Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Cartas: Cuentos de pasión, misterio y muerte
Cartas: Cuentos de pasión, misterio y muerte
Cartas: Cuentos de pasión, misterio y muerte
Libro electrónico171 páginas2 horas

Cartas: Cuentos de pasión, misterio y muerte

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La vida está signada de fantasía, misterio y tragedia. Esto se conjuga en una serie de cuentos de cuyo hilo conductor se desprenden cartas, telegramas y postales. Los desenlaces son liberados en palabras y mensajes ocultos diseminados en la correspondencia, que, gradualmente, llevan al lector a lugares y espacios insospechado. La lectura de este libro no sólo es rápida sino además participativa, otorgando así la posibilidad de liberar la imaginación hacia todos los rincones que ella desee. No te pierdas la oportunidad de construir tu propio relato leyendo cada cuento.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jun 2023
ISBN9789878910673
Cartas: Cuentos de pasión, misterio y muerte

Relacionado con Cartas

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Cartas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Cartas - Federico Roberto Abate

    Prólogo

    Hoy, y hablo del momento en que tú, lector, comiences a leer estas líneas, hace su aparición ante tus ojos por primera, y quizá ante los ojos de muchos otros (abogo por que así sea), la primera edición de mí primer libro. Mis palabras emanan una exhalación presuntuosa, pues el arribo a este preciso instante en que elaboro la introducción al libro, ha sido a través de un largo viaje donde el pasado solemne, el tiempo considerablemente transcurrido, años de dudas, lecturas, escrituras y prolongados encierros, han regalado del sufrimiento, flores y frutos. Muchas, muchísimas hojas de descarte han sido lanzadas en bohemios arrebatos al cesto; o en las noches de aquelarre, cuando la mística y la iracundia, urdían penosos dolores en mi pecho, las arrojaba pausadamente en arcanos sacrificios al fuego. La estufa, testigo y verdugo en silencio, se ha llevado siempre una parte de mí, no sé si mala, buena, o solamente humana, pero parte al fin.

    Fiódor y Friedrich, mis maestros, en más de una ocasión han apuntado severamente, no sin acertada razón, tus palabras son basura. Conozco mis límites, y no soy un artífice de grandes teorías, ni un escritor de holgada creatividad capaz de lanzar formas y esteticismos nuevos al universo de las letras, nada más alejado de ello. Algunos de mis cuentos son sólo la invención de ideas que jamás me han de pertenecer y que, con desmesurada generosidad, han atravesado los tiempos. A menudo me pregunto, repasando o corrigiendo mis escritos ¿Puedo yo llamarlos cuentos? Sinceramente no lo sé, son algo intentando seguir una lógica desde el comienzo hasta el final. Respecto al trabajo en sí, sólo puedo mencionar con gratificante seguridad la denodada tarea de corrección; en cuanto a la inventiva, esa parte escapa a mi juicio como así también mi objetividad si intentara hacerlo… Eso te lo dejo a ti, lector. ¡Tú eres quien tiene ahora todas las respuestas a mis preguntas!

    Difícilmente pueda yo emular alguna vez en mi vida a cualquiera de los escritores que raptan sin un gramo de piedad mi admiración, como así también tomar prestadas herramientas de su increíble e influenciable creatividad para aventurarme al desarrollo de párrafos sin poner ante todo mi inconmensurable limitación. Me es imposible siquiera llegar a pensar el goce pleno en la lectura de mis cuentos, no por falta de confianza en ellos, sino por el pauperismo galopante que veo en sus líneas cuando los pongo en comparativa con los grandes autores. Siempre me digo ¡No tienes chance! Pero luego, extrañamente, me veo sorprendido con mí increíble insistencia.

    Algunos escritores o representantes culturales, han sido tan hegemónicos, que despiertan tanta admiración como miedo, al menos a mí. Estoy convencido de la existencia de personas que bajo ciertos estamentos cifrados o mensajes oníricos, imperceptibles a la lectura o la impresión, son capaces de erigir imperios con cimientos construidos desde argots determinados, definidos con precisión milimétrica. Los Walts (Walt Whitman y Walt Disney), por ejemplo, han tenido una incidencia trascendental en la edificación de un imperio, así como también una influencia determinante en su expansión ideológica sobre el planeta. Mi universo, para la triste realidad de quien suscribe, está muy lejos de influenciar siquiera a mí bienaventurada hermana. No veo en mí, facultad capaz de llegar a tanto. ¡Y sí, querido Lector! Este puede que sea el prólogo más inútil que hayas leído y, seguramente, el auto boicot más grande que jamás haya existido, por eso debes estar firme y atento, pues a partir de aquí tienes la potestad de continuar leyendo, o simplemente tirar este buen libro de una vez y por todas a la basura.

    Ahora que has decidido seguir con la lectura, te pondré al corriente de los personajes que gratamente han elogiado mi obra:

    Truman Capote: Nunca pensé que un suicida tuviera tantos contratiempos intentando matarse

    George Orwell: …Manuel, padeciendo todos los horrores de una infancia trágica termina entendiendo que El Poder no se pide… se toma… eso sí es realmente abominable… el cuento sin duda es remedo de mi obra

    Ernest Hemingway: …Harold es el personaje más estúpido del que se tenga memoria escrita

    Jean Paul Sartre: ¿Las hormigas tomando una casa?... me causa repulsión esa analogía tan absurda, donde las hormigas rojas invaden y toman un espacio a la fuerza… no veo esfuerzo mental en los serviles esbirros del capital

    Milan Kundera: … ¡no sé qué pensar! puede que Síbarus sea un lujurioso engendro, pero también es lo más parecido a una bailarina de ballet que leído

    Thomas Mann: …ciertos fragmentos del Trasplante son una transcripción oculta y desfavorable de mi Montaña Mágica… ¡un horror!

    F. Scott Fitzgerald: el libro es soberbiamente asqueroso

    La acogida internacional ha sido realmente impresionante. Asimismo me sincero contigo, Lector, diciéndote que nunca, ni por un instante, había cruzado por mi cabeza que escritores de tamaña talla, incluso inmersos en sus grandes ocupaciones o congresos, pudieran tomarse un momento de su tiempo para denostar el ignoto trabajo de alguien. Si lo han hecho es porque tuvieron motivos concretos. Te dejo a ti, querido lector, el trabajo de averiguarlo.

    Fernando Fernández

    PD: No todo lo que brilla es oro… ni tampoco lo que lees es cierto.

    El Cuento

    Introducción

    A veinte años de su muerte, el legado del genial escritor argentino, Luis Jorge Segrob, sigue estando vigente como los años en que la gloria, con faltantes de galardones y condecoraciones en la alacena, terminaba de construir, y finalmente inmortalizar, la matriz del Escritor Ejemplo. En algún café de Buenos Aires al deleite inacabado de oídos deseosos u oyentes entusiasmados tras los pasos del inacabable conocimiento del mundo en una sola palabra, se amuchaban a escuchar a ese invidente de cuyo inagotable saber, la pródiga naturaleza y la férrea voluntad camuflada de curiosidad desmedida y viceversa, habían dotado. Allí no faltaban nunca, las rondas de amigos, de periodistas, de admiradores devotos, o algún que otro curioso, que escondido tras un jactancioso afortunado día, u ocasión para un futuro alarde con las amistades, paraban a escuchar relatos e historias que en el mejor de los casos, les eran ajenas o, peor aún, sí sólo habían llegado a este mundo para transcurrir, totalmente incomprensibles.

    Pienso en Universo, pero no es esa metáfora vacía, acuñada a personajes sobresalientes limitados por techos personales imposibles de exceder, o de figuras prestigiosas atadas al mundo por fuerzas gravitatorias humanas, que impedidos por la condición, restringieron el camino. Todo lo contrario, hablo de lo figurativo entrelazado a lo literal, hablo de la metáfora Universo de un hombre de letras que trascendió los confines del Arte, la Filosofía, la Filología, la Historia, la Lingüística, la Teología, e incluso la Política, hago mención de un Universo que no entendió de fronteras delimitadas ni ilimitadas fronteras, hablo de una mente brillante que conoció todos los intersticios y rincones de la palabra, todo lo que ella trasmitía, es decir, ese absoluto que hoy vislumbrado con más claridad, porque en definitiva, ahora somos capaces de comprender que las construcciones de la historia y el lenguaje, inclusive las del insignificante pensamiento cotidiano, son hojas y hojas de un guión abrazando la humanidad, todo lo humano siendo texto. La genialidad de Segrob, es haber concentrado esa Memoria Universal del Hombre y el Tiempo en su persona, para relanzarla a través de manifestaciones literarias codificadas y decodificadas, comprimidas y descomprimidas, en lecturas y relecturas que hasta hoy, siguen extrayendo interpretaciones y reinterpretaciones. Una y mil vidas a la vez, un lugar y cientos de espacios en paralelo, un rostro que en millones de espejos continúa viajando del pasado al futuro en un presente que nunca es, una imagen que secreta y públicamente a la vez, sin habernos percatado en que instante, ha vencido al tiempo.

    Se pueden escribir innumerables páginas describiendo la técnica compositiva del autor, su raigambre ultraísta, su conducta anglófila, su interés por la metafísica, su amplio conocimiento en decenas lenguas, trabajos y trabajos de cientos de tesis doctorales y licenciaturas en todo el mundo; investigaciones que además están en manos de Clubes intelectuales tan selectos como elitistas, y en donde sus integrantes son juzgados puertas adentro, junto a los documentos respaldatorios y los pergaminos nobiliarios, los intérpretes, y más que intérpretes, me atrevería a decir a través en mi recalcitrante e insensata postura, Los Exegetas de la Obra. Algunos de estos ñoños de las letras se han dedicado a indagar los esbozos y las obras no publicadas por las que, a título personal, tengo una gran predilección, y el por qué de ello, es la razón de estas palabras que sus ojos tienen la desgracia o la fortuna de leer.

    La vasta y prolífica obra de Segrob ha entregado al mundo amplitud, profundidad, acertijo y acierto, infinitud en la finitud, eternidad de lo simple, magnanimidad de lo pequeño, etcétera. No obstante, esto no significa que aquellos escritos y manuscritos arrumbados en grandes archiveros hayan sido el descarte necesario para la prolongación y propagación de la excelsa Obra Pública del autor. Por el contrario, esas hojas vetustas, color ocre, son tan atrapantes, enigmáticas y caudalosas, como lo oficial. Todos los esbozos, las compilaciones de cuentos, e increíblemente, un par de novelas completas, género literario por el que Segrob tenía sus reservas, no nos entregan ideas muy alejadas de lo que hoy conocemos como Las Obras Completas, contrariamente a ello, podemos hallar en ese cumulo de escritos apócrifos, dificultad y hondura, sobre todo en el uso de un lenguaje, que hallo en comparativa a lo publicado, fatigoso, hermético, para decirlo de una manera academicista, brillantemente barroco.

    La Tesis del Caballero

    Cuando pienso en la edificación de Segrob, viene a mi cabeza Encriptación, palabra que el autor no conoció pues la Era de la Informática y los cambios trascendentales que se suscitaron con ella fueron póstumos a éste, sin embargo, creo que la palabra define con cierta precisión la inventiva de muchos de sus cuentos, cuentos reforzados además con lecturas adicionales de autores a los que el genial Escritor incorporaba bajo sus propias líneas para codificar finales que, de esta forma, llegaban a ser siempre más de uno. Ejemplo de ello es el célebre final del cuento "Letanías del Mar"

    … Astralox transformó su ser, renovándolo, reconstruyendo las ruinas del alma, y para bien o para mal, ingirió una sobredosis de su hiel, sabiendo lo que no mata, fortalece. Montó el noble alazán, ese animal que compañero, siempre había abierto junto a él las puertas del eterno retorno a sí mismo, y cual Caballo de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1