Los Hijos Del Caos
Por Nikki Pink
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Nikki Pink
Nikki Pink dejó su hogar y ahora es profesora de inglés en una universidad pequeña en Asia. A ella le gusta cocinar, salir a correr entre los campos de arroz y hablar con su ingenioso gato.
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Los Hijos Del Caos - Nikki Pink
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TABLA DE CONTENIDO
CAPÍTULO UNO 4
CAPÍTULO DOS 9
CAPÍTULO TRES 16
CAPÍTULO CUATRO 23
CAPÍTULO CINCO 25
CAPÍTULO SEIS 37
CAPÍTULO SIETE 32
CAPÍTULO OCHO 34
CAPÍTULO NUEVE 37
CAPÍTULO DIEZ 39
CAPÍTULO ONCE 45
CAPÍTULO DOCE 47
CAPÍTULO TRECE 53
CAPÍTULO CATORCE 58
CAPÍTULO QUINCE 61
CAPÍTULO DIESISÉS 64
CAPÍTULO DIESISIETE 69
CAPÍTULO DIESIOCHO 72
CAPÍTULO DIESINUEVE 75
CAPÍTULO VEINTE 78
CAPÍTULO VEINTIUNO 81
CAPÍTULO VEINTIDÓS 83
CAPÍTULO VEINTRÉS 88
CAPÍTULO VEINTICUATRO 96
CAPÍTULO VEINTICINCO 103
CAPÍTULO VEINTISEIS 105
CAPÍTULO VEINTISIETE 108
CAPÍTULO VINTIOCHO 110
CAPÍTULO VEINTINUEVE 113
CAPÍTULO TREINTA 115
CAPÍTULO TREINTA Y UNO 122
CAPÍTULO TREINTA Y DOS 131
CAPÍTULO TREINTA Y TRES 137
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO 139
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO 143
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS 148
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE 151
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO 153
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE 157
CAPÍTULO CUARENTA 162
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO 165
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS 169
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES 172
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO 177
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO 180
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS 184
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE 186
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO 189
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE 192
CAPÍTULO CINCUENTA 194
CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO 197
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS 202
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES 206
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO 211
CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO 215
CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS 218
CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE 222
CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO 225
CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE 229
CAPÍTULO SESENTA 231
EPÍLOGO 235
CAPÍTULO UNO
Me despertaron el sonido de los helicópteros, las sirenas y los gritos; me frotaba los ojos llenos de lagañas con las manos y la adrenalina corría por mis venas, salté de la cama y me dirigí a la ventana para ver qué era lo que causaba el caos. Miré a las afueras en dirección a la carretera y pude ver que no había helicópteros pero, había cerca de una docena de motocicletas ensordecedoras y dos patrullas de la policía. Pude ver a los policías gritar incoherencias aunque, parecían mimos gracias a los rugidos de esas motocicletas enormes que ahogaban el sonido, los motociclistas parecían burlarse de las gesticulaciones exageradas de los policías.
Observé con desconcierto como una chica vestida con un par de shorts saltó de la parte trasera de una motocicleta; ella presionó su cara contra la del conductor de barba que, despreocupadamente deslizó una mano bajo su blusa y parecía que masajeaba uno de sus pechos. La chica de cabello rubio puso su mano en la entrepierna de él, regresándole el masaje, antes de regresar al dormitorio; al momento de dirigirse a donde me encontraba, me consumí en el aire y después suspiré. Ella era Lucy, mi compañera de cuarto, mi salvaje compañera nunca vas a adivinar que pasó anoche
de cuarto.
El motociclista líder, levantó el puño al aire y después hizo un círculo con el dedo extendido; un momento después, los motociclistas se pusieron en marcha alejándose del edificio y dejando a los policías de las dos patrullas, escupiendo su impotente rabia. Me puse mis pants grises favoritos y me senté en nuestro sofá pequeño mientras esperaba a Lucy mientras ella se dirigía al segundo piso. Un minuto más tarde, oí su llave clavarse en la cerradura de la puerta; la oí hacerlo una, dos, tres veces hasta que finalmente pudo encontrar la llave de la puerta; ésta se abrió de golpe y justo después, irrumpió la hermosa Lucy que todavía estaba despeinada.
Fruncí mi nariz al momento en que ella se tropezaba al entrar y se desplomó en el sofá; ella olía casi como una fiesta de la fraternidad, la única diferencia es que apestaba a whisky barato en lugar de cerveza. Dejó caer su cabeza sobre mis piernas.
– Acabo de tener la mejor noche. No podrías creerlo.
Bajé la vista hacia su cara desmaquillada; ahora el rímel estaba alrededor de sus ojos, su lápiz labial estaba muy desvanecido y pude ver que se asomaban de su camiseta entallada marcas amarillentas en sus hombros:
– Pero, ¿qué demonios Lucy? Si así te ves después de una buena noche, detestaría verte después de tener una mala.
– Estaba con los Hijos del Caos. Fue una puta locura.
Ahora sus ojos estaban cerrados y puedo decir que estaba a punto de desmayarse, quería llevarla a la cama antes que ella lo hiciera pero algo más que eso, sólo quería escuchar que había hecho anoche. Este semestre me encontré a mí misma en una rutina; cada día era la misma cosa, hasta mi novio era aburrido. Cada vez más me encontraba a mí misma viviendo indirectamente a través de Lucy, los celos no sólo de la diversión que ella tenía, pero el hecho de que en realidad parecía estar viviendo la vida y no sólo flotando en medio de ella.
– Creí que habías salido con Jamie anoche – le dije.
– ¿Él? Sí, ¿eso fue anoche? Bueno, era un perdedor, terminamos y después conocí a los Hijos... de hecho, ellos solos cayeron.
– Sí, los escuché.
– ¿Pudiste escucharlos desde aquí arriba?
Lucy parecía sorprendida o tal vez fue una sorpresa falsa o, a lo mejor, estaba demasiada borracha como para darle algún sentido.
– ¡Claro que los escuché! Podías escucharlos a dos condados de distancia; también, tenías a las sirenas de las patrullas sonando, sabes que hiciste una escena grande.
Se rió, sacudiendo la cabeza de arriba abajo en mi regazo mientras lo hacía:
– ¿Los has visto? ¿Son geniales, no?
– Vi a uno de ellos abusar sexualmente de ti por la ventana.
Recordé al motociclista que deslizaba su mano por encima de su blusa, en frente de los demás y de los policías; me estremecí un poco, de alguna forma deseaba que fuera yo, ha pasado algún tiempo desde que alguien me hiciera sentir atractiva. No es que quisiera ser manoseada en frente de una audiencia, pero si ser tomada por alguien que me encuentra atractiva, eso sería algo.
Lucy se volvió a reír, ella parecía encontrarme graciosa; probablemente porque todavía estaba borracha.
– Si eso es ser abusada sexualmente, entonces abusan de mí todos los días.
Se golpeó uno de los muslos y gritó como si pensara que era la cosa más divertida del mundo, aunque fue bastante divertido; también dejé escapar una risa discreta.
– Así que, ¿estás saliendo con el tipo que te agarró uno de tus pechos o qué?
Estaba muy ansiosa ahora que sabía con exactitud su relación con estos tipos.
– ¿Quién, Brodie? Ah no, sólo me dio un aventón de regreso a casa. Sólo andaba de fiesta con otro par de tipos anoche.
Mi cabeza daba vueltas, ¿hasta dónde había llegado anoche?
– Así que te gusta... bueno, tú sabes...
No estaba muy segura cual sería la siguiente pregunta.
– ¿Qué cosa?
Sus ojos volvían a parpadear, podía ver que se desvanecía.
– ¿Te vas a unir a ellos o algo así?
Sus ojos se abrieron de nuevo, al parecer dije algo ridículo.
– ¿Unirme a ellos? Soy mujer tonta.
– ¿Y eso qué?
Le pregunté de forma sincera, no sabía nada sobre ellos; de hecho, fisgonear por la ventana del segundo piso cuando dejaban a Lucy, fue lo más cerca que estuve de una bola de motociclistas. Su tono ahora ya era más serio, fue lo más concentrada que la había visto en esa mañana.
– Sólo los hombres pueden ser parte de ese club, sin embargo, hay dos clases de clubes para mujeres que están involucrados.
¿Involucrados? Esa era una palabra bastante pesada para una chica borracha a las 6:00 am.
– Están las chicas fiesteras y las señoras.
– ¿Chicas fiesteras y señoras? Por favor dime que no eres parte de las señoras – me reí causando que Lucy también lo hiciera.
– Ja ja, como sea. Podría serlo, quiero decir, yo no podría pero podría ser. Si sabes a lo que me refiero.
– Nop.
Probablemente pensó que tenía algún sentido.
– Quiero decir, una señora es como una novia formal o una esposa, eso quiere decir que sólo estás con un hombre. Voy a ser una chica fiestera tan pronto como me inisis... –, empezó a perder la coordinación de las palabras, – me insinicie, me inicie; me refiero a cuando me insicie, inicie.
– ¡Oh! Entonces, ¿qué es eso, qué es una chica fiestera? – Asentí con la cabeza, ahora si estaba bastante intrigada.
– Una chica fiestera es cuando te gusta... –, se detuvo para pensar un poco – estar de fiesta con ellos; es como salir con ellos a sus bares y ya sabes, andar de fiesta.
– Sigues diciendo « fiesta », ¿te refieres a esa clase de fiestas asquerosas a las que siempre me arrastrabas el semestre pasado?
Tenía la sensación de que ella se refería a algo diferente, a una clase de fiesta más interesante.
– No, ellos fiestean así, así más en serio. Esos chicos de la fraternidad son unos niños, las fiestas de estos chicos son más... ahmm...
Traté de controlar mi voz, estaba muy emocionada por la idea de que estos hombres realmente sabían hacer fiestas.
– ¿Son más qué?
No quería sonar muy interesada aunque lo estaba.
– Adultos
– ¿Adultos?
Mi respiración era un poco menos profunda que antes, quería que me dijera más, que me dijera exactamente qué fue lo que en realidad pasó; por el estado en el que estaba, me di cuenta que no había estado sólo bailado, se veía con claridad que había estado haciendo algo mucho más interesante.
– Bien. Bueno, ya que estoy borracha te lo diré, ¿de acuerdo?
Ni siquiera esperó por una respuesta.
– Esos tipos... y las chicas fiesteras... son salvajes; o sea, de verdad salvajes. Vi a una chica ini... Vi a una chica convertirse en una de ellas anoche, ¿adivina qué fue lo que la vi hacer?
Dios, sonaba emocionante. Me había pasado la primera parte de la noche con mi novio impotente, casi gay, antes de volver a nuestra habitación y sin haber hecho nada. Quería escucharlo todo.
– ¿Qué fue lo que viste?
Si Lucy hubiera estado sobria, habría podido escuchar la emoción el como trasfondo de mi voz: cuando Lucy regresaba de una de sus noches salvajes, siempre quería que me contara todo al respecto, la mayor parte de mis fantasías más intensas, por lo menos, se basaba en una las aventuras nocturnas de Lucy.
– Dos tipos. Vi a dos tipos tirarse a una chica al mismo tiempo, ¡fue salvaje! Todo el bar los alentaba.
Se rió y yo me empecé a poner nerviosa, quería escuchar más pero estaba demasiado avergonzada como para preguntar.
– ¿Lucy? – Le pregunté con cierta vacilación.
– ¿Sí? – Preguntó, sus ojos se cerraron.
– Me gustaría, me gustaría ser como tú, sólo por una noche. Quiero saber que se siente perderse de esa manera...
Hice una pausa antes de decirlo, tenía miedo, incluso de expresar lo que estaba pensando; las palabras salieron disparadas rápidamente y cuando lo hicieron, los ojos de Lucy estaban abiertos otra vez.
– ¿Me llevarías contigo la próxima vez?
CAPÍTULO DOS
Lucy me miró a los ojos con cierta preocupación.
– ¿Estás segura de que quieres hacer esto? Me refiero a que son unos tipos rudos; sé que pensaste que los niños asquerosos lo eran –, dijo esas dos últimas palabras en tono de burla, – estos chicos se los comerían en el desayuno.
– Ya te dije que sí
Luego de soñar despierta después de que ese fin de semana pasado había estado excelente; yo, la clásica estudiante del cuadro de honor, quería ir de fiesta con los motociclistas pero ella no me conocía tan bien, ni siquiera yo me conozco tan bien. A lo largo de la semana siguiente; me la pasé asegurándole que sí, realmente quería pasar el rato con ellos, aunque sea una vez.
– ¿Le dijiste a Mark? – Me miró otra vez con el ceño fruncido.
– ¡Ya te dije que no! Terminamos, no es de su incumbencia.
Era cierto, habíamos terminado la noche anterior. Creo que debió ser ese final humillante que concluyó con mi relación, lo cual realmente me orilló a unirme a Lucy; aunque yo le había dicho que quería ir con ella, lo más probable es que me habría echado para atrás si no hubiera terminado así. Caminábamos en dirección a la puerta trasera del campus; la Lucy sobria era más sensata que la Lucy ebria, era más propia, estaba preocupada por tener a los motociclistas otra vez cerca del dormitorio. Buscamos perspectivas de ambos, chicos y chicas por igual al mismo tiempo que nos dirigíamos al sendero en una tarde soleada; lo encontramos, en una sola palabra, como zorras y por primera vez en mi vida, estaba avergonzada de ello.
A pesar de aprender sobre ser una chica fiestera por una noche, al parecer Lucy sabía sobre su sentido de la moda o falta de ella. Esa tarde, tomó unas tijeras para convertir un par de mis pantalones de mezclilla en shorts y no sólo los hizo cortos, sino que también les hizo ranuras y agujeros; al verme en el espejo tragué un poco de saliva cuando vi mis muslos y mi trasero a través de la tela hecha jirones, ella insistía en decir mejorados. Lucy además había cortado, por lo menos a la mitad mi camiseta, dejando una gran parte de mi vientre desnudo, cuando terminó con mi atuendo, era más la ropa que había en la basura que en mi cuerpo; sin embargo, tuve que admitirlo, nos veíamos bien; no esa clase de bien que el hijo del ministro llevaría para que conozcas a su madre, sino bien como para poner caliente a un macho alfa y te haga suya hasta hacerte llorar del éxtasis.
– Mierda – susurré con urgencia.
Al otro lado del camino estaba mi recién ex novio, Mark. De forma desesperada no quería tener que hablar con él en la forma en cómo iba (des)vestida, volteé la cabeza hacia un lado para que mi cabello escondiera mi cara y fingí estar interesada en los árboles que estaban a un lado del camino, esperando que no me reconociera; de alguna forma extraña, no lo hizo.
– En serio, debe ser gay – dijo Lucy después de que él se fue sin darnos un segundo vistazo.
– ¿De verdad lo crees? – pregunté.
– ¿Cómo no lo sería? Cualquier otro tipo se hubiera quedado con la boca abierta sólo de vernos mientras pasaba. Él ni siquiera nos notó, ni siquiera te vio a ti y se supone que deberías de ser su novia.
– Ex novia.
Ella tenía un punto y yo también tenía mis sospechas; el atrevimiento de Lucy alivió cualquier clase de culpa que tenía sobre nosotras por salir con los motociclistas. Llegamos a la puerta trasera y nos quedamos a esperar en la acera; no faltó mucho para que escucháramos a lo lejos el rugido de las motocicletas, sus sonidos nos alcanzaron mínimo medio minuto antes de ser visibles.
– ¿Sabes qué? Estoy contenta de que vengas conmigo esta vez, será genial estar con una amiga.
Lucy me sonrió y yo le la sonrisa regresé; aunque mi rostro se veía feliz, dentro de mi estómago había una revolución, nunca había estado en una « cita » como esta, claro que no es que fuera una cita, básicamente acepté ir a conocer a una bola de motociclistas calientes. Sería probable que tuviera sexo con alguno de ellos, por lo menos, eso fue lo que había estado fantaseando casi cada noche de la semana pasada. Mierda, dio en el blanco, literalmente voy a ir en la parte trasera de un motociclista con el fin de ser tomada por ellos, ¿qué me pasa?
En cuanto la fantasía se empezó a venir abajo, mi tan ansiado sueño empezó a concretarse en prácticamente una realidad; de forma considerable, una realidad mucho más escalofriante y menos glamurosa. Estaba a punto de decirle a Lucy que no quería ir con ellos, que regresaría a nuestro dormitorio y comer helado con mi mejor amiga, mi laptop, pero las motocicletas se acercaban más. Era demasiado tarde para irme de una manera digna y no estaba acostumbrada a correr con las putas botas que Lucy insistió que usara.
Me mordí el labio inferior mientras ellos se acercaban. ¿Cómo voy a salir de ésta? Para mi suerte, sólo eran dos de ellos esta vez, a diferencia de toda la bola que había visto por la ventana el fin de semana pasado. Ambos venían en dos motocicletas del estilo de los años treinta, asumí que eran Harley pero no conocía otra que no fuera de las que Fisher Price hacía para ser honesta.
El tipo que estaba al frente tenía el cabello rubio y sucio que sobresalía de la parte de abajo del casco metálico, situado en la parte de arriba de la cabeza; aún con su chaqueta y guantes de piel, me di cuenta de que había un hombre fuerte, no gordo ni tampoco gigante pero fuerte, un tipo que había pasado su vida trabajando con sus propias manos.
– Señoritas.
Levantó la barbilla y los cuatro dedos de la mano izquierda de una de las manijas de la motocicleta en forma de saludo. Sonreí para aparentar verme confiable.
– ¿Qué hay?
El segundo motociclista sólo se había detenido. Este tipo era grande en todos los sentidos; tenía la barba cerrada que le llegaba hasta el pecho, la cual parecía ser igual de ancho que las asas de su motocicleta. Lucy se inclinó para susurrarme al oído:
– ¡Parece que te tocó Jase! ¡Él es el Vice!
No sabía que se suponía que eso significaba pero antes de poder entender, ella salió corriendo a los brazos de su motociclista.
– ¡Brodie! – gritó con alegría.
– ¡Nena! – rugió como respuesta.
Al acercarse Lucy, él extendió sus brazos y la tomó de la cintura, la levantó y la dejó caer a horcajadas sobre su entrepierna, sus rostros se empezaron a contraer inmediatamente; los miré con los ojos bien abiertos sin saber qué hacer.
– No les hagas caso – el otro motociclista extendió una de sus manos.
– Jase – me le quedé mirando como una idiota.
– Vamos, por lo general –, me sonrió y me acerqué a él – no muerdo – me dijo mientras me agarraba la mano.
Paso a paso, percibí el fuerte olor a cuero y aceite que competían y se combinaban entre ellos. De forma involuntaria me lamí los labios; él me volvió a sonreír y con el destello de sus dientes blancos, empecé a temblar. ¿Qué me pasa? Por lo general, soy linda y segura con los hombres, tal vez un poco distante pero ahora estaba temblando como una colegiala otra vez. Ese olor...
Respiré profundamente mientras le estrechaba la mano; pude escuchar el sonido de los besos furiosos que provenían de la otra motocicleta y ni siquiera me atreví a echar un vistazo. De forma misteriosa, los pensamientos de regresar al dormitorio desaparecieron de mi mente; en lugar de eso, me encontraba a mí misma viendo a través de los ojos azules y los labios carnosos de Jase; me imaginé como sería besarlos, morderlos, tener sus brazos fuertes rodeándome... Mi tan soñado día se vio interrumpido cuando volví a hablar:
– ¿Cómo estás?
¿Cuánto tiempo me quedé mirándolo? Debe pensar que soy una idiota.
– Ah lo siento, ahm sí.
¿Qué no puedes decir algo mejor que eso? Me levantó las cejas y una de mis manos, recordándome que aún estaba abrazándolo.
– ¿Tienes nombre?
Idiota. Me cacheteé a mí misma mentalmente; traté de sonreír confiada.
– Nicole.
– ¿Nicole? Me gusta, ¿quieres que te lleve? – Palmeó el asiento trasero.
– Claro
Traté