ARCTIC WATCH UN CALUROSO VERANO EN EL ÁRTICO
ESTOY PARADA A MENOS DE 1.000 KILÓMETROS DEL POLO NORTE Y EL PAISAJE DE DORADA TUNDRA CON PINCELADAS DE VERDE, A ORILLAS DE AGUAS TURQUESAS, LO HACE DIFÍCIL DE CREER.
«Esta noche, después de la comida, intentaremos avistar ballenas beluga», dice Tessum Weber, nuestro anfitrión aquí en Arctic Watch, un lodge ubicado en el extremo norte de la isla de Somerset, en la provincia canadiense de Nunavut, en las costas del temido North West Passage, algo equivalente al canal de Drake.
Habíamos llegado esa tarde en un avión chárter desde Yellowknife, la capital y la ciudad más poblada de los Territorios del Noroeste de Canadá, para aterrizar en la pista que tienen los Weber en plena tundra.
Nos asignaron nuestra habitación, una especie de yurt de lona de forma cuadrada con vista al mar y cama matrimonial, un lavamanos y un pequeño armario, espacio suficiente para el copioso equipaje. Esta es una de las doce habitaciones del lodge, cuyas instalaciones en el edificio principal incluyen una cocina con un magnífico chef, un bar comedor, una amplia sala de lectura y un sector de duchas dignas de un spa. Nada mal para un lugar tan remoto y a 800 kilómetros más al norte del Círculo Polar Ártico. Este es, el «hotel» más septentrional de Canadá.
Luego de acomodar nuestro equipaje y refrescarnos, aceptamos el ofrecimiento de sobrevolar en que hacemos este viaje de media hora, vuela lo suficientemente alto para no alterar la paz de las criaturas allá en tierra, pero lo bastante cerca como para ver tres figuras blancas de estos magníficos ejemplares confinados a un pequeñísimo banco de arena.
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