Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Magia práctica con incienso y velas: Guía sencilla para aprender rituales sobre todos los aspectos de la vida
Magia práctica con incienso y velas: Guía sencilla para aprender rituales sobre todos los aspectos de la vida
Magia práctica con incienso y velas: Guía sencilla para aprender rituales sobre todos los aspectos de la vida
Libro electrónico171 páginas2 horas

Magia práctica con incienso y velas: Guía sencilla para aprender rituales sobre todos los aspectos de la vida

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En el presente libro Jake T. Shine, nuestro chamán favorito, aunque él odia que le digan chamán porque esta palabra proviene de Siberia y no de la Sierra Tarahumara, nos regala una serie de rituales con velas e inciensos prácticamente para todo, desde el amor hasta el trabajo, para la salud del cuerpo, pero también del alma, y desde los viajes de placer hasta para los estudios, para aumentar la intuición y para alejar los males, sin dejar de lado la proyección mental y los viajes astrales, para que pongamos un poco de magia en nuestra vida que nos ayude a superar nuestros problemas. Por supuesto, nos dice Jake, sin voluntad y sin poner de nuestra parte no hay magia que funcione, pero el simple hecho de reconocer un problema y enfrentarlo ya es en sí un proceso mágico similar a encender una vela y una vara de incienso.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 may 2023
ISBN9788419651327
Magia práctica con incienso y velas: Guía sencilla para aprender rituales sobre todos los aspectos de la vida

Autores relacionados

Relacionado con Magia práctica con incienso y velas

Libros electrónicos relacionados

Cuerpo, mente y espíritu para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Magia práctica con incienso y velas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Magia práctica con incienso y velas - Jake T. Shine

    Magia_practica_con_incienso_y_velas_-_Jake_T_Shine.jpg

    © Plutón Ediciones X, s. l., 2023

    Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

    Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

    E-mail: contacto@plutonediciones.com

    http://www.plutonediciones.com

    Impreso en España / Printed in Spain

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

    I.S.B.N: 978-84-19651-32-7

    Para todos aquellos que están interesados

    en seguir el camino de su propia Luz

    Prólogo:

    El alfa y el omega

    No hay necesidad de un nuevo prólogo para esta edición corregida y muy aumentada de Rituales con Inciensos y Velas, porque el Alfa del texto original da lugar al Omega del presente libro que Plutón Ediciones pone a disposición de sus lectores interesados en estos temas, que van desde lo más místico hasta lo más popular a pesar de los avances en tecnología y modernidad, porque el ser humano sigue siendo el mismo en esencia desde el principio de los tiempos, o desde el momento en que tomó consciencia de sí mismo, hace ya unos cuantos cientos de miles de años, cuando, según las leyendas y las mitologías, algunos dioses, titanes y arcángeles le rebelaron al ser humano la magia divina del fuego.

    Por supuesto, los seres de luz que supuestamente nos dieron el conocimiento del dominio del fuego fueron castigados, torturados, exhibidos como malvados malditos y exiliados de las huestes celestiales, condenados eternamente.

    Hoy en día el temor se centra en que las máquinas tomen consciencia de sí mismas y se rebelen contra sus creadores, nosotros. Pero si tomamos en cuenta que la amenaza de una inteligencia artificial viene de nosotros mismos, quizá la consciencia que tomen las computadoras y los ordenadores no sea tan inteligente como se piensa, sino más bien torpe, estulta y moralista, es decir, demasiado humana, porque así han sido programadas, con los valores y los sesgos de sus creadores, con sus mismas dudas y temores, dioses, creencias, supuesta ética y filias y fobias, pecados y virtudes del todo contextuales, cuando no del todo absurdas y convenencieras, funcionales en ciertos casos, pero en claro conflicto de intereses entre el poder y el vasallaje.

    Como creación supuesta de los dioses, cuando tomamos consciencia de nosotros mismos heredamos sus mismos defectos, y quizá alguna que otra virtud, pero hasta apenas hace un par de milenios y cuatro o siete siglos, los seres humanos no empezaron a hacerse preguntas y a cuestionar a sus creadores. Tomamos consciencia de nosotros mismos con el dominio del fuego, pero tardamos más de doscientos mil años en empezar a hacernos preguntas y a poner en duda las leyendas y los mitos que nos ataban a los dioses.

    ¿Quién soy?

    ¿De dónde vengo?

    ¿Adónde voy?

    ¿Soy un ser creado por los dioses, o soy resultado de la evolución biológica?

    Es curioso cómo, al filo de dos milenios y medio, el ser humano sigue sin saber quién es, de dónde viene y hacia dónde va. Los creacionistas atacan de nuevo hablando de un Dios Todopoderoso que se sacó el universo de la manga y que premió a este planeta con el fenómeno de la vida en general y de la vida humana en particular.

    Por otra parte, los científicos apuntan a los primates como nuestros verdaderos antepasados, a los lémures como antepasados de los primates y a la célula compleja como el inicio de todo, aunque, por supuesto, no saben de dónde demonios nació esa célula ni cómo se organizó la simple materia para convertirse en algo vivo, y mucho menos como ese algo vivo devino en un ser tan curioso como el ser humano, que cree que piensa, siente, vive y hasta tiene algo de divino en su interior.

    El teocrático Big Bang ha quedado como la teoría más plausible de la aparición del universo, pero es solo eso, una teoría que no se puede corroborar. Los agujeros negros, que tantas expectativas de nacimiento y muerte nos dieron hace unos años, ahora han quedado aparcados, entre otras cosas, porque al final en realidad no absorben todo lo que pasa por su lado, ni han resultado ser las puertas dimensionales y espaciales que esperábamos. Stephen Hawking, desde su silla de ruedas, se sorprendió del revuelo que sus teorías habían causado, y dijo que sus tesis no eran más que eso: proposiciones de física teórica, y no una realidad palpable, y que lo mejor que tenían sus ensayos, era la utilización de los números simpáticos, la dichosa singularidad que quizás el día de mañana nos sirva para tener un modelo matemático válido más allá de nuestro planeta.

    En síntesis, que en realidad no alcanzamos a ver el punto de nuestro origen, ni a nivel físico, ni a nivel biótico ni a nivel espiritual: todo son conjeturas y creencias más o menos bien expuestas para que unos u otros se sumen a ellas, pero en realidad no responden a la verdad ni se pueden demostrar de manera alguna.

    Los esoteristas de principios del siglo XX verían que, por fin, las ciencias oficiales y las ciencias ocultas se han unido, pero no en el avance y evolución del hombre, sino en su incapacidad para relatarnos el Alfa y el Omega de nuestra existencia, ya que tampoco se sabe el fin que tendremos ni como especie animal ni como seres espirituales.

    ¿Vamos al cielo o al infierno?

    ¿Nos reencarnamos o con una sola vida tenemos suficiente?

    ¿Llegamos a la iluminación o volvemos a la oscuridad?

    ¿Pervivimos de alguna manera, o somos simple materia que volverá a la naturaleza en forma de despojo y podredumbre?

    No sabemos siquiera si sobreviviremos a nuestros propios errores científicos, industriales o tecnológicos, o a nosotros mismos, es decir, si un buen día nos dará por aniquilarnos mutuamente hasta no dejar superviviente alguno para muestra de las siguientes especies que harán uso del planeta.

    No sabemos si vamos a durar, y creemos que estamos acabando con el planeta cuando en realidad estamos acabando con nosotros mismos, porque somos unos pésimos gestores de los recursos del planeta que nos dieron gratis, y lloramos por los árboles y las flores que desaparecen sin darnos cuenta de que los que estamos realmente en peligro de extinción somos nosotros mismos. Somos como una mala empresa, de esas que tanto abundan y que abren y cierran puertas en un lapso corto de tiempo, porque son incapaces de mover su producto a pesar de que haya compradores por todas partes.

    Quién sabe, quizá solo somos un mal experimento genético llevado a cabo por esos que llamamos dioses hace 250 mil años, o un accidente de la caprichosa naturaleza. Nos arrogamos el derecho de decir que nosotros sí tenemos alma y loa animales no, de la misma manera que nos consideramos los seres más inteligentes de la Tierra y los reyes de la creación.

    Interpretamos el mundo como podemos y fallamos cuando intentamos interpretar el universo interior o el universo exterior, porque nuestras percepciones y las de nuestros aparatos son harto limitadas.

    Al final de todo solo nos quedan nuestras creencias, y aunque hoy vayamos en coche y mañana en naves intergalácticas, seguimos siendo los mismos primates supersticiosos de hace 10 mil o 250 mil años, es decir, nos seguimos basando más en nuestras intuiciones y creencias que en nuestras certezas, y es que creer e intuir es mucho más grato que mirar la realidad, una realidad que no conocemos o que no queremos conocer.

    Los viajes por el espacio, por ejemplo, mientras no sepamos cómo superar los problemas de espacio tiempo, son pura especulación y lo más lejos que podremos llegar en condiciones más o menos normales y sin que en ello nos vaya la vida, será a Júpiter, porque cualquier viaje más lejano será una pérdida de tiempo, tanto para el que viaja como para el que se queda aquí. Y viajar más rápido, aumentando miles de veces la velocidad, solo nos traerá más problemas debido a los desfases de tiempo entre la nave y la Tierra. En suma, que, si seguimos por el mismo camino que nos hemos trazado hasta ahora, más temprano que tarde llegaremos a nuestro límite de incompetencia y todo habrá acabado para la orgullosa raza humana, que en realidad no lleva más que un suspiro en el universo.

    Incluso si lográramos viajar a la velocidad de la luz, llegar a ciertas estrellas nos llevaría millones de años terrestres, algo muy caro y muy lento hasta para las máquinas que virtualmente nos sucedan. Viajamos más rápido con la mente y con la imaginación que con las naves espaciales más sofisticadas, por lo que tarde o temprano tendremos que aprender a viajar de otra forma por el espacio si queremos llegar más allá de nuestras actuales limitaciones. Sí, en términos cósmicos las naves espaciales son inútiles del todo.

    Parece que al final de todo solo nos quedan nuestras creencias, nuestra magia, nuestra particular forma de percibir e interpretar lo que nos rodea, verdadero o ficticio, porque solo dicha magia nos da la esperanza de sobrevivir de alguna manera y de llegar realmente más lejos en todos los sentidos. El fervor popular nos lo demuestra cada día y a cada momento, y la gente hace su vida dentro de un pensamiento mágico o religioso a pesar de las iglesias, los gobiernos, las ciencias exactas y las ciencias oficiales, y el Alfa y el Omega de la existencia terminan por radicar en el deseo del momento, en la emoción y en el ego, en el momento instantáneo, en el eterno presente que nace y muere a cada segundo de nuestra existencia; un eterno presente donde se desdibuja y transforma el pasado al antojo de nuestras apreciaciones, y donde se proyecta el futuro dentro del marco de nuestras pretensiones y supersticiones. Quién sabe, quizás esa sea la verdadera realidad, la luz de la vela invisible que todos llevamos dentro, y no esa que nos quieren imponer las jerarquías. En fin, que cada uno de nosotros es el Alfa y el Omega de sí mismo, y que no hay más realidad que la que creamos desde nuestro centro individual, porque ese centro es ni más ni menos que nuestra propia vida.

    De esta manera, recurrir a un libro como el presente, donde el rito de las velas nos abre una puerta más a nuestros propios deseos y expectativas, se convierte en una proyección de nuestra propia luz, esa luz que nos ayuda a crear nuestra propia y particular realidad.

    Quizá Jake T. Shine tiene razón y los seres humanos no somos más que velas a la espera de ser encendidas exteriormente, porque en nuestro interior siempre estamos brillando incluso si no nos damos cuenta de ello.

    Javier Tapia Rodríguez

    Introducción:

    ¿Qué significa ser mago?

    Hace poco charlaba con Javier, quien tan amablemente ha prologado este libro, y le decía que en realidad yo no era escritor, ni chamán, ni mago, ni maestro ni nada de nada.

    —¿Y entonces qué eres? —me preguntó el amigo Tapia.

    —Un invento de tu mente —le respondí.

    —Pero tú no eres ningún invento —rebatió—, porque puedo verte, hablar contigo y hasta tocarte. ¡Eres alguien vivo! Alguien que come, ama y duerme. Te conozco desde hace varios años, y te puedo asegurar que

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1