Escobas para Reinas Tristes

Por Néstor Niño

Siguiendo las migas de pan del bosque encantado, con brujas, pócimas, escobas y telarañas neolíticas, observando las espigas en oro puro del trigo en las cosechas del tiempo y el palpitar del alambique liberando el olor metafísico del licor maduro de la lujuria, escuché el canto dimensional de las águilas en las alturas y el latir colosal de todo un planeta hecho madre.

 

Allí, junto al fuego, amasada con el barro creador y bendito, bajo el agua del mar, el río y la lluvia, sobre una sonrisa infinitamente seductora y femenina, dormía mi obra entre hojas secas de parra, lágrimas inocentes, poemas dulces y todos los pétalos de las rosas petrificadas en los siglos de los siglos del desamor.

 

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«El autor Néstor Niño en su libro de cuentos intitulado tiene cuentos muy bien logrados como ejemplo 'Sofideba Tena Tona', es un despliegue soberbio de prosa, y una sola metáfora puede justificar toda una obra literaria.» — Gilberto Tobón Sanín, docente y analista político.

 

«Néstor Niño hace partícipe al lector intencionalmente, permitiendo que las bases que le presentan, en sus relatos aparentemente sencillos y adornados bellamente, le permitan hacerse cómplice del autor para completar esas ideas que se ocultan, fuertes y enérgicas, detrás de cada una de las viviendas, cálidas y cuidadosamente aseadas.» — Mario Vásquez, docente UdeA y escritor argentino.

• Idioma: Español
• Editorial: Jordy Madueño
• Fecha de lanzamiento: 9 ago 2022
• ISBN: 9798201420512

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Derechos de autor © 2022 Néstor Niño

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Edición y vectorización de portada cortesía de Jordy Madueño.

Reseña cortesía de Gilberto Tobón Sanín.

Reseña cortesía de Mario Vásquez.

Al Creador por permitirme ser su instrumento...

¡Gracias!

CARTA AL LECTOR

Escribir sobre las pasiones femeninas resulta un reto demasiado ostentoso y a la vez temerario para mí, tomando en cuenta que no hay escenario tan incomprensible y postergado para nosotros, los hombres, que el profundo, dulce y abisal universo de la emocionalidad de las féminas.

Sin embargo, sí podemos reconocer su labor titánica en cada capítulo de la evolución humana, su sombra delicada barriendo la basura de las guerras, su mano poniendo una flor en los comedores arrasados por el odio y la miseria, sus pechos amamantando a las naciones del futuro y sus brazos abrigando a los soldados que sollozan como niños perdidos en las nieblas de la extinción.

Han de saber que, sobre las aguas turbulentas de la historia, navegan biografías y recuentos prodigiosos sobre las damas del mundo, desde la codificante Eva original, encubierta por su hoja de parra, despreciando su manzana, seduciendo a la serpiente y sometiendo al pecado original tan solo con una mordida.

A la vez, anticipando el yugo de la lujuria y el vino sobre la humanidad perdida en la ingravidez del cosmos y en el laberinto infinito de la evolución de las especies, pasando por la impoluta María llena de gracia y de privilegios celestiales, probando de rodillas el sabor amargo del salvajismo de los hombres en la tierra y viendo a la divinidad de sus entrañas morir en la cruz; al momento surge la inocente y perturbadora Magdalena en sus deslices de arrabal, entre flores marchitas y corazones sedientos de placeres y perdón, levitando redimida sobre todas las piedras del mundo.

Continuando con la embrujadora Cleopatra, soñando con el paraíso en medio de su opulencia pagana y sus palacios monumentales forrados de oro y codicia; después la indómita Manuela, junto al asediado y consternado Bolívar, consolidando los sueños libertarios de las eufóricas Américas, muy de cerca en las esquelas poéticas del turbulento Napoleón para su Josefina del alma, en la tonalidad de los labios puros de las madonas renacentistas y en los zapatos andrajosos de la gran Harriet Tubman, construyendo presurosa los caminos de la emancipación del pueblo negro, en una América desdibujada de su máximo ideal.

De repente apareció el rostro de mi madre, vi sus manos cansadas, pero dispuestas a seguir entregando su vida por su prole, vi sus ojos tranquilos y nutridos de esperanza, y su fe intacta en que Dios solucionará todos los problemas de la tierra en los tiempos perfectos de la providencia; seguidamente el grito agónico y dimensional de todas las madres colombianas naufragando en sus propias lágrimas, por los miles de hijos asesinados en este cruento conflicto y en esta crónica desigualdad social, que atiza una guerra solo entre los hijos de la Colombia desamparada.

En síntesis, el entorno me obligó a considerar hablar de mujeres comunes que subían y bajaban por las laderas de la dificultad, sobrellevando las injusticias, soportando las violaciones y sosteniéndose ante los vendavales y vicisitudes del hambre, la miseria y la discriminación. Claro, descubrí que la mujer no era esclavizada por su raza, credo, origen o extracción social, su pecado es su género, y hasta el día de hoy, reconozco una extraordinaria deuda de honor para con ellas.

Sé que mi obra más tímida que escrupulosa en su primigenia naturaleza, tan sólo husmea, fatigosa por tanta infamia y se extasía de tanta valentía oculta por los siglos de los siglos, ante el terror congénito de los hombres de confundir el amor y la extraordinaria fuerza del corazón con la debilidad del alma.

Bajo la calma noche, sabemos que debemos seguir rompiendo estas cadenas tan pesadas, herrumbrosas, como prehistóricas.

El autor.

GILBERTO TOBÓN SANÍN

"Dentro de los géneros literarios, el cuento, al igual que