MÁS ALLÁ ASISTE A UNA SESIÓN DE ESPIRITISMO ¿LOS MUERTOS NOS HABLAN?
“Me habría gustado estar allí–confiesa el doctor Jiménez del Oso (1941-2005) en un artículo sobre espiritismo–. Sí, aquella noche me habría gustado estar allí. Ha habido otras noches, es cierto; noches intensas, a horcajadas en la frontera que separa dos aspectos de un mismo mundo; a medio camino entre lo habitual y lo extraordinario. Cualquiera que haya dedicado más de una docena de años al espiritismo, lo sabe; aunque sea poco más que eso lo que acabe sabiendo. Pero, aquella noche…”.
UNA NOCHE DE MISTERIO
Esta vieja historia comienza, como no podía ser de otra manera, una noche: la del 31 de marzo de 1848; y tiene como escenario una pequeña aldea que hoy ya no existe, situada en el actual municipio de Arcadia del condado de Wayne, a tan sólo treinta kilómetros al Este de Nueva York (Estados Unidos). Hasta Hydesville habían emigrado, tan solo unos pocos meses atrás, los Fox: una humilde familia de granjeros, con dos de sus hijas, Kate y Margaret, de once y catorce años.
A quella noche, los continuos e incómodos crujidos que se venían produciendo en los tabiques de la vetusta casona, ahora hogar de la familia Fox, se convirtieron en improvisado eco de ultratumba. Porque el juego infantil, que aquella noche cautivó a Kate y Margaret, consistió en comunicarse con un alma en pena: la de un buhonero, al que cariñosamente apodaron Mister Splitfoot (Señor Pezuña) por su manera de comunicarse retumbando con golpes en las paredes.
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