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Espécimen “CIENCIA CAÓTICA”
Espécimen “CIENCIA CAÓTICA”
Espécimen “CIENCIA CAÓTICA”
Libro electrónico320 páginas4 horas

Espécimen “CIENCIA CAÓTICA”

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Información de este libro electrónico

«Te reconozco… Aquel a quien debemos la existencia… Eres nuestro creador y no mereces ser destruido…».
De regreso a los orígenes del infierno biológico en el centro de Europa, León y el resto de supervivientes deberán hacer frente a más secretos que aparecerán en contra de ellos y llegarán incluso a separar sus caminos en mitad del creciente desarrollo evolutivo y caótico. Los enemigos se multiplican ante la falta de tiempo, y hacerles frente requerirá estrategias imposibles, donde huir no es una alternativa.
León deberá luchar contra su lado solitario a la vez que una pista le atormenta desde su vuelta a casa, cuya respuesta parece hallarse en España. Sin embargo, no le será fácil llegar hasta ella, ya que muchos obstáculos se interpondrán en el desesperado viaje, sean sorpresas de doble actitud, especímenes desconocidos o la voluntad misma.
En este tercer volumen de la saga, el autor nos acompaña una vez más en una aventura extraordinaria, en la que batallas, separaciones, reencuentros y grandes emociones se mezclan de manera formidable. La salvación de la humanidad sigue estando en juego.
 
Alberto Burgos nace en Baza, Granada, en 1992.
Consagrado al estudio de la Ciencia y las artes sanitarias desde su infancia, termina la carrera universitaria de Enfermería, especializándose en Urgencias y Emergencias, desarrollando paralelamente su actividad de voluntariado en Cruz Roja Española. Su fascinación y dedicación por la Ciencia le impulsa, desde muy joven, a desarrollar un mundo literario donde las teorías y postulados científicos explican el universo que rodea al ser humano. El culmen es la saga literiaria de Espécimen, que el autor todavía no da por finalizada, donde, en base a términos como el origen de la vida y la evolución de las especies, Alberto Burgos quiere mostrar el mundo de la Ciencia a todos aquellos que desean ampliar sus conocimientos y descubrir los secretos que nos rodean.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 may 2023
ISBN9791220141130
Espécimen “CIENCIA CAÓTICA”

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    Espécimen “CIENCIA CAÓTICA” - Alberto Burgos Soria

    Alberto Burgos Soria

    ESPÉCIMEN

    CIENCIA CAÓTICA

    © 2023 Europa Ediciones | Madrid www.grupoeditorialeuropa.es

    ISBN 9791220134026

    I edición: Enero de 2023

    Depósito legal: M-30705-2023

    Distribuidor para las librerías: CAL Málaga S.L.

    Impreso para Italia por Rotomail Italia S.p.A. - Vignate (MI)

    Stampato in Italia presso Rotomail Italia S.p.A. - Vignate (MI)

    ESPÉCIMEN

    CIENCIA CAÓTICA

    Heavy Metal de Atención Primaria,

    ¿Verdad, Dr. Ibáñez?

    Para el Hospital Rafael Méndez, donde mi muerte profesional empezó a brillar

    NOTA DEL AUTOR

    Un momento de silencio para aquellos valientes que han osado seguir leyendo estas páginas... ¡Gracias!

    Veo que aún seguís conmigo, o con ellos, según aquel punto de vista que se escoja. Expresar un atisbo de gratitud no es necesario, posiblemente porque vamos por el tercer libro. Muchos estaréis deseosos de saber cuándo acabará este mundo o los personajes dejarán su recuerdo en el olvido. ¡Pobres seáis! Os podría asegurar que dos rectas paralelas se unen en un punto del infinito. Si las matemáticas no me dan la razón, la experiencia será el testigo.

    A decir verdad, al empezar a escribir las páginas que conforman este libro, no creía llegar a expresar más de lo que mi insana mente os ofrece. Esto nos deja la posibilidad de que el entretenimiento no es un trabajo único de las células nerviosas que entraman la extraña red del cerebro humano. ¡Maldita sea! ¡Qué pena que mi locura no pueda competir contra la Ciencia!

    Al igual que un grupo de música puede haber compuesto, en su historia, más de un millar de buenos y espeluznantes riffs, ESPÉCIMEN intentará alcanzará la meta de garantizar un simple, pero a la vez complejo, sinfín de entretenimiento que el lector se merece en toda su gloria efímera. Soy un servidor de la literatura y si la muerte no acaba conmigo, que las letras se encarguen.

    Nadie quedará impune de ser infectado por estas interminables páginas. No hay necesidad de comenzar este libro por la hoja inicial; la propia imaginación lleva su mundo interior expresado en el anterior volumen, así que os dejo la misión de intuir las tramas que nunca dejan de ser una fatalidad de mi desdichada creatividad.

    La religión tiene su antigua Biblia, la Medicina posee su abarrotado Vademécum... Tantas formas de recopilar información y ninguna da el sentido que el ser humano merece cual desgracia universal que es. En mi caso, hay suficiente con la Ciencia y espero que, para mis queridos lectores, también lo sea, del modo que necesite. Bienvenidos al extenso y detallado mundo de ESPÉCIMEN.

    PRÓLOGO

    Me llamaban León Vürgos, y todavía no me atrevo a utilizar ese nombre en vano. Los problemas de la juventud no se resuelven con rebeldías y decisiones sonrientes. Una fatalidad tras otra ha hecho que ganase un seudónimo aún mejor. Sin embargo, no es de vuestro interés conocerlo, aún no. Lo que sí debéis saber es todo aquello que rodea mi vida, si acaso la puedo llamar así. Todo el bien que he realizado en los últimos tiempos se me devuelve a cada segundo que escribo estas memorias en mi portátil.

    Quien me conozca de mis primeros escritos sabrá la verdad de mi sentencia anterior. Sí, algunos me llaman creador y no es para menos. Yo destruí a la Humanidad, la extinguí y dejé al planeta en manos de mis creaciones, los seres que tanto quiero como si fueran mis propios hijos. Estaría loco si los psiquiatras descifrasen mi cerebro, pero no ha llegado el día en que el DSM-V me ubique en sus trastornos mentales.

    Preparando el terreno al cual os vais a adentrar y como descanso entre las líneas interminables de mi historia reciente, os diré que mi principal vocación siempre ha sido la Ciencia. El día que dejé la Medicina, la Anestesia para ser exacto, me liberé al saber universal. Abrí mi trabajo al camino de la investigación, aunque también descubrí otras puertas prohibidas; para el resto de mortales, quiero decir.

    ¡Qué momento aquella noche de Agosto! Estaba atiborrado de café amargo, montañas de papeles rellenados de garabatos y mi microscopio de alta definición. Recuerdo que hacía viento en la calle y mi hermana Rachel limpiaba el horno después de comer pizza, o eso reconoció mi sentido olfativo. No quise acompañarla en la cena, pues el posterior descubrimiento me llevó a ser más conocido que el propio Dios de los cristianos y católicos.

    Sobre la placa cristalina, experimentaba con unas secuencias genéticas híbridas. El azar me ayudó en ocasiones previas y, en la tórrida oscuridad, me cedió su inmensa fortuna. Una serie experimental quedó estable a la difícil manipulación. Días después, una masa biológica empezó a crecer y coger forma. Parecía un parásito unicelular grande, a ser sincero. El miedo no me impedía dejar la investigación, hasta el punto de que ahora mismo, mientras escribo, ese ser reside en mi interior, evitando mi deseada muerte.

    Sorprende, ¿verdad? Cuando tengáis uno junto al corazón, me decís que siente. ¡Ah, no lo he dicho! Se llaman especímenes y la Biología les concedió el título de Sexto Reino según la nomenclatura clásica. El primer nombre lo escogí yo, pues no encontré otro que les hiciera justicia en la historia de la Tierra. No obstante, no son los culpables del exterminio de la raza humana. Millones de personas no pesan en el alma de unos seres cuyo objetivo es cumplir los tres principios básicos de la vida.

    Soy yo quien debe cargar con semejante sentimiento; mejor dicho, realidad. Da igual su nombre, sea TH49A, VL97R, ER15G o AU13A. Ellos están dominando en cualquier sitio, agua, aire o tierra. Me alegra decirlo, si se me permite tal verdad. Al fin y al cabo, la Humanidad estaba condenada a desaparecer por su propia mano, así que he adelantado el fin que tanto se preveía. El pretencioso Holoceno no existirá más y el periodo Cuaternario da fin a la era Cenozoica. Se cierra el capítulo más abrupto de la vida planetaria y he dado paso a la nueva era, la cual bauticé como el Espezonoico. ¿Cuánto durará, más o menos? Ojalá pudiera contestar, pero no depende de mí. El futuro decidirá qué vendrá después.

    Para haceros una idea, os resumiré cómo dio sus primeros pasos el sexto reino sobre la Tierra que tanto hemos despreciado. Aún sigo sin creer que mi reciente sueño se haya cumplido, pero de una forma muy brusca y casi paralela a mi idea original. Antes tenía otra utopía, una decisión que jamás debí proponerme. ¡Quería salvarles a todos! Lo malo es que yo no soy Dios ni pretendo serlo. Asesinar a más de siete mil millones de personas es demasiado trabajo para un superhéroe; ¡no para mí, claro!

    En primer lugar, yo era un ser humano como cualquier otro. Tenía gafas, trabajaba hasta tarde y bebía gazpacho español cuando podía. Mi familia está compuesta de cuatro hermanos, siendo yo el mayor. Las otras tres son mis queridas Lyserck, Christine y Rachel. Nunca me ha intimidado ser un varón entre tanta fémina exuberante, en tal caso, tampoco me he puesto cachondo cuando las veo desnudas. Nuestros padres fallecieron en un trágico y... un accidente, ¡nada más! Aparte, teníamos a los tíos Ray y Thomas, aunque los veíamos un mes al año, si podían.

    Al igual que otros, nos acompañaba JuanXo en la mayoría de las ocasiones. Mejor amigo, socio científico, rival musical... Muchas palabras y sinónimos estoy diciendo a lo loco. Si no fuera por él, ya me habría ido al otro mundo o a la eternidad, según los egipcios. También contaba con otras amistades, como Vincent o John, el guardaespaldas oficial de los Vürgos. Muchos y muchas más entraron en mi vida, antes y después de la catástrofe biológica que orquesté. Me equivoqué en llamarla pandemia, pues el término se quedó corto para tanto dolor y muerte.

    En Mayo de 2022 ocurrió un hecho que cambió la historia para siempre. Ni la Peste Negra, la Gripe Española o la Covid19 causaron tantos estragos durante el tiempo que duraron. Mi último triunfo fue cosechar el ansiado premio Nobel de Ciencias, arrebatándoselo a Ryan, un completo idiota que tiene más tonterías en la cabeza que cerebro. Sin embargo, mi mayor error fue contratar, como inversor, a Jack Charles Taylor, un cabrón astuto que me la tenía jurada desde que hundí a

    GREDAPH.

    ¿Qué era el maldito GREDAPH? Un puto monopolio farmacéutico que quería mis creaciones, hablando en palabras bonitas. ¿Por qué quería venganza? No lo tengo claro, y aún no sé ni la mitad de sus ambiciones. Confiando en él, me apuñaló en el corazón cuando me robó todos mis especímenes y, después, esparció clones por todo el planeta. Lo malo es que no fue su única intención, sino cambiar a la Humanidad al antojo y forzar una evolución errante. Ahora, en estos momentos de lucidez, casi comprendo sus ideas suicidas.

    Por otro lado, el bofetón más fuerte me vino por parte de una mujer. Una maldita espía americana que jamás sabré por qué me la tenía jurada. Su nombre era Rocy, Rocy Kolk. Yo soy alemán y ella yanki, ¿os percatáis del asunto? Yo tampoco, de modo que suponer no es juego limpio. El acto de llevarse el ADN Primario y el WA99S puede haber sido la guinda del pastel si no se le detiene a tiempo. No voy a hablar de especímenes, pero sí del ADN Primario, pues todo el Sexto Reino surgió de ahí. Es como el mapa de un tesoro, dando las pautas que tanto me costó encontrar, combinar y crear.

    ¿Para qué lo quería ella? En mis anteriores libros y memorias hallaréis las respuestas. No estoy dispuesto a hablar de ello, que las arritmias vienen detrás y al TH49A le cuesta mucho remediarlas. A partir de ahí, el mundo perdió su color y yo, mis putas gafas. Los especímenes transforman a su hospedador al gusto propio. Respecto a mí, TH49A me cambió la vista como regalo de adopción. ¡Jamás podré agradecérselo como es debido! Lo mismo pasó con muchos compañeros, como mi querida María, la bruta y rebelde capitana Rinklen, nuestro pastor satánico, el Padre Kuerv... Creo que no hay especímenes huérfanos en este momento.

    He vivido muchas experiencias, fueran traumáticas, alegres o funestas. Si mal no recuerdo, habría muerto unas docenas de veces, pero TH49A siempre ha estado ahí para salvarme el culo y más cosas. Evidentemente, no olvido el primer ensayo mortal. Mi enfrentamiento apoteósico contra el YH56U, uno de los especímenes más agresivos y despiadados de la segunda serie. Una batalla que os invito a vivir, de forma imaginativa, en mis anteriores publicaciones, si el futuro no las entierra en el olvido.

    También recuerdo el viaje por el este europeo para rescatar a María en la capital ucraniana, Kiev. Un sinfín de sentimientos, sangre y muerte que marcó mi primera etapa del cambio biológico y filosófico. Os lo describiría con gusto, pero no me gusta repetir hechos descritos en otras páginas previas. Sin ánimo de aburriros mucho en este interludio de descanso, os diré que siempre hay que ver otros puntos de vista, como cuando María nos contó su relato de supervivencia, rodeada de enemigos y especímenes.

    Muchas vivencias sucedieron en poco más de un mes y lo mejor viene ahora. ¿Decís que no? Permitidme que diga que os habéis equivocado al máximo. No podéis imaginar todo lo que viene detrás, y me temo que no acabará ni en un futuro lejano. Seguramente, yo no esté perenne en los eones del espacio-tiempo, ya que alguien me relevará; ¡eso espero! Veréis, estimados lectores y valientes que deseáis conocimiento y experiencia a la vez, esto no es un cuento donde hay un inicio y un fin.

    Os animo a encontrar el principio de mi historia, estudiarlo al completo y darle el fin que merezca según vuestro criterio. Vuelvo a repetir que yo, León Vürgos Mähn, dejé de existir hace tiempo y no me compete a mí contaros la verdad de la vida, su origen o destino. Somos razonables, en la medida que nos es posible, por ello, os pido que comprendáis, os concienciéis y, ante todo, que actuéis en consecuencia.

    I TOUR EUROPEO

    1º PARTE: REGRESO A CASA

    El conjunto de las ecuaciones de Maxwell describe, al completo, los fenómenos electromagnéticos y unifica los

    campos eléctrico y magnético en uno.

    Estamos cumpliendo el primer objetivo. Salimos en busca de supervivientes y nos ha dado resultado. Se podría decir que no todo pinta tan mal como creía en un principio. La cuestión más importante viene al instante. ¿Qué rumbo tomaremos? No lo decide el destino, lo elegimos. Debemos encontrar la forma de recorrer el mundo entero en el menor tiempo posible. ¿Podremos hacerlo? ¡A saber...!

    —Esperé unos días más y, entonces, irrumpió el extraño ser con el hacha en la radio, destrozándolo todo a su paso. Me oculté tras los escritorios y creo recordar que me cayó una losa en la cabeza. Me desperté en tus brazos y lo siguiente lo conocéis.

    —Ha sido peor que lo nuestro. ¿no crees, León?

    No tengo palabras para describir tal historia. Me ha dejado la sangre congelada.

    —Ambos hemos pasado situaciones similares — sostuve al término. De oír tal historia, se quedó la sangre negra. Todo el mundo acabó poniendo sus ojos en mí, esperando que dijera algo más—. ¿Alguien más te respondió en la radio, María?

    —No, sólo vosotros —puntualizó María. Eso quería decir que nadie más debía de haber vivo en la zona. Me dio una ligera idea de lo que haríamos a partir de estos momentos.

    —Tenemos carta libre para hacer lo que queramos... Y volveremos a Münich —decidí al segundo de la pausa. La sentencia no cayó bien entre los demás; más en John. Desde que mordieron su mano, no quería saber nada más de Alemania.

    —¿Para qué coño regresarías? —JuanXo alzó el tono de voz más de lo normal, pero Christine cortó la furia expresada mediante varios gestos de silencio.

    —Aquí no tenemos nada que hacer y tengo la sensación de encontrar algo si volvemos a los laboratorios. No me toméis en serio, pero estoy casi seguro de que no está igual desde que nos fuimos.

    —¿Qué crees hallar?

    —Respuestas —discerní a mí mismo. Mientras María contaba su experiencia, cavilé la posibilidad de retornar a los complejos. Llevarme los restantes especímenes y rearmarnos un poco serían las prioridades en caso de ir.

    —¿Nos arriesgarás a encontrar más peligros?

    —Si es necesario, sí —fulminé las palabras como un yunque sobre su cabeza. Rachel asió el fusil de plasma y se levantó, señalándome con la punta del arma.

    —¿Qué os pasa? No debéis olvidar que seguimos vivos gracias a nuestro hermano y si él dice que hay que regresar a casa, volvemos y punto.

    —¡Rachel! También podemos continuar con la búsqueda... —sugerí sin mucha aceptación. Varios minutos de silencio acompañaron la sugerencia.

    John y María se limitaron a guardar silencio, JuanXo resopló y mis hermanas se sentaron a mi lado, apoyando la decisión. Josh era el único que se apartó del tema, saliendo por la puerta —¿Irá al baño?—. Sólo quería evadirse, pero yo sabía muy bien que le afectaba la resolución, quisiera o no.

    —¡Vale, está bien! Regresaremos si así lo deseas, pero una vez allí, tendrás que decirnos el porqué de tu decisión.

    —¡Por fin! —persuadirles supuso un éxito personal. Sonreí irónicamente y corrí las cortinas de las ventanas, atenuando la iluminación de la habitación.

    —¿Nadie en contra? —reí por dentro del juicio que estaba teniendo lugar. La afirmación de María en último lugar fue el punto y final. Con sumo cuidado, me incorporé y mis vértebras crujieron de forma exagerada—. Saldremos mañana al atardecer y tomaremos el mismo camino.

    ¡Hacedme caso porque no está el mundo para discusiones!

    Salvo Lyserck y John, los demás salieron del salón. Frené la taquicardia ventricular a la vez que sentí al espécimen TH49A dormir plácidamente en mi pecho, sin dar signos de vida —¡Qué dura es la vida!—. Ojalá el viaje fuese lo más tranquilo posible. Me peiné varias veces el cabello y cerré los ojos. Estaba un poco incómodo levantado, pero lo remedié tomando asiento de nuevo.

    Once y media de la noche; la mayoría se había acostado. Christine y yo somos los únicos que desafiamos a la noche. A ella le encanta ver las estrellas. Puede tirarse horas embebida en sus pensamientos celestiales. Al ir al cuarto de baño, reflejé mi rostro en el sucio espejo del lavabo.

    No tuve miedo de ver mis ojos colorados o la faceta que ahora presentaba al mundo —¡Vaya cambio!—. No obstante, me fijé en dos pequeños bultos que sobresalían a los lados de mi cuello. Al rozar las protuberancias, éstas temblaron y noté cómo TH49A volvió a dar actividad.

    —¿Qué es esto, TH49A?

    Necesitamos transformar el huésped a nuestro gusto —resolvió el espécimen. Esas palabras no me gustaron nada.

    De repente, la nuca comenzó a emitir dolor de manera leve y los bultos vibraron con fuerza. El temblor recorrió mi cuerpo varias veces y observé, sorprendido, explosiones epiteliales. De las aberturas, poco a poco brotaron un par de apéndices rosáceos que se alargaron hasta medir lo mismo que el brazo. Casi no noté dolor, pero la sensación fue muy extraña. Era como tener dos pares de miembros superiores.

    Las prominencias redujeron su tamaño y dejaron una cicatriz, por la cual sobresalen las extrañas extremidades biológicas. Más miedo me dio al comprobar que puedo moverlas voluntariamente. Eran como un camaleón; meneaba los brazos independientemente de los nuevos. La punta, acabada en forma de ancla, serviría como enganche primitivo. Temeroso, agarré el saliente y noté mi pulso en la superficie.

    —¿Qué demonios tengo en el cuello?

    Nos parecemos más.

    —¿Qué quieres decir...? —rememoré la primera vez que vi al TH49A en el microscopio. Pequeño, negro y miembros laterales en forma de anclas en las invaginaciones corporales. ¡Ya entendía! A medida que crecía en mi interior, iba transformando mi organismo.

    Voy a cambiar de nombre, quizás sirva León TH49A, espécimen humano...

    En el espejo no se reflejaba León Vürgos Mähn, sino el espécimen TH49A en su forma humana. Al principio, reí de la ocurrencia; luego me arrepentí. Fui al cuarto donde roncaba JuanXo. Sin hacer ruido, me metí en la cama, quitándome la gabardina. La presión de las nuevas extremidades me obligó a dormir bocarriba. Costó conciliar el sueño pensando en lo sucedido, pero confié en TH49A y en que nunca haría algo que me provocase daño.

    España, 02:00 Am

    Noche oscura en los bellos parajes de Almería, al sureste español. El leve oleaje era una bella serenata para los oídos. Sin embargo, un fuerte carraspeo rompió el silencio y la figura de dos personas apareció bajo la luz de la luna. Una de ellas llevaba cogida a la otra. Un hombre pelirrojo era sostenido por una joven de cabello largo. Éste parecía herido en el abdomen. Goteaba sangre y llevaba los pantalones mojados.

    La luz dejó al desnudo la silueta del investigador Ryan Scouchen y la de su ayudante Evys, la cual no parecía estar malherida. Ryan tenía mal aspecto; varias magulladuras surcaban su escuálido rostro. En las manos portaba una pistola descargada.

    —Te dije que no era buena idea seguir su rastro.

    —¡Cállate! ¡Maldita Rocy! Es más lista de lo que parece.

    —¿Ahora te das cuenta de tu error? ¿Estás seguro de tiene el campamento por aquí?

    —¡Deja de preguntar! —le regañó, acompañándose la voz de saliva roja.

    Su asistenta cerró la boca y siguió sujetándole. El viento fresco del crepúsculo fue la razón que Ryan usó para desfogar su rabia y evitar pegar a su ahijada. Al transcurso de quince minutos, se observaron luces a lo lejos. Provenían de varias hogueras. Sonrió y metió prisa a Evys, quien no tardó en acelerar el ritmo.

    Cuando llegaron al lugar, una mujer ataviada en un traje de cuero negro les esperaba.

    —Querido Ryan, ¿qué tal la visita?

    —Tal y como pronosticabas, Rocy. Las ciudades están completamente infectadas y creo que el ente es la causa —explicó el científico a su superiora.

    La espía encendió un pitillo y lanzó el humo de la calada a Ryan, quién no tosió. Varios soldados cogieron al investigador en manta. Lo tendieron sobre una camilla, levándolo dentro del hospital de campaña.

    —¿Cómo ha llegado a ese estado?

    —Nos atacaron en una ciudad cerca de aquí y lo sorprendieron por detrás. Suerte que llevaba la pistola, porque si no... no llega a contarlo —explicó Evys fríamente.

    A Rocy no le hubiera importado si hubiera fallecido o no. Sólo le interesaba saber el avance de la pandemia y si llegaría a afectar a su ejército.

    —Se recuperará. ¿Habéis podido recabar más datos útiles?

    —No, nada —negó cuando un médico salió de la tienda y preguntó a Evys cuánto tiempo hacía de la agresión.

    Al decir menos de una hora, el hombre se tranquilizó y concluyó con certeza que sobreviviría sin ningún problema, aparte de comunicar que no se encontraba infectado por el ente.

    —Acompáñalo y dile que tengo otra misión para vosotros —Evys obedeció al instante y marchó junto al practicante.

    —De modo que la infección va en aumento... —opinó a primeras. El humo blanco se dispersó en la oscuridad.

    No eran buenas noticias y menos si se juntaban con la confirmación de que los Marines también estaban en España. Pocas veces ella se asustaba, aunque ahora sí había motivo. Terminó de fumar y extinguió el cigarro, lanzándolo al mar.

    Tenía       el       plan       bien       claro.       Desmontarían       el campamento y marcharían hacia el norte, donde todavía parecía que no había muchos indicios de infección. La situación no estaba bien y todo por el tal JC.

    —¿Por qué expandiría la cosa esa...?

    Villa de JuanXo, 11:30 Pm —¿Qué es lo que tiene en el cuello?

    —Parecen unos brazos...

    —Sabía que tenía que haberle quitado al TH49A...

    Voces de todas partes llegaban a mis oídos. O era de día o seguía soñando. Abrí el ojo izquierdo levemente y observé a mis hermanas, junto a JuanXo, discutir sobre mis nuevos complementos. Me hice el dormido para escuchar la conversación. Iba a morir, estaba degenerando... ¡Qué barbaridades! Uno no soporta tantas malas suposiciones. Justo cuando me dispuse a levantarme, Lyserck se acercó y sin cuidado alguno, tiró de los salientes.

    —¡¡¡Aaaaaahhhhhhhh!!!

    ¡ME CAGO EN DIOS Y EN LA VIRGEN! ¿Qué coño hacéis, estúpidos?

    —¡Os lo dije! Los tiene incrustados desde dentro.

    —¡Maldita bruta! —chillé, desorbitado del dolor.

    Cogió la punta y estiró con tanta fuerza que por poco me arrancó el cuello. TH49A se despertó sobresaltado. Me senté en la cama, frotándome la nuca y remediando el tremendo dolor.

    —¡No vuelvas a hacerlo!

    —¿Qué te ha pasado, hermano? —Rachel estaba al borde de un ataque al ver la transformación. Reí unos segundos.

    —¡Nada! Un pequeño cambio que tuve anoche.

    —¿Cómo...? —JuanXo examinó los nuevos brazos con mucho detenimiento y Christine se horrorizó.

    —No sé para qué sirven —insistí mientras me entretenía un rato haciendo vaivén con los apéndices. María apareció por la

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