Mesa de recepción
Antes de nada, lectores, la tarea pendiente. El mes pasado, hacia el final de la sección que nos convoca, me despedía diciendo que me quedaban por leer dos libros recién llegados a mi Mesa. Se trataba de de (Literatura Random House), y de , de la escritora griega (Acantilado). Pues bien, tarea cumplida. La nueva novela de Aira me encandiló por las mismas razones que me encandilaron sus anteriores. Una finísima línea es la historia de un escritor de novelas góticas. Un día decide cambiar de rumbo y enfilar hacia lo desconocido. En medio de esa aventura indescifrable, se le aparece Alicia. Es posible que todos en la vida hubiéramos deseado una aparición semejante, como le sucedió a con su Monelle. O a , en París, con Nadja. Tiene algo de prestidigitador César Aira. O de mago. Cualidades imprescindibles, a veces, si se quiere uno quedar en la literatura verdadera. Razones familiares me llevan cada tanto a Grecia. Exactamente a Saloniki. Estamos en el territorio de la Macedonia que vio nacer a y a La presencia otomana se nota en los sabores y, a veces, en los cabellos negros de sus mujeres Y hombres. No faltan tampoco las señas bizantinas en sus iglesias antiguas. Pero allí, en Grecia, a comienzos del siglo veinte, hubo entre turcos y griegos unas guerras feroces, en la que los que más perdieron fueron los griegos, expulsados de la entonces Constantinopla donde vivían como comunidad, junto a otras etnias y culturas, a un lado y otro del Bósforo. Pues bien, , nos habla de ese tiempo de paz y felicidad antes de esos crueles hechos históricos. Escrita en tercera persona, la vida de la protagonista de la novela se nos va desgranando como si sólo lo cotidiano, lo familiar llenaran de felicidad pero tambien de algunos no pocos desasosiegos, la vida de aquellos griegos de la hoy Estambul, sin sospechar nunca lo que se avecinaba.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos