Esquí Extremo Y Setas Alucinógenas: Una Carrera Contra El Miedo
Por Jason Matthews
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Jason Matthews
Jason Matthews was an officer of the CIA’s Operations Directorate. Over a thirty-three-year career he served in multiple overseas locations, spoke six foreign languages, and engaged in clandestine collection of national security intelligence, specializing in denied-area operations. Matthews conducted recruitment operations against Soviet–East European, East Asian, Middle Eastern, and Caribbean targets. As Chief in various CIA Stations, he collaborated with foreign partners in counterproliferation and counterterrorism operations. His first novel, Red Sparrow, won the Edgar Award for Best First Novel and was made into a major motion picture starring Jennifer Lawrence. He continued the Red Sparrow trilogy with Palace of Treason and The Kremlin’s Candidate. Jason Matthews passed away in 2021.
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Esquí Extremo Y Setas Alucinógenas - Jason Matthews
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Capítulo 1: La decisión
Nos detuvimos en la estación de esquí situada en la cumbre de la montaña, inclinados sobre los bastones clavados en la nieve, apoyando nuestro peso sobre ellos mientras nos quedamos mirando más allá de los casi cinco kilómetros que se extendían ante nosotros; un espacio desierto e indómito en el que no había pistas de esquí. Las sutiles miradas que nos lanzamos entre nosotros confirmaron la decisión que Sam, Rudy y yo habíamos tomado; la temporada no terminaría hasta que hubiésemos ascendido y esquiado El Filo.
Desde nuestra estación de esquí, El Filo es el último pico escarpado que la vista alcanza ante miles de kilómetros cuadrados de terreno desértico. Es un montículo gigante de rocas imponentes que alberga una de las áreas nevadas más extensas y escarpadas en cientos de kilómetros. Uno puede verlo con claridad desde las zonas más elevadas de la estación de esquí, nuestro lugar de trabajo y ocio. Habré alzado la vista en esa dirección cientos de veces desde diciembre, cuando empecé a trabajar como operario de cañones de nieve, casi sin poder imaginarme a mí mismo bajando su escarpada ladera haciendo eses. Cuenta la leyenda que El Filo debe su nombre a la sensación que te embarga subir a la cima y contemplar su impresionante caída vertical.
Sam, Rudy y yo trabajábamos en la estación de esquí y, aunque ya no éramos operarios, nos manteníamos ocupados con tareas de mantenimiento y reparación de equipos. Era el abril de un año marcado por la sequía en esta zona de nieve, como decían los lugareños. La velocidad a la que las rocas quedaban al descubierto era alarmante, incluso en las mejores pistas, y esquiar así no era lo mismo. Sin embargo, una mirada a lo largo del terreno que se extendía hasta El Filo revelaba una nieve primaveral inexplorada, lisa, extensa y escarpada. Desde donde estábamos parecía el confín del mundo.
Afortunadamente, se podía ver desde la distancia que era fácilmente esquiable. Ni siquiera parecía difícil. Es un descenso arriesgado, sin duda, pero simplemente debido a la pendiente. No hay saltos estrechos, árboles, acantilados ni peñascos que esquivar.
—Solo es recto y cuesta abajo —dijo Rudy.
—Muy cuesta abajo — añadió Sam.
Alcé la vista por encima de la rampa de salida del telesilla y pude ver con sorpresa cómo Tess salía de allí y se dirigía hacia nosotros completamente sola. Se deslizó hasta ponerse a nuestro lado. Todos la conocíamos porque era la monitora de la academia de esquí y porque era una de las mujeres más atractivas de la montaña.
—Hola Tess —saludó Rudy.
—Ey chicos, ¿qué tal?
—Bien —dijo Sam con la vista aún puesta en nuestro destino—. Solo estábamos escogiendo las pistas de mañana.
—¿De excursión a El Filo? —preguntó Tess.
—Esa es la idea —contestó Rudy—. No podemos mirarlo año tras año