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El Barón La Croix
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Libro electrónico371 páginas5 horas

El Barón La Croix

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El Barón La Croix no es una novela histórica, pero al tener la historia pasada y reciente como trasfondo, y sobre todo, ciertos pasajes de las epopeyas traumáticas de dos de las revoluciones más influyentes de los siglos XVIII, XIX y segunda mitad del XX, (La francesa y la cubana respectivamente), nos convocará a indagar, sobre figuras y personajes que más que históricos, son mitológicos en y para la cultura Occidental, desde María Antonieta de Austria, última reina de Francia o Fidel Castro, uno de  inspiradores de todos los meta relatos de la poética guerrillera latinoamericana de las décadas del 60 y 70 del siglo XX. Figuras que la novela no menciona o apenas menciona, pero que rondan sus tramas y múltiples subtramas. Una narración hiperbólica y próxima a los códigos semióticos de lo real maravilloso, subgénero literario, que en el caso cubano, le debemos a Alejo Carpentier.

El Barón La Croix tiene además el valor agregado de introducirnos en los orígenes y significados de productos como el café, que desde por lo menos principios del siglo XIX se han convertido en elemento identitario de la cubanidad, o en otros paradigmas de la historia y el devenir de lo que Cuba fue y ha sido. Muchos otros leitmotiv  faltan por rememorar, ¡pero es misión del lector irlos descubriendo y disfrutando!; en definitiva de eso se trata toda lectura: hacernos cómplices de lo que el autor nos presenta y devela en sus vuelos narrativos, para desde el disfrute, irnos posicionando frente a personajes, hechos e incidentes.  Estamos ante una novela que devuelve al lector cubano o extranjero a las vivencias y paráfrasis que sobre el pasado la literatura suele contar, para que disfrutemos desde el asombro de lo inverosímil, y que termina por parecernos real, tan real como esos misterios que muchas veces creemos, habitan en nuestras vidas cotidianas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 mar 2023
ISBN9798370176395
El Barón La Croix

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    El Barón La Croix - Edy Báez

    Editorial La Orilla Oscura

    El Barón La Croix

    Edy Báez

    La Orilla Oscura Ed.

    El Barón La Croix

    ©Eduardo (Edy) Báez Rodríguez

    Edición, maquetación y diseño:

    Beatriz Torrente Garcés.

    © La Orilla Oscura Ediciones, Querétaro. México. 2022.

    La Orilla Oscura es un grupo independiente y alternativo. Interesado en promover la literatura cubana de forma voluntaria y sin retribución ni financiamiento alguno de institución, partido político o personalidad alguna.

    Email: editoriallaorillaoscura@gmail.com

    Queda prohibida por la ley cualquier forma de reproducción, distribución o transformación de esta obra si no es autorizada por los titulares de la misma.

    ISBN: XXXXXXXXXXXXX

    Para mi hijo Eduardo Manuel,
    amante de éste género.

    PRÓLOGO SOBRE EL BARÓN LA CROIX, O EL CAGÜEIRO NEGRO, DE EDY BÁEZ

    (Barón La Croix es uno de los nombres que recibe el Barón Samedi.)

    La aproximación a una obra literaria, implicaría un análisis de su estructura narrativa, cuando se trata de tal género, como es el caso, y de su propuesta dramática, para invitar a la lectura de sus vericuetos, formas y sinuosidades discursivas, aunque no siempre es así, y ¡éste será el caso!

    La novela que en esta ocasión nos propone Eddy Báez como lectura, toma de contexto uno de los períodos más fértiles para contar historias, reales o ficticias, del devenir reciente de Cuba: la lucha insurreccional contra la dictadura de  Fulgencio Batista entre diciembre de 1956 y enero de 1959. Pero aquí el contexto es solo eso; por tanto, usted no se enfrentará a una novela tardía sobre el período de lucha armada de la Revolución, que cada vez son un producto más extraño en las producciones literarias de la isla, sino a una narración hiperbólica y próxima a los códigos semióticos de lo real maravilloso, subgénero literario, que en el caso cubano, le debemos a Alejo Carpentier.

    Los personajes se  construyen y caracterizan según los prototipos que éste subgénero de nuestra literatura ha ido conformando en más de 70 años de haberse definido por primera vez como categoría literaria y  como hacer en el arte y la narrativa caribeña, y por extensión, latinoamericana, por cierto, un tanto diferente del llamado realismo mágico, anterior en el tiempo como hacer estético de éstas tierras, pero convertido en boom estilístico para Europa y otras partes del mundo a partir de los 60. Los personajes de El Barón de Samedi  se mueven entre lo insólito y lo creíble, si partimos del presupuesto que en nuestros mundos, ¡mucho de lo acaecido parece a los ojos de otros como imposibles!

    Hay seres diabólicos con poderes sobrenaturales, comunidades humanas con prácticas religiosas y estructuración de sus modos de vida, típicos del estadio tribal de la evolución humana, prototipos de doncellas de la Baja Edad Media, trasmutadas a personajes de radionovelas de décadas pasadas, con las soñaron nuestras abuelas; con grácil figura y abolengo criollo, campesinos dignificados por las miradas de rebeldes citadinos, con excelsas formaciones académicas. Y con la prestancia y la verborrea de playboys de clase media con prestigio de  docto universitario, y una pléyade de otros personajes con orígenes socioeconómicos y destinos dramáticos, que se mueven entre el amor y el desamor, el terror y el misterio, la lucha y la traición, todo ello girando alrededor de la historia y los delirios del inteligible Barón La Croix, una simbiosis del paroxismo medieval tardío y las alucinaciones que devolvió la estrábica modernidad caribeña.  Completando la odisea de una historia que nos moviliza a la lectura compulsiva de un libro sobre el que seguro querrás volver más de una vez.

    El Barón La Croix no es una novela histórica, pero al tener la historia pasada y reciente como trasfondo, y sobre todo, ciertos pasajes de las epopeyas traumáticas de dos de las revoluciones más influyentes de los siglos XVIII, XIX y segunda mitad del XX, (La francesa y la cubana respectivamente), nos convocará a indagar, sobre figuras y personajes que más que históricos, son mitológicos en y para la cultura Occidental, desde María Antonieta de Austria, última reina de Francia o Fidel Castro, uno de  inspiradores de todos los meta relatos de la poética guerrillera latinoamericana de las décadas del 60 y 70 del siglo XX. Figuras que la novela no menciona o apenas menciona, pero que rondan sus tramas y múltiples subtramas.

    El Barón La Croix tiene además el valor agregado de introducirnos en los orígenes y significados de productos como el café, que desde por lo menos principios del siglo XIX se han convertido en elemento identitario de la cubanidad, o en otros paradigmas de la historia y el devenir de lo que Cuba fue y ha sido. Muchos otros leitmotiv  faltan por rememorar, ¡pero es misión del lector irlos descubriendo y disfrutando!; en definitiva de eso se trata toda lectura: hacernos cómplices de lo que el autor nos presenta y devela en sus vuelos narrativos, para desde el disfrute, irnos posicionando frente a personajes, hechos e incidentes.

    Estamos ante una novela que devuelve al lector cubano o extranjero a las vivencias y paráfrasis que sobre el pasado la literatura suele contar, para que disfrutemos desde el asombro de lo inverosímil, y que termina por parecernos real, tan real como esos misterios que muchas veces creemos, habitan en nuestras vidas cotidianas.

    Maximiliano Francisco Trujillo Lemes.

    Doctor en ciencias filosóficas.

    Profesor Titular de la Universidad de la Habana, UH.

    No existe en este mundo fuerza más poderosa que el amor.

    Hasta los ángeles sucumben ante este poder que es la esencia de

    Dios.

    Anónimo del S. XIV

    Capítulo 1

    La primera duda

    El año 1958 fue el más complejo y decisivo para la historia de Cuba. Desde hacía ya dos años, el futuro de la mayor de las Antillas se venía decidiendo de manera muy violenta, ello a partir del enfrentamiento fratricida entre las fuerzas armadas gubernamentales y el denominado ejército rebelde núcleo principal del movimiento insurreccional 26 de Julio. Ese nombre le había sido otorgado al grupo insurgente, en conmemoración a los hechos ocurridos en esa fecha, pero del año 1953 en Santiago de Cuba, donde un grupo de jóvenes revolucionarios habían asaltado el cuartel Guillermón Moncada de esta ciudad con el fin de derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, encendiendo con esta acción la mecha de la lucha revolucionaria. El movimiento 26 de Julio era el principal grupo disidente del país, caracterizado por su posición radical y dirigido por un estudiante de derecho muy belicoso y capaz nombrado Fidel Castro quien también había liderado los hechos de armas contra el cuartel Moncada cinco años antes. El epicentro de los encarnizados encuentros, resultado de esa confrontación civil, eran las remotas montañas del oriente del país. La comandancia central de los rebeldes, conocida como ‘’La Plata’’, nombre que adoptó gracias a la toponimia correspondiente a esa inaccesible zona geográfica en la cual se encontraba ubicada, era el punto neurálgico desde donde se dirigían las  acciones desarrolladas por los rebeldes para derrocar la dictadura batistiana.

    Cuando se profundiza en el estudio de la rica geografía cubana, se logra apreciar que la zona montañosa del oriente cubano es el principal conjunto orográfico del país, importancia que se disputa con sus dos hermanas menores, el macizo de Guamuhaya, en el centro del país, y la cordillera de los Órganos, en el extremo occidental. El conjunto más importante del macizo montañoso oriental es la denominada Sierra Maestra, cadena montañosa que se yergue junto a la costa sur-oriental, frente al profundo abismo conocido como la fosa de Battle. El Pico Turquino es su principal elevación y no solo de la Sierra Maestra, sino de todo el país, con 1974 metros sobre el nivel del mar. Entre los atractivos naturales de la Sierra Maestra se encuentra la Gran Piedra, una roca de 70 000 toneladas ubicada a 1225 metros de altura, siendo la tercera roca más grande del mundo y en virtud de lo cual se encuentra registrada en el libro Guinness de los récords.

    Los campesinos que habitan aquellas regiones remotas del país, son personas que se caracterizan por una bondad y una ingenuidad que, sin temor a exagerar, roza la inocencia de un niño pequeño, no se encontrará nunca en ellos malicia alguna ni ningún tipo de maldad. La laboriosidad es otro de sus rasgos, así como su humildad y su credulidad, esta última tan grande que en esos predios la producción mitológica es una de las más vastas y ricas dentro del ideario nacional. En la actualidad la cultura ha logrado adentrarse poco a poco en estos remotos parajes, pero en el momento que se desarrollaron los hechos aquí narrados estas personas vivían en la más oscura miseria tanto material como cultural.

    El clima cubano es tropical húmedo y normalmente las temperaturas suelen ser altas casi todo el año con valores entre los 24OC y los 34OC. La temporada de noviembre a abril es relativamente menos calurosa y muy seca, por lo que los cubanos lo relacionan con el período invernal, mientras que la temporada de más calor y donde abundan las torrenciales lluvias es de mayo a octubre relacionándose con el período estival y es precisamente en esta última temporada donde comienza nuestra historia. 

    En aquella calurosa mañana de agosto y después de emboscar y aniquilar casi en su totalidad a una fuerte columna batistiana que trataba de ganar a toda costa una posición mucho más privilegiada sobre el complejo y accidentado terreno montañoso, ello a raíz de la denominada ofensiva de verano, último y desesperado esfuerzo del gobierno de Fulgencio Batista por contrarrestar el creciente auge revolucionario; uno de los destacamentos rebeldes destinados a operaciones especiales comandado por el capitán Julio Ramírez Azcuí y perteneciente al segundo frente oriental regresaban a su comandancia.  En su penoso retorno transportaban innumerables heridos y una decena de prisioneros, además de gran cantidad de armamento y parque ocupados al enemigo, lo cual transportaban sobre mulas y famélicas yeguas. El pelotón rebelde, más que una línea de combatientes, parecía un grupo de excluidos y menesterosos. Sus rostros barbudos y enmarañados les daban una apariencia lastimera, la mayoría de estos combatientes cubrían sus pies con yaguas entretejidas, otros descalzos y el más afortunado con restos de botas tomadas al enemigo caído en combate. 

    Al pie del empedrado camino, el cual seguía zigzagueante una cuesta arriba agudamente empinada, lo que hacía mucho más peligroso y lento el andar de la tropa, gracias al húmedo musgo que se adhería a las rocas, el capitán Ramírez conversaba animadamente con su segundo al mando el teniente González. Mientras observaban desfilar la extenuada fila de combatientes, ambos jefes elogiaban el heroico desempeño de sus muchachos frente a las huestes del régimen, apenas unas horas antes. Era Ramírez un hombre de unos cuarenta y cinco años, alta estatura y complexión corpulenta. Por entre la enmarañada barba negra y bajo el casco de hierro, quitado quizás a algún oficial batistiano y en el que se podía divisar los grados de color negro que lo ratificaban en su alto rango de capitán, se lograba divisar un rostro alegre y jocoso, pero a la vez autoritario y firme. Un habano siempre encendido pendía casi perennemente de su boca, a no ser para ingerir alimentos o dormir. Su uniforme verde olivo no estaba en mejor condición que el de sus subordinados, pero trataba siempre, dentro de sus posibilidades, de llevarlo con dignidad y pulcritud. Mientras conversaba mantenía su ametralladora Thompson en posición elevada. Del lado derecho de su cintura pendía de su sambrán una pistola Colt calibre cuarenta y cinco de fabricación argentina en su cartuchera, mientras una enorme bayoneta del ejército pendía del lado opuesto junto a una cantimplora y dos granadas.

    Por su parte el teniente González también era alto, pero más delgado, de nariz respingada y ojos vivarachos. Sobre su camisa verde olivo lucía un impermeable azul. Su rostro serio y lampiño a duras penas permitía una pelusilla en lugar de barba. Un castaño rabo de mula sujeto con una liga sobresalía por debajo de su negra boina donde lucía los grados de primer teniente. De su sambrán pendían un revólver Smith & Wesson calibre 38 y dos granadas mientras en sus manos sostenía con firmeza una flamante San Cristóbal de fabricación Dominicana.

    ___ ¡La emboscada fue todo un éxito González...este golpe los detendrá por un buen tiempo!

    ___ Sí compadre, sin duda alguna... Obtuvimos una significativa cantidad de armas y parques... pero el costo fue grande... es lamentable la perdida de nuestros muchachos.

    ___ Desafortunadamente González, la mayoría de las veces para obtener un éxito se debe sacrificar algo muy valioso, en este caso fue la vida de nuestros compañeros de lucha.

    El teniente González bajó la mirada con tristeza para después levantarla nuevamente y mirar hacia el silencioso destacamento rebelde que marchaba a paso forzoso, pero con cautela, por el empedrado camino que serpenteaba cuesta arriba; liberó un suspiro y seguidamente le dijo a su jefe:

    ___Sí, tienes toda la razón compadre, es lamentable, pero no debo pensar más en ello o me deprimiré ___ González libera otro profundo suspiro y con triste resignación continúa hablando, esta vez ya un poco más animado:

    ___Bueno, a este paso llegaremos a la comandancia a medianoche... ya dentro de cuatro horas comenzará a caer la noche sobre el lomerío.

    El capitán Ramírez miró contrariado al cielo que difícilmente se podía entrever por lo tupido del follaje. Las aves, entre las que era posible identificar la  Columba junoniae o paloma rabiche, el Sialia currucoides o azulejo de las montañas y ese encantador y laborioso miembro de la familia picidae que todos conocemos como pájaro carpintero, entre otras variadas especies, cantaban en un diverso coro alegrando el entorno con su dulce trino. Seguidamente el jefe guerrillero levantó el roído puño de su camisa y miró su reloj Midea para luego decir en baja voz ___Sí González... pensé que adelantaríamos mucho más... pero bueno, no hay de otra, nos detendremos  un rato en la noche, aunque sea media hora, para que los heridos y los prisioneros descansen y poder comer algo ______ Ramírez posó fraternalmente su mano sobre el hombro del teniente González, paseó un segundo su vista por los alrededores y seguidamente colgando su ametralladora Thompson del hombro por la correa de esta, hizo un gesto de tranquilidad y alivio mientras le indica a González con alegría __ ¡Mira compay, ya regresa Palma con los exploradores!... pero, espérate un momento... ___ Ramírez aguza la vista con curiosidad, ___ ¿ y quién es ese que viene con ellos?

    El pequeño grupo de exploradores se aproximó moviéndose con gran rapidez por entre los gruesos y húmedos bejucos de montaña, sujetándose de estos y abriéndose paso a machete por entre la tupida hierba que les llegaba casi hasta el pecho. Al frente del grupo venía un hombre de tez parda, bajito y delgado pero de complexión fibrosa, vestía un uniforme verde olivo sucio y rasgado. De su cuello colgaban tres suntuosos collares elaborados con las vistosas conchas pertenecientes a esos caracoles de la famosa especie Polímitas, una rara especie endémica de Cuba, la cual respira aire y pertenece a la familia de las Helminthoglyptidae, estos caracoles son muy abundantes en la serranía oriental y son famosos dado lo llamativo del colorido de sus conchas. El hombre avanzaba sin perder más tiempo que el necesario para abrirse paso entre la floresta, su rostro moreno, duro y tranquilo delataba al habitante de las regiones orientales cubanas y mientras avanzaba por el abrasador monte, machete en mano, acercándose gradualmente a donde se encontraban los dos jefes rebeldes, se limpia el sudor de la frente con la manga de la camisa mientras en su mano sostiene un desflecado sombrero de yarey y en la otra una magnífica carabina M-1.  Una vez junto a los dos oficiales rebeldes saludó con respeto a sus superiores llevando su mano abierta con los cinco dedos juntos hasta la sien en solemne saludo marcial:

    ___  ¡Permiso capitán!

    ___Sí Palma, adelántate e informa.

    ___ Estuvimos revisando en los alrededores y todo está bien, no existe ni el más mínimo rastro de casquitos por toda la zona, evidentemente capitán, no pudieron pasar, ni tenían ningún as bajo la manga, la derrota fue total... el único problema que detectamos fue... _____ Palma se rascó la barbilla y colocándose su sombrero levantó su M-1 dejándole reposar sobre su hombro, seguidamente continuó con un poco de embarazo ___ ...que cuando estábamos cerca de una de las casas de allá abajo sentimos llantos y gritería de personas. Nos acercamos al lugar para ver qué sucedía y acá, este guajiro, ____ el jefe del pelotón de exploración señaló a un hombre de porte humilde que sostenía en las manos un raído sombrero de yarey y que con la mirada puesta en el piso esperaba en actitud humilde custodiado por dos guerrilleros._____ nos salió al encuentro como endemoniado, con un machete en las manos. Nos costó trabajo someterlo, estaba fuera de sí, por un momento pensé que tendría que pegarle un tiro, pero cuando se calmó conversó un poco con nosotros y al final pidió verlo a usted.

    El capitán Ramírez contempló a González con asombro, hizo una breve pausa y después de rascarse la tupida barba en actitud de desespero se dirigió al explorador para indicarle con contrariedad:

    ___ Bien Palma, veamos que quiere el guajiro este...anda, dile que se acerque.

    Palma se dirigió con pasos rápidos hasta donde se encontraba el campesino bajo custodia y una vez junto a este le dijo con actitud autoritaria mientras una leve brisa se levantó suavemente regalando un agradable frescor a los maltratados combatientes ___ ¡Oiga compay... arriba que el capitán desea hablar con usted, y mire a ver, no haga una pendejada, porque aquí mismo le metemos un tiro en la cabeza!

    El guajiro, un hombre de unos cincuenta y cinco años de edad, cabeza cana y tez curtida por el sol y las necesidades se aproximó lentamente custodiado por los dos combatientes hasta donde le esperaban los jefes rebeldes, en su rostro se conjugaba la tristeza y el terror, Una vez frente al capitán Ramírez saludó débilmente sin levantar la mirada

    ___ Buenos días... tenga el señor capitán.

    ___ Muy buenas mi amigo, soy el capitán Julio Ramírez del ejército rebelde, me informaron que usted deseaba hablar conmigo, ¿en qué le puedo ser útil?

    ___ Gracias a Dios que llegaron, _____ comenzó a hablar lentamente el campesino_____ nos enteramos que el ejército venía para acá y los estábamos esperando...

    El capitán Ramírez interrumpió al guajiro con aspereza... Me temo, que el ejército ya no va a llegar compay, y nosotros nos encargamos de ello esta mañana...pero dígame algo, ¿por qué atacó a mis muchachos con un machete, tiene usted algún tipo de problema con la revolución?

    El guajiro hizo una breve pausa como quien se da cuenta que se encontraba en problemas, pero al final dijo con determinación.

    ___ Disculpe usted capitán, yo soy un guajiro bruto y estoy muy asustado...  es que en nuestra situación de desespero uno ve maldad por donde quiera, la pura verdad y no se ponga usted molesto con mis palabras, pero lo que sí necesitamos es que nos ayuden, sea quien sea.

    González que hasta ese momento había permanecido callado escuchando, toma la palabra un tanto sorprendido:

    ___ Situación de desespero... que los ayudemos... Explíquese mejor señor por favor.

    El pobre infeliz se había vuelto más inseguro y nervioso. En sus ademanes y en su rostro se podía percibir su turbación. Al fin dijo con voz temblorosa y disminuyendo casi al mínimo la tonalidad de su voz.

    ___ Que nos proteja a los míos y a mí, señor_ El Capitán Ramírez cuya paciencia comenzaba a flaquear le preguntó nuevamente al pobre hombre, en esta ocasión con un tono de voz un poco subido:

    ___ ¡¿Pero...protegerlos de que señor mío?!

    El Guajiro temblaba como una hoja a la vez que su voz se hacía imperceptible, pero como a quien no le queda de otra y luego de persignarse dijo con ojos que casi se le salían de sus órbitas:

    ___ Del diablo

    Una explosión de risas se extendió entre el grupo de exploración que custodiaba al campesino, incluso el capitán Ramírez tuvo que auto controlarse para no soltar ahí mismo la carcajada, solo González con su seriedad normal permanecía impasible como una estatua pétrea. Ramírez sobreponiéndose se dirigió al campesino que permanecía con su mirada en el suelo lleno de vergüenza y le pregunta:

    ___ A ver, a ver amigo mío... ¿Cómo es su nombre?

    El pobre hombre levantó la vista con los ojos aguados y respondió con humildad.

    ___ Marcelino Matos, para servirle Capitán.

    ___ Bien...  mire usted, con todo respeto Marcelino... Mis hombres y yo estamos regresando de presentar combate a las tropas de la dictadura, perdimos compañeros muy valiosos, estamos agotados y todavía, nos espera una larga jornada hasta la comandancia... no es correcto que usted nos moleste con semejante cosa señor mío.

    Marcelino se agita y responde desesperado mientras vuelve a persignarse:

    ___ ¡No, no, líbreme diosito de robarle su precioso tiempo mi capitán! ... lo que digo, aunque parezca una locura es mucha verdad señor... Por favor, venga conmigo a nuestra casa para enseñarle la última de nuestras tantas desgracias.

    El guajiro Marcelino es presa de una visible consternación mientras se lamentaba de su desgracia:

    ___ Ay señor capitán, ahora si se me acabó mi vida, ya no me queda por qué vivir. El Capitán Ramírez negó con la cabeza mientras ponía a descansar la Thompson sobre su hombro derecho. Seguidamente se retiró el casco de su cabeza dejando libre una enmarañada melena negra:

    ___ Lo lamento amigo Marcelino, ello es imposible, cómo ve usted, estamos apurados por llegar a nuestro destino y pronto caerá la noche.

    Marcelino ante la negativa del oficial rebelde cae presa de la desesperación y solicita en tono casi suplicante:

    ___ Es rápido mi capitán, antes que caiga la noche estará de vuelta con sus hombres... por Dios se lo ruego, acompáñeme... será rápido.

    Ante el desespero del hombre, el Capitán rebelde duda un momento para dirigirse con posterioridad al jefe del comando explorador a quien pregunta en baja voz:

    ___ ¿Palma, es muy lejos el sitio de este hombre?

    ___ No capitán, está bastante cerca, bajando el farallón, incluso existe una escalerita natural de lajas y raíces que permite el descenso por la pared del farallón sin problemas.

    El capitán Ramírez, liberó una última bocanada de humo de su habano casi  consumido, luego deshaciéndose de él se puso nuevamente el casco que sostenía bajo su brazo y dijo:

    ___ Bueno chico, está bien, vamos a ver qué sucede en ese lugar...González, tú vienes conmigo y tú también Palma, busca a dos más de tu grupo de exploración para que vengan con nosotros, que el resto se incorpore a la tropa...arriba Marcelino, guíenos y espero por su bien que no nos haga perder el tiempo porque le juro que no respondo.

    *****************

    Era la señorita María Luisa Valverde Merino hija única de los Valverde-Merino, una de las familias más antiguas, distinguidas y acaudaladas de la ciudad de Camagüey o Santa María del Puerto Príncipe que es el nombre fundacional de esta hermosa villa, capital de la central provincia de Camagüey ubicada a las mismas puertas del oriente cubano y que se distingue no solo por ser una zona ganadera por excelencia, sino también por ser la provincia más extensa del país. El gentilicio de la región es agramontina y responde al hecho histórico de ser, este singular territorio, cuna del insigne patriota cubano Ignacio Agramonte y Loynaz, más conocido por su nombre de guerra El Mayor y que fuera uno de los hijos de ésta región que se alzó en armas contra el poder colonial español en 1868. Era María Luisa una hermosa jovencita de veintitrés años que ratificaba con creces la proverbial belleza de las damas camagüeyanas. Alta, esbelta, de piel alabastrina, pelo ensortijado  y negro como el ébano, era dueña de una amplia y radiante sonrisa que regalaba a todos sin importarle su condición social o edad. Sus bellos ojos de un color miel claros le daban un toque exótico a su belleza, reconocida no solo en la ciudad, sino, en todas las villas de su alrededor. Desde muy jovencita y muy a pesar de su familia se dedicó a la pedagogía, destacándose como una excelente maestra, muy querida por sus discípulos y compañeros de profesión que la amaban muy por encima de su condición adinerada de la cual no gustaba para nada hacer gala.

    Esa mañana María Luisa se encontraba dando su clase habitual a los niños de tercer grado en el instituto de primera enseñanza, estaba más radiante que nunca, su pelo suelto y ondeado caía sobre sus hombros y sus ojos se veían más claros que de costumbre, un elegante y veraniego vestido floreado ajustado a su cintura por un ancho y primoroso cinto le trasmitía una frescura encantadora, sus torneadas piernas lucían unos altos y lustrados tacones negros que la hacían lucir más alta de lo habitual. A las preguntas de clases de María Luisa los niños levantaban las manos con gran algarabía buscando participación, más por agradar a su maestra que por sobresalir en las materias. En ese momento alguien tocó la puerta tres veces, la joven con el dedo índice sobre los labios aplacó a sus niños y luego invitó:

    ___ Ssss, silencio niños, tenemos visita, pórtense bien... ¡adelante por favor!

    La algarabía de los muchachos quedó sometida inmediatamente y la puerta del aula se abrió para dar paso a un individuo anacrónico y cómico, el cual vestía pulcramente y lucía una corbatica de aquellas a las que se les denominan pajarilla, además de unos estrambóticos espejuelos negros redondos que enrarecía más su apariencia, el sujeto con aparatosa cortesía se detuvo en el umbral de la puerta:

    ___ Disculpe la molestia señorita Valverde... ¿se puede pasar?

    María Luisa con su dulce sonrisa le invita:

    ___ No, no es molestia don Agapito, adelante por favor.

    El extraño visitante penetra al interior del aula cerrando la puerta a su espalda, se dirige hacia la maestra y cuando está frente a la muchacha comienza a hablar con nerviosos ademanes:

    ___ Lo que tengo que decirle es rápido, no le robaré mucho de su precioso tiempo...el asunto es el siguiente: el señor director desea que a la hora del receso acuda a su oficina sin demora, para darle respuesta a su solicitud.

    María Luisa visiblemente emocionada no podía ocultar su alegría:

    ___ Sí, sí, por favor, dígale al señor director que nada más comience el receso paso por su oficina sin demora.

    El extraño hombrecillo hizo una cómica reverencia como si estuviera ante una reina y le dice a la muchacha mientras se aleja sin darle la espalda:

    ___ Bien, bueno, me retiro, una vez más disculpe la interrupción mi estimada y hermosa señorita Valverde.

    María Luisa con su sonrisa inagotable le respondió:

    ___ Oh no, no importa, al contrario, le estoy muy agradecida don Agapito.

    El estrambótico hombrecillo se retiró hacia la puerta y en el justo momento que la abrió para salir, una pelota de papel voló desde los pupitres y le golpeó en la espalda, lo que provocó un estruendo de risas entre los muchachos, el pobre hombre como si con él no hubiera sido salió del aula cerrando tras de sí la puerta con suma delicadeza. María Luisa se puso sus manos en la cintura y miró a sus muchachos con rostro enojado lo que provocó un silencio sepulcral en

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