna, Bradbury, Tolkien, Lovecraft, Buzzati, William Sloane, Ítalo Calvino, Roald Dahl, Michel Ende, Arthur Clarke, Borges, Lugones, Bioy Casares y tantos otros han sido para mí compañeros magníficos, inolvidables.

    Siempre me ha parecido que una buena historia fantástica enriquece la vida. La mía al menos se ha enriquecido con muchas de ellas. Nuestro mundo moderno, con su ritmo desquiciado y sus urgencias, sus automatismos y sus implacables rutinas, ha relegado la fantasía a una forma de escapismo, a una mera evasión de la realidad. Esa realidad que el sistema que gobierna nuestras existencias quiere constreñir a una cadena interminable de actos programados –incluidos el ocio y la diversión- al servicio de un determinado modo de producir, de actuar y de pensar. Por todas partes se ha impuesto una opresiva rutina donde todo se reduce a términos de contabilidad, de producción, de beneficio inmediato. Se ha desterrado a los héroes o se les ha convertido en simples reclamos publicitarios o figuras de cartelera cinematográfica. Se ha querido también desterrar el misterio, lo desconocido, lo que no es estrictamente mensurable. Por doquier se ha impuesto una asfixiante grisura, que impulsa a muchos al escapismo de los falsos paraísos de la droga o de un ocio banalizado.

    Pero las buenas historias de fantasía –ya se desarrollen en forma de relatos literarios, de películas o cualquier otro medio de expresión como el cómic- no son simple escapismo ni una mera evasión de la realidad. Por el contrario, a menudo exploran o profundizan aspectos de lo real que la sofocante cotidianeidad ignora o nos oculta y son una plasmación de los anhelos, insatisfacciones y también de las posibilidades insospechadas del ser humano. Muchas construyen espléndidas metáforas de nuestra existencia, a un tiempo cargadas de belleza y de sabiduría, o anticipan su devenir.

    Metáforas universales que encontramos en muchos de los cuentos de Andersen: la estupidez y el gregarismo humanos en El traje nuevo del emperador o la marginación de lo diferente en El patito feo, por poner sólo dos ejemplos. En El señor de los anillos de Tolkien: el mal eficazmente representado en esa voluntad perversa de poseer a todo trance el anillo de poder, simbolizada en el terrible ojo ardiente que lo vigila todo junto al Monte del Destino. En El doctor Jekyll y míster Hyde de Stevenson: la dualidad del bien y el mal que mora dentro de cada ser humano expresada en el monstruoso desdoblamiento de personalidad del protagonista. En El retrato de Dorian Grey de Wilde: la degradación del carácter y la personalidad de un individuo que la práctica de la maldad conlleva, plasmada en esa pintura oculta y atrozmente cambiante de su rostro que el protagonista oculta celosamente. En la novela Momo, de Ende: el sistema que arrebata la vida a la persona, encarnado en esos hombres grises que se van apoderando del tiempo de la gente. En Rebelión en la granja de Orwell: la implantación de un régimen totalitario, en este caso trasunto de la URSS, referida a través de un puñado de animales domésticos, como una moderna fábula…

    Anticipaciones de mundos desconocidos para el hombre de la época, como las que nos ofrecen muchas de las obras de Verne: de las profundidades oceánicas en Veinte mil leguas de viaje submarino o del espacio en Alrededor de la luna, entre otras. Anticipaciones del futuro, que han forjado tantos autores, como Wells: la manipulación biológica de los seres en La isla del doctor Moreau o los bombardeos masivos en Guerra aérea, o Clarke: los viajes con veleros espaciales en el relato corto El viento del sol o el emerger de una nueva inteligencia surgida del mundo de las computadoras en Marque F. de Frankenstein, ambos contenidos en el libro Relatos de la era espacial

    Exploraciones de mundos imposibles, como la tierra que ha subsistido aislada desde un remoto pasado en El mundo perdido, de Conan Doyle, o la llegada a un universo paralelo donde Cartago ha perdurado en La trama celeste, relato corto de Bioy Casares; del encuentro con seres inconcebibles, que desencadena un horror sin nombre en Los mitos de Ctulhu, de Lovecraft, o en Espanto en las alturas de Conan Doyle –un relato sobre extrañas criaturas que viven en la atmósfera que forma parte de sus Historias espeluznantes-; de la alteración del tiempo, leit motiv de la novela El sueño de los héroes, de Bioy Casares; de perspectivas y posibilidades incomprensibles, como ese lugar de El aleph, de Borges, desde el cual es posible contemplar todos los puntos del universo, o el objeto del que se habla en El zahir, del mismo autor, cuya imagen, una vez vista, no desaparece de la mente y mantiene en ella una presencia constante que lleva a la locura; de lo sobrenatural, base de muchas de las leyendas de Bécquer, como Maese Pérez, el organista o El monte de las ánimas, y de tantos relatos de Algernon Blackwood, como El señuelo o La casa vacía y otros muchos escritores, principalmente anglosajones…

    Otras historias inolvidables nos permiten asomarnos a realidades insólitas. Como la de La casa en el confín de la Tierra, de Hodgson, que nos introduce en un perdido caserón irlandés que da entrada a un mundo abismal con un final que adquiere una dimensión cosmológica; los relatos El hombre al que amaban los árboles, Antiguas brujerías o Lobo corredor, entre otros muchos, donde un magistral Blackwood confiere voluntad y consciencia a la Naturaleza o juega con imposibles transformaciones; las narraciones Siete plantas, Algo había pasado o La muerte del dragón, en las que Dino Buzzati da vida a otras tantas realidades inquietantes, tan perturbadoras como la que ya nos ofreció en El desierto de los tártaros, una desasosegante metáfora del pasar del tiempo y de la vida; algunas de las extrañas novelas, poéticamente surrealistas, de Gómez de la Serna, como El incongruente; o las muchas historias de Roald Dahl, a menudo teñidas de un irresistible humor negro, como La subida al cielo o Jalea real, ambas incluidas en Relatos de lo inesperado

    Las tres historias que se presentan en este libro tienen un origen muy distinto. La primera de ellas, El viejo, el búho y el niño de la cometa, estuvo rondándome por la cabeza muchos años antes de ser plasmada por escrito. El encuentro entre un viejo singular, que conserva mucho del espíritu de su infancia, y un niño soñador y particularmente receptivo me parecía una idea atractiva y muy apropiada para un relato donde se introdujeran aspectos de una percepción extraordinaria del mundo en una realidad de apariencia del todo cotidiana. El relato salió casi de un tirón, tanto que a veces tenía la impresión de escribirlo al dictado. Las diferentes situaciones de la narración se fueron resolviendo del modo más natural, dirigidas por la propia dinámica de la historia, trazando la relación entre niño y viejo que es la médula de ésta. De los tres relatos, es el que presenta menos elementos fantásticos como tales aunque recorre toda la historia una cierta percepción extraordinaria de las cosas, que acaso no sea sino una consecuencia de dejar a un lado el modo rutinario de mirar el mundo que nos rodea. Entonces comprobamos la justeza de la afirmación de Paul Éluard: Hay otros mundos pero están en éste.

    El viejo tiene tres palabras para designar aquello que se opone a esa visión amplia y abierta de las cosas, no condicionada por determinados patrones mentales que nos llevan a percibir éstas de un modo mecánico y cansino. La primera de ellas, zopilote, es un término muy conocido en la América hispana que se da a un buitre que abunda en muchos lugares del continente. Con ella el viejo califica a los automóviles que andan por ahí llenando las calles de ruidos y de humo –según él mismo dice-. Los automóviles/zopilotes, además de las incomodidades e inconvenientes de todo tipo que en el colapsado tráfico de las ciudades modernas provocan, simbolizan para el viejo todo aquello que reduce la vida humana a la mecanicidad y la priva en gran medida de su carácter espontáneo. Es la crítica de la máquina en lo que tiene de falsa emancipación siempre que se permita que ella acabe gobernando nuestras vidas. La segunda de esas palabras es zorocho, término que no se encuentra en el diccionario y que yo he sacado directamente de mi abuela materna, castellana vieja nacida en las tierras de Soria que conservaba en su manera de hablar numerosas expresiones y vocablos en desuso, muchos de ellos arcaísmos más o menos deformados por el paso del tiempo. Ella lo aplicaba a personas demasiado burdas, descuidadas o desatentas. El viejo del relato designa con él a quienes se dejan llevar por la rutina, lo que trae como consecuencia lógica una falta de interés por lo que les rodea y una propensión al aburrimiento. Respecto a la tercera, zangolotino, que se repite a todo lo largo de la historia, no guarda relación con la definición que el diccionario da de ella –muchacho que sigue teniendo un comportamiento infantil que no corresponde a su edad-. Para el viejo son todos aquéllos que muestran una percepción más bien estrecha de la realidad, cuantos sólo creen en lo que aparece ante sus ojos o en lo que les han dicho que crean, sin considerar otras posibilidades.

    El segundo relato, Una jornada en el aprendizaje de un príncipe, el más fantástico de los tres, también llevaba tiempo dándome vueltas en la cabeza. Es lo que podríamos llamar una fantasía entomológica. Supone una personificación del reino animal, centrado en el mundo de los insectos, que en cierto modo puede recordar a las antiguas fábulas, si bien no se expresan en ella las conocidas moralejas aunque sí la recorre una inequívoca intención didáctica, congruente con el contexto de la historia. Surge de una doble fascinación: la que como zoólogo he sentido siempre por los insectos y la que tengo también por los relatos de aprendizaje. La narración se desarrolla a través de una serie de situaciones en las que un pequeño príncipe, hijo del Soberano de Todas las Florestas, acompañado del fiel consejero Harpagón –un escarabajo- va recorriendo el bosque y visitando a muchos de los insectos que lo habitan como parte de su aprendizaje. Ello le lleva a encuentros de todo tipo donde el niño tiene que aplicar los conocimientos recibidos y también desarrollar su discernimiento siguiendo la guía de cuatro principios básicos. Éstos son: no interferir con las leyes naturales y dejar que cada criatura cumpla su destino; servir a todos los seres que están a su cuidado con sabiduría y amor; aprender de cada ser y permitir que se manifieste libremente como es, y buscar el lado divertido de las enseñanzas.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1